Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Preguntas


X miró hacia abajo al cachorro de nuevo, la pequeña bola de pelos blanca con la lengua colgando de su boca. – ¿Patarche?

- Sí, Patarche. – le dijo la niña humana, Chiyo, al robot llena de confianza. – No me importa lo que digas. Se lo dije a Cecilia, y se lo diré a cualquiera. Patarche es MI perro, y puedo ponerle el nombre que yo quiera.

- Ok, ok. Creo que es un buen nombre. – le dijo X. Lo que fuera que significara, de cualquier manera.

Chiyo continuó estudiándolo, poniéndose detrás de él para ver que el cañón de su Buster todavía seguía afuera. – ¿Qué es eso?

- ¡Oh! Uh, ¡nada! – El cañón se retrajo dentro de su brazo, siendo reemplazado por una mano blanca.

- ¡Whoa! ¡Sé lo que es eso! – declaró Chiyo. – ¡Tienes un Buster!

X se sorprendió. – ¿Sabes lo que es esto?

- ¡Por supuesto! – respondió Chiyo. – ¿Tú lo sabes?

- Bueno... sí, sé lo que es. Me refiero a su función y propósito, cómo utilizarlo...

- No, nada de esas cosas aburridas. – lo interrumpió la niña japonesa. Luego entrecerró los ojos. – ¿Sabes algo? Te pareces MUCHO a él.

- ¿A quién?

Lo que dijo a continuación marcaría el inicio de muchas cosas para el robot azul, tanto para bien como para mal. – Mega Man.

...

- ¿Cómo se metió aquí? – preguntó Fujiwara a Cecilia, que iba corriendo junto a él y Cain.

- ¡Usó su tarjeta de acceso! – respondió la mujer. – Le dije que esperara en la entrada mientras yo iba buscarlo a usted, pero Patarche salió corriendo...

- ¿Patarche? – preguntó Fujiwara confundido. – ¿Qué clase de nombre es...? ¡Ah, como sea! – Le lanzó una mirada fulminante. – Si tiene un solo rasguño, estás despedida. ¿Entiendes?

Cecilia asintió; Cain notó que la mujer parecía algo intimidada. – No es como que este lugar sea muy grande. ¡No puede haber ido muy lejos!

Fujiwara no respondió. – "Ese no es mi mayor temor." – pensó. – "Si alguna vez sufre el menor rasguño, ¡todo se arruinaría!"

En el cuarto de X...

Mega Man... sí. Había escuchado ese nombre. Y aun así, tuvo que preguntarle a la niña. – ¿Quién es Mega Man?

Los ojos de la niña se ensancharon. – ¡¿Quién es Mega Man?! ¿Acaso te fabricaron ayer? – le preguntó. – Espera... ¿de verdad te fabricaron ayer? – le preguntó genuinamente.

- ¿Qué? No. – X negó con la cabeza.

- ¿Entonces cuándo te fabricaron? Porque jamás te había visto. – X estaba a punto de responder, pero ella lo interrumpió. – ¿Sabes qué? No importa. Porque independientemente de tu edad, ¡no hay forma de que no hayas escuchado sobre Mega Man! Y viéndote, quienquiera que te haya fabricado era un gran fan suyo.

- Bueno, no sé si deba llamarlo fan, pero...

...

- ¡La escucho! – exclamó Cecilia, guiando a los dos hombres que la seguían. Fujiwara y Cain se dieron cuenta de a dónde se había ido Chiyo mientras seguían adelante.

...

- ¿Pero qué? – preguntó Chiyo, mirándolo desde abajo, concretamente hacia la parte superior de su cuerpo. – Hey, baja aquí. – le dijo.

X se sintió algo sacado de onda. ¿La niña estaba tratando de darle órdenes?

- ¿Y bien?

- ... ¿De acuerdo? – No entendía por qué ella quería que hiciera eso, pero obedeció a pesar de todo. ¿Qué podría hacer de todos modos? – ¡Ah!

Rápidamente empezó a arrepentirse de hacerlo, al sentir que le jalaban la boca y las mejillas, atrapadas en el agarre de la niña.

- Hmm, que elástica. – observó Chiyo. – Se siente como si fuera piel de verdad. Aunque apenas lo suficiente. – agregó, asegurándose de clarificar la última parte. – Los antebrazos y todo abajo de las pantorrillas son enormes. – Le dio un ligero golpe a su pantorrilla izquierda. – Hmm, no hay eco. Así que debe haber algo adentro.

- ¿De qué estás hablando? – preguntó X, cuando Chiyo finalmente le soltó la cara.

- Estoy tratando de averiguar de qué estás hecho. – dijo la niña. – Estás construido para parecerte a Mega Man. – Le tocó la gema roja en el casco. – Con algunos detalles más o menos.

X se puso de pie, o más bien, ella le dejó pararse.

- Y por encima de todo, tienes un buster. Así que debes estar construido de buenas partes. – La niña tuvo que reconocer que este robot "X" se veía y reaccionaba más como ella misma que cualquier mecaniloide. – La única pregunta es ¿quién te construyó?

...

- ¿Qué están haciendo? – preguntó Cain, mientras Fujiwara escuchaba a la vez que contenía a Cecilia de ir por Chiyo otra vez.

- Solo están hablando. – dijo el japonés.

- ¿Sobre qué? – cuestionó Cecilia.

- Shh. Cállense los dos. – ordenó Fujiwara, escuchando la conversación que sucedía entre su hija y el misterioso DLN. Aunque fue inesperado, tal vez la presencia de Chiyo era la "prueba" que necesitaba ver.

...

- Bueno... – comenzó a hablar X, pensando qué debería decir exactamente.

- Bueno, ¿qué? – inquirió Chiyo.

El robot azul estaba atrapado. ¿Debería decirle a esta niña quién era su creador? ¿Lo tendría permitido? ¿Cuáles serían las consecuencias si lo hacía? – Bueno, es algo... complicado de explicar.

- ¿Cómo así? – La niñita japonesa se puso los brazos en jarras. – Sólo quiero saber quién te construyó.

- Sí, es que no sé realmente si debería decirlo. Al Dr. Fujiwara podría no gustarle eso. – admitió X. Entonces, recordó que la niña había dicho su nombre completo. – Espera, tú también te llamas Fujiwara, ¿correcto?

- Sí, Chiyo Fujiwara. – le dijo la niña a la máquina. – Aunque, si nos ponemos técnicos, Fujiwara iría antes que Chiyo, y... – De pronto se detuvo en seco. – ¿Conoces a mi papá?

- ¡¿Papá?! – Sí, el apellido indicaba algún tipo de relación, pero X asumió que esta niña debía ser tal vez una sobrina, o hija de algún primo suyo, no alguien con conexión directa al propio Fujiwara. – ¡¿Eres su hija?!

Chiyo no se inmutó ante el shock del robot. Más bien, parecía estar más animado que ella. – No me mencionó, ¿eh? – No fue una pregunta, fue una declaración. Pero antes que X pudiese responderle, ella desvió la mirada. – No me sorprende ni un poco.

No había mucha emoción en su voz al decir eso, aunque X pudo detectar un ligero deje de decepción. Como si no estuviese feliz con la noticia, pero se la hubiera esperado.

- Pero, él tampoco te mencionó a ti en absoluto. – dijo recuperándose rápidamente. X pudo notar que hablaba como si estuviese acostumbrada a esto. – Y tampoco es posible que él te haya construido.

X se estaba poniendo nervioso. Le estaba dejando claro que quería sacarle una respuesta, de una manera u otra. – Y... ¿por qué dices eso?

Y entonces, escuchó algo que había oído antes de su padre. – Porque algo como tú no debería existir.

No había ningún significado tras sus palabras. Más bien, parecía que solo estaba siendo honesta. Algo como este robot, el solo hecho de estar allí, era romper toda clase de leyes. A un nivel como este estaba totalmente prohibido. Aun así, ella había leído de esas cosas antes. Y cuando vio que el robot azul trataba de deshacerse de su expresión herida, un nombre vino a su cabeza.

- ¿Acaso el Doctor...? – comenzó a decir, pero se detuvo. – No, no puede ser. Eso es imposible.

X estaba a punto de suspirar de alivio, esperando que no insistiera más. A pesar de todo, sentía curiosidad. – ¿Qué cosa?

- El Doctor Light no podría haberte construido. – dijo Chiyo. – Todos sus robots eran...

- ¡Chiyo!

- ¡Maldita sea, Cecilia! ¡Te dije que esperaras!

Una mujer entró a toda prisa a la habitación, agarró a la niña y a su cachorro, y después miró a X. Cecilia, ese era su nombre aparentemente, se sorprendió y dio un paso atrás. – Doctor, ¿qué significa esto?

- ¡Cecilia, solo cállate! – gritó Fujiwara, empujando a un lado a la mujer. Esto causó que Cecilia se golpeara contra la pared y que soltara a Patarche, haciendo que el cachorro cayera al suelo y soltara un quejido de dolor.

Fujiwara estuvo a punto de gritarle al robot por dejar que la niña entrara a su cuarto, pero X lo ignoró por completo, prestándole más atención al lastimado Patarche. Se agachó para recoger al perro con una mano mientras le examinaba sus patas. El cachorro soltó un gritillo cuando X le tocó la izquierda, haciendo que el robot se preocupara de haberle apretado demasiado fuerte.

- Perdón. – se disculpó. Luego se giró hacia Cecilia y Chiyo. – No creo que esté rota.

La mujer lo miró con los ojos muy abiertos, dividida entre la sorpresa y el horror. Chiyo se acercó para tomar a Patarche de las manos de X y lo sostuvo, mientras la mujer se llevaba a la niña y al perro.

Fujiwara miró a X, pero en lugar de furioso, el robot y Cain vieron que más bien parecía perplejo. Luego de algunos momentos, el hombre japonés finalmente recuperó la voz. – Tú... ¿estabas preocupado por un perro? – le preguntó, como si no pudiera creerlo.

- ¡Por supuesto! ¡Parecía que se había lastimado! – dijo X, estupefacto de que el hombre no mostrara ninguna preocupación.

Cain miró a X, y luego a Fujiwara, que seguía en shock. Luego otra vez a X, y notó que el robot parecía muy ansioso.

- Hice algo malo, ¿verdad?

- No, en absoluto. – le aseguró Cain. – De hecho, creo que esto es justo lo que Sho necesitaba ver.

Al día siguiente...

X se sorprendió de que lo hubieran llamado a la oficina de Fujiwara. Se sorprendió aún más de que lo hubieran dejado salir después de todos los eventos de ayer. Fuera cual fuese la razón, solo esperaba que no involucrase hacer más pruebas con su Buster. Estando de pie frente a la puerta se le permitió entrar, y vio a Fujiwara sentado frente a la computadora principal. La puerta se cerró detrás de X, haciendo que el robot se preguntase lo que el hombre tendría que decirle.

¿Qué pasaría? ¿Sería encerrado permanentemente en su cuarto, o lo llevarían a otra parte? ¿A algún lugar oscuro y lejos del sol? X, pese a ser un autómata, aguantó su respiración.

Fujiwara se levantó de su silla. – Supongo que debo ir de frente y decirte por qué te llamó así. – dijo el hombre japonés.

- Es sobre lo de ayer, ¿verdad? – preguntó X. Fujiwara no dijo nada, pero eso fue suficiente confirmación para él. – Sé que no hay excusa, pero yo no abandoné la habitación. Cain me pidió que se lo mostrara antes, y supongo que debió dejar la puerta abierta. Pero le juro que no la toqué.

Aunque sí tocó al perro, y también lo lastimó un poco al chequearlo para ver si tenía heridas. Tal vez fuese por eso que lo habían traído aquí.

- Lo siento, Doctor. No fue mi intención...

- No, no lo entiendes. – lo interrumpió el científico. – Soy yo quien lo siente.

El robot azul se quedó perplejo. – ¿Qué dice?

- Dije que soy yo quien lo siente. – repitió Fujiwara. – No me había dado cuenta de lo avanzado que eras. – Le indicó a X que se acercara a la computadora, y sacó un esquema de la cabeza del robot. – Éste es el escaneo que de la primera vez que Cain te trajo a mi laboratorio. – Fujiwara entonces hizo aparecer otro. – Y éste otro, de apenas una semana después de eso.

Fue pasando de escaneo tras escaneo. X se acordaba perfectamente de ellos. Cada semana, el científico asiático tomaba una captura de pantalla de la cavidad cerebral del robot. El porqué, X no lo sabía, pero mientras el humano iba pasando el número de escaneos semanales, notó que había diferencias significativas entre cada uno.

- A pesar de ser una creación de Light, tu programación parecía ser muy básica. Pero con el tiempo, he notado que hay nuevos desarrollos. Tus sistemas se están volviendo más y más complejos. Es casi como ver el cerebro de un niño desarrollándose en el de un adulto en solo un mes.

¿Era así como se suponía que una máquina debía operar? ¿O no lo era? X difícilmente lo sabía.

- ¿Y eso que significa?

- Significa que te he juzgado severamente mal. – le dijo Fujiwara a X. Luego desvió la mirada de la pantalla para encarar al robot azul. – Verás, la inteligencia artificial como la tuya está estrictamente prohibida.

- Eso me han dicho. – dijo X. – Pero nadie me explica por qué.

Incluso ahora, su memoria era difusa, pero podía recordar vagamente algunos rostros. Unos rostros de aspecto humano parecido a niños. Ojos grandes y muy abiertos que lo miraban con asombro. Ellos también creían que era extraño, pero al menos parecían aceptarlo. No podía recordar de qué hablaban, pero sí recordaba que él y sus visitantes hablaban entre sí, se contaban lo que pasaba en sus vidas, y por supuesto, contestaban a sus preguntas sobre el Dr. Light. No recordaba nada de ello, pero sabía que había sucedido.

Pero ahora, todos ellos se habían ido. Sin embargo, recordó que no estaba solo en el laboratorio subterráneo.

- Hey. – dijo X. – ¿Dónde está el otro robot?

- ¿Hablas del mecaniloide de ayer? – cuestionó el humano. – No te preocupes. Yo... lo arreglé... un poco. Estará de vuelta y operativo mañana.

- ¿En serio? – X se alegró por la noticia. – Grandioso. Muchas gracias.

- "Sí, sí, lo que sea." – pensó Fujiwara. – "Para tener una computadora por cerebro, sin duda es un idiota. Especialmente ya que todo lo que hice fue reemplazar al que se dañó por una copia idéntica de la misma línea."

Aun así, parecía que por fin se había ganado la confianza del robot con este "gesto de amabilidad", así que no quería arriesgarse a perderlo.

- Pero no. – le dijo el robot azul al humano. – Me refiero al otro que estaba en el laboratorio.

- ¿Hm? ¿A qué te refieres con...? – Fujiwara estaba confuso, pero de pronto tuvo una realización. – ¡Oh! ¿El que se había dañado? ¿Qué pasa con él?

- Me parecía que "él" era una chica. – le dijo X.

- Sí, bueno, sea cual sea el caso, su cuerpo está siendo transportado a un museo de robótica en los Estados Unidos.

- ¡¿Qué?! – exclamó X. – ¡¿Cuándo sucedió eso?!

Fujiwara no entendía la reacción de la máquina. – Poco después de que salvé lo que pude de su disco duro. No le servirá a nadie en esa condición. – le dijo. X pareció entristecido por la noticia. – Y la tecnología de hoy no serviría para mantenerla. Es demasiado antigua. Su reloj interno dejó de funcionar en algún punto en 201X.

- ¡¿201X?! Eso fue hace demasiado tiempo.

X suspiró. Recordaba el aspecto de la chica robot rubia: joven, y como si estuviese durmiendo pacíficamente. Pero también había un enorme agujero en su pecho que X debía admitir llevaría un enorme esfuerzo para repararse.

- ¿Qué sucedió con ella? – preguntó en voz alta. Aunque lo dijera mayormente para sí mismo, podría ser interpretado como una pregunta legítima.

Fujiwara sacudió su cabeza. – No puedo decirlo con certeza. – admitió. – Fue construida sin ningún medio para defenderse, y su carcasa externa debió ser muy fácil de atravesar, considerando la herida que tenía.

- "¿Qué podría haberlo causado?" – pensó X, y entonces miró el antebrazo que resguardaba su Buster.

Recordó la enorme herida de salida que provocó en el mecaniloide. Aunque el disparo que atravesó el pecho de la niña robot debió haber sido mucho más poderoso. Toda su cavidad torácica había sido destrozada, por lo que su núcleo debía haber volado en pedazos. Si estaba en lo correcto, y el daño había sido provocado por un disparo de Buster, ¿quién lo habría hecho? Y más aún, ¿qué razón podría haber tenido alguien para dispararle? Eso ya no importaba, ya que su cuerpo no estaba más.

Pero entonces, X recordó otra cosa que dijo Fujiwara. – ¿No dijo que había copiado su disco duro?

- Lo que pude. – confesó el humano. – Recopilé algunos archivos de memoria que abarcan un período de unos diez años, todos variando en calidad. Desafortunadamente, todos están algo corruptos, pero se puede al menos descifrar lo que dicen.

X pensó por un momento, preguntándose si estaba listo para hacer lo que inicialmente había querido. Sin embargo, en última instancia, temía que tal vez no tendría la oportunidad que tenía ahora, si no preguntaba ahora. Después de todo, Fujiwara había sido bastante generoso en este momento.

- ¿Puedo verlos?

Más tarde...

- ¡Muy bien, el pavo está listo! – dijo una voz femenina, joven y alegre, abriendo el horno para revelar un pájaro asado de color rojizo-marrón que echaba vapor, listo para ser consumido. Bueno, para aquellos que tenían estómagos. – Qué suerte, el Profesor invitó a algunas personas, así que TENDRÁN que comer. – Se giró hacia el montón de comida que había preparada, y resopló. – ¡Más les vale que lo hagan! Pasé todo el día haciendo todo esto. – Se dirigió hacia la puerta de la cocina. – ¡Rock! ¡Rush! Vengan a ayudarme con algo de esto, ¿quieren?

X observaba un metraje lleno de estática, proveniente de los archivos de memoria de la niña robot en la pantalla de la computadora. Sus ojos se mantenían pegados a la pantalla y absorbiendo todo lo que veía. Al principio era algo perturbador, observarlo todo desde el punto de vista de ella, pero no pasó mucho antes de que lograra adaptarse a ello.

- ¿Qué está sucediendo? – le preguntó a Fujiwara; el clip acababa de empezar cuando la robot sacó el pavo del horno.

- Creo que están celebrando el Día de Acción de Gracias. – explicó Fujiwara. – Es una fiesta estadounidense. Aunque la historia detrás de ella es mucho más violenta de lo que se les enseña a los niños de ese país.

X estaba muy al tanto de eso. Tenía el conocimiento primario y los datos que se le implantaban a las máquinas desde el tiempo que fue construido, pero no estaba satisfecho. Ver el metraje frente a él le hacía desear haber podido experimentar lo que estaba sucediendo en persona.

- "¿Por qué?" – pensó X. – "¿Por qué me mantuvieron tanto tiempo en la oscuridad?"

Cierto, según la advertencia que le habían instalado, era para probar su confiabilidad. Pero aun así, ¿no podría haber sido un poco más rápido?

X fue sacado de sus pensamientos al ver que alguien más entraba a la cocina. Parecía un niño pequeño con una camiseta azul y shorts negros. Sin embargo, sus piernas de la rodilla para abajo estaban cubiertas por un par de gruesas botas de armadura. Muy parecidas a las suyas, pensó X.

- Esperen. – Fue entonces que se dio cuenta. – ¿Este es Mega Man?

Fujiwara miró a X. – ¿Sabes quién es él?

- Bueno, sí y no. – respondió X. – Sé quién es, pero... realmente no lo conozco.

Cierto, el Dr. Cain le había contado sobre un robot ayudante llamado Rock, que fue reformateado para convertirse en un robot de combate, Mega Man. También le contó sobre cómo otro científico llamado Dr. Wily se había robado la línea original de robots especializados del Dr. Light (llamados los Robot Masters) y varios otros que creó él mismo. Le contó también sobre los continuos planes del científico loco para dominar al mundo, y cómo cada vez el "Bombardero Azul", como a veces lo llamaban, logró detenerlo. Eso era todo, irónicamente, lo que sabía Mega Man X sobre el Mega Man original.

- ¿A qué te refieres? – inquirió Fujiwara. Aunque acababa de llamar al robot para que accediera a las peticiones del científico para hacer más pruebas, había demasiado que estaba sucediendo en ese momento y no podía simplemente ignorarlo.

- Me refiero a que, lo he visto como Mega Man, pero... no como Rock, ¿supongo? – explicó X, aunque no estaba totalmente seguro de cómo expresarse en palabras adecuadamente.

- ¡Rush! ¡No! – La atención de X volvió a la pantalla de la computadora. Un canino robótico de color rojo acababa de ingresar a la cabina, y trató de coger lo que parecía ser un tornillo de colores de un tazón que estaba lleno de ellos. – ¡Eso es para el postre! Bueno, para NUESTRO postre, de cualquier manera. – dijo la robot ayudante que estaba cocinando; ella y Rock llevaron la comida restante a una enorme mesa donde el Dr. Light y otros humanos estaban sentados. Pero una gran mayoría de los presentes eran, para sorpresa de X, robots. Las mismas ocho máquinas que Wily había secuestrado.

- ¿Eran una familia? – preguntó X.

Fujiwara pensó por un momento. – Hm. Si lo dices en el sentido tradicional, no. – dijo el hombre. – Aunque el Dr. Light era conocido por sentir... apego por sus creaciones y los robots en general. Más que otros en su campo.

Entonces ¿eran una familia o no? Por lo que X pudo ver, humanos y máquinas estaban tomando parte en las festividades. Así que, naturalmente, fijó la vista en Rock (¿o acaso ya era Mega Man después de ser reformateado?), quien intentaba tratando de coger uno de los tornillos coloridos para ponerlo en su plato, pero la otra robot asistente le dio un golpe en la muñeca para que lo soltara.

X se rio ante la mirada del robot: decepción con un poco de molestia. No era maliciosa, eso sí. Se estaba haciendo un poco tarde, por lo que tal vez tendría que parar pronto, pero X todavía tenía curiosidad sobre algo más.

- ¿Cuál era el nombre de la robot de la que vino este metraje? – preguntó la máquina azul a Fujiwara.

- De lo que pude ver, está registrada como DLN-03.

- ¿Tenía un nombre? – preguntó X. ¿DLN-03? Eso no podía ser todo.

¿No estaba satisfecho con esa respuesta? Fujiwara pensó en todo lo que estaba sucediendo, observando las reacciones del robot a lo que estaba observando.

- Roll. – le dijo a X. – Su designación era Roll.

13 de junio, 21XX...

Quizás fuera demasiado pronto para tener esperanzas, pero las cosas habían mejorado desde la conversación de X y Fujiwara. El robot azul había recibido un cuarto completamente amueblado con libros, una televisión, un escritorio, y la cápsula en la cual originalmente había sido encontrado. Cain parecía complacido con esto, aunque el paleobotánico sabía que el científico japonés solo lo hacía porque quería sacar un beneficio de ello.

Independientemente, Cain sabía bien que estaba atrapado en esta situación con X. Lo menos que podía hacer era asegurarse de que la creación de Light recibiera el cuidado apropiado. Cain descubrió que, a pesar de su amplio conocimiento implantado (beneficio de ser una máquina, asumió el anciano), todavía encontraba las actividades tales como leer y ver la televisión estimulantes. Algo de lo que Fujiwara tomó nota, e inmediatamente lo expuso a un montón de medios. Cain lo veía como innecesario, pero como le dijo el asiático antes, Cain solo fue quien encontró a X. Fujiwara sería el que utilizaría a este robot a todo su potencial.

- "Aunque ¿qué clase de potencial es ése? ¿Y para quién va a servir?"

Recientemente, el Dr. Cain había introducido al robot a algo de ciencia ficción, específicamente, a una serie que estaba entre sus favoritas.

- Entonces, ¿Frank Herbert escribió esta serie en 1965? – preguntó X, sosteniendo una copia física de la primera serie del Universo de Dune. – Eso... ¡eso es más de dos siglos de antigüedad! ¿Algo tan antiguo sigue siendo tan apreciado?

Cain se rio. – En efecto. Obras desde Shakespeare hasta Homero, y los dramas de la antigua Grecia, todo tiene sus admiradores. Una de mis piezas favoritas de la literatura vino desde una época en la que la literatura fuera lo que es ahora. El Dr. Light te programó con el conocimiento de la Épica de Gilgamesh, ¿correcto?

- Por supuesto. – replicó X. Volvió otra vez al libro, ya que tenía una pregunta más relacionada a la realidad actual que al libro propiamente dicho. – Hay una cierta mención de cómo las llamadas "máquinas pensantes" están estrictamente prohibidas. Pero las máquinas están muy presentes aquí. Entonces ¿por qué hay un límite en la inteligencia artificial de las máquinas?

Cain se congeló. – X...

- El Dr. Fujiwara sigue insistiéndome que no importa, pero si yo soy... – El robot azul hizo una breve pausa. – Si yo, bueno, no debería existir, ¿por qué sucede eso? ¿Por qué solo hay mecaniloides, y no hay nadie más como yo? – Dejó el libro sobre el escritorio. – Por favor. Al menos quiero saber esto. No puedo seguir sin saber apenas nada de lo que me rodea.

El hombre mayor suspiró, frotándose su barbado mentón. Sabía muy bien que X tenía esa pregunta en su mente (a pesar de que Fujiwara seguía refiriéndose a ella como una CPU) desde hacía algún tiempo, pero era un asunto complicado. Fujiwara no creía que fuese una buena idea, pero Cain sabía que era porque el hombre quería tener el control de todo. Aunque incluso tuvo que admitir que él mismo estaba algo aprehensivo de decirle a X la razón por la cual su existencia era "ilegal".

- Bueno... – Cain había tenido mucho tiempo de pensar si haría esto o no. ¿Le confiaría a X esta información? ¿Podría realmente dejarle esta información tan importante? – Es una historia muy larga y complicada.

Se estaba arriesgando, lo sabía. Pero X merecía saber la verdad, y él esperaba la misma cortesía a cambio.

- Nadie está seguro de lo que pasó, pero el incidente sucedió unos pocos años antes de la muerte del Dr. Light. – Se mordió el labio. – Lo siento, no quise...

- Está bien. Continúe. ¿Nadie está seguro de lo que pasó? – inquirió X, queriendo volver al tema de la conversación, aunque fuese solo para no pensar en su creador.

Cain continuó. – No. Pero tuvo algo que ver con la desaparición del Dr. Wily.

- ¿El Dr. Wily desapareció? – preguntó X. – ¿Qué sucedió?

- Nunca se encontró un cadáver, pero se sospecha que fue asesinado.

Cain observó la reacción de X. Este sería el momento de la verdad.

- ¡¿Asesinado?! ¡¿Por un robot?! –exclamó X, claramente conmocionado.

- Nadie pudo confirmarlo, pero eso fue lo que se creyó en ese momento. – admitió el humano. – Hubo rumores de que fue una de sus propias máquinas quien lo mató, y otros incluso que fue el propio Mega Man quien lo hizo.

- ¡Pero no podría haberlo hecho! ¡Ninguna máquina podría hacerlo! – protestó X. – ¡La Primera Ley lo prohíbe!

Cain estaba tratando de procesar lo que acababa de escuchar. – ¿Conoces las Leyes de la Robótica?

- Bueno... sí. ¡Por supuesto! – respondió X. – ¡Los robots no podemos lastimar a los seres humanos! ¡Ellos nos crearon!

El paleobotánico estaba sorprendido de oír esto de la máquina. Cierto, debería haberse esperado alguna clase de protesta por la forma en cómo reaccionó al escuchar de un supuesto asesinato cometido por un robot, pero al oírlo defender su vista sobre las Tres Leyes de la Robótica fue una sorpresa.

- Entonces, ¿respetas las tres leyes? – cuestionó Cain.

- Por supuesto que lo hago. – le dijo X. – Quiero decir, una de las primeras cosas que puedo recordar ahora es que el Dr. Light me las contó.

También había algunas memorias esparcidas de lo que le contaban sobre los humanos.

...

- ¡Los humanos son grandiosos! Es cierto, son diferentes a nosotros, ¡pero tengo muchos amigos humanos!

- ¡Sí! ¡Kalinka es mi mejor amiga!

...

- No lo haré. Lo juro. – dijo X. Su voz empezaba a sonar algo nerviosa. – Lo digo en serio. Nunca más.

No podía permitirse volver a la oscuridad de nuevo. No cuando estaba tan cerca de ver el mundo afuera de este laboratorio.

Cain analizó las palabras del robot y sus acciones, sabiendo por qué tenía tanta ansiedad por volver a ser sellado. Pero incluso ahora, ¿ese miedo lo mantenía aprisionado de esa manera? Cain se propuso en su mente discutirlo después con Fujiwara.

- ¿Qué sucedió con el resto de los robots de Light? ¿Y los Robot Masters? ¿En dónde están?

Cain sacudió la cabeza. – Nadie lo sabe.

Más tarde...

- ¡Su reacción a la estimulación mental es increíble! – exclamó el Dr. Fujiwara, presentando los varios escaneos de CPU que tenía al Dr. Cain. – Parece haberles tomado gusto a los programas de superhéroes. El por qué, todavía no entiendo.

- ¿Tal vez Light lo haya creado con el mismo espíritu heroico que Mega Man? – teorizó Cain. – En cierto sentido, X podría ser considerado su hermano.

- No me venga con esas tonterías de relaciones. – gruñó el científico japonés. – Ya tengo que soportar que ese robot piense eso. No necesito que alguien más lo haga.

Cierto, había dejado el asunto de lado solo para que X fuese más colaborador, pero en tanto Fujiwara obtuviera los datos que quería, eso era todo lo que importaba al final. Especialmente si era que estaba listo para avanzar a la siguiente fase de su plan.

- ¿En qué estás pensando, Sho? – preguntó Cain, viendo que el hombre tramaba algo.

- Tengo una pregunta que hacerle.

Al día siguiente...

Una vez más, Fujiwara había mandado a llamar a X, aunque el hecho de que Cain se encontraba aquí ayudó a aliviar un poco la tensión. Atravesando la puerta automática, el robot azul vio a los dos hombres de pie a una distancia muy corta, como si lo hubiesen estado esperando.

- ¿Quería verme, Doctor? – preguntó X a Fujiwara. Se sentía extraño llamar de ese modo a alguien que no fuera Light, pero rápidamente aprendió que el hombre asiático era alguien que demandaba respeto. Especialmente considerando que ahora él estaba "viviendo" en su laboratorio.

- Sí, X. – respondió Fujiwara. – Yo... todavía quiero compensarte por la forma en cómo te he tratado las últimas semanas.

Cain hizo una mueca. – "¡Esa es una sucia y descarada mentira!" – pensó. Aunque no dijo ni una palabra en voz alta, y no solo por el bien de X.

- Y bueno, he estado observando tus escaneos de CPU, y analizando tus reacciones a distintos estímulos mentales. Y también...

- Dicho eso... – interrumpió Cain. Estaba cansado de escucharlo hablar solo de datos o análisis. Pero aun así, dijo lo que tenía que decir en relación a la investigación de Fujiwara con el robot azul. – Ambos nos hemos dado cuenta de que realmente no interactúas con los mecaniloides.

X desvió la mirada. – Sí, debo admitir que no lo hago. – confesó. – Ellos... quiero decir, es parte de su programación, pero no son exactamente muy conversadores.

- Exactamente. – respondió Fujiwara. – Y dado que... – Cain se aclaró la garganta, recordándole silenciosamente al japonés de no hablar de ciencia. – Dado que ellos no tienen inteligencia artificial tan compleja como la tuya, obviamente ustedes no conectan.

X tuvo que admitir que Fujiwara tenía razón. Cierto, lo había intentado, prácticamente cualquier mecaniloide al que lograra acercarse nunca iniciaba una conversación con él. Difícilmente decían algo, o incluso nada. En efecto, aunque eran máquinas igual que él, no eran como él.

No había nadie como él. Ya no más.

- Así que, hemos decidido que te daremos a alguien como tú. – le dijo Fujiwara a X.

Los ojos verdes del robot azul se ensancharon. – ¿Quieren decir que...?

Cain asintió. – Vamos a darte un amigo.

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro