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Percepciones fracturadas


Al ver al Hunter aproximarse, los mecaniloides Sea Attackers se transformaron en esferas compactas, abandonando sus formas de caballos de mar y lanzándose hacia X con una increíble velocidad. Con su buster preparado, soltó un poderoso disparo hacia la horda agresora, destruyendo a la mayoría de ellos en una explosión brillante. Sin embargo, un puñado de sobrevivientes muy determinados siguieron adelante, canalizando sus últimas reservas de energía para asaltar a su objetivo designado.

Ante la amenaza inminente, los disparos que resultaron en su destrucción provocaron una reacción en cadena de chaos, enviando al reploide dando vueltas hacia atrás, sin superficie estable para agarrarse o apoyarse. Cuando el polvo se asentó y los restos destruidos de los Sea Attackers descendieron sobre las profundidades arenosas, Marty descubrió que su guardián estaba en una posición precaria, con problemas para enderezarse.

– Huh, qué gracioso. – se rio la sirena, cuya voz hacía eco en el agua cristalina mientras se deslizaba con gracia hacia el Hunter que había quedado de cabeza. – Parece que sabes manejar muy bien esa arma, pero en lo que a coordinación se refiere, bueno, eso necesita algo de trabajo.

A pesar del vívido tono azur de su armadura, que brillaba como una joya en la luz solar que se filtraba por la superficie, el rostro de X se volvió de un intenso tono rojo. – Los viajes submarinos no eran exactamente lo que el Dr. Light visualizaba para mí. – admitió, haciendo un esfuerzo por enderezarse, aunque sus movimientos eran torpes en el elemento líquido.

– ¿Necesitas ayuda? – sugirió Marty, levantando una ceja algo juguetona y mostrando una sonrisa dentuda y divertida que iluminaba sus rasgos delicados.

– No, no, estoy bien, yo puedo... – empezó a decir X, pero falló, soltando un gruñido frustrado que burbujeaba en el agua. – ... hacer esto... ¡yo mismo...!

– ¿Sí? No te voy a mentir, niño, he visto anémonas que se mueven con más gracia y agilidad que tú en este momento. – respondió la sirena, cuya risa burbujeaba en las olas que los rodeaban. Había algo bastante enternecedor en el reploide, a pesar de su aparente falta de fineza; una peculiar ingenuidad que lo hacía verse casi encantador durante su forcejeo.

No era un mal tipo, pensaba ella, observándolo con una mezcla de diversión y curiosidad.

– Bueno, ¡por desgracia no estoy tan acostumbrado a nadar como ellos! – replicó X, todavía tratando desesperadamente de reposicionarse en el agua, agitando sus extremidades sin control.

Al ver que probablemente quedaría sujeto a entretenerla por un rato más, Marty decidió tomar el asunto en su propia mano. Con un movimiento rápido, nadó detrás del reploide bípedo, sujetándolo con sus dedos por la cintura para enderezarlo. La sensación de su toque envió una pequeña oleada por el agua, y al encararse para mirarla, tuvo que luchar por desaparecer esa expresión nerviosa que se apoderó de su rostro.

– ¿Mejor? – inquirió Marty, cuyos ojos chispeaban de picardía mientras lo soltaba y flotaba con cierta gracia frente a él.

– ...sí. Gracias. – replicó X, aunque una parte de él deseaba que le hubiese dado algo más detiempo. Podía sentir que ya estaba casi logrando dominar esto.

Sin embargo, la ligereza del momento se disipó rápidamente cuando los ojos violetas de Marty se endurecieron, y la preocupación se apoderó de su rostro. Giró su cabeza lentamente, escaneando las profundidades distantes del océano con cautela que iba en aumento, y su semblante juguetón había sido reemplazado por una sensación de urgencia.

– ¿Qué pasa? – preguntó X.

La voz de ella se llenó de preocupación al sentir una tensión palpable en el aire. Su cuerpo sintético se tensó, y cada uno de sus sensores se puso en alerta al escanear las aguas cristalinas que los rodeaban, buscando la fuente de su intranquilidad. Tras unos momentos agonizantes de observación enfocada, una silueta distorsionada comenzó a materializarse a través de las corrientes, y la realización la golpeó con una claridad perturbadora.

– Tenemos que irnos. – le urgió ella, cuyo tono sonaba apremiante y a la vez demandante por el peso de la situación en sus circuitos. – ¡Pero ya!

Su mirada se fijó en una formación cercana de rocas, cuyas superficies lisas brillaban con una capa vibrante de algas verdes que contrastaban agudamente con la profundidad azul del océano. Marty, respondiendo rápidamente a su alarma, señaló en la dirección del refugio de rocas, señalándole a X que la siguiera. Luego lo obligó a agacharse junto a ella. Las gruesas tiras de algas ondeantes que los rodeaban ofrecían un frágil velo de ocultamiento mientras se escondían entre las rocas.

Una vez fijos en su escondite, una sensación de terror se apoderó del agua. Juntos, ambos espiaron fuera de su santuario, con sus corazones artificiales latiendo al ver una enorme sombra deslizándose por las profundidades por encima de las delicadas formaciones de coral y formas de vida marina debajo. Dicha sombra se movía lentamente, y su enorme silueta creaba una ligera perturbación en el agua, enviando a los pequeños peces a huir nadando para cubrirse y levantando nubes de sedimento en el suelo oceánico. Cada momento se alargaba mientras contenían el aliento, a sabiendas de que su seguridad colgaba en el balance entre la belleza del mundo submarino que ahora estaba amenazada por una presencia invisible.

Aunque no permanecería invisible por un largo tiempo.

Encima de su casco, la gema roja brilló mientras X observaba una colosal máquina maniobrando con cierta elegancia a través de las profundidades del océano. Su forma era inconfundiblemente enorme, pero tenía un cierto estilo casi caricaturesco, que le recordaba a un pez enorme y feroz. Cubierto con un revestimiento amarillo vibrante, la armadura estaba adornada con detalles intrincados de tonos azules, púrpuras y rojos, mientras un par de feroces ojos verdes miraban desde su rostro, dominado por una enorme boca con forma de ventilador. En la retaguardia, varios motores con forma de cohete daban indicios de su potencial para movimientos rápidos, mientras una enorme ventana gráfica en su "cabeza" imitaba el resplandor tenebroso de un pez rape. Unas aletas mecánicas flanqueaban sus lados, dirigiéndolo con experticia a través del agua. Ventilas esparcidas y boquillas coloridas decoraban el exterior, sugiriendo que bajo su fachada simplista se ocultaba una sofisticada e intrincada pieza de ingeniería.

– Diablos. – Marty maldijo entre dientes, con frustración evidente en su tono. – Ya ha desplegado a los Anglerges."

X se giró hacia la sirena rubia, que captó su curiosidad. – ¿Anglerges?

– Son unidades mecaniloides diseñadas para patrullar un área específica y alertar de cualquier anomalía o amenaza. – explicó ella, con los ojos entrecerrados de intensidad. – Probablemente puedas adivinar cuál es su misión actual.

– Sí. – dijo X, observando al pez metálico mientras se deslizaba por el agua, con su ventana gráfica moviéndose de lado a lado, iluminando los alrededores con un brillante rayo de luz en busca de cualquier signo de movimiento. En eso recordó X algo. – Pero espera, ¿no mencionaste que la seguridad estaba más baja por aquí?

La mujer rubia se mordió el labio, pillada con la guardia baja por la pregunta inesperada. El niño podía ser inocente, pero no era totalmente despistado, pensó para sí misma. – Sí, eso fue lo que dije. – replicó, manteniendo un tono calmado para no levantar banderas rojas. – Considerando que ya acabaste con tres de sus asociados allá en la isla, es probable que no esté dispuesto a tomar más riesgos contigo en territorio enemigo.

Esa lógica resonaba bien para X. Sin embargo, no le llevó mucho procesar lo que Marty acababa de revelar. – Espera. ¿Cómo sabes que acabé con tres de los hombres de Sigma? – le preguntó. – Y más importante aún, ¿cómo sabes que me enfrenté a ellos en la isla artificial donde se localiza Abel City?

El momento se cortó cuando el rayo amarillo del Anglerge pasó por su escondite, silenciando su conversación mientras instintivamente se apretaban más contra la arena. Se apretujaron con fuerza contra la suave tierra, buscando refugio en su abrazo, pero las preguntas sin responder de seguían haciendo eco en sus pensamientos, mezcladas con la ominosa advertencia de Firefly que le dio antes de su descenso.

X sintió que se le bajaban los párpados, totalmente consciente de que, a pesar de sus dudas, sus acciones habían despertado frustraciones entre sus compañeros. El ardor de la bofetada de Firefly no era nada comparado con la dura verdad: su rechazo a utilizar su buster le había costado a Armadillo su vida. Al final, él había permitido que la criatura responsable por la muerte del mamífero de bandas se escapara, con solo heridas menores que pronto serían reparadas. Incluso aunque los Hunters eran capaces de proveer los recursos para reparar cualquier daño, X no era tan ingenuo para creer que sus reservas durarían indefinidamente. Él había quedado incapacitado por un par de días tras su enfrentamiento con Vile y la Ride Armor en aquel tramo desolado de la carretera, a pocos momentos de que los misiles fueran lanzados.

Desde el principio, ya había puesto a sus colegas Hunters en desventaja.

Un suave toque en su hombro sacó al reploide azul de sus pensamientos, y se dio cuenta que su guía acuática quería su atención. – Tenemos que irnos. – murmuró en tono gentil. – Quedarnos aquí no nos llevará a ningún lado.

– Es cierto. – concedió X, aunque rápidamente señaló una debilidad en su estrategia. – Pero no podemos simplemente salir sin más. Tenemos que esperar una oportunidad o un momento cuando el Anglerge no nos esté observando.

Eso también era cierto. Marty lo lamentaba, sabiendo que la mejor opción que tenían era tomar ventaja de los puntos ciegos del mecaniloide. La atmósfera parecía haberse llenado de detalles impresionantes, pero aun así ella se cuestionaba si tal vez no era demasiado perfecta.

– ¿No es un poco demasiado convincente? – murmuró entre dientes, con una chispa de molestia encendiéndose dentro de ella al recordar a la mente maestra tras esta elaborada trampa. – Todavía estoy tratando de llevarte con él, después de todo.

– Lo siento, ¿dijiste algo?

Los ojos de Marty se ensancharon por un momento, regañándose mentalmente por no guardarse sus pensamientos para sí misma. – Oh, um, nada. No es nada que realmente importe. – replicó rápidamente. A X su respuesta rápida le pareció muy peculiar, como si quisiera evitar que siguiera sondeándola. – Como sea, ya vi una ruta que podría llevarnos más cerca de donde se oculta tu Maverick, pero tenemos que actuar rápido.

X se giró para ver otra formación de corales que podría proveerles de mayor cobertura para ocultarse de la luz de búsqueda del mecaniloide. Se veía prometedor, un camino que se alejaba del Anglerge. Pero una sensación molesta seguía picándole en la mente a X: ¿Acaso esta ruta los llevaría a otro peligro inesperado? De cualquier manera, lo que pasó en los límites de Abel City con la embarcación de rescate, no podía volver a permitir que sucediera otra vez.

– Tú ve por delante. – dijo X, pasándole las riendas de la dirección a la sirena.

Sin embargo, la intranquilidad de Marty seguía presente. – Haces que suene como si estuvieras reacio. – señaló ella.

X dudó, percibiendo la determinación de ella por recibir una respuesta. Finalmente, le concedió su punto. – En este momento, ambos nos hemos quedado sin opciones.

Cuartel general subterráneo...

Sin opciones...

Ese sentimiento era mutuo en el lado de ella; Roll permanecía callada, totalmente consciente de que necesitaban sigilo en ese momento. Sin embargo, todavía estaba alerta, cuando sus ajustados audio receptores capturaron cada palabra del intercambio. Especialmente aquellas que dijo la "guía" que acababan de conocer, a quien descubrieron no mucho después que X llegó a su destino.

– ¿X se encontró una nueva compañera? – inquirió una voz, rompiendo el silencio mientras la reploide rubia se enfocaba en el monitor. Incluso en medio de su concentración, Roll rápidamente reconoció que la voz no era de Trinity. Era de Ai, de pie frente a ella con los brazos cruzados y una mirada de escepticismo en su rostro. La navegadora más experimentada, sin duda.

– Así parece. – replicó Roll, aunque su tono delataba las dudas que tenía sobre la situación. – Pero no puedo sacudirme la sensación de que esto parece demasiado perfecto. ¿X de pronto se topa con alguien que sabe todo lo que hay que saber del área allí abajo? ¿Y en ese sector específico, nada menos?

Ai procedió a elaborar. – Poco después que los primeros reploides fueron creados, comenzamos a producir a los que estaban específicamente diseñados para exploración submarina y mantenimiento. Aunque los humanos han hecho esfuerzos por preservar ciertos ecosistemas acuáticos, es mucho más eficiente en última instancia depender de seres que no dependen únicamente del oxígeno.

– Eso es comprensible. – replicó Roll. – El Dr. Light aplicó el mismo razonamiento cuando diseñó a Splash Woman, para asegurarse que el rescatador no terminara en peligro de ahogarse.

– ¿Esa es una de las invenciones de Light? – preguntó Ai, con un deje de escepticismo en su voz. – Es gracioso, considerando que muchas de ellas se rebelaron, ¿no?

Roll sintió un ligero chispazo en el tono de Ai, aunque se dio cuenta que no era su intención sonar maliciosa. – No fue que se rebelaran. – aclaró, con la voz firme y decidida. – Al menos, no los del lote original. Fueron capturados por Wily y reprogramados en contra de su voluntad.

– Pero sí hubo un grupo de robots que logró escapar de varios depósitos de chatarras, ¿o no? – presionó Ai. – Si recuerdas los eventos de hace un siglo atrás, debes saber de lo que hablo.

Ella estaba al tanto. Aunque las memorias que atesoraba de su creador eran limitadas, siempre le aseguraban repetidamente de no había razón para tener miedo a ese lugar. Rock no tenía nada que temer, y tampoco lo tendría Blues si elegía regresar. Pero a pesar de la promesa de proteger a sus hijos mecánicos, una sensación latente de peligro en relación a ese camino siempre amenazaba su procesador. En retrospectiva, eso podría explicar por qué Blues dudaba en volver al mundo del Dr. Light, pese a que siempre tuvo las puertas abiertas.

Y otra complicación era que, a pesar del amor de su padre, él simplemente no podía entenderlo. No de la forma en que ellos lo hacían.

– En efecto, algunas de las invenciones del Dr. Light al final les expiraron sus garantías. – reconoció Roll. – Se volvieron leales a Wily luego de que les aseguró con engaños de que permanecerían operacionales mientras obedecieran sus demandas. – La memoria de aquel perturbador evento le hizo bajar un escalofrío por la espina dorsal, recordándole a la rubia de un tiempo en el que habitaba un cuerpo más pequeño, pero posiblemente más sólido de lo que era su cuerpo actual. – Como resultado, muchos llegaron a la conclusión de que el Dr. Light orquestó toda esa debacle, lo que en última instancia llevó a su segundo arresto por las autoridades norteamericanas.

– ¿Segundo? – Ai levantó una ceja.

– Sí, el segundo. El primer incidente involucraba mi secuestro. – replicó Roll. No era una memoria que atesorase, pero ahora sentía una chispa de gratitud, aunque fuese sólo porque resaltaba la valentía de Rock, su hermano.

El segundo arresto, el cuál Rock llamaba con humor "El Noveno Intento de Wily de Dominación Mundial", se alargó por lo que parecía una eternidad. El Bombardero Azul y su hermana menor fueron obligados por el Dr. Light a escapar hacia los espesos bosques detrás de Laboratorios Light. Roll todavía podía oír el eco de la puerta siendo violentamente pateada mientras era arrastrada fuera de la seguridad de su hogar hacia el abrazo indomable del bosque.

Si Blues no los hubiera descubierto, posiblemente habrían sido capturados por las autoridades humanas que patrullaban el bosque, gritando por los niños mecánicos. Asegurándoles que no saldrían lastimados, que los humanos sólo deseaban "hablar" de algunas cosas. Rock inicialmente se preguntó si podría tratar de explicarles la situación, pero Blues lo detuvo, sin permitirles a él o a Roll revelar su presencia a los perseguidores. Entre ellos había dos figuras en particular que, hasta entonces, habían sido aliados de los Light, y otros que deseaban trabajar por la paz.

Al ser secuestrada y retenida como rehén por los previamente abducidos y reprogramados Time y Oil Man, y subsiguientemente rescatada, Roll había llegado a conocer a dos agentes gubernamentales que fueron asignados a observar y mantener un ojo sobre el Dr. Light y los varios eventos que parecían ocurrir alrededor de él. Mayormente porque dichos incidentes casi siempre incluían daños masivos a la propiedad y los esfuerzos de limpieza posteriores se volvían más y más arduos cada vez.

Ella nunca les preguntó, ni tampoco lo hizo Rock, pero Blues parecía saber quiénes eran, incluso si, desde su perspectiva, él nunca los había visto antes.

Los Agentes Roslyn Krantz y Gilbert Stern fueron los que inicialmente aprehendieron al Dr. Light, pero ahora su misión había cambiado a capturar a sus hijos. Krantz, una joven mujer con complexión de alguien que pasaba mucho tiempo al sol y cabello rojo corto y vibrante, permanecía como una dedicada agente del gobierno. Sin embargo, poseía un semblante único, abierto y acogedor, especialmente cuando se trataba de asuntos más allá de la comprensión humana, particularmente con los niños. Stern, por otro lado, si bien no era abiertamente hostil, no compartía su enfoque de empatía. Una facción de humanos conocidos como las Lanzas Esmeraldas había emergido, convencidos de que los robots representaban una amenaza significativa a la sociedad. Se dedicaban a sembrar caos, desde irrumpir en la convención ARTS, hasta su enigmático líder, que operaba bajo el alias de "Mr. X" como un benefactor desde las sombras para Wily. Stern una vez le dijo al Dr. Light, expresando que aunque veían a las Lanzas Esmeraldas como fanáticos peligrosos, sus aprehensiones sobre la inteligencia artificial y las máquinas que la utilizaban no estaban totalmente infundadas sin mérito.

– No estaban del todo equivocados. – Las palabras del agente hacia su creador parecían hacer eco en la situación en la cual los tres hijos de Light se encontraban en ese momento, al tener que esconderse del mundo por un corto tiempo hasta haber lidiado con los robots renegados.

La participación del Dr. Wily salió a la luz, revelando la inocencia del Dr. Light, y llevando a la rápida liberación del científico de la custodia. Sin embargo, el período que llevó a ese momento estuvo plagado con una espesa nube de incertidumbre y desesperación. Rock sentía una necesidad urgente de hablar con Krantz y Stern para compartir sus propias teorías sobre los eventos que sucedieron, pero Blues se oponía firmemente a la idea, advirtiéndoles que era más probable que las autoridades los persiguieran a ellos también. Rock tuvo problemas para entender esta perspectiva, y también lo hizo Blues, ya que fueron diseñados para servir a la humanidad, encarnando la esencia de robots cuyo propósito era ayudar en lugar de causar caos bajo las órdenes de un hombre loco.

...

Exacto. – dijo Blues, cuya voz había eco con convicción. – Nosotros no nacimos, fuimos construidos.

Pero el Dr. Light dijo que... – argumentó Rock, pero el primer DLN lo cortó.

El Dr. Light no es como los demás, ¿verdad? – preguntó la máquina mayor entre las tres. – Por desgracia, no todos los humanos comparten el mismo sentimiento que él.

...

Inicialmente, Roll lo encontraba difícil de comprender, pensando que su hermano mayor simplemente estaba siendo demasiado cauteloso como siempre. Pero, en aquel momento, la joven rubia, que parecía una adolescente, sintió una chispa de comprensión; había un peso genuino en las preocupaciones de Blues esta vez.

– ¿Y qué sucedió? – inquirió la voz de Ai, provocando que las visiones de Roll oculta en una cueva con Rock y Blues se disolvieran, dando paso a los eventos que ocurrían en el presente.

– Lo mismo que pasó todas las veces anteriores. – le respondió Roll a Ai. – Mega Man salvó el día y todos estaban bien. – Se sintió tentada a terminarlo allí, para dejar toda esa odisea con un final esperanzador. Pero, por dispersa que estuviera su memoria, ella sabía que no acabó allí.

En medio de todo eso, la pandemia de Roboenza golpeó.

Luego de eso, el caos alrededor del Sistema Double Gear que se desató.

Aunque habían ocurrido otras instancias significativas posteriormente, las únicas memorias que quedaban en la mente de Roll eran las de las máquinas que descendían desde el cielo.

Los Hijos de la Luna.

– Debo admitirlo, aún sigo algo confusa. – admitió Ai, con un deje de incertidumbre en su voz, haciendo que Roll saliera de su remolino de pensamientos. Interesante, pensó Roll. Quizás era demasiado propensa a pensar demasiado las cosas como X. – Acerca de lo que Armadillo compartió con X en las Minas de Zalts.

– ¿Oh? ¿Y eso qué fue? – inquirió la otra rubia, aunque no pasó mucho antes de que su procesador comenzara a deducir lo que la navegadora con armadura roja quería decir. – Ah, ¿quieres decir...?

Ai asintió, viendo que no necesitaba especificar más detalles.

– ... ¿qué pasa con eso? – preguntó Roll, sin estar totalmente seguro de qué deseaba saber el otro reploide.

– ¿Viste algo de eso? – inquirió Ai. – Ya sabes, antes de... ¿lo que sea que te haya pasado para que tuvieras un hoyo en el pecho de tu antiguo cuerpo?

Inicialmente, Roll permaneció sentada en silencio, ya que la pregunta en sí misma era algo perturbadora. Extrañamente, se dio cuenta que su memoria no tenía ningún registro de ese período. Sin embargo, unas cuantas imágenes pasajeras danzaron en su mente, breves vestigios que recordaban un tiempo que una vez experimentó, sólo para ser borrada y arrojada en un mundo décadas más allá del suyo.

Se visualizó a sí misma encogida, luchando contra el agarre implacable de la Roboenza antes de pasarle la última cápsula a Rock.

Recordó el momento en que los Stardroides descendieron en la Tierra, y cuando su comandante, Terra, que hizo pedazos a su hermano y dejándolo tirado casi sin vida.

Ella recordaba haber sido guiada, e inesperadamente protegida, por Bass mientras la ayudaba a navegar por una de las fortalezas de Wily, y que el robot normalmente feroz y combativo estaba desplegando un inusual nivel de alerta.

Una visión fugaz de una figura carmesí y enorme destelló frente a sus ojos, que se encontraba apaleando sin piedad a Rock. Bass trató de intervenir, pero rápidamente lo tiraron a un lado, ya que el androide probó ser una fuerza indomable. Luego, levantó lo que parecía ser un buster, apuntando directamente hacia el pecho de Rock.

Ella, en su pequeño cuerpo, saltó al frente, corriendo hacia el caos en curso, ignorando todos los gritos que le urgían a retirarse.

– ¿Y bien?

Con un rápido empujón, ella quitó a Rock del medio, y de pronto, su visión fue consumida por una luz ardiente y cegadora.

Y luego... silencio.

– ¿Hola?

Los ojos turquesas de Roll se fijaron en los de Ai, cuando todas estas cosas y más vinieron a ella de una sola vez. Pero todo lo que pudo responderle a la otra reploide fue un simple: – ...no. Lo siento.

Triángulo de Coral...

Todo parecía ir bien por el momento. Ambos habían permanecido sin ser detectados, pero el Anglerge seguía acechando de cerca, y su escape de esta área todavía no estaba completo. X y Marty continuaban moviéndose con cautela a través de las gruesas formaciones de corales y algas ondeantes, teniendo cuidado de evitar cualquier acción que pudiera atraer la atención de las criaturas que los rodeaban.

Aunque no representaban un peligro, sus acciones podrían darle al mecaniloide que patrullaba el área las pistas que buscaba.

– De acuerdo, casi llegamos a la línea de meta, niño. – le dijo la sirena de armadura turquesa al Hunter, divisando un claro adelante por el cual podrían escapar hacia la seguridad. – Una vez que lleguemos a ese punto, ¡será un paseo desde aquí!

– De acuerdo, eso suena bien. – respondió X, pero esta respuesta no le pareció a Marty completamente genuina.

– Algo te está molestando. – dijo ella, deteniéndose por un momento y mirando hacia su izquierda, vislumbrando sus ojos verdes. – No necesito leerte la cara para darme cuenta, ¿sabes?

X se mordió el labio. – ¿Quizás sería mejor discutirlo cuando hayamos salido del peligro?

– Entonces ¿por qué tengo la sensación de que tú crees que yo soy el peligro? – cuestionó Marty, levantando una ceja.

Arriba de ellos, una sombra acechaba detrás de una formación de rocas filosas, cuya forma era obscurecida por el terreno irregular. Sin embargo, el casco que llevaba era impresionante, con una cresta filosa que sobresalía amenazadoramente. De repente, un tentáculo se hizo visible fuera del ocultamiento rocoso, lanzando un estallido de energía y enviando un pequeño pero potente disparo hacia el Hunter que estaba abajo.

Si X o Marty hubieran podido vislumbrar a esta enigmática figura, habrían reconocido su parecido con un calamar.

Los ojos violetas de Marty se abrieron de par en par incrédulos al ver el disparo aproximándose hacia ellos. – ¡Muévete! – gritó mientras agarraba a X con fuerza y se propulsaba hacia un lado. El proyectil impactó el coral tras el que se estaban escondiendo, reduciendo la delicada estructura a incontables fragmentos astillados.

De pronto hubo una repentina explosión, que envió una oleada caótica de criaturas marinas en una huida salvaje, mientras peces de todas las formas y tamaños imaginables escapaban en un intento desesperado de huir del inminente peligro. Esta conmoción inmediatamente captó la curiosidad de Anglerge, cuya mirada se desvió hacia la perturbación para revelar que una sección de pólipos delicados había sido destruida, dejando a dos figuras que buscaban refugio entre las vibrantes formaciones ahora expuestas y vulnerables en las aguas abiertas.

Esta historia continuará...

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