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La cápsula

– Comandante, ¿puede oírme? ¿Comandante?

Sigma estaba de pie frente al enorme monitor, que mostraba en pantalla una vista aérea de la isla. En este momento, la llamada que estaba recibiendo provenía de las montañas nevadas, desde donde uno de sus hombres estacionados allí presumiblemente tenía algo para reportarle.

– Te escucho. – respondió, y la pantalla hizo un acercamiento al área de interés a través de un comando en el panel de control. – Infórmame.

– Comandante, logramos localizar y exterminar al intruso que se coló en la base. – respondió un soldado Maverick de color azul y amarillo, apareciendo en el monitor.

– ¿Quién fue? – interrogó Sigma. – Muéstramelo.

Aunque nadie más excepto Sigma pudo verlo, se sorprendió ligeramente al ver a quién habían atrapado sus hombres. Frunció el cejo, pero la furia fue muy fugaz.

– Es una pena que haya sido de los ilusos. – El reploide de ojos azules suspiró, siendo este el único detalle que se podía ver en las intensas sombras de la enorme cámara. – Aun así, está en mejores condiciones que la Unidad Aérea. Bueno, lo que queda de ella. – Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, y luego dirigió su atención hacia la situación actual. Procedió a interrogar al soldado. – ¿Y qué hay del dispositivo que debían transportar? ¿Ha habido algún progreso?

El soldado bajó la mirada, dudando un momento antes de responderle. – No, señor, todavía no. Pero puede estar tranquilo; gracias a lo que hemos recopilado de las notas de Fujiwara, tenemos una posible pista de lo que podría llevar a su activación, junto con la activación de las demás.

– Continúa. – ordenó Sigma.

– Por lo que hemos encontrado, estos dispositivos se encuentran en estado suspendido actualmente, pero cuando intentamos abrirlos por la fuerza, nos alerta que sólo se activarán para un individuo en específico.

Sigma se quedó perplejo. Si esto significaba lo que él creía, les causaría un retroceso, y tendrían que cambiar sus planes justo cuando iniciaba la operación. – ¿A qué te refieres? Explícate.

– Es un individuo registrado en la base de datos del Cuartel General. – explicó el soldado. – Y también en páginas de estudio cortesía del querido y fallecido doctor.

Sigma reflexionó sobre todo esto, tratando de construir una teoría basándose en la información que tenía. Era más de lo que sabía antes, pero seguían quedando muchas preguntas sin responder. Pero si estos dispositivos sólo le darían acceso a un individuo en específico, tendrían que localizarlo y traerlo a la fuerza.

– ¿Y quién es este individuo?

El soldado hizo una pausa. – Quizás no me crea, pero estoy hablando de la investigación de Fujiwara y los hallazgos de Cain. Hasta el momento, es el único que parece ser compatible.

– ¿Entonces quién es este reploide? – cuestionó Sigma. Tenía a alguien en mente, pero tenía que asegurarse.

La respuesta que recibió le hizo darse cuenta que tal vez había ejecutado a Fujiwara demasiado pronto.

...

Desde el pequeño cuarto con forma de cubo que servía como su prisión, el Dr. Cain oyó a alguien aproximarse. La sombra de Sigma lo cubrió desde detrás, y el anciano no sabía qué decir, por lo que permaneció en silencio. Por infantil que pareciera, una pequeña parte de él seguía esperando que todo esto fuese sólo una terrible pesadilla. Estaba atrapado detrás de un conjunto de barrotes mecánicos que se extendían de arriba debajo de la puerta, convirtiendo su "vivienda temporal" en una celda. Sigma le había proveído un lugar para descansar y algo de comida enlatada y utensilios, pero no mucho más.

– Tengo algo que preguntarle. – le dijo Sigma al Dr. Cain. La expresión del hombre se mantuvo neutral pero agotada. Pese a la cama y la comida, seguía siendo un prisionero aquí. – Y confío en que, a diferencia de Fujiwara, usted responderá honestamente.

El humano calvo asintió, respondiendo de manera genuina y a la vez con miedo. Aunque el antiguo líder de los Hunters le había asegurado que no lo lastimaría, lo primero que Sigma hizo había hecho para iniciar su campaña rompió la primera ley de la robótica.

– ¿Qué quieres saber? – preguntó. Sólo podía esperar darle una respuesta satisfactoria.

– Los objetos que encontró en sus excavaciones. ¿Qué son exactamente? – preguntó Sigma. La sangre del Dr. Cain se congeló, y no supo cómo responder a esto. – ¿Y bien?

El paleobotánico bajó la cabeza. – Yo... no lo sé.

Palideció al ver que Sigma tenía un tic en el entrecejo. – Si usted está aquí es porque estoy siendo amable, Cain. – dijo la enorme figura desde las sombras al humano. – Podría haber ajustes a sus condiciones de vida actuales si no cumple con lo que se le pide.

– ¡Honestamente no lo sé, Sigma! – respondió el Dr. Cain, sonando desesperado. – ¡Yo sólo los encontré durante mis excavaciones! ¡No estaba seguro de lo que eran cuando encontré el primero!

– Entonces ¿por qué Fujiwara tiene tantas notas de investigación sobre estos dispositivos? – cuestionó Sigma.

– ¡Se los di a él para que los estudiara! ¡Yo sólo los encontré! ¡No soy un experto en robótica, ni siquiera pude abrir el primero cuando lo intenté!

– "Un momento." – pensó Sigma, y luego interrogó en voz alta. – ¿Lo intentó? Explíquese.

El Dr. Cain suspiró, recobrando la compostura. No podía permitirse perder el control, ya que su edad y supervivencia probablemente dependerían de ello. – Cuando encontré el primer dispositivo, supongo que pudo sentir algún tipo de presencia porque se activó. Y durante esa fase vi algo. Una especie de imagen, o algún tipo de ilusión óptica. Sigo sin estar seguro.

– Más le vale ir a alguna parte con esto, Doctor. – le advirtió Sigma.

– ¡Te digo que eso es todo lo que sé! ¡Vi algo manifestarse frente a mí! – respondió el Dr. Cain, antes de calmarse y relatarle a su captor. – Parecía... ser un hombre, pero no tenía forma física. Su apariencia me resultaba familiar, pero no podría haber sido él.

¿A quién se estaba refiriendo el humano? Independientemente de ello, Sigma siguió presionando a Cain. – Vaya al grano, Doctor.

Cain asintió. – Cuando la imagen apareció, el creador del dispositivo proyectó un mensaje grabado.

– ¿Y ese mensaje era...?

Cain se quedó callado por un momento. Incluso ahora, no estaba seguro de lo que era, pero sí sabía a quién vio y cuáles fueron sus palabras. – No, tú no eres el elegido.

Región Polar...

Hasta ahora, las cosas habían ido grandiosas. En ese sentido, finalmente había obtenido lo que quería. Un lugar en el nuevo mundo que su Comandante crearía, una posición de alto rango, ¡y el respeto que todo eso implicaba! ¡Oh sí, ahora sí que viviría a lo grande! ¡Finalmente recibiría la admiración y respeto que se merecía!

– ¿Hm? – Y hablando del Comandante, ahora mismo lo estaba llamando. – ¿Sí, Comandante Sigma?

La figura se encontraba oculta en el cuarto de seguridad, al ver la imagen de su líder apareciendo en la pantalla de la computadora.

– Escuché que ya se encargaron del intruso, ¿estoy en lo correcto? – preguntó Sigma.

– Sí, por supuesto. Confirmó la figura. – Me deshice de él igual que de los demás. Probablemente todavía sigue congelado junto con ellos en alguna parte.

La figura lanzó una mirada de rabia por encima de su hombro como si recordase cosas muy desagradables. – "Todos son unos mentirosos. Se rieron de mí. Aunque dijeran que no, ¡siempre lo hacían a mis espaldas! ¡Todos son unos malditos mentirosos!"

– Contrólate, ¿quieres? – le ordenó Sigma. – Esas cosas ya no importan más. Tú eres quién tiene el control ahora.

Escuchar esto hizo que la figura se sintiera más confiada, pero la expresión de su Comandante permaneció igual. Excepto por llevarse un momento el dedo para frotarse debajo del ojo izquierdo. Eso era raro, pensó la figura, ya que la piel sintética no sufría de comezón ni nada de eso.

– Como sea, ¿los mecaniloides ya están en su lugar?

– Afirmativo. – asintió la figura. – Los Snow Shooters ya están listos para actuar a mis órdenes en cualquier momento. Están posicionados a lo largo del borde de la montaña, así que quienes vengan por abajo sentirán sus esfuerzos inmediatamente.

– Muy bien. – respondió Sigma, volviendo a rascarse el ojo. Su cara... algo parecía estar mal con ella. Sintió un deseo repentino de averiguar más, un impulso de querer enterrarse el dedo en la piel hasta que pudiera quitárselo. Pero al darse cuenta que estaba atrayendo la atención de su oficial, el reploide se detuvo. – Mantén los ojos abiertos en caso de que aparezca alguien más. Sospecho que nuestros antiguos camaradas enviarán a alguien más a investigar las señales que se ven en la ciudad.

– ¡Lo haré, señor! – graznó la figura, dando un saludo militar.

– Entonces te dejaré para que cumplas con tu deber. – dijo el reploide más alto. Sigma fuera.

Y con eso, su imagen desapareció, la pantalla estaba ahora en blanco. La figura se alejó de la computadora, paseándose alrededor de la pequeña cámara, aunque su forma de caminar parecía más un anadeo. Era algo de lo que constantemente le hacían notar, al igual que su voz. Su apariencia, todo sobre él, y las burlas de todos los que le rodeaban que le hacía odiar su cuerpo. Robusto y tembloroso, se veía ridículo cuando caminaba, cuando hablaba, pero no más. Nadie más volvería a reírse de él después de esto.

Nadie jamás volvería a burlarse de él.

De repente, la alarma sonó, alertando a la figura que había otro intruso en su territorio. – ¿Y ahora qué? – gruñó, ajustando las cámaras para ver quién se había colado. Y cuando lo hizo, no podía creer a quién estaba viendo. – ¡¿Qué diablos?! ¡De todos los reploides, ¿lo enviaron a ÉL?!

...

La escalada fue larga y ardua, pero finalmente lo consiguió. Con la nieve hasta los tobillos, Mega Man X analizó el terreno helado que lo rodeaba, viendo varias señales de que estaba de pie sobre una estructura que antes se alzaba en este lugar. Ahora estaba totalmente destruida; ya no quedaba ni el armazón del edificio. ¿Qué había provocado todo esto? ¿Y acaso estaría conectado con los temblores que se sentían abajo? X había sido enviado para investigar y buscar al Hunter desaparecido, que había sido desplegado antes que él.

De hecho, desde el anuncio de Sigma, los Hunters en Abel City habían perdido todo contacto con las bases que tenían estacionadas a todo lo largo y ancho de la isla. La Unidad Polar, la Unidad Aérea, y todas las unidades fuera de los límites de la ciudad estaban incomunicadas, y por lo que X podía ver, era más que probable que fuese obra de Sigma. Así que la única pregunta era ¿qué estaba haciendo él aquí en las montañas? Y más todavía, ¿qué había demolido el lugar donde ahora estaba parado? La única evidencia de que una vez hubo algo eran un par de vigas de madera arrancadas que sobresalían de la nieve.

X pensaba en todo esto mientras continuaba avanzando, aunque el viaje por la nieve resultó ser algo difícil, especialmente ya que el polvo grueso y congelado casi le tapaba las piernas. Su sistema de calefacción interna le proveía protección contra el frío, pero no podía abusar de él, ya que el uso extensivo podría drenarle gran parte de su energía. A pesar de su híper inteligencia, los reploides todavía operaban de la misma manera que las máquinas estacionarias de muchas maneras, y el sobrecalentamiento era uno de sus problemas.

Pero por supuesto, también lo era el frío extremo; la temperatura de esta tierra era prueba de eso. De no ser por el sistema de calefacción, los componentes internos de un reploide podrían congelarse y dejar de funcionar. Así que, si quería evitar ambos problemas, sabía que tenía que completar la misión lo más rápido posible.

– No dudes. Sólo actúa. – X repitió las palabras que Zero le dijo. Miró su buster, preguntándose si podría seguir el consejo de su amigo. O más bien, de su Comandante. Se sentía todavía surreal que el reploide rubio ahora fuese el líder de los Hunters, al menos de los que quedaban. – Tengo que hacer esto bien. Tengo que arreglar todo esto, de alguna manera.

En ese momento, recibió un mensaje desde el Cuartel General subterráneo. – Aquí Trinity al habla. ¿Puedes oírme, X?

– Te oigo fuerte y claro, Trinity. – respondió X a la navegadora pelirrosa, transmitiendo su voz a todo el cuartel general bajo tierra. – ¿Alguna información nueva respecto a este lugar?

Este territorio solía pertenecer a los Maverick Hunters, pero sus números habían sido reducidos a la mitad, y la otra mitad se había vuelto en contra de los suyos propios. Así que, hasta donde X sabía, podría haber un enemigo escondiéndose a la vuelta de cada esquina.

– Hasta ahora, no ha habido reportes ni de la unidad estacionada allí, o del Hunter que enviamos anteriormente. – le dijo Trinity por el comunicador. – Y el clima allá arriba podría causar interferencias, así que ten cuidado con eso. Hay reportes de nevadas significativas y avalanchas potenciales que comenzaron poco después que la ciudad fue bombardeada. Hemos detectado la fuente de estos movimientos sísmicos y deducimos que se encuentra en alguna parte de la Región Polar.

– ¿Y qué es lo que hay en la Región Polar? – cuestionó X. Nunca había estado antes en esta parte de la isla.

Aparte de la base que tenemos, no hay nada de interés. – le dijo Trinity al Hunter. – Pero aun así, no bajes la guardia. Los hombres de Sigma deben tener bien vigilado este lugar.

– En efecto. – asintió X.

– Te alertaré de cualquier nueva información que reciba. Trinity fuera. – dijo la navegadora. Con el enlace cortado, los audio-receptores de X se quedaron absorbiendo el silencio, permeando por toda el área a su alrededor.

De repente, vio una silueta moverse en la distancia. Sacó su Buster, y fijó sus ojos verdes en el blanco, observando sus movimientos a medida que se acercaba. ¿Qué cosa era?

De repente, dando un enorme salto, el objetivo aterrizó enfrente de X. El Hunter azul apuntó para dispararle, sólo para detenerse cuando vio lo que era su agresor. Un pequeño mecaniloide sin brazos, de color púrpura y con largas orejas que observaba al reploide humanoide con unos ojos enormes y verdes, meneando la cola que le salía por detrás.

– ¿Un Ray Bit? – cuestionó X, sintiéndose algo tonto por alterarse tanto. – No sabía que tuvieran de estos aquí.

El Ray Bit observó al reploide más alto, y su CPU comenzó a procesar la información programada en sus sistemas. Aunque los mecaniloides también eran máquinas, su IA era mucho menos avanzada. En cierto sentido, no poseían conciencia propia. La mente unilateral del Ray Bit no distinguía entre aliados o enemigos: si estaba programado para eliminar cualquier amenaza, entonces llevaría a cabo dicha acción.

Se puso de pie sobre sus patas traseras, bajó las orejas, y presentó un par de cañones apuntándole a X, revelando sus intenciones. Unos rayos verdes salieron disparados en dirección hacia X, forzando al Hunter a agacharse para evadir el ataque, antes de responderle con un disparo propio de plasma amarillo. La bala golpeó al Ray Bit de lleno, enviando energía por todo el cuerpo del mecaniloide.

El Ray Bit fue destruido en una pequeña explosión, y X se mordió el labio antes de continuar. – Lo siento. – dijo aunque no era como que el mecaniloide pudiese oírlo o entenderlo. – Aunque dudo mucho que haya visto al último de los de tu clase.

Y como si fuera una respuesta a su declaración, varios mecaniloides se levantaron de la nieve, aunque eran radicalmente diferentes en apariencia al Ray Bit. No tenían cuerpo inferior salvo por un poste sujeto a una plataforma enterrada bajo la nieve, pero sus mitades superiores eran más humanoides. Con cuerpos azules y cabezas con una mandíbula inferior desencajada, estos mecaniloides blandían hachas plateadas, junto con lo que parecían ser varios discos situados enfrente de ellos, casi como si fueran troncos enormes para cortar. Luego comenzaron a agitar sus hachas, enviando los discos a volar contra el intruso.

Indeciso si saltar o agacharse, X se lanzó al suelo, evitando los obstáculos colocados para lidiar con invitados no deseados. La ráfaga constante mantuvo al Hunter azul en el suelo, pero cuando trató de moverse de su posición, uno de los mecaniloides, uno de los muchos Axe Max's intentó golpearlo con su arma, apenas fallando el casco de X. Desafortunadamente, esta acción le obligó a levantarse justo en la línea de fuego de un disco que ya venía volando hacia él. X agachó la cabeza bajo el proyectil, pero se vio obligado a saltar sobre el siguiente para evitar ser golpeado. Desafortunadamente no podía viajar encima de él, pero sí lo usó para saltar por encima del grupo de Axe Max's y con eso salir del rango de sus ataques.

Con eso fuera del camino, X comenzó a dispararle a los que todavía insistían en atacarlo. Pero una vez que los dejó desarmados e inutilizados, el reploide azul continuó su camino. Estaban fijos en ese lugar, así que no habría necesidad de destruir a los demás. O tal vez, era que todavía tenía problemas por seguir "dudando".

De cualquier manera, llegó hasta la boca de una enorme estructura, una porción de la base de la Unidad Polar, atravesando la entrada abierta. Pero por supuesto, el hecho de que estuviera abierta no auguraba nada positivo.

Al entrar al edificio, X descubrió que el área estaba muy oscura, teniendo que usar su propia visión para iluminar el área a su alrededor. Por lo que parecía, este lugar estaba abandonado; los sistemas de calefacción parecían haber estado desactivados desde hacía algún tiempo, y los muros estaban cubiertos con una gruesa capa de hielo. ¿Qué podría haber sido este lugar? Parecía muy significativo al punto de haber podido ser un área de almacenamiento. Como fuese, parecía que tendría que navegar por allí para poder progresar.

X caminó a través de la enorme estructura, sin ver ni una sola otra alma. Parecía que este lugar había sido completamente abandonado. Y entonces vio unas cuantas luces rojas encima de él. Al mirar arriba, X vio una docena de Batton Bones colgando del techo, y que procedieron a descender hacia él listos para atacar. El Hunter azul lanzó un disparo cargado contra los mecaniloides voladores, destruyendo algunos de ellos con la ráfaga mientras que otros viraron hacia los lados para evadirlo. Los que quedaron intentaron írsele en enjambre a X, lanzándose en picada con las quijadas abiertas y listos para morder y despedazar la coraza de metal del reploide.

Se dio cuenta de que no estaría haciendo mucho más que disparar a ciegas contra objetivos al azar, así que X se agachó para evadir el enjambre y comenzó a correr, a lo que los Batton Bones respondieron lanzándose a perseguirlo.

– ¡Maldición! – gritó furioso, tratando de encontrar una forma de deshacerse de estas máquinas tan insistentes en echársele encima. Podía sentir los dientes de los murciélagos mecánicos rozándole la parte trasera del casco, y las criaturas con toda certeza trataban de morder a través del metal para llegar a su cabeza. ¡Tenía que encargarse o encontrar una forma de huir de ellos!

La única pregunta que había era... ¿cómo?

...

En una locación oculta, la figura que estaba de pie frente al monitor palideció al ver a X entrando al edificio de almacenamiento.

– ¡Maldición, maldición, maldición, MALDICIÓN! – De inmediato procedió a contactar a sus hombres, específicamente a su soldado de más alto rango bajo su control. – Boxer, ¿me escuchas? ¿Boxer? ¡¿BOXER?!

...

Entretanto en la montaña, pese a que se veía muy distante, Abel City estaba justo por debajo de ellos. O más bien, lo que quedaba de ella. Después de que terminaran su operación, las ruinas de la metrópolis quedarían enterradas bajo millas y millas de nieve, asumiendo que pudieran crear una ola lo bastante grande como para cubrir la distancia.

– ¡¿BOXER?! ¡CONTESTA!

Los otros reploides eran miembros de bajo rango militar, con armaduras azules y un solitario ojo rojo en el centro de un visor negro. Todos rodaron sus ojos al oír la voz chillona de su "líder". Entonces, el reploide mencionado antes, Boxer, respondió la llamada. – Lo escucho fuerte y claro señor. – dijo, en apariencia sin ninguna diferencia de los demás que lo rodeaban. – ¿Cuál es la situación?

– ¡Hay otro intruso en el área! – les dijo su "líder". – ¡Encuéntrenlo y extermínenlo! ¡Rápido!

– Entendido, señor. – respondió Boxer. – ¿Dónde está el intruso?

– ¡Acaba de entrar al edificio de almacenamiento! ¡No debe encontrar lo que está allí dentro!

– ¿El edificio de almacenamiento? – preguntó Boxer. – ¿Se refiere a dónde está una de esas cosas que Cain encontró en...?

– ¡Sí! ¡Ese mismo! – ladró furiosa la voz del otro lado. – ¡No pueden dejar que llegue a ella! ¡No permitan que le ponga las manos encima!

– ¿Quién es el intruso, señor? – preguntó Boxer. Si su superior estaba tan alterado respecto a esto, seguramente sería alguien de gran habilidad.

– ¡No hay tiempo para eso, sólo elimínenlo antes de que llegue a lo que hay allí! ¡PERO YA!

– Afirmativo; nos pondremos en ello, señor. Boxer fuera. – respondió, aunque sólo lo hizo para que esa molesta voz de su "líder" finalmente se callara.

...

En la ubicación oculta, la figura siseó, aunque su frustración salió más como un trino muy agudo y chillón.

– ¡Maldita sea! ¡¿Él de todos los reploides?! ¡¿Por qué?! – se preguntó. – ¡Y el PRIMER lugar al que viene es aquí! ¡GAH!

Empezó a chirriar de pura furia. Todavía podía oír la voz del elefante en su cabeza, burlándose de él.

– "¿Tú? ¿Un Comandante? ¡Por favor! ¡No eras capaz de liderar una unidad entera, mucho menos un simple escuadrón!"

– "Sí, bueno, tú tampoco le caes bien a tus hombres."fue lo que él pensó, apretando los dientes ante el pensamiento sobre ese pomposo paquidermo plateado. – "¿Y qué si eres más grande? ¡El Comandante Sigma me confió a MÍ estar a cargo de este lugar, NO a ti! ¡Allí tienes, estúpido elefante!"

Aun así, no podía permitirse dejar que X llegara muy lejos, especialmente donde estaba guardada esa "cosa". El Comandante Sigma se la había entregado a él por seguridad, pero si ese debilucho azul encontraba el objeto en cuestión, no quería ni pensar en las posibilidades. Una cosa que sí sabía era que, si X la encontraba, todos ellos estarían muertos. Al diablo la orden de Sigma de llevarlo vivo; ¡tenía que exterminarlo antes que se pudiera convertir en una amenaza!

No que la figura estuviese preocupada ni nada de eso. Sus soldados se encargarían del intruso azul. Y si no, entonces ÉL se ocuparía del niño azul por su cuenta.

– "Tú también te burlaste de mí, X." – pensó. – "No eres mejor que ninguno de los demás no importa lo que digas!" – Luego sonrió. – "Bueno, si llegara a eso, te pondré en mi colección junto con todos los demás."

Afuera de la pequeña sala había varias siluetas congeladas en ese lugar y momento. Para siempre.

– Sí. – dijo en voz alta. – Si llega a eso, él terminará igual que todos los demás. ¡Y nadie NUNCA volverá a pensar en reírse de mí!

Entre aquellas figuras había un rostro familiar, tanto para el reploide oculto como para el propio X. Este último destacaba de entre sus amigos, en silencio pero esperando a que alguien viniera. Alguien que pudiera terminar lo que él no pudo.

...

Entretanto, en el edificio de almacenamiento, X continuaba corriendo, en busca de cualquier refugio para escapar de los mecaniloides que venían en dirección hacia él. Comenzó a correr por rampas congeladas, y saltó pateando una pared para llegar a las secciones más altas donde una vez hubo una escalera, pero los Batton Bones lo siguieron.

Entonces, vio su oportunidad. Había una puerta muy cerca, congelada, pero extrañamente parecía haber sido abierta recientemente. Corriendo rápidamente hacia ella, comenzó a aplicarle toda su fuerza para abrirla, y logró que empezara a deslizarse lentamente hacia un lado.

Sin embargo, los Batton Bones seguían acercándose, así que tenía que darse prisa. Eventualmente, X consiguió abrir la puerta y saltó adentro. Unos cuantos Batton Bones volaron adentro, pero la mayoría pasaron de largo al Hunter azul. Los pocos que lograron meterse no fueron pieza para él y rápidamente se deshizo de ellos. El cuarto no era demasiado grande y tenía poco contenido, salvo por algo de equipamiento y maquinaria congelados.

Pero una pieza mecánica atrajo rápidamente la atención del Hunter.

– ¿Qué rayos...? – dijo X en voz alta, caminando hacia la extraña pieza de maquinaria. Parecía se runa especie de plataforma, con una tapa en forma de domo y cables gruesos sobresaliendo de sus cuatro lados. – ¿Qué es esto?

X se agachó para inspeccionar el misterioso dispositivo, alargando la mano para tocar su superficie.

Entonces, una luz brillante comenzó a resplandecer entre la plataforma y la tapa, sorprendiendo a X y haciéndolo retroceder. La tapa entonces se levantó y un grueso panel de cristal con forma de cilindro se alzó junto con ella. X sacó su buster por instinto, pero vio para su sorpresa que se trataba de una especie de contenedor o cápsula. Pero lo que había dentro, no lo sabía, ya que no podía ver a través del cristal.

Entonces, el espejo se disipó, y X se dio cuenta que se trataba de una ilusión para evitar que otros pudieran ver lo que había dentro.

No había nada excepto espacio claro hasta que una imagen comenzó a manifestarse enfrente al reploide azul. Una apariencia humanoide que lentamente fue ganando rasgos al pasar el tiempo. X observó asombrado cómo la forma se volvía cada vez más concreta, transformándose gradualmente en un individuo al que conocía muy bien, y a la vez no conocía en absoluto.

Finalmente, la imagen de un humano con barba y cabello blanco, bata de laboratorio y corbata, y unos ojos azules brillantes se manifestó ante el reploide azul, como si lo estuviese mirando directamente a los ojos. Y entonces, habló.

Así que... al fin has venido. – dijo con una voz sabia, pero a la vez triste.

...

Mientras tanto, afuera de la puerta...

– ¡Muy bien, está allí adentro! – exclamó Boxer, hablándole al resto de los Armor Soldiers que estaban con él, armados y listos para disparar. – ¡Encuéntrenlo y acribíllenlo a balazos!

– ¡Sí señor! – respondieron todos al unísono.

– ¡Muévanse!

Boxer y el resto de los Armor Soldiers entraron al edificio, en busca de cualquier señal de azul entre los tonos grises, fríos y pálidos en las paredes y pisos. Lo primero, tendrían que navegar por aquí, pero tenían órdenes por seguir.

– ¡No puede llegar donde está esa cápsula, no importa qué! – les dijo Boxer a sus hombres. – ¡Encuéntrenlo y destrúyanlo!

...

En la sala oculta, X simplemente permaneció allí, con la boca abierta de par en par tratando de formar palabras, pero su lengua se movía muy lentamente, haciendo que los sonidos fueran todavía más lentos.

– ¿D-Doctor...?

Se movió hacia el frente, largando su mano blanca para tocar la imagen del humano, pero ésta sólo la atravesó. La imagen de su mano penetrando la proyección le recordó que el hombre que estaba de pie frente a él no era real, pues ya no estaba vivo. Aun así, seguía en el aire la pregunta de qué era este dispositivo y por qué tenía la imagen del Dr. Light programada en él.

El susodicho científico cerró sus ojos, y suspiró como si se lamentara que X hubiese encontrado esta máquina.

X, siento mucho que esta sea la única forma en que puedas conocerme, pero al parecer ahora eres necesario.

El holograma comenzó a hablar de nuevo, irradiando un resplandor azul, como si estuviese al tanto de por qué X se encontraba en este lugar. ¿Pero cómo podría ser? A menos que estuviese pre-programado, pero aun así, el anticiparse hasta este punto sorprendía al Hunter azul.

A diferencia de muchos antes que tú, te he dado la habilidad de elegir tu propio camino. – Hizo una pausa. – Y esperaba que el mundo te permitiera elegir uno pacífico.

X se quedó allí, incapaz de pronunciar palabras. – "Doctor..."

Pero el mundo requiere de un nuevo campeón, y desafortunadamente, parece que tú has sido llamado para cumplir ese rol. – continuó la imagen del Dr. Light. – Esta cápsula es sólo una de muchas que he construido por esta razón, y las he escondido en varias partes del mundo. Aunque su ubicación y cómo las encuentres dependerá de cuándo las necesites.

La imagen comenzó a desaparecer, para desconcierto de X, que alargó la mano hacia el holograma. – ¡E-espere! ¡Por favor no! ¡No se vaya!

Entra en esta cápsula, X. continuó hablando la imagen mientras se disipaba. – Contiene un sistema de aceleración para los componentes de tus piernas. No me queda mucho tiempo, pero si encuentras esta máquina, lo más que puedo hacer es proveerte un medio para que tu viaje sea más sencillo.

La imagen ya casi había desaparecido por completo, pero a pesar de todo, X podía vislumbrar una sonrisa en el rostro del anciano científico.

Te deseo buena suerte, X. Puede que tú seas la esperanza de muchos. Al igual que la mía.

Y entonces, con esas palabras, el Dr. Light desapareció por completo. X se quedó de nuevo a solas en la pequeña cámara, con sus ojos verdes muy abiertos y comenzando a humedecerse de lágrimas.

– ¿Doctor...? – dijo débilmente, sabiendo que no conseguiría una respuesta. Pero el Hunter azul rápidamente controló sus emociones, limpiándose la humedad de los ojos. Cualquier sentimiento que tuviera sobre este encuentro podía esperar. Por ahora, tenía una misión que cumplir.

¿Un sistema de aceleración? Por dentro se preguntaba qué significaba eso. Aunque sólo había una forma de averiguarlo.

...

Al mismo tiempo, afuera de la cámara...

– ¡Maldita sea, ¿dónde se metió?! – gruñía Boxer, cada vez más frustrado.

¡¿Qué tan difícil podría ser encontrar a UN solo reploide en este lugar?! No era como que X pudiera esconderse bien en este lugar. De pronto, un Batton Bone voló hacia él desde el techo.

– ¡Aléjate, estúpido cerebro de tuercas! – le ordenó el líder de los Armor Soldiers al mecaniloide, pero este siguió descendiendo, tratando de obtener su atención.

– Hey, esperen un minuto. – dijo uno de los hombres de Boxer, señalando a una multitud de ellos reunida afuera de una puerta cerrada casi congelada. Un enjambre de mecaniloides con forma de murciélago se había amontonado alrededor de la puerta como si estuvieran intentando entrar en ella. – Están interesados en algo. ¿Deberíamos revisar?

Boxer pensó un momento en esta sugerencia, y luego asintió estando de acuerdo. – Muy bien, todos en posición.

...

En el interior de la cámara, X se colocó dando pasos cuidadosamente sobre la sección inferior de la cápsula. Luego, como si se hubiera activado un interruptor, una serie de luces multicolores comenzó a rodearlo. El Hunter azul primero se sintió alarmado, pero para su sorpresa, una extraña sensación de calma de pronto lo invadió. Como si todo lo que estaba sucediendo fuese natural. X nunca había experimentado nada así antes, pero de alguna manera, era genuino. Era seguro, porque el Dr. Light la había hecho. Extrañamente, era como si estuviera aquí con X.

La oleada de calma consumió todo su ser. X cerró los ojos mientras las luces lo cegaban, y durante ese período, podría haber jurado que sintió un par de brazos sujetándolo gentilmente desde atrás. Después de un rato, las luces finalmente se apagaron, y X pudo ver de nuevo. Aún seguía en la cámara, nada había cambiado.

Hasta que vio cómo derribaban la puerta y varios Armor Soldiers entraban corriendo a la habitación.

– ¡Congélate donde estás! – gritó Boxer, y tanto él como sus hombres apuntaron con sus armas a X. Luego le quitó el seguro a su arma. – Está claro que te tenemos rodeado, así que es mejor que aceptes la muerte ahora. Lo siento, pero estoy siguiendo órdenes.

En ese momento, uno de sus nombres notó algo extraño. – Hey, ¿qué onda con sus piernas?

X miró hacia abajo, y efectivamente, notó que algo en él había cambiado. Los componentes de sus piernas ya no eran del mismo azul de antes, ya que la mayor parte de su armadura cambió a una cobertura blanca con secciones azules más pequeñas sobre los tobillos, y la parte inferior de sus pantorrillas estaba delineada de color dorado. Sus pies seguían siendo azules, pero X sintió una extraña diferencia. Como si un factor de su función hubiese sido cambiado o alterado.

¿Era esto obra de la cápsula? El holograma había dicho algo sobre un sistema de aceleración, ¿tal vez estas alteraciones estaban relacionadas a eso?

– ¡Disparen! – ordenó el líder del pequeño escuadrón. De cualquier manera, parecía que ni Boxer ni sus hombres iban a esperar una respuesta, y de inmediato descargaron una ráfaga de fuego rápido en la dirección del Hunter azul.

Por instinto, X saltó hacia arriba, pero se sorprendió de lo rápido que viajó. Las nuevas botas que acababa de obtener se encontraron con la cara de uno de los Armor Soldiers, derribándolo y haciendo que su arma se disparara sola. La ráfaga de balas de plasma se descargó en el techo, llenándolo de agujeros. Esta acción causó que toda una sección del techo se desplomara sobre alguno de los hombres de Boxer, y X aprovechó la oportunidad para escapar.

– ¡Deténganlo! – ordenó Boxer; él y los que no quedaron atrapados bajo el techo se lanzaron a perseguir al Hunter azul. – ¡No huyas de nosotros, cobarde!

– ¡No estoy aquí por ustedes! ¡Mi misión no los involucra en absoluto! – exclamó X en respuesta, y se giró una vez que puso suficiente distancia entre ellos y les apuntó con su buster. – ¡Pero si no me dejan opciones, haré que todos se arrepientan!

– ¡Arrepiéntete de esto! – gritó uno de los Armor Soldiers, disparándole al Hunter azul. Este se agachó hacia un lado, pero se sorprendió de lo rápido que pudo hacerlo.

Les disparó de vuelta, impactando al otro reploide en el pecho. El Armor Soldier se desplomó en el suelo, y los otros a su alrededor comenzaron a disparar para vengar a su camarada caído. X saltó hacia la pared de la izquierda, esquivando los disparos mientras se desplazaba de pared a pared saltando. Luego, al llegar al otro lado del pequeño escuadrón, lanzó un disparo cargado en su dirección, destruyendo a varios de ellos con él. X se quedó de pie donde estaba, listo para disparar de nuevo si tenía que hacerlo.

– No dudes. Sólo actúa. – murmuró X para sí mismo. Comenzó a recitar repetidamente las palabras de Zero en su mente.

– ¡¿A qué están esperando?! ¡Disparen! – ordenó Boxer, pero un temblor repentino distrajo la atención de todos del Hunter azul, mientras miraban hacia fuera del edificio. – ¡¿Qué?! ¡¿Otra más?!

X no estaba seguro de qué hablaba el Armor Soldier, pero lo que hubiera sido, pareció aterrarlos a todos.

– ¡Deprisa! ¡No podemos dejarlo irse!

Comenzaron a dispararle a X de nuevo, quien utilizó las paredes de nuevo y logró ponerse por delante del escuadrón. Comenzó a correr hacia la salida que vio adelante, aun mientras se encontraba bajo fuego todo el tiempo. El retumbar se hizo cada vez más y más fuerte, y toda la estructura se sacudía. Y viendo que estaban en una tierra nevada, no tardarían mucho en darse cuenta del peligro. Pese a ello, X continuó corriendo, a la vez que evitaba el fuego que disparaban hacia sus talones.

Y entonces la vio: una ola de nieve se dirigía hacia ellos, y si llegaba hasta la salida, ¡dejaría bloqueado el camino sin duda! ¡Tenía que salir de allí rápidamente!

Al recordar el incremento de velocidad que obtenía al impulsarse, X volvió a hacerlo propulsándose hacia adelante mientras se deslizaba por el suelo con facilidad, viajando a un ritmo más rápido que simplemente correr. El repentino impulso le permitió a X salir de allí, pero la ola de nieve todavía venía hacia él. Pudo escuchar a las fuerzas que lo perseguían alcanzándolo, ¡pero ahora tenía que evitar la inminente avalancha!

Impulsándose hacia un lado, X comenzó a saltar por un lado del edificio hasta haber alcanzado una distancia razonablemente alta, bien lejos del alcance de la inminente ola de nieve. Se paró sobre el techo mientras observaba la avalancha descender, y cómo los Armor Soldiers eran arrastrados por la densa ola de nieve blanca. X dio un respingo, ya que apenas los vio antes de que desaparecieran debajo de ella.

La avalancha sacudió el edificio, y X casi perdió su balance, pero eventualmente, las secuelas cesaron, y toda la región volvió a quedarse en silencio. Finalmente, X se deslizó por el muro hasta llegar al suelo y dio unos pasos frente al edificio de almacenamiento, mirando la salida que ahora estaba tapada por la nieve.

Eso no mataría a sus perseguidores, pero sin duda los ralentizaría. Y a pesar de las palabras de Zero, X estaba agradecido de no haber tenido que dispararles a muchos de los Armor Soldiers. Aun así, tenía mucho terreno por cubrir, ya que necesitaba descubrir la fuente de estas avalanchas y localizar al Hunter desaparecido que habían enviado antes aquí.

– X, ¿puedes oírme? Habla Trinity.

X respondió a la llamada. – Qué oportuna. Justo ahora acabo de escaparme de que me entierren vivo.

¡¿Experimentaste una de las avalanchas?!preguntó Trinity, bastante conmocionada. – ¡¿Pero qué tan cerca estaba de tu ubicación actual?!

– No puedo medirlo con exactitud, pero dudo que esté muy lejos. – respondió X. – Algo muy cerca de aquí debe haberla iniciado. Voy a revisar.

Ten cuidado. le advirtió Trinity. – ¡Y mantén un ojo abierto por nuestro oficial desaparecido! Y también por las demás tropas estacionadas allá arriba, probablemente también se encuentren muy cerca.

X no quería hacer la pregunta, pero sabía que tal información sería crucial. – ¿Son aliados o enemigos?

Es... difícil saberlo. respondió con honestidad. – Los que se han unido a Sigma probablemente estén allí, pero ¿quién no nos dice que queden algunos que no lo han hecho en alguna parte? Hizo una pausa. Aunque... dudo que eso sea probable. Por ahora, enfócate en la misión. Esos detalles pueden esperar para después.

Claro. Encontraré la fuente de las avalanchas y al oficial desaparecido. respondió X, antes de hacer una pausa. – Y a cualquier otro que pueda estar de nuestro lado.

– Buena suerte. Repórtame cualquier cosa que pueda ser de interés. Trinity fuera.

X consideró decirle a Trinity de la mejora para sus piernas que había recibido de la cápsula, pero decidió que mejor no. Primero, seguía sin estar seguro de cómo las recibió, y segundo, ¿cómo lo iba a explicar? Más todavía, la cápsula levantó varias interrogantes en relación al dispositivo y al hombre al cual proyectaba. X se dijo a sí mismo que ese no era el Dr. Light; sólo era un holograma. Y aun así, a pesar de que sus componentes lógicos argumentaban lo contrario, el reploide no pudo evitar tener la sensación de que había "algo" más.

Cierta presencia que no se dio a conocer, pero que se permitió contactarlo a través de un toque. La imagen del Dr. Light en efecto era un mensaje pregrabado, pero X comenzaba a pensar que, si fue construido un siglo antes, ¿por qué el Dr. Light sentiría la necesidad de construir la cápsula? ¿Habría problemas incluso durante esos días? ¿No eran esos los años en los que Mega Man estuvo activo? ¿Significaba eso que había una fuerza más poderosa que él, a la cual tendría que enfrentarse?

Había demasiadas preguntas sin contestar, pero como dijo Trinity, esos detalles podrían esperar para después. Con eso en mente, X continuó su camino, con sus ojos verdes fijándose en la armadura blanca y azul de sus botas, al igual que los resquicios de luz solar que brillaban desde los cielos claros encima de él.

Esta historia continuará...


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