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El Maverick rojo


16 de mayo, 21XX, fuera de las fronteras de Arcadia...

- Es asombroso lo diferente que es aquí afuera. – señaló Roll, luego de que el sol se hubiera ocultado tras la tierra seca donde el Dr. Cain había colocado su campamento. Ahora estaban de pie afuera, observando un cielo claro y descontaminado cuyas estrellas y colores contrastaban fuertemente con el vacío negro sobre Arcadia. – ¿Y tú visitas lugares como éste?

- Terminas visitando casi cualquier lugar cuando vas de excavación. – le dijo X. – Bueno, cualquier lugar que tenga fósiles, obviamente.

- O en nuestro caso, un laboratorio subterráneo. – Ambos se rieron de esto, agradecidos de poder salir de la ciudad, aunque fuera por razones enteramente diferentes.

Aunque Arcadia era una ciudad-estado en Japón y estaba a poca distancia de la capital de Tokio, la mayoría de ella estaba compuesta de tierra artificial que incrementaba el tamaño de la prefectura de Chiba, y a su vez, de la región de Kanto en Honshu, la isla principal entre todas las que componían el país. Así, mucho de lo que quedaba de ella estaba yermo y vacío de vida vegetal. Ambos reploides estaban confundidos sobre por qué el Dr. Cain escogería un sitio como éste para buscar algún otro espécimen que fuera prehistóricamente significativo, aunque eso explicaba cómo se habría formado esta tierra artificial. El área afuera de Arcadia y la propia ciudad destacaban sobre la tierra formada por reclamación, lo cual era el proceso de crear más tierra usando dragado de tierra, es decir remover sedimentos y desechos en un cuerpo de agua para traerlos a la superficie.

Y con eso vino la posibilidad de que muestras de plantas subacuáticas se pudiesen localizar justo afuera de la ciudad. Eso era más que suficiente para motivar al Dr. Cain a navegar hasta este lugar. Cierto, todavía había tierra natural y que previamente había sido parte de la región, pero ésta se había expandido significativamente desde que las islas artificiales se volvieron más prominentes en 20XX. Pero mientras X y Roll pudieran salir de los límites de la ciudad, estaban satisfechos.

Bueno, al menos un poco.

- Hey, ¿puedo preguntarte algo? – preguntó X. Roll miró a su hermano. – No es que tenga problemas con ello o algo. De hecho, me agrada que estés aquí...

- Sólo dilo, ¿qué pasa? – preguntó Roll, queriendo que fuera directo al punto.

- Bueno, ¿por qué querías venir en una de las excavaciones de Cain, de cualquier manera? – respondió y preguntó a la vez el reploide azul. – No digo que no quiera tenerte aquí o algo. Supongo que solo es curiosidad.

Roll se quedó callada por un momento, dejando a X preguntándose si debería haber mantenido su boca cerrada. Por suerte, ella rompió el silencio, pero su respuesta lo sorprendió.

- No, está bien. Pero debo admitir que... yo misma me estoy preguntando eso.

- ¿Hm? ¿Qué quieres decir?

- Bueno... supongo que... es más o menos algo así. Rock, o Mega Man, tenía un deber que cumplir, y el mío se vio relativamente poco afectado. – explicó. – Yo seguía siendo una simple robot asistente del Dr. Light, y me mantuve como tal hasta que... bueno, hasta ahora. Nunca hubo una ocasión en la que salí de mi función designada. Oh – añadió rápidamente – no es que me molestara. Me siento muy agradecida por el hecho de que el Dr. Light me haya dado vida. Es sólo que...

- ¿Sólo que qué?

Roll volvió a quedarse callada, dejando toda el área en un silencio mortal antes de volver a hablar. – Tal vez deberíamos volver al sitio. El Dr. Cain's probablemente habrá enviado a alguien a buscarnos.

- ¡¿X?! ¡¿Roll?!

- Y justo aquí viene. – En lugar de otro excavador, el Dr. Cain en persona había venido a buscar a los dos reploides. El hombre estaba algo agitado por la distancia que tuvo que viajar, pero se veía relativamente bien.

- Ah, ahí están. – Cain se detuvo un momento para tomar algo de aire. – Por fin los encuentro. Lo siento, pero ya pasó el toque de queda, niños.

X desvió la mirada con algo de vergüenza, y sus mejillas se sonrojaron. Roll sin embargo intercedió. – Si me permite decirlo, doctor, aquí sólo hay UN niño presente. – Le guiñó el ojo a X mientras sonreía.

- "Si yo soy un niño, eso a ti te convierte en una anciana." – pensó el reploide azul, aunque no se atrevía a decirlo en voz alta.

Roll entonces se percató de que el anciano humano seguía jadeando. – Aunque tiene razón; ¿qué estamos haciendo aquí? Ya lo obligamos a venir todo este camino, y aquí está, ¡apenas respirando!

- ¿Qué? No, no. Me encuentro bien, Roll. – insistió Cain cuando la rubia se le aproximó.

- ¡No, claro que no! ¡Prácticamente está a punto de desplomarse! – Inmediatamente agarró al humano de la mano y se dispuso a llevarlo de regreso al sitio de excavación. – Y siendo humano, usted no puede permitirse estar despierto a estas horas. Así no se levantará temprano para empezar a trabajar de nuevo. Y quizás deberíamos conseguirle un inhalador; todavía suena bastante agitada su respiración.

Siguió hablando y hablando mientras los tres regresaban al campamento. X tenía la sensación de que Roll había aprovechado la oportunidad para no hablar de lo que tenía en su cabeza. No era que exactamente pudiera culparla, considerando que muchas cosas estaban sucediendo en Arcadia. Dado el éxito de los reploides, había consideración sobre expandir el mercado de los reploides a todo el mundo, haciendo que estuvieran disponibles en todas partes del mundo. Eso significaría que organizaciones como los Maverick Hunters serían implementados en esas áreas también. Sonaba como una solución sencilla, pero era cualquier cosa menos eso.

El incremento de incidentes de reploides y mecaniloides que se volvían "Mavericks" había llevado a poner un alto a la decisión de introducir a los reploides a otros lugares. Al menos, hasta que las cosas se pudieran poner bajo control, pero con estos incidentes todavía ocurriendo, más y más reploides habían tenido que ser construidos o directamente unirse a los Maverick Hunters para combatir a estas amenazas. La organización había hecho un boom de miembros en los últimos meses. Aunque los ataques de Maverick seguían siendo un problema constante, con Sigma a la cabeza la población humana de la ciudad-estado podía respirar con mayor facilidad. Era una solución para lidiar con el problema, pero no servía para resolverlo de raíz. Incluso ahora, el programador que había creado lo que ahora se llamaba "Virus Maverick" seguía sin ser encontrado, ¡y hasta había rumores de que el creador ni siquiera era humano!

Eso sólo trajo aún más preguntas, pero dado el lugar donde estaba, no había nada que X pudiera hacer al respecto. Cierto que él técnicamente ERA un miembro de los Hunters, pero no estaba de servicio a tiempo completo, o de servicio en absoluto en aquel momento. También, había obtenido una licencia para su Buster si era necesario dispararlo por cualquier motivo, pero en su mayor parte, su mayor trabajo era servir de guardián para el Dr. Cain y los otros humanos presentes en los sitios de excavación. Dado lo que había sucedido el pasado julio, no era extraño que hubiera Hunters estacionados cerca de fábricas de reploides en áreas pobladas para poner fin a cualquier disturbio antes que pudieran causar mucho daño. Pero hasta que se encontrase la fuente, era improbable que se detuvieran por completo.

De nuevo, X había recibido la oportunidad para convertirse en un Hunter "por completo", pero la declinó, estando ya satisfecho con su posición actual. Tal vez estaba pensando demasiado en ello, pero X no podía evitar sentir que con todo lo que sucedía, la gente alrededor estaba jalándole los brazos y tratando de llevarlo en la dirección de poner su arma a trabajar. Aunque fuera sólo por el hecho de que lo tenía, o por lo mucho que él se parecía al legendario "Bombardero Azul" de hacía tantas décadas, el reploide azul se encontró siendo empujado hacia un rol en el que tenía poco o nada de interés. Además, aunque era un robot, Mega Man había tomado su propia decisión bajo la habilidad que el Dr. Light le había dado. Entonces ¿por qué no podía X hacer lo mismo?

Sólo el propio X prefería ser un asistente cualquier día, por encima de usar su Buster.

Arcadia, la Ciudad Blanca, residencia del Dr. Sho Fujiwara...

Tenía dificultades para dormir. La niña japonesa no dejaba de retorcerse y dar vueltas sobre una cama blanca demasiado grande para ella. Finalmente, no pudo soportarlo más. Chiyo se levantó de su lugar de descanso y suspiró, maldiciendo que a pesar de sus intentos de bloquearlos, no lograba sacarse los pensamientos que habían venido a ella recientemente. Miró a Patarche, que todavía estaba profundamente dormido en la esquina izquierda de su cama. El perro blanco estaba desparramado con la lengua colgándole afuera de su hocico.

- "Tú no pareces tener problemas." – musitó Chiyo, alargando la mano para coger su sistema portátil de juegos. Presionando un botón, una pantalla brillante la saludó en el dispositivo en miniatura, cegándola momentáneamente, pero sus ojos lentamente se acostumbraron. Comenzó a jugar a Rokko-Chan desde donde se quedó, siendo la titular robot azul y rubia (oh cielos, ¿de dónde habrían sacado ESA idea?, se preguntaba) vestida con un traje de conejo que golpeaba cosas con su martillo gigante. O al menos, eso intentaba, pero no podía evitar que esos pensamientos le plagaran la mente de nuevo, incluso mientras atravesaba el nivel.

Ya que Roll había elegido ir en una excavación con el Dr. Cain y X, el Dr. Fujiwara había preguntado si podía tomar prestada a la nueva sirvienta reploide que la familia Takenada había comprado para Navidad. Específicamente, una sirvienta droide Mimi. La señora Takenada inmediatamente estuvo de acuerdo, diciendo que su marido necesitaba algo de tiempo apartado de la máquina. Aparentemente, por lo que Fumiko le había dicho, el señor Takenada se estaba encariñando un poco demás con la nueva reploide.

- "Tu papá es un rarito, Miko." – Chiyo se rio para sí misma, aunque el humor le duró poco ya que Lightning Man la volvió a matar. – "Y me volví a quedar sin vidas. Perfecto." – Como fuese, ya no tenía más ganas de jugar.

Chiyo había visto antes a Mimi; se parecía mucho a la imagen estereotípica de una sirvienta francesa, solo que su "traje" era literalmente parte de su cuerpo. Su cabello era rojo y estaba amarrado en un moño, tenía ojos verdes y pecas adornándole las mejillas. Fue construida con un aspecto relativamente inocente pero atractivo, y viendo cómo reaccionó el padre de Fumiko a ella, sus creadores tuvieron éxito. A Chiyo no le molestaba Mimi, ya que la reploide hacía lo que le dijeron y se encargaba de las tareas de la casa mientras Roll no estaba. Aun así, con Roll ausente, la chica japonesa se encontró pensando en la mujer que había estado en ese puesto antes que la hermana de X.

Desde que tenía memoria, Cecilia siempre había estado en la vida de Chiyo. Su mamá le había dicho que conocía a la mujer desde que tenía su edad actual, pero la niña encontró que la mucama había tenido que llenar el vacío que dejó Hinako cuando falleció. Su padre se sumergió en su trabajo, dejándola a solas con la mujer. Cecilia fue la única otra persona a quien conocía antes de hacerse amiga de Fumiko, y fue gracias a la mujer que Chiyo pudo conocer a la otra niña. Y aunque le gustaba mucho Roll (con Mimi era neutral), Chiyo sabía que Cecilia simplemente no iba un día a "renunciar".

Cuando Roll fue traída a la casa por primera vez, Cecilia se había ido a visitar a su madre enferma. Al principio, Chiyo asumió que Roll sólo estaba allí para ayudar con la limpieza mientras Cecilia no estaba, pero al pasar el tiempo, Chiyo se dio cuenta de que no iba a regresar. Se fue debido a "querer explorar otras oportunidades", como había dicho su padre, pero su hija sospechaba que había algo más detrás de eso, especialmente con la cantidad de tiempo que transcurrió entre que Cecilia se fuera, y cuando su padre y el Dr. Cain fueron a juicio debido a la existencia de X y Roll. Aquellos que fueron parte de la expedición de Cain que habían desenterrado a X fueron interrogados, pero todos habían jurado que no le contaron nada a nadie.

Y ni Fumiko ni Tatsuya habían dicho nada tampoco (lo único que a Tatsuya le importaba era comer más de lo que cocinaba Roll), entonces ¿significaba eso que...?

*¡CRASH!*

Chiyo se cayó de la cama, y Patarche se despertó sobresaltado. Ambos, la niña y su perro, corrieron hacia la puerta del dormitorio. El perro blanco empezó a arañar la madera blanca, mientras Chiyo se agachaba para agarrarlo entre sus brazos. O por lo menos, trató de hacerlo; desafortunadamente para ella, en los últimos meses el otrora pequeño cachorro había triplicado su tamaño, y también su fuerza, por lo que cada vez se le hacía más difícil sujetarlo entre sus brazos. Añadiendo que sus pijamas rosadas no le proveían protección contra sus uñas.

- ¡Patarche, tranquilo! – susurró Chiyo, y el perro finalmente dejó de mover sus patas. Ella se quedó callada, pero escuchó más ruido proveniente desde debajo de las escaleras, confirmando sus sospechas anteriores. – Hay alguien en la casa.

Abrió la puerta de su dormitorio ligeramente para espiar y ver si había alguien allí. No había moros en la costa. Aunque no tenía intenciones de salir, no le agradaba la idea de que potencialmente pudieran atraparla, o peor, que le dispararan o apuñalaran. Así que con cuidado fue a cerrar la puerta que estaba entreabierta, pero sin darse cuenta no la cerró del todo. Se dirigió hacia el teléfono que estaba en la cómoda blanca junto a su cama, y estaba a punto de llamar a las autoridades, pero antes de poder apretar un número, escuchó a su perro empujar contra la puerta. Antes de poder llamarlo u ordenarle que se detuviera, Chiyo vio una mancha blanca saliendo del cuarto.

Chiyo salió tras él poco después, y alcanzó a ver a Patarche corriendo por el pasillo y hacia las escaleras. Lo persiguió y trató de seguirle el paso, pero las cuatro patas del canino lo hacían más rápido que su dueña bípeda. El perro corrió escaleras abajo en segundos mientras que Chiyo casi se tropezó dos o tres veces mientras descendía, tratando de agarrar a su mascota. Finalmente, Chiyo perdió el balance y se cayó, aunque estaba a poco de llegar abajo. No sufrió más que una ligera molestia, y Patarche finalmente se detuvo al verla en el suelo.

El perro blanco le dio una lamida en la mejilla como si tratara de "hacerla sentir mejor", pero entonces dirigió su atención hacia el área de la cocina. Patarche se volvió a alejar de Chiyo, mientras la niña lo seguía, ya que era mucho mejor navegando por la oscuridad que ella. Patarche se detuvo en el umbral de la puerta de dicha área de la casa, cuyo interior estaba totalmente a oscuras ya que no había ventanas en la cocina, por lo que la luz de la luna no podía entrar para iluminarle el camino. Chiyo dio un paso adelante, pero Patarche bloqueó el camino. Los ojos de la niña se ensancharon del shock al ver que las orejas del perro se bajaban y la cola se le alzaba, junto con el pelo de su espalda. Un gruñido bajo y amenazador salió de Patarche, que entrecerró los ojos, y arrugó el hocico mientras alzaba los labios para enseñar sus dientes.

El invasor de hogares se encontraba en la cocina, pero fue la reacción de su perro lo que puso más nerviosa a Chiyo. Ni una sola vez en toda su vida la niña había escuchado al apacible, fácilmente excitable y completamente inofensivo Patarche gruñir de manera tan profunda. Sus rasgos usualmente felices se habían deformado en una mueca de agresión y furia en contra de la figura que se había atrevido a irrumpir aquí, y más todavía, lastimar a su ama humana. Lo siguiente que se oyó fue el sonido de una puerta tratando de ser abierta, y con un forcejeo que se volvía más y más violenta. Finalmente, con el sonido de los goznes siendo arrancados de la pared y la puerta siendo arrojada a un lado, Chiyo se dio cuenta con horror que el invasor de su hogar no era humano.

Escuchó que registraban y caían objetos de los estantes, en total desorden. Finalmente, oyó cómo caían botellas y latas al suelo, rompiendo el vidrio y creando una imagen todavía más terrorífica en la mente de la niña humana. Patarche ya estaba listo para saltar y atacar al intruso, pero entonces ella vio una silueta apareciendo de entre la oscuridad. Chiyo agarró a su perro, y la figura se paró frente a ellos, encima del canino y la humana. Patarche continuó gruñendo amenazadoramente, pero su dueña no se atrevió a soltarlo.

Había demasiadas preguntas que Chiyo tenía en su cabeza. ¿Quién era este reploide? ¿Cómo entró en la casa? ¿Por qué entró en la casa en primer lugar? ¿Qué buscaba? Y tal vez, lo más importante de todo, aunque no podía verlo, ¿qué le haría a ella?

El reploide dio un paso al frente, mientras Patarche enloquecía y mordía el aire como advirtiéndole al intruso que se mantuviera a raya. Los intensos ojos de la máquina penetraron en los de ella con su mirada, y la niña sintió que se formaba un grito dentro de su garganta.

De pronto, la atención de todos quedó fija en la puerta del frente, que sonó como si acabara de ser abierta.

...

Tal vez esto fuera demasiado bueno.

Sho Fujiwara estaba exhausto, pues había pasado todo el día con los científicos del consejo revisando de nuevo los planos para los nuevos reploides que estaban siendo construidos para los Maverick Hunters. Cierto, los días se habían vuelto más prolongados, y cada vez regresaba más tarde a casa, pero si tenía que ser honesto, este Virus Maverick tal vez había sido una bendición disfrazada. El incremento de incidentes Maverick le había permitido a él y a los demás científicos poner a buen uso los datos de batalla de X: reploides diseñados para el combate específicamente y otros deberes para contener y exterminar las amenazas. Ya no estaban simplemente relegados a ser trabajadores o compañeros personalizados, el consejo, junto con el resto de Arcadia, ya estaban aceptando a los reploides por lo que eran.

Lo que deberían haber sido desde el principio.

De repente, un sonido estridente de algo que se rompía hizo eco por toda la casa. El ruido de cristal rompiéndose le alertó que alguien que no era su hija estaba adentro. La alarma de seguridad comenzó a sonar, llenando toda la casa con un zumbido agudo y fuerte. Fujiwara corrió hacia la fuente del ruido, y encontró a Chiyo parados junto a una ventana rota. Había numerosos trozos de vidrio a sus pies, y Patarche estaba parado frente a ella con mirada muy cautelosa, ladrando furiosamente hacia la noche.

Al día siguiente...

Desde su creación, los Maverick Hunters se habían expandido significativamente en un corto período de tiempo, creciendo desde un equipo de élite hasta tener más de cien miembros. Aunque la mayoría de estos reploides habían sido desarrollados para ser parte de los Hunters, otros habían decidido unirse por voluntad propia. A medida que se unían más y más miembros, los Hunters podían organizarse en equipos más grandes y efectivos. Los reploides construidos para la organización eran de primera línea y tenían implementadas las habilidades de combate más avanzadas. Todavía más, el consejo había aprobado para los Hunters con armas más grandes y mejores para combatir la amenaza de los Mavericks. Pero a menos que lograran atrapar al responsable por desarrollar y esparcir el virus, todo ese nuevo y flamante equipo no serviría de nada.

Pero ahora, parecía que las cosas estaban empezando a pintar mejor.

La sala de reuniones había sido expandida y no se encontraba localizada debajo del ahora más grande edificio del cuartel general; varios reploides, incluyendo los miembros originales de los Hunters, se encontraban reunidos alrededor de una reploide de cabello azul y corto. La computadora central desplegaba un mapa de Arcadia y las ciudades y áreas fuera de sus límites en el monitor. Éste mostraba un montón de puntos rojos situados por todo el mapa.

- Anoche, ocurrió un incidente en la residencia del Dr. Fujiwara, que fue invadida. – explicaba la reploide peliazul, señalando hacia un punto rojo donde se localizaba el hogar del científico japonés.

La reploide tenía antebrazos azules con extremos violetas y gemas verdes centradas en sus muñecas. El área de su pecho consistía en los mismos colores, aunque su busto se notaba algo más pronunciado y tenía una extensión circular de color blanco y azul en su audio receptor derecho, con una banda encima de su cabeza sosteniéndola.

- Afortunadamente, nadie salió herido, pero el perpetrador escapó cuando Fujiwara llegó a la escena. – Los numerosos Hunters comenzaron a discutir este evento entre ellos, pensando en diversas razones de cómo y por qué habría sucedido. – Según el propio Fujiwara, había configurado la entrada trasera para desbloquearse en a las 24 horas, así que podría haber entrado sin tener que usar el código para desbloquear la puerta.

- Espera un minuto, Blu. – intervino de inmediato Firefly. – ¿Se queda despierto y DEJA su puerta desbloqueada durante la noche?

- Sólo por cinco minutos. – explicó la reploide peliazul, Blu. – Si no hubiera llegado, entonces el contador se habría activado, y el mecanismo de cierre se habría reactivado. Así que debe haber sido durante este corto período que el reploide de interés irrumpió en la casa.

Ai permanecía en silencio, observando a la reploide peliazul mientras hablaba. – "No te pongas muy cómoda. Apenas fuiste enviada aquí hace unos días." – A comparación de ella, Blu era un modelo más avanzado que había sido puesto en circulación recientemente, y su presencia aquí no le sentaba nada bien a la operadora de rojo y blanco.

- La hija del Dr. Fujiwara también estaba presente en la escena, aunque no le tocaron ni un pelo. – continuó Blu. – Y por lo que nos dijeron las autoridades humanas, su hija fue capaz de dar una descripción del invasor.

Hizo una pausa. Ciertamente, esto era lo que todos estaban esperando, pero no pudo evitar sentirse algo ansiosa ante lo que estaba a punto de revelar.

- Y coincide con las declaraciones de los demás testigos, sobre el sospechoso que ronda las plantas de producción.

- ¿Qué sucedió? – preguntó entonces Sigma. – Dijiste que irrumpió en la casa, ¿pero se robaron algo?

- No, nada de valor para los humanos. – respondió Blu al Comandante. – No se llevó nada de valor, y la única sección de la casa que recibió algún daño fue el área de la cocina, sin incluir la ventana. Pero un pequeño espacio en la parte trasera, en un área de almacenamiento donde se guardaba un pequeño número de cristales de energía. Se los llevaron todos, pero fuera de eso, nada.

Tanto los miembros nuevos como los veteranos entre los Hunters se quedaron totalmente perplejos. Este caso se volvía cada vez más y más extraño.

- Lo que más me extraña es que no haya terminado el trabajo. – habló de repente Vile. – Si este sujeto no tiene reparos en infectar a lo suyo con lo que esencialmente es un programa que destruye los sistemas, ¿qué lo detuvo de silenciar a esa niña?

- ¿Estás sugiriendo que ese reploide debería haberla matado? – cuestionó Firefly, algo perturbado.

- Estoy diciendo que ese habría sido el curso de acción esperado, especialmente viendo que lo único que tenemos como pista es la palabra de esta niña. – respondió el Hunter violeta. – Hasta ahora, es la única que logró darle un vistazo de cerca, y más todavía, de vivir para contarlo.

Aunque hasta ahora no había habido víctimas fatales reportadas hasta el momento, el sospechoso según los reportes no tenía miedo de ponerse físico con cualquiera que intentara confrontarlo. Pero aquellos que fueron asaltados eran reploides, ningún humano se contaba entre ellos.

- Tal vez no haya tenido respeto por los demás reploides, pero al menos conoce la primera de las Tres Leyes. – teorizó Vile. – De nuevo, probablemente estaba a punto de hacerlo, y la llegada de Fujiwara lo forzó a retirarse.

Otra vez, todo mundo empezó a hablar a la vez. Sigma llamó a todos a silencio, cruzando los brazos.

- No tenemos tiempo de andar considerando posibilidades o escenarios. Este reploide debe ser encontrado lo más pronto posible.

Antes que los Hunters comenzaran a discutir entre ellos, se escuchó un fuerte pitido. La fuente provenía desde la computadora principal en la sala de reuniones. Blu estaba a punto de moverse, pero Ai se le adelantó y cogió el auricular, activando las líneas de comunicación que tenían para todos los Hunters estacionados alrededor de Arcadia.

- Está llamando a la Base Hunter. Habla Ai. – respondió, ahuecando una mano sobre su audio receptor derecho. – ¿Qué sucede?

De pronto, la imagen de un reploide con un casco alto que parecía un copete rubio plano, hombros amarillos, armadura en el pecho y la pelvis de color azul, botas azules y amarillas. Su cara tenía color de piel, pero la forma tan deliberadamente angular de sus estructuras faciales dejaba claro que era una máquina y no un humano.

- Aquí Gamma. ¿Qué hay de nuevo por allá, Ai? – saludó el Hunter, antes de dirigirse a Sigma pese a estar a más de dos millas de distancia. – Le contaré lo que hay por aquí, Comandante. Captamos el rastro de nuestro sujeto dirigiéndose hacia los límites de la ciudad-estado, y ahora mismo nos encontramos siguiéndolo.

- ¿Y cuál es su ubicación actual? – preguntó Sigma inmediatamente.

- Acabamos de pasar de la línea de la frontera. Dudo que siquiera haya intentado dirigirse a Tokio o a otra ciudad mayor, pero fuera de la pequeña extensión de tierra que hay afuera, no tiene más a dónde ir.

- Bien. – respondió Sigma. – Que tú y tu unidad se mantengan cerca, pero asegúrense de no ser vistos. Nos mantendremos en contacto, Sigma fuera.

- ¡Sí señor! – Y con eso, Gamma cortó la comunicación, con el monitor volviendo a desplegar el mapa de Arcadia.

Fuera de las fronteras de Arcadia...

Cuando vio los primeros pétalos en flor, se emocionó, y comenzó a cepillar la roca antigua y preservada con mayor velocidad. Pero al terminar de limpiar el polvo, el Dr. Cain se encontró nuevamente decepcionado.

- Otro lirio marino.

Uno pensaría que esto serían buenas noticias para un paleobotánico como él, pero a pesar de su nombre, los lirios marinos no estaban emparentados con ningún tipo de lirio, ni siquiera de plantas. Tenían más en común con las estrellas o los pepinos de mar. Y aunque los lirios marinos eran bien conocidos por estar bien preservados como fósiles, estaban muy lejos de ser una especie extinta y todavía ocupaban los océanos del mundo. No, Cain buscaba muestras de algas marinas o plantas acuáticas antiguas.

- "La primera flora en la tierra existió en el océano, pues una vez el mundo entero fue de sólo agua." – reflexionó, mirando el lirio marino fosilizado. – "Al menos puedo conservar este para mi colección personal."

A poca distancia de allí, X y Roll habían sido enviados a recoger algunas provisiones de la tienda de almacenamiento, específicamente los ingredientes para preparar café.

- Los humanos son realmente adictos a esto. – notó X, mientras Roll cogía un paquete de azúcar. – Pero si dicen que sabe muy amargo, ¿por qué todavía lo beben?

- Los humanos criaturas contradictorias, X. – suspiró Roll. – Incluso el Dr. Light cayó presa de los efectos embriagadores de esta bebida.

¡¿El propio Dr. Light bebía esto?! De nuevo, si este brebaje era popular incluso ahora, entonces probablemente la raza humana tenía una especie de antojo inherente por él. ¿Preferencias pasadas por generaciones? X no podía decirlo con certeza. La genética y el ADN eran sin duda un "programa" más complicado que cualquier inteligencia artificial.

Aunque Roll podía ver que la historia milenaria con el brebaje no se había quedado en la mente de su hermano por un largo tiempo, sí notó un deje familiar de preocupación en sus facciones. – ¿Qué pasa? Y yo aquí pensando que salir una de las cosas que querías hacer.

- "Diablos, es una psíquica. ¡Tiene que serlo!" – pensó X. – ¿Así de obvio?

- Todo contigo es muy obvio. – bromeó Roll. – Bueno, desde que llegamos, has estado muy al borde. ¿Qué te sucede?

El reploide azul se encogió de hombres. – Sé que no es algo de lo que debamos preocuparnos allá afuera. Después de todo, los programas de seguridad y antivirus han mejorado enormemente desde que todo comenzó, pero estos reportes de Mavericks...

- ¿Te preocupan? – preguntó Roll. – Sabes que tenemos kits médicos disponibles que pueden arreglar cualquier bug en la CPU.

- No, no se trata de eso. Bueno, de acuerdo, más o menos. – admitió X. – Pero me ha dejado pensando.

- ¿Sobre qué? – preguntó Roll, pero se empezó a preocupar todavía más cuando no recibió una respuesta. – ¿X?

X estaba ordenando sus pensamientos sobre lo que diría exactamente, sabiendo que su hermana no lo dejaría fuera de su vista hasta que le respondiera. – Roll, cuando fuiste activada por primera vez, dijiste algunas cosas.

La reploide rubia no entendió a dónde querría ir X con esto. – ¿Qué clase de cosas?

- Parecía que sólo estabas farfullando cosas, supongo que porque tus archivos de memoria estaban siendo procesados en ese momento. – explicó X. – Pero estabas diciendo algo sobre que alguien venía por nosotros.

- ¿Venía? – preguntó Roll, ladeando la cabeza.

- Sí. Parecía que estabas aterrada; todos pensamos que algo habría salido mal. – Finalmente decidió hacer la pregunta. – Fujiwara dijo que tal vez tus sistemas tardarían un poco en ajustarse a tu nuevo cuerpo, pero ¿recuerdas algo más?

Estuvo a punto de añadir "¿O a alguien más?" a su pregunta, pero se guardó esa porción. Roll se quedó callada por un momento, pensando.

- La verdad, no puedo decirlo con certeza. Y a estas alturas, creo que mis sistemas están funcionando como deben hacerlo. Así que, no sé si pueda responder tu pregunta ya que no puedo recordar a nadie más allá de lo que hay en mi banco de memoria. – Luego preguntó algo más. – Tu banco de memoria todavía tiene porciones muy grandes que faltan, ¿verdad?

- Sí. Todavía hay partes que se están ordenando.

- Entonces probablemente las cosas encajarán con el tiempo. No te estreses por ello.

X descubrió que de nuevo se encontraba con otro callejón sin salida, que le impedía conseguir la información que quería. Pero no era culpa de Roll, ya que tal vez estaba pensando demasiado en el asunto, más de lo necesario. Aun así, aún si los detalles apenas le habían venido recientemente...

- Una última cosa. – le dijo, sabiendo que el equipo probablemente se estaría impacientando esperando su dosis de cafeína. – ¿Recuerdas algo, o más bien, a alguien de color rojo?

Roll se congeló. – ¿Rojo? – Se quedó pensándolo por un momento.

Rojo. La palabra se repitió en su cabeza, como si encontrase una pieza enterrada y oculta de su CPU que comenzaba a hacerse conocer.

- Rojo... – volvió a repetir. – Rojo... y cabello.

- "Cabello." – X se quedó confuso al principio, pero de pronto él también recordó algo. Algo de hacía mucho tiempo. No era claro de ninguna manera, pero algunos elementos lograban filtrarse entre la niebla de esa parte de su mente. – Cabello... sí. Un cabello muy largo. Largo y rubio. Más largo incluso que el tuyo.

Ambos reploides se quedaron en silencio, con los ojos verdes de él fijos en los aguamarinas de ella. Ninguno de los dos estaba totalmente seguro de qué decir a continuación, mucho menos si debían hacerlo. ¿Acaso alguno de los dos querría seguir adelante con esto?

- Creo que necesitamos regresar. – declaró Roll. – El café no se prepara solo, ¿sabes?

- Sí, tienes razón. – dijo X estando de acuerdo, y ambos salieron de la tienda.

Aunque lo que habían discutido estaba muy lejos de haber terminado.

Fuera de los límites de Arcadia, 8:00 PM...

- Ray, Glenn, ¿me copian?

Dos Maverick Hunters se encontraban ocultos tras una roca gigantesca, en una tierra seca y yerma. Ray, el reploide de cara pálida, hombros blancos y pronunciados, y un peto amarillo con antebrazos marrones y botas amarillas, respondió a la llamada. – Fuerte y claro, Gamma, señor.

- ¿Cuál es su estatus actual? – preguntó Gamma.

- Hasta ahora, no ha habido señales de él, pero encontramos una estructura muy extraña en el Área 1345. – le dijo Ray a su superior. – Parece ser un viejo laboratorio de alguna clase, aunque ninguno de nosotros podría decir por cuánto tiempo ha estado aquí.

- Muy bien. Manténganme informado. Incluso a la más mínima sospecha de que nuestro fugitivo está en el área deben reportármelo. ¿Entendieron?

- ¡Sí señor!

- Muy bien, Gamma fuera. – El audio receptor de Ray se quedó en silencio. Aunque la quietud y tranquilidad no hacía más que consumirlo todo, y aumentar la tensión y la incomodidad de la situación.

- Entonces... – comenzó a hablar el Hunter compañero de Ray. Era principalmente de color rojo y azul, con hombros redondeados, y una cabeza de forma más cúbica que la de Ray. Tenía unos bordes dorados alrededor de sus muñecas, y una placa blanca sobre el pecho con metal verde cubriéndole su abdomen. También los tobillos tenían bordes dorados en ellos, pero sus pies eran totalmente blancos. – ¿Crees que este sujeto sea el que está detrás del Virus Maverick?

- No seas ridículo, Glenn, ¡claro que lo es! – replicó Ray. – Además, no tenemos más pistas así como estamos. Y aunque no han sucedido incidentes mayores, más y más reploides terminarán infectados si no se hace algo pronto.

Glenn se quedó callado por un momento, pensando en cómo poner en palabras lo que quería decir con exactitud. – ¿Crees que todos están infectados?

- ¿Quiénes? – preguntó Ray confuso.

- Aquellos clasificados como Mavericks. – clarificó Glenn. – Quiero decir, sí, no niego que exista el virus, pero ¿crees que todos los reploides que hemos tenido que contener o detener por completo tenían la misma cosa?

- ¿Qué más podrían tener? – preguntó Ray. – Es un programa de computadora que hace estragos totalmente con la CPU; de lo contrario, no habría razón para que los Mavericks sean, bueno, ¡Mavericks! Ningún reploide en sus cabales consideraría siquiera romper las Tres Leyes. Especialmente la primera.

Glenn miró hacia el suelo, inseguro. – Entonces, ¿no estarás creyendo que algunos de ellos se volvieron Mavericks sólo porque podían? Después de todo, los reploides tenemos aquello que los humanas llaman libre albedrío, así que ¿no podría alguien usar eso para hacerle daño a otros?

Ray no tuvo ningún argumento para refutar, pues las palabras de su compañero comenzaron a repetirse en su mente. ¿Algo como eso sería posible? Ciertamente, los reploides eran más avanzados que los mecaniloides, y que los robots de décadas antes, pero todavía respetaban las Tres Leyes. ¡Cada forma de vida mecánica debía hacerlo! Aun así, entre más pensaba ello, más se le agotaban los argumentos para contrarrestar el problema. ¿Podría un reploide hacer algo así? ¿Sería Glenn capaz? ¿Lo haría él mismo?

¿Lo haría... cualquiera?

- ¡Hey, mira! – susurró Glenn.

Ray echó un vistazo por encima de la roca y vio, para su sorpresa, una figura no muy lejos de allí. Afortunadamente no los notó ni a él ni a Glenn; simplemente entró al laboratorio y cerró la puerta tras de sí, fuera de la vista de los dos Hunters.

- ¡Gamma, señor! ¡Habla Glenn! – El susodicho ajustó su audio receptor para contactar a su líder. – ¡El sospechoso ha entrado en el laboratorio!

- ¿Cuándo? – preguntó Gamma, sin tardarse en responder.

- Justo ahora. – respondió Glenn. – Aunque no sabemos cuánto tiempo se quedará allí dentro, mucho menos qué hace aquí de todos los lugares.

- Podremos interrogarlo una vez que esté en custodia. – dijo Gamma. – Por ahora, manténganse en alerta y avísennos de cualquier cambio. Llegaré allá pronto. Gamma fuera.

La conexión se apagó, dejando de nuevo a los dos reploides a solas, teniéndose sólo uno al otro para hablar. Aunque ninguno de los dos estaba precisamente de humor, la pregunta de Glenn todavía seguía en la mente de Ray.

- "No, imposible." – pensó, descartando la noción de que un reploide pudiese volverse Maverick por su propia cuenta. – "¿Verdad?"

- ¡Hey! ¡Es Gamma! – dijo Glenn de repente.

Ray miró por encima de la gigantesca roca mientras veía al líder de su unidad y a los demás Hunters acompañándolo. Todos con sus armas listas, uno de ellos se acercó para abrir la puerta, y atravesaron por el espacio abierto, desapareciendo adentro del laboratorio.

- ¿Crees que estarán bien? – preguntó Glenn.

- ¡Seguro, no habrá problemas! – respondió Ray. – ¡Gamma es uno de los mejores hombres del Comandante! ¡A ese Maverick más le vale rendirse si sabe lo que es bueno para él!

Adentro del laboratorio...

- De acuerdo, dispérsense. – ordenó Gamma. Sus hombres lo hicieron y empezaron a registrar el lugar. – En el segundo que nuestro objetivo haga un movimiento, no titubeen. Debemos llevarlo con vida, pero puede sobrevivir sin un brazo o una pierna.

- ¡Sí, señor! – respondieron los hombres de Gamma.

Gamma observó a su alrededor. El interior del laboratorio era viejo y se notaba derruido. La electricidad que alguna vez dio energía al lugar se habría desconectado hacía un largo tiempo. Si acaso lo hubo alguna vez, mucho del color se había desgastado y desaparecido. Ahora todo estaba oscuro o parcialmente oculto tras una densa cubierta de polvo y mugre.

- "¿Cuánto tiempo llevas aquí?" – pensó el Hunter, preguntándose cómo habría hecho este reploide para permanecer sin ser detectado por tanto tiempo, mucho menos por qué habría decidido hacer todo esto. ¿Por qué razón un reploide querría infectar a los de su propia clase con un programa tan mortal?

- ¡Hey, miren! – susurró uno de los Hunters. Gamma y el resto se pusieron en alerta cuando una puerta se abrió en alguna parte del laboratorio. O quizás se estaba cerrando.

Y entonces, vieron una silueta emerger de las sombras; aquel a quien estaban buscando.

- ¡Detente! – ordenó Gamma, y todos apuntaron con sus armas en la dirección del Maverick. – ¡Manos en alto y al suelo! ¡Obedece y nos saldrás lastimado!

Aunque estaba parcialmente oculto por la oscuridad, el Maverick observó al grupo de reploides armados que lo rodeaban. ¿Quiénes eran, y qué pensaban que estaban haciendo aquí? Mejor aún, ¿quiénes se creían para venir a irrumpir en su hogar?

Comenzó a caminar de frente, pero un disparo de una de las armas de los Hunters lo obligó a saltar hacia un lado.

- ¡Idiota! – lo reprendió Gamma. – ¡Ahora ese criminal saldrá huyendo!

Pero no hizo tal cosa. En lugar de eso, se quedó dónde estaba, con los ojos bien fijos en aquellos que lo estaban observando. Y entonces, corrió de frente, y el Hunter que le disparó antes no pudo volver a lanzar otro disparo antes de ser atacado.

En el sitio de excavación...

Se sintió agradecida de que los miembros del equipo de excavación ya estaban terminando sus actividades y se preparaban para terminar por el día de hoy. Roll no podía concentrarse en otra cosa que no fuera lo que X le había preguntado antes.

- "Rojo." – Los detalles que Roll y X habían compartido entre ellos todavía continuaban repitiéndose. – "Rojo, y cabello rubio. Cabello rubio y largo." – Más largo que el de ella, y también amarrado. Y junto con eso, las imágenes de Mega Man disparando desesperadamente contra una silueta roja que se acercaba, con un cabello rubio y largo ondeando tras de sí.

La pregunta de X en efecto había activado algo, permitiéndole ver más a fondo en la enorme cantidad de datos corruptos que yacían en su banco de memoria. Pero incluso si lograba operar y funcionar bien, le gustaría tener un poco más claros algunos trozos de su antigua vida. X le había dicho algo que supuestamente había dicho cuando fue activada por primera vez, y ahora se había dado cuenta que apenas sí podía enfocarse en otras cosas. Entre lo último que recordaba, y ser despertada un siglo después, el período estaba lleno con un espacio vacío. Y a pesar de todo, flashes muy breves de imágenes se podían encontrar si buscaba lo bastante en profundidad.

- Rojo, cabello largo y rubio. – dijo en voz alta, pensando específicamente en esos detalles. Un robot con esas características, Mega Man peleando con uñas y dientes contra él, y entonces hubo un destello brillante y cegador. Eso era todo lo que podía recordar en estos momentos, pero ahora que lo había visto, se encontró indagando más profundamente en sus sistemas. Sospechaba que X habría hecho lo mismo mucho antes que ella, ya que el reploide azul siempre parecía hambriento de cualquier nueva información que pudiera obtener. Desde que comenzaron a aumentar los incidentes Maverick, ella se preguntaba si tal vez esto habría apretado algún botón en él.

Y a su vez, los pensamientos de él habrían despertado algo en ella.

Quienquiera que fuese este robot de pelo largo, era peligroso. Y aunque dudaba que una máquina como esa siguiera por allí, si ese era el caso, entonces los Maverick Hunters se harían cargo de él, y con eso se acabaría todo este fiasco. Pero por ilógico que fuese, penaba ella, ¿qué pasaría si todavía seguía por aquí? X había sido sellado del mundo por más de un siglo, y ella había yacido muerta en ese mismo laboratorio, así que había una ínfima posibilidad de que una máquina similar existiera.

Por supuesto, la pregunta se volvió en si ella querría o no descubrirlo, tanto por el bien de los humanos como para el de X, especialmente el último.

En el laboratorio oculto...

Gamma se arrastraba por el suelo. Toda la mitad inferior de su cuerpo había sido arrancada, y yacía a pocos metros de él, mientras sus cables y cordones echaban chispas eléctricas que no tenían a dónde más ir. Sus ojos llenos de pánico observaron alrededor, viendo que el resto de su equipo no estaba en mejor forma que él. De hecho, todos ya estaban muertos. Ahora era el único que quedaba. El único cordero para que este Maverick llevase al matadero.

El Maverick avanzó hacia Gamma, y el Hunter alzó su mano tratando de mantenerlo lejos.

- No... – dijo con una voz temblorosa. – No...

Sabía que repetirlo no le haría ningún bien, eso no salvaría su vida. Pero al ver al Maverick acercándose, fue todo lo que pudo hacer. Su arma estaba demasiado lejos, ¡y era imposible alcanzarla lo bastante rápido en su estado actual!

El Maverick se acercó todavía más a él.

- ¡NOOOOO!

Y entonces, el reploide renegado le saltó encima, poniendo las manos alrededor del cuello de Gamma mientras lo sujetaba contra el suelo. Los gritos hicieron eco por todo el laboratorio mientras el último miembro de la unidad era silenciado permanentemente, igual que los demás.

Esta historia continuará...

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