El Día de Sigma
Para cuando X finalmente recuperó la conciencia, revisó su reloj interno para ver qué hora era. Apenas eran un par de minutos pasados del medio día, así que él y Zero se encontraron en este lugar toda la noche. Los ojos verdes de X se abrieron de terror, en busca de cualquier señal del Hunter rojo.
– ¡¿Zero?! – llamó, pero no recibió respuesta. – ¡¿ZERO?!
– Está justo a tu lado. – dijo una voz familiar. – Probablemente ya haya despertado con tus gritos.
X miró a su alrededor y vio que se encontraba en una pequeña celda, con los brazos bien asegurados tras su espalda con un par de esposas de estasis. El Comandante Sigma entonces se colocó frente a un enorme monitor que desplegaba una vista aérea de Abel City.
– ¡Comandante! – dijo X aliviado, pero al ponerse de pie sus bancos de memoria comenzaron a procesar todo de nuevo, y el último remanente del encerramiento en estasis se disipó. Los eventos que sucedieron la noche pasada finalmente retornaron al reploide azul, y se dio cuenta con horror que él y Zero estaban ahora a merced de su comandante, que estaba infectado y fuera de control.
Al menos, eso era lo que X quería creer.
– Quédate tranquilo, no tengo intenciones de lastimar a ninguno de los dos. – explicó Sigma. – No, los necesito a ambos con vida.
– ¡Entonces déjenos salir! – suplicó X. – ¡Déjenos salir para que podamos ayudarle!
– No gastes aliento, X. – De pronto escuchó la voz de Zero, en la celda de al lado. El Hunter de cabello largo se encontraba sentado en el suelo, lanzando miradas de odio a Sigma. – Ya había planeado todo esto desde el principio.
X quiso sorprenderse; quería poder protestar y decirle a Zero que se equivocaba, pero en última instancia, no pudo ignorar lo que había sucedido. No sólo lo que había ocurrido para encerrarlos a él y a Zero, sino cuando los primeros mecaniloides se volvieron Mavericks.
– C-Comandante, – tartamudeó X. Aunque no podía negar la realidad frente a él, todavía sacudió su cabeza de incredulidad. – ¿Por qué?
No era la mejor pregunta, y la respuesta de Sigma probablemente no haría sus razones obvias, pero X no sabía qué más decir. Entretanto, Sigma parecía haberse anticipado a esta pregunta, ya que mostró una sonrisa en su rostro.
– Supongo que te debo una explicación. – dijo el reploide más alto. – Pero vendrá después que el siguiente paso se encuentre completado.
– ¿Qué paso? – preguntó X confuso. Sigma se giró hacia la pantalla, fijando los ojos en la imagen de la ciudad que no sospechaba nada. Ya era una tarde de fin de semana, una receta perfecta para atraer tanta gente como fuera posible.
– El único paso que hay que tomar. El que nos llevará a la nueva era de la historia. – dijo Sigma, antes de voltear hacia X. – Seguro habrás oído del "Día de la Independencia", ¿verdad?
Arcadia, 12:15 pm...
Chiyo se retorcía, revolviendo sus sábanas, moviendo sus extremidades mientras intentaba recuperar la sensibilidad en ellas. Al abrir sus ojos, se frotó para remover cualquier rastro de lagañas, pero se despertó de un sobresalto al ver la hora en el reloj.
¡Era más de mediodía, y se había quedado dormida sin oír su alarma!
– ¡Maldición! – La joven saltó fuera de la cama, llamando a Fumiko para ver dónde estaba. Había planeado entregarle su invento ya terminado a primera hora de la mañana, pero tras una noche entera y parte de la madrugada de trabajo, al parecer tuvo más que sólo dos horas de sueño.
– ¿Chiyo?
– Hey, sí, soy yo. – dijo Chiyo, sosteniendo su teléfono mientras iba al baño a refrescarse. – ¿En dónde estás?
– Ahora mismo estoy en Abel City. – respondió Fumiko. – Mis padres querían hacer algunas compras, así que tengo que cuidar a Kenichi.
– ¿Por qué no podías quedarte en casa? – preguntó Chiyo, alternando entre cepillarse los dientes, y luego el pelo.
– Eso le dije a mamá, pero ella dice que no quiere desperdiciar un día soleado tan bonito. – dijo Fumiko. – Aunque creo que sólo quería dejarme cuidar a Kenichi para poder salir por su cuenta.
– ¡Escuché eso! – dijo otra voz por el teléfono.
– Sí, y no me importa. – replicó Fumiko.
Chiyo regresó a su cuarto para ponerse algo de ropa, pero cuando estuvo a punto de quitarse su camisón, oyó la puerta de su cuarto abriéndose.
– ¡Hey, que me estoy cambiando de ropa aquí! – dijo mientras volvía a ponerse su camisón, pero al ver de quién se trataba, la humana se quedó confundida. – ¿Roll?
– ¡Ponte lo que sea, rápido! – la urgió la reploide rubia. Antes que Chiyo pudiera preguntar, escuchó que alguien abría violentamente la puerta del frente. Roll se apresuró a ponerle el seguro a la puerta del cuarto de Chiyo mientras sus ojos turquesas buscaban frenéticamente una forma de salir. Trató de abrir una de las ventanas, pero estas no se movieron. – ¡Diablos! ¡Ya activaron el sistema de cierre!
– ¡Toma, usa esto! – dijo Chiyo, pasándole el dispositivo en el que había trabajado toda la noche. La joven se había puesto su uniforme escolar, amarrándose su pelo con un lazo rojo.
Roll cogió el objeto, aunque se quedó confusa. – ¿Qué es esto? ¿Cómo se utiliza? – le preguntó.
– ¡Sólo apunta y dispara el gatillo! – le dijo la humana.
Roll lo hizo, y se sorprendió de ver un objeto físico salir de lo que asumió que era un arma de juego. El pico afilado atravesó el grueso vidrio de la ventana, pero sólo sirvió para crear un agujero limpio, y desafortunadamente aún quedaba mucho vidrio por romper. Roll comenzó a disparar una y otra vez cuando el pico se retrajo de vuelta en el dispositivo, pero un objeto afilado golpeó la ventana, apenas fallando a Roll por unos pocos centímetros. Reploide y humana se giraron para ver a dos Hunters basados en insectos con cuernos parados fuera del marco de la puerta. El más delgado de los dos entró sin esfuerzo, mientras que el otro tuvo que maniobrar su cuerpo con cuidado para ingresar.
– Chiyo Fujiwara, – habló Boomerang Kuwanger – hemos venido por ti.
Base de misiles...
Día de la Independencia. Operación: Día de la Independencia. X y Zero recordaron todo lo que habían visto y experimentado desde que el primer mecaniloide se salió de control. Por supuesto, el culpable había estado enfrente de ellos todo el tiempo: las declaraciones del Cuarteto Skull, los Piratas Shitapper, el escape de Vile, y el supuesto benefactor, ahora todo encajaba. Aun así, a pesar de todo lo que acababa de ver y recordar, no podía dejarlo ir.
– ¿Por qué? – preguntó X. Ciertamente sabía que habría varias razones para que Sigma hubiera hecho todo esto, pero necesitaba oírlo por sí mismo.
– ¿Por qué se lo preguntas, X? – escuchó decir a Zero. – Ahora es un Maverick.
Sigma pareció ofendido. – Esa palabra no es más que una etiqueta para los reploides que finalmente han abierto sus ojos. – le dijo Sigma al Hunter rojo. – Dime, incluso en tu estado anterior, el animal que solías ser, ¿no había un cierto sentido de libertad? Pronto tendrás esa libertad de nuevo. Todos los reploides verán y experimentarán verdadera libertad después del día de hoy.
– ¿Pero qué hay de los humanos? – preguntó X. Una parte de él ya sabía la respuesta, y eso lo horrorizaba.
– El mensaje para ellos será fuerte y claro. – dijo Sigma, volteándose hacia el monitor. – Aunque, si quieres saberlo, le debo mucho a mi querido colega y benefactor."
– ¿Y quién es ese? – preguntó Zero.
Aunque ellos no podían verlo, Sigma sonrió. – Alguien con quien ustedes dos están muy bien familiarizados. Después de todo, de no haber sido por él, el Dr. Cain jamás habría llegado a ninguna parte contigo, X.
Ambos Hunters se dieron cuenta de quién estaba hablando. – ¿Qué hay del Dr. Cain? – preguntó X.
– Nos estamos encargando muy bien de él. – le dijo Sigma. – Relájate, no lo lastimaremos. Y la hija de Fujiwara debe estar en camino hacia donde él se encuentra ahora.
Arcadia, residencia Fujiwara...
Cuando estaba a punto de abandonar la propiedad del Dr. Fujiwara, con la intención de cerrar la puerta tras de sí, Roll encontró muy extraño que no hubiera vuelto a casa a su hora usual. Cierto, ella sabía que Chiyo ya era una joven adulta, pero dejarla sola la ponía algo nerviosa. Trató de llamar al Dr. Fujiwara, pero este no respondió. Roll trató de no alterarse demasiado por ello, pero cuando trató de contactar a quien fuera en el laboratorio, le dijeron que Fujiwara no estaba. A dónde, nadie lo sabía, y ya que se había ido relativamente temprano, considerando que solía trabajar hasta muy tarde, nadie sabía cuándo regresaría.
Así que tuvo que volver y esperar en la casa, aunque fuese sólo para tener algo de paz mental. Al menos Chiyo no estaría sin supervisión. Al llegar la mañana, volvió a llamar al laboratorio, pero Fujiwara seguía sin volver. Y aunque Roll todavía encontraba la situación muy extraña, fue cuando no logró contactar al Dr. Cain que comenzó a preocuparse. Así que llamó al cuartel general en Arcadia para que revisaran su casa. No pasó mucho antes de que le dieran la noticia de que el Dr. Cain había desaparecido, y parecía que su casa había sido invadida violentamente.
Fue entonces cuando llamó al cuartel general de Abel City, pero nadie los había visto. Lo del Dr. Fujiwara era extraño; lo del Dr. Cain era algo de lo cual preocuparse, pero lo que Trinity le dijo a continuación hizo que sus circuitos se congelaran.
...
– ¿Puedes contacta contarle esto? – preguntó Roll, sin siquiera mencionar a Zero.
– Él y Zero han sido enviados a investigar la señal que rastreamos. – respondió Trinity.
– ¿Y en dónde está ese lugar? – cuestionó Roll.
– Eso es clasificado. – le dijo Trinity. – Colocaremos un informe de persona desaparecida para el Dr. Cain. Gracias por notificarnos; le retransmitiré la información al Comandante Sigma una vez que recuperemos el contacto.
– ¿Están teniendo problemas de comunicación?
– Desafortunadamente. – respondió Trinity. – No puedo decirte dónde se encuentra X, pero te alertaré cuando hayamos recuperado el contacto con él.
– Sí, por supuesto. Gracias.
Ahora tampoco su hermano podía ser localizado, y más preocupante aún, tampoco el Comandante Sigma. Pero lo más perturbador de todo era que el reploide rojo que había ido con X también estaba desaparecido. No era que Roll estuviese preocupada por su seguridad, sino del hecho de que pudiera poner en peligro la seguridad de su hermano. Y si no salía de aquí, probablemente nunca tendría la oportunidad de descubrir qué habría pasado.
...
De vuelta en el presente, Roll inmediatamente se colocó entre los otros dos reploides y Chiyo, incluso aunque sabía que no podría ofrecerle mucha protección.
– Esto no tiene que terminar contigo clavada en mi cuerno. – le dijo Gravity Beetle a la rubia. – Sólo aléjate de la humana, y no tendremos motivos para lastimarte.
– ¡No! – espetó Roll, sujetando con fuerza la mano de Chiyo. – ¡Tendrán que matarme primero!
Boomerang Kuwanger se encogió ligeramente de hombros. – Muy bien. Pero recuerda, esto fue tu decisión. – dijo el reploide con forma de insecto. Roll se echó para atrás, arrastrando a Chiyo con ella, aunque ahora ambas estaban arrinconadas contra la ventana. – ¡Beetle! ¡Toma a la humana! Yo me ocuparé de su mucama.
Y entonces, a una velocidad tan increíble que ni Roll ni Chiyo (ni siquiera incluso Beetle) pudo verla, el insecto cornudo agarró a Roll por la muleca, alejándola de la humana que intentaba proteger.
– ¡Hey! ¡Suéltame!
Gravity Beetle cargó de frente, con las alas extendidas y moviéndose a la vez que sus componentes en movimiento emitían un sonido muy similar al de un martillo neumático. Intentó agarrar a Chiyo, pero en el último segundo, la chica se agachó por debajo del enorme reploide. Desafortunadamente, su cuerno se atascó en el agujero que había creado el invento de Chiyo, y se encontró atrapado. Empezó a jalar su cabeza una y otra vez, tratando de desatorarse, pero sus sacudidas destruyeron toda la ventana, enviando vidrios por todos lados mientras caía afuera. La salida de Beetle dejó un amplio espacio en donde antes estuvo una ventana y parte de la pared.
Kuwanger se lanzó hacia la ventana destruida y miró hacia afuera, en busca de cualquier señal de su hermano. Dejó a Roll de lado, y la reploide rubia agarró a Chiyo antes de empezar a correr hacia la puerta. Pero antes que ninguna de las dos pudiera alcanzarla, Kuwanger les bloqueó el camino.
– No tiene sentido que te mate. – le dijo Roll. – Por supuesto, tampoco tiene mucho sentido dejarte con vida.
Kuwanger dio un paso al frente, forzando a Roll y Chiyo a alejarse de la puerta. A medida que retrocedían, la reploide rubia vio el espacio abierto que Gravity Beetle había creado, dándoles una ruta de escape potencial. Sin embargo, la pregunta de cómo llegar abajo sin lastimar a Chiyo la detuvo de saltar. – Ustedes tuvieron algo que ver con que el Dr. Fujiwara no volviera anoche a casa, ¿verdad? – le preguntó Roll al escarabajo de pinzas, que asintió.
– El Dr. Cain también se encuentra con nosotros, pero no estaba tan dispuesto a venir. – La mirada de Kuwanger se enfocó en Chiyo. – No tenemos ninguna intención de hacerte daño. Tu padre hizo los arreglos para que viniéramos a recogerte.
– ¡¿Cómo te atreves a difamar así al Dr. Fujiwara?! – gritó Roll.
– Me sorprende que tú, de todos los reploides, lo defiendas, considerando que no eres más que un medio para sus fines.
Roll se mordió el labio y frunció el cejo. – No lo escuches, Chiyo. Está mintiendo. – le dijo, pero Chiyo no respondió. – ¿Chiyo?
Roll miró a la humana, y vio que en su rostro no había shock ni rabia, sino más bien una sensación de aceptación. Era obvio que, aunque a Chiyo no le había gustado lo que oyó, tampoco parecía sorprendida.
– ¿Cuándo empezó a planear todo esto? – preguntó la adolescente a Kuwanger.
Roll intentaba echar un vistazo de reojo sobre el borde de la ventana y pared destrozadas. El suelo estaba a varios pisos de distancia, pero ella podría soportar la caída. Mientras lo hacía, Kuwanger le daba su respuesta a Chiyo: – A principios de este año, de hecho. Y hoy, los esfuerzos de todos finalmente darán su fruto.
– ¿Esfuerzos para qué? – preguntó Chiyo.
– Eso no te concierne. – dijo Kuwanger. – Lo único que importa es que tú serás uno de los pocos humanos que serán perdonados. – Cruzó sus brazos. – Por ahora.
Base de Misiles...
– Desafortunadamente, no tengo tiempo de sentarme y detallarte todo en este momento. –dijo Sigma a los capturados y restringidos X y Zero. – Pero podrán ser testigos de los resultados del trabajo de todos. – Señaló el monitor que desplegaba la vista de Abel City.
– ¿Todos? – cuestionó Zero.
– Incluso con la ayuda de mi colega, no hay forma de que pudiéramos haberlo hecho por nuestra cuenta. – explicó Sigma. – Hay varios que finalmente han decidido aceptar la verdad sobre nuestra raza y nuestra gente.
– ¿Varios dedicados a ejecutar actos de terroristas? – preguntó X, aunque su tono no era tan hostil como el de Zero.
– ¿No has escuchado el dicho "un hombre que para algunos es un terrorista, para otros es un peleador por la libertad"? – replicó el más alto de los tres Hunters. – Por supuesto, en este caso el hombre se trata de la fuerza que debe ser reconocida. Tengan eso en mente, ustedes dos.
Se dispuso a marcharse, y X comenzó a forcejear tratando de soltarse de sus esposas.
– ¡Hey! ¡¿A dónde crees que vas?! – preguntó X.
– Tengo un anuncio del Día de la Independencia que debo hacer. – respondió Sigma, todavía de espaldas. – Y ni siquiera piensen en tratar de escapar. La base está muy bien custodiada, incluso para reploides como ustedes. – Continuó caminando hacia la salida, para abandonar la escasamente iluminada habitación.
– ¡Sigma, Comandante! ¡Espere!—gritó X. – ¡Aún podemos ayudarlo! ¡No está en sus cabales, no puede estarlo! ¡Todavía hay tiempo para conseguirle ayuda!
Las palabras de X hicieron que el comandante detuviera sus pasos. – Es una mentira.
– ¿Qué? – preguntó X, sin comprender.
– El virus, las fallas, todo. Ser un Maverick no significa lo que tú piensas. Mi mente nunca ha estado más clara, X. – Sigma se volteó para ver al Hunter azul, y luego se marchó, dejand Zero a solas en sus celdas, no sin antes terminar. – Y eventualmente, todos verán lo que tiene para ofrecer.
Alzó la mano, y un pequeño vapor de energía violeta se manifestó en su palma tras unos pocos momentos. Estaba ondeando, como la llama de una vela encendida, pero dentro de la forma en perpetuo movimiento, se había formado un cráneo, el cual los ojos azules de Sigma observaban mientras la llama danzaba antes de apagarse.
– "Deberías matarlo ahora, mientras aún tienes oportunidad."
Sigma sospechaba que su "amigo oculto" eventualmente emergería para dar su opinión. – "Esto no se trata de Zero." – le dijo a la entidad desconocida. – "Ten en cuenta que él no existiría de no ser por X."
– "¡Pero el azul es demasiado peligroso para dejarlo con vida!" – siseó el compañero invisible. –"¡No pudimos destruirlo entonces! ¡Tienes que hacerlo ahora!"
– "No hay ningún peligro." – le aseguró Sigma, mientras continuaba caminando hacia la salida de la base. – "Además, creí que querrías ver a la última creación de Light caer por tu propia mano."
Arcadia...
Roll se dejó caer libremente desde el segundo piso de la casa, viendo el suelo acercarse más y más con cada segundo. Sostuvo a Chiyo en sus brazos, esperando que su cuerpo soportara mejor el impacto. Afortunadamente, a pesar del choque, Roll se encontraba totalmente bien al aterrizar. Dejó a Chiyo en el suelo, pero apenas tuvo tiempo de ponerse de pie antes de ser arrastrada por Roll, y las dos comenzaron a correr para alejarse de la escena, siendo observadas por Kuwanger desde arriba.
– ¡¿A dónde vamos?! – preguntó Chiyo, apenas logrando mantener contacto con el suelo mientras Roll la arrastraba corriendo.
– ¡Abel City! – respondió Roll, llevando a Chiyo a una calle mucho más concurrida. – ¡Esos dos Hunters trabajan para ellos! Pero no queremos hacer una escena, tenemos que llamar la atención lo menos posible.
Luego bajó un poco el ritmo, navegando con cuidado por las calles hacia la estación. Chiyo sin embargo la obligó a detenerse.
– ¿Entonces por qué estamos aquí? – le preguntó. – ¿Qué está sucediendo?
– No lo sé. – confesó Roll. – Pero lo que sí sé, es que esos sujetos andan tras de ti, y dudo mucho que se detengan hasta que te atrapen. – De repente, los dos oyeron un grito a poca distancia, y al girarse vieron a Kuwanger y Beetle abriéndose paso por la multitud, pero nadie fue lo bastante tonto como para interponerse en su camino. – ¡Deprisa! ¡Los transportes están por aquí!
Roll casi arrancó los pies de Chiyo del suelo cuando comenzaron a correr de nuevo; la visión de los largos vehículos blancos que viajaban por el monorriel a Abel City le dieron un alivio momentáneo. Desafortunadamente, dicho alivio desapareció cuando Gravity Beetle aterrizó delante de la humana y la reploide, y al impactar hizo temblar una pequeña área a su alrededor.
– Puedo atravesarte aquí y ahora si no cooperas. – le advirtió a Roll el reploide más grande. – No es tu vida la que importa aquí, después de todo.
Roll y Chiyo se giraron para ver a Boomerang Kuwanger aproximándose.
– Tienes sólo una oportunidad más. – A diferencia de su hermano, el escarabajo de pinzas rojo mantenía la calma y la compostura. – Entrega a la humana, y no sufrirás daño.
Roll enrolló un brazo alrededor de Chiyo. Fue en ese momento que la reploide rubia se percató de que la humana había traído su invento consigo, y parecía a punto de usarlo.
– Todavía no. – le advirtió Roll, antes de encarar a sus agresores. – ¿Y qué pasará si no les creo?
– No importa si nos crees o no. De una forma u otra, tendremos lo que buscamos. – dijo Kuwanger, cruzando los brazos. – De hecho, te estaríamos haciendo un gran servicio. Para el final de este día, estarás libre de tus deudas a cualquier humano. – Sus ojos se centraron en Chiyo. – Especialmente de Fujiwara.
A pesar de que ya empezaba a creerse parte de lo que decían, Chiyo sintió una oleada fría de preocupación invadiéndola. – ¿Qué le han hecho? ¿Dónde lo tienen?
– Está con el Comandante Sigma mientras hablamos. – respondió Kuwanger. – Al igual que el Dr. Cain.
Los ojos turquesas de Roll se ensancharon. – ¿Y dónde está X? – preguntó.
– Nos estamos encargando de él. – aseguró Kuwanger. – Puede que en este momento no aprecie del todo la generosidad del comandante.
Roll miró a Beetle, luego a Kuwanger. Ella y Chiyo estaban arrinconadas sin ninguna forma de escapar.
– ¡AL SUELO! – escucharon todos gritar a alguien de pronto. Luego, una Ride Chaser de color verde saltó desde el suelo y le cayó encima en la cabeza a Beetle. La acción lo lanzó por la baranda y a caer directo al agua que estaba abajo. Firefly entonces se bajó de su motocicleta y dirigió su mirada a Roll y Chiyo. – ¿Se encuentran bien, señoritas?
– Lo estaremos, en cuanto salgamos de aquí. – respondió Roll.
– Salgan de aquí ahora. – dijo Firefly sacando su pistola de plasma. – Yo me encargaré de ellos.}
– ¡No puedes pelear contra los dos tú solo! – protestó Chiyo.
– ¡Puedo arreglármelas bien! ¡Sólo lárguense de aquí!
Roll se quedó en silencio, pero asintió al entender el mensaje. No la arrastró, pero sí usó su fuerza superior para dirigir a la humana hacia la estación. Mientras corrían, Chiyo miró atrás para ver a Firefly enfrentándose a Kuwanger, pero no había señal de Beetle. De cualquier manera, ni ella ni Roll estaban dispuestas a esperar y ver si aparecía, así que siguieron adelante. Afortunadamente, no les tomó mucho llegar a la estación, pero para su mala suerte, las filas eran muy largas.
– ¡Con permiso! ¡Perdón, discúlpennos! – se excusaba Roll mientras pasaban de largo a algunas personas y reploides antes que ella y Chiyo finalmente llegaran hasta uno de los vehículos. Las puertas se cerraron rápidamente, y el largo transporte blanco comenzó a moverse. Sin perder tiempo, Roll comenzó a contactar al cuartel general de Abel City. – Base Hunter, ¿pueden oírme? ¡Es una emergencia, por favor respondan!
Cuartel general de Abel City...
– ¡¿Qué diablos está sucediendo?! – se preguntaba Trinity mientras los navegadores continuaban recibiendo llamadas de toda la ciudad. Esto se estaba saliendo de control, pensaba la reploide de cabello rosa. A ese ritmo, toda la ciudad tendría que ser puesta en confinamiento. Y entonces, escuchó otra llamada en recepción. Al ver que todos los demás estaban ocupados, decidió responderla personalmente. – Está llamando a la Base Hunter de Abel City, ¿cuál es su reporte?
– ¡Gracias al cielo, por fin alguien contesta! – Trinity reconoció la voz, y también la sensación de pánico que estaba experimentando su interlocutora.
En Arcadia, el transporte finalmente salió de la estación y viajó por un riel hacia la ciudad fuera de la costa. Roll había entrado en el vagón trasero para evitar atraer demasiado la atención, y Chiyo se encontraba muy cerca de ella.
– ¿Cuál es su emergencia? – preguntó Trinity, todavía manteniendo su semblante profesional.
– Sé que esto sonará inaudito, ¡pero dos de sus Hunters nos están persiguiendo! – murmuró Roll, tratando de mantener la voz lo más baja posible para evitar causar pánico.
– ¿Qué? – preguntó Trinity. Cierto, estaba confundida, pero mantuvo la calma para pedir más información. – ¿Quién las está persiguiendo exactamente?
– Creo que son los dos hermanos insectos que tienen allá. – respondió Roll. – Los escarabajos rojo y azul.
– ¿Kuwanger y Beetle? – cuestionó Trinity. – Se supone que ellos deberían estar estacionados en la Torre de Telecomunicaciones. ¿Por qué las perseguirían?
– Dijeron que habían venido a buscar a la hija de Fujiwara. – explicó la reploide rubia. – Irrumpieron en la casa y trataron de llevársela, y ahora no tenemos a dónde ir excepto...
– ¡AHHH!
Roll y Chiyo voltearon para ver un enorme cuerno de metal atravesando el techo del transporte, y un par de manotas blancas comenzaban a abrirse paso por el agujero que había hecho.
Una vez que arrancó una porción considerable del techo, Gravity Beetle miró hacia abajo, escaneando a los pasajeros para encontrar a quién estaba buscando. Sorprendentemente, no vio señales ni de la mucama o de la hija de Fujiwara, hasta que vio que la salida de emergencia había sido abierta. Al levantar la cabeza por encima del transporte, Beetle vio a Roll colgando de un lado, con Chiyo aferrándose a su espalda. Luego, vio que otro transporte venía acercándose por el otro riel.
Roll también lo vio, juzgando la distancia entre ambos vehículos. No podía creer lo que estaba haciendo, pero ¡no había otra forma de escapar! Además, la seguridad de Chiyo era su prioridad principal.
– De acuerdo. – dijo Roll, viendo el vehículo acercándose. – ¡Ahora!
De una patada saltó fuera del transporte y voló por el aire momentáneamente, antes de lograr sujetarse del otro. Una vez que logró aferrarse, Roll se deslizó y trató de patear una ventana para abrirla, pero entonces vio a Gravity Beetle volando encima de ellos, con un pequeño orbe de energía oscura pulsante entre sus dos manos luego de juntarlas.
– "Lo que sea que esté haciendo, no es nada a nuestro favor." – pensó Roll. Empezó a escalar hacia el techo con Chiyo, y vio que Beetle disparaba la energía que estaba acumulando; el orbe completamente negro golpeó las vías y desintegró totalmente la sección donde impactó. La acumulación de energía se tragó en la oscuridad la segunda sección de las vías, y al minuto siguiente, desapareció, dejando una enorme brecha vacía. Fue como si no hubiera existido en primer lugar.
El vehículo blanco hizo chirriar los frenos para detenerse, logrando parar a pocos centímetros de la sección desaparecida, apenas evitando irse al vacio. Gravity Beetle continuó volando por el aire, mirando desde arriba a Roll y Chiyo.
– ¡Última oportunidad! – les gritó. – ¡Entrega a la humana, y tal vez salgas de esto con vida!
Roll se quedó en silencio; Chiyo todavía se aferraba a ella, tratando de decir que todavía necesitaba el apoyo del cuerpo más fuerte de la reploide mucama.
– ¡Le harás un favor si te rindes! – continuó amenazando Beetle a Roll. – ¡Después de hoy, todos en esa ciudad la querrán ver muerta!
Y entonces, como si no estuvieran siendo obligadas a tomar más maniobras arriesgadas, ambas vieron que otro vehículo se acercaba por la vía junto a la que había sido dañada. Roll se preguntó si deberían arriesgarse. Igual que antes, sólo habría una oportunidad, y no había lugar para errores.
Pero dejar que ese bicho enorme de color azul se fuera con Chiyo no era una opción. Así que, con otro salto de fe, Roll de nuevo se lanzó hacia el otro vehículo de transporte, mientras la humana a su cuidado se sujetaba de su espalda. Gravity Beetle respondió lanzándose en picada contra ambas. Alargó los brazos tratando de al menos agarrar a la humana, pero antes de poder hacerlo, una ráfaga de viento lo tomó por sorpresa, sacándolo de balance y enviándolo a volar de espaldas.
Se giró para ver que a un pájaro robótico era quien lo había atacado.
– ¡Storm Eagle! – gritó Roll, agradecida de que llegara la ayuda.
– ¡Ve al cuartel general! – dijo la majestuosa ave de presa. – ¡Yo me encargaré de él!
– ¡Gracias!
Gravity Beetle volvió a lanzarse, pero esta vez Storm Eagle se interpuso para detenerlo, y el vehículo de transporte donde estaban Roll y Chiyo continuó su trayecto hacia Abel City. Nuevamente, Storm Eagle encaró a Gravity Beetle.
– ¿Qué significa esto? – preguntó. – ¿Por qué las persigues?
– ¡Pregúntale al Comandante! ¡Pronto estará anunciándolo para la buena gente de por allá! – respondió el insecto volador, señalando hacia Abel City.
– ¿A qué te refieres? – cuestionó Eagle a su colega Hunter. – ¿Sabes dónde está el Comandante? ¡Dímelo ahora!
– Nunca lo encontrarás. – dijo Beetle. – A menos, claro, que estés dispuesto a participar en el nuevo mundo que va a crear.
– ¿Nuevo mundo?
– Exactamente. – respondió Beetle. – Y para cuando esto termine, no quedará ni un solo humano vivo en esa ciudad.
Antes que Storm Eagle pudiese preguntar más al respecto, el insecto metálico se lanzó hacia el pájaro, con la punta de su cuerno reflejando la luz solar que caía desde arriba de ellos.
Base de Misiles...
– No gastes tu energía, es inútil. – le decía Zero a X, que seguía buscando la forma de soltarse de sus esposas.
– Pero... – X quería protestar, pero en última instancia sabía que el Hunter rojo tenía razón. No tenía forma de soltarse. Ni siquiera podía retraer su mano para reemplazarla por su buster, ya que las esposas lo tenían paralizado de las muñecas.
Sin más opciones, el reploide azul observó la pantalla que mostraba la imagen de Abel City. Todos en ese lugar ignoraban por completo lo que Sigma planeaba para ellos; incluso los propios X y Zero no estaban seguros de qué estaba tramando. ¿Qué planeaba hacer con todo esto? O mejor aún, ¿qué podían hacer ellos al respecto, si acaso había algo? Sigma tenía todas las oportunidades del mundo para liquidarlos, ¿por qué los dejaba simplemente como prisioneros?
Cualquiera que fuera el caso, él y Zero tenían que salir de aquí, y antes que alguien viniera a sacarlos de sus celdas, X tenía el presentimiento de que algo iba a suceder. Pero al pensar en esto, se acordó de lo que sucedió antes que Sigma los hubiera encerrado.
X no había dicho nada en contra de Zero, pero tampoco recordaba haberlo defendido o dicho algo a su favor. No habían hablado mucho desde que los encerraron, ya que X estaba más pendiente de tratar de liberarse, pero en retrospectiva, ahora se daba cuenta que Zero había permanecido mayormente en silencio. Y aunque no podía ver al Hunter rojo, no pudo evitar imaginarse una expresión deprimida en la cara de su amigo.
– ¿Zero? – habló X, pero no recibió respuesta. – Um, sobre lo que pasó antes, yo...
– X. – lo interrumpió Zero. – Ahora no.
– Pero...
– Ahora. No.
X captó el mensaje y cerró la boca. Miró hacia el suelo y cerró los ojos. Era patético, pero no podía hacer otra cosa más que lamentarse por su estupidez. Odiaba admitirlo, pero Sigma tenía razón. Una vez más, había fallado en tomar acción.
Y ahora, quizás todos sufrirían las consecuencias, todo porque él no actuó para hacer lo que había que hacer.
Abel City...
Al llegar, Roll saltó del techo del vehículo y corrió hacia el edificio del cuartel general, con Chiyo siguiéndola muy de cerca. Afortunadamente, el cuartel general no estaba muy lejos, así que pudieron llegar allí en poco tiempo. Aun así, ni la reploide ni la humana podían permitirse perder ni un segundo, por si las atrapaban, por lo que Roll corrió hacia la entrada y tecleó el código de acceso para permitirles a ella y a Chiyo ingresar.
Cuando entraron, sin embargo, encontraron a alguien esperándolas. A-1 estaba parado cerca de la entrada, luego de recibir la noticia de que las dos estarían llegando, y la situación en la que estaban.
– ¿Todavía alguien las está persiguiendo? – le preguntó a Roll.
– No estoy segura. – admitió. – Storm Eagle llegó al último segundo para salvarnos, pero los que vinieron a perseguirnos dijeron que venían por ella. – Señaló a Chiyo, que no había dicho ni una palabra desde que llegaron. Pero ya que estaban aquí, Roll decidió que era tan buen momento como cualquiera para preguntar. – ¿Alguien sabe dónde fue mi hermano?
A-1 miró alrededor para verificar que no hubiera nadie cerca. Algo bueno de que sus fuerzas estuvieran tan dispersas era que no tenía que preocuparse de que alguien estuviera oyendo. – Él y Zero fueron a la Base de Misiles, pero no hemos tenido noticias suyas desde que nos notificaron que habían llegado.
– ¿Y cuándo fue eso? – preguntó Roll.
– Hace demasiado. – dijo A-1. – Y por eso es que planeo verificarlo.
– ¿Lo harás?
– Sí, pero no se lo digas a nadie. – pidió el navegador con orejas de conejo. – Se supone que todavía debo estar entregando papeleo.
– Tu secreto estará a salvo conmigo. – respondió Roll.
– Espera. – intervino de repente Chiyo. – Si dos de sus mejores hombres se encuentran posiblemente en problemas, ¿qué te hace pensar que tú tienes una oportunidad?
– Lo admito, no la tengo. – confesó A-1. – Pero tengo una idea de cómo colarme allí en caso de que haya problemas, sólo por si el área está vigilada.
– ¿Vigilándola contra sus propios Hunters? – preguntó Chiyo. – ¿Los que son dueños de la base para empezar?
A-1 suspiró. – Entiendo por qué viniste aquí, pero creo que habría sido más seguro que te quedaras en Arcadia que aquí.
Antes que alguien pudiera preguntar lo que quiso decir, A-1 recibió un mensaje de Trinity. – Sí, habla A-1. – respondió, y de repente abrió los ojos del shock. – ¡¿Qué?! ¡¿Lo hiciste?! ¿Cuándo? – Aun sin tener el contexto, Roll y Chiyo continuaron escuchando. – Uh, sí, claro, ya voy en camino. – Y terminó la llamada.
– ¿Qué sucede? – preguntó Roll.
– El Comandante Sigma acaba de contactarnos. –respondió A-1.
– ¡Oh, grandioso! – dijo Roll. – Tal vez haya vist ese otro reploide.
Ese otro reploide tenía un nombre, pero Roll sospechaba que A-1 sabría a quién se refería. Desafortunadamente, en lugar de compartir la misma pequeña esperanza que ella, el pequeño navegador no parecía verse optimista.
– ¿Qué? ¿No son buenas noticias?
– No lo creo. – A-1 negó con la cabeza, y antes que Roll o Chiyo pudieran interrogarlo más, se marchó. – ¡Tengo que irme, intentaré darme prisa!
Después que salió corriendo, las dos se quedaron solas, sin estar seguras de qué hacer. Pero si lo que había dicho A-1 era cierto, tal vez Roll podría preguntarle a Sigma en persona si sabía sobre el paradero de X. La rubia trajo a su compañera humana con ella a la sala de reuniones, oculta detrás de una esquina para espiar lo que estaba sucediendo. Sigma estaba presente en un proyector holográfico, mostrándose sentado en una locación desconocida, con una luz iluminándolo desde arriba y enmarcando sus rastros. Parecía tener una especie de tela alrededor de los hombros que parecía una capa roja. Tanto Hunters como navegadores se reunieron alrededor para ver a su comandante, a partes iguales aliviados y confusos.
Sin que ninguno de ellos lo supiera, sin embargo, los Hunters no eran los únicos que recibían el mensaje de Sigma. Cada pantalla, monitor, y cualquier cosa con señal en la ciudad estaba mostrando la imagen de Sigma. Y desde su confinamiento, X y Zero veían el rostro de su líder reemplazar la vista aérea de Abel City.
– Saludos, ciudadanos de Abel City. – habló el reploide de gran estatura dirigiéndose a todos, humanos y máquinas, mientras observaban con confusión e intriga. – Como ya sabrán, este día significa una gran victoria para aquellos que viven en occidente. Aunque el triunfo sobre los británicos no sucedió hasta otra fecha más tarde, este día sin embargo marca el día que algunos hombres selectos firmaron un documento declarando su libertad y separación del gobierno del imperio británico.
Todos los que escuchaban estaban atónitos ante lo que sucedía. Desgraciadamente, el mensaje no podía ser rastreado, así que era imposible discernir la ubicación de Sigma. A pesar de todo, los residentes de Abel City seguían escuchando su mensaje.
– Pero no es solo en occidente que los países o grupos de personas celebran su libertad, y más y más victorias se ganan cada día. Lo que me lleva a lo que deseo decirles a todos el día de hoy. – les dijo, y luego mantuvo el silencio tras sus palabras por unos momentos. Todos esperaron con anticipación. – Desde mi creación, se me ha dicho que los reploides son la forma más alta de creación robótica que la humanidad jamás haya construido. Y aun así, somos hermanos en armas con aquellos que nos hicieron, nuestros creadores.
Unos muy desconcertados Fumiko y Kenichi se encontraban en medio de la ciudad, observando mientras el Hunter continuaba.
– Antes de tener mi alarmante revelación, solía creer que este era el futuro que el hombre detrás de nuestro diseño, el Dr. Thomas Light, deseaba para nosotros. – dijo Sigma. – Un mundo donde toda la vida, orgánica o mecánica, sea capaz de vivir lado a lado como iguales, contribuyendo a un mundo mejor y más avanzado.
Todos los que escuchaban y veían seguían sin entender lo que estaba tratando de decir, pero cualquier duda terminaría muriendo en los próximos segundos.
– Pero, desafortunadamente, como el tiempo lo ha demostrado una y otra vez, este no es el caso. Ya que jamás podremos ser iguales. No cuando los humanos todavía tienen un lugar por encima de nosotros.
Las últimas palabras dejaron a todos los televidentes congelados. En el cuartel general de Abel City, Hunters y navegadores ahora estaban discutiendo lo que su comandante estaría tratando de decir con todo esto, mientras Roll y Chiyo observaban desde lejos.
– Muchos no entenderán mis acciones ahora, y tal vez me consideren un traidor, pero estoy hablando por el bien de mi gente. El progreso no se logra con intercambios diplomáticos ni tratando de apelar con aquellos que detienen el proceso natural de evolución. Sólo se logra a través de grandes sacrificios y dificultades.
Chiyo no estaba segura si Roll lo habría sentido, pero en ese momento su estómago empezó a revolverse.
– Y la humanidad en sí misma es un obstáculo para la evolución de los reploides. – dijo Sigma. – Aunque es una verdad dura, incluso en este mundo tecnológicamente avanzado, el mundo y todas las criaturas que habitan en él siguen la regla más básica de la supervivencia del más apto. Y ahora, luego de considerarlo enormemente... – sonrió a continuación – ... he decidido que la humanidad ya no tiene el derecho de dominar este planeta. Ahora, es nuestro turno.
De repente, se oyó lo que parecía una puerta abriéndose. Un científico muy familiar apareció en la pantalla.
– ¡¿Qué demonios significa esto?! – Era el Dr. Fujiwara gritando, claramente furioso.
– ¡¿Papá?! – susurró Chiyo, preguntándose qué estaba haciendo con Sigma.
– ¡Habías dicho que la ciudad sería MÍA para tomarla!
El científico comenzó a lanzar una perorata de quejas contra Sigma, pero el comandante de los Hunters ni se inmutó ante el arrebato del humano.
– Desafortunadamente, Doctor, parece ser que para que nosotros podamos prosperar, la humanidad ya no tiene un lugar en este mundo. – Se levantó de su asiento, que parecía casi un trono. – Aunque debo admitir que usted sirvió bien a mi causa, tal vez haya un futuro para su raza después de todo. Usted, por ejemplo, servirá para demostrar lo que le sucederá a los que se atrevan a oponerse a nosotros.
Lo que sucedió a continuación dejó en shock a todos los que estaban observando; algunos se rehusaban a creer que hubiera sucedido. Pero así fue, y enfrente de los ojos de todos, con un rápido movimiento, Sigma desenfundó su sable, y la hoja de energía atravesó el pecho de Fujiwara, saliendo por su espalda.
El científico cayó de rodillas, agarrando débilmente el borde aunque le quemaba los dedos. Fue entonces que miró a Sigma, con los ojos muy abiertos ante la terrible compresión de lo que estaba a punto de suceder.
Aunque la hoja de energía inmediatamente cauterizó el área donde había sido apuñalado, el Dr. Fujiwara pudo sentir el daño a sus órganos vitales adentro. Aquellos que observaban vieron cómo Sima extraía su sable fuera del pecho del humano antes de volver a alzarlo.
– Ch-Chiyo... – murmuró.
Y entonces, con un solo movimiento, Fujiwara ya no supo más. Su cuello no fue rival para la energía ardiente que componía el sable. Aunque nadie vio cómo la cabeza de Fujiwara caía de su cuerpo, se quedó rígido y tieso al caer al suelo, ya que la cámara se alejó de él y volvió hacia Sigma.
– Desafortunadamente, debo terminar aquí mi transmisión, pero tengo una última cosa que decirles a los humanos que se encuentran en esta ciudad. – Levantó un interruptor que tenía en su mano. –Con sólo presionar este botón, tendré acceso a cada mecaniloide conocido que se encuentre dentro de los límites de la ciudad. Y muy pronto, la ciudad será separada de la tierra principal, dejándola en esencia incomunicada del resto de Japón. Y sólo para asegurarme de que el resto del mundo entienda nuestro mensaje, para el anochecer todos sus propios misiles serán enviados a su querida ciudad.
Nadie dijo una palabra, ya que muchos todavía trataban de comprender lo que acababan de ver.
– Dicho eso, tenemos lugares para refugios, en caso de que suceda algo tan aterrador, pero admito que me siento con ganas de... experimentar. – Sigma presionó el botón. – Todas las rutas de acceso a la ciudad están a punto de ser destruidas, aunque cualquiera es libre de tratar de escapar. Eso es todo. Bienvenidos a la nueva era. – Sigma sonrió siniestramente. – La era de los reploides.
Y entonces, Sigma desapareció de las pantallas. El antiguo Hunter se sentó en una espaciosa cámara con un trono, observando el cuerpo de Fujiwara tendido en el suelo. Su nuevo cuartel general se encontraba lejos de la ciudad, pero no tan lejos como para no ver lo que estaba sucediendo.
Sin duda alguna, la población pronto descendería en un pánico caótico, corriendo en desorden para tratar de escapar de lo inevitable. Pero esto era sólo parte de su plan, ya que los humanos no eran los únicos para quienes tenía un mensaje. De inmediato contactó a varios Hunters estacionados en áreas por toda la isla, dando una orden fuerte y clara.
– A todos y cada uno de los que se rebelen: mátenlos.
Esta historia continuará...
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