Desprecios
Se movió, y X recibió un recordatorio de la impresionante velocidad y agilidad del antiguo Hunter, cubriendo la distancia entre ambos en poco tiempo y esfuerzo. Con un poderoso salto de frente, Vile aterrizó en el lado opuesto de X, observando al otro reploide con considerable desdén.
Al menos, eso fue lo que asumió el Hunter azul. Los rasgos de Vile seguían ocultos debajo de su casco y las placas faciales.
– Lo sabía. – se burló, y sus ojos ocultos examinaron el cadáver recién caído de Armadillo. – Se pasó todo este tiempo quejándose de tu falta de progreso, pero ni siquiera él era capaz de hacer lo necesario en el momento de la verdad. – El reploide de color violeta giró su atención hacia X. – Y a juzgar por el hecho de que estás aquí, asumo que ya encontraste la cápsula.
X no le respondió, pero su silencio fue respuesta más que suficiente.
– Maldición. – siseó Vile. – Debí imaginarme que la guardaría en un lugar como este...
El Hunter azul se había quedado casi sin habla. Casi, ya que apenas tuvo suficiente fuerza para decir una sola cosa. – ... ¿eso es todo?
– ¿Eh? – Vile ladeó su cabeza.
– ¿Eso es todo lo que tienes que decir? – dijo X, cuyos ojos verdes observaban a los caídos, Armadillo y el Met. – Acabas de asesinar a uno de tus propios aliados de tu sistema de apoyo, ¿y lo único que se te ocurre preguntar es dónde guardaba un tesoro secreto?
– Oh, ya deja esa basura. – se burló el ex-hunter violeta. – Ambos sabemos exactamente de lo que hablo, así que no te molestes en fingir que no lo sabes. Lo que me lleva a mi pregunta: ¿dónde está?
El otro reploide apretó sus labios. – ... En este momento, está fuera de tu alcance. Aunque apenas tengo alguna idea de lo que es.
– Pero es de "él", ¿verdad? El hombre que te creó, el Dr. Light, ¿no? – cuestionó Vile. X no le respondió, pero su silencio fue suficiente. Vile dio un paso al frente. – Entonces eso es todo lo que importa. Ahora entrégamelo.
– ¿Q-qué? – El Hunter azul apenas podía creer lo que escuchaba.
– ¿Acaso Armadillo te golpeó demasiadas veces la cabeza? – Vile señaló en dirección a la otra máquina. – Te dije que, lo que estaba oculto allí dentro, lo que encontraste, es mío ahora.
X todavía seguía sin entender del todo a donde querría llegar Vile. Cierto, entendió que ese "Entrégamelo" se refería a la mejora que recibió de la cápsula del Dr. Light, pero ¿cómo esperaba Vile que él le concediera dicha petición? No que él fuese a acceder de buena gana, pero X concluyó que su antiguo aliado ni siquiera consideraría su respuesta de todos modos.
Dicho eso, sí tenía una respuesta que darle. – No.
– ¿No?
– No hay forma de que deje algo como eso en tus manos. – dijo X. – Además, aunque quisiera entregarte lo que recibí, no tengo idea de cómo hacerlo en primer lugar.
Vile se rio, y empezó a apuntar con el cañón de su hombro en dirección a X. – Por desgracia para ti, no me importa un maldito cuerno tu aprobación o la de nadie.
Dicho eso le disparó, forzand agacharse para evadir y forzándolo a ponerse a cubierto tras unas rocas cercanas. Vile siguió gritando mientras continuaba descargando disparos contra él.
– En cuanto a esa nueva habilidad especial que conseguiste, ¡te la voy a arrancar de tu CPU! – prometió en voz alta. – ¡Cuando estés MUERTO!
...
El viaje desde el fondo de este lugar hasta la parte superior llevaría tiempo, eso lo sabía. Era imposible acelerar más, incluso si conocía la estructura de la mina. Aun así, pese a todo, Zero no pudo evitar seguir presionándose a seguir adelante, escalando más y más alto, para con algo de suerte ganar algo de tracción.
Zero siguió subiendo, esperando que al menos X se mantuviera lo bastante vigilante para cuidar de sí mismo, aunque dudaba que fuera a disparar cuando fuera necesario, incluso contra Armadillo. Una parte de él suspiraba de frustración, y la mitad de él quería estrangular al reploide azul por su constante tendencia a dudar, pero para hacer eso, primero necesitaba que X se mantuviera con vida. Así que continuó con su viaje hacia arriba, todo el rato comenzando a sospechar quién fue el que lo atrapó en las profundidades de la mina en primer lugar.
...
– ¡No podrás esconderte para siempre, cobarde! – rugió Vile, mientras seguía disparándole a su objetivo escondido, destruyendo y erradicando toda la roca que lo rodeaba a su paso. – ¡Sólo uno de nosotros saldrá con vida de este lugar, y por los mil demonios no vas a ser tú!
En ese momento, si no intentaba hacer algo rápido, la promesa de Vile probablemente se convertiría en realidad. Aun así, por ahora, lo mejor que X podía hacer era tratar de cubrirse y rodear para ponerse detrás de su agresor, pero el fuego continuo hacía que la acción fuese casi imposible, ya que el ex-Hunter tenía cubiertos ambos lados de la barrera rocosa, impidiéndole retirarse por cualquier dirección.
Aun así, independientemente de ello, ambos sabían que la ráfaga de municiones y explosiones no durarían para siempre, lo cual quedó demostrado unos pocos minutos después cuando el cañón en el hombro de Vile finalmente cesó de disparar balas, emitiendo un zumbido bajo desde el arma que indicaba que seguía operativa, pero necesitaba más combustible.
– Hm. Le dije a Fujiwara que incrementara la salida de munición. – señaló el reploide de armadura púrpura.
Eso ya no importaba, viendo que el hombre ya estaba muerto, y su cuerpo probablemente fue destazado por peces carnívoros en algún lugar en el fondo del océano, pero Vile recordó expresar su insatisfacción con el científico humano en relación a su querida artillería. Pero el director de ciencia japonés se rehusó a hacerle más alteraciones, diciéndole algo de que la munición seguía siendo experimental y de naturaleza potencialmente volátil, sin mencionar que vaciar una cantidad tan masiva en tan poco tiempo era considerado un desperdicio. Así, cada cinturón era construido con una cantidad específica, tanto por precauciones de seguridad como para evitar que el arma fuera potencialmente a sobrecargarse debido a la alta energía liberada con cada disparo del cañón. Vile una vez más lamentaba las restricciones, pero podría hacer mejoras un poco más tarde.
Con Fujiwara fuera del camino, este bebé era suyo. Y nadie volvería a restringirlo.
Aun así, primero lo primero: obtener esa mejora que X había recibido de la cápsula. Aproximándose al conjunto de rocas dañadas que había quedado reducido mayormente a ser partido por la mitad en este punto, Vile espió alrededor de la cocina para no encontrarse a nadie a la vista.
– ¿Qué demo...? – se preguntó en voz alta, mirando para ver si había algún rastro o señal de azul o blanco, examinando con cuidado el pequeño espacio, pero se encontró sin ver nada ni a nadie.
Al menos, no al principio.
*¡CLICK!*
Un sonido agudo de un mecanismo cerrándose le llegó a sus audio receptores. Vile estuvo a punto de darse la vuelta hasta que se dio cuenta que sus muñecas habían sido sujetadas, aunque aún algo separadas, y sus brazos eran restringidos detrás de su espalda por un par de esposas de estasis que su oponente planeaba usar antes con Armadillo.
– Tú... – murmuró Vile, perplejo por las acciones de su adversario, pero la sorpresa no duró casi nada, ya que una rabia ardiente pronto se apoderó de él. – ¡Bastardo cobarde! ¡Ni siquiera puedes terminar el trabajo! ¡No me extraña que no lo hayas terminado en la carretera!
X no le respondió, sólo se quedó mirando a Vile, aunque seguía vigilando sus movimientos con cautela. Podría haberse hecho cargo de sus brazos, pero sus piernas seguían libres.
– ¿El hecho de que ambos somos parte de la misma causa no significa nada para ti? – cuestionó el Maverick Hunter a su antiguo aliado. Aunque estaba estirando mucho la verdad. Siendo honesto, aunque lamentable, al parecer él y Vile nunca podrían establecer una conexión más allá de la hostilidad. – ¿No significa nada para cualquiera que se haya ido con Sigma?
Vile sólo resopló como respuesta, girando su cabeza como si la imagen del propio X le causara repulsión a la otra máquina. X suspiró.
– Armadillo me contó sobre el retiro de los robots. – le dijo. – Me lo dijo antes que tú...
– Oh, ¿así que lo sabía? – Esta pequeña pieza de información pareció intrigar al ex-hunter violeta. – ¿Cuánto te dijo?
– Lo suficiente para hacerme una idea general de lo que pasó, más o menos. – respondió X. – Sé que, acorde con los registros oficiales, supuestamente no quedan otros robots del año 20XX que existan en esta época.
– Tú realmente no crees eso, ¿verdad? – cuestionó Vile. – ¿No crees que todos ellos se hayan ido?
X se mordió el labio. La verdad, no podía decirlo, pero aunque pareciera un poco extraño hasta cierto punto, empezó a hacerse algunas preguntas desde que una figura en particular se hizo notar durante la misión para recuperar la planta de energía.
– Bueno, de cualquier manera, no haría diferencia. – se burló el otro reploide. – En esencia eso demuestra lo que ya hemos sabido todo el tiempo, y entre más pronto te des cuenta de esto, mejor.
– ¿Que nosotros y la humanidad no podemos sobrevivir juntos? – cuestionó X.
– Eso también, pero hay más. – respondió Vile. – El retiro demostró que esos primates tomarán represalias en el instante que crean que nosotros PODRÍAMOS cruzar alguna línea, a pesar de que las circunstancias las crearon ellos mismos. No pudieron defenderse en ese entonces. Nosotros no tenemos esa restricción. Sigma demostró eso con Fujiwara.
– ¡¿Y la violencia tiene que ser la respuesta a resolver este problema?! – cuestionó X, cada vez más frustrado. – ¡¿No fue la violencia lo que casi resultó en que toda la raza de los robots fuese erradicada?!
– ¡Ellos no habrían muerto si hubieran podido actuar en contra de su programación inicial! – le espetó Vile. X no pudo decir nada. – Este es el curso natural de las cosas, tú grandísimo idiota ingenuo. – Un compartimiento se abrió en su rodilla derecha, revelando el barril plateado de un arma. – No es diferente de ninguna otra criatura viviente. ¡O evolucionas, o mueres!
La pistola oculta incrustada en su rodilla disparó, golpeando directamente a X en la pierna izquierda, atravesando la superficie hasta el otro lado y haciendo trizas una roca de tamaño mediano en el extremo opuesto. El reploide azul gritó de dolor, inmediatamente sintiendo que parte de su movilidad se veía comprometida por el daño recibido, pero aún podía moverse lo bastante bien. Vile disparó de nuevo, forzand ocultarse detrás de más barreras rocosas, aunque estos refugios fueron solo temporales debido a que la otra máquina no cesaba en absoluto, y siguió gastando sus reservas hasta que su rodilla derecha quedó prácticamente vacía de munición.
Desde su escondite, X miró su buster, y en efecto tenía la sensación de que no había más opción que utilizarlo. No había más opción que abatir a disparos a un antiguo aliado, pero había recibido daño, y el Met desafortunadamente había sido despachado, junto con Armadillo.
¿Tenía que añadir a otro a la pila de muertos, aunque se tratara de alguien como Vile?
Un disparo muy cercano hizo mella en su mejilla, sacándolo de su estupor y trayéndolo de vuelta a la acción. X finalmente lanzó un disparo desde su buster, aunque fue uno con apenas suficiente fuerza detrás de él para causar algún efecto. Como esperaba, la ráfaga amarilla de plasma impactó en el cañón de la rodilla de Vile, y la energía envió ondas de choque a través del cuerpo parcialmente atado del Maverick violeta. El ex-Hunter intentó volver a disparar otra vez, sólo para darse cuenta que las reservas en su rodilla se habían agotado.
No importaba, todavía tenía la otra rodilla para hacerlo...
Pero antes de que pudiera abrir el compartimiento, sintió una presencia alzándose sobre él, y al mirar atrás, alcanzó a ver un destello rojo en el último segundo antes que lo siguiera un brillo dorado, que salió disparado hacia el Maverick y fallando apenas por mínima distancia. Saltando hacia atrás, Vile se percató que ya no estaba solo, sino que el maldito Demonio Rojo acababa de hacer notar su presencia. Luego de unos minutos de silencio, Vile en última instancia decidió que las posibilidades no estaban ya a su favor, y lamentablemente esto tendría que esperar para otra ocasión.
Huyendo en carrera, Vile se escapó dirigiéndose hacia los túneles y cavernas de la mina, permitiéndole a X salir de su escondite, aunque lo que se encontró fue la imagen de un Zero que se veía poco complacido, con los labios apretados y los ojos muy entrecerrados con decepción.
Cuartel general subterráneo de los Maverick Hunters...
– ¿Y eso fue todo? – cuestionó Ai. – ¿Se fue así sin más?
Signas asintió, entregándole el disco a la navegadora rubia, que empezó a examinarlo visualmente. – Estaba cojeando un poco, pero no dejó que ninguno de nosotros lo tocara. – explicó el oficial de armadura oscura. – Personalmente yo no lo creía, pero se fue antes que pudiéramos llamar al escuadrón médico.
– Entonces está evitando activamente las reparaciones, ¿eh? – se preguntó Ai en voz alta. – ¿El Comandante Zero está seguro de que no tiene conexión con Sigma de ninguna forma?
– Aún no se lo he preguntado. – admitió Signas. – Sin embargo, no hay pruebas definitivas para confirmar o negar nada. Hasta donde sabemos, este sujeto llamado B. sólo revelará lo que quiere, y cuando quiera hacerlo.
La rubia se quedó pensativa, mientras continuaba observando el disco que el Hunter había recibido afuera en la ciudad. – Bueno, si continúa rehusándose a recibir reparaciones, entonces lo mejor será no dejar que su eventual sacrificio sea en vano, ¿verdad?
Con eso, se fue a examinar la información que contenía el disco, y Signas la siguió. Sin embargo, ninguno de los dos tenía idea de que su intercambio de noticias había sido escuchado por alguien más fuera de su vista.
Roll salió de detrás de la esquina y suspiró, mordiéndose el labio ya que estas noticias servían tanto para consolarla como para preocuparla. El hecho de que el disco había sido entregado le daba el consuelo de que Ray B. se encontraba bien. Por supuesto, el alivio que sintió no duró mucho al escuchar que también rechazaba recibir tratamiento, muy probablemente para ocultar algún daño al no llamar la atención.
– "Suena como alguien que conozco." – pensó Roll para sí misma antes de pausar. – "... Bueno, que solía conocer."
Negó con su cabeza, regañándose a sí misma por irse por la tangente. Cierto, las memorias recientes que mencionaban su muerte no eran agradables, pero tenía que reconocerlas. Blues querría que ella siguiera adelante, igual que Rock.
Por su hermano menor.
– ¡Todavía no puedo creer que hayas dejado que te emboscara!
– ¡Estaba logrando razonar con Armadillo antes que Vile decidiera intervenir!
– ¿Hm? – ¿Qué sido eso?
– ¡Razonar nada! ¡Él habría acabado contigo en el segundo que se rompió ese hielo, y lo sabes!
– ¡¿Qué pruebas tienes de que lo habría hecho?!
– ¡¿Qué pruebas tienes tú de que NO LO HABRÍA HECHO?!
Ese era X, y por lo que sonaba, alguien más. Alguien bastante furioso que al parecer desquitaba su ira en el reploide azul. Siguiendo la fuente del ruido, la máquina con coleta atravesó las puertas metálicas para encontrarse con Firefly dándole un golpe en la cara a su hermano, con tanta fuerza que le volteó la cabeza a X ligeramente hacia un lado.
– ¡¿Qué crees que estás...?! – protestó Roll, a punto de correr hacia la defensa de X, pero una mano le agarró por el brazo izquierdo, deteniéndola en seco. Al mirar abajo, vio que A-1 era quien la había sujetado, negando con su cabeza en desaprobación. – Pero... – empezó a decir, pero el navegador más pequeño la interrumpió.
– Órdenes del Comandante. Tienes permitido ayudar en nuestros esfuerzos, pero debes mantenerte fuera de los asuntos que involucren a X. – le explicó el pequeño reploide.
Roll se mordió el labio, observando mientras Firefly y X continuaban su pleito verbal entre ellos.
– ¡Y esa es la razón por la cual Vile logró capitalizar en tu error! – le gritó Firefly, con las frustraciones llegándole al límite. – ¡El hecho de que Armadillo haya intentado salvarte de Vile no sirve de prueba definitiva de nada! ¡Diablos, si no hubieras estado perdiendo tiempo hablando, quizás Vile no te habría emboscado en primer lugar!
X se quedó callado, con la mente a mil por hora intentando pensar en qué podría decirle. Pero antes de poder conjurar nada, el motociclista verde continuó.
– ¡Y luego ahí vas y apenas lo tocas! ¡Por lo que escuché, salió huyendo en el segundo en que Zero llegó allí! – reportó Firefly. – ¿Te has olvidado de todo lo que ha hecho? ¿Cómo nos traicionó? ¿Cómo participó en el asedio en el cuartel general? ¿Cómo los arrojó a ti y a Zero en una jaula luego que no te atreviste a jalar el gatillo contra Sigma?
X no dijo nada, pero las palabras de su camarada se sentían como si un montón de dagas afiladas y ardientes le apuñalaran lentamente en el pecho.
– Y eso sin mencionar que él quizás ni siquiera sería un problema, si te hubieras ocupado de él en la carretera. – añadió el otro Hunter. – Donde Zero tuvo que salvarte. Otra vez.
Los labios del reploide azul temblaron, pero rápidamente se apretaron de nuevo. – ¿Y qué querías que hiciera? ¿No darle a nadie la oportunidad de ver la razón? ¿Dispararles sin más como si nada?
– ¡¿En qué crees que estamos metidos?! ¡¿En un simple desacuerdo entre los mandamases?! ¡Estamos en medio de una guerra no sólo por la supervivencia de los humanos, sino la nuestra! – le gritó Firefly. – ¡Estamos completamente aislados de la tierra principal, y Sigma ha lanzado una advertencia de que más nos vale ni siquiera intentarlo! – Hizo una pausa. – Aunque todavía no ha dicho nada sobre el intento de los humanos con el faro de la isla, a pesar de todo.
El silencio cayó entre X y Firefly, Roll y A-1 seguían observando, el segundo seguía debatiéndose entre quedarse callado y dar su propia opinión. Principalmente que el Hunter verde debería controlar donde ponía sus manos.
– Llegué un poco tarde, pero justo a tiempo para ver a Sting Chameleon jugueteando con lo que pensé que era el cuerpo sin vida de Ai. – respondió el motociclista. – El bastardo se escapó antes de recibir daños serios, pero yo la cargué. Estaba inmóvil, me temía lo peor. – Firefly apretó sus puños. – Tuvo suerte. Más que otros, como Blu. Ya hemos perdido a muchos Hunters y personal... y amigos. – Se mordió el labio. – Pero esa etiqueta ya no se aplica a todos. Recuerda eso.
Con eso, el Hunter verde se marchó, y la conversación de la casi muerte de Ai le dio al motociclista el repentino deseo de ir a buscar a la rubia.
Corrección, a la otra rubia.
– Discúlpenme. – dijo Firefly, abriéndose paso entre Roll y A-1 y saliendo hacia el corredor detrás de ellos. – Escuché que nuestro más nuevo contacto nos dio algo de información vital.
Dicho eso se marchó, y Roll giró su atención hacia su hermano menor.
– X... – dijo de nuevo, alargando la mano, pero el reploide azul se dio la vuelta, marchándose en la dirección opuesta, de nuevo alejándose de ella.
– Vámonos. – dijo A-1. – Probablemente deberíamos estar revisando lo que tu contacto le entregó a Signas.
– Pero...
– Si vas a trabajar con nosotros, es mejor que recuerdes que el deber va primero. – le dijo el navegador más pequeño. – Órdenes del Comandante.
– ... claro, por supuesto.
Ella se marchó con el reploide más pequeño, aunque reacia, esperando al menos poder conversar con su hermano menor más tarde.
...
– Bueno, ¿qué opinas? – le preguntó Firefly a Ai, que continuaba observando los numerosos archivos que Ray B. había copiado en el disco, cuyos contenidos aparecían en un enorme monitor.
– Por cómo se ven las cosas, casi todos los proyectos en los que el Dr. Fujiwara colaboró con los Maverick Hunters está aquí dentro. – dijo la rubia de coleta y armadura roja, mientras continuaba pasando los archivos, escaneando con sus ojos azules cada uno, planeando revisarlos detenidamente más tarde. – Todo, desde los planos del Mole Borer hasta el Thunder Slimer. Aunque hay algunos de estos que no logro exactamente reconocer.
– ¿A qué te refieres? – inquirió A-1, acercándose al otro lado de Ai.
– Bueno, miren esta unidad de aquí. – les explicó, sacando un archivo en particular para que los tres lo vieran. Los esquemas en pantalla desplegaban lo que parecía ser una figura delgada diseñada con la forma de un canino de orejas puntiagudas. – Según las notas de producción, estos drones K-9 estaban destinados a ser producidos en masa para detectar lecturas inusuales, quizás para rastrear un incidente Maverick a punto de ocurrir antes que sucediera.
– Suena a que serían útiles. – observó Firefly. Para ser honesto, el esquema hacía ver bastante geniales a estas cosas. – ¿Por qué nunca fueron terminados?
– Según los registros, sólo se produjo un modelo. – le informó Ai al Hunter verde. – Estaba por presentarse, pero la fecha de pruebas estaba programada para el 13 de julio.
– Ya mucho después del día de la independencia. – añadió A-1. Ai asintió sombríamente en respuesta.
– Aun así, hay algo que sigo sin entender. – dijo la rubia pasándose a otros archivos. – Acorde con lo que nos reportó Signas, nuestro contacto obtuvo esta información de la fábrica abandonada en las afueras de la ciudad.
– ¿En ese lugar? – cuestionó Firefly. – Pero si no ha sido utilizado en años.
– Exacto. – confirmó Ai. – Lo cual trae la pregunta de qué fue exactamente lo que lastimó a nuestro contacto allí dentro, dado que Signas también reportó que claramente intentaba ocultar el daño que sufrió.
– ¿Y no fue a recibir reparaciones? – inquirió A-1.
– Acorde con Signas, no. De hecho, se rehusó por completo. – respondió la rubia. – Es un tipo muy raro.
Al fondo de la habitación, igual que antes, Roll se encontraba de pie, observando en silencio y registrando toda la conversación. No entendía del todo, pero sabía lo suficiente. Una parte de ella se preguntaba, si no estuvieran tan cortos de personal, ¿la habrían aceptado, mucho menos la habrían dejado contribuir de alguna forma?
Aun así, todavía se sentía igual que antes: espiando por la esquina, cualquier cosa que supiera venía de la información que alcanzó a captar escuchando las conversaciones de otros. Técnicamente no fue "invitada" aquí para ver los contenidos del disco, pero la escena de la que fue testigo antes no le ayudó a aliviar la prevalente sensación de impotencia que consumía todo su mundo.
Impotencia. Igual que en su vida anterior.
Pero... ¿no se suponía que este era el futuro? ¿El tiempo cuando las cosas cambiarían sin importar qué? Eventualmente, por grande o pequeño que fuese, siempre habría algún cambio. Y aun así, ¿por qué todavía se sentía como si estuviera estancada?
Aunque Roll era más que consciente de las condiciones que rodeaban el desarrollo y mejoras que recibió X, no podía evitar sentirse algo abandonada. Pero de nuevo, lo que fuera que pasó para que el mundo estuviera como estaba cuando fue reactivada significaba que probablemente ella no estaba destinada a terminar donde fue eventualmente encontrada. Aún después de todo este tiempo, seguía sin saber cómo terminó allí abajo.
Cierto, técnicamente había recibido algunos cambios, más específicamente en su apariencia, pero su fragilidad seguía presente. Especialmente ahora, considerando que su cuerpo estaba mayormente compuesto de metal de chatarra que recibió una nueva capa de pintura. Y francamente si tenía que ser honesta, si cualquiera supiera de lo que estaba hecha, probablemente haría ver a Junk Man muchísimo más presentable.
– Hey, tú. – habló una voz de repente, captando la atención de la rubia. Era Firefly. – Eres... la hermana de X, ¿correcto?
– Así es. – respondió ella. – ¿Qué pasa?
– ¿Tienes algo que hacer ahora mismo? – preguntó el Hunter verde.
– Por el momento, creo que no. – replicó Roll con honestidad.
– Si ese es el caso, tal vez haya algo que podrías hacer por nosotros. – le dijo él.
Esta historia continuará...
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