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Cacería

30 de junio, Abel City, 9:45 am...

Aunque para la mayoría fuese sólo otro día más, Roll no podía creer que estaba aquí. Cuando estaba a punto de salir de la casa del Dr. Cain para ir a la del Dr. Fujiwara, recibió un aviso de que tenía el día libre. No hubo otra razón, más allá de decirle que trabajaría desde casa ese día y no quería ser molestado. Eso le dejó con mucho tiempo libre, pero pronto empezó a preguntarse qué haría con él. No era como que tuviese otros planes en mente.

Ya había limpiado y ordenado el hogar de Cain, y Chiyo se encontraba en la escuela. Y considerando lo que le sucedió a Patarche, probablemente no volvería a casa hasta que tuviera que hacerlo. Así fue como Roll se encontró aquí, vagando por el cuartel general en Abel City. Aunque todavía no tenía nada que hacer, después de todo, no era como si ella perteneciera aquí.

Desde que había sido transferido, X había pasado las noches mayormente en este lugar, dejando su dormitorio en la casa de Cain vacío. Como resultado, Roll de pronto se sentía algo sola, sin mencionar preocupada. Había intentado mantener su distancia para no ser demasiado sobreprotectora, pero no podía evitar venir a ver a X cuando podía. Cierto que era un "niño grande" y podía cuidar de sí mismo, pero ella deseaba que él escogiera con más cuidado a sus amigos. Especialmente a ese reploide rojo.

Si bien ya había pasado bastante tiempo, Roll todavía no era capaz de sentirse cómoda cerca de Zero. Aparte del hecho de que había sido antes un Maverick, ya fuese por algún error o infección de un virus (cuál de los dos causaba que los reploides se volvieran Mavericks, ella no tenía idea), había algo más sobre Zero que la ponía nerviosa. Su amistad con X siempre la hacía sentirse muy ansiosa, preguntándose si Zero alguna vez regresaría a ser como era antes. Después de todo, nadie le decía que no era posible volverse Maverick dos veces. Tal vez sólo estaba sacando conclusiones apresuradas, pero no podía evitarlo. X y ella eran los únicos que quedaban.

Pero si llegaba a ese punto, si ella tenía que ponerse en riesgo para proteger a su pequeño hermano, que así fuera. Ella haría lo que fuera, cualquier cosa. ¿Pero dónde estaba ahora?

– Uh, ¿disculpe, señorita? – Roll se giró para ver a un reploide navegador, con extensiones largas que parecían orejas de conejo. Llevaba lo que parecía una pequeña Tablet, abrazándola contra su pecho.

– ¡Oh! Tú eres... – Roll pausó por un momento, buscando por sus archivos de memorias. – Eres A-1, ¿correcto?

El reploide más pequeño sonrió. – ¡Sip, soy yo! Y tú eres la hermana de X, ¿correcto?

– Hermana mayor. – aclaró X. – Aunque eso no me convierte en una mujer vieja.

– Oh, no, por supuesto que no. – dijo A-1. – ¿Estás perdida? Si estás buscando a X, acaba de irse.

– ¿Oh? ¿A dónde se fue? – preguntó Roll.

– Él y Zero fueron enviados a patrullar. – explicó A-1. Esta noticia no pareció sentarle bien a Roll. –Hey, no te preocupes, Zero está con él.

– "Eso es EXACTAMENTE lo que me preocupa." – pensóRoll.

– Como sea, si no te molesta mi atrevimiento, no parece que tengas nada que hacer. – dijo el pequeño navegador.

Roll suspiró. – Eso es porque no lo tengo.

– ¡Ok, grandioso! – celebró A-1, para confusión de Roll. – Oh, sí, perdón si es algo grosero de mi parte. – dijo mientras se frotaba detrás de su casco algo avergonzado. – Pero si quieres, me vendría bien algo de ayuda en este momento.

Roll pensó por un instante antes de responderle. – Seguro, estoy libre por todo el día. ¿Qué necesitas?

– Bueno, las cosas son así. – explicó A-1. – Tengo que hacer algo de papeleo de todas las unidades, y ya que todo mundo se encuentra ocupado en este momento, he tenido que ir yo solo de ida y vuelta recogiéndolo de todos.

– ¿Qué hay de la otra navegadora? ¿Trinity? – preguntó Roll.

– Desde que la nombraron jefa de comunicaciones, ha estado demasiado ocupada como para hacer otra cosa que no sea seguirle el rastro a cualquier amenaza Maverick potencial en la ciudad. – A-1 recordaba muy bien ese día. Ai NO estaba nada feliz, Blu parecía indiferente, y él sólo deseaba poder de ser el niño de los recados.

– De acuerdo, te ayudaré. – dijo Roll. – Sólo dime a dónde tengo que ir.

– ¡Qué bien, gracias! – A-1 suspiró de alivio. – Yo me encargaré del ala izquierda del cuartel general, tú encárgate de la derecha. – El navegador le entregó a Roll una Tablet de reserva. A veces no era muy estable sobre sus ruedas. – Al menos hay alguien de cada unidad aquí, así que puedes ver en las salas de entrenamiento por si se encuentran haciendo simulaciones de práctica.

– Muy bien, entendido. – dijo Roll.

– De acuerdo, creo que eso es todo lo que necesitas. – Se giró y se alejó patinando. – ¡Gracias de nuevo!

Roll se quedó parada donde estaba, de nuevo habiéndose quedado sola. Bueno, por lo menos ahora tenía algo para matar su tiempo, aunque eso significara que estaba en la posición de ser chica de recados.

En las carreteras deAbel City...

– No puedo creer que se haya puesto así de malo. – lamentaba X, mientras conducía una Ride Chaser azul.

– Todos estos mecaniloides fuera de control. – dijo Zero, conduciendo al lado de X una roja. – ¿Por qué tengo la sensación de que sólo están aquí para distraernos?

X miró a su amigo. – ¿Crees que quienquiera que está detrás de esto tiene otro objetivo en mente?

Para ser honesto, Zero había pensado en eso desde que iniciaron los primeros incidentes con los mecaniloides. – La pregunta es quién, y por qué. – dijo el Hunter rojo. X se quedó callado por un momento, pero Zero vio que quería decir algo. – ¿Qué sucede?

X se mordió el labio. – ¿Crees que esto se relaciona con lo que dijeron esos sujetos sobre el Día de la Independencia?

– No puedo dejar de pensar que sí. – admitió Zero. En eso, Trinity apareció en la pantalla del manubrio, y al mismo tiempo en la de X.

– ¡X! ¡Zero! ¡Por fin hemos hecho contacto con el centro de detención! – dijo Trinity, cuya voz denotaba gran urgencia. – ¡Los cuatro criminales conectados a los incidentes con los mecaniloides han escapado! ¡Vile también ha desaparecido!

– ¡¿QUÉ?! – exclamó Zero. – ¡No puedes hablar en serio!

– ¿Cuándo sucedió esto? – preguntó X.

– No podemos decirlo con certeza. – confesó Trinity. – Habíamos perdido el contacto con el centro de detención anoche, así que podría haber sido entonces o incluso hace unos minutos. Como sea, ¡repórtense a la escena inmediatamente!

– ¡Entendido! – dijo Zero, mientras él y X se daban la vuelta para dirigirse fuera de las áreas pobladas de la ciudad y hacia la prisión, inseguros de lo que encontrarían allí.

Cuartel general de los Maverick Hunters, 10:12 am...

Cuando se topó con los dos Hunters, Roll no pudo evitar observarlos mientras peleaban. En la cámara de entrenamiento diseñada para la Unidad Élite Número 7, Boomerang Kuwanger y un escarabajo azul un poco más grande se encontraban de pie sobre una viga a una altura significativa, peleando sobre las áreas superiores de la cámara. Kuwanger estaba de pie en un extremo, mientras el otro insecto (recordó que su nombre era Gravity Beetle) cargaba de frente, apuntando su prominente cuerno hacia el reploide más delgado. Finalmente, Kuwanger saltó sobre su hermano, y de pronto se encontraron en extremos opuestos a donde empezaron.

– ¡Ya deja de saltar y atácame, maldita sea! – gritó Gravity Beetle, cada vez más frustrado de que su hermano lo evitara.

Kuwanger simplemente se encogió de hombros. – Como desees. Pero déjame recordártelo, tú lo pediste.

Gravity Beetle cargó contra él de nuevo; esta vez, Boomerang Kuwanger tomó represalias con su propia arma. La cuchilla circular sobre su cabeza se desprendió y golpeó contra la de Beetle, y con eso ambos reploides insectos comenzaron a combatir. En ese instante Roll vio a Kuwanger ejecutar una gran maniobra: cuando Beetle cargó en dirección a su hermano, ¡Kuwanger aparentemente desapareció! Beetle pareció saber lo que acababa de hacer y se puso en alerta, buscando a su hermano. ¿Pero a dónde se fue?

– Oh, eso sólo es hacer trampa. – Roll de repente se dio cuenta que no se encontraba sola. Sintió una mano (o al menos creyó que era una mano) colocándose sobre su hombro, pero cuando se giró, no vio nada. Y entonces, quienquiera que estaba detrás de ella comenzó a manifestarse, presentándose ante la reploide rubia con un enorme ojo rojo.

El grito chirriante desde abajo atrajo la atención de Beetle, distrayéndolo lo suficiente para que Kuwanger hiciera su movimiento. Primero, utilizó su cuchilla curva y atrapó con ella el cuerno de su hermano. Y luego, con un impresionante despliegue de fuerza, lanzó por encima de su hombro al insecto gigante, enviándolo fuera de la viga hacia el suelo debajo. Kuwanger miró para ver que la fuente del ruido fue una reploide rubia con un lazo verde que acababa de entrar en la sala de entrenamiento. Y más todavía, que había alguien más con ella.

Gravity Beetle se puso de pie y vio a Roll, junto con un reploide verde con forma de lagarto que acababa de darle un susto. De inmediato echó a correr hacia ellos. – ¡Tú! ¡Arruinaste nuestro encuentro!

– ¡Yikes! – gritó Chameleon burlonamente, escondiéndose detrás de Roll. – ¡Kuwanger! ¡Tu hermano otra vez está siendo un bravucón!

Boomerang Kuwanger suspiró molesto, antes de saltar desde la viga y hacia el suelo. – Beetle, cálmate. – le dijo el escarabajo de pinzas a su hermano, volviendo a colocar su cuchilla curva en su cabeza. – Luego miró a Chameleon. – Me estás haciendo considerar muy seriamente cortarte las extremidades. Ciertamente te haría parecerte más a la serpiente que eres.

Chameleon no se dignó dar una respuesta. En vez de eso, se mantuvo en silencio, y Roll notó que fue como si Kuwanger fuese capaz de llevar a cabo esa amenaza. – Como sea, ¿quién eres tú? – intervino Gravity Beetle, dirigiéndose a Roll, sin estar muy contento de verla. Después de todo, fue ella la que gritó y le costó el encuentro.

– Espera un minuto, déjame verte bien. – dijo Chameleon, sacando su lengua de serpiente de su lengua y agarrándole el mentón a Roll, forzándola a ver al largarto a la cara. Todo mientras la miraba de arriba abajo con ese ojo rojo. Como si fuese algo que encontraba delicioso. – ¡Oh jojojo! ¡Ahora lo recuerdo! ¡Eres la hermanita de ese debilucho azul!

Roll se quitó a la fuerza la lengua de Chameleon. – Soy su hermana MAYOR. ¡Y mi hermano es cualquier cosa MENOS un debilucho!

– ¡Oooooh, alguien está un poco feroz hoy! – se rio Chameleon. – Eso me gusta.

– Respeta el espacio personal de los demás, reptil asqueroso. – dijo el escarabajo rojo. Chameleon se echó atrás alejándose de Roll, pero no le quitó los ojos de encima. Kuwanger giró su atención hacia Roll. – Supongo que no te importará explicar por qué estás aquí.

Centro de detención, 10:20 am...

Cuando fueron llevados a toda prisa hacia el bloque donde se encontraba Vile, X y Zero se encontraron con una escena horrible. Todos los guardias del bloque habían sido brutalmente asesinados, ya fuese porque los despedazaron o les volaron totalmente sus núcleos.

– ¿Quién pudo haber hecho esto? – preguntó X, claramente estupefacto por lo que tenía frente a él.

Zero se arrodilló para estudiar uno de los cuerpos. – Esto no parece obra de Vile. Es mucho más preciso, no como sus ataques frenéticos.

En efecto, así pensaba X. Si Vile hubiera sido responsable, las heridas de los guardias no habrían sido tan limpias. – ¿Crees que hayan sido los del Cuarteto Skull? – preguntó el Hunter azul. – Puede que sea idea mía, pero estos golpes parecen haber sido infligidos por un arma manual. Como una lanza o...

– ¿Un sable? – terminó de decir Zero, y X asintió. – Uno de esos cuatro idiotas tenía uno. Pero no creo que haya sido obra suya. – El Hunter de pelo largo volvió a mirar a los reploides muertos.

– Entonces ¿quién crees que haya sido el responsable? – preguntó X. Zero no le respondió de inmediato, al parecer pensando profundamente. – ¿Zero?

El rubio negó con la cabeza. Había algo aquí que no encajaba. – Tenemos que asegurarnos si alguien aquí vio algo. Los guardias, el alcaide, todos. – dijo, y apretó los labios con preocupación. – Vile y los otros sujetos no se escaparon. Alguien los dejó salir.

Cuartel general de Abel City, 10:30 am...

– Listo. – Kuwanger le entregó a Roll su Tablet, habiendo insertado toda la información requerida. – Ya está.

– Sí, bueno, gracias. – dijo ella. – Ahora, necesito ver a algunos miembros de las otras unidades. No sabrás por casualidad dónde están, ¿verdad?

– Bajando por el ala este se encuentra la sala de entrenamiento de la Unidad Blindada. – dijo Beetle. – Y al oeste el de la Unidad Polar.

– De acuerdo, ya entendí. Gracias de nuevo. – Roll estuvo a punto de marcharse, pero algo largo y flexible se le enrolló en la cintura.

– Sabes, es un lugar muy grande. – dijo Sting Chameleon. – Podrías perderte.

Roll suavemente (pero con firmeza) se quitó la cola del lagarto de encima. – Es una oferta muy amable, pero creo que puedo encontrar mi camino sin problemas, muchas gracias.

Con eso, salió de la habitación y, por suerte, se alejó de lagarto. Aunque todavía tenía la sensación que le produjo la cola de ese reploide, igual que la lengua en su mejilla le hacía temblar. Tal vez esto era similar a lo que los humanos llamaban "piel de gallina". Como fuese, ella tenía trabajo por hacer.

– ¡Con permiso! – escuchó de repente gritar una voz, y una figura muy alta le pasó al lado corriendo.

– ¡Ostrich! ¡Espera! – Alguien más venía corriendo hacia ella. Storm Eagle acababa de perder de vista a su camarada. – Acaba de salir de la enfermería; ¿qué cree que está haciendo, corriendo así por todo el lugar? – En ese momento notó a Roll. – Oh, hola, señorita Roll. ¿Qué estás haciendo aquí?

– Buscando a alguien, en realidad. O más bien, a todos. – le dijo.

Eagle notó la Tablet que tenía en la mano. – Oh, ¿acaso A-1 te pidió ayuda?

– Sí. – confirmó Roll, presentándole su Tablet. – Dijo que con todos dispersos necesitaba ayuda con el papeleo. Lo cual me trae a tu unidad.

– Sí, claro, por supuesto. – Cogió el aparato y comenzó a insertar la información necesaria.

– Gracias. – le dijo Roll. – Ahora, supongo que sabrás dónde puedo encontrar a las demás unidades, ¿verdad? – Siendo sincera, prefería tener como guía a Eagle que a ese lagarto.

– Bueno, conozco a algunos miembros de la Unidad Naval, pero ahora no se encuentran en el cuartel general.

– ¿Oh? – preguntó Roll. – ¿No sabes cuándo volverán?

– Acompáñame. – dijo Eagle, extendiéndole la mano. – Te llevaré con ellos.

Centro de detención, 10:54 am...

– Entonces, ¿no viste nada? – le preguntó X a un guardia. – ¿Nada en absoluto?

El guardia negó con la cabeza. – Cuando la energía se cortó, todo se puso oscuro. Nadie podía ver nada.

– ¿Qué hay del generador de respaldo? – preguntó Zero.

– Lo encontramos destruidos. – respondió otro guardia. – Nos pareció muy extraño que el generador no nos mantuviera iluminados, pero para cuando la energía regresó al centro, vimos el estado en que se encontraba.

X y Zero intercambiaron miradas, compartiendo ambos la misma idea. – ¿Podemos verlo? – preguntó X.

– Por supuesto. Por aquí. – dijo el primer guardia, guiándolos hacia los niveles inferiores del centro de detención. Una vez que llegaron a su destino, abrieron la puerta, revelando un generador despedazado e imposible de reparar. – Acabábamos de reemplazar el último, así que el alcaide no está muy contento con esto.

– Puedo imaginarlo. – replicó X, siguiendo a Zero hasta la fuente de poder destruida. – ¿Tú que crees? La única explicación que se me ocurre es que alguien lo haya destruido desde adentro del centro. La única pregunta es ¿cómo lograron evadir a la seguridad?

– ¿Están seguros de que revisaron las grabaciones de seguridad? – preguntó Zero al guardia. – ¿Antes del apagón?

– Sí. – respondió el guardia. – Revisamos todo el metraje de la semana pasada para ver a todos los que entraron y salieron.

– ¿Vieron a alguien sospechoso o con aspecto extraño? – continuó inquiriendo el Hunter rojo.

– Aparte de quienes estaban encerrados aquí, no. – dijo el guardia. – Y los cinco que escaparon estaban desarmados.

– Y dijiste que la energía regresó a eso de las seis de la mañana, ¿correcto? – preguntó X.

– Sí, pero para entonces ya habíamos descubierto lo que pasó. – explicó el guardia. – Nos llevó algo de tiempo para restaurar las comunicaciones, pero cuando descubrimos que los guardias estacionados afuera también estaban muertos, contactamos de inmediato al cuartel general.

Los Hunters azul y rojo asimilaron todo lo que acababan de escuchar, y sus procesadores ya estaban formulando teorías de lo que podría haber pasado. – Tenemos que decirle al Comandante de esto. – dijo X. Zero no le respondió. – ¿Verdad? – insistió X, pero Zero volvió a quedarse en silencio. – ¿Zero?

Zero empezó a caminar hacia la entrada de la habitación. – Sí, mejor regresemos al cuartel general. Todos necesitan saber sobre esto. – Empezó a marcharse, y luego se giró para ver a X. – ¿Y bien? ¿Vienes o no?

– Oh, sí, perdón. – dijo X, que luego se volvió hacia el guardia. – Gracias por su cooperación.

– No hay problema. – le respondió el guardia. X se disponía a marcharse para alcanzar a Zero, pero el guardia lo detuvo por un momento. – Aunque, les sugiero que mantengan los ojos bien abiertos. Especialmente con aquellos que creen que están de su lado.

– Uh, sí. Lo haremos. Gracias. – X finalmente se marchó, dejando al guardia solo en la habitación.

El reploide suspiró, sacudiendo su cabeza. Ese Hunter rojo, había algo sobre él que se sentía extraño. Lo que fuera, no tenía idea, pero se preguntaba si sería o no de confianza.

En el mar de las Filipinas, 11:03 am...

– ¡¿Cuánto tiempo lleva ESTO aquí?! – exclamó Roll, mirando a su alrededor.

Cuando Storm Eagle le dijo que tomarían el elevador recientemente instalado, ella no tenía idea que significaba que irían debajo de la ciudad, ¡mucho menos en el océano! El elevador los llevó directo hacia el fondo del mar, donde una gran variedad de corales y fauna marina los rodeaban, y el vidrio les daba una vista muy clara de ellos.

– Es una adición reciente. – dijo Storm Eagle. – Desde que la Unidad Naval estableció una segunda base aquí abajo, pidieron una manera de reducir la distancia de viaje entre este lugar y el cuartel general.

– Ya puedo ver por qué. – Finalmente habían llegado hasta el fondo, pero todavía no terminaba su viaje. La puerta del elevador se abrió para revelar un largo corredor con forma de tubo, con una cinta transportadora móvil que servía para desplazarse. Ambos se subieron en ella y comenzaron avanzar por el corredor, pasando por cruces y vueltas por todos lados. Y aunque se lo había contenido antes, esta vez no pudo evitar hacerlo saber. – Storm Eagle, perdóname si sueno algo atrevido, ¿pero tienes permitido traerme aquí abajo? – le preguntó. El pájaro le lanzó una mirada. – Después de todo, no soy parte oficialmente de los Maverick Hunters.

– Sólo estás haciendo papeleo, además, A-1 te pidió que le ayudaras, ¿o no? – preguntó Eagle. – Así que, si sucede algo, sería él o yo quienes nos meteríamos en problemas.

– Oh, claro. Ya veo. – dijo Roll, aunque seguía sin estar convencida.

Pero antes de poder decir más, llegaron al final de uno de los túneles, y la puerta frente a ellos se abrió. Enfrente de ella y Eagle se encontraba Launch Octopus con otros dos Hunters que nunca antes había visto. Uno era principalmente verde y basado en un caimán o cocodrilo, mientras que el otro mostraba cuernos y parecía un cangrejo.

– ¿Hm? ¿Qué es esto? – preguntó Octopus, cruzando los brazos sobre su pecho y torso. – Eres la mucama de Fujiwara, ¿no es así? ¿Qué estás haciendo aquí?

– Sí, bueno. – Roll se aclaró la garganta, tratando de ignorar el comentario de mucama. – Dado que todos están ocupados, decidí echar una mano ayudar en lo que pueda. – continuó. No era como que pudiera hacer mucho más aparte de eso, de todos modos.

– Hm. – El caimán, apropiadamente llamado Wheel Gator, le echó un vistazo, y luego se giró hacia el cangrejo cornudo. – ¿Tú qué opinas, Crab? ¡Parece más un juguete para masticar que el enano con orejas de conejo!

– Dime algo, ¿qué ESTÁS haciendo aquí de todas maneras? – preguntó el cangrejo, Bubble Crab, y luego miró a Eagle. – ¿Debería estar aquí abajo?

– Simplemente estoy ayudando a recopilar información. – dijo Roll. – Y aun así, ¿les parece que soy una amenaza? Después de todo, el señor cocodrilo aquí piensa que me veo inofensiva.

– Gator. – gruñó Wheel Gator, aunque no pudo desafiar la lógica en lo que decía. – Pero está bien. ¿Qué necesitas?

– Bueno, para empezar, necesitaré un reporte de progreso en tus habilidades de combate... – explicó Roll, mientras comenzaba a listar las distintas piezas de información que necesitaba de ellos, mientras Storm Eagle miraba una puerta sellada.

Aunque ya sabía lo que estaba detrás de ella.

Y entonces, una voz atronadora resonó por toda la cámara, atrayendo la atención de todos los presentes. – ¡ATENCIÓN, ATENCIÓN! ¡TODOS LOS MAVERICK HUNTERS DEBEN ACUDIR DE INMEDIATO! – decía la voz de A-1, repitiendo la orden al menos tres veces más antes de que todo volviera a quedarse en silencio.

– Parece que es nuestra señal. – dijo Bubble Crab, forzando a Roll a echarse para atrás debido a su tamaño. – Este trabajo no paga lo suficiente.

– He estado muy ansioso por salir y hacer pedazos algo. – agregó Wheel Gator mientras salía junto con Crab.

– Si nos disculpas. – dijo Launch Octopus, caminando entre Eagle y Roll, aunque volteó a ver al primero. – Aunque, tal vez tú también deberías venir.

– Claro. – El águila se giró hacia Roll. – Supongo que ahora volveremos arriba.

– Sí, creo que sí. – dijo Roll estando de acuerdo, mientras seguía a los cuatro Hunters. Pero ¿qué podría estar pasando que era tan urgente?

Sala de reuniones, 11:16 am...

– ¡¿Qué?! ¡¿Vile escapó?! – graznó Chill Penguin sorprendido.

A-1 asintió, confirmando sus sospechas. – Pero él y los miembros del Cuarteto Skull fueron los únicos que fueron liberados.

Una proyección holográfica del centro de detención apareció frente a ellos. Los Hunters empezaron a discutir entre ellos, intentando teorizar por qué había sucedido todo esto. Cortar la energía de un centro de detención era una cosa, pero liberar a un grupo selecto de prisioneros era donde dejaba de tener sentido. ¿Por qué no liberar a todos los que estaban encarcelados?

– ¿El Comandante Sigma ya sabe de esto? – le preguntó Storm Eagle, a lo cual A-1 asintió.

– Lo hemos contactado, y está informando al Consejo Arcadiano. Todos están de acuerdo en que se sellarán las fronteras hasta que se capture a los responsables.

– ¿Cuánto tiempo será eso? – preguntó X.

– El tiempo que sea necesario. El Consejo ya ha tomado su decisión. – dijo el navegador naranja.

– ¿Dónde empezamos a buscar? – preguntó Zero.

– El Comandante Sigma está asignando escuadrones para patrullar por la ciudad. – Un mapa de Abel City apareció, con varios sectores marcados. – Cada escuadrón deberá seguir a un capitán hasta que la misión haya terminado.

Escuela Secundaria Superior de Arcadia, 12:23 pm...

Estaba sentada en una banca fuera de la cafetería y acababa de gastar lo último del kétchup en la bolsa plástica, echándola luego en el bote de basura. La tortilla de huevo cubría el montículo de arroz, algunas sobras que quedaron de anoche, pero antes de echarse un bocado, sintió una mano sobre su hombro.

– Uh, ¿no estarías dispuesta a cambiar, por casualidad? – preguntó Fumiko, presentándole su almuerzo. – Mamá accidentalmente mezcló mi almuerzo con el de Kenichi. Y bueno, todo lo que a él le gusta, yo lo odio.

Chiyo miró el contenido de la caja de bento de Fumiko, notando que había un montón de comidas cocinadas al vapor. – No hay forma de que tu mamá haya empacado todo esto.

– Sí, papá está más dispuesto a dejarnos comer esto. – La chica de anteojos seguía aguardando la respuesta de su amiga. – ¿Y bien?

Chiyo se encogió de hombros. – No tengo tanta hambre de todos modos. – Le entregó su almuerzo a Fumiko, y ambas empezaron a comer, aunque sólo una de las dos lo hacía de manera regular. Chiyo apenas tocaba la suya.

Fumiko terminó de tragarse un trozo de anguila, viendo que su amiga apenas acababa de morder el ñame frito. – Si necesitas hablar, yo...

– Está bien. – interrumpió Chiyo. – Al menos, no tuve que llevarlo con el veterinario para que lo pusieran a dormir.

Aunque tampoco habría querido que Patarche terminara de esa manera, sirvió para demostrarle a su padre que se había equivocado. – "Siempre habías dicho que era un animal inútil."

– ¿Escuchaste el último anuncio? – preguntó Fumiko. – Algunos Mavericks se escaparon del centro de detención en Abel City. Así que Arcadia decidió cerrar las fronteras hasta que los atrapen.

– Oh, sí lo escuché. – dijo Chiyo, mordiendo la cola de un camarón frito. – Eso sólo prueba mi punto de que, no importa cuántas ventajas tengan comparados a los mecaniloides, los reploides nunca deberían haber sido creados.

Fumiko miró alrededor, agradeciendo que no hubiera reploides cerca para escuchar eso. Aun así, eso le daba oportunidad de averiguar algo que quería saber desde hacía tiempo. – ¿Te puedo preguntar algo?

– ¿Quieres saber por qué odio a los reploides? – Chiyo hizo la pregunta por ella. – Bueno, tal vez "odio" no sea la palabra correcta.

– Sí, porque tú no odia Roll. O a Mimi. – dijo Fumiko, y luego se rio. – Yo creo que el rojo es lindo. Se llama Zero, ¿verdad?

Chiyo casi se ahogó con algo de takoyaki. – ¿El de pelo largo? ¡Ni hablar!

– ¿Entonces tienes gustos diferentes? – preguntó la chica de pelo corto. – ¿Qué hay de X? Tiene un pecho impresionante, sin mencionar esos ojos verdes...

– ¡Cállate! – siseó Chiyo. – ¡Vas a hacer que me ahogue!

– No lo estás negando.

Chiyo finalmente pudo tragarse la albóndiga de pulpo frito. – No hay forma de que me sienta atraída a algo que tiene que conectarse a la pared.

– Pero ya en serio, ¿por qué no te agradan los reploides? – preguntó Fumiko.

La colegiala de pelo más largo suspiró. – Porque no son diferentes de los mecaniloides, simplemente los muestran con un traje más bonito.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Fumiko, confundida.

– Puede que se vean y actúen como humanos, pero incluso eso está limitado por un programa preestablecido. – dijo Chiyo. – Y no es tan diferente; sólo tiene más espacio para llevar a cabo funciones más complejas.

– ¿Así que no crees que sean diferentes de los mecaniloides? – preguntó Fumiko.

Chiyo asintió. – Y los mecaniloides son un enorme salto atrás con respecto a los robots del siglo pasado en términos de inteligencia artificial. Reploides, robots, cada uno de ellos está limitado por una serie de reglas que deben seguir. No pueden hacer nada diferente, así que la gente debería dejar de pensar que sí pueden.

– Bueno, ¿qué hay de los reploides del Dr. Light? – preguntó Fumiko.

– X y Roll NO son reploides. E incluso así, Roll sigue delimitada a un tipo de personalidad específico. Un reploide es como ese sujeto rojo. – dijo Chiyo. – Puede que ahora sea la obsesión más antigua de mi papá, pero todo lo que hace es destruir cosas. – La humana entrecerró los ojos al pensar en ello. – Si algún reploide se vuelve Maverick, ese sería él.

Fumiko estaba algo sorprendida de oír eso, pero antes de poder decir más, revisó la hora en su teléfono, y se dio cuenta que solo tenía un par de minutos para volver a casa. Ambas recogieron sus pertenencias y corrieron de vuelta a la escuela, pero su conversación estaba muy lejos de terminar.

Abel City, 3:00 pm...

Roll observaba como los navegadores asignados a guiar los diferentes escuadrones dirigían y guiaban a sus colegas reploides mientras buscaban por la ciudad. Ella se aseguraba de no estorbar, pero no pudo evitar espiar un poco para ver lo que estaba sucediendo. En aquel momento, Roll estaba inclinada sobre el hombro de Ai, observando una vista aérea de Abel City en su pantalla, que monitoreaba un sector en particular.

– Entonces, ¿qué sucede aquí? – le preguntó Roll a la navegadora roja en su silla.

– Al parecer un mecaniloide decidió descontrolarse ahora de todos los momentos. Así que ahora, el comandante y la mitad de los escuadrones tienen que lidiar con él. – Empezó a teclear furiosamente en su tablero. – Más le vale a Firefly tener algo bueno esperándome en Arcadia."

Roll se alejó y giró su atención hacia Blu, rastreando los movimientos de los escuadrones enviados a las áreas más pobladas de la ciudad. – Todas las multitudes de civiles ahora se encuentran a salvo. – reportó con una voz suave y calmada, casi sin emociones. – Mantengan a todos tranquilos y reanuden sus actividades regulares.

Roll entonces notó a Trinity, situada en el centro de la habitación debido a su puesto como navegadora primaria. – ¡Escuadrón Chill Penguin! ¡Repórtense al sector este de Abel City! ¡Otro mecaniloide se ha vuelto Maverick!

Sintiendo que la situación empezaba a volverse más tensa, Roll se excusó y dejó que las tres chicas y demás navegadores hicieran su trabajo. Aun así, el caso en curso demostraba que ella no pertenecía aquí, incluso si quisiera tener parte en ello. No en el sentido de que quisiera provocar destrucción, pero le frustraba enormemente no poder hacer mucho de nada.

Puerto de Arcadia, 4:45 pm...

Aunque había largas carreteras conectándolas ambas, todavía había transportes por mar para entregar mercancía frecuentemente entre Arcadia y Abel City.

– ¿Cuánto tiempo crees que dure el cierre? – preguntó Fumiko. La escuela había sido cerrada, pero las dos chicas aún llevaban sus uniformes.

– Tengo una pregunta mejor. – dijo Chiyo. – ¿Cuánto tiempo crees que estaré sin poder entrar a mi propia casa?

En efecto, cuando las dos se separaron para ir a sus respectivas casas, la chica de pelo más largo descubrió que no podía entrar en la suya. Su padre le había dejado un mensaje diciéndole que no podía permitirse ser molestado, así que tendría que pasar la noche en casa del Dr. Cain o de alguna de sus amigas. Al no ver más opciones, las dos fueron a comprar algo de harajuku, crepas rellenas de varias cremas y bayas, y observaron la distante Abel City, algo agradecidas de estar tan lejos dado que en ese momento estaba en curso una búsqueda de criminales.

– ¿Crees que los atraparán pronto? – preguntó la chica de pelo corto, echando otro mordisco de moras azules con crema batida.

Chiyo acababa de tragarse un enorme bocado de su harajuku, sacando una fresa partida a la mitad de la crema para metérsela en la boca. – Oh, seguro que lo harán. – dijo la estudiante mayor. – Cualquiera que sea etiquetado como Maverick eventualmente será exterminado. Los reploides harán lo que sea para quitar a cualquiera que no sea como ellos.

– "No hay mejor tiempo que el presente." – pensóFumiko, continuando la conversación donde la habían dejado antes. – Entonces, dijiste que no odias a los reploides, ¿pero tampoco te agradan? – le preguntó manteniendo la voz baja. – ¿O es que sólo hay algunos que no te agradan? Porque eso es normal. Mamá piensa que papá está demasiado interesado en ver a Mimi haciendo las tareas domésticas. Empiezo a creer que a Mimi le gusta la atención.

– Tu papá es un tipo raro. – dijo Chiyo antes de echarle otro mordisco a sus fresas con crema.

– Supongo que eso me hace una rarita a mí también. – se rio Fumiko. Chiyo parecía insegura de qué decir. – ¡Igual que tú, que no piensas que algunos de los más humanos tienen buena apariencia!

– ¡De ninguna manera! – Chiyo negó con la cabeza. – ¿Pero qué tal si ahora te pregunto algo yo? ¿Por qué estás tan interesada en saber lo que pienso de los reploides?

– Bueno, ahora son parte de la sociedad, nos guste o no. – dijo Fumiko. – Fue la investigación del Dr. Light en inteligencia artificial avanzada lo que convenció a todos de que los robots podían ser igual de introspectivos que los humanos, ya que antes de que viniera Mega Man los robots estaban mayormente relegados a no ser más inteligentes que los mecaniloides de hoy en día.

– Tomamos la investigación del Dr. Light y la pusimos en una línea de ensamblaje. – terminó de decir Chiyo por Fumiko, y luego miró hacia Abel City en la distancia. – No puedo imaginarme cómo algo podría salir mal.

Abel City, 9:45 pm...

Habían estado buscando todo el día, ¡pero no lograron encontrar ni un rastro de Vile o de los otros cuatro criminales que escaparon con él! Todas las unidades tenían Hunters patrullando por todos los rincones de la ciudad, mirando a todas partes en busca de cualquier señal del ex-Hunter y los fugados miembros del Cuartero Skull tanto dentro como fuera de la tierra. A este ritmo, sus fuerzas tendrían que dispersarse por toda la isla, lo que los dejaría todavía más vulnerables a cualquier ataque potencial. ¿Cuál era el plan? ¿Reunir a todos lejos de la ciudad? X pensaba en todo esto mientras buscaba por los suburbios junto con Zero, manteniendo contacto regular entre ellos.

– ¿Alguna señal en tu lado? – preguntó X por el canal compartido.

– Nada. – respondió Zero. – Puedo preguntarles a Ai o Blu si tienen alguna novedad.

– Yo verificaré con A-1. – dijo X, sospechando que Trinity debía sentirse abrumada al dirigir a otros Hunters en este momento.

Pero antes que cualquier Hunter pudiese contactar a los navegadores en el cuartel general, ambos oyeron algo.

BANG! ¡BANG!*

Desde arriba ambos, X y Zero, escucharon lo que sonaba como una ametralladora siendo disparada, reconociendo el sonido proveniente del cañón en el hombro de cierto ex-Hunter. Los dos se reagruparon y saltaron fuera de los bordes del edificio, para llegar hacia donde se escuchaba el ruido. Pero cuando miraron adentro, se encontraron con una escena horrible: todos los miembros del Cuarteto Skull se encontraban en el suelo, muertos. X y Zero sin perder tiempo retransmitieron su descubrimiento al cuartel general, y pronto, varios otros Hunters llegaron a la escena. Pero a pesar de los números extras, nadie estaba seguro de lo sucedido.

– Parece que los mataron recientemente. – señaló X, viendo que todavía chispeaba electricidad desde algunas áreas dañadas. Luego notó varias marcas de impactos y quemaduras en las paredes. – Y creo que es seguro asumir que ocurrió una pelea antes que llegáramos aquí.

– Lo que significa que llegamos demasiado tarde. – Zero maldijo su suerte. Luego miró a los cuerpos del Cuarteto Skull, notando que algunos tenían más agujeros de balas que otros. – Algo de esto coincide con el trabajo de Vile, pero algunas de las heridas no tienen sentido.

– ¿Quieres explicarnos a qué te refieres, Zero? – X y Zero se giraron para ver que el Comandante Sigma acababa de llegar a la escena. El reploide más alto miró a los Mavericks muertos. – Estas heridas parecen diferentes, ¿no es así?

– No, no lo son. – le respondió Zero al comandante. – Se ven demasiado limpias. Sin mencionar que parece que un arma diferente las infligió. Algo con una hoja.

– ¿Como un sable de energía?

Los ojos azules de Zero se ensancharon, como si el comandante acabara de leerle la mente. Poco tiempo después, el comandante salió del edificio mientras X y Zero continuaban registrando y recolectando evidencia. Vio que Storm Eagle y Chill Penguin estaban presentes, así que los llamó para que se acercaran y alertarles de lo que había sucedido.

– ¡Vile y un agente desconocido han escapado de la escena, y sospechamos que podrían estar muy cerca! – dijo el pájaro más alto a los Hunters asignados bajo su mando. – ¡Escuadrón Storm Eagle, registren toda el área!

– ¡Sí señor! – respondieron varias voces a la vez, obedeciendo y siguiendo a su líder asignado mientras los guiaba.

– ¡El Escuadrón Chill Penguin registrará otros sectores! – graznó el pájaro gordo. – ¡Vamos!

– ¡Sí señor! – El grupo de Penguin lo siguió, dejando al Comandante Sigma a solas, rodeado de vehículos de Hunters cuyas luces LED reflejaban ondas rojas sobre la cara del reploide.

Arcadia, residencia Takenada, 10:45 pm...

– Al menos todavía usamos la misma talla. – dijo Chiyo, poniéndose encima un camisón de dormir negro. Sentada sobre el alféizar de la ventana, observaba las luces brillantes de Abel City en la distancia. Había llamado a Roll para decirle que se quedaría en la casa de los Takenada por la noche, ya que ir a dormir en casa de un hombre mayor se sentía muy raro.

– Supongo que algunas cosas son eternas. – respondió Fumiko, con un camisón blanco de mangas cortas. – Ambas descubrimos que usamos tallas similares porque Cecilia accidentalmente dejó tu ropa en mi casa una vez. – Chiyo no le respondió, sino que siguió mirando por la ventana. – ¿Has oído algo de ella desde que se fue?

– Nada. – admitió Chiyo. – Estuvo en mi vida desde que tengo memoria, y de pronto desapareció.

– ¿No solía ser la mucama de tu mamá? – preguntó Fumiko.

– Sí, dijo que sus deberes eran atender la casa Fujiwara. Sus palabras, no las mías. – aclaró Chiyo. – Aunque, desde el momento en que empezó a llevar a Roll a la casa, tuve el presentimiento de que papá planeaba algo.

Las implicaciones eran obvias, pero Fumiko no parecía darse cuenta. – ¿Tú crees que ella, ya sabes...?

– Por supuesto, fue ella. No hay nadie más que pudiera haber sido. – dijo Chiyo. Aunque ya habían pasado años, una parte de ella siempre se sentiría culpable por haber acusado a Fumiko de irse de lengua.

– ¿La odiaste por eso? – preguntó Fumiko.

– Al principio sí. – admitió Chiyo. – Pero con el tiempo, entendí por qué lo hizo. Toda su vida como la conocía estaba siendo amenazada por algo que ni siquiera era humano. Me sorprende que no haya dicho nada cuando me vio con X.

– ¿Y qué piensas de él? – preguntó la chica de pelo corto, metiéndose a su cama. Habían inflado un colchón de aire para que Chiyo se pudiera quedar en su cuarto.

– Bueno, para empezar, no me siento atraída a él. – explicó la chica de pelo largo. – Pero él... está bien, supongo. Dado que no es humano.

– No es tan vibrante o vistoso como su amigo. – añadió Fumiko.

– No, pero fue quien inició todo esto. Y ahora, el mundo ya nunca volverá a ser igual. – replicó Chiyo, poniendo una mano sobre el cristal. – Ya no podemos regresar, aunque quisiéramos.

Fumiko se quedó en silencio, pero en ese momento vio la hora en su teléfono. – Oh, mira la hora que es. ¿Ya estás lista?

Chiyo revisó su teléfono, y se dio cuenta que en efecto ya era muy tarde. – Sí, perdón.

Poco después, las dos humanas se habían acostado, pero Chiyo todavía seguía despierta con sus pensamientos. En efecto, la humanidad había ido demasiado lejos. Había ido demasiado lejos desde que el Dr. Light creó su primer robot. Chiyo no lo consideraba algo malo, ya que el progreso de la humanidad no se detenía por nada, sin importar los riesgos. Pero su postura sobre los reploides permanecía igual, incluso aunque X a veces le hiciera cuestionársela.

Esta historia continuará...


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