♥Tercer capítulo♥
La popularidad de Kim JongIn no se debía únicamente a su atractivo —y vaya si era guapo—. A través de los años, gracias a su condición, KyungSoo había adquirido la habilidad de ver hacia el interior de las personas, incluso de las que no eran transparentes. Así que sin temor a equivocarse podía asegurar que JongIn poseía cualidades que lo hacían brillar por sobre todos los demás. Era un muchacho que además de apuesto actuaba con afabilidad y defendía la justicia. A KyungSoo le parecía un chico divertido y admiraba su confianza.
Ya casi podía decir que estaba enamorado.
Había sido casi un milagro convertirse en su amigo, pensaba él. De todas las personas del colegio, fue JongIn quien se le acercó primero. A veces su imaginación volaba como la de un niño pequeño y recreaba escenas en las que JongIn terminaba enamorándose de él. Creía que tal vez, si se volvían más cercanos, con el tiempo podría conquistarlo; pero luego se paraba delante de un espejo y perdía hasta la última pizca de seguridad.
"Quizá si adelgazo un poco" se decía. "Lo único que necesito es hacer ejercicio y... dejar de comer prácticamente todo lo que me hace feliz".
Sus manos irremediablemente fueron a parar a su estómago; estrujo la grasa acumulada abultando sus labios y suspiró con exasperación y tristeza. De pronto se había puesto triste, sin importar que estuviese recostado en su cama mientras comía uno de sus postres favoritos, pastel de chocolate.
Aún tenía la boca llena del rico pan cuando su teléfono móvil comenzó a vibrar y la estancia se vio interrumpida por Survivor de TVXQ, la cual sonaba cada vez que recibía un mensaje nuevo. Sobresaltado, KyungSoo tragó el bocado con rapidez y se apresuró a abrir el texto. Su corazón se sacudió al leer el nombre de JongIn en la pantalla, apenas minutos atrás, justo cuando volvió a casa con su madre, había enviado un mensaje para que el chico tuviese su número.
Una imagen repentina de JongIn desnudo bajo la lluvia de la regadera apareció en su mente. Aunque no había visto jamás su pecho desnudo, se lo podía imaginar. En su imaginación comenzó a descender la mirada desde sus clavículas y cuando llegó a su abdomen decidió que era hora de parar.
Se había sonrojado, ni siquiera podía creer que pudiese tener esa clase de pensamientos. Sonrió nervioso y se golpeó las mejillas enrojecidas. Seguramente lucirían como un par de manzanas.
Cuando se hubo calmado, volvió a su teléfono.
Siguieron conversando durante media hora más, hasta que KyungSoo oyó que su madre gritaba su nombre.
Antes de meterse a la cama tuvo que bajar a lavar el plato que había ensuciado. Al volver, lo primero que hizo fue ponerse el piyama y después entró al baño para lavarse los dientes y el rostro. Finalmente apagó la luz de su habitación, quedando en completa oscuridad, y se metió entre las cobijas.
Esa noche no logró dormir bien, la sonrisa no se le borraba de la cama porque cada dos minutos volvía a leer los mensajes de JongIn.
♥
La mañana del lunes KyungSoo se llevó una gran decepción, pues al entrar al aula y dirigirse a su pupitre, no se encontró ninguna nota en forma de corazón. Tuvo que leer el resto de mensajes incluso cuando no quería hacerlo, creyendo que quizá a la persona anónima se le habían acabado los post-its y había escrito en otro lado, pero no era así.
Con el autoestima por los suelos tras haber leído tantos insultos, se postró en su sitio y no quiso salir ni siquiera al baño. No prestaba atención a las clases, pensaba en todas las posibles causas de la ausencia de las notas rosas. Según él había engordado incluso más y el anónimo se había dado cuenta hasta entonces de cuán repugnante era.
A la hora del almuerzo salió lentamente del salón y bajó al jardín para buscar a sus nuevos amigos, pero se encontró a medio camino con JongIn, quien no iba solo y tampoco acompañado de los otros chicos. Estaba con una linda señorita, conversando amenamente. Pensó en acercarse, sin embargo al final decidió no hacerlo y sólo marcharse, no los quería interrumpir.
Estaba celoso y no lo negaría. Tu interior ardía como fuego.
—¡Oye KyungSoo! —escuchó que JongIn gritaba a sus espaldas. No quería darse la vuelta pero aun así lo hizo—. No te vayas, espérame.
Sólo rezó porque JongIn no le quisiese presentar a esa chica como su novia o algo así, no soportaría algo como eso. Vio que JongIn dijo un adiós a la chica y sin más se dirigió hasta él.
—Te estaba esperando —dijo sonriente y KyungSoo le creyó, tal vez mientras lo esperaba se había encontrado con aquella muchacha y había matado el tiempo conversando con ella.
—Gracias —dijo conteniendo la emoción, porque nunca nadie había sido tan lindo con él como lo era JongIn.
De repente JongIn lo abrazó por los hombros mientras comenzaban a caminar.
—Escucha, el sábado haré una comida en mi casa con mis amigos y por supuesto que tú estás invitado —anunció—. Vendrás ¿cierto?
—Cuenta conmigo —respondió alegre.
Deseaba con toda su alma que JongIn siguiese abrazándolo, sin embargo, cuando llegaron al jardín donde los demás ya esperaban, el chico lo soltó y avisó que iría al baño.
Al estar con sus amigos el día de KyungSoo comenzó a ir bien, y al llegar a su salón y encontrarse con un post-it de corazón hizo que fuese aun mejor.
♥
Cuando el sábado llegó, KyungSoo entró en una crisis porque no sabía qué ponerse. Aunque su armario estaba repleto de ropa con estilo, nada era suficiente cuando pensaba en conquistar a JongIn. Quería verse aunque fuera un poco bonito para él, aunque con su gordura lo veía imposible.
Al final se vistió con la camisa verde que había comprado el viernes pasado, converse del mismo color y jeans negros, había leído que el color negro hacía lucir a la gente más delgada, aunque no creía que hiciera milagros con sus piernas rellenas.
Se miró en el espejo y sonrió, no era tan feo, ni siquiera tan gordo. Si bajaba unos quince kilos probablemente luciría atractivo.
Ya que ninguno de sus padres se encontraba en casa, tuvo que ir en autobús hasta la casa de JongIn. Cerca de donde se bajó había una panadería donde compró un pie de durazno, pues no quería llegar a una casa con las manos vacías.
La puerta de la casa estaba abierta, sin embargo no quiso pasar y en lugar de eso tocó el timbre. Segundos más tarde JongIn llegó corriendo a recibirlo, siendo seguido por todos los demás, quizá no había sido tan puntual como creía.
—Qué bueno que llegaste —dijo JongIn invitándolo a pasar. Agradeció por el pie y fue a dejarlo en la cocina—. Te estábamos esperando, ya casi estamos completos.
A KyungSoo le pareció extraño que dijera eso porque según él ya no faltaba nadie.
Se sentaron en la sala a conversar y KyungSoo conoció a los dos perros de JongIn. Pequeño era un gran pastor alemán, un perro bastante juguetón. También estaba Chico, un labrador color negro que era más perezoso.
Habían pasado unos diez minutos desde su llegada cuando alguien atravesó la puerta. KyungSoo descubrió que se trataba de la misma chica con la que había visto a JongIn, la chica linda, bajita y delgada de cabello negro.
—Hey, HyunYoung —saludó JongIn desde su asiento, indicándole que pasara.
—Pero qué pechos tan falsos —murmuró BaekHyun.
—No más que su sonrisa —respondió LuHan en el mismo tono, lo que provocó que se miraran a los ojos y sonriesen.
La chica estaba a punto de sentarse junto a JongIn —y KyungSoo no entendía porqué, cuando él estaba en ese sitio—, hasta que vio a los dos canes echados a sus pies. Temerosa retrocedió un paso y miró al chico.
—Tus perros.
—¿Qué pasa?
—Me dan miedo ¿no puedes encerrarlos en el patio?
—Lo siento pero a Chico y Pequeño no les gusta estar en el patio durante el día —respondió con seriedad, porque nadie se metía con sus bebés.
Al final la tal HyunYoung prefirió quedarse parada, aunque no por mucho tiempo, pues JongIn les pidió que se sentaran alrededor de la mesa del comedor mientras él servía las albóndigas con spagetti que su madre había preparado antes de irse.
—Te ayudaré —ofreció KyungSoo entrando en la cocina y comenzando a servir algunos platos.
—Gracias Kyung —respondió con una sonrisa.
Quería aprovechar para preguntar si acaso HyunYoung y él tenían algo, pero lo pensó mejor y decidió que no tenía derecho de entrometerse.
Ya estaban todos sentados y con sus platos y bebidas en frente. HyunYoung apenas había probado su comida cuando suspiró y dejó de comer.
—Estoy llena.
—Si quieres déjalo, le daré las albóndigas a mis perros —respondió JongIn pero la chica negó.
—Mejor se lo doy a KyungSoo —Le pasó su plato y sonrió con falsedad—. Se nota que él come mucho, ¿no, KyungSoo?
Escuchó los murmullos molestos de sus amigos y sin darse cuenta sus ojos comenzaron a humedecerse. Que una chica tan bonita como ella se lo dijera, había resultado doloroso, especialmente porque según él se trataba de su competencia.
—Lo... siento —dijo mientras se levantaba de su silla sin mirar a nadie a los ojos—. Ya debo irme.
Dio media vuelta y prácticamente corrió hacia la puerta. JongIn reaccionó rápido y también se levantó.
—Iré con él. Quédense como en su casa —dijo a sus amigos y luego se dirigió a HyunYoung, quien lo observaba con fingido arrepentimiento—. Menos tú, te quiero fuera ya mismo.
Corrió detrás de KyungSoo, por suerte no le fue difícil alcanzarlo, pues el chico apenas había llegado a la esquina de la calle. Sujetó su muñeca e hizo que se detuviera.
—No te vayas, Soo —pidió acariciando su brazo—. Por favor, no hagas caso a lo que dijo, es una... idiota —Jamás se había expresado así de una mujer, pero en esa situación era la palabra más bonita que podía usar.
KyungSoo lo miró con sus mejillas coloradas y ojos llorosos.
—Fue mi error invitarla, no debí —expresó con culpabilidad—. Lo siento, ¿hay algo que pueda hacer para que me perdones?
KyungSoo no quería aprovecharse, pero es que tenía hambre.
—Bueno... no terminé mi comida y ni siquiera probé el postre —respondió de manera tierna, bajando la mirada. JongIn mostró una gran sonrisa y tomó su mano para comenzar a caminar juntos.
—Genial, entonces vamos, conozco una cafetería cerca de aquí. Te encantarán los pasteles de ese lugar.
Tal y como había dicho JongIn, los pasteles eran deliciosos y las rebanadas tan grandes que KyungSoo se sintió agradecido por no tener que pedir doble ración.
Se quedó observando su plato vacío durante unos segundos, JongIn ya casi terminaba también.
—HyunYoung tenía razón —habló de repente, sorprendiendo a JongIn—. Acerca de que como mucho.
—Tal vez —respondió JongIn con lentitud—, pero aunque sea así no le veo el problema, si te gusta comer es asunto tuyo y nadie tiene el derecho de criticarte, no debió decir eso.
—Gracias por ser mi amigo, JongIn —expresó con una tenue sonrisa—. La verdad no entiendo por qué les desagrado a las personas, no hago nada para que me odien, pero parece que ser gordo es suficiente.
—Si dejaran de ser tan patéticos tal vez se darían cuenta de lo lindo que eres.
"Santo Cristo, me dijo lindo"
—No lo digo por compromiso, yo soy quien está feliz por tu amistad.
KyungSoo agachó la cabeza, abochornado.
—¿Sabes? Los comentarios de las personas me hieren, pero no puedo dejar de comer.
—Entonces no lo hagas —le contestó—. Si comer te hace feliz, no dejes de hacerlo porque me gusta tu sonrisa.
Era definitivo, KyungSoo amaba a Kim JongIn.
♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥
Espero que les haya gustado y nos leemos de luego el sábado o domingo : D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro