22 deseos, uno por cada año al soplar las velas de mi pastel, los primeros fueron pedidos por mis padres, pero después de cuatro años al tener un poco más de juicio propio y al ver todos los juguetes lindos en la tiendas, comencé a pedirlos sin ayuda de ellos.

Hasta ahora mi vida es bendecida, siempre rodeado de amor por mis padres y en la actualidad por mi novio SeungCheol.

Lo conocí durante la secundaria y las cosas se fueron dando, llevando una amistad a un noviazgo que perduró.

Mí cumpleaños está a la vuelta de las esquina. No pido nada más que salud y más bendiciones hacia mi persona. Nada de regalos costosos, todos mis amigos saben que no soy de esos.

Sino una persona sencilla que le tiene más amor a aquello que fue hecho con esfuerzo y dedicación. Una carta, un pastel casero o simplemente sonreír con mí familia.

Somos trece en un mismo departamento, todo es complicado, un ejemplo es en el momento de bañarse por las mañanas, es una fila al igual que el de las tortillerías en México. Loco ¿verdad?

— Precioso — Pronunció Seungcheol, con voz dulce, besando una de mis mejillas — Es hora de ir a la universidad.

Estudiar lo que más anhelaba era lo primordial en mi vida, y lo consiguí a pesar de las críticas de mis tíos. Los cuáles no tomé en cuenta.

Diseño gráfico valía totalmente la pena, no moriría de hambre como todos decían. Agradezco que mis padres me apoyen en cumplir uno de mis deseos.

El primer deseo que fué pedido por mis padres, fue más un agradecimiento que una petición.

Gracias por un año más de vida y soplaron las velas.

El segundo deseo también fué una petición de mis padres y siguió siendo un agradecimiento. Hasta que llegue a los cuatro años.

Esos recuerdos permanecen en mi memoria como un sueño un poco borroso. Cerré mis ojitos y junte mis manitas y lo pedí.

Quiero un rum  y sople las velas, sonriendo al escuchar los aplausos de mi familia. Pero a la mañana siguiente que desperté, no tenía un carro. Me sentí un poco decepcionado en ese entonces.

— Hoonnie, la universidad nos espera — volvió a insistir mi novio, pero no desperté.

A los cinco años mis deseos sobrepasaban los límites. Recuerdo que pedí una gran fiesta y me fue concedida, pero no cerré mis ojitos, me dió un poco de vergüenza hacerlo frente a tanta gente.

Las piñatas colgaban de lo alto de los árboles, papá me vendo los ojos para no ver nada y comencé a golpearla con un palo de madera sin saber si lo hacia bien.

Lo más genial fue cuando los dulces comenzaron a caer en el suelo y los niños trataban de agarrar alguno que otro.

A los seis años pedí una computadora de juguete, de esas que pasaban en la televisión y se veían tan geniales que gaste mi deseo en eso.

Pero comencé a crecer, por lo menos de edad. Mis deseos comenzaron a transformarse, ya no pedía juguetes o dulces. A los quince años deseaba con todo el corazón experimentar mi primer beso.

Y al parecer yo tenía una gran amistad con Diosito por qué se hizo realidad. Me mandó más de lo que yo pedí.

Me portaba tan bien que me premió con un novio, a esa edad conocí a Seungcheol. Desde ese momento mis cumpleaños se volvieron especiales.

Tenía tres personas favoritas, papá, mamá y mi novio. Al principio papá no lo aceptaba, sin embargo, con el paso del tiempo terminaron siendo amigos.

Cada año se ponían de acuerdo para sorprenderme, y si que lo hacían. A mis 16 años Seungcheol me cantó mientras mis padres tocaban el piano.

Fue hermoso, llore a mares.

El mejor de todos fue mi cumpleaños número 18, ese día tuve una velada muy romántica y sí, perdí mi virginidad a esa edad. Aún recuerdo los primeros besos de Seungcheol en mi cuello y en mi pecho, era una sensación tan exquisita.

Y no seguiré con detalles por qué se me para.

El corazón, par de pervertidas.

Hoy cumplo un año más de vida, son 23 años muy bien vividos. Escuchó la voz de Seungcheol hablándome, pero mi pereza es más grande. No quiero despertar, solo quiero que me abrace para dormir juntitos.

— 🎶Jihoon despierta, tú sí ya despierta, mira que ya amaneció. Y a los pajarillos cantan la luna ya se metió🎶 — esas voces son increíbles, son de las personas que me han brindado su amistad. La mano sobre mi rostro es dela persona que amo.

Abrí mis ojos lentamente y me encontré con lo más bello en el mundo, su rostro mirándome con ternura. Me froté la cara para observar mejor y lo que colgaba por toda la habitación era tan increíble.

— ¡Feliz cumpleaños! — gritaron los doce al mismo tiempo.

La habitación era un mundo de papelitos de colores. Puse los pies en el suelo con rostro sorprendió, sostenidó en cada paso por la firme mano de mi novio que me daba un recorrido por las cuatro paredes del cuarto.

Cada papelito llevaba una frase.

Feliz cumpleaños hoonnie.

Te amo hermoso.

Te deseo lo mejor amigo.

Eres tan especial para mí.

Disfruta este día por qué 23 años no se cumplen a diario ><

Leía con cuidado, sintiendo a mi corazón latir al igual que una máquina a toda velocidad, me sentía tan feliz y desorientado. ¿Tan pesado tengo el sueño que no escuché ningún ruido?

Bueno, eso no importaba en estos momentos por qué Seungcheol soltó mi mano para tomar él pastel que Seokmin cargaba con las velas ya encendidas.

Un enorme 23 de decoración, acompañado de un "Feliz día mi amor"

En ese momento me dí cuenta de quién eligió la caligrafía.

— Pide un deseo — Ordenó Seungcheol con una gran sonrisa.

Cerré los ojos para poder concentrarme. Pero no tuve que pensar demasiado, por qué mi único deseo era...

Pasar el resto de mi vida a lado de las personas que sacan lo mejor de mí, a lado de mis amigos haciendo lo que más me gusta y sonriendo siempre a pesar de todo.

Ese es mi único y mayor deseo en estos momentos, ser parte de la vida de mis amigos y de esas personas que me quieren. Que nunca me abandone nadie. Por qué quiero caminar con ustedes siempre.

🄵🄸🄽