Capítulo 2
Jiji no se esperaba que la casa de Aira fuera tan elegante, decorada con un estilo impecable que combinaba detalles tradicionales con un toque moderno. Apenas entraron, siguió el ejemplo de Aira y se quitó los zapatos, mientras ella dejaba las llaves en una pequeña mesita junto a la entrada y desaparecía por el pasillo. Al quedarse solo, Jiji miró alrededor, curioseando las fotos familiares y los detalles en las paredes.
—Voy a preparar el baño, por lo visto mis padres salieron así que me ahorro explicarles qué usaras el baño —anunció Aira desde las escaleras, sin darse cuenta de que él ya estaba echando un vistazo a cada rincón—¡Ni se te ocurra sentarte en el sofá! —gritó desde el segundo piso al ver hacia dónde se dirigía él.
—¿Qué, quieres que me quede de pie todo el rato? —protestó Jiji con una mueca.
—No es tan difícil —respondió Aira y él solo pudo suspirar y cruzarse de brazos.
Siguió explorando con la mirada y sonrió al ver una foto de Aira en preescolar, luciendo una sonrisa amplia y adorable en un uniforme que parecía muy formal para una niña.
—Ay, ¿ya estás husmeando? —Aira lo sorprendió al bajar y notar su cara de diversión— Era tan obvio que ibas a ver eso.
—No puedo evitarlo —dijo él riendo— Eras una mini-Aira muy linda.
Ella rodó los ojos, aunque sonrió con un aire satisfecho.
—Por supuesto, eso siempre fue un hecho —replicó con orgullo— La belleza siempre ha sido mi fuerte.
—No puedo discutir eso —aceptó Jiji con una sonrisa cálida y por un segundo, Aira sintió el cambio en su ritmo cardíaco, algo parecido a una sacudida pero una sacudida placentera, aunque no quería reconocerlo ni para sí misma
—Bueno, bueno, cambiando de tema... —dijo ella aclarando la voz, como si de esa forma pudiera ignorar lo que había sentido— Parece que el calentador no anda bien, así que el agua podría salir fría en cualquier momento.
Jiji la miró, horrorizado.
—¿Y entonces?
Aira suspiró, resignada.
—No me encanta la idea, pero ya que te ofrecí mi baño… voy a ayudarte, por si el agua se enfría de repente. No quiero que Evil Eye decida hacer del baño su territorio o me rompa el espejo.
Él la miró, con una mezcla de sorpresa y picardía, llevándose la mano al pecho como si estuviera abrumado.
—¿Te vas a meter conmigo a la ducha? Esto es demasiado repentino para mí pero si es así como debe ser… Aira-sama, seré todo tuyo. Pero recuerda hacerte responsable después.
Aira puso los ojos en blanco.
—Deja de decir estupideces ¡Anda, al baño! Y que quede claro: ¡Te dejas la ropa interior puesta!
Jiji entró al baño, sorprendido al ver lo amplio que era en comparación con el suyo y el de Momo. Observó la fila de productos para el cuidado de la piel que Aira tenía en una repisa, y no pudo evitar recordar que en el suyo apenas había un shampoo, un jabón y una pasta de dientes.
—Voy a la lavandería, no te vayas a mojar todavía —dijo Aira, llevándose una cesta con la ropa de Jiji.
Él asintió y se sentó en un pequeño banquito de madera en medio del baño, esperando a que volviera. No le hacía mucha gracia estar en ropa interior frente a una chica que no era su novia, pero Aira no parecía afectada en lo más mínimo. Le hubiera gustado verla nerviosa, aunque fuera un poco, pero su expresión seguía tan tranquila que casi le resultaba… frustrante.
¿De verdad no le movía ni un pelo verlo así? ¿No le resultaba ni un poco atractivo?
—Ya volví —anunció Aira al regresar, vistiendo una camiseta de tirantes y unos shorts de mezclilla, algo cómodo que no le importara mojar— Bueno, empecemos. Primero, necesito saber si tienes piojos.
—No... que yo sepa.
—Espero que no, porque no encuentro guantes y si voy a meter las manos en tu pelo, mínimo espero que esté limpio de piojos.
—¡Oye!
—Ya, ya, relájate —respondió ella con una sonrisa leve mientras abría el grifo y comenzaba a empaparle el cabello con la manguera de la ducha.
—¿Vas a ducharme tú? —inquirió Jiji, un poco confundido. Pensó que solo lo vigilaría mientras él se bañaba.
—No confío en tus habilidades para bañarte —replicó Aira, rodando los ojos— Así que lo haré yo. Además, deberías estar agradecido: voy a usar mis productos. Vas a oler bien por primera vez en tu vida.
Jiji puso una expresión de inconformidad, que pronto se desvaneció cuando Aira comenzó a masajear su cabello con el shampoo. El aroma a coco y vainilla era intenso, seguido por un toque dulce y casi empalagoso.
Enjoji no podía evitar pensar en las nueva sensación de que alguien masajeara su cabello, estaba nervioso de que las manos de Aira lo tocaran.
—¿De verdad te gusta oler tan dulce? —protestó él, intentado ocultar su propia incomodidad.
—Es mejor que oler a… bueno, a ti —Aira le lanzó una mirada molesta— No te preocupes, el olor se va a suavizar cuando terminemos.
—Eso espero… —murmuró Jiji, pero sus palabras quedaron ahogadas cuando Aira le echó más agua sin previo aviso, empapándolo de nuevo.
Una risa suave escapó de los labios de Aira mientras dejaba la manguera a un lado. Luego sacudió un bote de acondicionador, también con aroma a coco y lo vertió en su palma. Lo frotó entre sus manos antes de aplicarlo suavemente en el cabello de Jiji.
Aira se acercó a Jiji con el
acondicionador en la mano, la
cercanía entre ellos se volvía
palpable. Mientras aplicaba el
producto en su cabello su piel
rozó accidentalmente la de él,
provocando que un escalofrío
recorriera la espalda de Jiji hasta erizarle la piel. Reacción que Aira no ignoró pero antes de que pudiera decir algo Jiji se adelantó.
—No tengo piojos ¿verdad? —
bromeó Jiji, intentando aliviar
la tensión que se estaba
acumulando entre ellos.
—No. Mejor así —respondió Aira con un tono divertido. Su mirada se encontró con la de él y el ambiente se volvió más tenso. Aira apartó la mirada, decidió que lo mejor era ignorar lo que había pasado. Cada vez que sus dedos se enredaban en el cabello de Jiji su corazón parecía latir más rápido. En cambio, después de esa mirada qué habían cruzado Jiji deseó qué ella siguiera viéndolo de esa forma.
—¿Y esto ahora qué es? —preguntó Jiji, con algo de curiosidad desviando el tema que solo parecía aumentar tensión qué, dada las circunstancias no era favorable.
—Acondicionador. Te dejará el cabello suave.
—Tienes un montón de cosas. ¿Cuánto tiempo tardas en bañarte? —preguntó él, algo fascinado.
—¿Cuánto tardas tú en bañarte? —contraatacó Aira, levantando una ceja.
—Me rindo… —suspiró Jiji, levantando las manos en señal de paz mientras ella continuaba aplicándole el acondicionador.
—Ahora hay que esperar unos cinco minutos para retirar el acondicionador —Aira sujetó la manguera para empapar con cuidado el cuerpo de Jiji qué tenía zonas secas aún. En cuanto salió el chorro Evil Eye apareció y ella cayó de espaldas sintiendo el chorro de agua fría en su cuerpo.
—Ay no —musitó Aira, sintiendo su corazón acelerarse mientras observaba al yokai frente a ella.
—... ¿Dónde estoy? —preguntó Evil Eye, con una voz profunda y resonante que hacía vibrar las paredes del baño.
Aira se sintió atrapada entre la preocupación y una inexplicable fascinación. Evil Eye con su forma imponente, estaba allí y por un momento, Aira no podía apartar la mirada de la musculatura de Jiji, ahora más notable por la posesión del yokai.
—Estas en mi baño, ahora quédate quieto y tranquilo que voy a bañarte —ordenó la chica con un tono firme— No es día para enfrentarte a Takakura-sama.
Al escuchar el nombre de Takakura, Evil Eye pareció comprender lo suficiente como para dejar de resistirse y la observó en silencio.
Aira inspeccionó a Evil Eye. Cada vez que él tomaba control de Jiji, parecía hacerlo más corpulento y aunque no quería admitirlo, ese cambio físico no pasaba desapercibido. Ahí estaba, en su baño, a solas con un chico de cuerpo llamativo, poseído por un yokai que claramente no entendía lo que era una ducha. Sacudió la cabeza, dándose una bofetada mental por siquiera considerarlo atractivo.
—Siéntate aquí, ven —Aira recogió el banquito que había salido volando con la transformación. Evil Eye miró su mano extendida y, tras un instante de duda, la tomó y se dejó guiar hasta el banco— Voy a tallar tu cuerpo, así que no te muevas.
Evil Eye permaneció en silencio, siguiendo sus órdenes. Aira buscó su jabón líquido de áloe vera recién comprado y lo vertió en la esponja. Empezó a tallar su piel con firmeza, dejando que el aroma suave llenara el baño. El agua goteaba de su propio cabello, aún empapado desde que Jiji se transformó, pero no le importaba. Una vez que terminara de bañar a Jiji, podría darse una ducha rápida y secarse a gusto.
Cuando Aira terminó de duchar a Evil Eye, dejó escapar un suspiro de alivio, sintiéndose cansada y temblando. No estaba acostumbrada al agua fría, así que no era sorpresa que estuviera helada.
—Voy a buscar una toalla —dijo, tratando de concentrarse en lo siguiente.
Buscó la toalla más grande que tenía y envolvió a Evil Eye con ella, frotándolo con fuerza para secarlo. Pero de repente, Evil Eye la envolvió en un abrazo, sorprendiéndola.
—¡Oye, suéltame! ¿¡Qué estás haciendo!? —exclamó Aira, sintiendo cómo el calor de su rostro se elevaba. El aroma de sus productos la envolvió y la cercanía hizo que su corazón se acelerara.
—Estás fría —respondió Evil Eye, su tono era serio, casi protector. Había conocido la soledad y el frío de las noches y al ver a Aira temblando, su instinto fue ofrecerle el calor que tanto había deseado en su propio pasado.
Aira sintió sorpresa y confusión. Se dio cuenta de que la situación era diferente y comprendiendo la posición de Evil Eye solo suspiró resignada.
—Está bien... Solo necesito cambiarme, así que... suéltame —murmuró.
Pero Evil Eye la atrajo más hacia él y ella sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo, no solo por el frío. Su corazón latía más rápido y se dio cuenta de que resistirse era inútil. Así que, en lugar de seguir luchando, se aflojó y se dejó envolver en los brazos marcados de Jiji, disfrutando del calor que comenzaba a calmar su cuerpo helado.
Se acomodó contra su pecho, sintiendo cómo la toalla se apretaba a su alrededor. Era extraño, pero había algo reconfortante en ese abrazo. A medida que se quedaban así, todo lo demás dejó de importar y Aira se perdió en el momento, dejando que la calidez de Evil Eye la envolviera.
...
—¡Idiota! —Aira le lanzó un cojín del sofá a Jiji, que ya había vuelto a la normalidad después de tomarse su té caliente y dejar de estar poseído por Evil Eye. Aira le había prestado ropas de su padre a Jiji mientras la de él estaba aún en lavandería.
—¡Ack! ¿¡Por qué te desquitas conmigo!? ¡Fue Evil Eye quien te abrazó! —protestó él, tratando de evitar el proyectil con una mano.
—¡Pero el cuerpo es tuyo! —exclamó Aira, sintiendo cómo sus mejillas se sonrojaban intensamente. Era imposible ignorar lo cómodo que había sido abrazar a Jiji y el recuerdo del baño seguía dando vueltas en su mente. La forma en que Evil Eye en el cuerpo de Jiji la envolvía con esa calidez protectora la hacía anhelar más de esos momentos.
—Es ridículo ¡Yo no te abracé! —Jiji se cruzó de brazos, frunciendo el ceño— Sí, el cuerpo es mío, pero ¿y eso qué? Ni siquiera cuando me viste en ropa interior parecías afectada ¿¡Por qué un abrazo tiene tanto significado!?
Aira sintió que su corazón latía con fuerza.
—Porque —dijo, intentando sonar más calmada de lo que se sentía— no es solo un abrazo. Es lo que significó, cómo me hiciste sentir.
Jiji abrió la boca para responder, pero las palabras se le quedaron atoradas. La mirada de Aira era intensa y por un momento, ambos se quedaron en silencio, sus corazones latiendo al unísono.
—¿Qué?
—¡No es nada! —Aira le lanzó otro cojín y esta vez le atinó a la cara— Voy a cambiar el tema. Tu ropa se está lavando, así que tendrás que quedarte a dormir aquí en lo que se seca. Ya es demasiado tarde para que te regreses a tu casa, avisale a tus padres.
—¿Dormir aquí? ¿Qué hay de tus padres?
—No te preocupes, dormirás en la habitación de invitados. Ni siquiera se darán cuenta que estarás aquí. Por lo tanto, no salgas de la habitación.
Y con esas palabras Aira se regresó a su habitación dejando a Jiji con un sentimiento inquietante.
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