Extra 1- Beomgyu
Lee Beomgyu, un chico rubio y ojos soñadores. Toda su vida pensó en ser un héroe de animalitos y salvarlos del peligro. Todo comenzó cuando tenía cuatro años y el perro de su vecina comenzó a molestar a un gato. Él fue y lo sacó de allí, comenzando a soñar con ser un héroe.
Su familia solo constaba de su madre y su padre, quien este hombre no le tenía paciencia, por lo que mutuamente no se llevaban muy bien, remarcando que Beomgyu era muy inmaduro y tonto, además de ser molesto. Aun así lo quería a su manera, puesto que siempre de una forma se preocupaba de su salud. Su madre por otro lado era muy relajada y pacífica, la mejor mujer diría el rubio, ella era amable y buena, lo único que molestaba era que siempre insistía que su hijo hiciera amigos.
Beomgyu era feliz con los perros de la calle. Su padre era alérgico al pelo, por lo que no podían tener mascotas. Así que Lee salía y jugaba con los perros de la calle.
Esa tarde mientras jugaba, un auto atropelló a su único mejor amigo, Thomas. Beomgyu lloró semanas enteras por aquello. Había perdido a su único amigo.
-Mami...- sorbió su nariz- Cuando vaya al cielo ¿Veré a todos los perritos allí?- sus ojitos demostraban dolor.
-Hijo, no pienses eso- corrió sus cabellos- Los perritos si están allí, pero no pienses en esas cosas ahora amor- besó su frente- Duerme bien ahora.
La mujer salió del cuarto, apagando la luz. Beomgyu por otro lado se destapó y abrió las cortinas, mirando hacia el cielo.
-Prometo que nos veremos allí amigos. Al menos pronto- volvió a llorar, esta vez en silencio.
Y así, con el paso de los años, Beomgyu seguía siendo solitario. Sus padres ya no tenían tanta paciencia, contando las múltiples discusiones con su padre y la cantidad de meses que ambos no intercambiaban una sola palabra. Su mamá pedía que socializara, ya tenía catorce años y debía comenzar a desarrollar una convivencia en su hijo para que le sirva en un futuro, aunque claro, el rubio no haría caso a aquello.
Mientras tanto, un día su compañero de clases discutió con sus amigos y realizó una amistad con el chico.
Jeongin y Beomgyu compartían algunas cosas. Yang le compartía su vida entera, mientras que Beomgyu no contaba más de la mitad de su vida. No sentía una confianza en él, no porque sería chismoso, pero sentía que a nadie le interesaría su vida de amargado y ser amante de los animales, por lo que siempre callaba sus palabras y dejaba que los ojos del pelinegro lo viera todo.
Ya en su anteúltimo año escolar, Beomgyu conoció a Yeonjun. Era muy hermoso, su cuerpo tonificado, sus ojos, sus labios gruesos. Al verlo solo quería abalanzarse a él y morderlo con profundidad, pero se contuvo.
-Y espero que... Beomgyu...
No respondía. Cada vez que ese chico cruzaba por sus ojos, se quedaba idolatrándolo. Jeongin suspiró harto de lo mismo. Su amigo lo estaba dejando por su crush.
-Yo se que te gusta- se puso frente a él para llamar su atención. Beomgyu reaccionó- Pero ya debes dejarlo al chico, lo vas a espantar.
-Es que... es perfecto- dijo casi en un susurro.
-Ni siquiera lo conoces- frunció el ceño- Solo chocaste con él y te sonrió.
-Tienes razón, no lo conozco. Pero puedo hacerlo- dijo divertido, a lo que su amigo solo suspiró y fue a su casillero.
Unos días luego, era un día lluvioso, donde Beomgyu esperaba en la parada de bus a que llegara el transporte. Yeonjun caminaba con su paraguas hasta su auto. Divisó al menor mojándose puesto que no había un techo en la parada. Se acercó a él y le habló.
-Hola, tu eres Beomgyu. El que chocó conmigo- dijo divertido, compartiendo el paraguas.
-Oh... si lo soy- rió nervioso, sintiéndose estúpido.
-Ven conmigo, te llevaré- el rubio no aceptó al inicio- Juro que te dejaré en tu casa, confía en mi.
Así, Beomgyu confió y subió con él, rumbo a su casa. Ambos se dispusieron a hablar y conocerse más.
Choi le contaba sobre su vida, cosas como su relación con sus padres, así también diciendo que jamás tuvo amigos reales. Beomgyu por otro lado le hablaba de las películas de caricaturas que más amaba. Luego le contó un poco sobre él, diciendo que era hijo único y que nunca tuvo amigos, solo perros de la calle, así también tocando el tema de su veganismo.
-Espera... ¿tuviste un perro como amigo y luego de su muerte te hiciste vegano?
El rubio se sintió un poco avergonzado. Pensaba que él lo tomaría de ridículo. Pero se relajó al ver que Yeonjun mostraba fascinación ante eso.
-Suena tono ¿No?- el otro chico negó con la cabeza- Hyung, se que es tonto, pero...
-No es tonto- cortó las palabras del menor- Enserio, tu tienes un gran valor Gyu... es... impresionante- se mostró verdaderamente sorprendido.- Nunca he visto a alguien que llega a convertirse en otra persona por alguien.
Estuvieron un buen rato hablando un poco más de cada uno, hasta que llegaron a la casa del menor.
-Se lo agradezco mucho hyung- sonrió e hizo una reverencia.
-No uses la formalidad- sonrió. Mientras el otro chico bajaba, volvió a hablar- Espero que pronto salgamos.
Beomgyu sintió su piel erizarse, estaba muriendo internamente. Salió del auto y sonrió.
-Claro hyung- sonrió grandemente- ¡Adiós! Conduce con cuidado- fue hasta su casa mientras agitaba su mano.
Yeonjun lo vio unos segundos y sonrió. Tuvo una sensación rara en su pecho, una que jamás sintió. Miró hacia abajo y trató de evitar aquellos pensamientos, pero no podía debido a que el menor llegó a flecharlo.
Arrancó y se fue de allí.
Días y días pasaban donde Beomgyu salía con Yeonjun. Jeongin le dejaba miles de mensajes, pero Lee solo contestaba que saldría con Choi.
Ambos fueron a una heladería, donde por suerte habían conseguido un helado vegano para el menor.
-¿Desde cuando eres vegano?- preguntó lamiendo la cuchara.
-Desde que tenía seis años- el otro chico quedó en shock- Es increíble ¿no? Tuve que hacer berrinches para que mis padres lo aceptaran- rió.
Hubo unos segundos de silencio. Ambos sentían el nerviosismo y sus corazones palpitando a mil.
-Beomgyu...
-Yeonjun...
Rieron apenas por hablar al mismo tiempo.
-Tu primero- dijo con una sonrisa Choi.
-No, tu- se golpeó internamente por aquello.
-Okey- rió. Bajó su cabeza, jugando con sus dedos- Yo... em... yo... quería... decirte... algo- titubeó. Se sentía muy nervioso. Beomgyu estaba de igual forma, pero trató de verse fuerte.
-Tranquilo hyung- sonrió con sus labios apretados.
Choi tomó aire con sus ojos cerrados- Beomgyu... quería decirte que... me gustas
Cerró sus ojos con fuerza nuevamente, temiendo la reacción del menor. Al no escuchar nada, abrió lentamente, viendo al rubio con sus mejillas ruborizadas y sus manos en su boca.
-Gyu...- sintió a morir. El menor no daba una respuesta por lo que lo ponía nervioso. Pero el nerviosismo se fue al ver como el rubio sonreía cada vez más grande, con sus ojitos llenos de lágrimas, yendo a abrazarlo.
Luego de la heladería pasearon otro poco, y al final del día, a las 21:00, Yeonjun dejó al menor en su casa. Antes de que se adentrara al lugar, tomó su mano y le habló.
-Beomgyu espera- dijo, viéndolo fijo.- No quiero terminar este día así.
El rubio miraba como el mayor se acercaba. Tomó su rostro y unieron sus labios en un profundo beso.
Esa noche, ambos estaban más que felices. Dando su primer beso y siendo pareja. Beomgyu cumplía su sueño de estar con su crush y Yeonjun estaba feliz de tener a alguien tan perfecto en su vida.
Mientras ellos daban inicio a su noviazgo, la palabra amistad no existía en la mente de Beomgyu.
Cada mañana, el rubio ingresaba a la escuela y se iba a su salón, sin siquiera saludar a Yang. El pelinegro se veía confundido por las actitudes del mayor, sentía que había hecho algo malo y que su amigo nuevo ya no le hablaría.
Y durante los recesos, el rubio solo se iba hacia donde Yeonjun para hablar con él. Pero ese día no estaba Choi. Era raro, se preocupó y le mandó un mensaje de texto.
Por otro lado, Jeongin hizo acto de presencia.
-Gyu... quiero hablarte...
-Ahora no, perdón- hizo caso omiso mandando como loco mensajes a su pareja.
Lo que restaba del año, lo que solía ser una enorme soledad se convirtió en una dependencia emocional. Beomgyu no salía con Jeongin y no dejaba de hablar en ningún momento con Choi. Era como su prioridad. Ya había apartado a su amigo para estar con su ahora novio.
Cada día en el colegio, cruzaban miradas pero no se saludaban. Actuaban como completos desconocidos. Los días en que el pelinegro invitaba al mayor a su casa, él lo cancelaba o no respondía por estar con Choi.
Pero un día, solo un día, en ese año, Beomgyu fue quien invitó a Jeongin a su casa, haciendo que este se emocionara totalmente porque su amigo recordó de su existencia.
Lo peor fue que solo lo invitó para hablar de Choi.
Ya en la universidad, Beomgyu y Jeongin habían decidido estudiar juntos la misma carrera. Un tiempo atrás, cuando Lee ignoraba la presencia de Yang, el pelinegro decidió estudiar profesorado de jardín de infantes, puesto que no quería seguir sintiéndose mal por su fallida amistad con él. Pero luego de la última vez que hablaron, recapacitó y allí estaban juntos nuevamente hablando.
Ese año, Beomgyu contaba con veinte años ya llevaba tres años de noviazgo y ya ambos vivían juntos luego de que el padre del menor discutiera con él, provocando que se fuera. En ese tiempo, todo cambió. Beomgyu quería volver a entablar la relación con su amigo y no olvidarlo. Yeonjun por otro lado veía a Jeongin como un intruso y no quería que tuviera una cercanía con él.
-Ya, Yeonjunnie- sonrió.- ¿Qué pasó con el novio que es lindamente celoso?- burló, intentando picar sus mejillas, pero solo recibió un manotazo por parte del mayor.
-No estoy para tus bromas- dijo con un tono duro. Lee mordió su labio, era todo tan extraño.
-Ya amor... ¿Qué tienes?
-¿Eres tan idiota para preguntar aquello?
Esa fue la primera señal. Yeonjun estaba siendo de más celoso y Beomgyu lo notaba. Esa misma noche, el menor insistió en demostrarle que solo es suyo, teniendo la última intimidad que era hecha con amor.
Misteriosamente, Lee Beomgyu desapareció de la universidad. El chico con un buen promedio, el que era un apasionado, un chico con una enorme belleza la cual atraía a todas las chicas y luego se desilusionaban por ser gay. Jeongin también lo notó. Beomgyu no estaba más y no era solo una semana donde supuestamente enfermó. Él lo invitó a salir una tarde y jamás llegó, y luego de tres meses seguía sin aparecer.
Su cuerpo tembló, ¿Dónde estaba su amigo? Era algo difícil de creer.
Como todos los días, el menor era restringido. Yeonjun comenzó a actuar de forma extraña, le prohibió salir con su mejor amigo, le hizo cambiarse de número, solo teniendo los números de sus padres y una aplicación, y luego añadiendo los golpes. Aquellos no eran tan seguidos, lo que era bueno. Pero de todas formas no quería pasar por aquello.
Choi le ordenaba vestirse de manera culta, sin pantalones cortos o rasgados, ni camisas transparentes o muy cortas. Le decía que comer para no engordar, le revisaba su teléfono constantemente y lo sacó de la universidad. Cada día que el mayor salía, lo llamaba alrededor de cinco veces al día.
Piénsalo dos veces, Beomgyu
Allí mismo se arrepentía de todo. Fue muy estúpido de enamorarse rápidamente de no haberlo conocido mejor, y de no pensarlo bien. Jeongin le dijo que no lo conocía para nada, sus padres le dijeron que piense bien si era gay o si quería a Yeonjun en su vida. No le dio importancia, y ya se encontraba sufriendo.
Para salir debía vestirse discreto, cubriendo los golpes y lastimaduras. Usaba mucho maquillaje para cubrir su rostro y cuello, y a veces ya no podía ni caminar bien por las veces que Choi abusó de él.
En parte es culpa mía por confiar en ti.
Aunque Beomgyu se regañaba, no podía soltar a Yeonjun. Tenía una enorme dependencia emocional que no podía verle lo malo a nada y no se permitía escapar de ahí por una obsesión a su mayor. Odiaba ser golpeado, restringido y controlado, pero en parte necesitaba de Yeonjun, porque sin su presencia, sentía que no podía hacer nada solo.
Años duró aquella pesadilla. Casi muere por intentar salir de allí, pero todo valió la pena. Porque ahora vivía en libertad.
Si puede llamarse así.
Choi se fue del país y del continente, pero la mente del menor no lo dejaba tranquilo. Sentía que estaba ahí, vigilándolo y controlándolo. Pero era solo una mala pasada que le daba su conciencia. Su cuerpo se sentía asqueroso al recordar cuando era tocado por el mayor.
Sufrió una enorme depresión, dejó sus estudios, su empleó, jamás volvió a salir y ahora, debía volver a ser controlado, esta vez por sus padres.
Ya no quiero existir.
Él jamás fue feliz, aunque todo lo tenía, él no era feliz. Tal vez sea una forma en que su consciencia le gritaba que no debía acceder a nada, pero fue terco y solo se dejó llevar.
Toda su vida fue un lobo solitario, aunque Jeongin fue su amigo, él no era feliz. Cuando salía con Yeonjun, tampoco lo era. No se daba cuenta de que sus emociones tomaban a sus personas cercanas de mala manera, provocando que realizara malas relaciones con las personas.
Entonces, solo se limitó a llorar y esperar que un milagro llegara y se lo llevase de su cruel vida.
Hola! Esto me costó
Espero lo disfruten
Cuidense
Adiós!!
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