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3:30 am

Estaba corriendo por los pasillos, intentando que no le hicieran daño al pequeño animalito.

-¡Por favor, déjenlo! ¡No le hagan daño a Boster!- suplicaba

-Eso ya no será problema tuyo- el hombre sonó tan turbio, su miedo aumentó cuando subieron al pequeño perrito a la camioneta.

Su pequeña mascota, quien le era fiel y el único que lo comprendía, se acababa de ir. Pedía por favor que sea cuidado.

-No... Boster ¡Boster!- se levantó repentinamente de la cama.

-¿Gyunnie?- Choi tallaba sus ojos al despertarse por el grito de su novio- ¿Qué ocurre?- dijo, enderezando su cuerpo, viendo al menor.

-Lo siento amor- se disculpó y secó las lágrimas que bajaban por su mejilla- Otra vez soñé con Boster.

Yeonjun sabía el amor que le tenía a ese perrito de pelaje blanco. Deseaba con toda su alma poder tenerlo con él, pero por la alergia al pelo de animales por parte del mayor le hacía imposible conservarlo. Yeonjun recuerda el dolor cuando esas personas se llevaron al perrito. Eran tan bruscos, que él mismo quiso dejar su egoísmo de lado y traer al perrito para ver a su lindo novio feliz otra vez. Pero recordó que él mismo fue quien llamó a control animal para que sacasen al cachorro de la casa. Yeonjun odiaba que un animalito se llevara toda la atención del menor.

-Cariño, no pienses en eso- se sentó y lo abrazó- Seguro tiene una casa nueva, donde estará jugando con niños quienes lo aman- besó su frente.

-Lo extraño, me gustaría que me acompañara cuando tu no estés- dijo con un puchero mientras las lágrimas paraban.

Yeonjun lo besó.

-No te preocupes, se que estará bien- sonrió.

Donde sea que su alma repose.



Eran casi las 4 am, horario donde Yeonjun se sentó a desayunar por última vez con su pareja. Mientras desayunaban, no hubo ningún solo ruido o conversación entre ellos. Yeonjun leía atentamente las noticias, mientras que Beomgyu revolvía por enésima vez su taza.

-Gyunnie- sonrió- ¿Qué tienes?

Beomgyu no quería mentir, pero sabía que si tocaba el tema, lo iba a hacer enojar.

-Solo... te extrañaré mucho- dijo, mientras se sentaba en sus piernas.

Se fundieron en un largo beso. Beomgyu no sabía porque hacía esto, solo se intoxicaba más, pero por alguna razón, sentía que debía hacerlo. Lo amaba mucho por más que lo dañara.

Pasadas las horas, la camioneta del jefe de Choi se estacionó en su casa. Yeonjun llevó sus maletas hacia la entrada, las cuales eran tomadas por sus compañeros.

-Te llamaré en mis tiempos libres, necesito que respondas- dijo serio.

-Tranquilo, no haré nada interesante aquí- sonrió el menor.

Yeonjun lo besó y caminó hasta el auto.

-Oh, una cosa más- Lee se tensó- No quiero que andes muy cerca de otras personas ¿Está claro?- dijo, apretando su mandíbula.

El rubio solo asintió. Choi se fue al auto, el cual arrancó y minutos luego, abandonó la casa.

Beomgyu se sintió vacío. Yeonjun acababa de irse, se sentía raro. El rubio pensó que podía ser libre, aunque no supiera cuales fueran los planes de Choi al dejarlo solo en su casa.

Se fue a dormir otro rato, era muy temprano y no pudo dormir lo suficiente. Fue hacia su cama y se hizo una bolita. Puso su mano a un costado, acariciando la manta, simulando que su querida y preciada mascota se encontraba ahí.

-Mi Boster, espero que seas feliz- dijo con lágrimas en sus ojos.

Tenía planeado él mismo llevarlo a la casa de sus padres para verlo cada fin de semana. Yeonjun le había restringido las salidas y las visitas a ese odioso animal, no quería que se encariñara de otro ser que no fuera él.

Durmió hasta casi las diez de la mañana, de no ser por el timbre de la casa, él hubiera seguido de largo. Se colocó sus pantuflas y caminó con desgano hacia el ruido molesto.

-¡Ya voy!- gritó, al escuchar otra vez el timbre.

-Que bien que abres, esto se enfría- dijo, señalando la comida que Soobin tenía para desayunar.

Beomgyu dejó que Soobin pasara. El mayor colocó la comida en la mesa y se sacó su abrigo, colgándolo en uno de los sillones.

-Bien, tu sabes que no me evitarás por siempre- dijo, comiendo una galleta bañada en chocolate.

-Soo, no quiero hablar del tema- dijo nervioso.

-Por favor Beommie, no puedes vivir así- dijo el mayor, con un tono preocupado.

Hubo un silencio.

-No pienses que no los he visto, se que algo está ocurriendo aquí- dijo con el ceño fruncido, dando un sorbo a su café.

-Soo, por favor, no quiero discutirlo ahora. Apenas se fue y necesito tiempo para decírtelo- dijo cansado, soltando un suspiro.

-Está bien, está bien- dijo rendido- Por favor no te lo guardes, cuando ocurra esto, háblame. No soportaría perderte- sonrió.

-Tranquilo hyung, te hablaré luego- devolvió la sonrisa.

El teléfono del rubio sonó. Era Yeonjun.

-Hola amor- dijo tranquilo. Soobin miraba atento al menor, intentado descifrar algo- Si estoy aquí con Soobin... No, él está lejos- eso hizo confundir a Kang- Tranquilo lindo, te haré caso lo prometo... Está bien... cuídate... y yo. Adiós- colgó la llamada.

Soobin se quedó viendo al menor con cara sorprendida.

-¿Qué fue eso?- dijo desconcertado.

-¿Qué cosa?- dijo, dando un sorbo a su café.

-Soobin está lejos de mi- imitó con voz burlona. Beomgyu rio un poco.

-Sabes que él es celoso ¿No?- rio apenas.

-Diría que posesivo- rodó sus ojos.

Beomgyu no supo que responder, no quería que pensara así del mayor aunque fuera cierto.

Soobin se quedó hasta el mediodía en la casa del menor, en esas dos horas recibió alrededor de tres llamadas de Choi, lo que dejó un poco asustado a Kang e incómodo a Lee. El más alto decidió que era mejor irse, no podía ver a su amigo así.

-Si necesitas algo, solo avísame- dijo incómodo.

Ambos se despidieron y Soobin en cuestión de segundos, desapareció de la casa.

Beomgyu sintió un vacío en su casa, sin su novio y sin su amigo, se sentía vacío. No debes sentirte así, idiota, se decía para sus adentros. 

Vio el reloj, las 12: 20, sin Yeonjun en la casa, decidió por comprar comida de la que él gustaba comer. No iba a desperdiciar la oportunidad de comer un poco de helado y comida que si le gustara. Tomó su billetera y salió rumbo al mercado.

Esta vez caminó tranquilo, sin pensar que tenía un horario que cumplir. Su teléfono sonó y lo atendió. Otra de las llamadas de Yeonjun, lo mismo de siempre: como estás, te estás comportando, aléjate de los chicos, cuídate y te amo. Beomgyu comenzaba a cansarse de lo mismo siempre, era la llamada número catorce que recibía y ni había pasado un día desde que el mayor se fue.

El recorrido era el mismo, pasaba por la librería y por la universidad a la que él asistía, unas calles más y llegaba al mercado. De pura casualidad, se quedó parado viendo el edificio de la universidad a la que asistía, lo extrañaba. Extrañaba ir a estudiar, ver a sus amigos y su carrera de ensueño. Deseaba no ver como sus estudios caían por la borda al tener que dejar de asistir a la universidad luego de que Yeonjun le dijera que jamás sería bueno en eso y por un acto de celos, haberlo restringido.

Escuchó el timbre de salida de la universidad, los alumnos iban saliendo. Se quedó esperando si ese rostro conocido aparecía. El pelinegro se apareció por la puerta, mostrándose confundido al ver a su amigo perdido ahí.

-Beomgyunnie- se quedó estupefacto al verlo- ¿Qué haces aquí?

Lee lamió su labio y respondió segundos luego.

-Lamento lo que ocurrió el otro día- no se animaba a verlo a los ojos- Quería que hoy fueras a mi casa para... pasar el día- sonrió.

Yang se emocionó, aceptó varias veces la invitación. El auto de Hyunjin se estacionó y el mayor dijo que iría a verlo alrededor de las 16:00. Subió al vehículo y ambos se despidieron del rubio, quien miraba contento a la pareja que se iba en el auto.

Por alguna razón, Beomgyu se estaba sintiendo la peor persona del mundo.

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