5
Una semana había pasado, los Funtime ya se habían acostumbrado a su nuevo hogar. Cada quien ya tenía su horario, al igual que sus deberes.
Los chicos ya habían caído en la cuenta de que sus nuevos amigos no se irían de ahí pronto.
— ¡Eddyyyy!
— ¿Qué quieres, Tom? — el de la marioneta volteó a ver a su amigo que se encontraba tirado a medio pasillo.
— Tengo hambre, viejo.
— ¿Y te has dado cuenta de que estamos en un restaurante? — preguntó con sarcasmo.
El de cabellos blancos reaccionó.
— Oh... ¡Ooooh, es cierto! — el chico se puso de pie inmediatamente. — Eres un genio.
Tom desapareció, dejando sólo a su amigo con su marioneta.
El chico acicalaba a su juguete con mucho esmero, su sonrisa mostraba la tranquilidad y satisfacción que le causaba ese acto, pero de un momento a otro una extraña ráfaga de viento le provocó escalofríos, su piel se tensó.
— Sí, yo también lo siento — le habló a su marioneta. — Es tan frío, quisiera hacer algo.
La marioneta comenzó a agitar las manos.
— ¿Qué sucede?
Con sus manitas se apuntó a si mismo, una y otra vez.
— ¿Tú?
Y rápidamente movió su cabeza de lado a lado. Se apuntó una vez más y después a su moño rojo.
— ¿El moño?
El pequeño muñeco de trapo sé dio cuenta de que darse a expresar sería muy complicado.
[...]
— ¡Oh, vamos, Alexis! — suplicó de nuevo el pirata. — No puedes estar todo el día así, y tampoco te puedo dejar aquí.
— Foxy... No estoy de humor — suspiró el chico fantasma.
Foxy no sabia que hacer, su amigo llevaba así un tiempo, estaba empeñado en encontrar a "ella."
— Mira, no sé cómo puedo ayudarte, créeme que si yo supiera que hacer lo haría, pero por ahora te pido que me apoyes, debo ocultarte de los demás. Se quedarían traumatizados si supieran que cuido de un niño fallecido.
El fantasma volvió a suspirar.
— Creo que tienes razón... — respondió al levantarse del suelo para comenzar a flotar. — Por favor, regresemos rápido a casa, por favor... — pidió el pequeño.
— Esta bien ¡tú ganas! — sonrío el pelirrojo. — Ahora, ocultarte o los demás te verán.
— ¿O los demás veremos qué?
— ¡BABY! — Foxy pegó un brinco aterrado, el pequeño niño se ocultó rápidamente detrás del joven, desvaneciéndose poco a poco. — ¡Hola, Baby! — saludó nervioso, dándose la vuelta, y encontrándose con la baja pelirroja.
— ¿Qué ocultas, Foxy? — le preguntó sonriendo. — Pareces misterioso, me encanta. ¡Tú cuéntame todo!
El chico tragó saliva, estaba muy nervioso, no estaba seguro de si la líder de los Funtime había logrado ver al fantasma.
— ¿Ocultar? ¿contar? ¿yo? ¡oh, no, no, no! ¡yo sólo estaba... Contando las papas! ¡sí, yo ADORO contar papas! Es un fetiche que tengo — respondió formando la mentira a base de que se encontraban en la bodega.
— Contando papas, ¿eh? — dijo Baby no muy convencida.
— ¡Pues claro! ¡es obvio! ¿a poco no? — rió el muchacho. — Oh, bueno. Creo que iré por algo a la cocina, tengo hambre, y estamos a punto de comenzar el trabajo — dijo mientras salía de ahí.
Foxy se fue a paso veloz rumbo a la cocina, dejando a la líder Funtime pensando bajo la puerta.
[...]
— ¡Nos meteremos en problemas! — exclamó entre dientes Bonnie, quien se encontraba con una linterna alumbrando el ático. — Mejor dicho... ¡Me meterás en problemas a mí! — dijo mientras daba una mirada al solitario pasillo. — Y para tu información, este empleo es lo único que me mantiene en estos momentos.
— ¡Sólo aguanta un poco más! — replicó la niña, que desesperadamente movía cajas y carpetas cubiertas de polvo.
La de cabello morado no pudo hacer nada más que apretar los dientes, no sería bueno para ella que alguien la encontrara en el ático con la puerta abierta de los archivos del local.
— Date prisa... — pidió temerosa.
— ¡Espera, espera! ¡esta es mi única oportunidad de encontrar algo que me ayude a apoyar a Garnier! — explicó sin apartar la mirada de las cajas repletas de documentos. — ¡Tiene que haber algo!
Bonnie miró la habitación completa, estaba muy obscura, alzó un poco el brillo de la linterna hacia una de las esquinas, había demasiadas telarañas.
— Está claro que nadie había venido aquí desde hace años.
— Bien dicho, porque es cierto — confirmó la pequeña.
— ¿Eh?
— Nadie había venido acá arriba, desde el día en el que se cerró el caso del asesinato no se había vuelto a abrir este cuarto. Estoy casi segura de que hay algunos papeles que tienen la información de ese día.
— Del día en el que asesinaron a Golden.
— El día en el que asesinaron a Golden y a cuatro niños.
— ¿¡Q-QUÉ!? — preguntó atemorizada. — ¿Niños? ¡no, no! ¡ese día sólo murió Golden!
— ¿Acaso no te contó la verdad? — preguntó Britney, después de tantos minutos de búsqueda por fin había volteado a mirar a Bonnie.
— ¿Quién? ¿Golden?
— No te contó la verdad... Él no te contó la verdad... — dijo entristecida la niña.
— Golden no fue el único asesinado... ¿cuatro niños también? — preguntó impresionada la de ojos carmesí.
La fantasma formó un delicado suspiro. — No es nada... Si él no te dijo nada yo tampoco debería decírtelo.
— Oh, Britney... Por favor, cuéntame.
— No, no — se negó la niña.
— Britney, tal vez pueda ayudar.
— !No, Bonnie! ¡no debo hacerlo! — volvió a negar.
— Britney... — suplicó una vez más.
— ¡Oh, mira! — exclamó Britney. — ¡Apunta! ¡apunta ahí! — gritó apuntando con su dedo una esquina, la chica alumbró el sitio con la linterna, dejando ver un cuadro caído. — ¡Oh, oh, oh, oh! — la niña se acercó flotando rápidamente hacia el mugroso cuadro.
Bonnie no dijo nada, sólo siguió con la linterna apuntando a esa esquina.
— ¡Es esto, Bonnie! — levantó el cuadro, dentro de él había un viejo periódico con un encabezado que decía "Asesinato en restaurante infantil causa caos en la región." — ¡Sí, sí, sí! ¡aquí está!
— ¡Muy bien ahora hay que irnos! — Bonnie apagó la linterna y colocó su mano en la puerta, dispuesta a cerrarla.
— ¡Espera! — pidió la niña tratando de abrir el borde de mármol que mantenía el papel amarillento. — ¡Espera! ¡n-no puedo! ¡está bien cerrado! — con fuerza trataba de romper aquel marco.
— ¡Yo me encargo! — tomó el marco con las dos manos y con su rodilla rompió el vidrio, que cubría el antiguo periódico. — ¡Vámonos ya! — ordenó Bonnie.
La pequeña tomó el periódico y salió volando del ático, Bonnie cerró la puerta, y corrió por las escaleras rumbo a la planta baja.
— ¡Tomo mucho riesgo por ti! — se quejó mientras bajaba rápidamente las escaleras.
— ¡Sí! ¡y no sabes cuento te lo agradezco! — respondió alegre Britney persiguiendo a la joven por los aires. — ¡Ya lo tenemos! ¡ahora estará todo claro! — celebró la niña para después desaparecer.
Y pasó el día de trabajo, la clientela seguía tan típica como siempre.
Al poder estar sola un momento, Bonnie se escondió en una de las habitaciones alejadas, cerró la puerta y prendió uno de los focos.
Sacudió una pequeña mesa de madera, y esta dejó expandir su polvo, provocando un fuerte estornudo por parte de la chica.
— Aahg... — se quejó y sacó un pañuelo para limpiarse la nariz.
— ¡Bien, bien, bien! — la fantasma se acercó a Bonnie. — ¡Es hora!
Con delicadeza, la de cabellos morados sacó el amarillento papel que se había mantenido intacto por años, lo colocó en la mesa y comenzó a leer.
— Asesinato... Catastrófico... Cinco personas muertas... — repitió mientras leía el papel. — Hey, no dice nada que no sepamos.
Britney se cruzó de brazos. — Ay, déjame ver — sé colocó en una posición en la que pudiera distinguir las letras. — N-no puede ser, debe de haber algo más — alzó el papel.
— Es todo.
— ¡No, no, no! — negó la niña. — ¡Tiene que haber algo más! Garnier me dijo que él había ocultado un papel importante que nadie más podía ver.
— Es un periódico, cualquiera pudo haberlo visto — comentó Bonnie.
— P-pero...
— ¡Oh, espera! ¡mira eso! — apuntó al papel. — ¡Atrás! ¡atrás dice algo!
Rápidamente, Britney volteó la hoja del antiguo papel. En su parte trasera tenía palabras escritas en tinta, una tinta borrosa, una tinta que los años habían luchado por eliminar.
— "No olvidaré esos ojos penetrantes, repletos de odio y deseo de muerte, tan sadicos." — leyó Bonnie. — "Incluso después de la muerte esos ojos siguen en mi mente, escribo esto por miedo, miedo a olvidar, y miedo a no poder vengarme, por no vengarlos... Lo haré, a esos ojos odiosos apagaré."
— Garnier... ¿Él escribió esto? — preguntó la niña.
— N-no lo sé.
— Bonnie.
Las dos voltearon alarmadas hacia la puerta abierta, la cual, nunca habían notado en ese estado.
Sus labios comenzaron a temblar, sus pupilas se encontraban dilatadas a causa del líquido acumulado, estaba quieta, muy quieta, quería desaparecer, despertar y que eso no hubiera pasado.
— ¿Con quién hablas, Bonnie? — preguntó esa aguda voz.
No pudo responder, no debía responder, no quería responder.
— Y-yo... — murmuró con dificultad.
— ¡Te ves pálida, querida! — sonrío. — Cómo si... — rió. — Cómo si hubieras visto a un fantasma.
— ¡Bonnie! — habló la niña entre dientes. — No ve, no me puede ver.
— ¿E-eh?
— Su tercer ojo, no tiene abierto su tercer ojo — respondió Britney.
Bonnie dudó un poco, no entendía del todo bien a lo que se refería su amiga.
— ¡F-Fue un gusto verte, Baby! — exclamó la chica mientras atravesaba la habitación corriendo. — ¡Debo ir a casa, adiós!
— ¡OYE! — la enfurecida pelirroja no tuvo otra opción que ver a la morada correr rumbo a su hogar.
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