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4


— Es curioso, ¿sabes? — preguntó la rubia.

— ¿Qué? — cuestionó el castaño que tomaba su café mañanero.

— Todos se enferman para faltar y a mí ni un pequeño resfriado me da — se quejó. — Es tan triste.

— Eso es bueno, sin ti aquí no se podría hacer nada.

La de ojos violetas volteó a ver con asombro al chico, el cual no la miraba, y una ligera sensación caliente se hizo presente en sus mejillas.

— B-Bonnie por fin llegó — dijo para cambiar de tema. — Y ahora no aparece Golden por ningún lado.

— ¿De verdad? — preguntó Freddy mientras miraba de lado a lado para después reír. — Él aparece cuando quiere.

Chica tomó en cuenta eso, por un día en el que él faltara no haría ningún cambio grave.

[...]

La pizzería estaba a punto de abrir, Bonnie lo más rápido que pudo sacó la basura. Al salir miró el nublado cielo arriba de ella, al dar la vuelta y entrar de nuevo al local una mano la detuvo, haciendo que ella se tensara y con nerviosismo volteara.

— ¡Bonnie que bueno que te encuentro!

— ¡Golden! — exclamó con alivio. — Me asustaste, ven apúrate que estamos a punto de empezar y ...

— No, Bonnie — respondió.

— ¿Eh? — la de ojos carmín se quedó quieta.

Con toda la calma del mundo, Golden guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta color café, bajó la mirada y una ligera sonrisa se formó.

— Hoy no trabajaré, Bonnie.

La chica bastante confundida tuvo que dejar de preocuparse del trabajo y le dedicó su tiempo al rubio.

— ¿Te tomaras el día?

— No sé, tal vez semanas.

— ¿Te irás? — preguntó con sorpresa.

— Bonnie, tengo un asunto de mucha importancia que cumplir, llevo años queriendo arreglar tal cosa y creo que por fin lo podré hacer.

— ¿Hay algo... con lo que te pueda ayudar?

Un silencio acompañado de una fría brisa cubrió sus cuerpos.

— No puedes ayudar al que te está ayudando, Bonnie.

— ¿Cómo? — el razonamiento de la chica trataba de mantenerse rápido y activo.

Golden tomó una buena bocanada de aire, debía ser ahora o nunca.

— Ella ha estado apareciendo frecuentemente, ¿no es así?

— ¿Ella? — la de cabello morado sonrió. — ¿De quién hablas? yo no sé ...

— Britney.

La sonrisa de Bonnie se borró, una vez más la fría brisa pasó entre ellos.

— Vamos, es hora de que hablemos, sabes que esto en algún momento iba a pasar — dijo el joven con mucha serenidad, sus ojos eran tapados por sus cabellos en movimiento.

Unos momentos de silencio fueron eternos ante los ojos de Bonnie.

De pronto, un pequeño destello apareció rondando entre las dos personas, poco a poco una pequeña figura humanoide se hizo presente, era casi invisible, y frotando frente a ellos. Con temor se ocultó detrás de la chica.

— Britney... — dijo el de cabellos dorados, aún sin alzar la mirada. — Ven.

La nombrada lentamente salió de su escondite, a flote lento se dirigió al joven, era una pequeña niña muy bien arreglada para los tiempos pasados, su cabellera flotaba al compás de sus casi invisibles movimientos.

Al estar frente a Golden bajó también la mirada, con una pierna detrás de otra, y sus manos jugando entre ellas, estaba apenada.

Después de unos cuantos segundos, Golden levantó la mirada, sus ojos se dirigían a la pequeña niña flotante que se encontraba delante de él. Desde otro punto de vista pareciera que estuviera haciendo contacto visual con la chica de cabellera morada.

— Britney, he visto que...

— ¡No puedes ir, Garnier! — exclamó la niña con enfado.

El rostro del chico no expresaba nada.

— Debo ir, Britney — respondió con seriedad. — Todo mi esfuerzo para llegar hasta aquí no será en vano.

— Es muy peligroso para ti, tal vez podemos ...

— Sé que puedo hacer algo, no me quedaré con los brazos cruzados — afirmó interrumpiendo a la niña.

— Esto no es sólo asunto tuyo, también nosotros debemos hacer algo.

— Los demás chicos no saben que están en constante conexión, sólo tú lo sabes, y es demasiado difícil hacérselos saber.

La niña se quedó sin palabras, él tenía razón.

— Iré contigo — respondió.

— No, no irás — sonrío Golden.

Con el orgullo hecho pedazos, la pequeña se dio por vencida.

Pasaron unos cuantos segundos, hasta que Golden volvió a hablar.

— Bien, ya he dejando todo esto en claro — el joven se acomodó la chaqueta y chasqueó la lengua. — Bonnie, puedes ayudarme cubriéndome, tienes que dar buenas razones por las que no estaré aquí. — la chica se quedó extremadamente quieta, aunque en su interior lo único que hacía era gritar — confió en ti, Bonnie.

Ambos chicos se miraron detenidamente, lo que le causó cierto enfado a la niña fantasma.

— Bien — aceptó la de cabello morado. — Lo haré.

El chico suspiró.

— Me despido chicas, espero que al final el destino vuelva a juntarnos.

Desapareció, se fue, y no las dejó decir nada más al respecto.

[...]

— ¡Woooow! — exclamó Chica al cerrar las puertas. — ¡Pero qué día más pesado!

— He vivido peores — comentó Foxy.

Todo estaba limpio y listo para que el lugar cerrará, los empleados estaban más que dispuestos para irse a casa.

— ¡Muy bien chicos! — Freddy se acercó a ellos. — Pueden irse a descansar, que pasen buena noche.

La chica de cabellos rubios fue la primera en irse, Bonnie estaba a punto de ser la segunda, pero una voz la detuvo.

— ¡Hey, Bonnie! — la llamó el castaño. — ¿Podemos hablar un momento? — le pidió desde el otro lado de la sala.

— ¡Claro! — la chica formó una sonrisa forzada, la verdad ese que quería irse de inmediato a su hogar.

Con rapidez se dirigió hacia su amigo.

— ¿Qué sucede, Fred? — le preguntó.

— Es que tengo algunas dudas.

— A ver, dilo.

— ¿Chica tiene algo? — preguntó Freddy, tratando de mantener un volumen bajo.

— ¿Algo? — dudó. — ¿Por qué? — cuestionó Bonnie.

— No lo sé, la noto un poco distinta, ¿tú no?

— Siendo honesta... No, no le he prestado atención a su comportamiento.

— Oh, ya veo... — dijo el castaño.

— Pero si veo algo fuera de lo normal la ayudaré, y no dudaré en contártelo si es que puedo, ¿okey? — propuso la morada.

— Claro, me parece bien — respondió Freddy.

— Genial, bueno me voy, tengo prisa.

— Esta bien, cuidado al caminar, Bonnie.

— ¡Gracias, adiós! — salió apurada la chica, y al poner un pie fuera del local, se fue a esconder detrás de un poste. — ¿¡Pero qué rayos te pasa!? — le reclamó enojada a la pequeña fantasma que había salido rápidamente de ella. — ¡Por poco y sales en medio de nuestra conversación!

— Lo sé, lo sé, ¡es agotador estar dentro de una persona! — dijo furiosa. — No sabes cómo es eso.

La chica sólo suspiró.

— Es cierto, sí, perdón, es sólo que... No quiero que te descubran aún, cualquiera podría creer que tú eres un alma maligna que viene del más allá para dañar la humanidad, ¿entiendes? — dijo Bonnie separándose del poste.

— ¡Bien, bien, lo entiendo! ¡pero al menos intenta salir...

— ¡Bonnie!

— ¡Escóndete! — le gritó al escuchar aquella voz, y agitó las manos en donde se encontraba la niña.

— ¡Oye! — exclamó desapareciendo.

— Oh, Bonnie aquí estás, pensé que te habías ido a tu casa — Foxy se acercó contento a su amiga. — Voy por algo de cenar, ¿te gustaría ir? — ofreció el chico mientras se acomodaba su bufanda, esa noche hacía mucho frío.

— ¡Claro! — dijo casi gritando la chica debido a que una fresca brisa había pasado entre ellos.

— Genial, vamos.

Y ambos comenzaron a caminar rumbo a un restaurante de veinticuatro horas, las risas habían comenzado con sólo llevar pocos pasos del trayecto. Una pelirroja se encontraba vigilándolos desde la ventana un segundo piso.
Baby no se movió de su sitio, no prestó atención al chiste que había contado su amigo Funtime el cual causó gracia en su grupo, sólo los vio, los vigiló, hasta que sus anatomías se perdieron en la lejanía, siendo abrigados por la oscuridad de las calles.

[...]

Cerró la puerta detrás de ella, la bolsita plástica de color azul que cargaba su mano desprendía un olor encantador para su gusto. Una rica y calientita comida recién hecha que le había comprado su amigo, un amable gesto de su parte.

Dejó las llaves en el comedor, y a la vez puso la bolsa sobre la mesa, estaba muy hambrienta, traer esa comida todo el camino le sacó el apetito.

— ¿Estás feliz? — preguntó la niñita.

— No te mentiré — Bonnie sacó de su refrigerador una jarra con agua y llenó un vaso con ella. — Estoy saltando de alegría, internamente claro.

— Pues yo no — respondió cruzándose de brazos. — Fue un día terrible, en primera Garnier me rechaza, en segunda tuve que pasar todo el día atrapada en ti, ¡no tomaste ningún descanso! — dramatizó la pequeña.

— Hmm, no me había dado cuenta de eso — comentó la de cabellos morados, se sentó y comenzó a cenar. — Oye... ¿Por qué le dices Garnier a Golden? — preguntó Bonnie, después de dar su primer probada a la comida. — Acaso ese es su...

— Ese es su verdadero nombre, es Garnier, no entiendo porque le dicen Golden, es raro.

— ¿Desde... Cuando se conocen?

— Huh, no lo sé, desde hace años, tal vez décadas.

— Pero... Si es así — Bonnie comenzó a ordenar sus ideas. — Espera, ¿estás enterada de que él murió? — preguntó con dificultad.

— Claro, lo conozco desde antes de su muerte, éramos amigos.

— Pero... ¡Ahg! — se quejó al comenzar a sentir un dolor de cabeza.

— Ve lo que haz hecho, de pensar tanto se te ha quemado el cerebro — comentó la niña burlona.

La joven se empezó a reír.

— Eso creo.

Unos pequeños dibujillos ❤️

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