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10



— Me explicó todo, me explicó cómo murió. Él quizo salvar a mi amiga Caroline del hombre malo, Garnier me iba a decir otra cosa pero no lo hizo y no lo entiendo, pero lo que entendí fue que el hombre estaba peleado con la mamá de Caroline, y sólo porque estaba enojado la atacó. Él lo vio todo, eso me dijo.

Ella no tenía idea de cuánto tiempo había pasado, ella no sabía cuánto ha estado llorando. Ella no puede medir el tiempo, lo único que ella sabe es querer recordar a su madre.

— Britney.

La deprimida anima se dio la vuelta, para así prestarle atención a su amigo.

— Ven, tengo que mostrarte algo.

El flote era uno de los mínimos beneficios que se le dio al morir, pero no era algo que ella disfrutase, ¿qué sentido tienen las cosas al estar muerto?
Siguió al joven por aquel extraño sitio, no pensaba en nada, no lograba sentir nada, ya no deseaba nada.

— Britney, querida — llamó la atención de la niña. — ¿Sabes en dónde estamos?

— Da igual dónde estemos, no me importa.

— No me gusta que estés así, Britney — confesó el joven. — No puedes apagarte de esta forma, anda — prosiguió. — Dime donde estamos.

Molesta, la niña observó la espalda del chico que caminaba frente a ella, ¿cómo tenía la insensibilidad de actuar de esa manera en una situación así?
No quizo discutir más.

— Estamos en el infierno — respondió sin interés.

— Limbo.

— ¿Qué? — lo miró con duda.

— Estamos en el Limbo — especificó el mayor. — Estamos entre la vida y la muerte.

No dijo nada, no lograba darle el buen visto a ese lugar. Quería correr, quería huir, irse de ahí de una vez por todas, ¿pero exactamente a donde?

— El humano está repleto de pecado, Britney — habló. — Se dejan llevar, no luchan por cambiar, les da igual todo, son ignorantes, insensibles, no tienen salvación alguna.

Simplemente se dedicó a escuchar, aunque no lo comprendía del todo bien, después de todo era sólo una pequeña niña.

— Bien, aquí es — el joven se detuvo varios pasos más adelante.

— No hay nada — dijo la niñita al observar su alrededor.

Un inesperado grito se escuchó.
Aterrada, Britney se dio la vuelta, así viendo como su compañero pegaba el grito.

— ¿Qué haces? — preguntó en un susurro tan poco audible que el chico ni lo notó.

Pasaron pocos instantes en los que se hicieron visibles unas pequeñas esferas de luz, bajaban con lentitud y sin un orden en especial, acudían al llamado.

— ¿Garnier? — insistió, y el nombrado alzó su brazo.

Una de las pequeñas esferas se posicionó en la mano, dando pequeños destellos.

— No pasa nada, todo está bien — observó con calidez. — ¿No es así, Caroline?

Todo se detuvo para Britney.

— ¿Caroline? — su mirada se dirigió con asombro la esfera.

Al dar otros varios destellos, se elevó de nuevo, y dio un destello más brillante que los demás.

— ¡Britney! — gritó la niña.

Con velocidad, se dirigió por los aires hasta chocar con su amiga.

— ¡Britney! — se aferró con fuerza. — ¡Te extrañé mucho, mucho, mucho, Britney! — escondió su rostro entre la ropa de la otra niña.

— ¿Dónde estuviste, Caroline? — le preguntó al borde de las lágrimas.

— ¡Garnier! — exclamó. — ¡Él me ayudó!

— ¿Garnier? — Britney miró con detenimiento al chico que se mantenía frente a ellas.

— ¡Sí, sí! — la de coletas rubias se separó de su amiga. — ¡También ayudó a nuestros amigos!

El rostro de la niña se mantuvo serio. — ¿Amigos?

Al igual que Caroline, las otras dos esferas se apresuraron a bajar.
Un niño de cabello color café sonrío al ver a Britney.

— ¡Hola, Britney!

Ella no contestó.
Y después de que el castaño la saludara, un pequeño pelirrojo apareció.

— ¡BRITNEY! — al ver a la niña, no dudó ni un segundo en acercarse a ella y abrazarla. — ¡Estoy muy feliz de que estés aquí! — ocultó su cara en el hombro de la niña.

— ¿Britney? — Caroline se le acercó. — ¿Qué te pasa?

No contestó, se mantenía seria, no correspondió aquel abrazo.

Al notar aquello, el pequeño niño se alejó un poco de ella. — ¿Britney?

— ¿Quién eres?

Eso lo destruyó, se hizo atrás. — Soy yo, Britney. ¡Soy Alexis!

— No te conozco — volteó a ver al castaño. — A él tampoco.

Los tres niños vieron a Garnier, se acercaron a él. — ¡Garnier! — le llamó la niña rubia. — ¿Qué tiene Britney? — observó con tristeza al chico.

El joven hizo una mueca. — Recuerdan todo lo que les dije, ¿cierto? — los tres pequeños asintieron. — Creo que el llegar aquí fue tan difícil para ella que los olvidó, excepto a ti — dijo lo último refiriéndose a la rubia.

— ¿Pero por qué a Caroline sí la recuerda y a mí no? — se quejó Alexis.

— No tengo idea — respondió Garnier, y al ver que el pequeño estaba apunto de llorar lo abrazó, dejando unirse a los otros dos niños.

Al abrazarlos, el joven vio como Britney los observaba a lo lejos. Él extendió su brazo, así dándole a entender a la niña que se uniera, ella no tardó en llegar y lo abrazó con todas sus fuerzas.
Duraron así un buen rato, hasta que el mayor se dio cuenta de que era hora.

— Bien, ahora escuchen.

Con delicadeza soltó a los niños, dejando que estos flotaran frente a él.

— Tal vez para nosotros parezca que llevamos poco tiempo aquí — al estirar su brazo y girarlo en el aire se comenzó a crear una especie de nube, en medio ella se vio una ciudad desde lo alto. — Pero llevamos aquí varios años — Los niños comenzaron a preguntarse entre ellos, y se miraban con sorpresa.

— Si no se hace algo al respecto nos quedaremos aquí para siempre — la cuidad se mostraba en la nube fue sustituida por la imagen de unas puertas de cristal. — El humano está repleto de pecado, se dejan llevar, no luchan por cambiar, les da igual todo, son ignorantes, insensibles, no tienen salvación alguna — repitió tal y como se lo había dicho a la niña.

Las puertas de cristal fueron abiertas por un hombre, el cual después de hacerlo caminó hacia algún sitio en el que ya no pudo ser visto.

— Pero no todos están repletos de estas características.

Un chico atravesó con timidez las puertas, mantenía un papel entre sus manos.

— Tenían mucho por vivir, y no dejaré que esto se quedé así — Garnier miraba con mucha atención al chico. — Fredderick, escúchame muy bien — dijo mientras se ponía de cuclillas frente al niño. — Sé que aún no comprendes al cien por ciento lo que está pasando, que te preocupa lo que pasa y lo que pasará — miraba detalladamente las facciones del pequeño. — Pero también sé que eres valiente, y que tienes suficiente astucia para lograr que tus amigos salgan adelante.

Después de que el joven dijera eso, la nube se hizo más grande.

— No temas, pronto todo esto acabará.

Con un movimiento casi fugaz, tomó al niño en sus brazos y lo lanzó dentro de aquella nube.
Era un portal.

Los demás pequeños se quedaron atónitos. Britney comenzó a dudar de su amigo y a preguntarse: ¿qué papel tomaba Garnier en esta situación?

— Tranquilos — ordenó el mayor. — Miren.

Aún desconcertados, los niñitos continuaron observado la imagen que se mantenía en el portal.

Aquel tímido joven seguía quieto en la puerta, mirando una y otra vez el papel que en sus manos sostenía.
Una pequeñita esfera de tenue luz se hizo presente, daba vueltas al rededor del chico, sin que él lo notara.

— Garnier, ¿qué está haciendo?

— Sólo mira con atención, pequeña — respondió sin quitarle la vista al portal.

Cuando por fin se detuvo, dio un ultimo pero gran destello, dejando que la esfera entrara en el cuerpo del joven.

— ¿Cómo lo hizo?

— ¿Puedo hacerlo?

— ¿Dónde está Fredderick?

Los niñitos lo miraban asombrados, su amigo se había metido a un cuerpo.

— El hacer eso, pequeños — volvió a tomar la palabra. — ,les dará la oportunidad de vivir en la tierra una vez más, pero eso no les dará el derecho de manejar al humano que se les asignó, claro que pueden hacerlo, pero no deben — terminó alzando los hombros.

El joven que se mostraba en el portal miró a la izquierda, y posteriormente a la derecha, para finalmente seguir su camino, entrando al sitio.

— Muy bien... — suspiró Garnier.

— ¿Cómo volveremos a estar con Fredderick? — preguntó la niña de coletas.

— Cuando yo haga lo que me he propuesto, ustedes serán libres — le sonrió con dulzura. — Ya no tendrán nada de qué preocuparse.

La pequeña rubia dudó.

— Pero... ¿Cómo va a ser? ¿Te volveremos a encontrar? ¿Qué es lo que tú harás?

— Cada cosa a su tiempo, Caroline — acarició con delicadeza el cabello de la niña. — No intentes forzarte a comprender cosas que aún no logras alcanzar.

Ella sólo se le quedó viendo.

— Y hablando de tiempo — Garnier se volteó para ver el portal. — Es tu turno.

— ¿Y-yo? — dijo con miedo. — B-Britney... — llamó a su amiga.

— No te preocupes — flotó hasta llegar a la niñita y tomar sus manos. — No te pasará nada, confía en mí.

Caroline miró a Britney, haciendo detuviera sus lágrimas y se armara de valor.

— Muy bien — asintió y se dirigió al portal.

En él, se encontraba una joven de vestido muy lindo, su cabello rubio corto se movía con el aire. Al parecer, ella buscaba desesperadamente algo, mientras en sus manos, traía otro pequeño papel.

— ¿La ves? — le preguntó Garnier a la niña.

— La veo — contestó.

— Ella será la chica que con ayuda de su cuerpo, tú podrás estar en la tierra.

— Es muy bonita — sonrío Caroline.

El chico rió. — Me parece muy bien que te agrade, ya que será tu compañía.

Caroline se dio la vuelta para ver por última vez a sus amigos, despidiéndose de ellos con un movimiento de mano. Volvió a voltearse, lista para entrar.

— ¿Lista?

— Estoy lista.

— Ahora.

La rubia saltó al portal, desapareciendo ante los ojos de los niños.

— Estoy tan orgulloso de ustedes — sonrío el joven. — Y me causa cólera saber que un bueno para nada les ha quitado el don de vivir.

Todos guardaron silencio, viendo como la brillante esfera se metía en el cuerpo de la chica.

— ¿Sabes dónde se encuentra el asesino? — preguntó Alexis, quien llevaba callado todo este rato.

— Creo tener idea de dónde puede estar escondiéndose, pero no lo sé con seguridad — rió. — Después de todo, nosotros no tenemos control del tiempo, él puede estar donde sea en estos momentos.

El pequeño niño miró con sorpresa al adulto, y después a su amiga, quien mantenía su mirada clavada en los suelos.
El portal volvió a mostrar una persona.

— Es mi turno.

— ¡No! espera un momento — el chico miraba con demasiada atención al hombre que se mantenía en la puerta. — No, aún no.

La tranquilidad se recuperó cuando aquella persona siguió su camino, dejando detrás el local.

— El destino puede traer muchas personas, pero tú serás el único que decidirá a cuales aceptaras en tu camino — Garnier se cruzó de brazos y suspiró con cansancio. — Bueno, toca esperar.

Bastante confundido, Alexis continuó viendo el portal.

Lo que en algún momento se propuso, fue cambiado por lo que temió.
Una emoción de la que nunca pensó usar en Britney envolvió su sentimiento, le enfurecía la idea de que alguien tan importante para él olvidara una profunda promesa.
Que molesto de su parte.

Todo empeoró cuando recordó que murió por ella, dio todas sus oportunidades, sueños y futuro por esa niña.
El ahora le causaba enojo, tanto que se dio la vuelta y planeó decir todas las palabras malas que en el pasado le había prohibido su madre.

Hasta que Garnier lo nombró.

— Mira — su dedo apuntó al portal, apuntó a un chico, uno muy distraído. — Él es, es tu momento.

Se rindió, volvió a su posición, cerró los ojos y meditó, no planeaba comenzar con un mal recuerdo.

— Gracias, gracias por todo, Garnier — dijo el pequeño, por lo que el joven le sonrió.

Ya listo, entró.

O eso hubiera ocurrido de no ser por una pequeña mano que tomó la de él.

— Perdóname — miraba hacia abajo.

— ¿Qué?

— Yo... De verdad me gustaría recordarte... — poco a poco aparecieron unos sollozos. — ¡Pero no puedo! — soltó con todo el dolor de su pobre alma. — ¡No puedo recordarte, no puedo!

Alexis no sabía qué decir, no sabía cómo expresarle su malestar, y con delicadeza abrazó a su pequeño e inocente amor.

— No importa, aún así te quiero.

Las gotitas saladas de Britney cayeron sobre las ropas del niño.
Cuando llegó el momento de separarse, Alexis depósito un cálido beso en la frente de la pequeña.

Una vez listo, se colocó reconfortado frente al portal, miró a Britney y le sonrió por última vez.

Felizmente lo atravesó.

¿Qué había pasado?
¿Acaso le estaban jugando una mala broma?
¿Cómo había olvidado tal hermosura?

Sus lágrimas cayeron cual cascada después de una gigantesca tormenta.
Las puños copeaban los dolorosos gestos que creaba su pequeña boca.

— Soy una tonta.

La culpa jaló de las muñecas a la niña, se desplomó y lloró en el suelo.

Garnier, quien había visto todo, se acercó a ella, y con calma, cargó a la niñita. La cargó como en la ocasión que su madre le había entrenado para cargar a sus futuros hijos, si tan sólo los hubiera tenido.

Con jadeos desesperados, Britney sacaba toda la pena que mantenía en su joven ser.

Se escondía de todo lo posible en el cuello del chico.
Las uñas rasgaban su espalda, lo hacían como si ese fuera el culpable de su muerte.
Los gritos no tardaron en hacerse presentes, muy horripilantes proviniendo de una niña.

— ¡Britney, Britney! ¡Por favor mírame, Britney! — Garnier vio de frente a la niña. — ¡No es tu culpa, nada de esto es tu culpa! ¡todo estará bien!

De vuelta a su escondite, la pequeña guardó silencio.
Ver, escuchar como su amigo lloraba la rompió por completo, sentir como el pecho subía y bajaba debajo, le inquietaba, ¿los adultos pueden llorar?

— Pero... Britney, te diré algo – el joven extendió los brazos. — No hay que permitir que la horribilidad de este cruel mundo nos quite la felicidad.

Y al estar al borde de la entrada al portal, Garnier lanzó a Britney.
Desconcertada, la pequeña se dejó caer, a sus alrededores pasaban montones de destellos, caía de espalda, ¿qué ocurrió?

Todo se volvió más confuso cuando pudo visualizar un amplió salón frente a ella.

— No le temas al futuro — se escuchó la voz del joven rubio. — Yo estaré a tu lado.

Con lentitud la niña se dio la vuelta, viendo aquellas puertas.
Después de unos cuantos segundos, una chica apareció entre ellas.

— Gracias.

[...]

— Britney — llamó la joven.
Ella la observó, su rostro se encontraba serio, pero sobre todo decidido.

— Vamos con Garnier.

Después de algunos cuantos segundos, una ancha sonrisa se formó en la cara de la niña.
— ¡Vamos!

En camino hacia la puerta, la chica intentó formar las palabras correctas para explicarle a sus amigos, pero no pudo, no salió de ella, ¿y si no era lo correcto?

— Creo que... Será mejor apresurarnos.

Britney entendió a lo que se refería la joven, pero no la cuestionó.
Sin perder más tiempo, ambas salieron de aquel viejo y sucio cuarto. A Bonnie no se le dificultó escaparse de su trabajo, ya que sabía que lo difícil apenas vendría.

[...]

— Fugado, buscado, e insultado... — se puso de cuclillas. — Pero jamás ha sido encontrado — con mucha lentitud asomó la cabeza. — Hasta ahora, querido amigo.

Una brisa hizo que sus mechones dorados invadieran su vista por momentos, para después volver a su lugar.

— Que pocilga de pecador.

Frente a él se encontraba una casa demasiada vieja, y fea para su gusto.
Tras buscar bien, el chico estaba completamente seguro que ahí se encontraba el demente y deudor.
Sigilosamente, Golden avanzó hacia aquel lugar, con miedo de ser descubierto y con la mente en brindar justicia.

Tras recargarse en una de las paredes, se dio cuenta de que no había manera alguna de poder entrar.

— ¡Demonios! — dijo en una voz muy baja.

— Arriba hay una chimenea, Garnier.

El rubio se sobresaltó por tal cosa, estando a punto de causar un grave alboroto.

— ¡Bonnie, eres inesperada! — realizó un leve puchero. — Aguarda, ¿cómo sabes lo de Garnier?

Al dar un destello, la pequeña Britney se hizo presente ante los adultos.
Golden se sorprendió, pero no duró mucho, pues en cuestión de segundos hizo mala cara.

— Britney te dije que...

— No te dejaré solo en todo esto, Garnier — respondió la niñita. — Bonnie también en esta conmigo, ya... ya sabe todo.

El rubio suspiró molesto.

— Bien, pero este no es ningún juego, ¿entienden? — dijo serio. — Si ese faltante de cordura nunca recibió apoyo, puede que siga igual de loco, o hasta peor, no se le acerquen mucho.

— ¿Qué piensas hacerle? — preguntó con calma la joven.

Él sonrió malicioso, con su mano apartó un poco su chaqueta, dejando ver un arma atada a un cinturón.

— Devolverle el favor.

Bonnie suspiró.

— Yo... Traté de decirles a Chica y a Freddy — dijo con tristeza. — Pero no pude, no supe cómo, lo siento — se encogió en su lugar, ¿cómo iba a ayudar si la única cosa que se le había pedido no lo había logrado hacer?

— No te preocupes — le dijo el chico. — Creo que estuvo mejor, así ellos no se tendrán que preocupar — dijo para después ver a Britney. — Fredderick y Caroline saldrán de los muchachos sin que se den cuenta.

Con cuidado el chico se levantó.

— Bonnie — miró con seriedad a la chica de ojos carmín, ella aguardó con temor. — Agradezco mucho tu ayuda, porque después de escuchar toda la verdad, aún sigues aquí — sonrío, por lo cual Bonnie copió la acción.

— Y seguiré aquí hasta ver que ustedes descansen.

Garnier la miró con mucho cariño.

— Bien, es hora.

El chico por la entrada de la casa, ellas por la parte trasera y más alejada.
Pensó un poco, terminando por meter la mano en el bolsillo de su chaqueta.

— Ah, aquí estás — sonrió el de cabellos rubios. En su mano se encontraba una pequeña pieza de madera, que anteriormente había mojado con gasolina. — Vayamos al grano.

Con un fósforo, Garnier prendió la madera, y la lanzó hacia la puerta. De inmediato se echó para atrás.

— Sí... — susurró con una gran sonrisa. — Arde, arde en el infierno, desgraciado.

El calor comenzó a expandirse por el lugar, así también apoderándose del cuerpo del chico.
Respiró hondo, así agrandando su pecho con orgullo.

— ¡Garnier! — gritó Bonnie.

Un puño rozó la mejilla, por lo que dio unos pasos a delante.

— ¿QUÉ?

— ¡ALÉJATE DE MI PROPIEDAD! — exclamó un hombre en mal estado.

Garnier se tensó, inmediatamente se dio cuenta de que fue un grave error el haber quemado la casa.
Enfurecido el hombre se abalanzó hacia él, dando fuertes golpes en su estómago.

— ¡Aléjate de él! — le gritó la chica. Con todas sus fuerzas, Bonnie le golpeó la mandíbula al hombre, dejándolo adolorido.
Él no se rindió, y bruscamente aventó a la joven. Garnier estaba por sacar un arma, pero se le fue arrebatada de las manos. Un rostro feliz se hizo presente en el hombre, cuando con sus manos, empezó a estrangular al joven.

— Ahora que te observo más de cerca, muchacho... — murmuró. — Me recuerdas mucho a un agradable fallecido.

— ¡Garnier!

Tras el grito de Britney, un disparo se escuchó. En pocos segundos, el brazo del hombre fue herido, dejando que su sangre saliera.

— Si te atreves a tocarlo una vez más, la bala irá al corazón — amenazó.

Garnier entreabrió los ojos, viendo frente a él al joven de cabello pelirrojo.

— Arriba — dijo Foxy mientras guardaba el arma en su bolsillo del pantalón. — No se te puede ver así — tomó la mano del rubio y jaló de ella, logrando ponerlo en pie.

— Me alegra que llegaras... — comentó adolorido. — ¿Cómo supiste?

El joven suspiró, en su cara se formó una cálida sonrisa. — Alexis me avisó.

La esfera de luz se hizo presente y dio un destello, así dejando ver al pequeño; que no dudó en abrazar a Garnier.

— Sentí mucho miedo — sollozó Alexis.

— Ya, ya... — respondió con dulzura. — Tú eres fuerte, ¿no es así Britney?

Pero el rubio no recibió respuesta.

— ¿Britney?

La niña acompañaba a la joven de cabello morado, quien era acorralada por el lunático. En sus manos, cargaba un cuchillo.

— ¡Bonnie! — exclamaron ambos chicos.

— ¡Eres un maldito enfermo!

— ¡No hace falta que me digas lo que ya sé, querida! — el metal hubiera atravesado el pecho de la chica, de no ser por un disparo que recibió el hombre.

Haciendo uso de la pistola, Garnier se acercaba al asesino.
Mientras el sujeto cubría su otro brazo, el de ojos ámbar quitó de su alcance el cuchillo.

— ¿No pueden dejar morir en paz a un simple hombre?

— ¡Haré que tú maldita muerte sea de las más dolorosas!

Sin estar satisfecho, el herido se puso de pie. Si no tenía armas que usar, tendría que utilizar sus propias manos.
Eso no sucedió, pues una cubeta golpeó su rostro.

— ¿Qué?

La cubeta provenía de los brazos de Ball.

— ¡Ríndete de una vez! — exclamó la chica.

— ¡No está en mis planes! — respondió sonriente.

— ¡Ahora, Eddy!

De las alturas, el chico de la marioneta tiró un líquido sobre aquel sujeto.

— ¿Qué demonios? — se quejó al sentir todo su cuerpo empapado.

— ¡Tom! — exclamó la joven.

El Funtime recibió la tan esperada señal, de una caja de cerillos sacó uno, lo encendió, y desde las lejanías lo lanzó hacia el hombre. Todo su ser se vio cubierto de llamas, dejando escuchar sus gritos al instante.

— ¡NO! — gritó.

— ¿Todo listo, Chica y Freddy?

Desde atrás de la casa, ambos salieron con cubetas vacías.

— ¡Gasolina derramada! — respondió la rubia.

Dieron unos cuantos segundos de dolor insoportable, después siguieron el plan.

Ballora tomó impulso, y de una patada tiró al hombre hacia la casa.
Las llamas aumentaron, al igual que los gritos del quemado.

— ¡NO, NO! — exclamaba de dolor. — ¡AYUDENME!

— Con gusto.

Garnier disparó a la frente del sujeto, haciendo finalizar tan horrible existencia.

— Suerte con Satán.

Todos los que se encontraban presentes vieron con asombro como el fuego consumía los restos del hogar, se mantenían juntos, en silencio, simplemente viendo. Tenían suerte de que el sitio se encontrara alejado, la gente tardaría en darse cuenta de lo sucedido, y no había porqué preocuparse de la policía.

— Terminó, exterminamos a esa horrible alma, ya está recibiendo castigo... — dijo Garnier con orgullo en su hablar, estaba exhausto, pero eso no le interesaba en lo absoluto.

Asustada, Bonnie se encontraba recostada en el césped, intentaba regular su respiración. Al ver eso, Foxy tomó asiento a su lado, y con delicadeza, comenzó a acariciar su espalda.
Algo nerviosa, Britney se acercó, quedando frente a los dos jóvenes.

— Hey... A ti te conozco — comentó con gracia el pelirrojo. — ¿Me equivoco, Alexis?

Tras el llamado, el chico apareció.
Todo su ser empezó a temblar, su inexistente corazón se aceleró a más no poder, y unas cálidas lágrimas cayeron.

— Bri...

El pequeño no pudo terminar de hablar, la niña se había aferrado a él con un fuerte abrazo.

— ¡Te recuerdo! ¡Y te quiero muchísimo! — exclamó envuelta en llanto. — ¡No te alejes! ¡No te alejes nunca más!

Ambos se abrazaron, todos los chicos que se encontraban ahí los miraron. Era de admitir que ese no era el mejor paisaje, ni el mejor clima, ni el tiempo en que debió ser, pero era un sentimiento puro.

— Lo lograron... — suspiró Ballora con una gran calma.

— Hicimos lo correcto, amigo — Tom revolvió el cabello de Eddy.

— ¿Lo ves? Están bien, todo está bien — le comentó el chico a su marioneta, la cual, empezó a asentir con alegría.

El ambiente se volvió un poco más tranquilo, el humo negro comenzaba a extenderse por el estrellado cielo.
El interior de Garnier se encontraba en calma, era hora de partir.

— Todos los presentes tienen mis más sincera gratitud, son hermosos seres de luz que me alegra haber conocido en esta segunda oportunidad — dijo Garnier de pie frente a todos. — Nunca pensé que terminaría de esta manera, siempre esperé lo peor, me alegra mucho poder despedirme de esta forma — la gran sonrisa del rubio se vio acompañada de lagrimas cristalinas. — No saben lo agradecido que estoy.

De la mano con Alexis, Britney se aproximó a su amigo. Le miró con cariño y serenidad, los tres se abrazaron.

— Es hora — susurró Freddy. — Ya puedes descansar, Fredderick.

De su interior, surgió una pequeña esfera de luz, que al revolotear entre los tres fantasmas se convirtió en uno de ellos.

— Terminó — comentó sonriente el pequeño.

Sus amigos le sonrieron, y lo incluyeron en el abrazo.

— Te quedas atrás, Cariño — rió Chica. — Sal de ahí, Caroline.

La pequeña niña rubia apareció, emocionada se abrazó de Chica, y colocó un delicado beso en si mejilla.

— ¡Gracias por todo! — apurada, la niña flotó hacia sus amigos. Al llegar, se dejó abrazar por todos ellos.

Después de tanto desastre y sufrimiento, habían llegado a su meta.
De tras de ellos se comenzó a crear una luz, una luz muy brillante, tan majestuosa que causaba paz.

— Voy a extrañarlos — sonrío la chica de cabello morado.
Britney la miró, y con rapidez se acercó a ella. Cómo pudo abrazó a la chica.

— Igual yo — suspiró para después separarse. — Pero algún día nos volveremos a ver.

Ambas se sonrieron.

— ¡Bueno! — exclamó Garnier. — ¡Nos vamos!

Las pequeños Fredderick y Caroline se tomaron de la mano, alegres se despidieron de sus amigos, y cruzaron aquel portal. Alexis miró radiante a Britney, con lentitud, extendió su mano para tomar la de ella.

— ¡Gracias, los estaremos esperando! — el muchacho rubio levantó su mano en forma de despedida, y todos los demás copiaron el gesto.

Garnier avanzó junto a los niños, terminó el terrible tormento y comenzó la vida eterna.

El luminoso portal cerró su acceso, ahora las llamas del fuego restante se encargaban de alumbrar el lugar.
Fue un agradable silencio.
No tenían ningún tiempo establecido, no había razón por la cual apresurarse.

— Por primera vez en mi vida... Siento que he hecho algo bien — sonrió Tom.

— ¿Y la vez que me diste tu suéter no estuvo bien? — preguntó ofendido Eddy.

— ¡Cállate! — respondió y le dio un leve empujón.

La mayoría rió por tan infantiles reacciones.

— Si se dan cuenta... Todos cooperamos para acabar con la vida de ese horrible ser y poder enviar a nuestros amigos al dulce descanso eterno, ¿eso nos hace buenas o malas personas? — Ballora se veía muy metida en su duda, notó las miradas sobre ella. — Sólo pienso en voz alta — sonrío.

— No vale la pena preocuparse por eso — respondió Freddy. — Tengo la idea de que si me toca agonizar en las infinitas llamas del infierno o gozar de la eterna paz del cielo... Al menos lo haré con mis amigos — comentó mientras se abrazaba de la rubia.

Algunos rieron por el comentario, otros seguían reflexionando.
La platica hubiera seguido hasta el amanecer, de no ser por las patrullas que se escucharon venir a lo lejos.

— ¡DEMONIOS! — exclamó Tom.

Rápidamente, todos se pusieron de pie.

— ¡Tomen todas las cosas que tocaron, no podemos dejar rastros! — dijo Bonnie.

Todos hicieron lo mencionado, y no tardaron en echarse a correr.
Corrieron varias cuadras, hasta que se dieron cuenta de que la policía se encontraba ya muy lejos.

— Es tengo que escribirlo en mi diario, uno de los días más extraños y emocionales — comentó Chica.

— Sigo queriendo ir a un psicólogo — suspiró Tom.

La platica continuaba entre los chicos, Bonnie iba basta atrás, permitiéndose un poco de espacio para reflexionar.
Sintió algo caer sobre su espalda, y de un susto sacándola de sus pensamientos.

— No eres inmune a los resfriados, y eso bien lo sabes.

La chica observó con detenimiento al pelirrojo, el suéter que ahora cubría sus hombros desprendía una ligera cantidad de la colonia.

— Y tú tampoco — respondió.

— Eso no importa — respondió con tono de burla. — ¿Qué es lo que piensas?

— En Britney, en los niños... — suspiró nostálgica. — En Garnier...

Foxy alzó la mirada, llenó su pecho del fresco aire que los rodeaba.

— Bon, mira arriba — ordenó, a lo que la joven obedeció. — Esta repleto de radiantes estrellas, así de radiantes lucen los chicos justo ahora, ellos están bien, y todos nosotros también; no tienes de qué preocuparte.
Bonnie se sentía conmovida, ansiosa, se sentía tan frágil, pensó que en cualquier momento que se quebraría.

— Foxy... — nombró tímidamente a su amigo.

Desconcertado, el joven la miró con atención.

— ¿Qué sucede, Bonnie?

Con lentitud, la chica se dio la vuelta para quedar frente a él. El pelirrojo se asombró al ver esos ojitos quebrados, ella extendió sus brazos.

— ¿Me puedes abrazar? — soltó en un murmullo.

Reaccionó a los cuantos segundos, delicadamente, Foxy cubrió a la chica con sus brazos. Era cálido, y muy placentero, el refugio perfecto para Bonnie, quien no tardó en sollozar.

[...]

A unas semanas de la liberación, todos los chicos decidieron hacer una reunión en el patio de la casa de Freddy, la cual empezó a compartir con Chica. El que la rubia se mudara le hizo un bien a la casa, porque ahora tenía un toque fino y siempre olía a lavanda. De seguro fue Freddy quien colocó a la mesa, y Chica quien la decoró.

— ¡Vaya, sabes cocinar! — exclamó Foxy.

— Y mucho mejor que tú, sin vergüenza — respondió Chica. — Lleva eso a la mesa.

El joven salió por lo pedido.

— Es un idiota — la joven miró cómo Bonnie sonreía. — Y tú eres más por gustarte.

En el hermoso jardín, los tres Funtime comían bocadillos.

— ¡Oh, ya quiero que empiece la comida! — comentó Ballora.

— ¡Yo igual, y él también! — sonrío Eddy junto a su marioneta.

— ¿Hay más cosas que traer? Porque si es así, yo puedo ayudar — le dijo Tom al pelirrojo, que dejó la bandeja en la mesa.

— Ahora que lo dices, sí, falta mucho — respondió Foxy, y jaló de la ropa del albino.

Cuando todo y todos estaban listos para empezar, sonó el timbre de la puerta, por lo que voltearon a ver a Freddy.

— Ahg, ya voy — dijo, y salió rumbo a la entrada.

— Comencemos, tengo hambre — comentó Chica al agarrar una porción de pasta, a lo que los demás respondieron con un "sí".
El dueño de la casa volvió al jardín, se le veía confundido.

— Chicos, Baby llegó... — anunció el castaño.

— ¿No que no la habían invitado? — le susurró Tom a Ballora, ella le pisó el pie, y él se quejó.

— Hola, amigos — saludó con nerviosismo, la de cabello rojo lucía un bonito vestido. — Me alegró de verlos.

Por cortesía, saludaron. Desde la partida de Garnier, los muchachos se habían distanciado de la líder Funtime, les enojó el darse cuenta de que en ningún momento recibieron ayuda de su parte.

— Toma asiento, Baby — propuso Freddy. — Hay mucho para comer, puedes agarrar lo que...

— ¡LO SIENTO! ¡REALMENTE LO SIENTO! — interrumpió al romper en llanto. — ¡Sé que no estuve con ustedes, y me arrepiento de ello! ¡No quiero perder más amistades por mi estúpida forma de ser!

La líder se tiró al suelo, un tanto dramático según Tom.
El llorar se detuvo al sentir una mano acariciando su hombro, Baby volteó.

— No hay persona perfecta, todos tenemos defectos — sonrío Bonnie. — ,y yo creo que tú mereces otra oportunidad.

Anonadados, los chicos asintieron ante la idea. Con alivio, la chica Funtime se abrazó de la guitarrista, quien evitando su incomodidad respondió. Tras arreglar las cosas, todos sé sentaron a disfrutar de la reunión.

Cuando la noche reinó el cielo, Bonnie decidió irse a casa junto a Ballora y los chicos.
Chica, y su pareja se encargaron de limpiar la casa, con un pelirrojo obligado.

— Me irritas — dijo la rubia.

— ¿Y ahora por qué? — cuestionó Foxy, le comenzaba a frustrar esa actitud de su amiga.

— Porque te gusta y no haces nada al respecto.

El joven se quedó paralizado en su lugar, también admiraba lo directa podía ser la pollo.

— Dile de una vez, ya es tiempo — suspiró. — Y si no haces algo, yo lo haré.

Pensó un poco en aquello, le disgustaba saber que el tiempo no le esperaba, y que lo estaba perdiendo.

[...]

Soñolienta, y con el cabello alborotado, Bonnie despertó en su habitación. Le continuaba sorprendiendo lo tranquila que estaba su casa, recordándole lo que había ocurrido. Unos golpes en la puerta la hicieron despertar por completo, con él pijama puesto, decidió ir a abrir la puerta.

— Que buena hora para visitar gente — rió mientras se dirigía a su sala.

— Desventajas de ser madrugador — respondió, y cerró la puerta. — Pero tuve tiempo de prepararte algo — comentó refiriéndose a la caja que llevaba en brazos.

— ¿Para mí?

Asintió el joven. Confundida, la chica se acercó al muchacho, tomó la caja y la colocó en el suelo. Su corazón latió fuertemente, pensó que habría una de esas cosas que te saltan en la cara.

— ¡No es cierto! — exclamó sorprendida, de la caja, sacó con delicadeza a un pequeño cachorro.

— Espero lo aceptes, porque sino yo lo adoptaré.

— Claro, es hermoso — admiró mientras el perrito lamia su nariz.

Tras darle el nombre de "Cotty", y servirle agua, ambos quedaron de acuerdo con Chica y Freddy, de salir a desayunar.
Temblando del frío, Bonnie y Foxy salieron rumbo al restaurante. Cómo siempre, las risas no faltaron, pero llegó el momento en el que el pelirrojo se quedó quieto, por lo que la chica detuvo su andar.

— ¿Sucede algo? — preguntó ella, él la miró, y sonrío.

— Sólo pienso.

— ¿En qué piensas?

— En lo maravilloso que es haberte conocido, y tener en mi vida.

Apenas el día comenzaba, y Bonnie ya había experimentado mil emociones.

— Bueno... — respondió nerviosa. — Pienso lo mismo, lo agradezco mucho.

Foxy se aproximó a ella, lentamente, tomó sus manos.

— Sé que llevamos años conociéndonos, que hemos vivido muchas cosas, y estoy seguro de haberlas disfrutado mucho a tu lado — la miró sonriente. — Pero he comenzado a sentir por ti aquello llamado "Enamoramiento", yo quiera saber si podemos inténtalo, me gustaría mucho poder llegar al puro "Amor".

Entre las palabras, y esos hermosos ojos ámbar, la chica se quedó enganchada a más no poder.

— ¿Podemos intentarlo? — susurró. — ¿Puedo aprender a amarte, Bonnie?

No dijo nada, se abrazó a él.

— ¡Quiero intentarlo! — respondió conmovida.

Agradeciendo a todo lo posible, Foxy la abrazó con fuerza, y al separarse, depósito un cálido beso en la frente de su amada. Sus miradas se conectaron.

— ¡Hey, tórtolos! — exclamó chica, desde el otro lado de la calle. — ¡Los quiero a ambos, y me alegro por ustedes, pero ya tengo hambre!

Al mirar a su amiga, rieron por el comentario. Decidido a irse, Foxy ofreció su mano, a lo que Bonnie la tomó con una ligera sonrisa en su rostro. Felices, los cuatro chicos caminaron hacia su destino, estaban más que listos para enfrentar todo.
Sus almas brillaban, cómo las hermosas estrellas de la divina noche.

FIN

¡Les agradezco un montón por leer, y darle una oportunidad a esta historia, espero les haya gustado!

¡Sayonara! ❤️
08/05/18

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