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IV. El callejón Diagon

La luz solar traspasa por las ventanas del salón de transformaciones; la ligera lluvia mañanera ha finalizado. Albus Dumbledore admira el horizonte con sus manos entrelazadas detrás de su espalda; sin lugar a dudas está pensando en algo. La profesora McGonagall también lo acompaña pero a diferencia de él, ella no se ve tan calmada.

Minerva McGonagall - Contacté con los padres de cada estudiante y obtuve respuestas; ninguno conoce a T/N Corvus.

El director no responde ante sus palabras, ni siquiera se ha movido desde que llegó.

Minerva McGonagall - Tampoco hay ninguno que no recuerde a su hija...

La profesora emite cierto sonido de enfado al ver que está siendo ignorada.

Minerva McGonagall - ¿Tienes algo en mente?

Albus Dumbledore - Nada por el momento.

Lo correcto sería esperar y ver cómo se desarrollan las cosas.

Albus Dumbledore finalmente decide hablar y la profesora se irrita más que cuando estaba siendo ignorada.

Minerva McGonagall - ¿Esperar? ¿Esperar a ver si resulta ser una amenaza o no?

El aclamado y deductivo director deja escapar un suspiro, dándole la cara a la profesora a su vez.

Albus Dumbledore - Sinceramente, profesora... Hogwarts nunca estuvo libre de amenazas.

Además, la chica parece estar aún más confundida que nosotros dos juntos.

Minerva McGonagall iba a contra argumentar, en cambio dirige su mirada a la entrada, como si hubiera escuchado algo. Camina sigilosamente hasta llegar a las altas puertas y al asomarse encuentra a T/N Corvus, quien pega un brinco al ser pillada.

Minerva McGonagall - No es apropiado escuchar conversaciones ajenas, Corvus.

T/N - Lo... lo siento mucho, solo quería pedir un permiso.

La profesora tiene una mirada de curiosidad sobre T/N Corvus. La joven, aún un poco infartada, tiene los ojos puestos en el suelo.

Minerva McGonagall - ¿Un permiso?

T/N - Si, para ir a Ollivanders.

Minerva McGonagall - ¿Pretendes comprar una varita?

T/N - Si, profesora.

Minerva McGonagall - Pero eso-

Antes de que Minerva McGonagall termine su frase, Dumbledore aparece tras sus espaldas para intervenir.

Albus Dumbledore - Muy bien, Corvus; no existen magos sin varitas hasta donde yo recuerdo.

Deberás hablar con tu jefe de casa, supongo que ya habrás cruzado algunas palabras con el profesor Slughorn.

T/N - Gracias, señor.

Después de agradecer con su voz avergonzada, se da la vuelta y se marcha.

(...)

T/N Corvus tiene cada vez más popularidad debido a su habilidad en pociones, a pesar de ser nueva en Hogwarts. La mayoría se está preguntando dónde fue que estudió anteriormente, pero los detalles nadie los conoce, ni siquiera aquellos que suponen ocultarlos al resto.

Horace Slughorn - Muy bien, si, muy bien; puedes usar mi chimenea para ir directo al callejón Diagon.

Sería más fácil que fueras a la sucursal en Hogsmeade, solo que ha estado cerrada estos días.

La clase de pociones había concluido. Gracie permanece a un lado de su compañera, escuchando atentamente las palabras del profesor. T/N tiene su atención puesta en otra parte, en un joven que prefiere quedarse horas extra en el salón; está tan concentrado en su trabajo que no se percata de aquella indiscreción.

Horace Slughorn - Entonces... este fin de semana será apropiado.

T/N Corvus asiente y procede a marcharse. El profesor aprovecha para hacerle un pequeño recordatorio antes de que abandone el lugar.

Horace Slughorn - Y no te olvides de estudiar para tu examen de nivelación, aunque me consta que las pociones no se te dan nada mal.

Gracie Hay - Hasta luego, profesor Slughorn.

Mientras las chicas caminan a su dormitorio van conversando. Gracie Hay muestra cierto interés, nada disimulado, en el viaje de T/N Corvus al callejón Diagon.

Gracie Hay - ¿Irás al callejón Diagon?

No te molestaría que te acompañe, ¿verdad?

A T/N parece no desagradarle la idea en lo absoluto. De hecho, siente que sería mejor ir con alguien que haya estado ahí antes y Gracie tampoco nota que es su primera vez en ese lugar...

T/N - ¿Quieres ir?

Gracie Hay - Digamos que necesito adquirir unas cosas.

¿Abandonaste la idea de buscar tu varita?

T/N - Aún no, solo es mientras tanto.

Ellas entran al dormitorio y lo que era una conversación tranquila, se transforma en otra cosa.

Charlotte Vole - ¡Increíble! Le harás perder el tiempo al profesor Slughorn por tu descuido.

También estoy dudando de si de verdad deberías estudiar aquí; digo... ¿de qué sirve venir en tu último año?

T/N Corvus la mira con desdén, no tiene intenciones de discutir con nadie en ese momento.

T/N - Me servirá para... titularme y tener un buen empleo.

Charlotte Vole - ¿De verdad? Porque yo no veo talento, ni varita.

Vámonos, Beth... esto me abruma.

Charlotte toma a Bethany del brazo y salen inmediatamente del dormitorio; como si no quisieran respirar el mismo aire de T/N, a menos que fuera imperativamente necesario.

(...)

Horace Slughorn - ¡Ah! Señorita Hay y señorita Corvus; ¿iréis juntas?

Excelente, entonces creo que puedo darles un voto de confianza en que regresarán a tiempo.

Las chicas se miran mutuamente, T/N Corvus un tanto confundida y Gracie Hay complacida de escuchar esas palabras. Ambas están frente a la chimenea de la oficina del profesor Slughorn; es sábado por la mañana.

Horace Slughorn - Solo no le digan a nadie que las dejé ir solas, eh...

¡Adelante!

Gracie es delgada y de corta estatura, deja un gran espacio entre su cabeza y el techo de la chimenea. Agarra un puñado de polvos flu que el profesor le ofrece y lo esparce sobre su cabello.

Gracie Hay - Diagon.

La chica desaparece en un torbellino de chispas verdes; es el turno de T/N. Ella toma con una de sus manos los polvos flu y repite los mismos pasos de su compañera.

T/N - Diagon.

De inmediato sale por la chimenea de un establecimiento copado de personas que van de un lado a otro. El lugar es algo estrecho y luce bastante desgastado y polvoriento. Hay tanta gente que T/N no logra deducir que tipo de establecimiento es.

Gracie Hay - ¡Por aquí, Corvus!

Gracie la llama desde la entrada y ambas se encaminan por las oscuras calles adoquinadas. Brujas y magos con todo clase de aspecto y vestimenta pasean a la par de las jóvenes, incluso algunos negociantes intentan ofrecerles sus productos. Antes de llegar al final de la calle, se encuentra Ollivanders, la tienda de varitas más famosa del sector.

T/N - ¿Es aquí?

Gracie Hay - ¡Si, es aquí! ¿No has venido nunca?

El señor Ollivander te atenderá muy bien, estoy segura.

T/N Corvus admira el exterior de la pequeña tienda.

Gracie Hay - Me reuniré contigo en unos minutos, debo... ir a por lo que necesito.

¡Suerte!

De un momento a otro, Gracie Hay desaparece de su vista entre todas las personas, no le queda más alternativa a T/N que entrar. La puerta hace un chirrido al abrirse y la extraña joven no siente que haya estado ahí antes, ni siquiera siente algo similar comparado a cuando está en Hogwarts.

Garrick Ollivander - Oh, una nueva cliente.

No suelo tener nuevos clientes de tu edad, ¿sabes?

Un señor de despeinado cabello rubio se le aproxima, es el dueño y vendedor de la tienda, Garrick Ollivander.

Garrick Ollivander - ¿Cuál es tu nombre?

T/N - Me llamo T/N Corvus.

Garrick Ollivander - Muy bien, T/N Corvus.

¿Has perdido tu anterior varita? Sería de mucha ayuda si me dices cuál era su núcleo.

T/N Corvus se queda pensativa, no es capaz de recordar incluso el aspecto de su varita original. Al mismo tiempo se le ocurre una idea, si de verdad todos los niños de 11 años van ahí para adquirir su primera varita, tal vez ella...

T/N - No lo se señor, no sé cuál era su núcleo.

¿Dijo nueva cliente?

El señor mira con sus pupilas a todos lados, tratando de buscar alguna solución.

Garrick Ollivander - No sabes cuál era su núcleo... eso complica un poco las cosas y créame que si la hubiera visto antes lo supiera.

Ni un hechizo desmemorizante podría hacerme olvidar un rostro, menos cuando tienes una lista de todos tus clientes.

Él camina hacia las estanterías repletas de cajas de varitas. Parece buscar una en particular, una que sea especialmente para T/N Corvus.

Garrick Ollivander - Cargas un aura de serenidad... ¿tal vez pelo de cola de unicornio?

Entonces saca una de las cajas y se la entrega con un dejo de elegancia a la joven.

Garrick Ollivander - Prueba esta.

Madera de Laurel, pelo de cola de unicornio, 23 centímetros, flexible.

En cuanto T/N Corvus agarra la varita se ve obligada a soltarla al instante. El simple contacto le dejó una quemadura ligera en la mano.

T/N - ¡Ah! ¡Me quema!

Garrick Ollivander - ¡Vaya! Creo que te he juzgado muy mal.

El señor Ollivander queda incrédulo ante el suceso, pero camina rápidamente hacia las estanterías una vez más.

Garrick Ollivander - ¿Qué tal esta?

Madera de Cedro, pelo de cola de unicornio, 23 centímetros, ligeramente flexible.

T/N Corvus lo intenta nuevamente y tampoco tiene éxito. La varita sale despedida de su mano y vuela por los aires hasta aterrizar en el suelo. La joven luce bastante confundida, no sabía que las varitas podían reaccionar de esa forma.

T/N - ¿Qué significa?

Garrick Ollivander - Puede significar que aún tienes un vínculo fuerte con tu anterior varita, la cual no ha sido destruida.

En ese caso...

Él escanea a T/N de pies a cabeza. Sabe que esa chica tiene algo inusual, algo que no consigue determinar con claridad.

Garrick Ollivander - Dime, T/N Corvus; ¿qué es más importante para ti: tus ideales, tu fuerza, o tu propósito?

La respuesta es obvia para ella. Es lo único que ha tratado de averiguar desde que llegó a Hogwarts, pues aún con sus recuerdos difusos e imposibles, lo que le importa saber es...

T/N - Mi propósito.

El señor Ollivander trae una varita completamente diferente. En esta ocasión no la trajo de las estanterías, sino de su pequeño cubículo.

Garrick Ollivander - Inténtalo ahora.

Madera de Carpe, fibra de corazón de dragón, 30 centímetros, rígida.

La varita se pega a la mano de T/N como un imán, cuando ella aún no la había sostenido. Es una sensación extraña, de un escaso hormigueo, y al separar sus dedos esta tampoco se cae.

Garrick Ollivander - Parece reaccionar bien, prueba lanzar un hechizo.

No tan... catastrófico.

T/N no presta mayor importancia a ese suceso e intenta alcanzar un libro que hay sobre el buró de la tienda.

T/N - ¡Accio!

El libro vuela directamente hacia sus manos.

Garrick Ollivander - Muy bien... muy bien, ¡vaya que funciona!

Afortunadamente esta varita la tengo en descuento, ¿desea llevarla?

La joven no hace preguntas del por qué de su descuento y acepta. Lo encuentra bastante conveniente, ya que los galeones que recibe por su beca no son la gran cosa. Después de hacer la compra, sale de la tienda y Gracie Hay estaba esperándola.

Gracie Hay - ¡Corvus! ¿Estás lista para volver?

Tu nueva varita luce increíble, ya podrás asistir a todas las clases.

Las dos regresan por las mismas calles que las vieron llegar. T/N Corvus en parte está aliviada por descubrir que si es capaz de dominar otra varita, aunque tiene una extraña premonición por la misma.

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