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I. El despertar

Las tormentosas calles de Hogsmeade atestiguan el apresurado andar del aclamado director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Él viste una larga túnica con capucha, y una actitud que parece no importarle la inusual y violenta atmósfera.

Detiene sus pasos en frente de un apartado establecimiento, es una taberna. La envejecida puerta se abre en cuanto avanza.

Albus Dumbledore - Vine en cuanto pude, ¿qué tan grave es?

Un hombre lo esperaba junto a la entrada, con una mirada severa y malhumorada. El parecido físico de ambos es irrefutable.

Aberforth Dumbledore - ¿Grave?

¿Valoras mis noticias en cuanto a la gravedad?

Aberforth Dumbledore, el hermano de Albus Dumbledore, había sido el dueño de la taberna Cabeza de Puerco desde hacía mucho. A pesar de que no están en los mejores términos, entienden el valor de mantener los principios familiares y ayudarse siempre que lo necesiten.

Se dirigen hacia una de las habitaciones, ascendiendo por las empolvadas escaleras. Sobre una acogedora cama reposa una joven inconsciente. Albus se acerca y la detalla de pies a cabeza.

Aberforth Dumbledore - Es una de tus estudiantes.

No tengo idea de que estaba haciendo en la Casa de los Gritos antes de anoche.

Albus Dumbledore, totalmente desconcertado, voltea la cabeza hacia su hermano, quien permanece a un lado de la puerta.

Albus Dumbledore - ¿Antes de anoche dijiste? ¿Cuando comenzó la tempestad?

Aberforth Dumbledore - Si, la maldita noche en que cayó el rayo.

¿Cómo vas a darte cuenta dentro de tus cuatro paredes?

Albus va rodeando la cama, con sus brazos al nivel del pecho y sus manos entrelazadas. Observa tanto a la joven como a la nada, Aberforth sabe que algo no anda bien.

Aberforth Dumbledore - ¿Qué es lo que ocurre?

Albus Dumbledore - Ella... no es una de mis estudiantes.

Aberforth se acerca a la cama con cierto impulso y una mirada de frustración.

Aberforth Dumbledore - ¿Cómo que no?

Mira su uniforme, pertenece a la casa de Slytherin.

¿Ahora tampoco reconoces a tus estudiantes?

Albus Dumbledore - Créeme Aberforth, que si ella perteneciera a Hogwarts yo lo sabría.

Aberforth Dumbledore - Entonces, ¿cómo explicas esto?

Fue víctima de una atrocidad, eso es evidente.

Seguro fue ese chico... el hombre lobo.

Albus Dumbledore - Dudo mucho que ese fuera el motivo, ¿hay algo más que debería saber?

La expresión de desasosiego de Aberforth Dumbledore se contiene sobre su hermano. La pregunta pareció ofenderlo bastante.

Aberforth Dumbledore - No vas a dejarla así por así...

Tienes que hacer algo, ¡es tu deber!

Albus Dumbledore - No he dicho que no voy a hacer nada... la llevaré a Hogwarts y cuando se recupere resolveré este incidente.

Aberforth Dumbledore - ¿Resolverás?

Albus alza sus cejas con asombro.

Albus Dumbledore - No pensé que quisieras formar parte de esto.

¿Desde cuando muestras tanto interés en mis "supuestos" asuntos?

Aberforth ve hacia todos lados, gesticula levemente con sus manos. En su cabeza él pensaba que la respuesta a esa pregunta era obvia.

Aberforth Dumbledore - Pues... ¡yo la encontré, maldición!

Además... ¡mírala, Albus!

Mira su rostro... es tan parecido a...

Sus pausadas y divagantes palabras no tardaron mucho en ser interrumpidas por su hermano.

Albus Dumbledore - Sé lo que estás pensando, Aberforth.

Tienes que dejarlo ir.

Aberforth Dumbledore - ¿Al igual que con Ariana?

Y Albus Dumbledore guardó el silencio. La habitación era tan cerrada que ni la torrente lluvia pudo distorsionar aquellas hirientes palabras.

(...)

Minerva McGonagall - Está reaccionando...

La joven despierta lentamente y con dificultad. El aroma le resulta demasiado familiar, plantas curativas y remedios. Dos personas permanecen a ambos lados de su camilla, un hombre alto y una mujer de apariencia estricta.

Albus Dumbledore - ¿Cuál es tu nombre?

Transcurre una ligera pausa antes de que la joven emitiera sonido.

T/N - Yo... yo soy...

Ella mira hacia todos lados, tratando de digerir la repentina situación. No recuerda ni cómo, ni cuándo llegó a ese lugar, y mucho menos quienes son esas personas. Se sienta a la orilla de la cama viendo que ninguno de los dos le quita la vista de encima.

Minerva McGonagall - ¿No recuerdas tu nombre?

T/N - Soy... T/N... Corvus...

Albus Dumbledore - Bien, T/N Corvus.

¿Sabes quienes somos nosotros? ¿Nos conoces?

T/N intenta detallar los rostros, aún con su borrosa vista, pero nada llega a su mente.

T/N - Yo... no estoy segura.

¿Dónde estoy, señor?

Albus Dumbledore - Estás en Hogwarts, el colegio de Magia y Hechicería.

Los ojos de la joven se abren de par en par, en un gesto involuntario. Sus manos apretujan las blancas sábanas de la camilla.

T/N - ¿¡Hogwarts!?

Minerva McGonagall - Entonces si recuerdas...

Albus Dumbledore - ¿Por qué estabas en la Casa de los Gritos hace cuatro noches atrás?

T/N Corvus se queda en pausa, no tiene ni remota idea de lo que están hablando. La rigurosa mujer se cruza de brazos y suspira.

Minerva McGonagall - Esto es demasiado frustrante, ¿de verdad estudia aquí?

Albus Dumbledore - ¿Qué tal si nos dices lo que recuerdas?

La cabeza de T/N decae; con una mano acomoda su largo cabello. Hace su mejor esfuerzo por mantener la calma y responder las preguntas de esas personas.

T/N - Yo... yo estudiaba en Hogwarts... pero...

¿Quiénes son ustedes?

La mujer niega con la cabeza, pero el hombre actúa más comprensivo.

Albus Dumbledore - Ella es la profesora McGonagall y yo soy Albus Dumbledore, el director de esta escuela.

Y como si la respuesta no le hubiera importado en absoluto, la joven recuerda algo que valora más que aquel interrogatorio...

T/N - ¡Mi varita!

Albus Dumbledore - No traías una varita contigo.

A T/N Corvus la invade un estado de trance. Pese a las reiteradas preguntas, no fue capaz de responder a ninguna de ellas.

Tanto el director como la profesora abandonan la enfermería al darse por vencidos. No iban a obtener las respuestas que buscaban, no en ese momento. Caminan por los largos pasillos del castillo, aun con la fuerte lluvia visible del otro lado de las ventanas.

Albus Dumbledore - Esto es más difícil de lo que pensaba.

Se considera una estudiante, aunque no nos recuerda, ni nosotros a ella.

Minerva McGonagall - ¿Qué crees que sea esto, Albus? ¿Quién es ella?

Albus Dumbledore suspira y baja la mirada, a lo que sus pasos se mueven con cierta lentitud.

Albus Dumbledore - Tengo la sospecha de que ha sido víctima de una broma muy cruel.

Minerva McGonagall se alarma ante su suposición.

Minerva McGonagall - ¿Una broma? ¡No puedes estar hablando de...!

Albus Dumbledore - Me temo que sí.

Tal vez es algo peor que eso, pero hasta no estar seguros...

Minerva McGonagall - ¿Crees que deberíamos actuar indiferente e incluirla con el resto de estudiantes?

¡Es muy arriesgado!

Albus Dumbledore no ve directamente a Minerva McGonagall, sus ojos están clavados al frente. Se nota que piensa a profundidad en el asunto.

Albus Dumbledore - De todas formas, no tiene su varita y no parece ser una amenaza.

Minerva McGonagall - Quién-tú-sabes ha estado reclutando miembros en su secta, Albus.

No sabemos si ella está involucrada.

Albus Dumbledore - Ah, profesora McGonagall, usted siempre piensa en todo.

Pero a veces es mejor mantener al enemigo cerca.

Vamos a pretender por un tiempo hasta saber quién es y cuál es su propósito aquí.

Las posibilidades de que solo haya sido una víctima son demasiado altas como para pasarlo por alto.

La profesora se encoge de hombros y suspira. Ella no hubiera tomado una decisión tan arriesgada como esa, sin embargo, confía en la intuición de Albus Dumbledore. ¿Quién desconfiaría de él realmente?

Minerva McGonagall - Espero que esta sea la mejor decisión.

Ambos se detienen frente a una gran ventana y miran al exterior.

Albus Dumbledore - Al menos el clima está mejorando.

(...)

Una vez que la joven se recuperó casi por completo en la enfermería, fue recibida por Horace Slughorn, el jefe de la casa de Slytherin. Es un hombre adulto y no tan formal, tiene una expresión de curiosidad y orgullo muy característica.

Él la conduce a lo largo de la oscura sala común. Ella detalla todo alrededor; siente el ambiente bastante familiar, pero no puede decir con certeza que ha estado ahí antes.

Horace Slughorn - Bueno, bueno, T/N Corvus.

Afortunadamente hay un dormitorio con solo tres chicas, igual en séptimo año.

El recorrido halla un final frente a una puerta. T/N no hace nada más que esperar sus órdenes.

Horace Slughorn - Bienvenida a Slytherin nuevamente.

Tus nuevas pertenencias ya están adentro, aspiro que logres acostumbrarte y adquieras rápido una varita.

Horace Slughorn la escanea, parece ansioso y preocupado.

Horace Slughorn - Sería un verdadero problema para la mayoría de tus clases no contar con una...

Los ojos de T/N también lo analizan. No posee una idea clara de qué decir o hacer; o de si debería intervenir.

Horace Slughorn - ¡No para la mía, por supuesto!

Yo solo enseño pociones.

Los labios de la joven por fin se separan, después de haber permanecido en silencio por horas.

T/N - ¿Pociones?

Horace Slughorn - Si, como lo escuchas.

La comisura de T/N se tensa, suponiendo algo de simpatía.

T/N - Gracias, señor.

Horace Slughorn - ¡Ah! Llámame profesor Slughorn, y si te conviertes en una de mis mejores estudiantes podrás decirme Horace.

Él sonríe con vacilación y antes de marcharse, le dice una cosa más...

Horace Slughorn - Espero verte pronto ahí y evaluar tus habilidades.

T/N Corvus sostiene la perilla de la puerta y la abre cautelosamente Al entrar habían justo tres chicas. La de cabello dorado y brillante tiene una cajita de maquillaje en una mano y empolva su rostro con una esponja. La segunda de ellas, de apariencia similar a la primera, guarda algunos útiles en su elegante bolso. La tercera está sobre una cama, leyendo un gran libro.

Charlotte Vole - Les dije que la pondrían con nosotras.

Bethany Vole - Es peor de lo que imaginé.

Ambas tienen miradas prejuiciosas sobre T/N Corvus. Comparten una voz presumida y engreída, además de ciertos rasgos físicos. Por su forma de expresarse y sus vibras, se nota que pertenecen a una familia adinerada.

Charlotte Vole - No tengo tiempo para esto, mis clases son más importantes.

Las dos salen del dormitorio y una de ellas empuja el hombro de T/N Corvus por accidente. Luego, la tercera cierra el libro cuando sus compañeras se van; toma su bolso con descuido y también se dirige a la puerta.

Gracie Hay - Hola y bienvenida a nuestro dormitorio.

Perdona no poder hablar ahora pero tengo clases, ¡siéntete cómoda!

Es temprano, tal vez a los profesores no les importe la ausencia de T/N en su primera lección del día; por ende, ocupa esas cortas horas en procesar todo. Va hacia la cama desocupada y acomoda sus nuevas pertenencias utilizando sus manos. Normalmente lo haría con magia; desconoce el donde podría estar su varita.

Se observa a sí misma en el gran espejo del cuarto de baño, ¿qué debería hacer? Sus recuerdos son confusos, su mente está bloqueada y por más que intenta recordar cómo llegó hasta ahí, no lo consigue.

Cuando arregla su cabello siente algo familiar, percibe un lazo que se desata con facilidad, un lazo rojo. Su cabeza le empieza a punzar, pero las punzadas duran breves instantes.

El segundo turno está a punto de iniciar, T/N sale del dormitorio y va caminando a la puerta de la sala común. Sus pies andan con seguridad, como si estuvieran acostumbrados al lugar. Antes de llegar a la salida, una voz se escucha a sus espaldas...

Regulus Black - Los rumores eran reales...

Es una voz masculina y juvenil, aunque por nada del mundo, T/N Corvus la había escuchado con anterioridad.

El joven se adelanta, deteniéndose justo en frente de ella.

Regulus Black - ¿Me dirás tu nombre?

T/N duda en responder, parece estar siendo persuadida por los claros ojos que la observan. No hay muchos estudiantes en la sala común y pudo haber pasado desapercibida; no esperaba captar la atención de alguien.

T/N - T/N... Corvus.

Regulus Black - Genial, T/N... Corvus.

Mi nombre es Regulus Black, pero puedes llamarme Regulus.

Su tono de voz suena desvergonzado, en el buen sentido. Tal vez solo intenta empatizar con la recién llegada.

Ella no sabe qué responder; su ansiedad se nota a leguas.

Regulus Black - ¿Quieres saltarte la clase de hoy?

Él camina hacia uno de los sofás y se sienta casi abalanzándose; se ve que es un joven despreocupado en cierto aspecto.

T/N - ¡Claro que no!

Regulus Black - De ser así, yo que tú correría al salón de pociones.

No tendría problemas en acompañarte, pero voy en sexto año.

T/N cae en cuenta del horario y su andar se apresura.

Regulus Black - Nos vemos luego, T/N... Corvus.

La joven consigue llegar a tiempo al salón, la conferencia estaba a punto de comenzar.

Horace Slughorn - ¡Vaya! ¡Qué honor tenerla en clases señorita Corvus!

Por favor tome asiento.

Todos la observan y murmuran. Ella baja su rostro a causa de la vergüenza y toma asiento junto a la mesa más cercana. Es la misma mesa donde se sentaron sus compañeras de dormitorio.

Horace Slughorn - La lección de hoy será pan comido para algunos de ustedes.

Los demás deberían dejar de frecuentar las Tres Escobas y estudiar, ¿verdad?

Él observa a cada uno con sus traviesos ojos y después de la inocente broma, continúa...

Horace Slughorn - Abran su libro en la página 75.

Ya saben qué hacer.

Los jóvenes se mueven de un lugar a otro, buscando compañeros de trabajo. El profesor Slughorn siempre manda a elaborar las pociones complejas en grupo.

Gracie Hay - Corvus... ¡Hagamos equipo!

T/N estaba justo a su lado. Le ofrece una sonrisa empática como respuesta.

"¡Oye, Severus! ¡Estamos por aquí!"

Aquella exclamación le provocó a la joven fuertes latidos en su cabeza, los cuales logró controlar y disimular.

T/N - ¿Se-verus?

Gracie Hay, su nueva compañera de dormitorio, gruñe debido a la incomodidad.

Gracie Hay - Son muy escandalosos, ¿no piensas igual?

Severus Snape es el mejor en pociones, de los favoritos del profesor...

La mirada de T/N Corvus lo alcanza. Él está sentado unas mesas adelante, con otros dos estudiantes de Slytherin. Cabello negro al nivel la mandíbula, y un aura que causa desconfianza. Ella se descarría entre sus propios pensamientos, tiene la leve sensación de conocerlo.

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