Capítulo XI. Confesión
Actualmente...
Narra Dylan.
Hazzel, no podía sacarla de mi cabeza, esa chica la cual de una u otra manera me volvía loco. Claro que yo no quería que se sintiera obligada a nada, ni siquiera yo quería esto, pero siendo sinceros, desde que "somos prometidos" mi imagen había cambiado, pero... ¿Por qué no intentarlo? ¿Por qué no esperar a ver si siente algo por mí? Claro, que no sea odio o rencor.
Mi objetivo era llevarme muy bien con ella, que me viera como su amigo, su cómplice, no que me vea como un psicópata, un loco, un posesivo, o alguien con quien no quiere comprometerse. La buscaría, y esta vez, le diría sin juegos ni mañas.
La tomé del brazo y le dije que tenía que hablar con ella, por suerte accedió a la conversación.
— Va, ¿Qué quieres Dylan? Llevo prisa.
—¿Recuerdas cómo te hice una "prueba" El primer día que estuviste en mi casa?
—Si, ¿y?
—No quise hacerlo... Eres linda pero... Jamás quise decirte las cosas que te dije...
—¿A qué te refieres?— preguntó rodando los ojos.
—Desde que se mudaron acá, nuestros padres tenían un trato: comprometernos. El trato era que, como eres hija de un Franco, y un Muller, sería la "boda perfecta" Que siempre quisieron, por ello compraron... Te compraron a ti Hazzel— suspiré— Pero no quiero que me odies, o pienses que tengo que ver en algo... Quiero hacer una tregua contigo.
—¿Qué tregua?— preguntó ella alzando una deja incrédula.
—Apenas nos casamos, no te forzare, solo, si no se da, nos separamos, pero por favor, quiero llevarme bien contigo... Y si antes quieres tener una relación... Está bien.
—Está bien... ¿Gracias?— dijo un poco triste y extrañada.
—No te extrañes de lo que digo Hazzel... De verdad quiero paz entre nosotros.
—Está bien Dylan— respondió alejándose del lugar.
No me había creído.
Narra Hazzel.
Luego de la charla con Dylan, me dirigí en busca de mis amigos, en el camino solo encontré a Lucas. Todos estaban dispersos, así que fue algo imposible encontrarlos, nos rendimos y nos sentamos en una banca los dos.
—¿Qué quieres hacer, Hazzel?— me preguntó.
—Podemos... ¿Hablar? Sinceramente no sé qué hacer— le propuse algo apenada.
—Tranquila. No te preocupes, hablemos— sonrió tranquilo y volteó hacia enfrente, me giré para ver qué o a quién observaba.
Adham y Danna estaban llegando juntos al lugar. Debo confesar que sentí algo extraño al momento de ver a Adham y Danna llegar juntos, pero lo ignoré al momento de qué Adham me saludó con una sonrisa. Nos la pasamos casi todo el día juntos, riendo, cantando, conviviendo juntos los cuatro, y un rato después llegó mi hermano.
—Hazzel, ¿Puedo hablar contigo?— me habló y yo me alejé un poco de mis amigos.
—¿Qué necesitas Ryan?
—Me gusta una chica...
—No puede ser, ¿Quién es?— grité emocionada.
—Shhhh, no grites. Se llama Allison.
—Alison... ¿La conozco?
—No, aun no.
—¿Aún?— levanté una ceja pícara.
—Aún. Tenía pensado presentártela mañana mismo.
—Me encantaría. ¿A qué hora?
—Yo te busco. Pero no me dejaste hablar. ¿Cómo le digo?
—Primero tienes que ser paciente, ver lo que le gusta y que no, tomar confianza con ella y hacer que se sienta cómoda—sonreí— sé tu mismo, si eso no ayuda, no es la indicada.
Mi hermano sonrió levemente, su cara de enamorado era lo mejor que había visto este día, ¿hace cuánto mi hermano no tenía novia?
—Sólo no seas Dylan— bromeé y el rio.
En eso llegó Lucas, quien primero se puso serio pero luego esbozo una pequeña sonrisa.
—¿Qué hacen?
—Hablando, de nada— respondí tranquila.
—¿Hablando de nada?— dijo Lucas viéndome burlón.
—Olvídalo ¿Sí?— respondí entre risas.
Pasamos la tarde todos juntos con mi hermano y nos divertimos bastante bien, hasta que llegó la noche y comenzó a nublarse el cielo, haciéndonos saber que sería una noche demasiado lluviosa. Todos nos dirigimos en nuestras habitaciones pero al llegar a la mía me di cuenta de que esta estaba goteando del techo, es decir, no estaba muy segura para pasar la noche aquí.
Así que lo que hice fue ir a hablar con la junta directiva a ver qué se podía hacer. Cuando llegué la única posibilidad era compartir una habitación con alguien que fuera de la misma categoría que era yo es decir, del comité de alumnos.
—¿No puedo ir a la habitación de mi hermano?— pregunté nerviosa y desconfiada a la vez. Eran puros hombres.
Y si, mi hermano también lo era, pero era mi hermano.
—No puedes ya que a todos los alumnos se les asignó una habitación con suficiente espacio para dos personas por lo tanto ustedes son los únicos que tienen una habitación para cada quien— explicó el director— pero hay una habitación donde hay dos camas y suficiente espacio para dos personas, fue asignada a un integrante del comité de alumnos.
Como niña pequeña y lo que me sentía que era, llamé a mi hermano para que aclarar ese asunto pero lamentablemente no pudimos hacer nada en contra.
—Hay algo aquí que no me cuadra y no me gusta que no te dejen estar con tu hermano, pero confío en él. Es mi mejor amigo— dijo Ryan viéndome fijamente.
Después de que los directores buscaran quién tenía aquella habitación nos dimos cuenta que era Adham. Él me caía bien, era mi amigo y había entrado en confianza con él ya que hasta le di derecho de decirme mi apodo, el apodo que solamente me decía mi madre.
Asentí y me dirigí hacia la habitación de Adham con mis cosas, no eran tantas, así que fué fácil moverlas. No sabía cómo lo iba a tomar, la verdad que me moría de nervios porque ¿Qué tal que él no me quería ahí? ¿Qué tal si no quería problemas y yo era uno? Tenía nervios, no sabía qué hacer. Al llegar toqué la puerta y él me abrió la puerta, al verme con todas mis cosas sin preguntas y cuestiones me dejó entrar.
—¿Estás bien? Pasa— habló preocupado.
—Si estoy bien, lo que pasa es que tuve unos problemas con mi habitación y la dirección me mandó con alguien del comité.—dije un poco apenada— Pero eres el único que tiene una habitación con una cama desocupada, espero no te moleste, si te molestó no te preocupes yo me puedo ir a otro lugar— apresure a decir lo último.
Él sonrió tiernamente.
—No me molesta que te quedes. Me es un placer, y me alegra que confíes en mí.
Tomó mis cosas y las acomodó en algún lugar de la habitación. Yo sonreí y lo ayudé a poner todo en uno de los pequeños muebles que había.
—Y ¿Cómo va todo? ¿Te sientes bien? Estás muy pensativa.
—Sí no te preocupes. Está todo bien sólo que es muy raro que de un momento a otro estemos en la misma habitación ¿Me explico? No es muy... Casual... ¿Sabes?
—Entiendo— dijo riendo.— pero vamos, ¿Quieres hablar un rato? O ¿dormir? Haremos lo que tú quieras.
—En cierto modo... Necesito contarte algo... Es importante...— susurré.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro