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Desperté encontrando la habitación a oscuras, miré el reloj en la mesa de noche, eran las tres de la madrugada aún. Gruñí cerrando mis ojos de nuevo, odiaba levantarme tan temprano y más a estas horas, luego me la pasaba durmiendo todo el día.

Esperando a que el sueño llegara a mí abrí los ojos recordando la sombra de mi puerta. Me reproché a mí misma por pensar en ello ahora, cerré los ojos de nuevo escuchando absolutamente nada. Todo estaba demasiado callado, apreté mis manos en las sábanas hasta cubrirme por completo, mantuve mis ojos cerrados intentando calmar los latidos de mi corazón.

Todo era producto de mi imaginación, en ocasiones como esta era muy cobarde, todas las escenas de películas de terror venían a mi mente torturándome aún más.

No sé si era real o no, pero sentí algo hundirse a mi derecha, estaba de espaldas a lo que fuera, preparé mi garganta para gritar con fuerza, pero de repente no podía moverme ni gritar, mi corazón seguía latiendo y era lo que me recordaba que seguía viva.

Respiré profundo intentando calmarme, si me relajo todos esos pensamientos se irán. Intenté pensar en Harley allá en Chicago, en las veces que salíamos y nos la pasábamos estupendo en nuestra tarde de chicas. Recordé mi verdadero hogar antes de que a mamá y papá los trasladaran a Corea del Sur por su trabajo.

— Hanna—susurró esa voz que tanto conocía en mis sueños. ¿Acaso estaba dormida? ¿Era posible que estuviera consciente en mi propio sueño? —Dulce Hanna—volvió a decir. Su inglés era ridículamente seductor y su voz era profunda.

Aun así, seguía siendo aterrador por ser un fantasma.

¿Si era un fantasma? Si esto es un sueño entonces debe ser el chico de siempre. Nunca he visto su rostro, pero sé que es más alto que yo.

"Despierta, despierta"

La sábana fue deslizándose lentamente descubriendo mi cabeza, el frío en la habitación había incrementado a tal punto de meterse en mis huesos, si movía mis dedos dolerían, fingí estar dormida esforzándome por calmar mi corazón. Debo hacerle creer que estoy dormida.

Su respiración en mi cuello era cálida, mis vellos se erizaron por completo sin evitarlo, las caricias en mi cabello rojizo comenzaron, mi corazón se aceleró a tal punto que temía que saliera de mi pecho. Sus labios depositaron pequeños besos en mi cuello y me preguntaba si esto era un sueño húmedo.

"Si fuera así debería ser más caliente y no tan frío el ambiente"

Algo subía por mi muslo, subía la falda de mi pijama apretando con suavidad, mordí mi lengua intentando mantener la boca cerrada, aunque seguía sin poder hablar o moverme. Era como si mi cuerpo no reaccionara a nada, como si mi cerebro fuera lo único que pudiera controlar.

Sus dedos se sentían cálidos también y largos, intenté oponerme o gritar, pero de nuevo nada, mientras besaba mi cuello se atrevió a acariciar mi intimidad por sobre la tela de mi ropa interior inferior.

"¿Qué demonios...? ¡¿Por qué no me puedo mover?! ¡Detente!"

Mordió mi oreja riendo por lo bajo, siguió acariciando entre mis piernas causando un extraño placer que no pude evitar sentir. Mi cuerpo si reaccionaba a eso, pero no a lo que yo le pedía.

Un jadeo se escapó de mis labios haciéndole creer que lo disfrutaba y no, no estaba disfrutando nada en esa mierda. ¡¿Qué clase de violación es esta?!

"Quiero despertar, despierta ahora"

Un olor masculino llegó a mi nariz con los jadeos convirtiéndose en gemidos. Sus dedos seguían acariciando con más insistencia y por su respiración en mi cuello sabía que estaba excitado, aquel olor que emanaba de él (porque debía ser hombre, lo sé) era fresas y.... ¿Vainilla? Tiene un toque que no alcanzo a descifrar, algo similar a la menta.

[...]

Desperté con el jodido rayo de sol tocando mi rostro. Fruncí el ceño removiéndome en la cama sintiendo una molestia entre mis piernas, jadeé de dolor girando sobre la cama, entreabrí mis ojos encontrando la hora en el reloj. Eran las diez de la mañana.

Mis padres ya se habrían ido al trabajo. Pasé mis dedos por mi cabello levantándome hasta quedar sentada, jadeé de nuevo colocándome de pie, mis piernas estaban temblorosas y.... ¡Oh, Dios mío!

En el reflejo del espejo podía verme entera, tenía unas marcas en el cuello y otras en mis muslos. Me acerqué subiendo la falda de mi pijama consiguiendo la forma de unos dedos marcados en mi piel.

— ¿Qué...? —susurré bajando la vista allí. Eran unos dedos largos que habían apretado fuertemente.

"El sueño..."

Sentí escalofríos al pensar en la posibilidad de que tal vez no fue un sueño. ¿De qué otra forma tendría estas marcas en mi piel?

•••

Comenzamos...

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