VI
"Tus crímenes serán pagados por esa mujer"
El horror era claro en sus ojos aún cuando estaba lejos de aquel horrible hombre, esperaba lo peor de el sinceramente, arrugada la suave tela de la almohada que tenía en manos, era horrible, ¡Era horrible! , odiaba su mirada, sus ojos, sus manos tocado su rostro de manera agresiva y lasciva, era totalmente asqueroso, siempre espero casarse con alguien que le de un amor incondicional y le de un trato igual, odiaba la idea de compartir futuro con ese hombre, esperaba algo mejor de un duque de alto rango y cercano a los reyes, no un cerdo bastardo, la garganta de Charlotte ardía cuál fogata buscando calentar, quería gritar, gritar el nombre de su caballero de armadura azul para que la salvará de ese inmundo hombre que la llevará lejos.
¿ Es tanto pedir que en vez de ese bastardo le den algo bueno?.
Las venas se llegaban a marcar en sus delgadas y blancas manos, su rostro estaba rojo de rabia, nunca en su vida mortal había odiado tanto la compañía de alguien, solo imaginar que tendría de compartir lecho con el, tener hijos con el, tener de estar embarazada de el, todo eso de solo imaginarlo lograba que su estómago se revolviera en una mezcla de sentimientos entre cólera y frustración.
No tardo en llorar, las lágrimas de impotencia caían a galones, no dudaba que podía competir con el reino de su príncipe, oh dulce Jesús, como deseaba que solo fuera un mal sueño del cuál despertaba con el beso de la deidad amaba.
Pero era real.
Pasaba sus uñas con salvajismo sobre la pobre almohada, como una bestia con rabia, las lágrimas seguían cayéndose de sus grandes ojos, mojando su rostro e su cama, estaba totalmente despeinada que parecía que fuera una mujer caída en locura, cuando logró calmarse a medias, viendo la ventana.
Su pecho subía y bajaba por la falta de aire, sus ojos llorosos se clavaron en la ventana, esperando que Poseidón apareciera convertido en esa pequeña y adorable ave e se convirtiera en ese hombre alto que con un simple abrazo le brindaba la más pura de las proyecciones de amor que tendría en su vida, esperando esas palabras en sus encuentros desde que conoce su identidad.
"Te amo", "Yo te cuidaré", "Daría mi vida por ti".
Unas de tantas palabras que le susurraba mientras daba caricias suaves en su piel, como deseaba que el estuviera ahí para decirle esas palabras tan dulce como la miel, darle su afecto y amor, un amor en el que no dudaba, aceptaba que amaba a la deidad de los mares y océanos, esperaba que el mérgulo atlántico que era la forma que tomaba su príncipe para visitarla, rompiendo en un desesperado llanto al ver que no había indicios de la deidad, quería saltar por la ventana y buscarlo en la costa, a esta hora el debería estar con ella, pero no ¿Acaso de pronto el mundo estaba en su contra?, sabía bien que seguro había alguien pasándola peor pero ¿Y que? si bien es egoísta solo pensar en su bien ahora pero era lo mejor, no quería ser un bonito adorno de ese hombre quería ser la esposa de aquella bella deidad que atesora, siempre la respetaba como mujer y le daba dulce tacto.
Charlotte se levantó con delicadeza y al mismo tiempo desgana de la cama, iba a tomar un baño para ver si sus tensos músculos se relajan con el agua tibia, estaban tensos que hasta le dolía caminar.
Abriendo con cuidado la perilla de su baño personal para no hacer ruido ya que estaba algo floja e hacía ruido.
Entrando a este cerro la puerta para dejar caer cada una de sus prendas, prendiendo la llave de la tina de mármol e sumergiendo su cuerpo para estar en paz al menos unos minutos.
Y ahí estaba Rege Regat, el gran duque de la Corte de Versalles detrás de la puerta de entrada de la habitación de la doncella Virgen que sería su esposa, según por palabras de esa mujer.
"El no vendrá esta noche, ella lo mantendrá ocupado hasta las tres de la mañana, tienes hasta ese momento para hacer lo que te dije e tendrás tú recompensa"
Estaba seguro que sería pan comido, ¿Que puede hacer una chica joven, delgada sin mucha fuerza muscular y pequeña en estatura?, estaba listo y ese mismo día actuaría.
Después de oír como terminó el "berrinche" la hija del duque Vasilías, abrió levemente la puerta para echar un vistazo a la habitación, colores dignos de una dama claro, escucho el agua moverse en el baño por ende entendió que su virgen sagrada se encontraba tomando una ducha algo que formó una sonrisa perversa en su rostro, no pensaba actuar todavía, quería ver y tocar las cosas de la chica.
Quería tocar su ropa.
Volteando su cabeza de un lado a otro buscando el ropero de la menor, notando el mueble buscando se acercó con sigilo, abriendo cajón por cajón, sus dedos grasosos pasaron el último acertado su búsqueda.
Su ropa interior.
Tomo una de sus bragas, una delgada y de color rosa, la tela que se suponía que cubría la feminidad de una mujer era blanca, solo verla y tocarla lograba que sintiera excitado a lo máximo, pensar que una doncella de edad joven y de cuerpo juvenil era dueña de el objeto que tenía en sus manos hacia que se pusiera duro, pasaba sus manos sobre el pantalón negro que cubría sus piernas, deseaba tener a la chica entre sus piernas jugando como un minino con su virilidad.
! Daba gracias a Dios que era tan afortunado al tener a una mujer así próximamente como esposa!.
Con desespero quito cómo pudo el cinturón de sus ropas, pasando en forma de círculos sus dedos sobre su miembro viril, bajando sus pantalones y lanzando a la cama su cinturón, dejando a la vista sus piernas y su hinchada barriga por la falta de ejercicio físico.
¿Necesitaba también mental?.
Poso sus manos sobre su glade quien reaccionó junto a todo su miembro, la ropa íntima de la chica en su cara sudada, ese olor que desprendía era tan dulce, había convencido a los padres de la chica a pasar la noche fuera y amenazo de muerte a su sirvienta para tener la casa a su disposición y hacer todo el ruido que quiera, más su dulce doncella, seguro gritara excitada por sus toques.
Cualquiera con una cabeza cuerda diría que estaba haciendo un acto vulgar y repugnante al fantasear con una doncella pura y menor que el por mucho, inclusive los desquiciados sabían que estaba mal pero ¿ Y que? A sus ojos era la más alta cúspide de satisfacción sexual que podía tener con una mujer.
Su masturbación fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose, y ahí estaba.
Charlotte con una bata de dormir de lunares rojos, su cabello mojado e descalza, su cara de horror por la imagen que tenía al frente, la desesperación comenzaba a nublar su rostro ¿Tanta desgracia trae consigo que ahora a menos de un metro de ella se encontraba aquel hombre repugnante con su ropa interior, ¿no hay cosas más asquerosa que un viejo deleitando se con una menor?.
- ¿Que haces aquí? - Buscando encerrarse en su habitación de baño para saltar por la ventana de esta, no le importaba si era peligroso o no, era lo primero que se le ocurrió para salvarse de ese hombre si es que Poseidón no esta, saltará y correrá a la costa como pueda, ahí tal vez busque con desespero la presencia de la deidad que ama, pero no le importa si se rompe una pierna, no quiere y hará lo posible para que ese hombre no la toqué.
Salió de sus pensamientos cuando escucho los pasos de aquel horrible ser acercarse, algo que hizo que moviera más rápido la manija de la puerta del baño que no lograba abrirlo bien por sus nervios, quien no, hasta el más rudo seguro se espanta cuando un hombre con obesidad sin pantalones y con el miembro a el aire se acerca a ti con intensiones de tocar tú cuerpo de forma obscena y morbosa.
- ¡Ven ven Charlotte querida, voy a complacerte a mil por segundo para que olvides a ese hombre! - ¿Ese hombre? ¿Conocía a Poseidón? Eso no le preocupa ahora, logrando abrir la puerta del baño, Rege aceleró su paso al ver que se encerraba en este golpeó la puerta para espantar la chica. - ¡Charlotte, mi dulce virgen ven conmigo, es una orden! - Sus gritos desesperados hacían llenar de horror a la chica quien solo veía mientras intentaba abrir la ventana, pasando sus uñas desesperadamente por abrirla, soltó un grito al ver que la puerta se estaba rompiendo por los golpes y por fin, logró abrir la ventana a costa de una de sus uñas pero eso no le importó, solo cegada por el desespero saltó al mismo tiempo que la puerta fue abierta.
Levantándose del suelo, con un dolor horrible en su pie pues se había doblado el tobillo al caer de mala forma, solo se levantó como pudo, su pecho subía y bajaba por su mala sincronización de aire, estaba cansada, no quería hacer nada pero debía correr a la costa como prometió.
"Si estoy en peligro seguro correré a la costa a llamar tú nombre esperando tú salvación."
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al recordar ese momento, su corazón palpitaba fuertemente al recordar esos momentos con la deidad.
Dispuesta a correr a la costa, se levantó, si bien cayó en el patio trasero, de pequeña creó un hueco para escapar de casa cuando sus padres no estén e salir a jugar, un truco infantil que le salvo la vida por ahora.
Iba a hacerlo más largo pero tengo tiempo limitado, lamento el atrevimiento de algunas palabras, quería describir un poco para ver que tiene el duque en la cabeza y apenas comienza 🙇
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro