I
"Humana"
"Los humanos, son imperfecciones de
la naturaleza, no me interesan"
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La doncella humana caminaba en la playa inmensa, son las cosas buenas de vivir un un pueblo a orillas del mar, movía sus cabellos para poder ver el mar, azul cual cielo y tan hermoso como la una perla, amaba ese lugar sin duda, desde que era niña se crió ahí con sus padres, su madre una ama de casa y su padre un comerciante, vivía en una buena posición social para su época e vestía ropas buenas, no podía quejarse de nada, solo que.
Se sentía sola desde hace dos años.
Al crecer, su mente igual lo hizo, pero desde que eso paso, se sentía sola, una soledad que desapareció desde hace 3 meses, ya no pasaba las tardes viendo el mar desde su ventana rodeada de lujos de tonos dorados o estar en su patio trasero viendo flores o tocando algunas canciones para sus padres, una vida normal para una chica en su época después de todo.
Desde que comenzó a verse con el chico en las tardes siempre en la misma zona cerca a el mar sus tardes son más divertidas e interesantes, no sabía su nombre ni su edad pero calculaba entré veinte o veinticinco años, la primera vez que lo vio, se asusto demasiado al ver como el varón de cabellos rubios alzaba un arma contra ella pero se detuvo al verla, su apariencia captó la curiosidad de la deidad desconocida.
Sus ropas extrañas siempre llamaron la atención a sus ojos, su pecho al aire cubierto solo por un tipo de tela pegada al cuerpo se le hizo extraña, no estaba para nada a la moda de ese entonces o sus botas e la túnica que estaba amarrada a su torso.
Era alguien extraño.
Recuerda que le costó que el le dijera una sola palabra, solían tener discusiones como si ella hablara a la pared, siempre preguntándole como estaba, su nombre, su edad o de donde venía, era un misterio simplemente pero aún así, siempre y sin falta comenzó a venir igual que ella, el segundo día llegó en busca de verlo y desde ese día se encontraban en el mismo lugar .
Fue hasta el mes dónde comenzó a hablar para ella, su voz era ronca y masculina, ni siquiera su padre tenía esa voz, le gustaba oírla, las pocas veces que hablaba, no era tampoco la gran cosas sus oraciones eran las más recurrentes "Bien", "No te importa" o "Canta para mí".
Aún así y con esa relación disfrutaba la compañía del contrario como una brisa de aire fresco del mar en las mañanas de verano. Siempre intentó buscar su mirada en un vago intento de ver a través de sus ojos azules pero nunca lo logró hasta el momento.
Volviendo a el presente y sacada de sus recuerdos al notar como su sombrero para cubrir su rostro del sol salía volando, corrió tras este, buscando que no se lo lleve el viento pues era un regalo de su preciada madre enferma. Alzo las telas blancas del vestido para correr tras el sombrero de tela blanca con esperanzas de no perderlo, concentrada en este corrió lo más rápido que pudo, hasta chocar con algo conocido, alzando la mirada fija logró divisar a la deidad que ah estado visitando ese sitio e a ella, en su mano izquierda tenía aquel sombrero con un lazo azul, en segundos el varón alejó a la muchacha para tener su distancia por el desagrado a ser tocado, bajando su mano, le dio a Charlotte su sombrero mientras ella le agradecía por entregárselo, el dios que reina sobre los mares solo se dedicó a oirla, era de los pocos por no decir única que prestaba atención a sus palabras.
Pues le gustaba su voz femenina.
Oh que admite que se le hace molesto que siempre hable de ella o de su lugar de origen, le gusta el silencio y apoya mantener su entorno en éste.
Más, por esa mujer que puede tener enfrente se mantenía solo en ignorar ese ruido e escuchar las cosas que le llamaban la atención
Sin duda los humanos son raros.
Tomando asiento en la arena junto a su compañera que jugaba con pequeñas bolas de arena en sus manos que dejaba caer una y otra vez, como un juego de niños que no le interesaba en lo absoluto.
La chica al notar que por la brisa de aire que llegó de la nada, volteando su cabeza para ver con una sonrisa como los cabellos del chico volaban con el aire dejando su frente al descubierto algo que se le hizo adorable y bello.
Al notar que la deidad la observo frunciendo levemente el ceño sin conectar sus miradas aún volteo la cabeza a el mar, no quería que presenciar como alzaba su tridente contra ella como la primera vez.
Se le pasó por la mente sobre el vestuario del joven a su lado, este solo permaneció callado viendo el mar como si fuera algo más bello que una joya.
- Oye, sabes, creó que debes venir con ropa más adecuada... - Hablo apenada, no quería que se enojara pero si alguien lo veía con esas ropas sin duda sería un problema para ella, miro con sus orbes - negros como obsidiana- a el chico quien se dispuso a estar en silencio. - ¿Me escuchas? - Preguntó una vez más.
Y así continuó por unos minutos siendo totalmente ignorada por la deidad de cabellos rubios cuál espuma de mar, hasta que este con gran sencillez le dijo en un tono flojo y hasta vago "Canta para mí", lo cual ella como siervo a su pastor obedeció, le gustaba presumir que su voz era bella para los cánticos.
Al pasar de las horas y como el sol bajaba, el chico de dispuso a irse, sin antes decir de forma sencilla "Veré que ropa tengo", algo que hizo feliz a la muchacha pues, si había sido escuchada.
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Yei, primer cap, lamento si es corto espero que les guste el dibujo que hice para la ocasión 🍓.
Nos veremos luego.
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