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Cap 7 - Asesino

Pov's Deican.

Me despierto con un fuerte olor a yo no sé que. Mi cabeza me duele mucho por el cloroformo. Mis ojos se abren lento, cansados. Estoy sentado en una sala blanca con mi padre a un lado y Desmond al otro. Ya me imaginé que algo así pasara, mi padre no puede ser tan bueno, algo me van a hacer.
   —Vamos, levántate que tenemos cosas que hacer — lo miré extrañado ¿en serio? ¿Nada va a pasarme?

   —¿El cloroformo era necesario?

   —No — Desmond se encoge de hombros — igual quería hacerlo — ruedo los ojos molesto, este es un puto loco, no se que más pueda hacerme el desquiciado este solo porque quiere hacerlo. Mi padre me hace una seña con la cabeza para que lo siga y eso hago. Miro hacia atrás y me percato de que estamos solos. Seguimos caminando por un pasillo con muy poca iluminación, las paredes son grises y están llenas de manchas de humedad. Paramos en una puerta gris, metálica, con un pequeño cristal para ver hacia dentro. La puerta hace un chirrido molesto cuando la estamos abriendo, es tan fuerte que me obliga a taparme los oídos, no sé cómo mi padre no se inmuta.

No hay ventanas, solo paredes, un pequeño bombillo cuelga del techo alumbrando vagamente. En el suelo hay una rejilla, como en las películas, por ahí es por donde se va la sangre que pierde el prisionero durante las torturas. En el fondo, amarrado de pies y manos a una silla hay un hombre, vestido de esmoquin azul y con la cabeza cubierta.

   —¿Hay alguien? — susurra el hombre tratando de moverse — Por favor no me maten — suplica con la voz quebrantada — les daré lo que quieran, lo que sea lo tendrán.

   —Ten por seguro que lo tendremos — habla mi padre a mi lado.

   —¿Demian? — el hombre reconoce la voz de mi padre ¿quién será? Al saber que ya lo descubrieron destapa la cabeza del prisionero.

   —Si soy yo — el rostro del hombre se relajó y sonrió.

   —Por un segundo creí que me ibas a matar — Una nueva personalidad de Demian sale a flote, una que no había visto. Juro que pude ver como sus ojos se vuelven negros y sus pupilas se dilatan, dibuja una sonrisa curvada en su rostro. Da miedo. De su ropa saca una navaja. Se mueve hacia adelante, alza la mano en la que tiene el cuchillo y la pone sobre el rostro del hombre — ¿Qué haces?

   —Shh — puso el cuchillo sobre los labios — Si te mueves va a doler más — aprieta el cuchillo contra la piel haciendo que un hilo de sangre resbalara hasta su cuello.  Una toz se escucha desde la puerta. Nos giramos para corroborar que el ruido proviene de Desmond.

   —Han empezado la diversión sin mí  — mi padre se encoge de hombros y vuelve a su lugar – tenemos que saber donde están los datos que robó, céntrate en eso — Desmond se transforma de la misma manera que mi padre, pero más aterrador todavía, sus ojos, de por sí oscuros se ponen más negro, sus pupilas casi tapan el iris, su sonrisa es aún más grande y torcida, mostrando sus dientes como un depredador ante su presa. Se acerca a paso lento y superior hacia el hombre — Ismail Hiplixy te preguntaré una sola vez. Si quieres vivir un día más de tu vida, quiero saber algo ¿dónde — toma la navaja de la mano de Demian — está — pone el arma blanca en su cuello y presiona con la punta — el USB.

   —Em, yo — traga — no tengo nada — Desmond rompe a carcajadas y clava la navaja en la mano de Ismail, quien emite un grito de dolor.

   —Te lo ha dicho, habla ya —intervengo, para algo me estoy aquí, debo intervenir — Xander está en peligro por tu culpa — espero no equivocarme al reconocerlo como el padre de Xander. Abre los ojos como platos.

   —No por favor, mi hijo no — saco mi teléfono del bolsillo.

   —Una sola llamada, una sola, y el hombre que tengo en tu casa disparará contra tu hijo — mi padre saca su teléfono y muestra una foto.

   —El USB está dentro de un gato de porcelana que está adornando el jardín trasero de mi casa de campo.

   —Muy bien pequeño tenemos cosas que hacer — Desmond se gira hacia mi y me tiende la navaja — Mátalo — me quedo petrificado ¿Yo tengo que matarlo? Matar al padre de Xander. Ismail iba a hablar pero mi padre le puso una cinta adhesiva en la boca — ¿A poco pensaste que te  íbamos a dejar vivo? Nadie nos roba.  Además tendrás el honor de ser la primera víctima de nuestro querido Deican. Me entrega una pistola — ¿Sabes cómo usarla? — asiento. Quito el seguro con lentitud, la mano empieza a temblarme. Miro como Desmond y Demian se van, confiando en que mataré a este hombre. No será muy difícil, vamos, tu puedes, solo tienes que apretar el gatillo.

   Irás al infierno Deican, y te pudrirás ahí.

Nadie te pidió permiso conciencia.  El infierno no existe, fue creado por la iglesia para controlar a las personas con el miedo. No voy a ir a ningún lado, cuando llegue mi momento solo moriré y punto.

Miro a los ojos del hombre, veo en su mirada algo que me molestó, como cierta superioridad, y seguridad de que no iba a poder con él. No sabe con quién se está metiendo. Nadie, cuando digo nadie es nadie, me desafía y termina de la mejor manera, este es un nuevo yo más peligroso que antes, ahora tengo a mi disposición muchas cosas. Ese fue precisamente el detonante. Sonreí, lo miré con la misma mirada.

   —Tengo dieciséis años, pero tengo más cojones que tú — apunto el arma entre sus dos cejas y disparo. El ruido me deja un poco aturdido. Salgo de la habitación. Mi padre y Desmond esperan afuera recostados en la pared.

   —¿Ya? — lo he matado.
 
   —Si — me limité a responder. Demian me mira con incredulidad mientras su amigo sonreía orgulloso, quien menos  pensé confiaba en mi potencia cómo asesino. No me siento mal, tampoco me siento bien. Es una sensación extraña, como si no fuera yo, como si me hubiera convertido en alguien más. Es tan irreal. Camino hasta donde están ellos. Con la cabeza en alto, victorioso, sin ninguna expresión en el rostro.

   —Demian, espérame en el carro, quiero hablar con el crío — mi padre asiente dejándonos solos — Se como te sientes ahora. Todo lo que está pasando es real. No eres otra persona, y mañana no despertarás siendo otro. Solo eres tú, Deican Black, eres quien siempre haz sido y siempre serás. Alguien capaz de matar y de muchas cosas más, alguien decidido a conseguir lo que quiere sin importar lo que se cruce en su camino. Solo que antes no lo sabías y ahora si lo sabes. Haz despertado tu verdadero yo. Vamos hijo, tienes muchas cosas que hacer, todavía te falta pasar por muchas cosas — Desmond tiene razón. Este soy yo, siempre he sido y siempre seré y me acepto tal y como soy, con defectos y virtudes. Con fantasmas y demonios. Y si, soy un asesino.

......

Ha pasado una semana y media desde aquel día. No logro quitar de mi mente el momento en el que arrebaté la vida del padre de Xander. Dos días después de eso me vi obligado a regresar al colegio, ya habían pasado un buen tiempo desde el accidente de la bala, me había recuperado tan a  la perfección y sin necesidad de rehabilitación que mi padre creyó conveniente que volviera. Cada vez que veo los ojos del muchacho, los cuales cambiaron, veo la vida abandonando los ojos de Ismail. Sin embargo no siento culpa alguna, ni un atisbo de ella, era algo que tenía que hacerce, y así como me lo pidieron lo hice.

Tampoco me siento diferente después de haber hecho eso, no es que me vaya a convertir en un asesino en serie pero no le doy mucha importancia al tema. Hay algo más importante que perturba mis pensamientos, algo que no deja de rondar una y otra vez. Las desapariciones en la escuela.

Han aumentado drásticamente, de unos pocos niños en una semana hasta quince en la semana que llevo asistiendo a clases. Ya no son solo los de mi salón, faltan aproximadamente sesenta jóvenes en total. Años distintos, salones distintos, maestros distintos, casas lejanas, conexiones casi nulas entre ellos. El estado está tomando medidas para que no se sepa mucho de ellos, en los medios está el "rumor" de que es una pandemia y los militares tienen aislados a los enfermos.

No son nada más que mentiras, mi padre está muy ocupado investigando también, uno de los hijos de sus socios en el otro mundo está desaparecido, yo soy sus ojos y sus oídos en la escuela, aunque no tenemos mucho. Es como si todas las pistas nos llevaran a nada. Algo estamos pasando por alto.

   —Joven amo ya hemos llegado — la voz de Johan me saca de mis pensamientos. Tomo mi mochila y entro.

   —Faltan 10 minutos para que comiencen las clases — me informa Kyra cuando me junto con ella cerca de los casilleros.

   —¿Hola? — parece que Dean todavía no ha llegado. A veces llega tarde o se salta la primera clase, es un dormilón de primera.

   —Hola — sonríe — Dean me escribió, dice que no lo esperemos, luego viene —que interesante.

   —Te escribió ¿a tí? — le escribió a ella que la conoce hace un mes y a mí no. No es algo que Dean haría.

   —¿Estás celosos? — se burla.

   —¿Bromeas? Ese chico y yo nos conocemos desde que la secundaria empezó. Si te escribió a ti te aseguro que no fue él, alguien más escribió ese mensaje, Dean podría estar en problemas —empieza a reír.

   —¿Estás de coña? ¿O solo eres un poco dramático? — nada más la miro.

   —¿Me vez cara de una de esas cosas? Odio tener la razón en estos casos pero si no vamos ahora mismo a casa de Dean temo que pueda terminar como los otros de la escuela — la tomo del brazo y saco el teléfono de mi bolsillo. Marco el número de Johan, al primer timbre levanta el teléfono —Ven ahora aquí. Voy a saltarme las clases, hay algo muy importante.

   —¿Qué ocurrió? — pregunta y yo emito un gruñido, tenemos que apurarnos — Enseguida estoy — cuelga.

Nosotros seguimos caminando hasta la puerta. Kyra se suelta de mi agarre y sigue a mi lado. Cuando llegamos a la reja Johan ya estaba parqueado al frente. Si que es rápido.

   —¿Qué ha pasado? — Johan nos mira desde el retrovisor.

   —Tenemos que ir a casa de Dean ya, puede ser que esté en problemas — asiente y prende el motor de la limusina.

   —Si faltamos a clases por gusto vas a tener problemas conmigo — ajá, como si eso me importara mucho. Saco mi teléfono y los audífonos. Cuando prendo la música Kyra me quita un audífono para poder escuchar música también. En unos veinte minutos llegamos a casa de Dean, soy el primero en entrar. La casa de Dean no es tan grande. Él lo quiso así, prefiere una casa pequeña, total, es de él, sus padres están en Estambul, muy lejos de nosotros. La puerta de entrada está abierta.

   —Mireda, tenía razón — me viro para ver a nuestra compañera — puede haber alguien adentro.

   —Espera — busca algo entre su ropa y saca una navaja color rosa — las niñas podemos defendernos — se encoje de hombros. Si ella lo hizo. Levanto mi pantalón y saco el pequeño revólver que tengo en el zapato.

   —Yo también puedo defenderme — al ser yo quien posee el arma de fuego entro de primero, empujando la puerta con el hombro para no dejar huellas. Con pasos lentos, pasamos la sala, completamente organizada, nada fuera de lo normal. Como conozco perfectamente la casa tomo el camino directo a su habitación. Antes de entrar en ella me fijo en una pequeña mancha que hay en el suelo.

   —Es sangre — habla Kyra con voz firme. Entro a la habitación con el arma apuntando al frente, esta vez, con la puerta también abierta, la empujo con el revólver. Sangre por todos lados, el teléfono de Dean está hecho trizas frente a la puerta. Las sábanas manchadas de rojo, las paredes, el charco de sangre al lado de su cama. Seguimos caminando y vemos unas piernas. Instantáneamente corremos esperando no encontrar el cadáver de nuestro amigo tirado en el suelo. Con el corazón latiendo sin parar miramos a la persona que está en el suelo.

Por suerte, aunque no es la mejor noticia, es Lucius quien está en el suelo sobre una mancha de sangre, el mayordomo, todavía puede haber esperanzas de encontrar a nuestro amigo vivo.

   —No toques nada, no te muevas — saco mi teléfono y marco el número de mi padre. Un timbre, dos, tres, cuatro, y sale la contestadora. Cuelgo y vuelvo a llamar, sin respuesta igual. Decido llamar a Desmond, es la otra persona que conozco, aunque no me guste mucho su figura, es al único que puedo llamar para una cosa así si mi padre no responde.

   —¿Qué quieres?

   —Tenemos un muerto, relacionado con las desapariciones. Mi amigo ha desaparecido.

   — la ubicación por mensajes. Enseguida voy. No te muevas, no llames a nadie, y menos a la policía — cuelga.

   —¿Y ahora qué? — pregunta Kyra detras de mí.

    —Vamos a la sala y esperemos a alguien — de camino a la sala mando la ubicación de la casa de nuestro amigo —Recuerda no tocar nada — mientras espero por Desmond no puedo parar de dar vueltas por toda la sala. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Por qué él? ¿Y si alguno de nosotros es el siguiente? ¿Y si es un asesino psicópata pedófilo que roba niños y luego de sus cosas puercas los mata?

   —No ayudas ¡Estáte quieto carajo! — Kyra tiene razón. Desesperándome de esa manera tampoco voy a conseguir nada.


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