Vante durmió largo y tendido después de haber destruido el aquelarre sólo, la razón por la que se debilitaba era porque su poder, a diferencia de Taehyung, no era ilimitado, siendo un íncubo debía alimentarse para poder tener poder y cuando los efectos eran tan altos como los estragos de un incendio o causar enfermedades siempre cobraban una factura un poco más alta, pero siendo ahora atacado por una maldición, sus resistencia era prácticamente nula. Debía tomar mucho descanso y peor aún, mucho alimento, para volver a su estado normal y que su don se renueve, pero esta vez no parecía haber rastro de vida humana cerca, parecía que sería más difícil de recuperarse para él.

Por otro Taehyung trataba de investigar con la brújula, donde estaría el siguiente aquelarre y si sería el que ellos necesitaban destruir, pues según la información que Vante había sacado de Caileah había tres aquelarres protegiendo con energía y poder al aquelarre principal y Vante ya había destruido uno. La brújula mostró que en efecto había un siguiente punto de visita por lo que fue con su hermano para ver si había despertado por fin pero cuando estaba por llegar, vio una escena que le enfado demasiado. Caileah acariciaba el rostro de Vante y tocaba sus labios, Taehyung le había dicho que jamás debía tocarlo mientras estuviera sin sentido, sabía que él propósito de ella era de nuevo seducirlo pero eso no estaba bien, pues ella no lo alimentaba solo engañaba a su cuerpo dándole un poco de energía.

— ¡Te he dicho que no le pongas tus malditas manos encima! — dijo sorprendiéndola y tomando su brazo para levantarla.

—Mi señor... Lo siento —decía ella que por un momento vio en infierno llegar.

—¡¡¡Te enseñaré a sentirlo de verdad!!! —Dijo Taehyung aún más enfadado.

—Déjala, ella no importa... —se escuchó la voz de Vante aún soñolienta y tratando de incorporarse.

— ¿Te sientes bien? —de inmediato soltó a la mujer y fue con su hermano para revisarlo.

—Lo estoy, debemos continuar, no hay tiempo que perder... —dijo el rubio mirando a su hermano.

— ¿Qué quieres decir? — notando un tanto afligido a Vante.

—La siguiente está cerca... Puedo sentirla y no será suave, quiero que vayamos antes de que pase... Quiero que lo destruyamos antes de caer —explicó de nuevo Vante mostrando angustia.

—Estarás bien, yo luchare esta vez para que... solo mantente fuerte, lo vas a lograr no olvides que creo en ti —se agachó para hablar con su hermano.

—Yo lo intentaré, pero Taehyung, cuando mi tiempo llegue y si no lo logró por favor no te enfades conmigo... Siempre tráeme a tu mente cuando te sientas solo... Porque yo entonces seré uno contigo como al principio y aunque no me veas estaré ahí para ti, aunque sea escuchándote —era evidente que Vante tenía miedo, que había meditado sobre lo que venía sobre él y lo estaba asimilando.

Taehyung intentó procesar aquellas palabras y responder pero un horrible nudo se formó en su garganta y sólo pudo abrazar al menor para confortarlo. Después de aquel instante, ambos retomaron el viaje ignorando a Caileah, ella no podía soportar que Vante no la prefiriera y que Taehyung la tratara con tanto desprecio, era la hija de Agnes, no podían tratarla de ese modo. Pero mientras viajaban y ella meditaba aquello, Taehyung logró percatarse que alguien los estaba siguiendo, no quería que Vante gastara energías pero no sabía cómo hacer para atacar sin que él se diera cuenta. Tomó su espada y la preparó a escondidas pero entonces Vante sintió algo, esa atracción que siempre sentía cuando un ángel estaba cerca, no podía verlo pero sí sentirlo y su apetito se estaba volviendo voraz. De pronto y de la nada apareció frente a ellos, estaba de pie, veía a Vante, esperaba una reacción, Vante sentía que la iba a devorar en el momento pero se contuvo y espero a que esta hablara.

—Pediste ayuda... Dios perdona lo que antes hiciste, ahora escucha tu plegaria... —dijo a Vante y el asintió.

— ¿Tu entonces ha sido enviada para mí? ¿Y él me autoriza? —cuestionó esta vez el híbrido, sintiendo en el fondo culpa porque era un sacrificio. A lo que el ángel solo asintió, Taehyung cuestionó sobre lo que estaba pasando a la mente de Vante y este respondió de la misma forma, confesó que había pedido alimento y energía al Dios Padre para que le ayudara a sobrevivir lo que se le venía puesto que ahora el gran monarca del inframundo los había abandonado.

—Está bien, ve... No debo decirte que debes ser agradecido y gentil... —las palabras de Taehyung sonaron un tanto nostálgicas sabiendo que un ángel más ahora perdería su alma para servir a su hermano, se le hacía demasiado injusto pero era para su hermano. Vante escuchó aquellas palabras mientras permanecía con la mirada al suelo, bajó del caballo y se retiró seguido de la chica ángel sin decir palabra alguna. Caileah veía todo con molestia y frustración puesto que podría ser ella pero jamás le entregaría su alma a Vante, él sólo era su obsesión, su deseo, no quería más de él que sólo disfrutarlo como ya en dos ocasiones lo había hecho.

—Señor... No creo que sea correcto que alguien más esté involucrado en esto —hablo Caileah a Taehyung.

—No creo que me importe lo que tu pienses... —Taehyung ataba los caballos para poder esperar a su hermano —Te gustaría que Vante dependiera de ti ¿No es así? Pero seamos sinceros una vez más, Vante ama a Yunne y nadie va a sacarla de su cabeza y de su corazón —habló terminando de asegurar a los animales.

—Mi señor... ¿Cómo es que su alteza el príncipe Vante supo de la naturaleza de Yunne? —dudó en cuestionar pero al final lo hizo.

—Mm. No debería porque es la vida privada de mi hermano, tampoco debería porque no te importa pero te lo diré, te lo diré para que sepas que Vante ama a tu hermana y no a ti —busco acomodarse en el suelo y comenzó a relatar —En una noche de pasión de las que ellos siempre tienen, donde se aman, algo que nunca pasará contigo, ambos se quedaron dormidos pero Vante despertó luego de unas horas por qué sintió muy inquieta a Yunne. Fue entonces que la quiso ayudar y se metió en sus sueños, así supo que los sueños eran recuerdos y supo lo que había vivido y cómo había llegado ahí, esa es la historia —exclamó antes de recostar su cabeza en el tronco del árbol junto a que se había sentado.

Una vez más le había demostrado a Caileah cuánto la despreciaba y eso lo hacía feliz internamente.