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Verdammnis {Condenación}


— ¡No irás, Vante! ¡No discutas! —Gritó su alteza en muestra de enojo he impaciencia ante la terquedad de su hermano segundos menor.

— ¡No puedes obligarme a permanecer aquí! ¡No tienes autoridad sobre mí! —Pero el rubio también estaba molesto, se sentía como un enfermo al que parecían tenerle lástima y eso ofendía su orgullo.

— ¡¡Basta, no vas a ir y no me importa lo que tenga que hacer, no me importa si tengo que dejarte en coma hasta mi regreso, no irás!! —La ira de Taehyung en aquel momento creció tanto que los cristales de las ventanas a su alrededor explotaron dejando en el rostro de Vante una pequeña cortada, justo en su mejilla derecha. El rubio entonces guardó silencio y dejó que su don sanará aquella leve herida, el pelinegro al darse cuenta de lo grosero que había sido sintió culpa, se acercó a su hermano de nuevo y le habló ahora más suave.

—Escúchame, no sé a qué tipo de poder estamos enfrentando, yo iré porque quiero ayudarte y protegerte, no quiero que vuelvas a vivir los infiernos que antes viviste, sé que me comprendes porque ya has luchado por mi vida —explicó dando la vuelta para pasarse la mano por el cabello.

—Eso fue diferente, tu habías muerto y quería vengarte, tu así lo deseaste también, ahora yo estoy vivo aún y mientras esas malditas crisis no me ataquen estoy bien y puedo valerme por mí mismo y quiero hacerlo... no te interpongas por favor...—Ahora era Vante quien hablaba con bastante autoridad y firmeza. Entonces Taehyung se dio cuenta que no había forma de convencer a su hermano, iría en busca del aquelarre de Agnes junto a él y lucharía hasta que la maldición se lo permitiera.

—No me gustó el modo en que mi última voluntad en aquel entonces resultó, aunque al final lograste mantenernos vivos, no fue justo...—Parecía que cada vez que el pelinegro recordaba eso algo en su interior le dolía.

—Escúchame, eso debes verlo como una experiencia, piensa que siempre existe un más, sé que puedo morir y no es la primera vez que estoy amenazado pero de antes aprendí que aunque sea tarde, nunca es tarde si lo intento. Ahora debo intentarlo para que ambos estemos bien, para que al final ambos veamos el sol después de esta tormenta, para ambos volvamos a vivir lejos del dolor como en estos días atrás... ¿Lo entiendes? —el rubio se mantuvo firme y su posición mientras hablaba, no querría que su hermano también desatará una lucha solo sabiendo que podría pasar por cosas como las que él vivió.

—Está bien, lo haremos juntos, tomaremos dos días para decidir dónde empezaremos y despedirnos, espero que en ese tiempo... —Taehyung se interrumpió temiendo que algo le pasará a Vante en una de sus crisis.

—Estaré bien, lo prometo, te lo prometo, ahora iré con Yunne, tengo decirle... tú debes hablar con Garin... — colocó la mano sobre el hombro de su hermano para despedirse y luego salió.

Minutos más tarde Vante se en casa de Yunne, sostenía un vaso de cristal con un tipo de bebida, tenía las piernas abiertas, con la cabeza apoyada en el respaldo del sillón con los ojos cerrados. —Entonces ¿Te irás? —Yunne se metió entre las piernas de su adorado Vante y lo beso sin esperar respuesta.

—Temo que si... mmm me encanta tú aroma...— Vante la afianzó por la cintura para atraerla y pegarla más a su cuerpo he intensificando el beso.

—Prométeme que tendrás cuidado.... —ella fue abandonando los labios de su contrario para bajar por el cuello. Vante no olvidaba que tenía sangre de un íncubo en su interior y pronto los deseos que su pecado le provocaban, empezaron hacer que su sangre ardiera. Atrajo a Yunne sobre él, ella traía una falda corta lo que facilitó que ella se acomodará con una rodilla a cada lado del mayor quién no había dejado de recorrer aquellas piernas con sus manos. Mientras el masculino bajaba la prenda íntima de Yunne, ella le sacaba la camisa para poder besar su blanca piel, también llevo sus manos traviesas hasta los pantalones del peligris y saco la enorme erección que pedía salir a gritos y empezó a masajearla.

La excitación del híbrido fue tal que no soportó más y con ambas manos rompió la pequeña prenda de su ahora pareja, ella cuidadosamente se acomodó sobre aquel necesitado miembro y lentamente fue penetrándose. Yunne observó el rostro de Vante así excitado y se le hizo la imagen más sensual que pudo haber visto en la vida, su cabeza echada atrás, sus ojos cerrados y los labios entreabiertos dejando escapar jadeos apasionados con aquella ronca y profunda voz. Era el paraíso, el comenzó a moverse al sentirse dentro, apretando sus glúteos, sintiendo calentarse cada vez más, dejó que una de sus manos subiera para abrir la blusa de la joven y arrancarle el sostén.

Sus actos eran desesperados mientras las estocadas iban aumentando, acercó sus labios a uno de los pechos de la fémina y con una gran necesidad comenzó a succionar, sus labios presionaban aquel delicado botón mientras que la respiración de ambos se iba acelerando. Yunne abrazó la cabeza del joven con un brazo y se abrazó fuertemente mientras iban aumentando las estocadas, los gemidos de ella eran delicados, sensuales y sumamente seductores para él. Pronto ambos necesitaron sentir los labios del contrario, el clímax de ambos estaba cerca y la desesperación los estaba enloqueciendo, no necesitaban más que sus gemidos y jadeos para saber que ambos estaban llegando.

Y en un par de estocadas más Vante marcó como suya a Yunne, en un jadeo tan ronco que la hizo saber quién era su dueño, amaba esa voz tan masculina y en aquellos momentos era satisfactorio para ella oírlo.

Ella apoyo su cabeza sobre el hombro de él y el peligris la abrazó para sentirla contra su pecho.

— Te amo....— Susurro Vante a su oído aún agitado...

Ella en respuesta volvió a besarlo para luego decirlo en palabras — Yo siempre te he amado y siempre lo hare—

—Te llevaré a la...cama... — Vante pareció oír algo y se interrumpió para poner más atención, era un sonido peculiar, parecido al latido de un corazón pero diferente.

— ¿Qué ocurre? —las miradas de ambos se cruzaron pero ambos se quedaron en silencio.

Los ojos de Vante parecían decir tanto que Yunne no sabría descubrir, después de un momento de silencio el híbrido la abrazó fuerte su cuerpo, la levantó y le acomodó lentamente para luego abrazarla por la espalda.

— Ahora menos que nunca quisiera irme pero debo hacerlo, ahora es cuando menos debo rendirme —se mantuvo así por largo tiempo mientras que su amada solo lo escuchaba.

Cuando por fin Vante se había ido, Yunne sentía una extraña sensación, sentían temor de saber que podría perder al amor de su vida, acomodaba alguna que otra cosa cuando otra fémina le habló.

— ¿Cuándo piensas decirle la verdad?— preguntó aquella voz.

— ¿Por qué habría de decirle?..— espetó volteando a ver a Caileah.

—Entonces le declaraste tu amor y entregaste tu cuerpo a un híbrido de demonio y no le dirás por temor, vaya que eres cobarde —habló Caileah.

— Tampoco veo que sea muy buena idea decirle que soy una bruja he hija de la mujer que lo está matando, creo que no tienes idea de lo que hablas y deja de espiarnos eso es de infantes, ahora vete de mi hogar —El rostro de Yunne denotaba rabia en contra de la visita.

—Tu hombre me gusta, lo quiero para mí, no me importa lo que sienta por ti, quizá un día sepa que soy tu hermana pero ahora solo quiero disfrutarlo como tú lo hiciste... —dicho eso salió por la puerta. Yunne ahora sentía que su secreto ya no estaría oculto por mucho más tiempo, sintió miedo de perder todo aquello que había logrado y peor aún, la amenaza de su hermana la atormentaba.

Sabía que Vante era un íncubo y podría tomar aquello que le generaba energía en cualquier momento, su mundo se estaba derrumbando junto a la noticia de Vante, su misma madre pensaba acabar con él.

Recorrió con la mirada aquel lugar y extrañó ya a su amor, se dejó caer deslizándose por la puerta hasta llegar al suelo y entonces pudo llorar, Vante le había confesado su naturaleza ¿Por qué ella no pudo hacer lo mismo desde el principio? Pero no podía dejar que solo fuera a pelear su batalla, buscaría la forma de ayudarlo, que su madre no le robara lo único especial que había tenido desde que huyó del aquelarre. Se puso en pie y busco sus materiales de hechicería que no usaba desde que se asentó en aquel reino, no sabía cómo hasta el momento pero no sé iba a quedar de brazos cruzados.

Mientras tanto Caileah siguió tras los pasos de Vante, este parecía dolido o conmocionado, llegó a la roca del ángel y subió de nuevo, era de tarde pero la vista seguía siendo espectacular. —Eres Vante, hijo de Arlener, mucho gusto, puedes llamarme Agnes —dijo la extraña que se hizo presente tras el hibrido y Vante volteó y de un salto bajo de la piedra.

—Así que eres la maldita que me quiere muerto —espetó Vante.

—Soy quién va asesinarte —cuando ella terminó de hablar su mano estaba levantada en dirección del híbrido. Vante de nuevo sintió unas dolorosas puñaladas en su interior, de nuevo sus entrañas parecían querer salirle por la boca.

— Solo vine a decirte que los estaré esperando en el aquelarre, así qué trata de no morir antes — dijo y desapareció tal cual había llegado. La lluvia comenzó a caer y la noche con ella Vante seguía ahí tirado sin poder levantarse, su cuerpo empezó a enfriarse y eso era peor para él, el híbrido sintió como su respiración iba menguando, necesitaba moverse o iba a morir ahí. De pronto sintió como un cuerpo se posaba sobre él, no quería abrir los ojos por que las gotas de lluvia estaban muy frías, aquel cuerpo lo están besando, besaba su cuello que se había convertido en su punto de perdición.

—Hazme tuya y toma mi energía— dijo al oído del moribundo demonio.

Él no tenía opción acepto aquella propuesta y empezó a sentir como su misma lujuria encendía su cuerpo, se estaba recuperando con la energía de la desconocida. La hizo suya y observaba como ella no perdía energía a pesar de estarlo alimentando, al final lo había logrado, aquella desconocida había dado energía suficiente para poder levantarse. Caileah probó los labios de la pareja de su hermana, probó su cuerpo y supo que quería más de él antes que muriera, le atrajo desde que lo vio en el callejón en la ciudad y ahora que lo había tenido no lo iba a desperdiciar le había fascinado y lo sintió adictivo.

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