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Ya eran alrededor de las 7 de la noche, ya no había rastros de la harina navideña en la casa y Natalia estaba sentada en la sala mientras Memo le abrochaba los zapatos. Portaba un vestido azul celeste y un abrigo verde, Leo la había intentado peinar en dos colitas pero le resultó muy difícil peinar sus rizos, por lo que el experto acabo haciéndolo.

— ¿Ya nos vamos?

— Ya casi amor.— Memo le abrochó el último zapato.

— Ya estoy listo.— Sonrió feliz Julián, vestía igual que su hermano, un pantalón de mezclilla azul y un polo blanco.

— Yo también.— Sonrió Kevin, pero sus abrigos eran de distintos colores, el de Kevin era blanco con rayas azules y el de su hermano era completamente azul en un tono más claro.

— ¿Podemos llevar el balón de fútbol?.— Pregunto Julián.

— Hoy no, que aún le debemos a sus abuelos un vidrio...— Messi les arregló el cuello de su abrigo.

— Y al vecino también.— Se burló Memo.

— Lo llevaremos para Navidad, ¿esta bien?.— Sonrió Leo dándole un beso en la frente a Julián.

— Está bien.— Sonrió el menor.

— ¿Ya vamo a id a la posada?.— Preguntó María tomando su Nenuco.

— ¡Yo voy a romper la piñata!.— Kevin se emocionó.

— ¡No si yo lo hago!.— Sonrió Julián.

Al menos no eran niños competitivos entre si y siempre eran de ayudarse mutuamente para alcanzar sus metas, pero de vez en vez jugaban a competir de esa manera.

— ¡Yo quedo dompe la piñata!.— Se emocionó María.— ¡Y agada muchos duces!

— No... es que estás muy chiquita.— La vio Julián.

— ¡Pero vamos a ganar muchos por ti!.— Kevin le dio la mano a su hermanita.

Eso hizo sonreír a sus padres.

Enseguida los niños se acomodaron en su sitio en la camioneta mientras sus padres subían las ollas del ponche cerradas, las volverían a calentar al llegar, también acomodaron las piñatas y eso emocionaba a la nena.

No tardaron mucho en llegar pese al "¿ya llegamos?" de los niños, debido a que AMLO ya había disuelto el horario de verano, se mantenía el horario normal de siempre y a las 6 de la tarde ya estaba oscuro... Al ser las 7 era bastante notorio que ya era de noche.

Cuando llegaron, el enrejado de la privada tenía una lluvia de luces navideñas y adornos luminosos de esferas que tintineaban en alegres colores, también había un par de muñecos de nieve inflados que tenían luz en su interior llamando más la atención de los niños, sobretodo de Natalia.

Al fondo de la privada había un pequeño terreno donde habían dispuesto varias mesas para colocar la comida como un bufete, también había varios aguinaldos de dulces y colación.

— Ya llegaron.— El padre de Memo sonrió al verlos bajar.

— ¡Abuedito!.— Sonrió feliz la niña mientras la bajaban.

Los padres de Lionel también iban a llegar para pasar las fiestas con ellos, también aún no se acostumbraban a algunas cosas, como... la comida picante.

— Vamos a realizar la Letanía para pedir posada.— Había anunciado una vecina.

— ¿Que tenemo que hace?.— María vio a sus papás.

— Este...— Leo intentó explicar dentro de lo que sabía.— Es, como una canción que vas diciendo para que te den posada...

— ¿Cómo es esto?.— Su hija seguía de curiosa.

— Es algo que explica como la Virgen María y José buscaban refugio para descansar, antes de que naciera el niño Jesús.

En México, era costumbre cantar aquella Letanía recordando el Peregrinaje que habían hecho Maria y José antes del nacimiento del Niño Dios. Por lo que era común que los participantes se dividieran en dos, las personas que dan la posada, y la de los peregrinos, siendo esta parte el mayor número de los integrantes.

La familia de Leo y Memo hacían de peregrinos, como la mayoría de los demás vecinos. Les habían dado unas pequeñas velitas y varias hojas con la Letanía en caso de no saberla toda. Julián y Kevin compartían una hoja y Leo tenía la suya. Cómo Natalia quería una velita, Memo la cargo para asegurarse de que no fuera a tirar la cera caliente y llegar a quemarse, aunque la vela tenía un plástico para ello, con los niños pequeños nunca se sabe.

Estando todo a oscuras, se veía más lindo el panorama con las velitas encendidas.

Peregrinos:
En el nombre del cielo
os pido posada,
pues no puede andar
mi esposa amada.

Posaderos:
Aquí no es mesón,
sigan adelante.
Yo no puedo abrir,
no sea algún tunante.

Peregrinos
No seas inhumano,
tennos caridad,
que el Dios de los cielos
te los premiará.

El cantar había comenzado estando cerca de la reja de la privada, la mayoría se sabía la Letanía pero ha la algunos que no sabían del todo la letra. Leo medianamente se la sabía pero prefería mejor leerla de la hoja que acabar equivocándose.

Posaderos
Ya se pueden ir
y no molestar,
porque si me enfado
os voy a apalear.

Peregrinos
Venimos rendidos
desde Nazaret,
yo soy carpintero
de nombre José.

Posaderos
No me importa el nombre,
déjenme dormir,
pues yo ya les digo
que no hemos de abrir.

Peregrinos
Posada te pide,
amado casero,
por solo una noche
la reina del cielo.

Posaderos
Pues si es una reina
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?

La forma de celebrar las posadas ha ido cambiando con el tiempo y se le han agregado elementos propios de cada región. Pero siempre han sido caracterizadas por el color, los cantos y la comida tradicional. Los niños, jóvenes y adultos se unen para “pedir posada” y festejar que alguien les abrió las puertas y les brindó alojamiento.

Peregrinos
Mi esposa es María,
es reina del cielo,
y madre va a ser
del Divino Verbo.

Posaderos
¿Eres tú José?
¿Tu esposa es María?
Entren peregrinos,
no los conocía.

Peregrinos
Dios pague, señores,
vuestra caridad,
y que os colme el cielo
de felicidad.

Todos
¡Dichosa la casa
que abriga este día
a la Virgen pura,
la hermosa María!

Antojitos, buñuelos, ponche, velas, aguinaldos que eran dulces o frutas y romper las piñatas son algunos de los elementos más representativos de las posadas. Pero lo más importante es celebrar la unión de las familias y amigos.

Lo cual era así, pues al momento de que comenzaron a acercarse más a la zona donde estaban los alimentos, dulces y las piñatas había un ambiente alegre y divertido.

¡Entren santos peregrinos,
reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada,
os la doy de corazón!
¡Cantemos con alegría
todos al considerar
que Jesús, José y María
nos vienen a visitar!

Habían hecho una fila para comenzar a repartir los aguinaldos, los cuales eran bolsitas de celofán adornado por la temporada navideña, adentro había dulces como Pelón pelo rico, tamarindos, Duvalin, Bocadines, los clásicos Dragoncitos y también galletas de animalitos.

— ¿Qué animalito es este?.— Julián vio su galleta.

— Creo que tiene forma de perro.— Kevin se acercó a ver.

— ¡Es una vaca!.— Natalia corrigió, aunque las galletas de animalito siempre eran deformes.

Cómo las mesas eran estilo bufet, podían servirse lo que quisieran, había tostadas de tinga, papas con chorizo y ensalada de pollo con zanahoria y papa, también arroz tacos dorados, también pastel, y alfajores, aunque Lionel tenía que asegurarse de que sus hijos comieran, pues estaban más interesados en comer sus aguinaldos primero.

La familia se había acercado para sentarse en unas sillas que habían alrededor, mientras sonaba la música y un par de personas buscaba el mecate y un palo para la piñata.

— ¿Que es esto?.— Aunque Julián se había comido una colación y le salió una pequeña cascarita de naranja.

— ¿Quién le pone una cascara a un dulce?.— Tampoco Kevin entendía.

Lionel vio a Memo, así como los niños esperando la respuesta.

— Es algo común en la preparación de las colaciones que se dan en las Posadas y Navidad.— Respondió Ochoa.

— Ahh...— Respondieron todos.

Natalia estaba sentada sobre un pequeño banquito que su abuelo le había sacado, y usando la silla como mesa para que pueda comer más cómoda. Aunque estaba muy concentrada en agarrar su tamal de dulce del plato con gelatina  cuando sintió la mirada de otro niño, de su edad que tímidamente se acercó para jugar.

— ¿Que mida bobo?.— Contesto la pequeña.— Ada pa'alla bobo.

Enseguida Memo vio acusador a su marido.

— Lionel Andrés Messi Cuccittini de Ochoa.

— Yo no le enseñé eso.— El Argentino se hizo el desentendido mientras le daba una mordida a su tostada.

— ¿Ya podemos ir a jugar?.— Kevin le había dado su plato vacío a su mamá.

— Ya comimos.— También Julián hizo lo mismo.

— Un rato, pues van a partir la piñata.

— ¡Si!.— Ambos hermanos salieron corriendo para ir con sus primos y otros niños.

— ¡Yo taben quiedo!.— Los empezó a imitar Natalia pero se acercó a Memo.— Papi cuida a mi bebé.

— ¿Y para que lo trajiste?.— Memo recibió el Nenuco con una cobija y un chupón.

— Cuidado y si depieta duemelo.— María salió corriendo detrás de sus hermanos.

— Esa niña.— Memo vio el Nenuco.

— Creo que es una mamá responsable.— Había reído levemente Leo.

Había un poco de tequila pero Memo prefería no dejar tomar a su marido.

— ¿Piensas que no se tomar?.— Leo se molestó un poco mientras bebía ponche.

— No exactamente eso amor.— Le dio un beso.— te daré cuando estés listo.— Se acercó coqueto.— Y también darte otra cosa.

— No empieces.— Le dio un beso pero le jalo uno de sus rizos.

"Atención todos, vamos a romper la piñata".

— ¡Si!.— Festejó Natalia y llegó corriendo con emoción.— ¡Quiedo dompe la piñata!

Eran cuatro piñatas de buen tamaño, las dos primeras contenían dulces, eran más para los niños, pues en una de ellas también había los típicos juguetes de plástico mexicanos: muñecas estilo Barbie, carritos, juegos de te, luchadores, y pelotas pequeñas; en la tercer piñata había dulces pero también mezclado con frutas como cañas, naranjas y mandarinas; la cuarta piñata consistía en únicamente fruta. Que normalmente era lo que se hacía hacía unas décadas, pues las piñaras anteriormente eran de barro y eran decoradas con engrudo, papel de colores y al gusto de quién las preparaba. Aunque estás eran no eran de barro por seguridad de principalmente los niños.

"Dale dale dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino".

Primero dejaron que pasarán los niños más pequeños, quiénes se esforzaban por sujetar el palo y darle con fuerza a la piñata, la cuál no se movía para ellos.

"Ya le diste una, ya le diste dos, ya le diste tres y tu tiempo se acabó, se acabó".

La canción típica para romper la piñata había finalizado para dar paso a otro niño quién intentaría darle.

— Vamos amor.— Se habían acercado para darle a Natalia el palo.

Aunque la pequeña se arrepintió y le dio miedo pasar al frente, se escondió detrás de Leo.

— Vamos amor, te toca.— Leo cargó a su hija, y sujetó el palo.

Habían comenzado a cantar nuevamente mientras que Leo sujetaba el palo para pegarle el suavemente a la piñata, sintiéndose menos cohibida Natalia sostenía con su manita también el palo.

Tras pasar los niños más pequeños tocaba el turno de los más grandecitos, era el turno de Kevin. Pero esta vez ya iban con los ojos vendados.

— Sin trampas.— Ana Laura, la hermana de Memo le cubrió los ojos a su sobrino con la bufanda que usaban para vendarles los ojos.

— ¡Arriba!

— ¡Abajo!

Los gritos para animar al pequeño confundían a este quién emocionado por intentar darle a la piñata repartía batazos al aire sin ton ni son.

— ¡Agarra bien el palo!.— Le gritó Memo.

— Este niño va a darle a alguien.— Se preocupó Leo.

No tuvo mucho éxito, por lo que le tocaba el turno a Julián de intentar darle.

— ¡Arriba!.— Aunque Kevin intentaba decirle dónde dar el golpe, pero sin mucho éxito.

También Julián se confundía con los gritos y poco más se descontaba una maceta colgante de un vecino.

Finamente dejaron que los niños tras fallar todos, rompieran las dos piñatas sin vendaje, Kevin rompió una y una vecinita también, de ese modo Julián se lanzó por dulces para su hermana, aunque por los golpes muchos dulces y juguetes cayeron a los pies de los adultos quienes también recolectaban estos para sus hijos.

La tercer piñata participaron algunos niños pero también los adultos.

— Te toca cuñado.— Ana se acercó con la bufanda.

— ¿Qué dijiste?.— Eso sorprendió al Argentino.

La mamá de Memo le quitó a Natalia de los brazos. A Leo no le quedó de otra que dejarse vendar los ojos.

Era más difícil de lo que parecía.

— ¡Es que no veo nada!.— Leo movió el palo sin encontrar nada a qué darle.

— ¡Arriba!.— Gritaron sus hijos.

— ¡Abajo!.— Bromeó Memo, aunque su esposo le hizo caso.

— ¡Oigan no!.— Leo haciendo trampa se quitó la bufanda viendo donde estaba la piñata, intento pegarle en vano.— ¡Bajenla que no la alcanzó!.— Volvió a dar al aire sin éxito.

— Es que no le dieron Danonino cuando era pequeño.— Memo había reído un poco.

Ahora era el turno de Memo, quién no tuvo mucha dificultad de darle aún con los ojos vendados, acabando por romper la piñata.

Las piñatas habían sido partidas entre risas y diversión.

— Les doy mi futa si me dan sus duces.— Era un buen trato según Natalia.

— Lo discutimos en la casa.

Sus hijos tenían un par de los picos de estrella de una de las piñatas, las usaban para llevar sus dulces, y también tenían algunos juguetes, y la fruta que ganaron no les emocionaba demasiado, pero les habían dado igual una bolsa para meter sus dulces.

— Vamos a jugar.— Julián vio a Kevin.

— Vamos.— Lo siguió su hermano.

— ¡Espeden!.— Aunque Natalia salió corriendo detrás, sus hermanos se esperaron para llevarla de la manita.

— Tan lindos tus hijos.— Memo sonrió.

— Nuestros.— Leo le dio un beso.

Adoraban a su familia, y adoraban compartir una tradición muy bonita, pues de eso se tratan las fiestas Navideñas, de compartir con los seres queridos sin olvidar que eso no se hace solo un día, sino que también se debe aplicar todos los días y disfrutar al máximo la compañía de los seres amados. Pues la vida es muy corta para llorar, y muy larga para intentar realizar todo lo que nos propongamos.

Y también... Decirle a los seres queridos, cuan importantes son, y lo especial que son para nosotros.

FIN.

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Espero les haya gustado ^^ yo me divertí con esto, y ya dije, gane o pierda me gustó hacerlo.
Gracias por leer ☺️❤️ y nos leemos pronto ❤️☺️

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