Capítulo 3: El misterio de los Guardianes del Portal
A medida que la expedición avanzaba por las tierras desconocidas, se encontraron con un obstáculo inesperado: una cadena de montañas imponentes que parecían cortar el horizonte en dos. Las cumbres nevadas se alzaban hacia el cielo, desafiando a los viajeros con su magnificencia y su misterio.
El Capitán Santos consultó su mapa y se dio cuenta de que debían cruzar las montañas para llegar al siguiente punto de interés en su misión. Convocó a sus compañeros y les explicó la situación, instándolos a prepararse para el desafío que les aguardaba.
Lucía, con su sabiduría en magia folklórica, sugirió que podrían buscar la ayuda de los Guardianes del Portal, seres místicos que se decía habitaban en las montañas y protegían los caminos hacia lugares sagrados. Los demás asintieron, confiando en la intuición de Lucía y en la sabiduría de los antiguos cuentos que hablaban de los Guardianes.
La expedición ascendió lentamente por las laderas escarpadas de las montañas, enfrentando el frío cortante y la altitud que dificultaba la respiración. A medida que avanzaban, comenzaron a percibir una presencia sutil a su alrededor, como si los ojos invisibles los observaran desde las sombras de los bosques de pinos y abetos.
Finalmente, llegaron a un claro en la montaña donde se alzaba una estructura antigua y majestuosa, tallada en piedra y adornada con símbolos arcanos. Era el santuario de los Guardianes del Portal, un lugar sagrado donde los viajeros buscaban la guía y la protección de los seres místicos que habitaban en él.
Al acercarse al santuario, los expedicionarios fueron recibidos por dos figuras imponentes y enigmáticas: los Guardianes del Portal. Eran seres altos y esbeltos, con túnicas de color verde esmeralda que ondeaban al viento y ojos brillantes que parecían ver más allá de lo tangible.
El líder de los Guardianes se adelantó y habló en un idioma antiguo que resonaba con la magia de las montañas. Lucía respondió en el mismo idioma, estableciendo una conexión instantánea con los seres místicos que los observaban con curiosidad y respeto.
Después de una larga conversación en la que se intercambiaron historias y conocimientos, los Guardianes del Portal accedieron a ayudar a la expedición en su travesía por las montañas. Con gestos elegantes y palabras de poder, conjuraron un camino seguro a través de los picos nevados y los desfiladeros peligrosos, allanando el camino para los viajeros con su magia ancestral.
La expedición siguió a los Guardianes, maravillados por la facilidad con la que atravesaban terrenos que parecían imposibles de cruzar. A medida que ascendían, las vistas se volvían más impresionantes, revelando valles ocultos, lagos cristalinos y bosques antiguos que se extendían hasta el horizonte.
Al llegar a la cima de la montaña más alta, los Guardianes detuvieron su marcha y miraron a los expedicionarios con solemnidad. El líder se acercó al Capitán Santos y le entregó un amuleto de oro que brillaba con una luz mágica, diciendo: "Este amuleto te protegerá en tu viaje y te recordará que los Guardianes del Portal velan por ti y por tu misión. Que la magia de estas tierras te guíe y te proteja siempre."
Con gratitud en sus corazones, los expedicionarios agradecieron a los Guardianes y continuaron su viaje, con renovada determinación y confianza en el camino que tenían por delante. Sabían que las montañas eran solo el principio de una aventura que los llevaría más allá de lo que jamás habían imaginado, hacia nuevos desafíos y descubrimientos que cambiarían sus vidas
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