Ya llevaba dos semanas trabajando en la marca Audi la cual me sentía muy satisfecha, ya estaba acomodada al horario de trabajo y toda la información que requería conocer ahora tenía una nueva amiga llamada Pamela la cual se había encargado de explicarme todo con más detalle y siempre me daba uno que otro concejo de cómo debía tratar al señor Griffin ya que tenía un temperamento bastante peculiar; era la hora del almuerzo cuando el teléfono empezó a sonar anunciando que era de la recepción

— Dime Pamela

— Recuerda que vamos almorzar juntas — siempre me recordaba todo, como si de alguna manera tuviera memoria a corto plazo

— En este momento salgo para allá

Cuelgo la línea y me agacho para sacar mi bolso cuando veo unos ojos azules inspeccionándome, trago entero y suelto mi bolso

— ¿Se le ofrece algo señor Griffin? — pregunto nerviosa como siempre cuando me dirijo a él

— Venga a mi oficina por favor — lo sigo tambaleándome por todo el lugar mientras el camina de una forma sexy y segura

Me siento enfrente de su escritorio y cruzo mis piernas bajando un poco la falda gris del uniforme, alzo mi vista y me concentro en el

— Necesito que organice una reunión con todos los accionista para las seis de la tarde, la cual usted debe estar presente — frunzo el ceño ante aquella orden, soy su asistente si pero a las seis sale totalmente fuera de mi horario laboral y no me parece justo quedarme — ¿pasa algo?

— No, todo está en orden. Preparare la sala de juntas, si me permite debo retirarme ya que estoy en mi hora de almuerzo — me dispongo a parar cuando se apresura de inmediato

— Vamos a dejar algo en claro señorita Stone, en esta empresa mando yo, usted hace lo que yo le ordene y almuerza a la hora que yo lo estipule. En este momento la necesito así que vaya a su puesto de trabajo y en una hora podrá salir a comer tranquilamente. ¿Entendido? — Abro mis ojos por su tono soberbio y estoy dispuesta a responder cuando vuelve a decir — se puede retirar

Me levanto enfadada cerrando mis manos en puños, por lo general no soy el tipo de mujer que se queda callada cuando alguien se quiere pasar de grosero, pero con el mis sentidos parecen nublados aunque eso no quiere decir que no lo odie en este momento. Empiezo a teclear un mensaje a todos los accionistas de la empresa para que asistan a la reunión cuando ya tengo todo listo empiezo a mirar el reloj para salir almorzar cosa que me está generando estrés.

Cuando por fin llega la hora salgo corriendo del lugar antes de que mi jefe le dé por llamarme de nuevo y así dejarme sin comer todo el día, elijo por un restaurante cerca y pido comida china, cojo el periódico y empiezo a leer la primera plana cuando me encuentro con un anuncio acerca del señor Griffin y su empresa, paso la plana de inmediato y volteo los ojos porque al parecer me lo encuentro en todas partes, la hora del almuerzo pasa y estoy entrando a las oficinas encontrándome a pamela echando chispas

— ¿Por qué me dejaste esperando?

— Disculpa, lo que paso es que el señor carozo no me dejo salir almorzar en mi horario normal porque según el yo salgo a la hora que me ordene — en ese preciso momento suelta una carcajada y yo me quedo sin entender nada

— ¿El señor carozo?, ¿eso con que se come? — pregunta sin parar de reír

— Significa que nadie se lo traga o al menos yo no lo soporto con su forma de dar órdenes y sentirse el dueño de todo — siento que alguien carraspea en mi espalda y la tierra comienza a girar más rápido de lo normal, volteo de manera lenta llevándome la sorpresa que es el mensajero. Recibo la correspondencia de corozo y me dispongo a subir al ascensor, aunque sé que estoy retrasada cinco minutos me relajo cuando las puertas están a punto de cerrarse pero para mí mala suerte algo se lo impide.

Lo reconocería a kilómetros por esa elegancia y sensualidad que emana su cuerpo, inspiro hondo y su perfume me embriaga completamente, me quedo observándolo de pies a cabeza sin ningún tipo de pudor; no había sido imprudente con alguien pero cuando se trata de mirarlo sencillamente no me importa

— ¡Parece que se le ha dañado el reloj! — exclama acomodándose a mi lado

— ¡Disculpe! — volteo para concentrarme en sus palabras o mejor dicho en sus labios

— Que ya tiene diez minutos de retraso — pongo mis ojos en blanco, esto es ridículo

— Pues yo no tengo la culpa de que estén parando el ascensor en cada piso — respondo a su ataque

— A la próxima no se tome los sesenta minutos — me aconseja

— A la próxima deme noventa minutos y prometo que no fallare — las puertas del ascensor se abren y yo me quedo adentro hasta que el salga primero pero al parecer es todo un caballero porque primero tengo que salir yo

Las siguientes horas pasan volando, cuando ya son las seis para la reunión voy a la sala de juntas para mirar que todo esté en orden hasta que lleguen los demás participantes. Todos empiezan a llegar pero yo me fijo en uno en especial, un hombre que creo ya conocer; alto, pelo negro, ojos grises — ¡Por Dios es el tipo del carro, es accionista de la empresa de carozo! — empiezo a sudar frio porque si me reconoce estoy muerta