Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

O [oportunidades]

Jadeaba con dificultad, intentando recuperar el aire, pero sentía como si mi garganta se pegará a falta de agua en ella. Me dolían mis costados y el corazón parecía no querer bajar su ritmo.

—Por-porfavor... Solo un des-descanso...— casi suplique dejándome caer de rodillas, mi ritmo cardíaco no era para nada estable

—No-o~— canturreo la rubia ceniza mientras movía su dedo en forma de negación —Me ordenaron no parar hasta que evitarás que te saque un bote de sangre, ¿y que crees?— pregunto emocionada —¡Ya llevo casi medio bote! ¡Tendré tu forma para rato!— gritó excitada y se lanzó a mi con jeringa en mano

—¡Toga-chan piedad!— grite esquivandola y lanzando otra bomba de humo que arranque de mi cinturón

—¡No tendrás las bombas para siempre mi linda ratita!— escuché su voz detrás de mi, luego a un lado y por un momento me pareció oírla en el techo —¡Siempre te encontraré!— finalizó su espeluznante frase que me dio escalofríos con una risa sádica que solo alteró mis nervios

Sentía que no podía continuar, el estrés y la ansiedad me estaba ahogando, el dolor de todo mi cuerpo por el entrenamiento de hoy, sumado con el de los dos días anteriores solo me dificultaba las cosas. Era apenas mi tercer entrenamiento oficial y me parecía que Toga tenía más ganas de matarme que Twice, quién parecía que solo jugaba conmigo.

«Si me rindo, no creo que sea capaz de matarme ¿verdad? No me absorberá hasta dejarme sin una gota de sangre ¿Verdad?» Con esa idea en mente, simplemente me deje caer, había perdido sangre, mis brazos, mi estómago, mi espalda y mis piernas estaban perforadas y picadas de tantas veces que la rubia me había pinchado.

Ya no quería más este entrenamiento, no le veía sentido, ¿no se supone que debería escalar poco a poco y no lanzarme de una vez al acantilado?

La vi acercarse entre mi pobre niebla ya debido a lo débil que estaba y a la excases de líquido que sufría, y aunque aún hubiera calor en el suelo ya no tenía las fuerzas para evaporarlo, solo pude verla tomar impulso y apuntarme la jeringa a mi cuello, lo único que pude pensar en ese momento era que allí quedaría muerta.

—Alto.— una voz que conocía muy bien freno a Toga de golpe, haciéndole formar un puchero lamentándose de no poder continuar drenando mi sangre

Entre la poca niebla que había logrado producir pude visualizar a Shigaraki acercarse a mí, con su rostro que mostraba claro disgusto.

—Des-descanso... Solo diez minutos ¿si? Porfavor.— le rogué mientras trataba de retener el aire en mis pulmones y levantarme

—Por hoy es todo. Vete.— ordenó y me levanto de un tirón tomándome del brazo, haciéndome tropezar y chocar con su pecho, sentí sus manos en mis brazos sin empujarme como creí que lo haría al estar baja la mirada de la rubia

—Gracias.— me separé veloz empujandole e hice una corta reverencia, y aunque mis piernas y mi débil cuerpo ya no tuvieran energías ni fuerzas, sabía que debía salir de ahí lo más pronto posible antes de que cambiará de opinión, así que eso hice.

No me importó que estuviera toda sudada, que ni siquiera tuviera tiempo de tomar agua, que muy probablemente me desmayaria a medio camino por la falta de sangre si no comía nada, no, solo quería salir corriendo de ahí.

—¡Oye!— me gritó Shigaraki cuando terminaba de bajar las escaleras, pero hice como que no le oí, temía que me dijera que regresara mejor

Corrí por las calles hasta llegar a mi zona, tranquila, hasta cierto grado acogedora, llena de niños jugando en el parque, una que otra pareja de mayores andando tomados de la mano, padres de familia regresando a sus hogares tras una larga jornada, pero aliviados de que pronto verían a su familia, un ambiente relajante a diferencia de dónde yo provenía.

Me detuve a tomar aire, apoyándome en la pared, sentía que mi vista se empezaba a nublar, no podía, había excedido muy de golpe mi quirk y cuando eso pasaba corría el riesgo de desmayarme, y aún más faltandome casi medio litro de sangre. No tengo ni idea como le hice para aguantar aquella carrera que había dado huyendo de ellos.

—¿Esta bien señorita?— una anciana con su marido ya mayor se acercó algo preocupada a mí

—Si.— conteste casi sin aire —Estoy...— borroso y todo negro, solo escuché el golpe que me dí, más no sentí dolor alguno al darme contra el pavimento

—¡Señorita!— oí las voces perderse en la nada

El olor agradable a una deliciosa comida me trajo de nuevo la conciencia, ¿un caldo quizá? Si, era caldo, ya que lo oía empezar a borbotear en la estufa, sería espeso ya que las burbujas al hervir y explotar hacían un curioso y agradable sonido.

¿Estaba en mi hogar? ¿Mamá? No... Esperen, yo no tuve una mamá ni un hogar, solo una casa fría, algo pobre y solitaria. Nunca me prepararon una comida cálida y nunca me cuidaron cuando me enfermaba, solo era yo contra el mundo.

Entonces, ¿quién? ¿quién me cocinaba y expedia un delicioso y cálido aroma? ¿quien me había puesto una manta encima y acomodado con mis almohadas en mi sofá cama? ¿quién oía música en la radio suavemente mientras me cuidaba?

Aun algo aturdida me quite la sábana, baje mis pies con pereza y me puse de pie, pero lo hice tan rápido que me mareé y trastabille, y cuando creí que caería, un par de fuertes brazos desnudos me atraparon y me rodearon, refugiándome en el pecho de su dueño.

—¿En serio eres tan inútil que ni pararte puedes hacer bien?— eras tú... me mantuviste resguardada en tu pecho mientras lograba equilibrarme, y cuando lo pude hacer, me fuiste soltando suavemente, deslizando tus grandes manos por mis brazos, como una sutil caricia, que seguramente fue solo idea mía ero que aún así me erizó la piel

—¿Que haces aquí?— fue lo primero que te pregunté cuando enfoque mis ojos azul opaco en los tuyos carmín salvaje

—¿Te salvo de nuevo y eso es lo primero que tu lento cerebro procesa?— te quejaste revolviendo mi cabello y haciéndome sentar casi de un empujón

—¿Cómo sabías donde vivía?— volví a cuestionar, eso no estaba bien, nada bien. Corrías peligro si el hermano mayor se enteraba que estuviste en casa —¿Me seguiste la última vez? ¿Alguien te dijo?

—Tks... No quitarás esa cara de terror hasta que te diga ¿verdad?— jalaste una silla de mi humilde comedor para dos que solo usaba yo, le diste la vuelta a la silla y te sentaste apoyándote en el respaldo. Dejaste descansar tu barbilla en tus brazos cruzados sobre la madera. Tu expresión tranquila, y hasta cierto grado relajada me hacía removerme algo inquieta.

¿Y si revisaste mi casa? ¿Y si encontraste mi máscara en mi mochila? ¿Rebuscaste en mis cajones? ¿Encontraste todos mis papeles falsificados de cada diferente identidad mía, mi arma y el teléfono especial de la liga? Todas esas dudas inundaron mi mente haciendo que cada segundo de tu mirada fija en la mía aterrada y nerviosa alterará mi ritmo cardíaco de nuevo.

—Ja, si temes que haya encontrado tu porno no revise nada.— te burlaste intentando aligerar el ambiente, así que, en un vano esfuerzo por seguirte la corriente reí nerviosa —Asi que deja de verme como si te fuera a matar.

—Perdón.— decidí mejor bajar mi mirada para calmar mis nervios —¿Entonces...?— deje la pregunta al aire esperando tu respuesta

—Te vi tirada en el suelo con un par de viejos preocupados intentando hacer que reaccionaras echandote solo aire, ¡ja! Creí que los mayores eran más inteligentes.— te levantaste de la silla y caminaste hacia mi pequeña cocina que era solo un pasillo de unos dos metros de ancho, y que tenía una abertura como de ventana hacía la sala comedor y habitación —Y antes de que tú cabeza se ilusione creyendo que te seguía déjame romper tu ilusión ¿vale? Solo pasaba trotando, eso es todo.— agregaste cortante y sarcástico moviendo la cuchara en la olla en el fuego y acto seguido, la apagaste

—¿Cómo sabías donde vivía?— me apoye en el marco de la puerta algo débil aún, después de todo, no había comido nada y el descanso no era suficiente

—Tu tarjeta de estudiante.— revisaste mi alacena donde guardaba unos pocos trastes

—¿Revisaste mi mochila?— pregunte casi gritando asustada

—Estaba en el primer bolsillo, así que no. ¿Dónde rayos pones los platos?— frunciste el ceño algo desesperado

—Oh, están en el otro gabinete.— continuaste con lo tuyo, pero esas simples respuestas no me dejaban tranquila aún —¿cuánto dormí?

—Cuarenta minutos.— pasaste a lado mío con dos cuencos con el humeante guiso

—Rayos...— vi por la ventana de la sala de estar y "habitación", que la noche ya había entrado —¿Por qué no me llevaste al hospital?— te seguí hasta la mesa, donde los acentaste

—¡¿Vas a dejar de hacer preguntas o vas a comer y agradecerme por salvar tu débil trasero?!— explotaste dejando el último plato casi de golpe sobre la mesa, regando algo del contenido rojo alrededor

—Per-perdón... Es que... Solo...— me cohibi de nuevo y empecé a jugar con la manga de mi blusa algo desesperada por calmarte y por resolver el lío que yo y mi desconfianza estaban creando

Por un momento me sentí una estúpida malagradecida. Y quizá si, eso estaba siendo, pero mi miedo era grande.

—Mejor cállate y come.— te dejaste caer de mala gana en la silla e indicaste con tus palillos que me sentará igual

—Gracias por la comida. — dije antes de sentarme y tomar la cuchara que me habías puesto

Tome un bocado del guiso que habías preparado, una calidez me inundó todo el cuerpo, una como nunca la había sentido, entonces una sorpresiva lágrima brotó y cayó ligera hasta mezclarse con el rojo caldo.

—¿Que pasa?— preguntaste repentinamente intentando ocultar tu preocupación por mi rara reacción

—Es...— no sabía que decir, las palabras no me salían —Gracias.— solté casi sin aliento —De verdad, perdón por dudar, es algo que debo hacer siempre, pero... Gracias por tu cuidado, Bakugō.— agradecí viendo al plato que recibió otra lágrima más de mi parte —Ja, que vergüenza... Contamine tu platillo.— me disculpé avergonzada por llorar frente a alguien, y ese alguien eras de nuevo tu

Pero no podía parar, el sabor de tu deliciosa comida, tu acción, la calidez de un hogar que me transmitió había hecho desbordar mis sentimientos acumulados durante estos días de presión de parte del hermano mayor. Era como si, por medio de una sencilla comida de parte de un casi extraño, me dieran un abrazo, un abrazo que necesitaba desde hace mucho.

—Disculpame.— me levanté pensando en dirigirme al baño para calmarme y no arruinarte la cena o incomodarte, pero no me lo permitiste

Te levantaste y me jalaste de la muñeca, atrayendome a ti, y guardandome en tus brazos.

—¿Q-qué...

—¿Podrías dejar de hacerte fuerte y llorar de una maldita vez? Agh, eres estresante...— tu mano en mi nuca que me obligaba a quedarme pegada a tu fuerte pecho me impedía ver tu rostro, pero no podía evitar que escuchara a tu corazón bombeando, los latidos de un ser vivo que si podía sentir eran hermosos

Cierto... Yo también soy un ser vivo, soy un ser humano, no la máquina de matar en la que me intentaron convertir un día y fracasaron, en la que de nuevo intentan convertirme ahora. Soy un humano, una chica, un ciudadano, aún no soy una villana ¿cierto? Aún merezco cariño ¿verdad?

No me contuve, y aún que no solloze ni grite, si llore en silencio con leves temblorines cada tanto. Pero tú te quedaste todo ese tiempo acariciando cada tanto mi maltratado cabello castaño rojizo. Me sentía como un cachorro lastimado y asustado en los brazos de su dueño. Y aunque me encantará y estuviera cómoda en tus brazos y cálido pecho, sabía que no podía abusar de esa muestra de cariño que me diste, así que era hora de que me separara. Y eso hice, pero lentamente, aún rodeada por tus brazos y tus grandes manos reposando en mi gruesa espalda.

—Ya estoy mejor. Gracias... Necesitaba eso.— sonreí algo más tranquila limpiando los restos de lágrimas que quedaron en mis ojos —No sabía que podías ser cariñoso.— reí apenada con un leve sonrojó, hace tiempo que no me abrazaban así...

—¡Ni se te ocurra contárselo a alguien!— te separaste por completo y te sentaste de nuevo, así que fui rápido al baño a sonarme la nariz y regresar

—¿Vives sola?— preguntaste sin verme

—Mhm...— respondí comiendo con una débil sonrisa

—Estas muy pálida, ¿por que te desmayaste?

—Alguien me entrena ahora.

—¿¡Ah!? ¡¿Le pediste ayuda a alguien más?!— gritaste regresando a ser tu, es decir, tu "yo" que odia a medio mundo, si no es que al mundo entero

—Pu-pues si, es decir, ¿a quien más?— respondí ocultando mis nervios tras otra cucharada de comida

—¡Pues es un idiota si causo tu desmayo! ¡Renuncia!— exigiste poniendo los palillos con fuerza en la mesa

—¿Re-renunciar? ¿Estás loco? Antes me mat...— corre la palabra, pero ya era tarde habías entendido lo que diría —No es como si tuviera a alguien más.— cambie la frase y apoye mi mentón en mi mano que reposaba en la mesa

—Estúpida retrasada.— chasqueaste tu lengua al murmurar y te levantaste con tu tazón vacío —¿Terminaste?— preguntaste al momento de retirar mi cuenco con media ración aún

—N-no, ¡espera!— te tome de la orilla de la camiseta

—Sueltame.— ordenaste sin gritar, y eso dio aún más miedo

—Pero no he acabado.— señale mi comida que te llevabas

—¡Eres insoportable!— gritaste y aporreaste mi tazón en su lugar, salpicandome la blusa de rojo

—Ahg, genial.— solté algo molesta y empecé a limpiarlo lo más rápido posible con una servilleta

—¿Seras tonta? Así solo lo empeoraras.— tomaste mi muñeca con fuerza para detenerme

—Da igual, de todas maneras ya estaba vieja.— me levanté y me quite la blusa negra ancha que traía desde el entrenamiento, abajo tenía un sport

—¿Q-qué es eso?— tu voz algo temblorosa me hizo voltear a verte de reojo mientras dejaba la prenda en el sofá

—¿Qué?

—Tienes... Eh, tienes sangre.— tu rostro aún confundido y la frase me alertó

¿¡Me había bajado ya!?

Corrí al baño y di la espalda al espejo, intentando ver si mi pantalón estaba manchado, pero no era eso... Era mi blusa blanca ligera.

Toda la espalda estaba manchada con diversos puntos de sangre fresca. Y no solo ahí, mis brazos también, estaban llenos de puntos rojos como ronchas, mi piel estaba más horrible que nunca.

Eran las perforaciones que me hizo Toga.

—No-no es nada.— intenté sonreirte cuando te asomaste al baño donde estaba sudando de los nervios al ver todas mis heridas.

Picaban, y mucho.

—¿Fue esa persona?— preguntaste acercándote viéndome seriamente, querías una respuesta sincera, y yo no podía darte la

—N-no, no se que... ¡Pulgas! Ah de ser eso, ¿debería aspirar mi sofá? Jaja, si, eso debería...— empecé a rascarme los brazos casi frenéticamente, pero es que con el sudor, los nervios y el ardor la sensación era simplemente insoportable

¿Pulgas? Si, eso había sido lo único que se me ocurrió, pero mejor una perturbadora respuesta a decirte la verdad. Una desagradable verdad que te resultaría más repugnante que posibles pulgas en mi lecho. Tu aspirabas a héroe, y a mí me intentaban volver un villano... Dime, ¿que podía decirte?

—Detente.— tomaste mi mano con brusquedad haciendo que parará —¿Por qué no me dices la verdad?— frunciste el ceño

—No nos conviene a ninguno de los dos.— solté sin reparaciones —Es todo.

No quería mentirte, pero no podía decirte la verdad.

—Ja... ¿Así será entonces?— reiste con amargura —Creí que eras diferente.— te rascarse ansioso tu melena alborotada. En ese entonces no entendí a lo que te referiste, pero si sentí una punzada en mi corazón ante tus palabras.

Saliste del baño y yo te seguí hasta la puerta, a dónde te encaminaste.

—Guarda la comida apenas se enfríe, no tienes que cocinarme el Lunes. Y no me escribas mensajes.— decías mientras te colocabas tus zapatos en la entrada y abrías la puerta para salir

—Senpai espera.— te tome de la orilla de tu camiseta y tú me viste de reojo, con cierto aire de desprecio y molestía —Perdón por no poder decir más, algún día lo haré, te lo juro, podré contarte todo, sin mentiras y solo verdad...— mis ojos hicieron contacto con los tuyos que se veían un poquito más relajados —Y gracias por todo, nunca habían hecho lo que tú hiciste por mí hoy.— confesé viendo al suelo por tu mirada que me produjo un extraño calor en las mejillas, así que lo intente ocultar —Gracias por este regalo.— una sonrisa sincera se formó en mis labios sin forzarla

—Tch... No hagas promesas si no estás segura de cumplirlas.— pusiste tu pesada mano en mi cabeza y revolviste mi cabello, pero no me molesto, si eras tú, no me molestaba.

En la escuela algunos compañeros lo hacían, pero con el propósito de molestar, de irritar, pero tú toque fue diferente. La tensión se alivio.

—Jaja, no es una promesa vana Senpai, lo cumpliré, espera por mí.— alce mi vista cuando retiraste tu mano —¡Cuídate camino a casa!— te despedí desde la puerta entusiasmada de nuevo mientras te veía caminar a las escaleras, mi departamento estaba en el tercer piso

—Ah, oye.— te giraste y yo dejé de hablar para prestarte atención —Si el idiota que te entrena te vuelve a lastimar, ven conmigo. Lo mataremos juntos.

"Bum. Bum"

Otra vez ese latido raro.

—Realmente me gustaría.— sonreí de lado

—Entonces mientras tanto, ve lo como una oportunidad, después de todo los villanos son salvajes, así que, será... ¿Un entrenamiento realista?— te encogiste de hombros y viste al cielo estrellado

—Jaja, ya... Comprendo, gracias por el consejo. Héroe.— agregue viendo al cielo igual que tú, cruzando me de brazos por el repentino frío que estaba llegando

Ambos bajo el mismo cielo, viendo las estrellas. No estaba sola como siempre, hundiéndome en mi miseria, no, ya no más.

—Bueno, me voy, no te mates ¿quieres?— empezaste a bajar las escaleras, hasta que estornudaste con fuerza

—¡Espera!— te llamé y te detuviste volteandome a ver —Espera un segundo porfavor.

Corrí dentro de casa y busque otro suéter, uno limpio, bueno, no es como si tuviera muchos, solo tenía dos, el negro y... Ah... Que vergüenza. Pero no te podía dejar marchar solo con tu simple musculera negra, tr resfriarias y me sentiría culpable. Además, ya habías hecho mucho por mi.

No tarde en encontrarlo, recientemente lo había lavado y ahora tenía un olor a dulce de algodón.

—To-toma.— te alcancé y me quedé un escalón arriba de ti, extendiendote la prenda

—¿Qué es esto?— extrañado extendiste tu mano,  tomándolo como si fuera un trapo sucio

—Es un suéter, ¿que más? Solo pontelo, no quiero que te enfermes, está helando.— lo desdoble y casi te obligue a ponértelo, extendí un brazo tuyo y empecé a ponerte la primera manga

—¡Hey, hey! ¡No me toques pulgosa!— gritaste y te solté

—Perdón... Pero quedatelo, la próxima me lo das, está recién lavado.— sonreí nerviosa y regrese corriendo a mi departamento, no sin antes gritarte desde la puerta un fuerte: —¡Linda noche Senpai! ¡Te quiero!

«¡¿PERO QUE FUE ESO ÚLTIMO?! ¡¿QUE RAYOS HE DICHO?! ¡Tragame tierra!»

Las palabras salieron solas y ni siquiera las pude pensar.

Ah, qué vergüenza sentí... Una tremenda vergüenza, pero al menos no te vería hasta el lunes, tenía un día para evitar ver tu cara y que él olvidará eso.

Algo adolorida y muy cansada aun me dirigí a recoger la comida, guardarla y tirarme a mi sofá cama. Estaba muerta, solo quería dormir.

Pero, por alguna razón, el sueño no llegó pronto como creí que lo haría. Mi mente despierta solo estaba pensando en ti, mi corazón como loco al recordar casi cada segundo tus brazos rodeándome, compartiendo tu calor.

Si no hubiera ido al entrenamiento ese día, si no hubiera salido huyendo ante el llamado del hermano mayor nada de lo que había pasado esa tarde hubiera sucedido. Tu no me hubieras ayudado, cocinado, abrazado y mi corazón no se sentiría cálido como lo estaba empezando a sentir.

«¿Debería estar agradecida con el hermano mayor por hoy?»

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro