A [antagonista]
Dónde el párrafo comienza
diferente pueden reproducir la canción ^^
Por si Wattpad no me guarda la multimedia, la canción es Stay with me de Miki Matsubara.
Disculpen la tardanza; disfruten :3
—¡Oye, pulgosa! ¡¿Por qué llegas tarde?!— avanzaste a mí deshaciendote del brazo de tu amigo pelirrojo que rodeaba tus hombros
—Y-yo...— «casi mato a alguien» quería decir, pero no podía dar una primera mala impresión ante tu grupo, así que solo baje la mirada y camine para encontrarte —¿Cómo estuvo tu día?— pregunté intentando parecer normal.
—¿Eh? ¿Qué te paso en la cara?— sin cuidado tomaste mi mejilla, quejándome de dolor.
Estaba hinchada por el golpe de minutos atrás.
—¡Oye! ¡Duele!— aparte mi rostro pero lo volviste a tomar sin cuidado.
—¡Entonces no te muevas!— gritaste y revisaste el golpe, sentí un deja vu.
—No seas tan tosco...— murmuré y enarcaste una ceja viéndome con molestía.
—Bakugō, ¿es ella?— escuché una voz femenina llegar detrás de ti.
—¡Es obvio que sí, Ashido!— un joven energético y emocionado le contestó —¡Tenemos carne fresca!
—Vaya, por fin tenemos el gusto de conocerte, linda.— otra más, pero un poco más tranquila e igual de amable habló.
—Bro, ¿no nos presentas?— un pelirrojo, el que siempre estaba pegado casi como chicle a ti, igual que yo; se asomo detrás de tu ancha espalda —Oh, ¿estás bien?
—Ah, tiene un golpe.— una bella pelirosada con cuernitos apareció del otro lado y me vió preocupada.
—¡Bakugō, ¡¿por qué la golpeaste?!— el rubio con cabello fosforescente, el cual apostaba que brillaba en la oscuridad, se colocó a un lado mío, viendo mi mejilla que se estaba hinchando con los minutos que pasaban.
—¡Yo no la golpeé cabeza de chorlito!
—Kaminari mejor cállate.— lo codeo avergonzado un pelinegro de ojos caídos.
Cuando me di cuenta, estaba rodeada por los que yo consideraba que eran casi como tú familia, así qué la opinión de ellos influiría mucho en nosotros y en la extraña relación en la que estábamos. Debía dar una buena impresión, y con esa idea en la cabeza, me puse aún más nerviosa.
—¿Quién lo hizo?— exigiste respuesta ignorando la petición de presentación de tus amigos.
—Nadie importante.— intenté restarle importancia, simplemente no quería contarte, solo quería olvidar lo sucedido.
—¡Si alguien te hace daño dinos quién fue y le pateamos el trasero!— el rubio fosforescente se colgó del cuello de Bakugō con rudeza y apretó su puño decidido —Oh, tu rostro me suena familiar...— al quedar más cerca de mí, sus ojos se entrecerraron, como estudiando mi cara —Estoy seguro de haberte visto antes. — acaricio su barbilla pensativo, acercando más su rostro.
—Tu voz también me suena familiar.— confesé e intenté recordar de dónde.
—Lastima que no es guapa.— el mismo que lo había felicitado se lamento, y eso apuñaló mi corazón [...] —¡Vamos Kirishima! Por una vez que admitas que no todos nacen con atractivo no pasará nada. Es la verdad, apuesto a que ella ya lo sabe.
Cómo un flashback, el recuerdo me golpeó mientras más oía su voz que juraba que no era la primera vez que me veía.
Me sentí avergonzada al notar que este chico era el mismo que había dicho esas palabras dolorosas pero verdaderas.
Retrocedí unos pasos, incomoda, y tú lo notaste.
—¿Quieres cerrar tu estúpida boca?— pusiste tu mano en su rostro que se acercaba cada vez más al mío y lo empujaste hacía atrás, haciendo que casi se cayera.
—¡Ah! ¿Tú no eres la chica que le tomo foto a Ojiro?— la única joven del grupo chasqueo sus dedos.
—¿La chica acosadora?— pregunto sin tacto el rubio fosforescente y mi incomodidad aumento.
«Quiero irme» pensé apretando mi falda disimuladamente.
—Cállate, viejo.— El pelinegro lo golpeó en la nuca.
—No seas grosero Kaminari.— el pelirrojo lo vió con cierta molestia.
—Es un tonto, no le hagas caso.— la pelirosada me rodeo por mis hombros y me acercó a ella, haciendo que me sonrojara levemente al sentir a una extraña tan cerca —Mucho gusto, mi nombre es Ashido Mina, ¿cómo te llamas?
—A-ah, soy...— «¿quién soy?» —Xiao... — mi presentación quedó a medias, no pude terminarla.
«No soy quien digo ser, y cada vez miento más y más. ¿Quién soy? Definitivamente no quiero ser más esa XiaoLii, pero no me queda de otra.»
—Díganme solo Xiao.— sonreí nerviosa.
—Curioso nombre, el mío es Sero Hanta.— El pelinegro rompió el silencio extraño que se había creado tras mi rara presentación.
—Yo soy Kirishima Ejirō.— el pelirrojo me dedico una amigable sonrisa y pude ver unos peculiares dientes de tiburón bastante tiernos.
—Bueno, ya lo habrás oído, pero yo soy Kaminari Denki.— «por fin tengo un nombre para recordar tu tonta cara...» una voz rencorosa no pudo evitar surgir muy en mis adentros, lo cual me asusto un poco al darme cuenta de aquél pensamiento.
Hice lo posible para ahuyentar eso, y concentrarme en la realidad.
—Y esté tío malhumorado es el que está loquito por ti.— te sacudió de los hombros, ya que habías permanecido en silencio estudiando mis reacciones con cada uno de tus amigos.
—¿Qué?— pregunté sorprendida e incredula.
—¡No puedes no soltar idioteces!— le reventaste una explosión cerca de su rostro, pero solo para deslumbrarlo y hacerlo caer de trasero.
El resto de los chicos rieron al ver cómo quedó atontado. No eran malas personas como por un momento creí.
—Sueltala.— caminante a Ashido-san y empujaste su brazo para que me soltará, ya que parecía que me estaba sintiendo cómoda en aquella posición.
Y entonces, en lugar de la de piel rosa pastel abrazándome, te tenía a ti con tu pesado y fuerte brazo sobre mis hombros, lo más relajado posible, como si ya fuera una costumbre nuestra estar así, cosa que no lo era.
Tus amigos quedaron asombrados por tu acto, pero trataron de disimularlo.
—¿¡Qué miran!?— gritaste nervioso y molestó por sus miradas sugerentes —Y tú.— me miraste de reojo —No te equivoques, solo estoy cansado.— frunciste tus labios y un muy tenue sonrojo decoro tus mejillas apenas hiciste contacto visual conmigo.
«Eres tan lindo, Bakugō... ¿cómo puedes parecerlo con ese humor de perro?» sonreí de lado al sentir cada vez más tu calor cerca mío.
—Entonces, Xiao-san, ¿ya son novios?— Sero hablo entusiasmado, tomandonos por sorpresa y provocando una pequeña explosión involuntaria en tus manos, sorprendiendo a todos por las bombas sin motivo.
—Sero...— Ashido lo codeo, como indicando que se callara.
—Ah, ¿aún no lo son?— río nervioso y con cierto miedo al ver la cara que te cargabas de querer matarlo.
—¿Quieren ir a tomar algo?— Kirishima intervino poniéndose en medio, llamando la atención de todos y comenzando a caminar rumbo a una tienda de conveniencia cercana —Queremos conocerte más Xiao-san.— se colocó a lado mío y comenzamos a caminar, bueno, a mí no me quedo de otra más que aceptar ir, ya que tu brazo me obligaba a seguir el paso —Tú eres la que siempre le prepara el Bento a Bakubro, ¿cierto?
—Oh, lo han visto... Jaja, hago el intento.— rasque mi nuca apenada.
—¿El intentó? ¡Si no deja de presumir que tiene una novia que le cocina!— Kaminari comenzó a caminar de espaldas al camino, andando frente a nosotros.
—¿No-novia?— pregunté algo escandalizada.
—¡Yo nunca dije eso!— Bakugō lo tomo del cuello y lo apretó tantito, asiendo que el rubio se asustara y pidiera perdón.
Escuché el sonido de una cámara, pero al parecer los demás no le tomaron importancia. Pero yo sabía bien de dónde venía aquél sonido.
Ese chico nos estaba siguiendo. Y mi trabajo era supuestamente provocar una mala imagen de ti.
—¡Va-vale! ¡Nunca dijiste eso, lo juro!— por fin lo soltaste y chasqueaste avergonzado tu lengua —Oye, Xiao, ¿no te gustaría intentar cocinar algo para mi?— aún recuperando el aire, se inclino un poco para quedar a mi altura y poder verme a los ojos.
—¿Cocinar para ti?— frunci el ceño.
—Bakugō siempre dice que casi le llegas a los talones, entonces debes cocinar realmente rico.— me sonrió entusiasmado.
—No puedes dejar de soltar...— empezaste a generar explosiones en tu mano libre, casi se podía sentir una aura asesina letal —¡Tus estúpidas idioteces por una maldita vez!— me soltaste para echar a correr detrás de Kaminari que apenas oyó que comenzaste a hablar empezó a retroceder, ahora corría como si no hubiera un mañana —¡Muere, inútil extra!
—Jajaja, ya era hora que alguien lo callara.— Kirishima y los demás comenzaron a reír mientras intentábamos alcanzarlos —¡Oye! ¡Bakugō! ¡Perdona su vida por hoy!— gritó el pelirrojo mientras corría detrás de ellos
—Estas sudando un montón, jaja, vaya carrera que pegaste.— reí mientras sacaba un pañuelo de mi mochila para entonces acercarme a secarte el sudor de la frente.
Tú te detuviste y dejaste que te limpiará las gotas.
—¿Qué vas a hacer con ello?— preguntaste mientras te agachabas para facilitarme la tarea
—¿A qué te refieres?
—¿Lo conservaras para el altar que me tienes montado en secreto?— sonreiste de lado con burla, y yo sentí mi rostro calentarse.
—Para tu tranquilidad, el pañuelo que me diste lo lave y lo uso como cualquier otro pañuelo.
—Era una toalla. ¿Acaso secas tu cuerpo con ella?— tu sonrisa se hizo más grande, con tu voz divertida y una mirada algo pervertida que nunca imaginé ver en ti, la cuál me hizo sentir un desconocido calor de pies a cabeza.
—¡Cállate!— dejé de secarte y comencé a caminar rápido para alcanzar a los chicos que pedían raspados en una antigua tienda de una mujer mayor.
El Quirk de la anciana le permitía hacer nieve, así que no teníamos que esperar mucho para tener nuestro postre frío en nuestras manos.
—¿Entonces realmente la usas?— tu insistencia no hacía más que aumentar mi sonrojo, y el sentir como te colocabas detrás mío solo me hacía sentir más nerviosa de lo que ya estaba —¿Secas cada parte de ti...— susurraste en mi oído con voz grave mientras que, con confianza, pusiste una mano en mi cadera, pero no tocándome exactamente, sino como contorneado mi figura algo gruesa —... Con lo que yo use?— alejaste tu mano y colocaste un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, erizando mi piel.
—¡Oigan, tórtolos! ¡No van a pedir algo?— Ashido nos llamó desde dentro del pequeño local, asomándose, ya que nos habíamos quedado en la sombra de un árbol enfrente.
—¡Ya voy!— ignore el calor que sentía y cruce la calle casi huyendo de ti, dejándote con una sonrisa de victoria en tus lindos labios.
Hice mi pedido y mire maravillada como la mujer creaba nieve de sus manos al remojarlas en una pequeña tina de agua limpia.
—Bakugō, ¿no vas a pedir nada?— pregunto Sero al verte llegar.
—Nah, comeré con la pulgosa.
—¿Pulgosa?— se miraron confundidos.
—¡Oye! ¡Yo quiero mi propio raspado!— te ví con cierta molestia.
—Entonces les preparó el especial de parejas.— sonrió tierna la anciana
—¡Pero no somos...!
—De acuerdo.— contestaste indiferente interrumpiendo lo que iba a decir, paseandote por el resto de la tienda.
Tus amigos rieron entre emocionados y cómplices mientras me vieron recibir el postre.
—Cobreme esto también.— pusiste encima del mostrador un par de golosinas picosas.
Yo pagué el raspado y tú tu compra.
Comenzamos a caminar rumbo a un pequeño parque que no conocía, pero que al parecer era costumbre de ustedes pasar algunas tardes allá. Tu grupo de amigos eran muy parlanchines, y para mi sorpresa, me resultaron cada vez mas agradables, incluso el rubio que al principio me había incomodado bastante. Aunque cada tanto hacia uno que otro comentario que me incomodaba, no creía que tuviera malicia, pero tu si que lograbas cerrarle la boca apenas notabas que sonreía forzada. ¿Como lograbas leerme tan fácil?
Mi celular sonó, detuve mi risa por las tonterías que hacían los chicos y vi la pantalla, la cual al mostrarme el nombre "hermano mayor'' puso mi semblante serio en seguida.
«Ahora que quiere?» pensé con hartera.
—¿Pasa algo, Xiao-san?— Ashido me vio algo preocupada al ver que no contestaba la llamada; de repente toda la atención estaba sobre mí.
—¿Por qué no contestas?— Kaminari se metió, y tu estiraste un poco tu cuello para ver mi pantalla, a lo que baje el celular para que no vieras el nombre.
—Nadie importante.— sonreí intentando parecer normal, y no con el miedo que me entraba cada que él me contactaba.
La llamada se termino, y todos se me quedaron viendo raro, pero intentaron regresar a lo suyo, hasta que mi celular volvió a sonar, colgué enseguida esta vez más nerviosa, los ojos de nuevo sobre mí, pero no comentaron nada. Una tercera llamada; Shigaraki al parecer tenia algo urgente que decirme o simplemente estaba furioso porque no le conteste a la primera y le colgué a la segunda.
-Tengo que contestar chicos, disculpen.- camine hacia la salida del parque, asegurandome estar lo mas lejos de la vista y oídos de ellos -¿Sí?- conteste con algo de rudeza.
-¿Por qué no atendias?- su voz ronca que pronuncio cada silaba con lentitud me erizo la piel
-Estoy ocupada.- me excuse removiéndome ansiosa en mi lugar.
-No me lo parecía. ¿Muy cómoda con tu nuevo juguete?
Alce mi mirada asustada, buscando por los alrededores dónde era que se encontraba escondido siguiéndome. Y como su fuera un acto automático de protección, niebla empezó a brotar del pavimento y comenzó a rodearme.
-No intentes buscarme, porque si me encuentras, te llevó conmigo sin importar si dejas preocupado a tu noviecito temporal.- amenazo y mi respiración se agito
-Solo estoy trabajando... No te confundas, Shigaraki.- me atreví a llamarlo por su nombre intentando aparentar que tenía todo bajo control.
Así había sido toda mi vida, solo apariencias. Siempre apariencias... y así seguiría por siempre hasta mi muerte.
-¿Trabajando?- tu voz a mis espaldas me hizo saltar del susto.
-Más te vale que no te descubra, o ambos estarán muertos.- con esa ultima advertencia me colgó, dejándome con un pequeño problema.
«Piensa en algo rápido. Él no pudo escuchar todo.»
—Era mi hermano, le dije que estaba trabajando en algo de la escuela.— justo antes de apagar la pantalla del celular, me llegó un mensaje de Shigaraki.
Demonio.
En línea.
Te quiero aquí en la noche.
No dejes que te toque o tendré que limpiar la suciedad que dejé en tu cuerpo.
Apreté mi mandíbula con furia al terminar de leerlo.
Yo me encargó de purificarme.
No me molestes.
Lo envié deseando que sintiera mi desprecio. Sin darme cuenta, poco a poco me importaba menos lo que él pudiera hacerme. Muy pronto me libraría de todos ellos y desaparecería de su vida para siempre.
—¿Tú hermanastro? ¿O acaso tienes más familia que desconozco?— te acercaste y yo por fin me volteé a verte.
—Hermanastro.
—¿Todo bien?— alzaste una ceja analizando mi expresión.
«Si estás conmigo, todo marchará perfecto.»
—Sí— sonreí falsa.
—¡No me mientas! ¡Si algo está mal y alguien se preocupa por ti entonces solo solo y deja de hacerte la fuerte!— regañaste molesto —Te vuelvo a preguntar, ¿todo bien?— diste un paso más cerca
—No.— confesé —Me quiere ver en la noche.— apreté mi celular en mis manos.
—Se llama Shigaraki, ¿verdad?— cuestionaste y yo trague saliva... Habías oído su nombre.
—S-sí...— apreté aún más el teléfono.
—Dame eso.— sin mi permiso, arrebataste el móvil y lo desbloqueaste poniendo mi cara frente a esté.
—¡Hey! ¡Oye! ¡¿Qué piensas hacer?!— molesta, me lancé a tu espalda y me colgué de tu cuello para que me entregaras el celular.
—¡Quédate quieta!— tomaste mi cuello con una mano mientras que con la otra buscabas algo en mi celular.
—¡Bakugō, sueltame! ¡No tienes derecho a revisar mi celular!— comenzé a rasguñar tu brazo para que me soltarás, pero obviamente sin afán de lastimarte, solo quería asustarte, cosa que no conseguí —¡Bakugō!— llame aún más desesperada al ver qué entraste al chat del hermano mayor —¡No leas nada, por favor! ¡No lo hagas!— grite aterrada.
En ese momento agradecí el que siempre borrará las conversaciones que tenía con Shigaraki. Era una precaución y una manera en la que me engañaba a mi misma de que todo estaba bien, de que no había nadie vigilandome y poniéndome en constante peligro.
Pero el mensaje de segundos atrás seguía presente en el chat.
—Maldito animal...— murmuraste furioso con una expresión asesina, e inconcientemente apretaste más mi cuello mientras tus ojos repasaban una y otra vez los mismos mensajes.
—Kat...katsu...— hablé con dificultad, entonces me soltaste al darte cuenta de lo que hacías, y me deje caer de rodillas intentando recuperar aire.
—Yo... Pulga...— te agachaste preocupado a mi lado al ver qué tosía —No...— no sabías disculparte, apenas intentabas hacerlo, las palabras se trababan y no salían, podía sentir como las tenías en la punta de tu lengua pero tus cuerdas vocales no funcionaban cuando tú boca se abría.
—Esta bien, Bakugō... Estoy bien.— intenté calmarme.
Ví mi celular en tu mano todavía.
—Pero no vuelvas a hacer lo que hiciste hoy.— estiré mi mano para tomar mi móvil, pero retrocediste tu brazo.
—¿Soy tú héroe aún?— preguntaste con semblante serio y voz dura.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres?— fruncí el ceño sin entender.
—Respóndeme.— Ordenaste.
Trague saliva antes de hablar, no sabía cómo tomarías mi respuesta.
—Creí que ya sabías la respuesta.
—Dilo claramente. ¿Aún lo soy?— no pensabas rendirte hasta que te dijera un claro y rotundo:
—Sí. Lo eres.— confesé viéndote tranquila a los ojos
Tus labios se curvaron, y dibujaron una sonrisa ladina. Confiaste totalmente en mi respuesta. Era lo que querías oír.
Mi semblante se torno serio. Me puso tensa ver tal reacción. Pero lo que me hizo sentir como si el corazón fuera a detenerse fue cuando te inclinaste sobre mí, dejando un pequeño y protector beso en mi frente.
Quedé shock, ahí sentada en el pavimento tibio por el sol del atardecer. Entonces aprovechaste mi estado para volver a encender el teléfono y marcarle a Shigaraki.
Escuché el tono de espera. Sabía que debía detenerte, que debía arrebatarte el celular, impedir lo que estabas por hacer, sin embargo, no pude. Me rendí ante tu protección.
Shigaraki tomó la llamada. Silencio de su parte. Esperaba que yo hablara, pero no recibió mi voz.
—Mira basura, imbecil pervertido, enfermo mental, le pones un solo dedo a mi pul... A Xiao y yo te reviento la cara. ¿Comprendes o te tengo que matar para que lo hagas?— soltaste con desprecio y asco, entonces colgaste sin esperar respuesta.
—¿Qué hiciste?— mi voz tembló un poco y apreté mi falda entre mis dedos —Él te matará...— mordí con fuerza e impotencia mi labio —No te puede hacer daño... No puedes quedarte a mi lado, es peligroso...— comencé a negar frenéticamente con la cabeza mientras agarraba mis cabellos desesperada —¡Te matará! ¡Katsuki, no quiero que te mate!— comencé a temblar mientras miraba al suelo.
—No me tocará ni un pelo. Antes lo mato yo. — aseguraste poniéndote de pie —¿No confías en tu héroe? Tú siempre serás mi fan, y yo siempre le partiré la cara a cualquiera que te lastime. Así de simple, pulga.
Alce lentamente mi cabeza para verte. No podía entrar en pánico frente a ti.
«Tu deberías desconfiar de mí. No deberías desear que alguien como yo sea tu fan.»
Extendiste tu mano para ayudarme a levantar, aún esperando mi respuesta. Me apoye en ti y me puse de pie.
—Bakugō...— fruncí con preocupación mis cejas —No te merezco, lindo chico.— lleve mi mano a tu mejilla y la acaricié, disfrutando la textura de tu tersa piel.
Tus ojos se abrieron sorprendidos por mi confianza y tacto. No apartaste mi mano, no te mostraste molestó por mi atrevimiento.
—¿Por qué tenías que tener a alguien como yo cerca tuyo?— te abrace con fuerza, con mucha fuerza, creyendo que así todo nuestro alrededor desaparecería y solo quedaríamos nosotros dos.
Mis brazos apretaron más tu cuello, escondiendo mi rostro en tu clavícula, sintiendo tu calor y tú dulce aroma.
—¿Qui-quien te dio permiso de tocarme, fea?— fue lo único que lograste pronunciar con voz algo temblorosa, robando una corta risa de mis labios.
—Me tome la libertad de hacerlo.— sonreí y dejé un suave beso en tu cuello, sintiendo como tu piel se puso de gallina y todo tu cuerpo se tensó —Tengo que irme. Iré por mis cosas.— me alejé lentamente para apreciar un tierno tic en tu ceja mientras tú expresión de sorpresa seguía en tu rostro con un sonrojo en tus mejillas —Eres lo único que tengo, Bakugō.— confesé viéndote a los ojos.
Entre verdades y confesiones, un lado maligno no podía evitar brotar. Tenía que engancharte para luego destrozarte... Fui una maldita fanática que quería destrozar a su héroe.
Comencé a caminar de vuelta a dónde estaban tus amigos, deseando encontrarlos para despedirme de ellos y agradecerles por la agradable tarde que me había hecho pasar, logrando distraer mi mente.
—Sí, es ella, Ashido. Te lo juro. Incluso Sero fue lo primero que me dijo apenas se apareció. ¿O no, viejo?— Kaminari se dirigió al pelinegro
Me detuve y preste atención. No me habían visto, la sombra del árbol caía sobre mí.
—Odio admitirlo, pero sí.
—Pero, ¿y qué si estuvo tomando fotos al plantel a escondidas?— Kirishima se rasco la nuca algo ansioso
—Es que no era como una turista o algo así. Tenía algo raro. Después de que salió del baño, y se que me escucho decir que era fea; no se marcho como cualquier persona normal después de ser tratado así lo hubiera hecho.
—¿A dónde quieres llegar Kaminari?— la pelirosada pregunto frunciendo el ceño
—Que quizá sea una infiltrada.— soltó sin rodeos Sero
—¿¡Eh!?— exclamaron asustados y confundidos Kirishima y Ashido
—Eso es una exageración, chicos.— intentó defenderme la fémina.
—No todo el que le interese la UA siendo de afuera significa que ya sea un villano. No es muy varonil de su parte juzgarla sin siquiera conocerla.
—Pero es que no lo entienden, tiene algo raro... No sé que es. Pero su aura cuando llegó a buscar a Bakugō era la misma que cuando iba tomando fotos a las salidas y entradas de la academia.
—¿Cómo un aura negativa?— enarco una ceja el de codos anchos.
—¡Exacto!— chasqueo sus dedos el rubio con el rayo negro, como si hubiera dado en el clavo —Y no es por ser mala onda pero... Me estuvo dedicando unas miradas algo terroríficas cada tanto.— tocó su codo, expresando incomodidad —Creo que le desagradó.
—Yo pienso que la estás juzgando demasiado solo por su apariencia desarreglada.— comentó Kirishima.
—Bueno, tampoco es mala idea ser cautelosos con ella. Aún no la conocemos del todo. Solo porque Bakugō estuviera alardeando de ella un poco, no significa que sea buena persona, jaja.— El pelinegro tomó un sorbo a su agua después de hablar.
—Y por favor, ¡son los gustos de Bakugō! Jaja, ¿qué tan normales pueden ser?— Kaminari río y los chicos le siguieron.
—Cierto, ¿no había dicho al principio que sospechaba que tenía una acosadora?— soltó divertida Ashido.
—¿Qué tan cuerdo se puede ser si te llega a gustar tu acosadora? Jajaja.— Denki le acompleto antes de que se echaran a reír
«Que descuida y tonta he sido... Por un momento creí que podía tener amigos.» apreté mi puños.
Te colocaste a un lado mío. También habías oído todo.
—De verdad que solo te tengo a ti...— solté haciéndome la víctima.
Tenía que alejarte de todos. Alejarte como un depredador aísla a su presa de la manada para que fuera más fácil de cazar. Solo entonces estarías desprotegido.
Tus amigos eran buenos, no los culpaba por ser cautelosos. Después de todo, yo no era normal, y se notaba a kilómetros que había algo mal conmigo. Yo era basura, y como basura debía actuar quisiera o no.
—Tch...— apretaste tus dientes molesto y saliste de las sombras para enfrentar a tu grupo.
—¡Ba-bakugo!— el rubio se asusto y escupió su raspado, tosiendo por el susto.
—Ah, bro, no es lo que crees...— el pelirrojo dio un paso adelante al verme a mi con expresión dolida y decepcionada —Nunca quisimos insultar a Xiao, ¡ni a ti! Solo comentábamos que...
—Cierra la boca.— ordenaste casi en un gruñido hostil, asustando a todos.
Tomaste nuestras cosas del pasto y te diste la vuelta hacia mí.
Ashido codeo a Kirishima, como indicando que hiciera algo y rápido.
—¡Espera!— tu amigo te tomo del hombro, deteniendote —¡Perdonanos! No queríamos ofenderla. Xiao, lo sabes, ¿verdad?— me vio sincero, esperando de verdad mi perdón.
«¿Por qué estoy haciendo esto?
Kirishima, mejor alejalo de mí. Llévatelo a dónde no le pueda hacer daño.»
Estaba por responder un: "No se preocupen. Todo está bien." Pero Kaminari habló.
—Sí, seguramente es algo que oyes siempre, jaja, discúlpanos ¿sí?— río nervioso
Y mi mirada se torno oscura para él.
Eso era lo que todos hacían. Se burlaban de mí y luego se hacían los inocentes.
«"Claro, porque todos somos amigos y solo bromeamos, no te tomes en serio las palabras que te hirieron."
Siempre es lo mismo, siempre lo mismo. Lo mismo. ¡Me tienen harta!»
Ví la expresión de miedo de Kaminari ante mis ojos.
«Cierto... Así es como todos me tienen que ver.
No soy ningún héroe, no tengo que esforzarme para que me sonrían. No soy un civil cualquiera como para esperar a que los héroes no desconfíen de mí. Yo soy una villana. Shigaraki necesita una villana. Y si así consigo mi libertad para largarme de está horrible ciudad entonces que así sea.»
Arrebate mi mochila de tus manos, mientras esperabas a que les respondiera algo. Pero no lo hice.
Solo me di la vuelta y comencé a caminar fuera de aquel parque.
—¡Pulga, espera!— gritaste al ver cómo me alejaba lo más rápido posible de ustedes.
—Bro, lo siento.
—No me toques, bastardo.— podía imaginarte rechazando su agarré —No la vuelvan a buscar, o están muertos.— con eso, corriste hasta mí.
El bus paro y yo subí sin hacer caso a tus gritos de que me no diera ni un paso más.
Lograste que el bus te esperará a que llegarás. Me buscaste entre la poca gente y te sentaste a mi lado.
—¿Es cierto?— yo hablé primero ante tu silencio tras llegar a mí.
—¿Qué?
—¿Parezco sospechosa?— veía por la ventana con la barbilla apoyada en mi puño.
Había mucho viento, y el aire acompañado de algunas hojitas secas entraban por la ventanilla.
—Sí.— fue lo único que dijiste sin nada más que agregar.
—Jaja... Qué patética...— negué mientras me reía leve de mí — Perdón por acosarte. Eras lo único que parecía estar bien en mi vida. Nunca debí hacerlo... — vi mis dedos mientras hablaba.
Una hoja entró por la ventana y cayó en mis manos.
—Todo me parecía tan... Vano a mi alrededor. Tú eras lo único que parecía ser sólido. Me aferre a ti cuando no debí hacerlo... perdón, en serio.— tome la hoja amarilla del palillo que aún conservaba después de ser arrancada de su respectiva rama.
—Sí, fue raro como apareciste en mi vida. Te pegaste como una fastidiosa pulga.— tus manos se deslizaron por las mías y tomaron la hoja también —No debería, pero me gustó.
Alce mi rostro y volteé a verte solo para encontrarme con tu cara muy cerca de la mía.
—Maldita pulga... Ya me acostumbré a tenerte.— y con eso, estiraste tu cuello y me besaste.
Juntaste nuestros labios sin permiso, como si te urgiera hacerlo. Abrazaste mi boca con la tuya. Sentí el sabor del dulce picoso que habías comido minutos atrás, sentí el frío de ambas bocas calentarse mientras los segundos pasaban.
Moviste con cuidado pero con reclamo tus labios sobre los míos. Sabías que era tuya, porque yo te lo había confirmado.
—Te quiero conmigo...— susurraste cuando te separaste lentamente de mí.
Nuestros ojos quedaron cerca de los del contrario. Podía ver un brillo único en tus hermosos orbes rubies.
—Más te vale aceptarme o te perseguire por el resto de tu vida hasta que digas que sí.— tu mano rodeo mi cuello para volver a acercarme para besarme con cuidado nuevamente, mientras yo cerraba los ojos para disfrutar plenamente de la sensación que me brindabas.
Tú boca era embriagadora. Me hacía querer más... quería sentir todo tu afecto y cariño tanto como me fuera posible. Tú tacto nublaba mis sentidos.
—Responde... Di que te quedarás conmigo. — murmuraste en mis labios, lo cuales hacían un contacto sutil con los tuyos al moverse por hablar, erizando mi piel.
—¿Me querrás aún si soy un peligro para ti? ¿Aún si fuí una loca acosadora? ¿Aunque no sea suficiente?— mis inseguridades salieron a flote mientras confesaba mis verdades —¿Me querrás aunque tus amigos no confíen en mí?— me separé y vi tus manos que tomaban las mías.
—Te estoy pidiendo que salgas conmigo, a ti, ahora. No a tu "yo" de hace unos meses o a la chica que esos tontos creen conocer.
—Pero...— intenté frenarte de la locura que estabas proponiendo, porque para mí en ese momento todo me parecía una verdadera locura.
—¡Deja de pensar de más por una maldita vez!— me regañaste y estiraste mis cachetes —¡Te estoy concediendo el honor de salir conmigo, fea! ¡Aprecialo!
No sabía que responder. De verdad, no tenía ni idea de que debía hacer. Ni siquiera el dolor de mi mejilla golpeada la cual estirabas sin cuidado me lograban poner sobria. Porque tus labios y palabras me habían embriagado.
¿Te quería? Ya no lo sabía. ¿Era cariño y respeto que te tenía o estaba sintiendo algo más del tipo romántico hacia ti? ¿Por qué me querías? Ni la más remota idea.
Mi cabeza comenzaba a doler. Las mariposas que había sentido por todo mi cuerpo revolotear cuando me besaste se estaban calmando mientras en mi mente surgían un montón de pros y contras.
Nunca nadie se me había declarado. Nunca nadie me había querido como tú lo estabas haciendo. Nunca nadie me había puesto en una situación así.
Tus semblante parecía descomponerse cada vez más al notar que no sabía que responder. ¿Qué paso por tu cabeza cuando comencé a respirar pesadamente, cuando mis ojos se desviaron con temor de los tuyos?
—Tú... ¿Tú no...— comenzaste a tartamudear con tu entrecejo fruncido con algo de preocupación.
Nunca supe que fue lo que quisiste decir, porque mi celular sonó.
Número desconocido.
Conteste mientras veías perdido mis manos.
—Más te vale dejar de besarte con él, o no pasaré su ofensa.— amenazó furioso Shigaraki al otro lado de la línea, entonces colgué enseguida con miedo.
—Tengo que irme a casa, ahora.— me levanté del asiento e intenté salir como sea por el pasillo, pero justo en ese momento el bus paso un tope, haciendo que cayera sobre tus piernas.
—¿Por qué la prisa? No me has contestado.— colocaste una mano en mi cintura y la otra en mi espalda —No te dejo ir hasta que respondas afirmativo.— se formó un puchero en tu rostro del cual no te dabas cuenta que estabas haciendo, como un niño al que no le quieren complacer su capricho.
—Bakugō, mi parada es está.
—No me importa.
—Nos están viendo.— susurré al notar que las pocas personas que había en el bus, unas tres exactamente; nos estaban observando de reojo, ya que estábamos en la penúltima fila.
—Tampoco me importa.
—Shigaraki me espera.— confesé y sentí tus manos apretar mi cuerpo apenas oíste su nombre.
—¿Irás con él?— frunciste tu entrecejo y abriste tus ojos con una sorpresa desagradable.
—No quiero, pero tengo que.
—Voy contigo.— me soltaste e indicaste que me pusiera de pie.
—No, eso solo causará más problemas.— me levanté e intenté frenarte de hacer lo mismo.
—Me importa un carajo.— el bus se detuvo en mi parada y yo bajé corriendo, casi queriendo escapar de ti, pero tomaste mi brazo y me frenaste —Dije que voy contigo.
—Bakugō.— iba a comenzar a protestar, pero hablaste.
—Antes no parecías tener mucho problema con que te protegiera.
—Esto es muy diferente. Él no es solo un puberto como los de mi escuela, él es... Es...— ¿Qué era Shigaraki Tomura? Ah, cierto, un villano.
—Aun mejor, lo juzgarán como mayor de edad.— comenzaste a caminar llevándome de la mano.
—¿Juzgar? ¿Qué quiere decir?— indagué.
—Que lo voy a denunciar. Eso quiero decir, pulga.
—¡No! ¡No puedes hacerlo!— frene y volteaste a verme.
—¿Y por qué no? ¡¿Acaso quieres que te siga tocando sin tu permiso?! ¡¿Quieres seguir siendo torturada?! ¡¿Quieres sentir ese dolor y miedo de por vida?!— terminaste regañandome, apretando mis hombros con fuerza.
Estabas molesto. Toda la rabia que yo no podía exteriorizar, tú la mostrabas por mí.
Un "click" sonó en algún rincón de la calle.
Girēn al parecer aún nos seguía, escabullendose entre las sombras, aprovechando cada momento de tu furia para capturarla. Pero eso en aquel momento no me importo, porque tenía un problema mayor.
—No pero...
—¡¿Pero, qué?! ¡YA DEJA DE PONER PEROS Y ENFRENTA A ESE ENFERMO!
—¡NO ES TAN FÁCIL! ¡TÚ NO ENTIENDES!— grité frustrada, asustandote por mi arrebató —No lo entiendes Bakugō...— intenté calmarme —¿Yo con qué me quedó?— pregunté en voz baja, aguantado mis lágrimas —Dime... Lo demandó, pero ¿y después? Para empezar no se dejará atrapar, nadie lo puede hacer. Y se que, apenas yo esté sola, él regresará para vengarse de mí, y también de ti. ¿Y el dinero? ¿Cómo voy a vivir si él es el que me da mis fondos para subsistir? Dejaré mis sueños de lado para intentar sobrevivir día a día. Mi libertad es demasiado costosa.— «Tan costosa que estaba por entregarte a ellos para obtenerla.» —Te lo dije una vez, Bakugō; y ahora te lo repito, yo no tengo a nadie...
—Me tienes a mí.— acariciaste con tu pulgar mi barbilla.
—Jaja... ¿Me ayudarás con la demanda?— reí con cierta burla por tus palabras.
Tu propuesta me parecía demasiado poco efectiva debido a la persona de la que estábamos hablando. Pero lo pintabas como algo sencillo de resolverse, lo cual me ofendió un poco.
«Creeme, Bakugō, no tienes ni idea de lo que dices», me moría por decirte eso.
—Con todo lo que haga falta — aseguraste serio, sin dudar.
La seriedad de tu rostro, la manera en la que tú suave toque me consolaba y animaba, tus ojos que no hacían más que expresar sinceridad querían derretir mi corazón y devolverme esperanza. Pero, ¿sería tan fácil?
—¿Por qué harías todo eso?
—Porque eres mi fan... Y yo soy tú héroe.
—Jaja, ¿solo eso?— sonreí decaída examinando si había una pizca de ironía en ti, pero no había nada de eso.
—Y porque eres la torpe y rara chica que me gusta.— confesaste sin pena, haciendo que mi rostro se tiñera de rojo por un momento mientras mis lágrimas caían.
Yo era tu fan. Tú eras mi héroe. Y aunque antes pensaba que tú no me pertenecías, ahora tú me confirmabas que querías ser mío. Solo mío.
—Quiero besarte otra vez.— más que una pregunta para obtener permiso o algo similar, me estabas contando lo que harías.
Y aunque al principio, al ver tu rostro comenzar a acercarse retrocedí un poco, tus firmes manos en mi nuca me detuvieron, así que terminé cediendo a tu petición.
—Sabia que también lo querías.— casi pude sentir como sonreiste con orgullo a medio beso.
—Siempre crees saber lo que quiero...— susurré apenas me dabas la oportunidad de separar mi boca de la tuya antes de volver a juntarlas.
Tus besos no eran feroces como creí... Ibas lento, despacio, como dándome tiempo de disfrutar y agarrar tu ritmo.
Me anime a echar mis brazos por tu cuello para juntarnos aún más.
Yo era una maldición que cayó en tu vida, pero lograste purificar en cierta medida lo maldita que estaba. ¿Pero podía confiar en que me purificarias por completó? ¿Era eso posible o de nuevo estaba siendo demasiado dependiente de alguien?
Hasta ese momento no entendía lo que tú significarías para mí futuro.
—¿Y ahora?— pregunté cuando pegamos nuestras frentes, tomando aire y dejando que nuestro ritmo cardíaco se calmara un poco de la montaña de emociones que habíamos sentido —Tengo miedo... Tengo mucho miedo. ¿Y si no lo logramos?
—¿Tienes que ir a casa?— me viste y yo asentí —Te acompañó.
—¿Y si está él?
—Entonces le reviento la cara.— comentaste divertido pero seguro de lo que decías.
—Jaja, me encantaría ver eso.— me separé y tome tu mano —Entonces andando.
¿De verdad podía tener un poco de esperanza? ¿Podía estar contigo después de todo lo que había hecho y quería hacer? Estuve a nada de entregarte a él.
Yo iba a ser la antagonista de tu vida. Mi plan era arruinarte por completo hacía apenas unos minutos. ¿Cómo podía ser tan hipócrita para ahora encomendarme a ti; y tan ilusa para creer que tú podías darme una solución tan sencilla?
—Tengo mucho miedo... No lo vamos a lograr...— el aire comenzó a faltarme cuando estuvimos a pie de las escaleras para subir a mi departamento.
—Si piensas de tal modo, entonces definitivamente no lo lograrás. No seas cobarde.— tiraste de mi mano para comenzar a subir, pero me quedé tiesa al sentir como alguien tomó mi mochila... Y está se desintegró.
—Creí ser claro.— su voz ronca y cínica susurro a mi oído sus tétricas palabras
Un humo negro me envolvió. Ni siquiera te dio tiempo de terminar de voltear a verme... Porque yo ya había desaparecido.
—¿Qué...?— fue lo único que alcanzaste decir.
Y desaparecí de ahí para encontrarme enseguida en el bar-café de siempre.
—¡Tenías una sola oportunidad! ¡Solo una cosa que hacer!— me empujó con fuerza hasta chocar con la barra.
—Shigaraki, cálmate.— Kurogiri intentó intervenir pero solo recibió una patada en su centro.
—¡Cállate! ¡No me dirás qué hacer!— le gritó furioso —Y tú, jajaja...— río desquiciado —Tú acabas de perder tu oportunidad para ser libre... Ahora te quedarás encerrada en tu antigua habitación hasta que aceptes que eres una maldita rata de alcantarilla y que no mereces ni siquiera ver la luz del sol.— sentenció tomándome del cuello —Ya verás como corrompere a tu héroe, como se volverá en la basura que es; te has ganado boleto de primera fila para el show.
—No-no me entiendes...— hablé con nervios mientras le sostenía la mirada.
—¿Qué no entiendo? ¿Eh? ¿Qué estabas a punto de entregarme? ¿Qué ibas a traicionar a Padre, quién te dio todo en tu maldita solitaria vida? ¿Acaso no pensabas en abandonar al que te rescató de tu miseria?— hablaba cerca de mi rostro, como disfrutando el terror plasmado en mi cara.
—No es eso... Yo... Yo solo estaba haciendo que confiara en mí. Qué creyera que era lo único que tenía. Sigue siendo parte de mi plan, lo manipulare a mi favor.
—Explicate, y si no me gusta tu plan, aquí mismo te mato.
Mi sangre se heló. ¿Hablaba en serio?
—¿Tan desechable soy para ti?— temble al sentir como apretó más su agarré a mi cuello al oír mis palabras —¿Nunca signifique absolutamente nada en tu vida? ¿Ni un poquito?—
«¿Por qué comencé a llorar?»
—No oigo tu plan, tu tiempo se acaba.— ignoro mis palabras cargadas de sentimiento y pego aún más su cuerpo al mío, casi tumbandome en la barra de bebidas.
—Shigaraki... Yo de verdad creí en algún momento que estaría contigo por el resto de mi vida. ¿Sabías que después de nuestra primera noche... Tú te convertiste en mi primer amor?— confesé sintiendo mis lágrimas derramarse
—¿Primera noche? Shigaraki, ¿qué le hiciste?— el de quirk de portales se sorprendió por tal confesión y se acercó a nosotros —Suelta a la niña, ahora.— le ordenó.
—¿Quieres que te mate, mayordomo de quinta?— volteó a verlo lentamente, dedicándole una mirada aterradora. —Jaja, ¿en serio creíste que yo... Sentí algo por ti al tomar tu virginidad?— regreso a mí, susurrandome al oído.
—Suena tonto, pero lo creí. Aunque ahora solo quiero dejarte y no volver a verte. Te detesto, Shigaraki Tomura.— Escupí con desprecio en su cara arrugada mientras mi niebla brotaba de entre las maderas del suelo.
Se limpio mi saliva de su rostro, y cuando creí que ese era mi fin, con violencia me tiro al suelo, lastimando mi cuello y haciendo que me golpeara el brazo, en el cual me llegó una punzada de dolor.
—Veo que quieres morir.— se agachó frente a mí —Pero si te mató ahora, padre me regañaría. Necesito una buena traición para perseguirte hasta los confines y desintegrar tu cuerpo parte por parte.— tomó mi pie y por inercia retrocedí; me sentí como en una película de terror —Así que ve, has lo que quieras, pero le contaré cada detalle de tu estupidez a él... Y entonces se que me dará el permiso de asesinarte, y si para ese momento él aún sigue queriendo estar del lado de los héroes, entonces te acompañará al infierno. Tú estarás presente el día de su desición, para que veas o su muerte, o a tu héroe siendo corrompido por nosotros.
Se levantó y me dejo paralizada en el suelo, agarrando mi brazo por el dolor. En mi cuello una marca de intento de ahorcamiento hacía presencia.
—Nunca tuviste la oportunidad de librarte de mí, y ahora menos. Kurogiri, llévatela de regreso.— se puso de pie y camino al pasillo que lo llevaba a su habitación.
—¿Estás bien?— el hombre que estaba cubierto de humo negro se acercó mientras me levantaba.
—No... Pero lo estaré pronto.— vi con rencor su silueta marcharse.
—Piensa bien en lo que harás. Es capaz de mandar a alguien a matarte.— me advirtió.
—O lo hará él mismo.— sobe mi brazo.
—No. Habla mucho, pero Shigaraki nunca te mataría con sus propias manos. No es capaz.
—Es un villano —vi a los huecos amarillentos que eran sus ojos, o bueno, que los representaban —Todos lo son... Ese era mi propósito también. Ser un villano. ¿Y tú crees que Tomura no me quitaría la vida si pudiera?— suspiré mientras trataba de encontrar una solución en mi cabeza —Por favor, dile esto: el trató de corromper a Bakugō a cambio de mi libertad sigue en pie. Pero con la condición de que no me vuelvas a buscar nunca jamás una vez que él esté de su lado. Y déjame trabajar sola.
—No puedo transmitir mentiras.
—Yo también soy hija de All For One, también debes obedecerme.— fijé mi mirada en la suya y él se inclino a modo de respuesta afirmativa. —Ahora llévame a casa.— me levanté sosteniendo mi brazo adolorido. —Solo que déjame una calle atrás de dónde me tomaste.
Kurogiri obedeció, y en un instante ya estaba cerca de casa.
Camine a las escaleras y pude verte de rodillas frente a mis cosas regadas en el suelo. Veías perdido mis pertenencias entre los pedazos de lo que antes era mi mochila. ¿Acaso... Acaso no supiste que hacer?
«En público deberé aparentar que estoy de lado de ellos... En privado te protegeré todo lo que pueda de ellos.» organicé mis pensamientos y camine hacia ti.
—Volví...— fue lo único que alcance a decir
Alzaste tu cabeza rápido apenas oíste mi voz y te levantaste.
—¿Dónde fuiste? ¿Te lastimó? ¿Cómo fue qué te llevo?— comenzaste a preguntar preocupado mientras me revisabas, entonces diste con la marca en mi cuello —Te ahorcó... — acariciaste la herida de mi cuello y yo di un respingo automáticamente —¿Dónde vive?
—¿Cómo?
—¡¿Dónde vive ese desgraciado!?— estabas furioso.
—Logré que me dejara en paz por ahora.
—¡PERO...!
—Solo déjalo, Bakugō. Por ahora estaré bien.— decrete interrumpiendote, acercándome para poner mis manos en tus mejillas rojas por el coraje que estabas haciendo —Todo estará bien... Yo te protegeré.— juré en ese momento, para después dejar un corto beso de despedida en tus labios entre abiertos.
—¿Qué haces?— seguías molesto
—Despidiéndote por hoy.
—¿En serio dejaras todo así?— no me tocabas, era como si estuvieras ofendido porque no te contaba nada de lo sucedido. —¡Ahora tienes pruebas de violencia en tu cuerpo! ¡No creas que me tragaré el estúpido cuento de que todo está bien después de tal mensaje! ¡¿Acaso quieres que él siga abusando de ti?! ¡Dime!
—Por hoy solo quiero descansar.—¿Cómo querías que te explicará lo que había sucedido? Tampoco quería inventarme una historia de lo que pasó cuando me desvanecí frente a tus ojos, realmente estaba cansada.
—¡Respóndeme, maldita sea!— me sacudiste de los hombros frustrado.
—Mañana temprano me levantaré a hacer mi rutina de entrenamiento y luego te llevaré tu almuerzo a tu casa. No pases a buscarme.— ignoré tus dudas y cambie de tema.
—No pensaba hacerlo.— metiste tus manos en tus bolsillos y te arrebataste de mis manos —No quiero nada mañana.— pasaste a un lado mío y pateaste mis cosas en el suelo.
Estabas molesto. Hacía tiempo no me tratabas así.
—¡Bakugō!— te llamé antes de que salieras del pequeño terreno de departamentos donde vivía
—¿¡QUÉ!?— gritaste en respuesta viéndome de reojo
—Perdón... Y gracias.— fue lo único que me salió
—Que estupidez...—
Entonces, comencé a recoger mis cosas y tú te marchaste.
Vaya día fue aquél... Tantas cosas, tantas emociones y decisiones. Ya ni siquiera sabía en qué habíamos terminado tú y yo.
Pero algo quedó seguro. No daría mi libertad por la persona que quería. Por la única persona que valía la pena en mi vida.
Así muriera a fin de cuentas, pero si tú llegabas con éxito a la meta, entonces todo estaría bien.
No quería ser la antagonista en tu vida, porque ya tenías a alguien en tu contra, no merecías más personas en ese papel.
Termine de recoger mis cosas y como pude subí las escaleras hasta mi supuesto hogar.
Abrí la puerta y el olor a humedad que siempre me acompañaba inundó mis fosas nasales.
Quería cambiar todo. Aquella tarde comenzaba un nuevo propósito en mi vida.
Me quedé hasta las seis de la tarde limpiando todo, absolutamente todo.
Había oído bien que no querías nada de mí para el día siguiente, pero me valió y aún así cocine y refrigere lo que te llevaría a casa.
Sin ducharme, salí a entrenar. Apesar del dolor en mi mejilla y brazo, y el dolor de garganta que tenía, era como si un nuevo chip hubiera sido implantado en mi sistema.
Tenía que protegerte, y para eso debía ser más fuerte y astuta que Shigaraki.
Pero para eso debía estar a tu alrededor todo el tiempo, alerta a lo que pasara.
—Te estoy pidiendo que salgas conmigo.
Recordé tu propuesta, entonces se me ocurrió una idea.
Así como por un momento quise destruirte a cambio de mi libertad, decidí que te protegería tanto como una fan quiere proteger a su ídolo.
Decidí que pagaría la deuda de cuando me salvaste la vida la primera vez que nos vimos.
¿Pero podía alguien tan inestable como yo salvarte?
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué creen que hará nuestra protagonista?
¿Qué opinan de la declaración de Bakugō
Solo falta un episodio para el final, y con ello viene una noticia importante para la historia :0 :D
Y les quería comentar que quería hacer un playlist para este fanfic, y para ello necesitaré su ayuda :D ¿alguna canción en especial que se les venga a la mente cuando piensan en este libro?
Comentenla, las estaré oyendo para colocarlas en un apartado especial y crear una lista en YouTube y/o Spotify.
No se olviden de votar antes de deslizar ^^
Gracias por leer.
Liian ¡cambio y fuera!
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