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P [prólogo]

Desde que tengo memoria fui alguien frágil. Mis huesos podían ser resistentes, pero eso no significaba que mi cuerpo no sufriera de caídas por la falta de cordinacion, mi torpe cordinacion. Rodillas lastimadas tras varias fuertes caídas sobre estás, piel enfermiza, acné horroroso en mi rostro, descamación en el, y una familia que no era mi familia verdadera... ¿Que sería de mi alrededor si no hubiera nacido? Prácticamente, todo sería igual, no marco diferencia alguna. Era el extra que rellenaba los espacios de los protagonistas.

Siempre fui la perdedora de mi "hogar" y de mi vida estudiantil. Ni siquiera mi quirk me permitía ser alguien, así que me quedé sola.

Estaba por rendirme, aquél villano que me tomo como rehén estaba por matarme asfixiada mientras se metía en mi cuerpo. No pensaba defenderme, solo quería desaparecer, incluso si el hermano mayor hubiera estado allí, me dejaría morir frente a sus ojos. 

No importaba nada... Pero tú me encontraste, tú me hiciste sentir que si valía.

—¿¡Que crees que haces maldita extra!? ¡Pelea!— extendiste tu mano hacia mi y con tu sorprendente quirk me sacaste de esa horrible masa viscosa, pero tomaste mi lugar

Esa fue la primera vez que me salvaste, no, más bien que alguien me salvo, y me diste un motivo para continuar. Si tú casi das tu vida por mi, entonces debo valer algo ¿no? Aún cuando deje de verte por un muy largo tiempo hasta nuestro reencuentro te recordaba como si te hubiera visto el día anterior.

¿Quién diría que la segunda vez que te vería sería en televisión, en aquél importante festival deportivo de tan maravillosa escuela? Te apoye durante toda la competencia apesar de tu discurso poco humilde. Pero es que simplemente no podía quitar mi vista de ti; después de todo, me salvaste la vida.

El hermano mayor tampoco quitó sus ojos de tu actuación y pelea, creía  que le habías agradado.

Después de eso, te busque en redes sociales, y pegue un gritó al cielo cuando aceptaste mi solicitud de amistad. Brinque en mi habitación como frijoles saltarines. No me lo creía. Al parecer te gustaban los memes que compartía, jaja, tienes un humor ácido y negro.

La tercera vez que te vi fue porque te fui a buscar a tu escuela, necesitaba verte aunque sea de lejos, era algo que necesitaba. Nunca te agradecí lo que hiciste por mí, y sentía que era la hora de hacerlo, aunque no me conocieras en persona, ya que yo nunca compartía fotos de mi rostro.

Pero creo que fue mala idea seguirte en silencio como si fuera acosadora, porque te giraste con brusquedad y empezaste a gritar que ya sabías que te seguía, y que, si no dejaba de hacerlo, me explotarias la cara. Obviamente, yo no quería eso, nuestro reencuentro no podía ser así, por eso simplemente huí de allí apretando el pequeño regalo que quería darte, y tú no me viste.

Quién diría que la cuarta vez que te vería sería durante una hermosa noche, en un callejón oscuro, mientras me asaltaban con un arma apuntando a mi cabeza... Ja, la desgracia me persigue constantemente. ¿Que no podía tener una vida normal y tranquila?

Regresaba de compras e iba rumbo a casa, acababa de cobrar la mesada que me mantenía alejada del hermano mayor y de sus raros amigos, así que me surti con bastantes cosas para sobrevivir durante quince días.

Mala idea tomar un atajo. Pero para mi sorpresa, tu apareciste, me salvaste de nuevo, a mí, a la comida y al dinero.

No pude decir nada más que un casi inaudible "gracias" que tú ignoraste por completo dándote la vuelta apenas ayudarme a ponerme de pie.

¿Eras callado? Que raro... Eso no pareció por la TV ni cuando nos encontramos veces anteriores.

—¡Espera!— te grité y te alcancé con dos bolsas llenas de despensa en cada mano — Toma.— sin pensarlo, tome tu tibia mano y coloque en esta una barrita de avena y chocolate con proteínas. Eran nuevo lanzamiento así que compre un par para probarlas, resulta que el destino lo quiso así para que pudiera darte algo —Gracias por salvarme de nuevo.— sonreí tímida viendo al suelo, no quería que vieras mi fea sonrisa de tiburón, mis dientes todos chuecos y con frenillos.

—No te confundas inútil, no necesito esto.— me regresaste la barrita y continuaste tu camino con tus manos en los bolsillos mientras veías al frente

—¡Pero no lo hago!— te alcancé nuevamente y conseguí seguirte el pasó hasta que decidiste detenerte y verme con clara molestia con tu ceño fruncido, en cualquier momento empezaría a a insultarme para alejarme, así que me apresure a hablar primero —Solo es por agradecimiento. Tómala y mantente fuerte, un héroe no se construye de la noche a la mañana.— la coloque nuevamente en tu mano y sin darme cuenta, te sonreí viéndote a los ojos —¡Cuídate Bakugō senpai!— grite mientras tomaba un camino diferente al tuyo, rumbo a mi pequeño departamento

Pude sentir tu mirada sobre mí hasta que doble la siguiente esquina.

Me pegue a una pared y tome aire, había olvidado como respirar ante la presencia de alguien a quien admiraba. No podía creerlo... ¡Te hablé y te di una barrita! ¡Me ayudaste! ¡Me salvaste nuevamente!

Contenía mis gritos de fangirl ante la mirada de rareza de una pareja que pasaba a mi lado.

Llegué a casa, deje la compra en la barra de la cocina y me deje caer en mi viejo sofá que usaba como cama.

En ese momento me decidí, te apoyaría desde lejos, sería tu primera fan. Te seguiría por siempre.

Al menos eso jure.

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