Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

N [Novia]

Último capítulo.

Antes de comenzar, les quiero agradecerte a todos los lectores que me acompañaron y me apoyaron durante esta historia. No saben cuánto aprecio el cariño que le mostraron a este fanfic <3

Y a los que irán llegando, gracias por la oportunidad.

Solo una última cosita, lean hasta el final, hasta las últimas letristas en negritas, ya que anunciaré algo muy importante.

Sin más, disfrútenlo.

PD. El capítulo tiene contenido de agresión sexual y violencia doméstica. Si eres sensible a este tema te recomiendo discreción cuando la escena comience, pondré el siguiente símbolo de dónde comienza a dónde termina→ ×××


Cuando desperté aquella mañana sentía que había algo diferente en el ambiente. Un mareo al levantarme de mi sofá cama, un poco de dolor muscular y una memoria algo borrosa del día anterior a ese.

Sentía que algo no cuadraba, pero no sabía que. ¿Qué había vivido el día anterior que me dejó con ese extraño espíritu?

Intenté recapitular el ayer de ese momento. Me había raspado las rodillas la noche anterior mientras entrenaba por mi cuenta, sóla en aquel sombrío parque, los raspones y mis rodillas moretadas que me dolían a penas las tocaba me confirmaban que el entrenamiento no había sido un sueño. Pero poco me importaban las pequeñas heridas ya que mi falda las tapaba al llegar abajo de ellas.

Agarré la cajita de bento de mi mesa y lo envolví en una servilleta de tela verde oliva.  También era cierto que había preparado el almuerzo la noche anterior.

Vi todo mi alrededor mientras desayunaba con calma y sin mucho afán. Nuevamente sentí que algo no era como antes, algo había cambiado y no sabía que.

Una vez lista para salir, tome mi mochila y me dí un último vistazo al espejo roto que tenía en la pared para ver con que apariencia enfrentaría aquél día.

Vaya que era patética. Yo no estaba para nada a la altura de la bella anatomía de él, a quien admiraba demasiado.

¿Pero... de quién hablo?

—Como sea, no tengo tiempo para estupi...— frene de golpe, quedándome paralizada sintiendo mi corazón latir como loco al pensar en aquel hombre el cual se suponía yo admiraba y con la cual me comparaba. —Oh, cierto, Bakugō Katsuki está en mi vida y Shigaraki Tomura saldrá de ella. —Hable para mí viendo a la nada.

Eso era lo tan diferente en mi vida ahora. No obstante aún no lograba procesarlo del todo, por eso todo me parecía raro y fuera de lugar, como si no fuera yo la que estuviera viviendo todo eso, cómo si fuera todo una invención y esta vida ni siquiera me perteneciera.

Si sería tu supuesta novia, entonces necesitaba no avergonzarte en el proceso de cuidarte.

—Tu novia. —susurré viéndome al espejo de pies a cabeza— ¿Seré la novia de Bakugō Katsuki? –Pregunté a mi reflejo sin creerlo.

«¿Él... Él me gusta? Se supone que yo solo sería su fan. Una fanática más. ¿Por qué entonces ahora quiere que sea algo más que eso? ¿Qué rayos me vió? ¡Soy horrible! ¿Estará jugando conmigo? ¿Los besos de ayer fueron una broma de su parte?»

Llevé mis dedos a mis labios. No sabía porque mi corazón estaba latiendo con tanto desespero anhelando volver a sentir tu boca contra la mía.

Tus besos no habían sido como los del hermano mayor. Tu manera de tocarme tampoco lo era. Nada en ti y las experiencias que me hacías pasar eran como las que había experimentado con Shigaraki.

Todo tú ser era singular. Me hacías querer cambiar y dejar de ser una sombra lamentable. Quería brillar a tu lado. Pero la pregunta era: ¿por dónde podía empezar?

Até mi pelo en una coleta alta. Podía sentir el aire refrescar mi cuello que siempre estaba oculto por mis cabellos oscuros. Apliqué un poco de crema humectante en mi reseco rostro pero no era suficiente. Quería parecer linda solo para ti.

«¿Y si me vuelve a querer... Que-querer...» ví mis labios en el espejo «No sé si él querrá volver a besarme, pero yo sí quiero besarlo a él.»

Vi el brillo labial rosa chicle que tenía arrumbado en una esquina. La primera y última vez que lo usé fue un desastre total, y  aún así quería volver a intentarlo, solo que aplicando mucho menos labial que la vez anterior.

Sonreí intentando ver cómo tú me verías. Mis brillantes frenillos lucieron más que el labial. Enseguida cerré mis labios al notarlos. En un par de días tenía mi cita con el dentista, apenas llevaba dos terceras partes del tratamiento. A lo mucho me faltarían como ocho a nueve meses para concluirlo, y ni idea de dónde sacaría el dinero ahora que el herma... No, que Shigaraki me había retirado todo apoyo económico suyo.

«Ay no... ¡No, no, no! ¿Así es como Bakugō me ha estado viendo sonreír? ¡Que maldita vergüenza! ¡Doy vergüenza ajena! ¡Soy horrible!» Intenté calmarme, y tras mucho esfuerzo, me volví a ver al espejo una última vez.

—¿Ya? ¿Solo así?— me pregunté al ver mi reflejo, no había cambiado mucho, seguía siendo fea y patética.

«Mejor me detengo aquí. Siempre que intentó hacer algo diferente termino arruinadome aún más.» Me aparté del espejo antes de que me siguiera dando cuenta de mis múltiples defectos.

Salí de casa con la cajita de almuerzo especial para ese día. Los nervios estaban a tope, tanto como la primera vez que cruzamos palabras.

Recuerdo el primer día en el qué te lleve un almuerzo con mucho cariño y dedicación, la primera vez que me permitiste acercarme a ti, así como también la primera que me trataste tan mal.

Ese recuerdo ahora me parecía algo lejano, ya que sentía que ambos habíamos cambiado un poco durante nuestra extraña relación de "héroe - fan".

Caminaba a tu casa con una sonrisa tímida, con un calor agradable en el pecho y mariposas revoloteando como locas en mi estómago. Comencé a sentir también más inseguridades que nunca. Quería ser la única para ti como tú lo eras para mí. Al seguir meditando, una pregunta surgió de la nada: ¿En qué sentido eras el "único"? ¿Era en el sentido heróico, amistoso, profesional, o... Romántico?

Tuve que recordarme que ese no era mi objetivo al buscar ser tu novia.

Yo, como una simple fan, no debía sentir nada romántico por ti. Mi única misión era protegerte y torcer mi malvado plan para aplastarte a uno que te llevará a la cima y más allá, muy lejos de aquellos que te querían hacer daño.

El rechinido de la reja me hizo alzar mi cabeza para observarte salir de tu casa.

Con tu uniforme mal arreglado, tus pasos pesados y tus manos en tus bolsillos me viste desde la entrada de tu casa.

Mis ojos se iluminaron al hacer contacto con los tuyos, hasta que aquel brillo se apagó cuando comenzaste a caminar sin siquiera decirme algo o hacer alguna expresión al encontrarme.  Cómo si fuera una completa desconocida con la que te topaste.

Ese sentimiento raro volvió a mi pecho. Me sentía ajena a lo que era mi vida. Cómo si nunca te hubiera conocido y todo hubiera sido un sueño, una mera fantasía que pasó los límites de la cordura y rompió mi cabeza para implantarse en mis recuerdos como si todo hubiera sido real.

—No... Bakugō. —Hablé pero solo me salió un hilo de voz muy débil que no llamaron tu atención.

Doblaste la esquina sin volver a verme.

—Espera. —Mi voz salió un poco más fuerte pero desafinada— ¡Bakugō, espera! —Grite y mis pies reaccionaron, echando por fin a andar.

Como me dolían las piernas. Me había sobre excedido con el entrenamiento. Pero es que no estuviste ahí para detenerme.

Cuando por fin te alcancé, tome tu manga y te detuve.

—¿¡Buscas problemas!? —Gritaste furioso explotando granadas en una de tus manos.

Mi cuerpo tembló. Sentí mis manos sudar y mis rodillas flaquear. La caja de bento se callo al suelo y la comida se regó nuevamente. Te solté y retrocedí asustada, no por tu aura violenta de siempre, si no por la mirada que me dedicabas: la mirada que se le da a un desconocido que nunca has visto en tu vida.

—¿Eh? —Frunciste tu expresión al ver cómo estaba—. Tiraste la comida, fea. —Te agachaste a recoger la caja envuelta echa un desastre.

—¿Quién soy? —Pregunté viendo como tomabas los trates, y echabas el contenido de la servilleta dentro de ellos.

—Agradece que tuvieras la cabeza para al menos envolverlo en servilleta, sino todo sería un asco como tú. —Ignoraste mi pregunta y te pusiste de pie—. ¿Guardarás esta cosa? —Pusiste frente a mi cara el trozo de tela que estaba todo manchado—. Porque yo no pienso cargar con ella todo el santo día.

Estabas calmado, tu ceja apenas estaba levemente enarcada, tu expresión era una que nunca antes había visto en ti.

—¿Quién eres? —Fue lo que ahora pregunte bajando tu mano de delante de mi cara.

—¿De quien tengo cara? —Ahora sí tú expresión fue una de fastidio—. ¡Soy tu estúpido héroe, pulga! ¡Agradece que Bakugō Katsuki te este dirigiendo la palabra! Eh, espera, no estúpido, tu genial y atractivo héroe, sí, así suena mejor, ¡jaja! —Reiste con sorna después de quedar como un estúpido, como un lindo despistado estúpido.

Sin embargo, aún con esas palabras, yo seguía paralizada. Procesando lo que había oído, avancé un paso hacía ti viendo a ningún lugar en especifico, es decir, veía tu rostro, pero a la misma vez no lo hacía.

—Entonces no es un sueño. —Murmuré—. Esto es real. Lo es. —Sonreí incrédula por fin viéndote a los ojos, esos hermosos ojos rubíes que me presumiste una vez tiempo atrás—. Tú estás aquí de verdad. No estaba alucinando. —Alcé mi mano para acariciar tu mejilla pero lanzaste a morder retrocediendo tu cara.

—¿Qué te fumaste está mañana? —Preguntaste serio. En tu rostro veía que la pregunta no era a modo de broma.

—¿Qué? Jajaja, yo no fumó. —Reí nerviosa alejando mi mano de ti.

—No me sigas mintiendo.

—No lo hago.

—Siempre lo haces. Desde que te conocí me mentiste, siempre intentaste esconder todo de ti mientras me seguías. ¡Ni siquiera ahora tienes los ovarios para confesar algo así!

—¿Confesar qué?

Sacó de su bolsillo un encendedor. Mi encendedor.

—Cuando desapareciste en ese humo raro y tu mochila se desintegró encontré esto entre tus cosas. —Me lo lanzo y yo lo caché.

Ni como negarlo, le había escrito mi nombre cuando se lo robe a Dabi.

—Solo lo tengo por cualquier cosa, no es como si... ——Ni siquiera pude alzar la vista para volver a verte, porque un cigarrillo calló a mis pies.

Me habías atrapado.

—¿Cómo explicas esto? —Cuestionaste—. ¿Algo más que me quieras ocultar? —Preguntaste con ironía—. ¿Desde cuándo fumas, Xiao?

«Desde que te fuiste. Cuando supe el plan que incluía a los nomus y al asesino de héroes. Cuando supe que todo el plan iba muy en serio y yo no podía hacer nada más que seguirlo al pie de la letra.»

No respondí, solo apreté el encendedor en mis manos.

—N-no impo...

—Si que me importa, quieras o no. Quiera que me importes o no. ¡Maldita sea, ya quisiera que no me importará ni un poco una insignificante pulga horrible como tú! — Estallaste pateando un bote de basura de la calle, explotando el letrero de "orgánico".

—Solo... Es solo que me ayudaba a pensar y a calmarme. —Apretaba el encendedor en mis manos.

—¡¿Calmarte de qué?! ¡¿Qué tanto pensabas como para destruirte poco a poco?!

«El como destruirte a ti.»

—¡Creí que eras más inteligente y resultaste ser una tonta! —Tus gritos no pararon. Yo solo me limitaba a tener los ojos cerrados aguantando tus gritos.

—Cuando te fuiste a tus prácticas. —Te interrumpí, porque si no seguirías regañandome y tus insultos no se detendrían — Pasaron muchas cosas donde yo estuve. —Mi voz temblaba y sonaba rara, ya que tenía un nudo en la garganta.

No te veía a los ojos, mantenía mi mirada en el suelo.

Aunque quisiera cerrar la boca porque sabía lo que me convenía, ya era demasiado tarde. Tenía que hablar sí o sí, porque tú no me dejarías marchar sin darte las respuestas que querías.

—¿Qué ocurrió? —Cuestionaste con voz áspera.

—Presencié lo de Hosū. —Confesé sin mucho pensarlo y pude oír como dejaste de respirar súbitamente, como si alguien te hubiera arrebatado el aliento de vida en un segundo—. Estuve ahí, y eso me puso a pensar demasiado.

No mentía, hablaba en serio. Había visto todo desde un lugar seguro con Shigaraki viendo su "festival del terror". Y si el de piel quebradiza buscaba que todo eso me corrompiera la mente, lo logró por un breve momento.

—¿Pensaste qué? —Titubiaste.

¿A qué le tenías miedo, Bakugō? ¿Le temias a mi respuesta?

—Pensaba que tú no deberías ser un héroe. —Mordí con fuerza mi labio, reuniendo el valor para continuar—. Ser héroe significa que terminarás casi muerto como tus compañeros en alguna pelea o definitivamente te asesinaran. Entonces comprendí que tenía dos opciones: O impedirte llegar a serlo, cosa que se muy bien que ni aunque te amenazaran a muerte renunciarias a tu sueño, o... —¿Pero que estaba haciendo? ¡Casi se me escapaba todo mi antiguo plan!

El estómago se me revolvió y lleve mis manos a el, como si eso fuera a calmarlo.

—¿O qué? —Cuestionaste tosco—. ¡Vamos habla! ¡Ya empezaste, ahora no pienses en cerrar el hocico! —Exigiste desesperado por mi silencio—. ¿¡Cuál era la otra maldita opción, Xiao!? 

Estabas perdiendo la paciencia y tu expresión solo demostraba la decepción que estabas sintiendo.

—¡Habla! —Me tomaste de los hombros y me sacudiste.

—O desaparecía de tu vida para no perjudicar tu futuro. —«A cambio de mi libertad.»

Me soltaste decepcionado.

—Cuando me llamaste la mañana en la que llegaste después de tus prácticas para reencontrarnos pensaba colgar la llamada y bloquearte de todas partes. Quería desaparecer.

Tu ceño se frunció con disgusto.

—¿Pensabas... Jajaja. —Reiste sin terminar la pregunta, echando tu pelo hacia atrás frustrado, sin entender nada de lo que decías—. ¿Tú... —Diste un paso a mí, haciendo que retrocediera con cierto miedo—. No huyas, ya no tienes derecho a huir. —Regañaste tomando mi cintura sin cuidado, impidiendo así que escapara.

—¿Q-que haces? —Comence a temblar.

Shigaraki me tomaba así cuando tenía dobles intenciones, así que no pude evitar querer pegarte una bofetada y salir corriendo.

—¿Tú pensabas abandonarme después de llenarme la cabeza con tu molesta presencia?

Muy diferente a lo que creí que dirías o que harías, tomaste mi mentón cómo esperando que eso logrará calmar mi asustado cuerpo que temblaba como gelatina.

—¿Y ahora crees qué te voy a hacer daño? —Soltaste dolido haciendo que te vea al inclinar un poco más tu cabeza de lado en busca de mi mirada asustada—. Creí que me conocías. Creí conocerte. —Estabas muy decepcionado.

Me soltaste casi de un empujón.

—¡Juraste que me apoyarias! —Estabas demasiado alterado, te llevaste tus manos a tu despeinada melena—. ¡Y yo te creí, maldita sea! —Tiraste de tus cabellos—. ¡EN SERIO ME HICISTE CREER QUE PODÍA CONTAR CONTIGO!

Estabas furioso. Tus manos parecían bombas que querían estallar mi rostro, pero te contenias, explotando en el proceso la comida con la servilleta que estaba en el suelo, el letrero de la basura quedó echo cenizas y al bote lo mandaste a volar ya hecho pedazos. Incluso te desquitaste con las enredaderas que adornaba la pared de una casa.

—¡¿Por qué me engañaste haciéndome creer que eras una estúpida fanática?! ¡Tóxica hipócrita extra de mie...!

Crash.

Cerré los ojos con fuerza recibiendo todo tu disgusto  oyendo mi corazón quebrarse, y al parecer tú también lo oíste, porque dejaste de gritar súbitamente.

No proteste. Era cierto. Había sido una tremenda hipócrita al querer destrozarte mientras sonreía y me colgaba de ti. Y por eso dolía más, porque no había manera en la que pudiera defenderme de esa acusación verdadera.

Trague saliva y asentí con la cabeza. Apreté el encendedor en mis manos, dispuesta a terminar con todo.

Entonces así sería, yo era la villana de tu vida. No tenía otro papel que interpretar más que ese.

Me sentí ridícula queriendo ser algo más.

—De acuerdo. —Fue lo único que salió de mi garganta con un nudo horrible que me anunciaba que una palabra más y me largaria llorar como niña pequeña.

Y si así reaccionaste con ni siquiera la mitad de la historia, no tenía ni idea de cómo te pondrías si te contaba el resto. Seguramente me matarías ahí mismo, luego verías como revivirme para que me pudriera en la cárcel después de revelar todo a las autoridades.

Porque así era la cosa. Tú el héroe, yo la villana. No había más.

—Fui hipócrita. Fui basura, no, soy basura. Lo sé perfectamente Baku... Senpai. —El nudo en mi garganta se hacía cada vez más y más grande—. Incluso ahora venía hasta acá con el fin de seguir a tu lado como si nada hubiera pasado después de ayer.

—¿Y qué harás ahora que ya no te quiero como una estúpida fan? —Soltaste con odio.

¿Que qué haría? No lo sabía. Por lo que no respondí.

—¿¡Por qué no respondes!? ¡Deja de quedarte callada y di que es lo que quieres!

—¡Es que no lo sé! —Grite frustrada estrellando el encendedor contra el piso—. ¡Siempre me dicen que hacer que ya no tengo idea de cómo decidir por mi cuenta! —Pise el artefacto con todas mis fuerzas, haciéndolo añicos—. ¡Todo esté tiempo fui doble cara porque uno me decía que hiciera algo y otro me decía otra cosa totalmente diferente! ¡Y SÉ QUE TENGO LA CULPA POR SER TAN INGENUA CREYENDO QUE SIEMPRE HABRÍA ALGUIEN QUE RESOLVERÍA MIS ESTÚPIDOS PROBLEMAS! ¡NO MEREZCO AMOR, NO MEREZCO PERDÓN Y DEBERÍA MORIRME PARA DEJAR DE SER UN TÍTERE QUE PERJUDICA A LOS DEMÁS! ¡Y LO PEOR ES QUE QUIERO MANDAR AL CAÑO A TODOS! ¡QUE SE PUDRAN POR HACERME TAN HIPÓCRITA! ¡QUE SE PUDRA MI "HERMANO" ABUSIVO Y SUS AMIGOS QUE TANTO ODIO! ¡QUE SE PUDRAN MI "PADRE" QUE ME DESHECHO POR NO SERLE ÚTIL! ¡QUE SE PUDRAN MIS COMPAÑEROS Y EL ESTÚPIDO DE GIREN! ¡INCLUSO YO QUIERO PUDRIRME Y QUE ESCUPAN SOBRE MI TUMBA PORQUE SOY UN INMUNDA HIJA DE!

—¡XIAO! —Me sacudiste tomándome de los brazos, lo cuales no me había dado cuenta que tiraban con fuerza de mis cabellos.

Fue cuando alce mi mirada a ti que note que estabas cubierto de sudor y respirabas agitado por la densa niebla de vapor que me rodeaba.

«¿En qué momento active mi quirk?» me pregunté viendo a mi alrededor mientras intentaba calmarme.

—Basta, ya cálmate. —Apretaste un poco tu agarre mientras me hablabas firme.

—Perdón.  —Por el contrario de segundos atrás, mi voz salió débil y temblorosa, bajando mi vista y cerrando los ojos para absorber la niebla que había creado, porque sí, podía atraparla en mi cuerpo y tener reservas de vapor y calor dentro mío para cuando la humedad no fuera suficiente en el entorno—. A puesto de que ya es tarde. Deberías irte. —Di un paso atrás con el fin de liberarme de ti y poder marcharme, pero no me dejaste.

—No me importa. —Expresaste serio.

—No rompas tu perfecta lista de puntualidad, eso no te convendrá para tu futuro. —Volví a intentar lo mismo, pero el resultado fue igual, no me dejabas ir.

—Me importa un bledo.

—Pues a mí no. —Alce la cabeza por fin para verte a la cara—. No vale la pena que me retengas, ya estuvo, descubriste que fui una hipócrita. Se acabó.

—¿De verdad piensas dejar que yo crea eso? — Tú expresión era de confusión con decepción pura. Y la verdad ya no sabía que era lo que querías que te respondiera.

—No pienso responder. Esto solo terminara peor si continúo.

—¿Por cuanto tiempo me engañaste? ¿Por cuanto tiempo fingiste estar apoyandome para aplastarme? —Te inclinaste un poco más para quedar a mi altura.

—¿Y todavía piensas darme oportunidad de excusarme? Por favor Bakugō, tú no puedes ser tan bueno con alguien como yo, simplemente no es justo.

—¡SOLO RESPÓNDEME, MALDITA SEA! —gritaste furioso, harto, irritado, frustrado. Todas esas emociones te las producía una simple extra como yo.

—Ya te dije, lo decidí firmemente cuando llegaste de tus prácticas.  —Confesé en voz baja apretando mis labios mientras veía mis zapatos de nuevo.

—¿Y todo lo que me decías anteriormente a eso? —Seguías con esa misma expresión desesperada. Pero no podía seguir hablando, porque comencé a sentir que alguien nos observaba—. ¡Contesta! —Me sacudiste un poco al notar que mis ojos paseaban "perdidos" por todo nuestro alrededor.

—Antes de eso... Yo de verdad te admiraba.

—¿Y... Continuas haciéndolo? Los besos de ayer, tus palabras... ¿todo era falso? —Tu voz flaqueo en algún momento de la oración, y pude sentir que temias a mi respuesta.

¿Cómo podía una simple fan causar tanto en su héroe? Me sentí aún más basura.

—No sé que responder a eso. —Intente mantenerme serena, quería tragarme mis lágrimas y mantener la compostura para no largarme a llorar en tus brazos rogando un segunda oportunidad.

No podía arruinarte la vida insistiendo en permanecer a tu lado.

—Solo se sincera. Ten los ovarios de decir la verdad una vez, solo una maldita vez en tu vida. Es lo único que pido. —Tu ronca y desgarrada voz por tus emociones contenidas me sacudía el corazón.

—La verdad. ¿Sin importar cuál sea, de verdad la quieres oír? —Aprete mi mandíbula para que no se me escapara un sollozo.

—Solo escupela. —Apretaste más fuerte mis brazos con tu mirada clavada.

—Creo... Creo que te quiero.

—¿Crees? —Preguntaste un poco ofendido.

—Sí, "creo", porque si estuviera segura sería peligroso para ambos.

«Mi amor significaría "peligro" para ti. Porque si él se entera que te amo, entonces me usaría en tu contra».

—Senpai, ya no sigas. —Proseguí al notar que no sabías que responder a eso—. Esto es más perjudicial de lo que crees. —Con cierto temor, llevé mis manos a las tuyas que me sostenían para quitarlas de encima mío.

Con suavidad las retire mientras acariciaba el dorso de tus grandes manos con mi pulgar.

—Ya te he hecho daño por lo que veo, jaja. — Reí levemente al oír mis palabras en voz alta—. Y la verdad es que yo no soy nadie para lastimarte, así que olvidemos todo lo que ha pasado hasta ahora. Yo te apoyaré siempre desde las sombras donde no te pueda perjudicar más. Tú seguirás adelante, tan brillante como siempre lo has sido sin tener que traer un chicle fastidioso pegado a tu pie todo el tiempo, ¿de acuerdo? —Intente sonreír dejando caer tus manos al soltarte.

—Escoria. —Soltaste en voz baja, como un gruñido de odio.

—Gracias por toda tu calidez, senpai. Y perdóname por favor. —Te reverencie realmente arrepentida por absolutamente todo, desde el momento en que te seguí después de que me salvarás de ser asaltada solo para entregarte esa simple barrita energética hasta el hecho de que te había acosado en busca de atención.

Sentí repugnancia cuando recordé todas mis acciones hacía ti mientras caminaba alejándome de dónde estabas parado apretando los puños y con la cabeza gacha.

"Me está odiando. Lo sé". Pensé mordiendo mi labio.

—¿Sabes que estás en un gran problema, verdad? —Su detestable voz pego a mi oído con si aliento tibio.

—¿Qué quieres Giren? —Pregunte con repugnancia tallando mi oreja para deshacer esa horrible sensación que me dejó.

—Nada. Solo quiero divertirme.

—¿Y divertirte implica decir incoherencias? —Veo como voltea la silla de adelante de mi lugar para sentarse y quedarse contemplando mi cara por un largo rato—. ¿Ahora qué?

—En serio eres la cosa más fea que he visto. Cada expresión tuya es ridícula y graciosa. No entiendo cómo esa bomba de tiempo y el pedófilo pueden estar detrás de tu trasero. ¡Oh! ¿O es qué acaso eres realmente buena en la cama? ¿Debería estafarte para probarte también?

Mis ojos se abrieron como platos al oírlo decir todo eso en voz alta sin vergüenza.

—¿Eh? ¿La fea es una prostituta?

—Jaja, y yo que creía que era una mojigata.

—Si le pongo una bolsa en la cara su cuerpo no se ve tan mal últimamente.

Las voces a mi alrededor no dudaron en hacerse oír como si estuvieran contando los mejores chistes que tenían. Todos querían decir algo y que los demás les prestarán atención, aunque eso fuera a causa de mi humillación y reputación.

—¿Qué estupidez dices? —Mi rostro se tensó y apreté mi lápiz que sostenía mientras dibujaba cualquier tontería en mi libreta.

—¡Jajaja! ¡Ese tipo de caras son las más ridículas que haces! ¡JAJAJA! —Rio exageradamente mientras golpeaba el suelo con su pie.

Todos empezaron a reír mientras me veían.

«Basta, basta, basta. ¡Cierren la boca!» No podía hacer nada más que apretar mis manos hasta quebrar el lápiz que tenía. Mis labios estaban fruncidos llenos de impotencia por no poder hacer nada.

—¿Quieres callarte? —Me contenía de gritarle. Porque si lo hacía, seguramente terminaría como horas atrás en las que me había salido un poco de control. Y en ese momento no estaba Bakugō a mi lado para tranquilizarme, y la verdad nunca más lo estaría.

—¿Y qué si no lo hago? ¿Me amenazaras con besarme como lo has estado besando a él?

—¿Nos viste?

—Creí que ya sabías que mi trabajo era seguirte.

—¿Cu-cuánto oíste? —Mi voz temblaba de la ira que sentía.

—Mmm, ¿ayer u hoy?

—¿Cuánto oíste de todo? —Me puse más firme.

—¿En serio quieres saber? —Entrecerró los ojos con malicia—. Si fuera tú me preocuparía por como arreglar el lío que hice. —Susurro acercándose a mi rostro amenazante—. Tú novio no debió tocarme nunca un pelo. —Sonrió psicópata y se largo a su sitió, dejándome paralizada en mi lugar.

¿Qué había hecho? ¿Se lo había contado todo, absolutamente todo lo que oyó en este tiempo a Shigaraki?

Mi estómago se revolvió y comencé a tener fuertes náuseas.

El castaño me vio de reojo y sonrió de lado con cinismo.

—Estas muerta.  —Movió sus labios y yo temí por mi vida.

Ese chico solo entro a mi vida para terminar de arruinarla. Giren era un espía bastante obvio, lo que lo hacía aún más tétrico por el descaro que mostraba. Siguiéndome en las sombras, informando cada cosa que hacía al despiadado de Shigaraki que no deja de dejar notas en mi pequeño comedor con frases como:

"nos vemos pronto"

"él es igual a todos"

"al final siempre fuiste solo mía"

"yo te vengaré"

"yo me vengaré"

"¿me extrañas?"

"estarás bien con nosotros, igual que siempre"

"no pienses en huir"

"te sigo"

"¿acaso caminas con miedo? Jaja, ¿por qué?"

"borraré cualquier rastro de los labios de ese mocoso de tu boca"

"espérame, me tendrás a tu lado más pronto de lo que crees"

Cada maldita palabra, cada condenada oración, cada letra escrita en esas hojas me llenaban de terror.

Estaba sola de nuevo. Y ahora la situación sería peor cuando lo encontrará cara a cara. Lo sabía muy bien, pero a pesar de mis miedos, no podía dejar de preocuparme por ti.

¿Estarías a salvo? ¿Recibirías amenazas igual que yo? ¿Te sientes perseguido?

No me siento segura en las calles. Hace dos semanas que no tengo quien me acompañe de ida y de regreso a casa, volví a ser la chica solitaria y perdedora que siempre fui.

Cuántas veces no quise ir a echar un vistazo, a ver cómo estabas. ¿Me extrañarias? ¿Te sentirías mal? O por el contrario, ¿Te sentirías aliviado, libre, y en calma contigo mismo? ¿Qué tanto sentiste durante todos esos días? ¿Extrañaste mi comida, mi compañía, mi cercanía? Porque yo sí. Extrañaba cada maldito día estar a tu lado.

Pero los dos sabíamos bien que era lo mejor para ti. Así que no apareciste durante todo ese tiempo ni una sola vez.

O así había sido hasta aquel día.

Era un martes, recién iniciaba la semana y ya me sentía de la patada.
El estrés me estaba haciendo botar cabello por montón, me había alterado aún más el acné.

Estaba desesperada. Shigaraki había cumplido su palabra y me había quitado más de la mitad del dinero que me daban para sobrevivir, así que definitivamente ya no tendría para el dentista, el cual mi cita ya se había pasado unos días.

No encontraba empleo, ni siquiera de noche. La comida se me estaba acabando y no podía dormir por las noches debido al temor de que Tomura apareciera en cualquier momento para acabar conmigo en mi pequeño "hogar".

Era un desastre aún más grande que cuando nos conocimos. Y en esas terribles condiciones físicas fue que me tope contigo.

Solo una vez, solo necesitaba verte una sola vez a lo lejos, verte bien y feliz, claro, si esto último fuera posible; pero con ver tu rostro tranquilo, sin rastros de insomnio, molestia o preocupación, eso estaría bien para mí. Sería más que suficiente para mantenerme tranquila aunque sea por un momento.

Espere a los lejos de la entrada de tu escuela, por el camino que siempre tomabas de regreso con tus amigos, escondida como la antigua acosadora que era.

Y entonces te ví.

Caminabas solo, ¿por qué? ¿Y tus amigos? ¿No habían asistido a clases o les había pasado algo? Eso explicaría porque tú ceño estaba fruncido de manera diferente, una manera que expresaba preocupación.

Temí lo peor, ¿acaso también estabas siendo amenazado? ¿Te había ocurrido algo?

Mi inquietud empeoró y quise correr a ti para ver qué iba mal en tu vida y tratar de arreglarla.
Pero sabía que no podía hacer eso, porque, para empezar, yo fuí quien comenzó el problema.

—¡Bakugō! ¡Espera! —Una voz masculina te llamo y seguí con mis ojos el lugar de dónde provenía.

Era ese chico pelirrojo, el tal Kirishima que tan apegado a ti había demostrado ser.

«Bien. Eso lo arreglará.» Intenté calmarme dispuesta a marcharme de dónde estaba oculta, confiando en que ese joven era todo lo que necesitabas para quitar esa expresión sombría de tu rostro.

—Déjame. —Tu voz bajita, dolida y con desprecio me freno de golpe.
Nunca te había oído hablar así.

Te oías...

—Por favor, ven con nosotros, solo está vez. Los chicos están más preocupados.

—¡Que no quiero nada! ¿¡No entiendes?! ¡¿Tienes retrasó mental o estás sordo?! —Aun después de gritarle de tal modo, tu amigo no se movió, solo te vio aún más triste.

—Si tanto la extrañas, ¿por qué no vas por ella?

Me congelé viendo al suelo con los ojos como platos.

Esa "ella", ¿era yo?

—Tsk... Yo no la extraño. —Pude imaginarte bajando la mirada avergonzado, guardando tus manos en tus bolsillos esquivando la pregunta como siempre lo hacías cuando te quedabas sin excusas o insultos.

—Lo haces.

—Que no. —Tu voz tembló y salió rota.

Era así como te oías. Roto.

¿Yo cause eso? ¡No era digna de haberte dejado así!

Me sentí como el ser más despreciable por causarte eso.

«No, no, seguramente hablarán de otra persona. No puedo ser yo. Yo no soy nada. Solo soy basura. No hay nadie quien pueda sentirse así por mi culpa. Me estoy sobre estimando al creer que hablan de mí.»  Me rompía cada vez más el corazón mientras retrocedía negando con la cabeza.

Llevé mis dedos a mi pelo y tire un poco de el tratando de regular mi respiración. Estaba agitada de repente. Me arranque cabellos y vi horrorizada cómo los mechones quedaban en mis dedos.

«¡Yo no pude herirlo! ¡Él no debe sentirse así por alguien como yo!» Pero al mismo tiempo me contradecía: «¡soy basura! ¡Soy escoria! ¡¿Cómo puedo pensar en que puede seguir adelante si traicione toda la confianza que me dio?! ¿¡Cómo le pago los errores y los problemas que le cause?! ¡Incluso mi propia vida no corregirá todo lo que he hecho! ¡Mejor hubiera muerto cuando el me rescató la primera vez!»

Mi desesperación me hizo perder la noción del espacio, haciéndome chocar con el bote de basura detrás del cual me había escondido.

El metal choco con el poste que estaba a un lado , resonando, regando la basura al caer y llamando la atención de los que pasaban, incluida la de ustedes dos.

—Xiao. —Me hablaste viéndome a los ojos en shock, como si estuvieras viendo a un fantasma—. Xiao —repetiste mi nombre avanzando un corto paso a donde yo estaba con expresión de horror—. ¿Qué estás...——

Huí. Corrí todo lo que pude, no sin antes dejar densa niebla para que no vieras que camino había tomado.

Llegué corriendo hasta mi departamento respirando muy agitada. Mi pecho subía y bajaba sin control, sudaba y tosía por mi garganta seca.

Abrí de un portazo la puerta y la cerré con las misma fuerza. Me dirigí desesperada a la cocina a tomar directo de la jarra de agua, sin cuidado alguno, mojando así mi uniforme negro.

Me quite y arroje enseguida la blusa, quedando solo en camisón, que igual estaba mojado por sudor y agua, transparentando mi sostén.

—Soy una tonta. ¿Cómo se me ocurrió que seria buena idea? Bakugō me odiará aún más por irlo a buscar. —Camine a mí sofá aguantandome las lágrimas.

—Ja, él no será el único que te odie por buscarlo.

Frené antes de sentarme.

Alce la mirada solo para toparme con Shigaraki en mi sofá sentado, despreocupado pero con una expresión oscura.

—Her-hermano. —Retrocedí asustada, chocando con la silla de mi pequeña mesa para dos.

—¿Ahora soy tu hermano? Jaja, que ridícula eres niña. A un hermano no se le intenta traicionar, abandonar y demandar. —Rio tétrico.

—¡Y-ya no lo haré! ¡Te lo juro! —Me tire al piso de rodillas—. Shi-shigaraki porfavor perdoname, fue mi error. —Frotaba mis manos como si estuviera rezando desesperada, y es que en realidad así era.

—Sí, has cometido bastantes errores estos últimos meses, ¿quieres recordarlos?  —Se inclino hacia adelante, quedando cerca de mi rostro de terror—. Empezamos por el hecho de que te acercaste a él. ¿Creíste que él se interesaría en alguien como tú? Jaja, de verdad eres una tonta. Luego seguimos con tu intentó de enamorarlo.

—¡Esa no era mi intención!

—¿Ah no? ¿Y que hay de todas esas comidas? ¡¿Esas palabras y esos horribles ojos enamorados con los que lo veías?! ¿¡Me tomas por tonto?! —Se levantó gritando furioso.

Preferí mantener cerrada la boca. Decir algo solo empeoraría la cosa.

—¿Recuerdas la vez que intentaste traicionarlo? Ahí también fuiste bastante patética. —Rio entre dientes agachándose frente a mí.

Baje la cabeza, pero él no me dejó tenerla así por mucho tiempo, porque tomo mi mentón y me obligó a verlo.

—Perdón. —Solloce.

—¿Perdonarte?

—No me mates. —Suplique casi en susurró. Sin embargo solo lo hice molestarse, porque su expresión se torno roja de coraje. El miedo en mi cuerpo aumento—. ¡Te lo suplico! ¡Hermano, cariño, superior, por favor! —Comence a llamarlo de múltiples maneras esperando dar con alguna que lo conmoviera de no asesinarme.

×××

Me tomo del pelo y me arrastró por el suelo mientras gritaba piedad.

Me levanto y luego me arrojó al sofá, colocándose enseguida sobre mí.

—¿Matarte? Ja, antes te torturare para que entiendas que estuviste mal en desear ser de él antes que mía. —Susurro a mi oído, lamiendo mi cuello y deslizando sus manos por mi cuerpo—. ¿Me extrañaste? Porque parece que tú cuerpo sí lo hizo.

No puedo borrar aquel día de mi memoria.

Fue tan brusco como nunca había sido. La palabra "piedad" y "humanidad" se fueron por completo de su moral humana, claro, si es que le quedaba o si algún día la tuvo.

Sangré mucho. Estuve tirada el resto de la tarde cuando lo vi marcharse por la puerta si decir ni una palabra.

Apartir de ese día regresó  a diario para repetir lo mismo una y otra, y otra vez. Su ira no se extinguia y me hacía sufrir hasta que él se sentía agotado.

Siempre grite por ayuda, pero al noveno día capte que nadie vendría por mi. Ni siquiera tú.

×××

Entonces me volví como una muñeca inflable. Solo ahí, aguando el dolor, sin emociones, sin esperanza.

Estaba muerta en vida.

Y en secreto, en lo más hondo de mi ser, rogaba porque tú llegarás.

Pero nunca lo hiciste. Aún así, nunca te culpe. Solo yo tenía la culpa de mi desgraciada vida.

Subí escalón por escalón tomándome todo el tiempo del mundo en hacerlo.
No quería llegar arriba solo para abrir la puerta y oír esas odiosas palabras de siempre: "desnúdate ahora".

—¿Qué haces ahí como tarada?

¿Cuánto tiempo había pasado desde que te ví? ¿30 días? ¿40?

No quise voltear a verte.

—¿Tú qué haces aquí?

—Alguien no volvió a recoger la basura que regó. —Oi tu voz indiferente. Entonces avanzaste un poco, al inicio de los escalones.

—Ese alguien fue muy tonto.

—Lo es.

Silencio por unos segundos que me parecieron eternos. ¿No dirías nada más? ¿Solo venías a molestarme?

Subí otro escalón y me quedé otro rato en el mismo.

—¿Qué haces ahí como tarada? —Repetiste.

—¿Qué quieres? —

—Ya te dije, alguien no recogió la basura que regó. —Subiste un escalón.

—¿Qué rayos quieres? —Insistí molesta.

—¿No me extrañas? —Sin dudar ni un segundo soltaste tal pregunta subiendo otros tres escalones. Estabas a solo dos debajo mío.

—¿Qué quieres qué responda? —Mi voz tembló al final.

—La verdad. —Respondiste seriamente.

—La verdad, jajaja... –Negue con la cabeza tras mi risa amarga– ¿Qué verdad quieres oír? ¿Qué te extrañe tanto que sentí morir? ¿Qué no he podido seguir entrenado desde ese día? ¿Qué casi me estoy quedando calva del estrés? ¡¿O quizá que después de ese día que tire la maldita basura mi vida ha sido un estúpido infierno ardiente que me quema la piel?! ¡Dime qué verdad quieres Bakugō y te la daré para que te largues!

Me gire molesta solo para ver tus ojos con lágrimas, haciéndome cerrar la boca y cambiar radicalmente mi expresión a una de confusión y sorpresa.

—¿Por qué lloras? —Verte con tus ojos apunto de soltar la primera gota salada, me hizo querer llorar también.

—¿Por qué pareces estar muerta?

Tus palabras me impactaron.

Derramaste la primera lágrima.

—No-no se que quieres decir. —Voltee a otro lado, porque sinó yo también lloraría.

—Te he visto hacer lo mismo la última semana cada que llegas después de clases.

Frunci el ceño y te vi con molestia.

—¿Me estuviste siguiendo?

—No tienes derecho a reclamarme eso, pulga acosadora.

Tenías razón. Así que no me quedó de otra más que morder mi labio aguantando las ganas de subir corriendo. Pero lo que me esperaba arriba era muchísimo peor.

—¿Entonces me dirás por qué no quieres llegar? ¿O me mentiras de nuevo?

—No tengo porque responderte.

—Claro que tienes que hacerlo. —Subiste lentamente los últimos dos escalones, quedando un poco más bajo. Solo estando así era que te podía rebasar un poco—. Xiao, ¿él te ha vuelto a tocar? –Interrogaste con voz baja.

Ya no pude. Mis lágrimas se soltaron como si alguien abriera una llave de agua. Mis ojos parecían dos cascadas. Sin embargo no podía hacer ruido al llorar, Shigaraki lo odiaba, así que lleve mi mano a mi boca para callar mis sollozos.

—Lo ha hecho, ¿verdad? —Avanzaste otro escalón.

–Es mi culpa. Todo es mi culpa. –Sollozaba entre dientes con mis labios temblando al igual que mi cuerpo.

Me abrase a mi misma mientras me iba haciendo bolita poco a poco.

–Soy una asquerosa prostituta. Estoy contaminada. Estoy en el infierno mismo. –Gemía de dolor mientras estaba agachada.

No decías nada. ¿Será que verme sufrir te causaba placer tras todo lo que te hice?

Error. Error. Error. Siempre estoy demasiado errada.

Te doblaste sobre tus rodillas y me abrazaste con precaución y cuidado tal y como estaba. Acariciaste mi cabello con delicadeza, como si al mínimo tacto fuera a repelerte, igual que un cachorro callejero maltratado.

–¿Me dejas matarlo? –Murmuraste en mi oído, oculto por mis cabellos.

Negué rotundamente con la cabeza.

–¡No! No quiero que te haga daño. –Despegue mi rostro de tu hombro y te vi con los ojos rojos.

–Sabes que no lo hará. Antes le reviento su cara y sus partes por lo poco hombre que es.

Estabas furioso, lo percibía en tu voz, pero tú semblante mostraba otra cosa. Estabas serio y tu mirada no tenía brillo. Tus orbes rojos conservaban rastros de lágrimas que también habías derramado.

–No puedes verlo. Te lo digo muy en serio Senpai, es por tu bien. –Llevé mi mano a tu mejilla y la acaricie con cariño y con delicadeza.

–¿No me crees capaz de defenderte? ¿Sigues dudando de mí?

–¡No! ¡Confío en ti, pero no confío en él! ¡Es capaz de matarte! –Te tomé de los brazos mientras mi voz subía de tono con demasiada preocupación.

–Deberias haberle hecho caso. –Su voz detrás de mí heló mi sangre.

¿Cómo llego tan pronto a nosotros? ¿Uso a Kurogiri? Lo más probable.

–Si no quieres morir aléjate de ella. –Sentencio.

No podía voltear a verlo. No quería encontrarme con esos ojos llenos de irá y con sed de muerte y caos. Esos ojos que tanto sufrimiento me causaron noche tras noche.

–Corre. –Susurre con mis ojos como platos–. Corre y no mires atrás. –Mi mirada te rogaba que huyeras.

Pero no lo hiciste.

–Entonces tu eres el infeliz que tocó a mí chica. –En lugar de hacerme caso, me apartaste con gentileza e hiciste que bajara un par de escalones para quedar detrás tuyo.

–¡Jajaja! ¡Ella es de mi propiedad! –Se burló cínicamente.

Shigaraki no traía la mano de Padre en su rostro, en su lugar portaba una mascarilla negra y ocultaba sus cabellos opacos tras su capucha. Al menos no es tan idiota como para revelar aún su identidad.

–¡Ella solo se pertenece a si misma, animal! –Y con ese grito lleno de cólera se lanzó a explotar su rostro.

–¡No lo hagas Bakugō! –Exclame aterrada.

¿Y si de verdad lo matabas? ¿Te volvería culpable de asesinato? ¿Serías un homicida a tan temprana edad? ¿Arruinarías tu vida por mi culpa? ¿O si resultaba al revés y Tomura te mataba?

Mi cabeza se ahogo entre cientos de dudas mientras veía en cámara lenta como volabas por los aires debido al impulso con el que saltaste y gracias a tus explosiones que te elevaron justo para caer encima del que alguna vez llame "hermano", mientras esté último alzaba su palma extendida para recibir de lleno la explosión pero también para desintegrarle el brazo a mi querido héroe.

No lo lograría. Bakugō, perderías el brazo y Shigaraki seguramente me mataría frente a tus ojos.

No quería eso. Ni para ti, ni para mí.

Así que, con una adrenalina como nunca la había sentido y con rapidez,  mi cuerpo se llenó de toda la humedad posible que hubiera al rededor y libero una densa neblina sofocante que ni siquiera veía más allá de mi nariz.

La luz viajo más rápido que el sonido y mis ojos solo vieron como tu silueta con tu mano extendida como proyectil dio contra alguien.

¡BOOM!

Después ya no ví ni oí nada más. Ni un grito ahogado, ni una risa, tampoco quejas o insultos. Era como si hubieran desaparecido.

–¡KATSUKI! –Grite desesperada entre mi propia densa niebla.

Sudaba como nunca, el calor me sofocaba a mi misma y eso que yo estaba acostumbrada a mi quirk, así que no podía ni imaginar cómo estarías tú.

Si una persona común permanencia demasiado tiempo entre la neblina que creaba podía morir sofocada, tal y como había estado practicado contigo.

–¡Katsuki, responde! ¡Por favor! –Agitaba mis manos intentando despejar el camino.

Por supuesto que no la absorberia, la niebla me servía de protección contra Shigaraki. Así que continúe por unos segundos más con la misma táctica.

–¡Por favor contesta! –Comenzaba a desesperarme. Mi corazón latía a un ritmo que no era normal, lo podía sentir a través de mis costillas, de mis músculos, de mi carne, de mi piel.

¿Acaso era todo? ¿Habías muerto y Shigaraki se había esfumado?

–Por favor, mi vida... N-no... –Mis piernas fallaron. No podía respirar. Cómo si estuviera teniendo un ataque de pánico, los gritos no dejaban de salir de mi garganta.

Reía, lloraba, maldecía. Parecía fuera de mis cabales, no, más bien, estaba fuera de ellos.

Arrañaba el piso mientras gritaba tu nombre y absorbía toda la niebla.

Ya no me importaba si me exponía, quería ver dónde estabas.

–Katsuki, por favor, responde. –El aliento se me iba del cuerpo.

–Oye. –Una mano me tomo del hombro.

–¡AH! –Grite mientras me giraba bruscamente.

Ví con mis ojos inundados de lágrimas a la persona frente a mí.



–N-no puede... No puede ser. –Quede en shock.



Había sobrevivido.


¿Cómo lo logró? Ese ataque fue letal.



–¿Creíste que te librarias de mí fácilmente?




–Pe-pero... Tú...




–Tonta. –Se desvaneció y yo me apresure a tomarlo con todas mis fuerzas, evitando que diera contra el suelo.



–Estas vivo. –Seguía en shock.



–Ese idiota no era rival para mí.






–¿Qué le hiciste?





–¿No es obvio? Tire a matar.



Tenía sangre en su brazo. Su ropa estaba destruida en esa zona y sangraba. La piel que debería cubrir del codo hasta el hombro estaba al rojo vivo.

–Esa sabandija no te molestará más.

No dije nada más. Para mi sorpresa mi corazón dolió al oírle confesar tal cosa, pero, ¿era por el hecho de que quiso matar a alguien o que lo logró, o era el hecho de que había perdido al que alguna vez fue lo más parecido a una familia y mi primer amor?

–Lo hice... Por ti. –Tomaste mi mejilla y me hiciste verte a los ojos–. Ahora estarás a salvo a mi lado.

–Eres increíble. –Llore mientras luchaba por ponerlo de pie, pasando un brazo suyo al rededor de mis hombros–. Tenemos que salir de aquí. –Intente caminar con él pero estaba muy débil.

–¿Eso es todo? ¿No dirás nada más? –Su boca se frunció con cierto desagrado y decepción.

No conteste. La niebla casi se disipaba y yo no quería ver ningún cadáver. No quería ver su cadáver.

–Pudrete pulgosa. –Rechistaste e hiciste un esfuerzo por caminar por tu cuenta, obviamente sin éxito.

Así es. Habías sobrevivido pero en el proceso tu piel se había desintegrado.


–¡Cuidado! –Me lance a recibirte, cayendo ambos al suelo, tú sobre mí, tu rostro en mi cuello, tu respiración agitada y caliente me erizaba la piel. Tu sangre manchaba mis manos y ropa. Necesitaba ayuda.

–¡Ambulancia! ¡Rápido!

Los vecinos que nunca estuvieron cuando suplique ayuda salieron de sus departamentos al notar a un herido.

No me importo que me abandonaran en mi miseria, o que nunca me prestarán ni un poco de atención, agradecí enormemente en mi corazón que, por esa ocasión, estuvieran viendo todo a través de sus ventanas la extraña discusión y batalla que se armó, porque, por ellos, pudiste sobrevivir un día más.

–Bakugō, todo estará bien. No me iré de tu lado. –Hablaba intentando seguir el paso de la camilla cuando la ambulancia llegó.

–No. Quédate. –Tomaste mi mano. No la querías soltar.

–Me comunicaré con tus papás, solo espera.

–¡Que no! ¡Vienes conmigo! –Brincaste molesto en la camilla apesar de que la anestesia ya te había sido colocada.

–¡Jovencito no se arrebate o se puede herir más!

–¡Yo no voy a ningún lado sin mi pulga! –Protestaste luchando por no cerrar los ojos.

Mi corazón se enternecio al oír tus palabras, así que, sin soltarte ni un segundo la mano, subí a la ambulancia contigo, fue entonces que pudiste dejar que el medicamento hiciera efecto. Poco a poco comenzaste a cerrar los ojos.

–¿Es familiar suyo? –Pregunto el paramédico a mi lado.

–No, soy...

¿Qué era? ¿Su fan? ¿Su amiga? ¿Su ex amiga? ¿Archienemiga? ¿Que rayos era?

–Es mi novia. –Pronunciaste soñoliento antes de quedar inconciente.




































    ¿Qué ocurrió? O más bien, ¿que no ocurrió desde que te conocí y te atravesaste en mi camino, poniendo mi mundo de cabeza, sacándome del hoyo de la desdicha y resultando mi salvador?

Te debo la vida y más. Te debo mi lealtad. Mi ser. Te debo todo lo que ahora soy Bakugō Katsuki.

Y verte dormir en paz fue un regalo para mí. 

Descansabas en la camilla del hospital, con tu brazo vendado y con los medicamentos indicados ya sido administrados.

Esperaba paciente a que despertarás mientras sostenía tu mano. Quería estar presente cuando despertarás y decirte lo mucho que te debía.

No obstante, llegaron tus padres alterados y decidí que debía dejarte a solas con ellos mientras el doctor les explicaba ciertas cosas.

Salí al pasillo y me senté en el suelo mientras esperaba tranquila a qué pudiera regresar a tu lado.

Sin embargo no podía evitar sentir tremenda culpa por haber terminado herido. Y el sentimiento solo era peor cada que recordaba que, tras extinguirse mi neblina por completo, darme cuenta que Shigaraki había desaparecido. No había no rastros de él.

Se esfumó igual que el humo tras un incendio, dejando rastros de su presencia solo en el ambiente con olor a carne quemada.

Seguía suelto, y sabía que, tarde o temprano, sutil o de frente, él volvería por ti y por mí.

–¡¿Dónde está?! –Algo se rompió dentro de la habitación.

Me levanté preocupada por el escándalo. ¿Debía entrar?

–¡Hijo, cálmate!

–¡Llamen a seguridad al cuarto 312! –Solicitó el doctor.

–¿¡Dónde la dejaron?!

¿Me buscabas?

«Ay no, ¿y si me odia por haber terminado aquí? Después de todo esta herido y...» mi cabeza se llenó de preguntas negativas como siempre mientras dudaba si entrar o no.

–¡Traiganme a Xiao! –Con brusquedad, la puerta que tanto dudaba si abrir o no, se deslizó veloz, firme. Y detrás de ésta, estabas tú.

Me viste con los ojos abiertos como platos, y yo me quedé quieta sin saber que hacer o decir.

–Y-yo, –¿que debía hacer?– ¡No quería que terminaras de esta forma! ¡Lo siento! –Estaba por inclinarme para rogar tu perdón cuando me abrazaste con fuerza.

Entre tus firmes brazos me refugiaste. Escondiste tu rostro entre mi cabello y sentí tu corazón palpitar como loco al dejar mis manos en tu pecho.

El aroma a medicinas te acompañaba, pero percibí tu delicioso aroma en tu ropa.

Eras cálido. Me hacías sentir segura.

–No vuelvas a hacer eso. –Murmuraste con voz débil.

¿Estabas... Quebrado?

–Cada que despierte quiero, no, –corregiste– necesito que estes a mi lado, ¿entiendes? –Te despegaste de mi lentamente y tomaste mi rostro con ambas manos.

Me sentía pequeña a lado tuyo.

–Bakugō. –Queria llorar, si seguías viéndome con esos ojos aguados en lágrimas yo terminaría en un mar de llanto.

–Creí haberte oído llamarme mi vida.  –Sonreiste levemente de lado con cierta diversión y a la vez con ilusión.

–¿Lo-lo oíste? –Me sonroje fuertemente.

–Obviamente. Cualquiera que estuviera allí hubiera escuchado como casi morías por perderme. –Te acercaste más a mi rostro, quedando solo a centímetros del mío.

–Es que estuve apunto de hacerlo. –Murmure.

–Ehm, ¿chicos? –Hablo el señor Bakugō detrás de nosotros.

–Cállate viejo, estoy apunto de besar a mi chica. –Sonreiste malicioso.

–Espera, ¿a punto de q...

No pude terminar de repetir la pregunta porque tenía tus dulces labios heridos sobre los míos.

Dulce, tierno, cuidadoso. ¿Podía existir un beso tan gentil como el que me diste? No, claro que no. Tus labios me bastaron para comprender que nunca encontraría a alguien como tú.

En ese momento solo quería disfrutar de ti. No quería pensar en que Shigaraki seguía suelto, en que ya no tenía hogar al cual volver y mucho menos tendría dinero para subsistir. No me importo darle la espalda al que alguna vez llame "Padre". Y quise ignorar el gran daño que tenía psicológica, emocional y físicamente por todos los años y los últimos días de abuso físico y sexual.

Esos problemas los resolvería después. Quise vivir el momento sin pensar en nada más. Solo eso.

Aveces la felicidad puede ser tan sencilla que te llena por dentro.

Ignore por ese instante el gran problema que se estaba maquinando desde la sombras. No pensé en las consecuencias que se avecinaban como un tsunami sobre una pequeña y simple choza a la orilla del mar.

Fui tu fan, luego tu novia, ¿y después? Creí que habría futuro para nosotros. Sin embargo aquí estamos de nuevo, con culpa de muertes encima nuestro.

Si siendo una simple fan puse de cabeza tu vida, ¿que sucedería en adelante cuando acepte ser tu novia?

Fin del libro uno.

No se vayan aún, que esto todavía no termina.
Sigue el libro dos, como obviamente dicta está historia.

Aún quedan muchos cabos que atar. Muchos problemas que enfrentar como pareja y muchos otros que surgirán. Después de todo, los finales felices no son tan fáciles de conseguir en la vida real.

Caos mental, moral y emocional. El final feliz en la vida de Xiao y Bakugō aún está lejos. ¿Deseas acompañarme en la travesía?

Muy pronto:


Para estar pendientes cuando comience a publicarlo, les invito a seguirme ^^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro