F [falsas esperanzas]
Termine de hacer las anotaciones en mi libreta. Mi letra nunca había sido la mejor, pero al menos era legible y las ideas estaban organizadas decentemente.
—Perfecto.— solté satisfecha dándole un vistazo general a la hoja y sonreí ansiosa por lo que venía.
—Pulgosa.— y justo cuando comenzaba a practicar en mi cabeza lo que te diría, tú llegaste a mi lado, asustandome levemente al no oírte llegar
—¡Ah, maldición! Bakugō, has algún ruido, casi me das un infarto.— cerré la libreta de golpe que casi había salido volando por los aires
—No me importa, ¿qué tienes ahí?— señalaste con tu cabeza la libreta negra que tenía en mis manos
—Quiero proponerte algo, acompáñame a un sitio.— sonreí levemente apretando la libreta en mis manos algo sudorosas y comencé a caminar con esa sonrisa en mi rostro
—¿Qué planeas, pulga?
—Tu ascenso— «descenso» —a héroe.— no tengo ni idea cómo podía estar sonriendo en esos momentos
La conciencia me atormentaba, y eso que todavía estaba iniciando el plan. Si así estaba en ese tiempo, entonces ¿cómo terminaría al verte transformado en un maniaco odiando a los héroes, a la sociedad y odiandome también?
Caminamos un rato más en silencio. Llegando a mitad de camino ya no pudiste aguantar silencio, me jalaste de mi muñeca y me detuviste con brusquedad.
—Deja de hacerte la interesante. Suelta que rayos quieres.— ordenaste apretando un poco más mi muñeca
—No lo hago, es solo que... Ay... ¿Pu-puedes soltar mi muñeca? me lastimas...— me queje expresando un poco de dolor en mi rostro y tu agarre se aflojó, pero no me dejaste
—Habla.— ordenaste alzando tu mentón
—No puedo, esto te lo tengo que explicar en un lugar tranquilo, solo se paciente ¿sí?
—¡Que hables, maldición!
—Mira, no abriré la boca hasta que no lleguemos a...——
No pude terminar de hablar porque tomaste mi cara bruscamente con ambas manos; pasaste un pulgar por mi labios y me susurraste con voz ronca: — Más te vale soltar la sopa ahora sí no quieres que reviente está rebelde boquita tuya...— una provocadora sonrisa coqueta en tu boca se dibujo al sentir mi rostro caliente en la palma de tus manos y observar como mis ojos solo expresaban vergüenza por tu cercanía
—Jaja, si me la reventaras ya no tendrías quien narre tus peleas en tu canal de Youtube.— sonreí traviesa como una niña intentando ahuyentar la emoción que brotó al tenerte así tan cerca mío
—¿Ah?— frunciste el ceño y me soltaste sin cuidado, pero no te alejaste —Explicate, y más vale que no digas estupideces, tengo pendiente entrenar con Kirishima.
—¡Bingo! ¡Podemos comenzar hoy mismo!— solté emocionada, pero tu cara de confusión y desespero me hizo entender que debía aclararme mejor — Bakugō, ¿Qué te parece... abrirte un canal en Youtube donde subas tus peleas y entrenamientos?— pregunté jugando con mis manos
«Tienes que aceptar, vamos, hazlo...»
—Pero que estupidez. Camina y no pierdas el tiempo.— avanzaste chocando hombros conmigo, ignorando mi propuesta
—E-eh... No, ¡espera! ¡Piénsalo!— me gire veloz a alcanzarte tomandote de la manga de tu camiseta blanca —¡Puedo hacer crecer tu fama desde ya y forjar tu futuro como... — «villano...» —... cómo....— «bestia», trague saliva mientras mi mirada pérdida en tu rostro buscaba hacer reaccionar a mi mente que no dejaba de atormentarme —... Como héroe...— susurré y deje caer mi mano
—Si buscas convencer a alguien con esa actitud entonces apestas como manager.
—Ahg... ¡Lo sé!— lleve mis manos a mi cabeza, me despeine, jale mis cabellos, casi me arranco algunos, y me di unas fuertes palmadas en la mejillas —¡Despierta, estúpida!— me regañé en voz alta
«Si quiero ser libre tengo que... Tengo que hacerlo... No tengo opción.»
—¿Ah? ¿Al fin perdiste la cabeza?— preguntaste con burla
—¡Sí! ¡Digo no! Es decir, ¡cierra la boca y escuchame atentamente Bakugō Katsuki!— lleve ambas manos a tus firmes y confirmados brazos musculosos, tensandote en el acto
Te ví decidida. Decisión que debí tener cuando el hermano mayor me hizo la propuesta de destrozarte y traerte a nosotros. ¿Por que aveces tomamos los objetivos equivocados?
—¡Quieres ser el héroe número uno, ¿si o no?!— grite como si fuera un entrenador
—Creo que eso es estúpidamente obv...——
—¿¡Quieres o no!?— insistí
—¡Que sí! ¡Y no me sigas gritando si no quieres que te grite como te lo mereces!— te encendiste bastante rápido, como siempre y llevaste tus manos calientes a las mías para que te soltara, pero no lo hice
—¡¿Quieres ascender en esta estúpida sociedad basura?! ¡Responde: sí o no!
—¡Que sí, carajo!
—Entonces pateales el trasero a tus compañeros desde ahora y grita tu nombre al mundo.— fijé mi feroz mirada en ti
Tu ceño fruncido, pero tus ojos de sorpresa con tus labios apretados y tú fuerte agarre en mis manos fue la vista que obtuve aquella tarde.
—Mi propuesta es está, Bakugō, oye bien.— deslice mis manos por tus brazos sintiendo tu piel erizarse —Yo te abro un canal en Youtube, te abro otras redes sociales famosas, yo doy a conocer tu nombre con mucho esfuerzo, ¿tu llegada al número uno no estará siendo apartado por así decirlo?— silencio de tu parte, tus ojos fijos en mí, estudiando mi rostro, cada movimiento que hacía con mis cejas, con mi boca, con mis mejillas, ¿estabas pensando mi propuesta o solo tomándome por loca? No me importo, aún así proseguí: —Puedo grabarte, soy buena tomando fotos, no notarás mi presencia en tus entrenamientos, tus mejores momentos...— «de bestia» —... los captare, todos y cada uno de ellos. La gente te conocerá, y verá en manos de quién estará en el futuro.
Una amenaza puede sonar como aliento si tan solo se dice con el tono y la máscara perfecta.
Tome tus manos con total confianza bajo aquél atardecer con cielo rosado y morado, una hermosa vista donde estábamos los dos.
¿Mis palabras te llegaron? El sútil apretón que me diste con tus manos me lo confirmo, tus dedos que se entrelazaron con los míos y la discreta sonrisa ladina en tu boca me hizo darme cuenta de que mi plan estaba poniéndose en marcha.
Pero...
Boomboom... Boom boom...
Ese latido de nuevo, ese maldito latido que me traería tantos problemas por desear seguir sintiendolo.
—¿Eso es un sí?— pregunté con cierta duda
—Más te vale saber lo que haces, porque sino quedas en mi lista negra de fans, y soy capaz de patearte el trasero.— sonreiste con sorna de lado
—Tenlo seguro, se muy bien lo que hago.— «demasiado bien que no tengo espacio para arrepentirme en el futuro» —Bien, entonces te quiero mostrar lo que tengo para iniciar.— iba a soltarte de las manos para buscar el cuaderno negro en mi mochila, pero solo dejaste ir una, la otra la seguiste apretando con cuidado. Ignore aquello y continúe con lo mío.
Saque la libreta pero eche un vistazo para ver si había un lugar cercano para sentarnos más cómodos, pero no había donde.
—Muévete.— apretaste un poco más el agarre y comenzaste a caminar
—¿A dónde vamos?
—No hagas preguntas y camina.
—¿Eh? ¿Por qué tú si puedes exigir respuestas y yo no?— me queje clavando mi mirada en la tuya que veía al frente
—Porque sí.— gruñiste empezando a fastidiarte
—Esa no es una respuesta objetiva Bakugō, aveces eres muy raro.
—¡Ja! ¿Lo dice la que usa como excusa pulgas en su sillón cuando huele tan bien?— te congelaste y cerraste la boca al darte cuenta de lo que habías dicho
Desvié mis ojos de los tuyos, sonrojada y fingiendo como si no hubieras dicho eso.
—Jeje...— no pude evitar reír bajito
—¿De que te ríes, pulgosa?— tiraste de mi mano como llamando mi atención
—No te importa.— solté sonriente viendo mis pies avanzar rápido para seguir tus grandes pasos
—¿¡Ah!? ¡Te estás ríendo en mi cara!
—Bakugō, ¿en serio huelo bien?— me anime a preguntarte cuando llegamos a la parada de bus
—Cierra el hocico.
—Te quiero aclarar que mis pies solo olían mal aquella noche porque no había podido lavar mis tennis, pero ya no hue——
—¡Cállate!
—¿Prefieres los aromas frescos o cálidos?— ignore tus gritos
—¡¿Pero que pregunta más idiota es esa?!— frunciste tu ceño viéndome irritado
—Creo que a ti te quedan los cálidos.— pase de tu queja, mientras pensaba si tenía alguna crema en casa que pegara contigo para regalartela
No pensé que alguien notará olor alguno en mí, ya que después de todo, nadie se me acercaba. Pero las cremas que compraba para luchar contra mi horrible piel siempre eran aromáticas.
Me había emocionado al oírte decir aquellas palabras, al pensar que esa idea se te pasaba por la cabeza cada que me acercaba a ti.
El bus paro frente a nosotros y subimos, sin tener idea de a dónde rayos me arrastrabas.
Al bajar casi tropiezo en el último escalón, por el conductor que no se fijo que no me había bajado aún. Era algo común para mí con la pésima mala suerte que me cargó, pero aquella vez estuviste allí; me sostuviste de la cintura y me colocaste a tu lado a salvo.
—¡Oiga pedazo de basura! ¿¡Qué no tiene ojos!? ¿¡O acaso solo los usa lo para ver los traseros de las mujeres que suben a su transporte de mierda?!— le gritaste furioso
—¡Mocoso, no dejaré que me grites de tal modo!— se defendió
—¡Y yo no dejaré que traté así a mi estúpida novia! ¡Váyase al cara—— tu grosería se perdió con tu explosión en la puerta del bus
—¡Vuelve aquí mocoso del diablo!— absorbió el humo, ya que al parecer ese era el quirk del señor o de algún pasajero
—¡Pudrase!— le gritaste furioso lanzando otra pequeña explosión solo para espantarlo y hacerlo retroceder, entonces me jalaste de la mano para comenzar a caminar lo más rápido posible bajo las atentas miradas de la gente que había contemplado la escena.
Y entonces capté... Me habías llamado...
—¿Novia?— me detuve, haciéndote frenar de golpe una vez alejados de aquel lugar
—¿¡Ah!?— giraste tu cabeza, aún estabas molesto
—Le-le dijiste que era tu novia...— aclare nerviosa de repente, mi mano sudaba y la tuya igual comenzó a hacerlo
—¿Qué querías que dijera entonces? ¿Qué eras una tonta fan acosadora?— detrás de tu cara de enfado podía vislumbrar un tenue colorete en tus mejillas avainilladas
—No-no se, tu amiga... Supongo...— baje la mirada sin entender que estaba ocurriendo
—¡¿Cuido tu trasero y eso es lo que me reclamas?!
—Sí, digo no, no te reclamo solo... Solo me tomo por sorpresa... Gracias, supongo...— me sentí cohibida bajo tu mirada que fue ensuavisandose poco a poco tras un suspiro de tu parte —Pero, ¿dónde estamos?— alce la cabeza y comencé a contemplar los alrededores
Un gran centro comercial se alzaba frente a nosotros. La gente iba y venía, familias, personas solas y parejas caminaban a nuestro alrededor.
—¿Qué hacemos aquí?— pregunté lentamente buscando tu mirada pero tú solo comenzaste a andar. —Bakugō, se que no soy mucho para ti, pero hay algo llamado comunicación, que es común que los humanos tengan con los de su alrededor.— explique con mi labio fruncido empezando a desesperarme por tus nulas palabras —¡Bakugō, aunque sea di algo!
—Tsk, ¿quieres cerrar la boca?— me viste de reojo chasqueando tu lengua
—¿Cuál es tu pro——
—¡Solo quiero comer un maldito helado! ¿¡contenta cara de pulga!?— gritaste, y con eso, apretaste mi mano y casi me arrastraste hasta la heladería de yogurt más cercana —Uno de chocolate y otro de frutos rojos, ¡y más te vale que valgan la pena por el absurdo precio!— le gritaste a la cajera que solo asintió asustada y corrió a preparar tu pedido
—¿D-desea ingrediente extra?— pregunto temerosa
—¿Quieres?— me viste de reojo con tu mano aún apresando la mía, haciendo que de un paso adelante
—N-no gracias.— me dirigí algo apenada a la pobre muchacha
—¡Si quieres gomitas solo dilo!
—¿Eh? ¿Cómo sabes que quiero?
—No has dejado de verlas desde que llegamos...— murmuraste un poco avergonzado desviando tu vista
—Entonces gomitas, porfavor.— me dirigí a la vendedora
—¿A cual?
Ni siquiera me habías preguntado que quería, pero la verdad es que los dos sabores eran de mis favoritos.
—Ambos.— contestaste serio —Ve a buscar una mesa.— ordenaste
«Ve a buscarla tú» moría por responderte, pero solo asentí sintiendo como el tick en mi ojo comenzaba.
La heladería estaba un poco llena, y estaba en la planta baja del centro comercial. Me senté frente al ventanal, viendo como las personas pasaban, sonriendo despreocupadas, ¿cómo podían llevar una vida normal? ¿cómo era un vida normal? ¿Sin aspirar a ser héroe o villano, sin querer matar a medio mundo o salvarlo?
—Al menos sabes elegir buenos asientos lejos de los extras.— llegaste jalando la silla y dejando los helados en vaso en la mesa con cuidado para mí sorpresa.
—Jeje, tengo experiencia.— sonreí nostálgica recordando las veces que llegaba a algún establecimiento solo para ordenar e irme al rincón del lugar, algunas personas me veían con pena o burla, así que deje de comer en lugares públicos, solo compraba mi comida y me regresaba a mi "cueva".
O al menos eso era unas semanas atrás. Jamás pensé que compartiría un momento así, contigo.
Iba a extender mi mano para tomar alguno, pero la verdad es que no sabía cuál, ya que tú solo te dedicabas a tener tu fina barbilla sobre tu mano, mientras me veías fijamente.
—Ahm... ¿Cuál tomarás?— pregunté intentando no ponerme nerviosa con tus intensos par de rubíes sobre mí
—Te gustan ambos, ¿no?— preguntaste calmado
—¿Cómo sabes?
—En tu alacena la mayoría de golosinas son de fresa, chocolate, arándanos, frambuesa...— comenzaste a hablar, despacio, lento, sin perderme se vista —En tu refrigerador había unas fresas que se estaban comenzando a podrir.
—Ah, es que las que están más maduras están más baratas, jaja... Pero esas se pasaron.— agregue con asco al recordar que las termine tirando porque les había salido verdín, resulta que, guardar demasiado bien la fruta puede ocasionar que se te olvide que la tenías
—Sí, lo note.— sonreiste de lado, pero no con sarcasmo, orgullo o algo parecido a tu altanería, simplemente te resultó divertido —Come de ambos si quieres, da igual.— te enderazaste en tu silla y tomaste una cucharita del de chocolate, así que yo tomé la de frutos rojos
Lo probé... Se deshizo suavemente en mi boca, dejando un sabor delicioso.
—Si ves que me avorazo con el helado detenme, habló en serio.— te advertí y tú solo negaste divertido comenzando a comer
Pero no me detuviste, hasta que ya había dejado solo un pequeño charquito pegajoso de helado en ambos vasos. Hacía tiempo que no comía un helado tan exquisito, o era el lugar a dónde me habías llevado o era tu compañía que resultó ser tranquila y silenciosa para mí sorpresa, pero a la vez agradable.
Quizá solo eso necesitaba, paz y ya. Y por supuesto, un helado como compañía... Y tú sin perderme de vista, con esa sonrisa en tus labios, sin soltar una sola palabra, con la música de fondo de aquella heladería. Creo que la que sonaba era Ariana Grande.
—Maldita sea Katsuki, ¿por qué no detuviste?— me queje separando la cuchara de mis labios
—¿Ah?— frunciste tu boca. Quizá no debí llamarte por tu nombre con tanta confianza, pero en ese momento me valió.
Me sentí un poco avergonzada, te deje sin nada y eso que tú lo habías pagado.
—Deja te compro otro, ¿de qué quieres?— comencé a buscar mi cartera en mi mochila mientras intenté poner de pie —Hay uno que es de mango picante que esta——
—Cállate y siéntate.— extendiste tu mano y me obligándome a sentar de golpe
—Te dije que me iba a pasar con el helado, solo déjame compensarte con...——
Tu pulgar deslizándose por la comisura de mi labio me cerró la boca. Lo hiciste lentamente, quitándome un poco de helado que no me había dado cuenta que aún tenía.
Lo llevaste a tu fina lengua y lo lamiste sin vergüenza con tus ojos fijos en los míos.
—Con esto basta, pulguita...— soltaste con voz ronca
Mi cara se puso al rojo vivo, ¿qué rayos estabas haciendo? Estabas siendo dulce, y algunas personas nos veían enternecidos.
Siendo la antigua yo, la que conociste, hubiera disfrutado el momento, pero la que estaba frente a ti era la que quería ensuciar tu reputación, y tú dulzura y extraña amabilidad no me iban a ayudar para nada.
—¡Vámonos!— me pare de golpe aún sonrojada, recogí mi mochila y los vasos desechables, los cuales tú me arrebataste de las manos y lo echaste al bote de basura —A-aun tenemos que hablar.— Salí de prisa de ahí bajo la mirada de algunos que me veían como si fuera una inexperta pareja, cosa que no lo era, porque ni siquiera salía contigo, inexperta sí, pareja tuya nunca.
—¡Hey! ¡No camines tan rápido!— me alcanzaste entre la masa de gente que era mayor que cuando llegamos y tomaste mi mano como ya era costumbre tuya —Si quieres hablar conozco un buen lugar. Camina y no me hagas perder el tiempo.— aceleraste tu paso guiándome
Tu mano era cálida, apretaba la mía con cuidado pero de manera protectora. Mi estómago sentía cosas raras, siempre me hacías sentir así, estaba agitada, pero por alguna razón esa agitación era agradable, me hacía cosquillas. Pero en ese momento solo pude pensar que me iba a enfermar del estómago y que en la noche estaría pegada al basin con diarrea o vómitos. Jaja que estúpida era.
Caminamos mientras cada tanto volteabas a ver si estaba bien, porque estaba demasiado distraída que casi chocaba con todo y todos. No te seguía el paso, y no porque no pudiera, más bien porque no quería. Si lo hacía, podría ver tu rostro cada tanto, podríamos charlar y todo eso solo me haría creer que estábamos en una cita, y me atormentaria por lo que estaba por hacer.
—¿Por qué estás más torpe de costumbre?— detuviste tu andar y yo choqué contra tu espalda al frenar de golpe
—Perdón... Tengo mucho en la cabeza en estos momentos...— me reacomode mi flequillo
—Entonces no estás aquí conmigo.— me viste de reojo
—No...— murmuré
—Pues deberás estarlo si no quieres perderte esto. — abriste la puerta y la corriente de aire círculo escaleras abajo, despertándome
Alce la mirada y fue cuando me di cuenta del lugar en el qué estábamos.
Habíamos subido las escaleras hasta la azotea, donde había un jardín agradable, una pequeña cafetería, bancas de madera y algunas personas andando, mayormente parejas.
El ambiente era relajante. Aire fresco a varios metros de altura de la asfixiante ciudad.
Sentí que el hermano mayor nunca me alcanzaría allí, que nunca me encontraría y podría perderme para siempre en aquel espacio de ensueño.
Mis ojos brillaron, el aire lleno mis pulmones, y aún sosteniendo tu mano, yo avance primera. Caminé rápido hasta la valla que impedía que pudiera caer. Con mi mano libre arranque una flor del arbusto que decoraba todo alrededor de la alambrada, era la única, los demás solo eran botones a punto de brotar. Una pequeña flor amarillo vainilla.
—Mira, se parece a ti.— me gire sonriente a verte y sin pensarlo, lo coloque detrás de tu oreja con delicadeza, provocando un sobresalto de tu parte y un fuerte sonrojo que coloro hasta tus orejas
Tus sonrojos a mi lado estaban siendo cada vez más frecuentes, y eso me encantaba.
—¡Y-yah!— te quedaste llevando tu mano libre a tu rostro, cubriendo tu bello colorete
Y algo casi mágico sucedió. Aparte de la pequeña explosión que se produjo en tu mano, un par de gotas de sudor por haber subido las escaleras que el aire te estaba secando en la piel de tu cien explotaron. ¡Bomp! hicieron ambas. Y tú sonrojo fue aún mayor.
—Pff... ¿Qué fue eso?— pregunté aguantando mi risa —Jajaja, fue tierno, jajaja...— no pude evitar reír enternecida mientras fijaba aún más mis ojos en ti, buscando tus rubíes, que me evitaban avergonzado —Bakugō, eres tierno cuando te lo propones jaja.
—Cierra la boca.— soltaste mi mano y te dirigiste a una banca libre que estaba detrás de nosotros y te sentaste intentando parecer despreocupado
Ni siquiera te quitaste la flor de tu oreja, lo cuál me hizo sonreír aún más enternecida.
—Oye, yo no soy el que hizo Bomp con mi sudor jeje...— hablé divertida y me senté a tu lado, dejando mi mochila en mis pies, tapando mi pantorrilla que mi larga falda escolar dejaba ver
Sí, el hermano mayor nunca me dejó usar faldas por arriba de la rodilla, a menos que fuera solo para él. Una vez lo intente, me enrolle la falda y justo ese día me esperaba en mi pequeño departamento después de clases... La situación no termino nada bien aquella noche. Ahora temía usar faldas cortas. Y de todas maneras, no era como si se me vieran bien, remarcaban mis caderas, y lo que oí aquella única vez que la use en la calle, no me agrado para nada.
—Ahí vas de nuevo...— chasqueaste la lengua, rodando los ojos, y yo reaccione
—¿Ah? Disculpa me...——
—...Perdí.— acompletaste inclinado tu cabeza hacia mi lado —Eso ibas a decir, ¿cierto?
—Jaja, le atinaste.— acomode mi pelo que se estaba alborotando con el viento
—Ja, por supuesto, te conozco.— sonreiste confiado y orgulloso
«No. No lo haces del todo.» Pensé.
—¿Eso crees?— murmuré con sarcasmo viéndote con molestía
«Por supuesto que no me conoces. Lo único que sabes es que te idolatraba hasta hace un mes atrás, que estaba obsesionada contigo, que te juraba lealtad.
Solo sabías lo que querías saber. Solo sabes lo que te permito saber. Solo te interesa lo que te rodea. Soy el extra que rellena este momento de tu vida. El extra con el que has bajado la guardia, y el que comenzará tu caída... Ahora.»
¿Por qué rayos fui tan... Imbecil?
—¿Qué?— tu labio se frunció al oírme
Mis ojos se habían tornado oscuros, opacos. Ese lado no te lo podía mostrar a ti, al menos no en ese momento. Así que parpadee y me obligue a actuar.
—Olvídalo, jaja...— negué con una mano mientras que con la otra sacaba el cuaderno negro
—¿Otra vez esa cosa?— yo asentí mientras buscaba la página —Ahg, venga, habla de una maldita vez y luego déjame disfrutar la tarde.— te inclinaste sobre tus codos en tus rodillas mientras me veías atento
—Bakugō, ¿sabes en qué "era" estamos?
—¿Ah? ¿Qué bobada preguntas?— tu ceño se frunció —Ve al grano, fea.
—La de héroes y villanos, pero también la de las redes sociales. Todo vuela con demasiada rapidez en la red, incluso las noticas se conocen mucho más veloz en el internet antes que de boca en boca. Esto...— saque mi teléfono, y señale la cámara —Esto asegura contar la verdad, casi lo jura más que las letras que se plasman cuando escriben una noticia. Las imágenes llegan más rápido y se captan mejor por el cerebro que las palabras hoy en día.
Toda tu atención estaba sobre mí. ¿Lo estaba consiguiendo?
—Mi propuesta es esta, Bakugō Katsuki, aunque te la he dicho antes, quiero repetirlo más claro y quiero que la escuches y después te quejas o insultas todo lo que quieras.— alzaste una ceja ante mis palabras, pero proseguí al ver qué no dirías nada —Te abriré redes, una mía, como fan y otra donde tú podrás interactuar con los fanáticos que irás consiguiendo. Abriré todas las que estén de moda hoy en día, donde haya más usuarios y las que vea más convenientes. La más importante será tu canal de Youtube, allí grabaré cada una de tus peleas, entrenamientos e incluso algunos momentos con tus amigos si me dejas acercarme a ellos y a tu vida diaria.
Puse la libreta en tus piernas, donde tenía todo anotado, los puntos más importantes, el diseño que tendría, absolutamente todo lo que podría usar a tu favor, o en este caso, en tu contra pero con sutileza.
Eras fuerte... Pero aún eras adolescente. Un adolescente al cuál estaba segura que no a muchos les agradaría si solo mostraba tu lado orgulloso y violento. ¿Quién querría que alguien así le protegiera?
Estaba consiente de que eras joven, que tendrías casi nulo control en tu irá y soberbia. Lo ideal para mostrar.
¿Por qué los héroes solo pueden debutar a partir de cierta edad mínima? Porque siendo más jóvenes son estúpidos, somos unos estúpidos que no saben nada de la vida, que arruinan todo, pero que es normal hacerlo. Pero la gente de afuera siempre nos exigiría más si es que aspiramos a algo grande, nos juzgarán con anticipación y nos aplastaran con tal de no arruinar su monotonía con la que se sienten cómodos.
Te odiarían sin darte oportunidad apenas les mostrara una mala escena sin contexto, sin darte la palabra porque estarían tan cómodos con su opinión como para reconocer su error.
Porque la sociedad está podrida y ve y cree lo que les convenga o lo que quieran. Las masas comunes son tan fáciles de entender. Así es como funciona el mundo. Una cámara puede ser un arma mortal si te destruye lo suficiente por dentro.
Sabía que habría a quienes les agradarías, siempre hay de todo. No importa cuantas escenas horribles les mostrara, ellos siempre se quedarían. Pero el odio siempre será mayor y más fuerte que el apoyo si no tienes una buena influencia a tu lado. Y yo sería la que hundiría al barco desde adentro.
—¿Puedes hacerlo?— preguntaste seriamente mientras repasabas por segunda vez todas mis anotaciones
—Sí.
—¿Me lo juras?
—S-sí...— tu ojos rasgados que se encontraron con los míos me intimidaron brevemente, ¿acaso querías ver a través de mí?
—Tengo miedo.— soltaste sin expresión alguna en tu rostro, buscando mi mano que reposaba en la banca
—¿Q-qué?— no me creía lo que había oído, ¿acaso debía lavarme los oídos?
—No lo repetiré. Se que lo entendiste tanto como tú torpe cabeza te lo deje.— acariciaste mi cabello con tu mano libre —Ja... Me parece una estupidez muy buena.— tu actitud cambio radicalmente mientras tomabas la libreta en tus manos y la cerrabas —Por un momento me recordaste a un nerd bastante fastidioso que conozco. Así que...— tomaste el cuaderno con una mano y me la mostraste —Esto se va.— la hiciste ceniza con tu explosión
—¡O-oye!— me puse de pie molesta
—¡¿Por qué tenías anotados los quirks y datos de los extras de mi salón?! ¿¡Ah!?— te plantaste frente a mí con tus manos en tus bolsillos
—¡Ahí tenía todo el plan anotado, idiota!— pateaba el suelo haciendo una pequeña rabieta
Habías eliminado mi investigación de los que te rodeaban. Ahora debía empezar de nuevo.
—Responde.— diste un paso adelante chocando con mi pecho
—¡H-hey! E-eso no te incumbe.— me cruze de brazos intentando aparentar dureza, cosa que no se me daba bien
—¿No lo entiendes, pulguita?— tomaste mi mentón —Todo de ti...— rodeaste mi cintura, apretandome contra ti, provocándome un pequeño brinco por tu tacto —... Me interesa.— murmuraste a escasos centímetros de mis labios
Nuestras respiraciones comenzaban a mezclarse. El sabor del helado aún estaba, lo sentía y me gustaba.
—¿Q-qué haces...?— solté casi sin aliento retrocediendo un poquito mi rostro al notar que cada vez estabas más cerca
—¿Tú qué crees?— susurraste en mi oído, causando piel de gallina por todo mi cuerpo —¿Quieres quedarte quieta?— chasqueaste tu lengua con cierto fastidio antes de terminar de inclinar tu cabeza
Mi corazón latió como loco, pensé que se detendría en cualquier momento, esa velocidad con la que palpitaba no era para nada normal. Mi estómago otra vez se agitó y una presión en el pecho me llegó.
Te aparte de un empujón justo antes de que tus labios se posaran posesivamente en los míos.
—¡Detente!— grite con mis manos alzadas, indicando que quería distancia
Te quedaste congelado, viéndome a un paso lejos por el empujón. No dijiste nada, ¿esperabas palabras de mi parte? ¿Creíste que te besaría? No, más bien, ¿creí que me besarías?
¿Qué estaba haciendo en aquel lugar? Yo no debía estar en aquel ambiente romántico contigo.
«No, no, no, no te iluciones, seguramente solo estaba bromeando... No es como si de verdad me fuera a besar, ¿o sí? Es decir... ¿Por qué rayos querría besar a una cosa fea como yo? Jaja, sí, seguramente solo bromeaba... ¡Aahh, yo me lo estaba tomando en serio!»
—Ten-tengo que... ¡Tengo que irme!— grite asustada y aún agitada, tomando mi mochila del suelo para en seguida salir corriendo
Baje las escaleras casi brincandolas. No me seguiste, lo cual agradecí.
¿Qué acababa de suceder?
El resto de la noche no pude dormir... ¿Por qué razón me besarías? No era para nada linda como para que quisieras pasar solo el rato conmigo. ¿Gustarte? ¡Ja! Apenas esa idea paso por mi cabeza la descarte inmediatamente.
Debía distraer mi cabeza con algo que no fuera ese casi beso, o aquella tarde agradable a tu lado y sobre todo esa manera extrañamente dulce de comportarte. Casi quería tomarte del cuello de tu camisa y gritarte: "¡¿quién eres y que hiciste con Bakugō?!".
—Sus labios... ¿Cómo se sentirán?— pregunté en voz alta mientras abrazaba una almohada y tocaba mi boca que casi siente la tuya
Sacudí mi cabeza. Si de todas maneras el insomnio no me dejaría dormir, al menos podría aprovechar la noche en algo más que mis estúpidas hormonas alborotadas.
Me levanté de mi sofá cama y encendí mi laptop para comenzar con lo mío: abrir mis redes y las tuyas.
—Mañana te veré como de costumbre Bakugō... Tengo que seguir con esto, querido...— murmuré mientras comía un pequeño arándano y lo reventaba en mi boca
El jugo rojo goteo en mi mano. Parecía sangre.
¿Acaso tu sangre gotearia para siempre sobre mi cabeza como señal de culpabilidad?
Cerré la puerta con llave, rogando que el día fuera de maravilla y que al regresar el hermano mayor no estuviera esperándome.
Desde que le confirme que aceptaba su propuesta no me había llamado en privado, lo cual agradecía al cielo rotundamente.
Tome aire y baje las escaleras, para solo toparme contigo al pie de estas.
«Vamos, adelante, ¡tu puedes! Ayer no paso, ayer no paso, ¡nunca paso!» intentaba calmarme mientras bajaba las escaleras lentamente, con mis piernas temblando.
Me oíste bajar, te despegaste del barandal y me volteaste a ver.
—Vaya, hasta que bajas.— quitaste un articular de tu oído —¿Pero que son esas ojeras?— preguntaste con expresión de horror
«Son el resultado de tu extraño acto.»
—No importan...— baje la mirada y me coloque a tu lado —Buenos días.— saludé cohibida —Me alegra que llegaras, te puedo dar tu bento de hoy, toma.— lo saque de mi mochila y te lo extendí, pero lo rechazaste
—Cuando nos separemos me lo das. No quiero cargar con el.— soltaste con desgano y poco interés para después quedarte viendo si decía algo
—¿Qué?
—¿No dirás nada?
—¿Cómo qué?
—No se, alguna tontería como: "es un obsequio, no lo puedes rechazar".— imitaste mi voz pero chillona a lo que yo solo sonreí de lado divertida
—¿Así oyes mi voz entonces?— negué con la cabeza divertida
—Yo diría que un poco más chillona y más fastidiosa si es que todo el tiempo te esta llamando.— una tercera voz hizo acto presencia apenas termine de hablar
—¿Qué haces aquí?— mi humor cambio abruptamente a la defensiva mientras daba un paso adelante
—Jeje, sabes bien que hago aquí.— río travieso
—No. No tengo ni idea.— sus ojos achocolatados me veían con burla, disfrutando del miedo que ocultaba pero que él sabía que estaba presente
—¿Quieres que lo diga entonces en voz alta?— dio un paso más cerca
—Lo que quiero es que te largues. Vamos Bakugō.— tome tu mano para hacerte avanzar, pero aunque te dejaste, cuando pasaste a su lado te detuviste con la barbilla alzada, eras un poco más alto que él
—Mas te vale no volver a acercarte por aquí si no quieres que explote tu horrible cara.— gruñiste molesto
—Esta horrible cara era la que antes le gustaba a la feucha, jaja.— se burlo cínico y lo tomaste con brusquedad del cuello de su uniforme abierto
—¡Repite eso, pedazo de mierda!— exigiste pero su sonrisa no se iba —¡Anda, dilo!— lo sacudiste
—Tú sabes lo que te conviene Xi-a-o~— deletreo haciendo contacto visual conmigo
Odiaba el descaro que mostraba pero no me quedo de otra más que seguirle el juego. El hermano mayor lo había colocado para observar cada movimiento que hiciera, y si hacía algo "inútil" o sin razón perdiendo el poco tiempo que él me había dado, entonces el lame botas de Giren podía intervenir.
—Bakugō, sueltalo.— tú mirada dura me vió confundido —Por favor...— pedí preocupada y tú lo notaste
—Si la estás amenazando con algo entonces prepárate para morir.— no lo dejaste, solo apretaste su cuello y después lo tiraste al suelo, dándole una patada en su estómago ante su risa
—¡Bakugō, por favor, déjalo!— tome tu brazo deteniendote
—Aveces hay que darles una lección si no quieres que se te peguen como garrapatas.— tronaste tus dedos
Sabía que te estabas preparando para generar explosiones en tus manos. De hecho, explotaste un par y luego te agachaste a sus espaldas.
—Creí haberte advertido de no ponerle ni un dedo encima.
—No lo hice...— tosió con algo de dramatismo para mí sorpresa
Solo le habías dado una patada, y ni siquiera había sido fuerte.
—¿En serio? ¡Ja! Idiota, eso implica acercarte al menos tres metros a la redonda de ella, ¡no te hagas el tonto!— gritaste furioso explotando tu mano cerca de su cara —Ni siquiera respires estando en su presencia...— gruñiste colocando tu pesada bota negra con naranja sobre sus costillas
—O-oye... ¡Me lastimas! ¡Sueltame!— se quejo
Apenas e hiciste un poco de presión sobre él. Giren nunca fue un llorón, era más bien del tipo burlón que se creía la gran cosa, y sin embargo, en ese momento se quejaba como si fuera un gusano que no aguantaba nada.
—Bakugō...— insistí tomando tu brazo y jalandote hacia mí —Por favor detente...— te suplique un poco más fuerte para que me hicieras caso.
Los ojos del castaño se enfocaron brevemente en mí. ¿Sentía que estaba ganando algo? Su corta sonrisa ladina era de victoria. Me dió asco.
—No vale la pena.— solté con desprecio y su expresión cambio a una de fastidio
—Tks... No entiendo porque defiendes a una basura como él.— te levantaste y me acerque a acomodarte tu saco que se había arrugado —¿Qué haces?— alzaste una ceja
—Nos están viendo, solo sonríe.— te mire con dulzura fingida
Los ojos de algunas personas pasando estaban en la escena, sin embargo nadie hizo nada al ver tu Quirk y tu uniforme de la UA.
—¿Qué clase de alumnos están reclutando ahora?— le pregunto una señora a la anciana con la que iba
—¿De verdad es estudiante de la UA?— otros señores que iban caminando rumbo al trabajo comentaron pasaron a nuestro lado
«Asi se comienza.» pensé mientras intentaba mantener mi expresión sonriente.
—Camina.— chasqueaste la lengua irritado por los comentarios y comenzaste a andar, pero antes de seguirte vi de reojo a Giren, quién asintió y me indico con la cabeza a alguien que no había visto que estaba ahí, grabando todo a cierta distancia
Kime estaba con el celular del castaño y dejó de grabar sin entender el porque de la escena.
—Mmm... ¿Bakugō?— te llamé al alcanzarte y caminando a tu lado
—¿Qué?— preguntaste seco y tosco
—¿No te preocupa lo que la gente diga de ti?— cuestione con mi mirada fija
—¿Por qué rayos lo haría?— seguías viendo al frente
—Mmm, ¿por qué de ellos depende tu futuro?
—¿¡Ah!?— frunciste la boca volteando a verme molesto —¡Mi futuro no depende de nadie, pulga!— aceleraste el paso y tus manos en tus bolsillos se tensaron
—¡Pero claro que sí!— aumenté la velocidad —¿Cómo esperas que la gente acepte un héroe con la que no se siente segura?— planteé analizando tu expresión ante mi pregunta
Te detuviste de golpe, tu mirada se congelo al frente, y de pronto, tu feroz mirada me vio de reojo. Sentí mi sangre helarse.
—¿No te sientes segura a mi lado? ¿Es eso?— tu voz ronca salió dolida y molesta —¡Respondé!
Yo no supe que decir. La verdad era que a tu lado me sentía como la persona más protegida del planeta... Perdóname por decir lo contrario.
—Aveces... Aveces me asustas... Y a las personas de alrededor también...— temble, y no por miedo, más bien porque me dolía lo que decía y sin embargo, mi lengua no se detuvo.
—¡¿Y entonces por qué carajos sigues conmigo?! ¡Te puedes largar si así es! ¡VETE!— gritaste estallando bombas sonoras en tus manos
«No quiero... No quiero irme de tu lado... No puedo... ¡No puedo con esto, maldición!»
Apreté las manos en mi falda, conteniendo mis lágrimas y las ganas de desaparecer.
Más ojos sobre nosotros está vez al estar en una calle transitada por estudiantes y personas llendo a trabajar o iniciando con su día.
—¡LARGO, ESCORIA!— repetiste más alterado al ver qué no me movía y dando un paso adelante, haciendo que retrocediera como acto de reflejo por tus bombas más potentes.
Tú no me harías daño, nunca. Pero en ese momento con mis sentidos en alerta mi reacción fue real.
De repente, una mano te tomo del brazo y tú te apartaste con brusquedad.
—Joven, porfavor deje en paz a la muchacha.— un señor armado de valor te llamo la atención
—¡Usted no me dice que hacer!
—Si eres un estudiante para ser héroe deberías comportarte mejor.— regaño firme sin temor
—¡¿Y usted qué sabe?!— te arrebataste
—Fue mi culpa, señor. Discúlpenos.— intervine apenada inclinadome esperando que eso bastará para que la situación no empeorará
—No deberías andar con alguien como él.— me advirtió el señor y se marchó, murmurando quién sabe qué.
—Perdón...— aún en la misma posición, me dirigí a ti cuando el mayor se retiró
—Así que... ¿Por esa estupidez ayer... Ayer me rechazaste?— tu tenue voz con tu cabeza cabizbaja hizo que me enderazara para tomar tus puños en mis manos, pero tú solo te safaste echándote hacía atrás —No me toques y no te aparezcas hoy frente a mí, o de verdad te reviento la cara.— amenazas que me pegaron como cuchillo al corazón pero que sabía que me merecía
Tus ojos carmesí dolidos fueron apartados de los míos opacos, solo para darte la vuelta y salir de prisa de aquel punto que se había vuelto el centro de las miradas.
Pero aún no podía acabar. Tenía que estar presente en tu vida todo el tiempo, ese era plan. Así que, abrí mi mochila, saque el traste con el bento del día y corrí a ti, te jale del brazo, haciendo que sacarás tu mano del bolsillo del pantalón, y bajo tu mirada molesta, te entregué la caja, y reaccionando sin quererlo, lo tomaste. Entonces tú expresión cambio drásticamente a una de sorpresa, aunque no sé si grata o desagradable, porque tu ceño aún estaba indicando que estabas hecho una furia.
—Vendré por ti más tarde.— apreté mi agarre en tu brazo con músculos demasiado bien definidos para ser solo un chico de 15, y tu ceño poco a poco fue aplacandose —Perdóname, fue meramente mi culpa.— solté con sinceridad, y antes de que pudieras decir cualquier cosa, salí corriendo de ahí
Ya era tarde, el timbre pronto sonaría, y yo recién sacaba tiempo para poder encarar a la rata escurridiza que tenía sobre mí.
Estampe mi mano en el pupitre del de cabello chocolate, haciendo que él y sus amigos se sobresaltaran y que todos mis estúpidos compañeros voltearan a verme.
—¿Qué?— pregunto encogiéndose de hombros, despreocupado como siempre
—¿Qué hacías en la mañana frente a mi casa? Y más te vale que seas sincero...— apreté mi mandíbula conteniendo mis ganas de insultarlo, golpearlo y luego preguntarle las razones
—¿Ah? ¿Segura que Giren estaba frente a tu casa? ¿No sería al revés?— se burló uno de sus amigos y los otros le siguieron
—Jaja, ¡está tan sola que está alucinando!— todo el salón se rió pero yo solo los ignoraba, a mi me interesaba una sola cosa, y era la respuesta del de cejas gruesas
—¿Eh? De verdad estás loca como todos dicen. Creo que debería reportarte con la psicóloga escolar.— se levantó y se planto frente a mí
—¡Uhhhh!— se escuchó por todo el salón
—No te hagas el descerebrado, sabes a qué me refiero.— hablé entre dientes y su sonrisa solo se agrando
—Y tú sabes que en la escuela no te conozco.— susurro casi sin abrir su boca —¿Quieres que reporte a ya sabes quién tu poca cooperación?— sus ojos brillaron con maldad mientras tomaba mi mentón, pero mordí su dedo con fuerza —¡Ah! ¡Perra rabiosa!— me estampó una bofetada que yo esquive agachandome y pegándole en la barbilla con mi cabeza
Giren cayó noqueado al suelo, con su lengua sangrando por haberla mordido, y yo con un pequeño mareo.
—¡Eres una pu— la voz furiosa de Kime se dirigió a mí, dispuesta a pegarme una patada, pero me gire veloz y tome su pierna, sonreí de lado antes de jalarla y tirarla al piso
—Tú no me vuelves a tocar.— me agaché frente a ella, entre sus piernas que habían quedado abiertas al caer —No te metas en lo que no te incumbe.— con fuerza mi rodilla sobre uno de sus muslos se clavo y ella gritó de dolor
Me asegure de que al día siguiente quedará un moretón.
—¡Estás loca!— gritó uno de sus perros falderos y me pego un puñetazo en la mejilla, la cual no pude esquivar, pero se la pude devolver creando niebla tibia y asfixiando lo con ella —A-ayuda...— cayó de rodillas mientras la nubesilla se iba arremolinando cada vez más al rededor de su cabeza
El calor de la tarde realmente era fuerte, y eso me ayudó a extraer la humedad que se había almacenado en las paredes del aula durante todo el día.
—¿Eh? ¿Qué es eso?
—¿De quien es el kōsei?
—¡Lo está ahogando!
—¡Es de Xiao!
—¡Llamen a un profesor, rápido!
—¡Detenga la!
Los gritos de preocupación comenzaron a llenar el ambiente mientras veía como el niño se desvanecía, haciendo que finalmente despertara de mi furia, solo para darme cuenta de que me tenían agarrada de los brazos con fuerza mientras me gritaban que parará.
—¿E-eh?— parpadee rápido, viendo como un profesor recogía a mi compañero desmayado y sudado del rostro —¿Qué...? ¿Yo-yo... Yo hice eso?— pregunté asustada y confundida aunque sabía que nadie me respondería
—Sí... Lo hiciste.— Giren susurro en mi oído y caí de rodillas viendo la escena
Varios me veían con rencor, molestia, y otros con cierto miedo.
—No...— mis ojos pasearon lentamente entre mis compañeros, hasta que dí con los ojos del que tanto odiaba
—Tu hermano mayor estará muy orgulloso, Xiao.— sonrió con malicia
—No... ¡NO!— me levanté y aparte a empujones a todos los que querían impedir que huyera de castigo que me esperaba, y aunque sabía bien la apariencia de cada uno de los que eran mis compañeros en ese momento solo podía ver sombras borrosas, con bocas en las que una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba... Felicitandome por mi primer acto público de maldad.
Con mi mochila golpeé a algunos que se atravesaban, entonces salí huyendo... Hasta ti. ¿Por qué siempre era a ti?
Corrí con fuerza, quería llegar hasta donde estarías para solo ver tu típico rostro de odio a todo el mundo y que me dijeras como siempre que llegue tarde, que la comida estuvo pasable, que era una pulga andante y entonces seguirías contándome tu día y me permitirías contarte parte del mío, caminando relajados a donde nos llevarán nuestros pasos, justo como cuando todo empezó... Pero no pudo ser.
Llegué a nuestro punto de encuentro de siempre, y ahí estabas, rodeado de tus amigos que te sacaban de tus casillas cada tanto, pero que aún así lograban colgarse de ti y reír a tu lado.
El ceño fruncido que te cargabas no podía ocultar el aura de felicidad que te rodeaba al estar con ellos.
¿Acaso te veías así cuándo estabas conmigo o solo resultaba ser un estorbo fastidioso del cual no te quedó de otra más que aceptar en tu vida?
Estaba por irme, pero tú alzaste la cabeza a mi dirección y me viste. Una muy leve sonrisa ladina se dibujo en tu rostro creído, entonces todos los ojos de tus amigos siguieron la dirección de tus ojos y dieron conmigo.
Tuve miedo cuando te acercaste a mí bajo la mirada de todos ellos que me analizaban de pies a cabeza.
¿Podía tener falsas esperanzas de que me presentaras a ellos? No, esperanzas así no me estaban permitidas, era inútiles, pero cuando te detuviste frente a mi, estás se rebelaron e insistieron en salir a flote.
Capitulo largo pa' comenzar la ausencia T_T perdón... ¿Hay alguien aquí?
Nos acercamos a la recta final estimados lectores. Y, pero les tengo una pequeña noticia que les revelare en el último episodio... Y para eso faltan prácticamente dos capítulos más :D
Díganme, ¿que piensan de las decisiones que está tomando está chica? ¿Tienen justificación o no? ¿Que opinan? 🤔
Les leo ^^
¡Gracias por llegar hasta aquí! Se aprecia mucho su apoyo ♡
Prometo que actualizaré más pronto, es solo que me había estancado con este episodio jeje
Pero bueno, basta de charla que aburro jaja, Liian se despide por el momento, ¡cambio y fuera!
PD. Pequeño detallito por su apoyo ^^ ¡les quiero!
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