{20}
"El lob☹ en busca de su caperuza"
Tres segundos lo determinaron todo, un deja vu, un presente catastrófico, un olvido o una dolorosa perdida. Puedo observar su siguiente movimiento luego de atentar contra mi amigo, lo miro en cámara lenta. Tratando de ser más rápido, me abalanzó contra Nora envolviéndola en mis brazos hasta dar al piso para esquivar el golpe y evitar que algo malo haga con ella.
—¿Estás bien?—le pregunté separándome un poco, quedando a pocos centímetros de su rostro.
Automáticamente negó con la cabeza al no esperarse absolutamente nada de lo que ahora estaba ocurriendo. Me levante con rapidez y le extendí mi mano para ayudarla también, sin embargo, al observar que Masini se acercaba amenazante, la empuje lejos y antes de recibir cualquier impacto, detuve el palo con ambas manos.
—¡¿Creyeron que podían verme la cara de tonto?!—exclamo el hombre empujando con más fuerza.
—¡Nora, no te acerques!—grité haciendo todo un esfuerzo, pero el hombre me doblegaba por su gran fuerza bruta.
Sin siquiera pensarlo, avente el objeto a un lado y le salté encima enfrentándolo con un rugido de fiera y en un hábil movimiento logré arrebatarle aquel barrote, pero antes de poder hacer uso de él, Masini me soltó una fuerte patada en las costillas que me hizo retroceder y perder el aliento.
—¡No van a salir de aquí!—expreso caminando hasta el escritorio—¡Supe que serías un maldito problema desde el primer momento en que te vi!
Mi instinto me advirtió del peligro un segundo antes pero me hice oídos sordos. Masini tomó la lámpara de queroseno y antes de que yo pudiese hacer algo, la lanzó hasta mi cabeza obligándome a caer. Me encorve en el piso adolorido, mi alrededor comenzó a verse desenfocado, el sonido se minimizo, como si agua hubiese entrado en mi oídos.
—¡Jungkook!—pude diferenciar el grito de Nora queriendo alejarse de Masini. Y luego el sonido de un golpe rápido, hábil.
Ella apareció en mi campo de visión siendo arrastrada por Ignacio. La impotencia llegó a mi, pero no respondí aún cuando mi cerebro mandaba esa orden. Sentí mi cuerpo temblar, estiré mi mano rogándole con mi rostro apuntando hacia la tierra del piso que la dejara en paz. Qué no se atreviera a hacerle daño.
—Nora—susurre intentando levantarme, pero puedo sentir aquel líquido rojo recorrer mi sien— ¿Qué le hicieron esas chicas inocentes para ganar tal castigo? ¿Quien le dio el derecho de atentar contra la vida de alguien más?
—¿Atentar contra...Ah, ¿Hablas de Emma? o ¿De Renata?—cuestionó burlesco—Ella tuvo la culpa por desobedecerme, fue testigo de la desaparición de Dionora por estar en el momento equivocado. Por supuesto no iba a dejarla suelta.
—¿Y Renata?
—Bueno, me pagaron para llevarles a dos chicas. Y eso iba a hacer, pero no se portó muy bien y digamos que...me excedí al momento de castigarla.
—¡Es un monstruo!—espeté escupiéndole con desprecio.
—Oh, no Jeon. Sólo soy una persona que aprovecha las oportunidades que la vida le presenta, acéptalo.—habló mordaz—Ellas ya le pertenecían a alguien más desde el primer momento en que pusieron un pie en este lugar.
La sangre me hirvió en ese instante, y algo muy en el fondo se prendió. Aquella misma sensación que siempre me hacía perder la cabeza y actuar impulsivo. No recuerdo haberle hecho algún daño, pero la fuerza con la que me impulse podía haber sido la de un resorte gigante, apenas rozamos el suelo.
Los forcejeos comenzaron, unos cuantos golpes por ambas partes fueron lanzados. El fuego comenzó a extenderse poco a poco debido a la lámpara que anteriormente me había lanzado, podía decir que todo estaba a mi favor, sin embargo, en un vil descuido, Masini soltó un golpe crítico que me hizo peder el sentido un segundo y aprovechando esa situación me tomó del cuello impidiéndome respirar. Con la desesperación llegando a mi, trate de hacer que me soltara empujándolo o tratando de picar sus ojos, pero fue inútil. «¿Este sería mi final?» fue la cuestión que me invadió cuando mi consciencia comenzaba a perderse. ¿Había trabajado tanto, para terminar así?. En ese instante de pánico, mis padres invadieron mi mente, ¿No volvería a verlos?. Santiago seguiría esperando en la entrada a su hermano, las niñas estarían en peligro. ¿Todo sería en vano?. Cuando mis ojos comenzaban a cerrarse, pude observar a Dionora llegar y con fuerza clavó un abrecartas en el hombro de Masini salpicándome el rostro con su sangre, el tipo emitió un grito horrible y al tiempo llevó su mano hasta la herida terminando por soltarme. El aire llego nuevamente a mis pulmones, y antes de cualquier cosa, le lance una patada para alejarlo de mi ocasionando que se golpeara en la cabeza con la orilla del sofá, había logrado dejarlo inconsciente, pero no por mucho.
—¿Estás bien?—me preguntó la rubia reflejando una inmensa preocupación en su rostro.
—Vamos. Tenemos que salir de aquí, despertará en cualquier momento—hablé y con cierta dificultad me levante.
El fuego seguía extendiéndose, con algo de trabajo levante a Ithan quien gracias al cielo, seguía consciente, pero la sangre aún resbalaba de su cabeza hasta su frente lo cual era muy peligroso.
Los tres seguimos por un conducto que el rector mantenía en secreto, conducto que Dionora ahora conocía debido a Emma, este nos llevaba hasta el bosque. Al salir, el aire golpeó nuestro rostro al instante, y el sol terminó por deslumbrarme un poco.
—Deben esconderse aquí, volveré pronto—les susurré acostando con suma delicadeza a Ithan cerca de unos arbustos, lo suficientemente lejos de la entrada.
—¿Qué vas a hacer tú?—me sujeto Nora antes de que siquiera pudiese darme media vuelta.
—Voy a distraerlo, necesitamos más tiempo.
—Jungkook, estás herido—me dijo sujetándome con más solidez—El te supera en fuerza, podría matarte.
—Al menos debo intentarlo—susurre deshaciendo su agarre con delicadeza.
—Pero Gotti...
—Toda mi vida he estado huyendo Nora. No quiero hacerlo esta vez, quiero proteger a las personas que amo—dije acariciando su mejilla un momento, admire su rostro lleno de incertidumbre tratando de fotografiarlo en mi memoria. Temía no volver a hacerlo. Temía no volver a verla.
Luego dirigí mi mirada hacia Ithan.
—Cuida a Ithan por mi—dije, la chica simplemente asintió con una débil sonrisa.
Y sin decir algo más, me aleje sintiendo una opresión en el pecho al escucharla llamarme mientras las lágrimas se deslizaban por sus rosadas mejillas. Aún así no me volví a mirar atrás.
Comencé a correr para introducirme más al bosque, el vigoroso viento revolvía los árboles con brusquedad, el sudor me recorría la frente y se mezclaba con la poca sangre que brotaba resultado del golpe. Mi respiración era acelerada y el corazón me latía desenfrenado. Miraba por encima de mis hombros, no lograba encontrarlo pero sentía sus pasos hollar mis talones.
Repentinamente todo se calmó, incluso el bosque. Las gotas de lluvia comenzaron a caer danzantes, primero siendo suaves, luego tan impetuosas que terminaron por bañarme completo. Un escalofrío me recorrió la nuca obligándome a detener mi caminar alerta. Observe con dificultad paranoico hacía todos lados hasta escuchar el crujido de una rama que provenía del lado derecho. Con el pavor recorriendo mis venas, me escondí al ras de un árbol cualquiera.
—Padre nostro...—comencé a susurrar entrecortado—Che sei nei cieli, sia santificato il tuo nome, venga il tuo regno, sia fatta la tua volon...
—¡No podrás esconderte toda la vida, Gotti!—lo escuche hablar muy cerca, inmediatamente me detuve.
Cubrí mi boca para evitar ser escuchado y apreté los ojos mientras me preparaba mentalmente para cualquier situación.
—Pudiste optar por una buena relación—continuó caminando, escuchaba el crujir de sus pisadas—Pudiste hacer como si no supieras nada.
—¿Y dejar que les arruinaras la vida?—clame en respuesta—No, gracias.
—¿Tan difícil era seguir las reglas? ¿Por qué tenías que interesarte justo en Di Marco?
—Porque...—es entonces donde decido mostrarme—¡Porque me encantan los problemas!—respondí juguetón.
Comencé a correr con el rector detrás mío sujetando una pala. Esquivaba los árboles con facilidad, de vez en cuando brincaba por encima de algún tronco. La cabeza me punzaba y me hizo tropezar, caí de rodillas y mi espalda se golpeó contra el suelo, al instante comencé a rodar cuesta abajo llenándome el rostro y el uniforme de lodo. Con un grito ahogado quise morderme la lengua, pero no alcancé a completar el gesto, en su lugar preferí aguantarme el dolor.
—¡Maldita sea!—me queje apretando los puños. Intente levantarme, pero básicamente el esfuerzo fue en vano.
No podía seguir corriendo, así que opté por un nuevo escondite. A duras penas, me arrastre por el húmedo piso hasta unos cuantos matojos. Necesitaba calmar la ansiedad que crecía dentro mío, necesitaba calmar esta alocada respiración que podía delatarme.
—Jugaremos en el bosque...mientras el lobo no esta—le escuche cantar con perspicacia mientras seguía caminando, acariciando la canción— Porque si el lobo aparece, a todos...¡Matará!—grito fuertemente abriéndose paso entre las ramas.
Había dado conmigo. El pánico e intranquilidad llegaron a mi.
Levantó la pala con malicia. Entonces lo supe, era mi final...pero no hice nada, simplemente me mantuve inmóvil. Desde niño siempre había querido escapar de mis problemas, pensando que correr o refugiarme era el camino correcto. Pero esta vez quería que fuera diferente, esta vez dejaría que el miedo temblara, no yo. Y por primera vez, no quería ser el que huyera.
—¡Así ni siquiera va la canción!—escuche la voz de Santiago, la cual me hizo salir de mis pensamientos.
Y en un simple parpadeo de ojos, lo veo aventarse en contra del rector para evitar que me golpeara. Ambos azotaron en el suelo mientras forcejeaban para soltarse, hasta que Masini le soltó un gran golpe en la cabeza que le hizo perder el conocimiento un segundo, el hombre se levanto frente a el listo para acabar con su vida, y yo, sin perder más el tiempo, busque en el suelo topándome con una enorme roca, con la poca fuerza de voluntad que me sobraba me levante y un abanicazo en la cabeza se le fue propinado el cuál lo hizo desplomarse contra el suelo como un pelele sin conocimiento. Y ahí en el suelo sin poder moverse, me tumbe sobre el golpeándolo repetidas veces, una y otra y otra vez.
De mi boca deje salir un desgarrador grito al observar su cuerpo ya sin vida mientras la lluvia bañaba mi rostro y mis manos estaban llenas por su sangre. Había asesinado a alguien, era un maldito homicida.
Las sirenas de las policias se oyeron a lo lejos, con mucha dificultad levante al gemelo y lo apoye en mi espalda para salir del bosque.
Aquellas luces en tonalidades azules y rojas daban brillo a mi rostro. No miraba ningún punto en específico, mi mirar se hallaba perdido, el vaho salía de mi boca con cada suspiro que brindaba al vacío, la sangre ya se sentía tan seca, que me entumecía la frente. Las voces se escuchaban en eco, demasiado lejos. Policías revisaban el basto bosque, los alumnos se encontraban ya a salvo, la ambulancia trataba a Ithan mientras un castaño le abrazaba llorando de alivio al corroborar que seguía con vida, una ligera sonrisa, casi imperceptible, adorno mis labios al ver qué sostenía su mano para brindarle consuelo.
—Ey, ¡Gotti!—le escucho gritar mi nombre, impidiéndome siquiera dar un paso.
—Santi—susurre algo desentendido—¿Qué haces? Ithan te necesi...
Pero ni siquiera pude terminar de completar mi frase, el chico prácticamente se había lanzado hasta mí para enredar sus brazos a mi alrededor. Santiago se encontraba abrazándome.
—Gracias...—murmuró cerca de mi oído—De no ser por ti, seguiríamos encerrados en ese infierno.
—De no ser por ti, yo estaría muerto—respondí.
—Suelo ser oportuno de vez en cuando—bromeó.
Aquel se separó lentamente para quedar al frente mío.
—Lamento...mucho lo de Renata.
—Ella...era una chica con muchos problemas Gotti. Aún así, tenía muchos sueños por cumplir, no paraba de hablar sobre ellos cada que iba a la biblioteca—expresó riendo, pero al mismo tiempo de sus ojos brotaron unas cuantas lágrimas—¿No es injusto? Jamás logrará cumplirlos.
—¿Con qué soñaba?
—Con recorrer el mundo, con ser...libre—dijo mirando hacia el cielo repleto de estrellas—¿Alguna vez te lo dije?
—¿Qué cosa?
—Qué ella, es mi primer amor.
—Santi...
—Fue un privilegio haber resuelto este caso al lado de un Gotti—comentó extendiéndome una mano y con la otra e sorbió la nariz.
Burlesco yo correspondí su apretón.
—Cállate—me burlé provocando que riese.
—Regresaremos a México con nuestros padres, Jeon—dijo con una notoria sonrisa—Ithan y yo, esperamos volver a verte. Pasaré el resto de mi vida cumpliendo el sueño que Renata no pudo cumplir, supongo que nos toparemos algún día.
—Así será Tiago, esta no es una despedida.
Sin decir nada más, sólo con compartir miradas confidentes, se alejó con el rubio, quien se despedía con un ligero movimiento de mano.
Entonces el motor de un vehículo me hace salir de aquel trance creado por tantos pensamientos y automáticamente desvío la mirada topándome con aquel auto en color negro que podría reconocer en cualquier lugar. Y cuando visualizo aquella silueta alta y robusta, no lo dudo ni un segundo y al instante salgo corriendo hacia ella dejando caer la manta que me envolvía segundos atrás.
—Esta muerto—murmuré casi sollozando, dejando que el pánico llegara nuevamente a mi—Yo...yo lo...
—Lo sé—me respondió mi padre separándome un poco para mirarme a los ojos—Todo estará bien. Ahora deja que yo me ocupe de todo a partir de ahora.
Asiento un poco desconcertado, tratando de pensar que mi padre tenia razón como siempre, pero una parte de mi teme que no sea así. El termina por alejarse dejándome ahí, solo, cuando dos policías le llaman.
—¡Gotti!—me interrumpe llamando mi atención.
Desvio la mirada, y es ahí donde puedo observarla saliendo del vehículo a toda prisa hasta donde yo estaba, ni siquiera puedo reaccionar cuando siento sus brazos rodear mi cintura y su cabeza recostándose sobre mi pecho.
—Mamá...—susurre correspondiendo ese abrazo algo inseguro, incrédulo. No podía creer que ella estuviese ahí, que estuviera entre mis brazos otra vez.
—No sabes lo angustiante que fue recibir ese telegrama...—se excuso mamá.
—No sabes cuanto te he extrañado, madre—exprese sonriendo ampliamente bajo el sutil manto de lluvia.—Han pasado tantas cosas desde esa última vez, quiero presentarte a todos, mis amigos, ellos son geniales, te agradaran, sin ellos no hubiera podido hacerlo, y hay una chica que...me gusta, en realidad me gusta mucho y-
—Bueno, ya habrá mucho tiempo para eso—interrumpió tomando mi mejilla—Vayamos a casa, ¿Si?
Yo asiento lentamente, sin embargo, un pensamiento se instala en mi cabeza. En un movimiento algo rápido me separe de mamá y me quede quieto un segundo dejándola algo confundida.
—Espera, necesito...necesito hacer algo.
Algo desconcertado, me aleje comenzando a caminar por todo el lugar en su búsqueda, miraba hacia todas partes con ansía, la exasperación llego a mi, la angustia estaba por instalarse en mi pecho cuando...los vi.
Cuando vi esos ojos que habían sido los culpables de todo.
—¡Jungkook!—exclamo ella acercándose a mi y yo sin siquiera pedir permiso, la envolvi con desespero. —¡Dios! Te he buscado como loca. Creí que, el te haría daño.
—Ya, todo termino. Este es final.—murmuré cerca de su oído como un intento de consuelo.
—Mi padre esta aquí, vino para llevarme a casa, pero...no podía irme sin despedirme primero.
Ambos nos separamos lentamente sin soltarnos de las manos, luego miramos al frente. El fuego era deslumbrante, iluminaba el rostro de Dionora y el mío, aquel internado era consumido por las llamas, quemando así a todas aquellas almas condenadas.
Un lugar tan viejo como ese, se convertiría con el tiempo en un ser viviente, en un recuerdo insuperable, en uno doloroso, en una memoria lamentable, puede tener vigas por huesos, ventanas por ojos. Pero permanecería ahí, solo. Enloqueciendo lentamente, poseyendo cosas, manteniéndolas vivas, cuando no deberían estarlo. Dentro de sus paredes, algunos recuerdos son buenos, algunos son malos, pero de otros no deberían hablarse nunca.
Con alivio volteé encontrándome con su rostro, ella me sonrío plenamente mientras acariciaba mi mano, mientras temblaba de frío.
Todo estaria bien. Cada quien regresaría al lugar al que pertenecía. Pero...¿Por qué no podía evitar sentirme triste?
—Volveremos a vernos, ¿Cierto?—cuestiono la chica temerosa de una respuesta negativa.
El día estaba por finalizar, a lo lejos podía observarse como la noche estaba despertando, el sol comenzaba a esconderse por el horizonte haciéndose casi invisible, el color del cielo variaba de un naranja a un rojo, quizá podían percibirse destellos amarillos, morados o rosados hasta perderse en el intenso azul oscuro. Era hermoso, era hermoso sin lugar a dudas.
—Me gustan los atardeceres...—murmure llamando su atención.
Dionora me cuestiono arrugando la nariz, dedicándome una expresión angustiosa.
—No sé. Parecen prometerte un mañana mejor...
Ahí estaba mi respuesta.
Y ella. Ella simplemente sonrío.
Esa noche ninguno regreso al lugar donde pertenecía, ya lo haríamos alguna vez, algún día.
Cuando las personas comenzaron a buscarnos, ya estábamos lo suficientemente lejos como para ser encontrados.
Yo cantaría para noventa y nueve personas, porque ya tenía una espectadora asegurada.
Esa, de la que se me había hecho vicio ver sus ojos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro