{04}
❝ Fuera de los mur☹s❞
—Amo tu cabello ébano—le escucho susurrar, mientras enreda sus delgados dedos entre mi pelo—Combina con tus ojos grises y piel blanca. ¿Lo sabes?
—Lo sé. Lo dices cada vez que tienes oportunidad—le respondí sonriendo juguetón.
—¿Sabes?—menciona separándose de mi, recargando su cabeza sobre el respaldo del sillón. Y yo me incorporo a su lado para mirarle—Por un minuto. Trate de pensar cómo sería una vida donde no estás.
—¿Y lo lograste?
—No. Ni siquiera pude imaginarme como debe sentirse el no tenerte por el próximo minuto. Me asfixiaría, Gotti. Tú eres aquello que me hace querer respirar.
—¿Entonces porque estás con ese engreído y no conmigo?—le cuestioné tornándome serio.
Aquella me regaló una sonrisa de boca cerrada, luego acaricio mi mejilla.
—Porque tú eres la única persona de la que no podría deshacerme, y no me gustaría arruinarlo.
—Él sólo te hace daño—susurre.
—Nadie puede hacerme más daño del que yo me hago—respondió dejando caer una lagrima sin expresión alguna—O del que tú podrías causarme si una vez me dejas.
—Jamás voy a dejarte.
—Ya lo hiciste.
Entonces siento como me toman del hombro repentinamente haciéndome despertar. Abro los ojos poco a poco hasta que estos se logran acostumbrar a la poca oscuridad que nos envuelve debido a las lámparas de queroseno. Miro a un lado, y puedo observar a Santiago mirándome confundido, con pereza tallo mis ojos y me incorporo en la cama.
—¿Qué hora es?—susurro aterrizando en tierra. Captando la idea de que ya he dejado de soñar.
—Las 4:30 de la madrugada, amigo—me responde acompañado de un bostezo, caminando de vuelta al borde de su cama—¿Quién mierda es Sophie?—me pregunta tomándome desprevenido.
Puedo sentir mi espalda tensarse al momento en que sus labios pronuncian tal nombre.
—¿Por qué preguntas?
—No dejabas de repetir ese nombre mientras dormías, me asustaste horrible—me dijo volviéndose a acostar—Entonces ¿Me dirás quién es? ¿Tu novia?
—Wow, no, no, en lo absoluto, te equivocas tremendamente—me apresuro a contestar—Sólo...una persona que conozco.
—Parece no ser cualquier persona si la tienes presente incluso en tus sueños—me responde casquivano y yo sólo río divertido por tal comentario—¿Es la misma chica con la que soñaste en clase? Ya sabes, en tu primer día.
—Si. Supongo que es mi remordimiento por no haber podido ayudarla, es como si mi cabeza creara situaciones que me recuerdan que soy tonto.
—Me da igual lo que haga tu cerebro—me dijo el castaño burlesco—Quiero dormir, y tú deberías volver a hacerlo. Pero por favor, no hables mientras lo haces, casi me cago en mis pantalones y son los únicos pantalones de pijama que tengo.
Dijo volviendo a acomodarse entre la sábana y su cobija. Guarde silencio y me senté en la cama observando a través de la pequeña y única ventana de la habitación, la luna se hallaba escondida entre las nubes, me restregué la cara con las palmas de mis manos para despabilarme un poco, para finalmente tumbarme nuevamente sobre el colchón dejando que las horas se me vinieran encima, y aunque lo intente. No pude pegar un ojo en toda la noche.
—¿Dices que saldremos?—cuestione terminando de beber toda la nata en mi vaso—Creí que jamás pondría un pie fuera de este lugar, no al menos en poco tiempo.
—Nos ganamos un día de campo una vez al mes. Hay un lago atravesando el bosque, vamos, comemos, nadamos y luego regresamos al internado—me respondió Santi llevando uno de sus panqueques a la boca.
—¿Y el rector? No viene—pregunte observando hacia la mesa de los profesores—No lo he visto en toda la mañana.
—El señor Masini nunca sale—contesto Ithan.
—Genial—clamé dejando que la emoción me dominara.
—¿Genial? La señora Lanese y Ghido son como sus perros fieles, le cuentan absolutamente todo.
—Por eso, ustedes dos van a cubrirme—dije con tranquilidad, levantándome de mi silla.
—¿Cubrirte? ¿Cubrirte de que?—pregunto Santiago frunciéndome el ceño—¿Nos viste cara de mantas?
Ambos hermanos se miraron entre sí confundidos, para después levantarse y seguirme el paso.
—Hoy debo verme con Dionora—solté guardando mis dos manos dentro de los bolsillos del pantalón corto—Tengo que entregarle, esto—explique sacando su broche que de mariposa.
—¿Qué? ¡¿Te volviste loco?! Si te encuentran hablando con ella, será tu fin—exclamó el rubio con los ojos saliéndose de lugar, metafóricamente.
—Vamos, no puede ser tan malo. Uno debe tomar riesgos ¿No?—pregunte encogiéndome de hombros—Y hablando de riesgos, Ithan, necesito que le lleves el mensaje a Dionora—le pedí entregándole una nota.
—¡¿Qué yo que?!
—Yo sólo diré, que una cosa es ser atrevido y otra muy diferente es ser estúpido. Y tú Jeon, eres estúpido—murmuró Santi.
—Sólo serán quince minutos, lo prometo—murmure cruzando mis dedos.
—No hagas promesas que no vas a cumplir —se quejó el castaño.
—Gracias, les debo una.
—¡Jamás aceptamos!
—Muy bien, Dionora ya se ha ido según lo acordado—susurró el rubio observando a lo lejos, mientras yo me escondía entre los arbustos—La anciana está distraída con la canasta de comida, y Guido está muy ocupado siendo un terrone di merda. Es tu oportunidad.
—Enserio, les debo una—murmure sonriendo.
—Quince minutos Gotti, es todo, no puedo darte más—me advirtió Santiago con seriedad—Comenzarán a sospechar luego de ese tiempo.
—Bien. Los veré en quince.
Con sutileza y en cuclillas, fui caminando hasta adentrarme al bosque por completo, me puse de pie observando hacia todas partes en la búsqueda de esos ojos hipnotizantes. Camine un poco más, hasta observar esos cabellos dorados que brillaban con la luz del sol cayendo sobre sus hombros, Dionora se encontraba sentada en un tronco mientras jugaba con los dedos de sus manos. Está de más decir, que seguramente era un manojo de nervios en ese momento. Tratando de hacer el menor ruido posible, me acerque hasta ella y posicione mi mano sobre su cabeza haciéndola sobresaltar al instante.
—¡Merda!—exclamó levantándose abruptamente—¡Jungkook, coño! ¡Qué me has espantado horrible!
—Lo siento, no quería asustarte de esa manera—le respondí sonriendo divertido.
—Dame—soltó dejándome ver la palma de su mano, yo la miré confundido—Mi broche, por eso estoy aquí después de todo, o eso decía la nota.
Y entonces, sonriendo ladino, tomé su mano para arrastrarla conmigo, ignorando completamente su petición.
—Gotti, si alguien nos ve...
—Nadie nos verá—le interrumpí sin dejar de caminar—Lo prometo. Además, sólo será por un par de minutos.
—¡Estas desquiciado, Jeon!—espetó frenando en seco, haciéndome girar para quedar frente a frente. Una sonrisa juguetona adornaba sus labios—Vas a meterme en muchos problemas.
—Yo adoro los problemas.
—No lo dudo, después de todo estás aquí—soltó tomándome por sorpresa.
—Estoy aquí...Porque no puedo controlarme—respondí directo al grano, no quería darle tanta vuelta a ese asunto.
—¿No puedes controlar que?—siguió cuestionando, acercándose peligrosamente a mi.
—Mi irá. Estoy loco—murmuré sin despegar la mirada de sus ojos.
Un silencio nos envolvió al instante, sin embargo no quería que este durara por mucho, así que hable.
—¿Y? ¿Es cierto que estuviste en una clínica?—pregunte.
En automático, la sonrisa que adornaba sus voluptuosos labios, desapareció haciéndome sentir como un completo gilipollas. Me separé de ella, y comencé a caminar sin ninguna explicación.
—Jungkook, ¿Qué haces? ¿A dónde vas?—la escuche preguntar a mis espaldas con angustia.
Aún así no me giré, seguí caminando mientras observaba el piso hasta dar con lo que buscaba. Me agache y arranque una pequeña flor de color violeta, luego me volví hasta ella nuevamente.
—Por culpa de mi curiosidad ha desaparecido la sonrisa de tu rostro—murmuré colocando tal planta por encima de su oreja, para que sujetara su cabello—Pensé en algo para recuperarla.
—Estas lleno de sorpresas—susurro sonriendo otra vez para mi—No me molesta hablar de ello en realidad, es la primera vez que alguien me lo pregunta y solo quede desconcertada, es todo.
—Si no te hace sentir cómoda decirlo, yo...
—Me autolesionaba Jeon—me interrumpió con tanta tranquilidad que me asustó, y lo dicho me sorprendió a montones—Una vez fue tan grave, que papá tomó la difícil decisión de meterme aquí, donde soy vigilada todo el tiempo.
—¿No lo dicto el juez?
—Mi papá es el juez, Jungkook. Nadie lo sabe, ni siquiera Ignacio Masini—contesto bajando la mirada, mientras la mía se perdía—No soy tan perfecta como todos creen que lo soy.
—Dime porque lo hiciste Sophie—cuestione tomándole ambas muñecas—¿No ves que me lastimas cada vez que tú te lastimas a ti? ¿No lo ves?
—Perdóname, es sólo que yo...no encuentro otra manera de expresar lo que se anida dentro de mi corazón. No soy tan perfecta como crees que soy.
—Me gustas—solté de la nada, dejándola sin palabras—¿Ves que fácil es expresar lo que sientes?
—Kook—susurró observándome con lastima, odiaba cada vez que me regalaba ese mirar—Yo...temo no corresponderte.
—Tengo los dedos cruzados Sophie, nunca confíes en una persona que cruza los dedos—le espete burlesco, liberando la tensión—Tranquila, no me gustas de esa manera.
Pero había dicho: "No me gustas de esa manera" con los dedos cruzados.
—¿Jungkook? ¡Jungkook!—exclamo Nora sacándome de mis pensamientos—¿Ocurre algo? Te fuiste a Marte por un momento.
—Me gustas—solté.
—¿Cómo?
—Si, desde que te vi por primera vez. Volteaste, me miraste y pensé: Maldita Sea. Estoy jodido, porque ella es hermosa.
Dije haciendo que ella riera.
—Tenía qué confesártelo antes de que notaras que no soy un gran partido.
Repentinamente, Dionora se colocó de puntitas y depositó un rápido beso sobre mi mejilla. Un sentimiento electrizante me erizo los vellos de la nuca.
—Ni siquiera me conoces—me dijo separándose por completo de mi.
—Tengo mucho tiempo para conocerte. Y creo, que se lo suficiente de ti—dije llevando mi mano a mi bolsillo.
—Yo no sé casi nada de ti.
—No es complicado. Mi vida entera literalmente está en cualquier periódico de la ciudad—conteste juguetón, llevando su broche hasta su cabello.
Una ligera carcajada se escapó de su boca.
—Eres divertido.
—Tengo que compensar mi poco atractivo con mi buen humor.
—Estas loco Gotti.
—Todos estamos un poco locos Nora.
—El tiempo que delimitaste se acabó—mencionó observando directamente hacia mi reloj—¿Volveremos a hablar? ¿O está será nuestra despedida?
—Por supuesto que volveremos a hacerlo. Ya nada hará que me separe de ti Nora. Ya no—susurre sonriendo abiertamente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro