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Hermanastros [Parte II]

—Me gustas, ¿quieres salir conmigo?

Al escuchar esas palabras, Gulf casi se va de espaldas.

¿En verdad estaba ocurriendo? ¿No era una broma de sus amigos?

El joven de diecisiete años observó a su compañera que en ese instante le rehuía la mirada y tenía la cara parcialmente roja.

En definitiva era una chica linda; pequeña y menuda, con el cabello liso y muy bien arreglado. Era guapa y no podía creer que se le estuviera confesando a él.

—Yo... —intentó pensar en una respuesta, lo normal era que aceptara y comenzaran a conocerse mejor. Porque apenas y sabía nada de ella—. Lo siento... —soltó al final sintiendo que la cabeza le explotaría.

Es que por más que se imaginaba en una relación con ella no podía visualizarse siendo feliz y sintiéndose a gusto como ahora lo hacía.

¿Era normal que pensara en todo eso mientras tenía en frente a una bonita chica que le estaba declarando su amor? ¿Acaso era una especie de persona que no amaba?

No tenía la menor idea, pero lo único de lo que tenía seguridad era que estaba bien así. Con su soltería y saliendo con su hermano a divertirse.

¿Mew?

Su Phi era todo lo que necesitaba, y ahora que lo meditaba, eso no era para nada normal.

La joven por la expresión de Gulf comprendió que no tenía ni una oportunidad, así que inclinando la cabeza y revelando una sonrisa triste retrocedió un par de pasos para alejarse, tomando la dirección opuesta a la del chico que la había rechazado de forma confusa.

Por su parte, Gulf se mantuvo sumido en sus pensamientos por el resto del día, hasta que al llegar a casa y abrir la puerta de su habitación, se encontró con Mew ayudándole a acomodar su ropa.

—Madre me dijo que te castigaría si al subir veía tu cuarto desordenado... Entonces creí que sería buena idea echarte una mano. No te molesta, ¿cierto?

Gulf carraspeó y negó con la cabeza, sintiéndose repentinamente tímido con su mayor.

Mew terminó de colgar las camisas y al girarse sonrió, estirando la mano y posándola en la cabeza de su hermano menor. Despeinó sus lacios cabellos y terminó con una sutil caricia en el lóbulo de su oreja, que desencadenó una descarga eléctrica que bajó por toda su espina dorsal.

—Te pusiste rojo, ¿te estás sintiendo mal? —Mew llevó ambas manos a sus mejillas, para comprobar su temperatura, pero solo provocó que el calor se intensificara.

El menor retrocedió zafándose del toque adverso.

—Estoy bien —afirmó sin sonar convincente ante los ojos de Mew—, es solo que el entrenamiento estuvo pesado y será mejor que tome un baño.

El castaño asintió no muy convencido y salió de la habitación dejando a un Gulf demasiado consciente de su presencia y su toque.

Quizá su cuerpo estaba reaccionando así por aquella chica que le había declarado su interés, tal vez ahora se daba cuenta que sí necesitaba una pareja, ya tenía la edad suficiente para ese tipo de cosas y el descontrol de sus hormonas eran más que evidentes.

Antes de meterse a la regadera decidió hablar con Mew, seguramente él podría darle un concejo. Como su habitación estaba frente a la suya, apenas separada por un pasillo estrecho, abrió la puerta sin anunciar su presencia, al hacerlo se encontró con Mew solo en bóxers.

Gulf antes lo había visto parcialmente desnudo, no es que le conociera a la perfección, pero al vivir en la misma casa, en ocasiones se topaban con este tipo de escenas, donde se pillaban antes de meterse a bañar; la única diferencia es que el menor, en esta ocasión, sintió que todo su cuerpo se incendiaba y aunque desvió la mirada, por dentro moría por contemplar el cuerpo de Mew.

—Lo lamento, Phi —habló con voz trémula delatando así su nerviosismo—, no creí que tomarías un baño también.

—No te preocupes, ¿querías algo? —El mayor como siempre se dirigió a él con amabilidad.

—Puedo esperar —respondió haciendo amago de salir, pero permaneció en el umbral de la puerta.

El castaño tomó su toalla y se metió sin más a la regadera.

Gulf aprovechó para robar la playera usada de su hermano. Al hacerlo el corazón le latía como un loco, su parte racional le gritaba que había perdido la cabeza, que se metería en problemas si era descubierto.

Sin embargo, le gustaba pasar su tiempo con Mew, amaba que este le tomara en cuenta en sus días libres, que siempre fuese su prioridad. Le encantaba la confianza que se tenían, adoraba cuando le abrazaba. Le hacía sentir completo.

Entonces necesitaba descubrir si lo que rondaba por sus pensamientos tenía sentido. Si realmente podía llegar a ver como algo más a su hermanastro.

Por ello puso el seguro de su habitación, y encendió la radio, por si algún ruido escapaba de su boca, entonces fuese asfixiado por la música.

Se metió al baño, y por si el seguro de su cuarto no fuese suficiente, también bloqueó esa puerta.

Tomó un largo respiro y cerró los ojos. Como ahogada se alcanzaba a escuchar una melodía romántica, pero la ignoró y se concentró en la prenda que tenía entre las manos.

Era una playera holgada, al tacto se sentía agradable, y lo mejor es que desprendía el aroma de Mew, que le envolvía y llenaba. Al tener los ojos cerrados sentía que lo tenía ahí frente a él. Escondidos de sus padres, a punto de hacer algo que seguro no aprobarían.

Entonces su imaginación voló con facilidad.

Su Phi le dedicaría una sonrisa suave antes de besarle, le acariciaría por encima de la ropa y con delicadeza se colaría por los bordes hasta que las yemas de sus dedos rozaran su piel.

Gulf tembló y un gemido escapó de sus labios.

Besar a Mew era lo que necesitaba para que el círculo que se había creado alrededor de ellos por fin se cerrara.

Con las manos temblorosas tomó su miembro y dejó que su imaginación fluyera hasta el final.


Los días posteriores a esa experiencia los manejó de la peor forma. Evitó a su hermanastro, le avergonzaba tanto haberse masturbado pensando en él, y lo peor es que se había corrido con una rapidez absoluta que le dejó perplejo.

¿Realmente quería algo más con Mew?

Los dos eran hombres, e incluso eso no era lo peor. Sus padres estaban casados y eran hermanos gracias a ello.

No podía arruinar la felicidad de su madre por un deseo que podía ser efímero. Por una fantasía de la que quizá después se arrepentiría.

Pero los días pasaron y mantenerse alejado de Mew le fue imposible, así que decidió apostarlo todo, porque después de aquel descubrimiento ya no era el mismo. Había cambiado algo, era como si hubiese despertado de un largo sueño.

Así que decidió confesar sus sentimientos a su mayor, y el día en que se sintió preparado vio a Mew más arreglado de lo normal.

—¿Qué haces? —le dijo en el umbral de la puerta, observando como el castaño, bastante concentrado, se peinaba frente al espejo.

—Tengo una cita, Nong, algún día tendrás una también.

En el momento que habló, giró la cabeza y no alcanzó a vislumbrar su expresión.

Para el menor aquellas palabras fueron semejantes a que alguien le hubiese clavado una estaca en el corazón, una sensación fría y desagradable le recorrió. Ni siquiera intentó replicar, tan solo, miró su espalda lo suficiente para que su corazón se acostumbrara a tener aquella obstrucción dolorosa.


Después de aquello pretendió olvidar esos inoportunos sentimientos.


♡♡♡


—Desde hace tiempo que pienso en ti como algo más, desde hace tiempo que no te veo como mi hermano. Y tenerte aquí conmigo, solo nosotros dos. No es buena idea.

Su boca se abrió ligeramente sin ser consciente. En realidad el proceso de comprensión le fue tan pesado y lento.

Casi creía que su mente había creado aquel diálogo. Podía atribuírselo a su enorme imaginación. Pero la expresión de Mew era para tomarse en serio. Jamás le había visto de esa forma, como en medio de una batalla interna consigo mismo.

Gulf no sabía qué debía hacer, mucho menos lo que debía decir, tan solo veía una puerta abrirse ante él. Y tenía que decidir si entrar, o quedarse del otro lado, como ya se había acostumbrado, como ya se había resignado.

Tenía miedo, tanto por sus padres, como por la forma en que su corazón se aceleraba.

Era similar a saltar por un barranco, lanzarse al vacío, solo que lo acompañaría su hermanastro.

Y no podía permitirlo, arruinar sus vidas, arruinar su relación fraternal, todo por intentar un amor que estaba condenado al fracaso. Maldito desde el inicio. Si sus padres se enteraran les darían la espalda. Si el mundo lo supiera...

Gulf cerró los ojos y aspiró la dulce colonia del mayor.

Era tan tentador, a los diecisiete años no le habría importado y habría mandado todo a la mierda. Mas ahora tenía veintidós años, ya no era tan insolente.

—Lo siento —murmuró y sintió como los dedos que rodeaban su muñeca se deslizaron hasta soltarlo.

En medio del silencio pesado que se había instalado entre ellos tomó su maleta que había quedado olvidada a su izquierda, y antes de arrepentirse se obligó a dejar a Mew.


El día en que se mudó junto a su padre a un departamento más grande para vivir junto a su prometida y su hijo, Mew no estaba seguro si funcionaría.

No por sus padres, ellos no le preocupaban. Pero Gulf era muy reservado, y no sabía si sería capaz de soportar su personalidad tan opuesta a la suya.

Al inicio sabía su Nong lo evitaba, pero encontró la forma de llegar a él por medio de videojuegos y pronto se vio envuelto por ese chiquillo que reía y actuaba tiernamente cuando se sentía confiado.

Y entonces comenzó a pasar todo su tiempo con él, hasta que una noche en que sus padres habían salido a un pequeño viaje de fin de semana, y junto a Gulf se habían quedado en la sala mirando películas de terror hasta quedar dormidos, que en la madrugada despertó al sentir algo pesado sobre su pecho, y al abrir los ojos se topó con su hermanastro. El chico de, en ese entonces, diecisiete años se aferraba a él.

Gulf era lindo, lo notó desde el inicio, pero nunca creyó que un día se sentiría atraído hacia él. No solo se debía a sus rasgos o a su complexión, se sentía atraído a su personalidad, a su manera de pensar y de ver el mundo, al auténtico Gulf que pocos conocían. Desde ese instante supo que estaba jodido, y que su padre lo mataría antes de permitir que hiciera cualquier movimiento con el hijo de su esposa.

Con el que ahora era su hermanastro.

Se conformó con eso, con ser su hermano, ser parte de su familia.


Escuchó los pasos de Gulf cada vez más lejanos, las ruedas de la maleta deslizarse hasta la puerta, y antes de que fuese demasiado tarde pidió perdón por ser tan egoísta, pero necesitaba serlo por lo menos una sola vez antes de volverse loco.

Siguió a Gulf y antes de que alcanzara a salir le hizo girar, tomándolo por el cuello de la camisa le besó.

Había pasado incontables noches imaginando, había recreado en su cabeza cómo sería sentir los labios del menor contra los suyos, y la sensación era superior a lo que alguna vez soñó.

Besarle le desarmó, como si fuese una pieza sólida que fue lanzada contra un muro, y ahora se había fragmentado en miles.

Estaba perdido.

Cerró los ojos y una lágrima escapó escurriendo por su mejilla.

Se odiaba, pero al menos había cumplido lo que llevaba anhelando por años.

Y aunque sabía que quedaría deshecho a partir de ese instante, para Mew valió la pena, y lo volvería a hacer. Sentir los suaves labios de Gulf, por una fracción de segundo hacerlos suyos, fue totalmente una victoria. Aunque después quedara roto.

Llevó una de sus piernas hacia atrás, para soltar al menor que se había quedado estático y así dejarlo partir.

Pero antes de lograrlo sucedió algo que jamás esperó.

Su Nong colocó sus manos sobre las suyas, para evitar que lo liberara.

Lo tenía a escasos centímetros de distancia, podía ver cómo sus pupilas se dilataban, podía ver en sus ojos una melancolía que poco a poco era suplantada por alegría.

La respiración cálida de Gulf muy cerca de su nariz, y repitió:

—Lo siento...

Mew iba a responder que lo sabía, que no era correspondido y que así estaba bien, aunque era evidente que se estaba desmoronando, pero no podía forzarlo y en realidad comprendía que era lo mejor para ambos.

—Me enamoré de ti también, Phi —dijo cuándo creyó que no había más.

Era evidente la culpabilidad en ambos, plasmada en sus rostros dolidos, pero en la profundidad de sus ojos brillaba cierta esperanza.

Gulf no cerró los ojos, lo había hecho durante largo tiempo imaginando que besaba a Mew, ahora era real y no quería olvidarlo jamás.

Así que eliminó la distancia de sus labios hasta unirlos, y moviéndolos con temor a que lo terminara empujando, le besó hasta que fue demasiado y tuvo que apretar los párpados y solo disfrutar de las sensaciones que recorrían su cuerpo. Que le hacían temblar y provocaban una explosión en su pecho.

Sin darse cuenta, el anhelante y deseado contacto iba uniendo las piezas rotas de Mew, le estaba curando el alma, le hacía un bien especial difícil de explicar. Como si el mundo comenzara a tener sentido, como si su mundo se llenara de color.

Gulf acarició los cabellos lacios del mayor, gimiendo cuando este le acorraló contra la puerta, demostrándole así toda la necesidad sin saciar que durante años le había atormentado, y que tenerlo ahora entre sus brazos era más que un sueño hecho realidad.

Porque amaba a Gulf, desde que apareció en su vida junto a su madre, con aquella apariencia de chico tímido y poco sociable, pero con un humor del demonio, puso su mundo de cabeza, y ahora besándole y acariciándole volvía a la normalidad.

En verdad lo amaba, y lo mejor era que también se sentía correspondido con la misma intensidad.


Esa noche la maleta quedó olvidada a centímetros de la puerta, seguramente pasaría largo tiempo antes de salir de ese departamento, porque aunque ambos eran conscientes que su amor podría dañar el de sus progenitores, también entendían que no podían seguir sin el otro.

N/A: ¡Mil gracias por leer!

Si tienen alguna idea para una historia corta de MewGulf/TharnType que quieren que escriba pueden decírmela, si me inspira es probable que me anime a subirla 

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