Por un milagro del cielo se conocieron, como si Dios lo hubiese dispuesto...

Así lo vieron ellos, y lo recordarían, toda la vida. Aunque no eran perfectos, parecían estar hechos el uno para el otro, eso pensaron cuando la lluvia cesó, y tras el torrencial aguacero, de nuevo el sol brilló.

Cada uno tomó su camino con el mutuo deseo de cruzar sus miradas nuevamente, apenas sabían sus nombres, tenían sus respectivos números telefónicos, y la incertidumbre de quién llamaría a quién.

La primera llamada no se hizo esperar, pero no fue atendida, uno de los teléfonos tenía la batería descargada y la excusa perfecta para una segunda llamada al otro día.

—¿Tú me llamaste anoche? —preguntó la chica.

—¡Eres la chica de la lluvia, ¿verdad?!

Bajo la lluvia se enteraron de que eran estudiantes de carreras diferentes; uno estudiaba artes y el otro, arquitectura.

El lector podría imaginar si era el o ella, el de la carrera de arquitectura, y deducir por consiguiente la carrera del otro estudiante.

Conforme lo desearon; las miradas se cruzaron de nuevo. En aquella oportunidad, realmente conocieron más de cada uno de ellos, y confirmaron que sin duda alguna había nacido el uno para el otro.

Continuará...

Hola a todos y todas. Nuevo capítulo. Nueva historia.