¿Por qué me haces esto?
Iba para mi casa y me topé con el mismo chico de la universidad, llevaba cosas para sus primos.
No quise saludarlo, se veía acompañado. Además, éramos amigos y no teníamos que saludarnos cada vez que nos viéramos.
Llegué a mi casa como siempre, no sabía qué hacer así que invité a una compañera de mi clase.
Todo el día la pasamos charlando y contándonos relatos y anécdotas.
Pero como siempre, te deben preguntar si tienes novio:
—¿Te gusta alguien?
Esas preguntas eran un sin sabor, siempre me iba mal en el amor. No entendía, ¿por qué me preguntaban eso?
—No —dije bajando mi cara para que no viese mis mejillas rojas.
—Te pusiste roja, eso quiere decir que sí. Cuéntame. ¿Quién es?
—Nadie —dije algo enojada.
—A mí me gusta alguien —dijo ella sonriendo tímidamente.
Le podía ver sus ojos brillantes cuando hablaba de aquel chico, no sabía quién era, le tenía bastantes apodos. No lograba saber cuál era el hombre. Entonces llegó mi oportunidad para saber acerca de él.
Ella me susurró en mi oído, para que nadie lo escuchase, solamente yo.
Fue cuando mi felicidad se convirtió en tormento, ya que ella estaba enamorada del chico que a mí me parecía lindo. Pero a decir verdad ella lo conocía mejor que yo.
Apenas me contó de él, no solo me quedé sorprendida, a la vez entendí varias cosas de ellos dos.
Pensándolo bien, siempre los veía juntos, al nivel de que hubiera afirmado que eran novios.
Pero en realidad ella era la que iba detrás de él, y él no se sabía si también iba detrás de ella.
A los pocos minutos ella se fue. Pude ver de reojo al chico salir de casa de sus primos. Le señalé a mi compañera que allí estaba el hombre de sus sueños.
Ella tan solo me guiñó uno de sus ojos como en agradecimiento, y se fue detrás del chico. Él como siempre le sonreía, creo que esa sonrisa le gustaba a mi amiga.
Cerré mi puerta y no pude evitar ver, que mi amiga lo besó.
Este chico parecía que también estaba enamorado de mi amiga.
A decir verdad me alegraba verlos juntos, él no me conocía ni yo a él.
Y tampoco era para tanto. ¿Cómo puedes enamorarte de alguien a quien no conoces?
Subí a mi habitación, coloqué música a todo volumen y me encerré en mi habitación.
Sentí que alguien pedía que bajara el volumen. Sabía que había llegado mi madre, como siempre, furiosa por la mala vida que teníamos.
Abrí la puerta de mi habitación y ahí estaba, diciéndome lo mala hija que era. Como siempre, esas palabras fueron tan punzantes que me hicieron llorar. En toda la noche no pude salir de mi cuarto.
Fue cuando escuché a mi hermano, golpear la puerta, que lo dejé pasar. Este me dio la comida y luego se fue...
Siempre había sido una chica que se escondía, me deprimía bastante. Tenía problemas de sobrepeso, odiaba mi cuerpo, tanto que muchas veces traté de quitarme la vida, pues mi madre siempre me decía que era una gorda sin futuro.
Luego fui creciendo, y todo lo que me habían dicho se había convertido en inseguridades.
No me gustaba llevar vestidos. A pesar de que mi piel era color morena, la odiaba. Había sufrido de maltrato, por parte de mis compañeros, bullying por ser negra y gorda.
Fui creciendo a tal punto de querer suicidarme, pero luego bajó la tormenta.
Y fue cuando, mi madre empezó a trabajar, y por consiguiente a olvidarse de mi hermano y de mí.
No me importó eso, de hecho siempre había querido que se fuera y no estuviera pendiente de mí.
Siempre que estaba pendiente en mí, era para criticarme y hacerme quedar mal frente a los demás.
Pero a la vez nunca le deseaba el mal a mi propia madre, al contrario, me lo deseaba a mí misma. Quería morirme por ser gorda. Muchas veces escribía todo en un diario y la primera persona que lo leyó, sin mi consentimiento, fue mi hermano.
No solo él lloró, ambos lloramos aquel día. La única fuerza que me queda ahora es mi hermano, porque quiero que él salga adelante, así como lo he hecho yo, sola, sin ayuda de mis padres ni amigos, ni mis demás familiares.
Sentí que alguien me hablaba, había olvidado que ya estaba en la universidad.
Todas las miradas estaban en mí, y no sabía qué me habían preguntado, así que un chico me ayudó y pude responder la pregunta.
No tardó tanto la clase. Teníamos hora de almuerzo, iría sola, aún no tenía amigos, y todos los que se cruzaban en mi vida eran unos hipócritas.
Me levanté de la silla, y me dirigí a la tienda.
Escuché que alguien me llamaba, así que me detuve para ver a la persona que lo hacía.
Era la misma chica que había ido a mi casa, ambas nos saludamos y luego fuimos a la cafetería.
Me senté en las sillas que estaban allí y luego vi que mi amiga se retiró para saludar al ¨chico¨.
No quise mirarlos, además me daba igual lo que hicieran.
Pero de repente, alguien se sentó al frente de mí.
Yo me quedé viéndolo, y este sonrió para luego preguntarme:
—¿Te fuiste de la casa?
—No —respondí algo seca.
—Me imagino que sabes que mi novia, es tu amiga.
—Sí. Lo sé.
Luego vi cómo mi amiga se sentó en su regazo, para luego darle un beso en las comisuras de sus labios.
Y solo me pude decir a mí misma:
Y no sé si matarte o dejar que me destruyas.
¿Qué crees que le sucede a Anna?
Continuará...
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