'Quiero'
'Quiero'
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Las manos tocaban torpe y tímidamente el cuerpo del menor, quien jadeaba temblorosamente dependiendo de los puntos que tocaban los dedos suaves. La tímida lengua dibujaba una línea de saliva brillante desde la clavícula hasta su mandíbula antes de saltar hacia la oreja del pelirrojo.
Kirishima gimió cuando la lengua acaricia su lóbulo y una de las manos descansa sobre su pezón izquierdo, acariciándolo con tortuosa lentitud. Tamaki no perdía el sonrojo ni la expresión de pena de su cara, pero realmente gozaba los tiernos sonidos de su pareja.
Eijirou acaricia suavemente la nuca del azabache, indicándole que lo hacía bien. Esa era otra cosa que tenían ellos. Intentando subir la seguridad y autoestima del mayor, Eijirou alagaba y elogiaba todo lo que Tamaki hacia o experimentaba, para que así cogiera confianza y se animara a improvisar. Por otro lado solo estaba satisfaciendo su deseo de mimar y consentir a Tamaki como anhelaba hacer cada vez que lo veía contra un muro murmurando cosas negativas de sí mismo.
— Ki, la cicatriz no — pidió amablemente entre jadeos cuando el mayor repartió besos cerca de su pecho, donde en el centro descansaba una gruesa cicatriz sensible. Muy reciente.
Una de las tantas confrontaciones con la Liga de Villanos — Kirishima ya estaba sospechando que había un infiltrado dentro de la UA porque era imposible que siempre tuvieran las ubicaciones de la clase 1A — en la que, ayudando a Denki, lo lastimaron. En ese entonces Tamaki no era su novio, pero el amor entre ambos ya era evidente.
El pelinegro se lamentó dos meses el no haber estado con él. Kirishima no pudo evitar llorar de frustración por no lograr que pensara lo contrario y se quitara la idea de la cabeza.
Tamaki evadió la cicatriz y continuo bajando, pero su mirada quedó clavada en la cicatriz. Kirishima lo miró cuando los besos se volvieron más lentos y vacilantes, solo para encontrar los ojos de su pareja vidriosos y fijos en la marca en su pecho. Su corazón se encogió en su pecho, sabía bien en qué estaba pensando.
— No, no, no. Mi amor no llores — pide entristecido, tomando el rostro del azabache para atraerlo hacia él. Tarde. Tamaki ya sollozaba y Kirishima acariciaba su cabello — Tamaki, cielo. Está bien, no llores. No me duele tanto — miente, aveces realmente le dolía y debía dejar de moverse por una hora.
Tamaki parece querer responder pero no puede. Kirishima limpia sus lágrimas con los pulgares — aunque luego vuelven a ser reemplazadas por nuevas — y besa su frente con cariño.
— Amor — Tamaki, se aferra a él y esconde su cara en su pecho — Déjame hacerlo a mi — pide dulcemente, volteándose sobre el colchón para dejar a Tamaki abajo y subirse a su vientre.
Tamaki asiente y se cubre el rostro sonrojado con las manos antes de quedarse quieto y dejarse hacer. Kirishima sonríe de lado y besa sus manos mientras las suyas se deslizaban por el cuerpo del mayor con calma y suavidad. Amijiki tembló un poco y emitió leves suspiros que indicaban al pelirrojo que lo estaba haciendo bien, aunque el bulto semierecto que sentía bajo sus caderas ya decía mucho.
Se inclinó sobre el cuello del morocho antes de besar y lamer su cuello con cariño, moviendo sus caderas para crear fricción entre su trasero y el miembro del héroe Suneater, quien emitió un tembloroso gemido de sorpresa ante la sensación.
Kirishima desabrochó el pantalón y lo retiró junto con la ropa interior. Tamaki tuvo que hacer un gran esfuerzo por no cubrirse, incluso con Kirishima se sentía pudoroso. Suponía que era algo de su personalidad que no se iría jamás.
Su suspiro de desánimo se convierte en uno de sorpresa cuando siente la lengua viscosa y caliente de su pareja deslizarse por su miembro desde la base hasta la punta. Nervioso, entreabre los dedos para verlo, sonrojándose aún más al ver a Kirishima dedicarle una sonrisa tranquila.
— Tendré cuidado — le asegura, pasándose la lengua por los dientes para que el otro comprendiera. Tamaki tuvo que morderse la lengua para no emitir otro sonido vergonzoso. De haber tenido agallas le habría dicho que todo lo que le hacía se sentía bien, pero no las tuvo.
Tamaki asiente tembloroso y suelta un gemido opacado por sus manos cuando la cálida boca del pelirrojo toma su miembro de a poco hasta tomarlo todo. Kirishima apoya una mano en la parte interna del muslo del azabache para acariciarlo y comienza un lento vaivén con la cabeza para iniciar el oral. Tamaki acomoda una mano sobre su boca y retira la otra de su cara para estirarla hacia Eijirou.
— ¡Mmgh! — Kirishima da un sobresalto cuando siente uno de los tentáculos introducirse por debajo de su ropa y tantear su entrada tímidamente.
'Quiero...' Tamaki cerró los ojos y dejó la timidez tanto como pudo de lado, era por su tiburoncito, podía hacerlo bien. El gemido ahogado de Eijirou es el único comprobante de que el tentáculo lo había penetrado, hurgando dentro de él sin pena realizando sonidos húmedos que aumentó la calentura de ambos.
Ansioso, Eijirou acelera el ritmo del oral, consiente de que así lograría que Tamaki lo hiciera más rápido con él. Efectivamente, Amijiki gime por lo bajo ante el cambio de ritmo y agrega otro tentáculo más a la entrada del menor, moviendo ambos de forma dispareja para crear una sensación más variada.
Kirishima presiona el muslo del morocho, sensible, mientras sus gemidos ahogados causaban vibraciones en el miembro del mayor, quien no pudo cubrir el último gemido antes de correrse dentro de la boca del pelirrojo.
— ¡P-perdón! — grita horrorizado el azabache, retirando los tentáculos del interior del menor a la par que se sentaba de golpe, buscando abrir la boca del menor y sacar el esperma de ella.
Kirishima me sonrió y lo tragó. Tamaki se sonrojó hasta el cuello y chilló.
— ¡S-siempre haces lo m-mismo! — Kirishima se relame los labios con una sonrisa pervertida y se sube al regazo del azabache.
— Y siempre te excitas — ronronea contra sus labios.
Tamaki tembló con vergüenza, sintiendo al pelirrojo frotar su entrada contra su miembro nuevamente erecto, dándole la razón al menor. El pelirrojo mueve las caderas lentamente, causando que el roce fuera tortuoso para Amijiki.
— ¿Sabes que tú te corriste pero yo no? — tamborilea sus dedos en los hombros del mayor — Deberías ayudarme — gime sugerente antes de dejarse caer, autopenetrándose de golpe. Ambos gimieron al mismo tiempo con placer.
— E-Eiji — titubea apenado el mayor, mientras el pelirrojo rodeaba su cuello con sus brazos.
— Tranquilo, te sientes realmente increíble — afirma ronco, uniendo sus labios con los de Tamaki antes de comenzar a moverse.
Suneater rodeó su cintura con ambos brazos, tímido, y lo abrazó con cariño. Kirishima sonrió en medio del beso y se separa, dejando salir los jadeos mientras apoya su frente contra la del azabache.
— Te amo — gime el más bajo, haciendo las estocadas en su interior más certeras y marcadas. Tamaki siente su boca temblar.
— Y-y yo a t-ti — se estremece levemente. Eijirou acaricia su espalda con cariño, repartiendo besos alegres en todo su rostro.
Tamaki cerró los ojos con felicidad — amaba con locura a su tiburoncito, realmente lo adoraba — separó su cara de la de Kirishima y besó su frente.
Kirishima sonrió con ternura.
Tamaki besó sus mejillas, bajó por su cuello y dejó varios besos en él. Eijirou se estremeció y dejó escapar un gemido más alto. Amijiki sonrió con ternura y besó su clavícula, acariciando con sus dedos la tersa piel de la espalda baja de su pareja.
Tamaki muerde su labio inferior cuando Kirishima murmuró un insulto. A veces se preguntaba si Eijirou sabía que el oírlo quejarse o ser mal hablado en esas ocasiones le gustaba un poco. Solo un poco. O tal vez si lo sabía y por eso lo murmuró en vez de gemirlo.
Las embestidas aumentaron su velocidad y los dulces gemidos de Kirishima se volvieron en agresivas súplicas por más. Tamaki escondió su cara sonrojada en el hueco entre su cuello y hombro, tapando sus gemidos de placer, y alzó las caderas repetidas veces para hacer más profundas las embestidas, empujándolos al clímax. Agitados, se quedan en su lugar, abrazado el uno al otro mientras intentaban relajar sus respiraciones.
— Amor — jadea Kirishima.
— ¿Mmm? —
— ¿Mañana voy a tu casa como acordamos? — Tamaki asiente tímidamente — ¿Y tus padres van a estar, Mmm?— ronronea divertido contra su oído, acariciando su espalda. Tamaki se sonroja horriblemente ante el tono sugerente.
— S-si — titubea. Eijirou ríe.
— Supongo que mañana conoceré finalmente a mis suegros ¿Eh? — ríe. Tamaki se encoge avergonzado.
— Eh... A-amor, e-ellos ya te conocen — Kirishima se aparta un poco y lo mira desconcertado — ¿Recuerdas l-la semana pasada c-cuando fuiste a-a mi casa e h-hicimos... E-esto? — Kirishima asiente sin entender, pero al instante palidece.
— Oh por dios, no me digas que me escucharon — jadea horrorizado. Tamaki desvía la mirada avergonzado y eso es suficiente.
— P-pero mañana van a e-estar tranquilos... —
— Ya no quiero ir — murmura muerto de vergüenza. Tamaki muerde su labio inferior con nervios e intenta calmar los temores de su pareja de ser rechazado por sus padres.
Un intento que duró largas horas. Sumamente largas.
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