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Leyenda de los caballeros dorados

*Precisamente llegando la tarde-noche fue que el hobre ha podido llegar casi ileso de la misión que le encomendaron y llegar a descansar junto al menor en aquella casa, al principio le preocupaba el ver tantas heridas sangrar en un solo instante pero ante la gran pena que sentía en tan solo preguntarle solo estaba para acomodar los vendajes de cada herida lo más suave posible.*

Ilitia: ¿por qué tan callado Dohko?

Dohko: ¿eh? O-ouh nada maestro.

Ilitia: ¿Seguro? Parece que estas muy pensativo hoy ¿tardé más de lo normal?

Dohko: pff para nada maestro ilitia, es solo que....

Ilitia: ¿si?

Dohko: es solo que me gustaría preguntarle algo.

Ilitia: dime, para eso es que soy tu maestro.

*El castaño terminando de acomodar las viejas vendas para lavarlas, seguido poner las nuevas en su lugar, se sentó alado de su mayor recibiendo un vaso de agua.*

Dohko: ¿por qué las veces que llegan los maestros estan con fuertes heridas? ¿De qué son esas misiones en especial?

*El adulto alzó una ceja agitando su vaso de vino en su mano derecha mirando al menor, luego desvio la mirada llevando su mano izquierda hacia el mentón de cara hacia la mesa, levemente arrugando el entrecejo un poco leve.*

Ilitia: pues... Es porque realmente son necesarias.

*El menor ladeó un poco la cabeza mirando como el mayor estaba bebiendo de su vaso hasta acabarlo de fondo bajo una expresión seria.*

Ilitia: Dohko... HAy algo que debes saber... Y creo que estas listo para conocerlo.

Dohko: ¿d-de qué habla?

Ilitia: cuando te han traído hasta aquí, pudiste notar un enorme cambio en el método de vivir de los presentes, así mismo como darte cuenta que no todos tienen un mismo don pese a que el cosmos de cada quien estaba creciendo considerablemente.

Dohko: hum... Si maestro.

Ilitia: bueno, nuestros entrenamientos se basan más que todo en las habilidades del cosmos que en las físicas como normalmente lo hacen en gran mayoría de los otros caballeros que han podido ver.

*El menor solo estaba en silencio, mientras que el mayor giró suavemente a verle con esa misma seriedad.*

Ilitia: es porque específicamente las situaciones de cada uno tiene que depender en gran mayoría de nosotros.

Dohko: ¿cómo?

Ilita: escucha, las armaduras doradas son un regalo de los dioses ya que a través de ellas es que el bien en la tierra puede permanecer, pero ese bien debe ser pulido constantemente durante los años para evitar que la maldad se esparsa rápidamente por cada plano que pisemos.

*Lentamente giró su mirada hacia la armadura dentro de su caja y nuevamente hacia el menor a su lado.*

Ilitia: y por ende, nosotros trabajamos más la parte cósmica para mantener el equilibrio estable dentro de la balanza, ya que entre más fuerte es el enemigo nosotros debemos igualmente tener igual o superior nivel.

Dohko: pero no entiendo ¿qué tiene que ver con nosotros?

Ilitia: bastante, ya que ustedes son el legado que cada uno de nosotros dejamos atrás.

*El menor aun no tenía idea de lo que decía al respecto, pero viendo como el mayor se levantaba juto a un además de que lo siguiera entre los jadeos que tenía por la incomodidad de las heridas vendadas fue acompañado por el menor para evitar que cayera de alguna manera, así hasta llegar a la sala donde pudieron sentarse más a gusto junto a la vista al paisaje gracias a la ventana que estaba cerca.*

Ilitia: verás... Nosotros tenemos un destino marcado que es difícil poder cambiar, no imposible pero si difícil, y ese es tener que defender nuestra lealtad hacia los ideales de Atenea pero también la justa justicia de la cual el mundo debe girar, la neutralidad debe tener un balance estable para que el mundo pueda girar en buen sentido, así que entre todos debemos darle un buen sentido a nuestras acciones para tratar de no dejar una inconclusa.

*Una suave sonrisa se mostró en sus labios tras dar un suave suspiro.*

Ilitia: los caballeros dorados nacimos para eso, únicamente ser defensores de la verdad en favor de la paz, eso implica entregar toda nuestra vida a cambio de que una nueva reemplaze ese vacío que ha dejado.

*Suavemente cerró los ojos en un suspiro.*

Ilitia: pero parte de nuestro cosmos sirve para ser utilizado como un grano de arena en el inmenso e infinito cosmos universal que nos acoge todas las noches en compañía de las estrellas.

Dohko: espere, eso significa que usted me dejará?

Ilitia: habrá un momento en el que si pequeño.

Dohko: p-pero ¿y qué se supone que debo hacer? ¿Hay una forma de evitar que muera? Podria ayudarlo en esas misiones! Tras curarse rápidamente no tendrá de que...

*Pero en medio de la preocupación del menor el mayor solo se estaba hechando a reír a carcajadas durante sus palabras, luego negó con la cabeza posando una mano sobre la del menor para despeinar sus cabellos.*

Ilitia: pequeño no te apresures a los hechos, aun debes arender el manejo de tu cosmos para ser al menos un compañero de viaje durante esas misiones tan abrumadoras... Además... ¿Puedes soportar el ver sangre vrotar por todas partes?

Dohko: .....

Ilitia: jajajaja es normal en este tipo de misiones tener que usar la fuerza como último recurso, pero a pesar de ello tiene una buena causa, más que todo si los espectros están al acecho día tras día.

Dohko: p-pero... I-implica que...

*Un poco sorprendido por ver al menor tener los ojos cristalizados, despacio se acomodó frente suyo para tomarle de ambos brazos.*

Ilitia: oye, oye, oye no te sientas mal... ¿Crees que me podría ir así como si nada?

*El menor despacio elevó la mirada.*

Ilitia: dime, ¿dejas de creer en el sol cuando las nubes lo ocultan?

Dohko: n-no...

Ilitia: yo siempre voy a estar ahí, no de manera física pero en cuanto me recuerdes estaré a tu lado.

*El menor aun tenía su mirada cristalizada, el mayor le sonreía amplio.*

Ilitia: de eso estamos hechos los caballeros dorados, defendemos el amor, la paz, la justicia, las buenas acciones, si tenemos nuestros errores pero es normal porque somos en parte humanos, pero no quiere decir que seamos inmortales a no ser que la misma diosa nos dé cierto tiempo de vida hasta su regreso pautado donde tengamos que volver a necesitar de todos para defender lo justo, así que espero que tu formes parte de esas grandes hazañas.

Dohko: ¿d-de verdad lo cree?

Ilitia: por supuesto que si! Y por entonces, mi deber es únicamente enseñarte todo lo que sé hasta mis últimos días, y viendo como has avanzado durante este tiempo, creo que es mejor momento para que puedas iniciar un entrenamiento oficial.

Dohko: ¡¿en verdad?!

Ilitia: por supuesto. No prometo ser gran cosa, pero almenos suerte de ayuda, eso si! No quiero quwte arrepientas luego de ello ya que lo demás es a tu ritmo ¿entendido?

Dohko: si maestro!

Ilitia: entonces a partir de mañana empezamos, hay que dormir temprano para tener energías a plena hora de la madrugada!

Dohko: así! Vamos a... ¿ah?

*Y desde ese día es que la relación entre maestro y alumno empezó a dar forma por un buen tiempo, todos los días de mañana era un ejercicio diferente, como subir las escalinatas con cubetas llenas de algo, hacer artes marciales bajo las cascadas, luego en el coliseo donde debe aprender a agudizar algunos de sus sentidos en el sentido de combate, entre otras cosas que se pudiera hacer para cuando estaba a solas dejando de ver temporalmente a sus amigos fuera de las pequeñas reuniones que eran dadas oficialmente por el patriarca hasta unas buenas horas de acabar.*

*Esa era la nueva rutina hasta que tras un día de entrenamiento uno de los mensajeros encargados de dar los informes llegaba con una de las noticias que no esperaba tener que escuchar en algún momento de un glorioso y alegre día que poco a poco se nublaba con nubes de tormenta lluviosa un corazón que se detuvo en tan simples palabras como lo eran las que salieron de sajel mensajero y confirmadas por el patriarca quien hasta los momentos se ha mostrado un tanto arisco con respecto al tema que no ha vuelto a tocar, pero no era olvidado de parte de algunos y sobre todo al castaño que enlutado no ha podido llegar a dar con una lágrima de pena más que de tranquilidad, aun con esa esperanza llena de dudas, curiosidades, todas fueron nubladas temporalmente cuando el cauce se alejaba de su origen. No obstante, no todas las noches habían sido de esa manera, pues todavía en recuerdos escuchaba esa voz que irradiaba tranquilidad en el corazón lo suficiente para que en el día pueda regresar a algunos de los hábitos, no con la misma inocencia, pero si con más afán.*

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