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20


Solo faltaban dos días para la dichosa ceremonia, todo estaba listo, ningún detalle al aire, y el arrepentimiento tocaba el pecho de Massy, cada día más cerca a la fecha.

Bangtan estaba enfocado en sus ensayos, eso decían ellos, pero su integrante menor de vez en cuando se perdía en sus pensamientos.

Según el ya no le importaba, había creado en su interior un rencor hacia ellos que simplemente daba a demostrar que no le importaba, pero era inevitable no recordarla o no llorar por perder su amor.

Todo le recordaba a ella, las flores, los paseos, las risas, incluso mirarse al espejo.

¿Cuántas veces no escucho decir que sus ojos eran su universo? ... Las suficientes como para de vez en cuando querer arrancarlos de su rostro.

O su nombre, oírlo de quien fuera era querer desear fuera su voz.

Por eso y mucho más, el rencor a no estar juntos se había formado.

La noche de ese día le costó mucho dormir, se daba vueltas y vueltas en la cama, doblo ropa, cepillo sus dientes, tomo leche tibia, encendió el aire acondicionado y reprodujo aquella pista dónde las olas supuestamente lo relajaban, pero simplemente le recordó la fatídica vez que la perdió en Jeju.

Sin más, fue aquel cuarto, viendo como si estuviese en un museo de las mejores obras del mundo y recorrió detenidamente cada cosa, sostuvo la mirada en aquel cuadro y respiro profundo, lo quito de su pared y envolvió en papel entre lágrimas....

Ese, sería el último presente para ella.

Muy temprano, casi de madrugada, subió el paquete a su carro, se la daria presencialmente, no había duda de ello, quizás y solo quizás, la convenza de el error garrafal que comete.

Estaba en su puerta, a punto de tocar la puerta cuando la luz fue encendida.

Massy, hace unos días tenía insomnio, pasaba cocinando y cuando se sentía cansada y somnolienta iba a la cama, pero estando ahí, volvían sus pensamientos y recuerdos.

En ese momento, se había levantado para terminar aquel pastel de bodas blanco con el camino de flores rojas de mazapán.

Eran las 5:45 AM, y escucho leves sonidos en su puerta, camino precavida y miro la cámara, sorprendiendose por quien estaba ahí, no quería hacerlo esperar y la abstinencia a verlo le ganaron en ese preciso momento, presurosa, dió pasos a la puerta y abrió con la respiración acelerada tanto como su corazón.

— Creí que... Estarías descansando para tu concierto.

— Creí que estarías durmiendo para tu boda.

— ¿Quieres pasar?

— ¿No me denunciaras por qué te sigo persiguiendo?

— Pasa... Te daré un poco de pastel.

— ¿Lo cortaras antes de casarte? —ella respiro pesado.

— Jungkook... Haz lo que quieras —dijo soltando la puerta y caminando dentro.

— Es justamente lo que quería oír —entro tras ella tomándola de su mano, girandola bruscamente y pegando sus labios con los de ella.

No, ese no era su plan, nunca lo fue, su plan era ir, hablar con ella, entregarle el cuadro y salir de ahí.

Pero cuando la tiene en frente ni siquiera es el quien maneja sus movimientos, si no su corazón.

Y en ese momento su corazón era quien dirigía, y le exigía besarla, abrazarla, tocarla y dejar su cuerpo tan marcado que ella entendiera que jamás en la vida, habría alguien que la ama tanto como el. Con ella sobre su cuerpo y brazos subió las escaleras, los besos no faltaron en ningún momento, mucho menos la desprension de telas sobrantes en su cuerpo, las que impedían el roce que tanto anhelaban.

Se dejó caer con ella, pujando su cadera provocando los gemidos de Massy, liberando sus pechos y succionando tan ferviente que sus pezones endurecieron completamente.

— Jungkook —murmuro y el beso sus labios al mismo tiempo en que sus manos deslizaban aquel shot de satín color rosa que traía como pijama.

Las manos de Massiel deslizaron la camiseta negra de algodón, y al tener su pecho al descubierto beso sus pectorales desabrochando su pantalon y bajando lo junto a sus boxer Calvin Klein.

Con un solo movimiento lo recostó en la cama, con su ropa a la altura de sus rodillas.

— Yo lo haré —le murmuró y luego deslizo su lengua por el contorno de su quijada pronunciada y cuello hasta su manzana de Adán dónde mordió levemente.

Un pequeño roce entre sus labios vaginales con su miembro y Jeon alzó la cadera entrando en ella.

Levanto su cuerpo sentandose completamente y comenzando con el vaivén sincrónico, Kook estrujaba sus pechos con esos pequeños monitunos entre sus dedos, pellizcando perfectamente y los gemidos por parte de ambos se hicieron presentes.

— Vamos bebé, así, me gusta verte como gozas cuando estoy dentro de ti —apreto su trasero, creciendo en su interior, un sonido desesperado salió de su M que lo excito más.

Ella posó las manos en su abdomen y los saltos sobre su falo la hacían disfrutar aún más, aquellos golpes grotescos era todo lo que se oía en el cuarto, era todo lo que necesitaban en ese momento.

— Ah... Amor —aprero las caderas.

— Jungkook —salio en un gemido alzando su cabeza hacia atrás, arqueando su espalda y la corriente de todo su cuerpo se concentro en su intimidad.

Hasta que ceso, lentamente se detuvo, había sido muy pronto para un orgasmo, pero Kook lo disfruto, Lee se dejó caer sobre su pecho, exhausta, necesitada y relajada.

Cambiaron de pocision, cómo al principio, ahora le tocaba a el penetrarla sin contención, así lo hizo, tal cual a ella le gusta, salir lento y entrar de golpe hasta lo profundo.

— Jungkook...

— No te cases —tomo de sus manos y las llevo sobre su cabeza, con las manos entrelazadas y haciéndole el amor la beso por doquier.

Era lo que M quería oír, era lo que necesitaba escuchar y la manera en que esas palabras salieron fue la mejor.

Imaginar un futuro a su lado ya no era tan desquiciado como antes, y estaba aquello del bebé que llegaría a completar sus vidas, una familia, un esposo que ama con locura y eternamente, hijos, no sonaba tan mal y fue ahí, cuando toda esa idiotez del orgullo se fue al carajo.

Acelerero, y al hacerlo, ella apretó sus manos disfrutando de todo lo que hacía a la perfección.

Unos movimientos más y juntos llegaron al climax de una de las mejores entregas.

No quería aplastar su cuerpo, por lo tanto, se acomodo a su lado, desnudo y sintiendo la piel y su esplendor, besando sus hombros con su pene justo entre su trasero, pegados a más no poder.

— Ahora si me dió sueño.

— Me necesitabas

— Te anhelo, mujer, en todo momento, extraño hablarte de día y sentirte en las noches, besarte cuando quiera y tenerte entre mis brazos — aspiro con su nariz— Quédate conmigo.

— Deberíamos dormir, ambos tenemos cosas importantes que hacer, no hablemos de ello, no estropeemos esto... Por favor.

No obtuvo respuesta ante su petición, pero pronto y a la vez, se durmieron abrazados y perfectamente unidos.

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