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22: Nunca funcionaría entre nosotros.

Justin.

Me moví a través de mi mañana en una bruma, todavía aturdido por el giro de los acontecimientos. ¿Por qué Taylor no comprendía que lo que ocurrió entre nosotros era real, y que esto se trataba de mi trabajo? Era evidente que no confiaba en mí como yo lo necesitaría si íbamos a tener algo juntos. 

Ni siquiera me dio la oportunidad de explicar, saltó a las conclusiones y salió furiosa. No me molesté en detenerla. El asco y la sentencia escrita en su cara me dijo lo que había sabido en el fondo todo este tiempo, yo nunca sería lo suficientemente bueno para ella. Ella nunca sería capaz de comprender que a veces hay cosas en la vida que uno no quiere hacer, pero tiene que hacerlas para cuidar de su familia. Y Jazzy era mi familia. Haría cualquier cosa por ella. La vida no era un jodido sol y arco iris. La vida real era difícil. Estaba haciendo lo que tenía que hacer. Punto. 

Ella dijo que entendía mis responsabilidades en relación al cuidado de Jazzy, pero cuando las cosas se complicaron, se largó. Fin de la historia. 

Después de llevar a Jazzy a la escuela, me di una ducha larga, me afeité el pecho y la ingle, y luego me vestí y me aseguré de estirar. Recordé que mi sesión anterior de tres horas de sexo me dejo adolorido hasta en los lugares más extraños. Cuando llegué al set, la modelo con la que iba a trabajar ya estaba allí, con el peinado y el maquillaje ya hecho. Desde luego no se ajustaba a la imagen de estrella porno. Sus miradas eran el epítome de la dulce chica de al lado. Tenía el pelo castaño ondulado y largo hasta los hombros, ojos marrones grandes y era más linda que sexy. Me acerqué para presentarme. 

 —Hola, soy Just, er, quiero decir Jason. — Sonrió cálidamente. 

 —Hola. Soy Jill, pero me puedes llamar a Britney. 

—Lo tengo. Encantado de conocerte —repliqué su sonrisa. Al menos parecía alguien con quien fuera fácil trabajar, lo cual era agradable. No necesitaba más drama hoy. 

Se volvió hacia el artista de maquillaje para terminar, y fui a buscar a Rick. La sesión de hoy era relativamente sencilla. Empezábamos en el baño principal opulento, donde me iba a encontrar a Britney tomando un baño de burbujas, y después de pasar unos minutos besándonos y ayudándola a lavarse, la levantaría de la bañera y la llevaría al dormitorio donde nos terminaríamos la escena. 

Una vez que supe la organización, me pasé el bronceador, y luego esperé por mi señal de Rick. Una vez que Britney se relajaba en el jacuzzi, me paseé dentro, descalzo, vestido con sólo un par de jeans. Compartimos unos pocos besos tiernos, y froté sus hombros y cuello, antes de pasar a sus pechos. Luego capturaron una toma de mí ayudándola a salir de la bañera antes de que cortaran. Retomamos las cosas una vez que estábamos en la cama, y pronto estaba enterrado profundamente dentro de Britney. Pero una vez dentro de ella, no podía escapar de mis pensamientos acerca de anoche con Taylor. 

Ella era tan suave, tan confiada que yo no le haría daño. Estar con Britney era todo lo contrario. Empujó sus caderas para que coincidiera con mi ritmo y me rogó que la follara más rápido. Un sentimiento profundo y persistente hervía, instándome y cedí, conduciendo dentro de ella fuerte y rápido, la persecución del alivio voraz incendiando dentro de mí. Al darme cuenta de que no tenía que tener cuidado con Britney, no me contuve. Choqué contra ella hasta que dejó de pedir más duro y comenzó una letanía de pequeños gemidos. El sonido de los gemidos de Britney me recordó a Taylor. Y sosteniendo la imagen del rostro de Taylor en mi mente, terminé. Pero a pesar de mi liberación, el alivio no llegó.



Ian llegó justo cuando el juego estaba a punto de comenzar. Echó un vistazo a mi mesa de café e hizo un gesto a los seis paquetes de cerveza y la caja de pizza para llevar con el ceño fruncido. 

—Oye, ¿dónde están las alas? —Negué con la cabeza. 

—No estoy de humor. —Eso me recordaría demasiado a Taylor. Maldita sea, ver su boca dulce desgarrar la carne del hueso y su lengua rosada lanzándose a atrapar una gota de salsa de barbacoa... no, no habría alas esta noche. Se dejó caer en el sofá, tomando una cerveza.

—¿Has estado trabajando mucho? —Ambos sabíamos que no preguntaba acerca de la construcción. Normalmente manteníamos la política no preguntes, no me cuentes cuando se me ocurrió incursionar en el porno, pero había hablado de más acerca de que Taylor me había dejado por ello, y que por eso había estado tan miserable. 

—Nop. He pagado las facturas que necesitaba, y ahora me estoy manteniendo fuera de toda esa mierda. —Asintió, bebiendo su cerveza. 

—¿Y Taylor? —Mantuve mi boca en una línea apretada y sacudí la cabeza. —¿Aún? Maldita sea, eres terco. —Vacié mi botella y agarré una cerveza fresca, manteniendo mis ojos pegados en el juego. 

—¿Cómo soy terco? 

—Porque me estás diciendo que ya no estás haciendo porno... y la razón de que Taylor te dejó era porque estabas haciendo porno... 

—Sí, supongo que sí —gruñí, recogiendo mi botella. 

—¿Y no ves lo estúpida que es esa lógica? —Ian negó con la cabeza—. Ve tras ella, hermano. Deja de ser un jodido maricón. 

—Déjalo, hombre. Nunca funcionaría entre nosotros, de todos modos. 

¿Funcionaría? 

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