16: ¿Dónde están chicas?
Nota: No se si todas pudieron finalmente leer el capitulo 15, que esta en privado debido al "alto contenido sexual" según Wattpad. La verdad, he leído cosas mas fuertes lol. Si aun no pueden leerlo, deben seguirme, borrar la historia de su bibliotecas, reiniciar sesión y agregar nuevamente la historia a sus listas de lectura. Si eso no funciona, la verdad no se que otra cosa puede ser.
Justin.
Tener el cuerpo dispuesto de Taylor así de cerca, casi me envió al borde. Ver su pequeña mano alrededor de mi eje envió un torrente de sangre a mi polla. ¿Estaba lo suficientemente loco como para creer que algo vendría de esto, algo que no sea una amistad en torno a Jazzy y los beneficios secundarios de adorar su dulce cuerpo una vez que baje el sol? Seguramente ella se había dado cuenta que yo no encajaba en su vida, no a largo plazo. Pero tomaría lo que podía conseguir, por tanto tiempo como pudiera tenerlo.
Esa noche me quedé dormido con el recuerdo de la gentil voz de Taylor leyendo el libro favorito de Jazzy y la manera en que animaba las voces de cada personaje distinto para hacerla reír. Con una somnolienta sonrisa plantada en mis labios, me di la vuelta y me dormí. El sábado, Taylor me llamó y me pregunto si podía pasar a recoger a Jazzy para un día de chicas. Después de que me recuperé de mi silencio estupefacto, estuve de acuerdo. Esta chica continuaba volviendo mí. Es como si conociera el camino a mi endurecido corazón —a través de Jazzy.
Quizá nunca antes consideré una relación seria porque nadie parecía interesada en desarrollar una relación seria con mi hermana también. Una vez que se enteraban de ella, desaparecían.
Una hora después, Jazzy canturreó el nombre de Tay mientras miraba el pequeño SUV de BMW deteniéndose junto a la acera.
—Así que, ¿cuáles son los planes para hoy, chicas?
—Bueno, pensaba dejárselo a la Señorita Jazzy. Podríamos tener un lindo día de spa, o podríamos ir a esta tienda donde eliges una figura de cerámica para pintar.
—¡Sí! —El rostro de Jazmin se iluminó.
—¿Cuál quieres, muñequita? Tienes que elegir. — La generosidad de Taylor era demasiada. El rostro de Jazzy se arrugó en concentración por un momento antes de que levantara la mirada.
—¿Podemos hacer ambas?—Taylor sonrió de esa manera torcida a la que le había agarrado cariño y asintió.
—Claro que podemos, bomboncito.— Abroché a Jazzy en el asiento de atrás y puse su andador en el espacio de carga trasero, luego me reuní con Taylor en la puerta del conductor.
—¿Estás segura de que estás bien con esto?
—Absolutamente. Ve a disfrutar tu sábado. Sólo mantén la línea erótica al mínimo. —Me dio un golpe en el pecho.
—Lo haré.— Las vi alejarse. La pequeña niña a la que le pertenecía mi corazón y la hermosa Taylor que lo empujaba en una dirección completamente nueva. Aproveché la oportunidad poco común para una sesión de gimnasio extra con Ian, pero llegar a una casa vacía se sentía muy raro. Después de una hora de dar vueltas y matar el tiempo, decidí llamar a Taylor y comprobar cómo estaban. Tal vez se estaba volviendo loca. Definitivamente era tiempo de comprobarla. Marqué su número y respondió en el primer timbre.
—Hola, Justin. —Sonaba sin aliento—. Terminamos en el lugar de cerámica y tomamos un almuerzo. ¿Qué sucede? —Escuché fuertes risas de fondo.
—¿Dónde están chicas?
—En el spa calle abajo. ¿Está bien si Jazzy se corta el cabello? Sólo será un corte.
—Ah, seguro. —Mi vecina usualmente se lo corta, pero qué diablos—. ¿Dónde están? Podría pasarme y ver a Jazzy.
—Claro. Le encantaría, estoy segura. —Me dio la dirección y salí en mi camioneta, necesitando salir de mi muy silenciosa casa. Cuando entré al spa, fui recibido por los sonidos de la música de la Nueva Era mezclados con el canto de pájaros, el bullido del agua y el aroma de lavanda que era tan fuerte que me golpeó en la cara. Giré una esquina y encontré a Taylor y a Jazmin sentadas en largas sillas, sus pies apoyados frente a ellas.
—¡Justin! —gritó Jazzy una vez que me vio. Movieron sus rosadas uñas hacia mí. No estaba seguro de si se suponía que debía decir un cumplido.
—Mira eso. Dos muy hermosas chicas.— Sonrieron ante mi cumplido, así que asumí que dije la cosa correcta e hicimos nuestros caminos hacia el frente.
—Aquí. —Taylor me tendió su tarjeta de crédito—. ¿Puedes hacerte cargo? Quiero correr a la panadería de al lado. Sólo será un minuto.
—Claro. —Tomé la tarjeta, pero planeaba pagar con la mía una vez que ella se fuera. Ya había hecho mucho por nosotros. Pero cuando la chica en el mostrado me dijo que la cuenta era trescientos dólares, de mala gana le entregué la tarjeta de Taylor. ¿Trescientos dólares por pintarse las uñas de los pies y un par de cortes de pelo? Su cabello no lucía diferente para mí.
Una cosa estaba clara: Taylor llevaba un estilo de vida que nunca sería capaz de permitirme. Y estaba seguro que Jazzy no necesitaba acostumbrarse a este tipo de tratamientos. Taylor regresó unos pocos minutos después llevando una pequeña caja de pastel rosa, viéndose satisfecha. Firmó el recibo de la tarjeta de crédito y tomó la misma del mostrador, luego se dirigió hacia su auto con Jazzy a su lado.
—Nos vemos de nuevo en tu casa —gritó.
Me quedé parado inútilmente hasta que se alejaron, luego pisoteé todo el camino hacia mi camioneta. Me detuve de camino a casa para recoger la cena para nosotros tres, necesitando hacer algo para mantener las cosas bajo control. Una vez que llegué a casa, pude escuchar a Jazzy cantando y jugando en su habitación y encontré a Taylor sentada en el sillón, esperándome. Dejé las bolsas de comida en la mesa y me giré hacia ella.
—No tenías que hacerlo todo el día. —Mi voz sonó más dura de lo que pretendía. Ella se paró y puso las manos en su cadera.
—Sé eso, Justin. Quería hacerlo. Nunca tuve una hermana pequeña. ¿Ni siquiera se te ocurrió que me gusta pasar tiempo con ella? —Mierda. Soné como un verdadero idiota. Me froté la parte trasera de mi cuello.
—Lo lamento, es sólo que esto es nuevo para mí. —No se podía negar que la manera en que Taylor estaba con Jazzy complicaba las cosas entre nosotros. Se retorcía en mis entrañas y sacaba mis instintos protectores. Su expresión se suavizó.
—Es nuevo para mí también. —Inclinó su cadera contra el mostrador, irguiéndose inconscientemente más cerca de mí. Levanté mi mano para acariciar su mejilla, incapaz de resistir el tocar su suave piel. Pasé mi pulgar encallecido por su mandíbula.
—Oye —Sus ojos se reunieron con los míos—, lo siento. Me pongo sensible con ella.
—Sip, lo noté. Esta es la última vez que intento hacer algo lindo. —Su tono era serio, pero levantó la mirada con una traviesa sonrisa torcida. Quise besar esa suficiencia en su hermoso rostro.
—Aw, no vayas por ese lado, pastelito. Vamos. Quédate a cenar. —Comprobó su reloj.
—Eso probablemente podría arreglarse.
—¿Tienes que estar en algún lado? No me digas que es otra cita caliente con ese idiota consentido. —Se echó a reír. —No, de hecho Peter no ha llamado. Es sólo que mi mamá ha estado acosándome para que vaya a cenar. Déjame llamarla y ver si puedo posponerlo hasta mañana por la noche.
—Seguro. Entra cuando hayas terminado. — Jazzy entró por el pasillo a mostrar sus uñas de color rosa a juego y de los pies y el hada rosa de cerámica que había pintado. Fue como si una explosión de color rosa hubiera invadido mi casa—infiernos, mi vida.
—Voy a poner esto en mi habitación —anunció, ya dirigiéndose por el pasillo. Taylor volvió y se dirigió directamente hacia mí, con una sonrisa en su rostro. Tiré de ella en un abrazo.
—¿Y bien? ¿Puedes quedarte?— Acarició mi cuello e inhaló.
—Sí, pero tuve que hacer un trato con mi madre. —Besé sus labios entonces retrocedí para mirarla.
—¿Qué es eso?
—Le dije que estaba en donde mi amigo Justin e insistió que te unieras a nosotros para la cena. ¿Estás libre mañana?
—¿Cena? ¿Con tus padres? —La sujeté a distancia, examinándola. No podía estar hablando en serio. Pensé que sólo estábamos divirtiéndonos, pero esto... conocer a los padres era algo más, ¿verdad? Su labio inferior sobresalió.
—¿Te parece bien?
—Ah, seguro. Probablemente puedo conseguir que Sophia venga. Su sonrisa vaciló por un momento al mencionar el nombre de Sophia.
— Bien.
Taylor ayudó a Jazzy a lavarse sus manos mientras me sentaba en la mesa. Me había detenido en la cafetería del vecindario y sin saber qué le gustaría a Taylor, pasé por una hamburguesa y una ensalada con pollo a la parrilla para ella, acompañado con mi hamburguesa normal y el sándwich de queso de Jazzy.
Una vez que todos estuvimos sentados alrededor de la mesa, Taylor escogió la ensalada con pollo a la parrilla para la cena y Jazzy anunció que quería ensalada también. Taylor gentilmente compartió la ensalada, dividiéndola en dos platos mientras yo abarrotaba la comida extra en el refrigerador para la cena de otra noche.
Hicimos una pequeña plática mientras comíamos, Taylor y Jazzy rememorando su día de chicas. Una vez que terminamos con la cena, Tay se paró de un salto de su silla.
—Oh, casi lo olvidaba. Conseguí postre. —Recuperó la caja rosa de la panadería de la encimera. Sacudí mi cabeza lentamente.
—Nos consientes. ¿Qué conseguiste?
—Pastelitos, ¿qué más? —Sonrió. Reí entre dientes y Jazmin aplaudió, completamente ignorante del apodo de Taylor. Me incliné, cubriendo un brazo a través del respaldo de la silla de Taylor mientras ella sacaba un pastelito de glaseado rosa de la caja y lo colocaba enfrente de Jazzy, quitando la envoltura de papel. Los ojos de Jazzy se ampliaron y no perdió tiempo en morder el enorme premio. Por su entusiasmo, pensarías que nunca he alimentado a la pobre niña. Taylor se rió entre dientes y limpió glaseado rosa de la punta de la nariz de mi hermana. Observamos a Jazmin comer su pastelito en relativo silencio.
—No tenías que hacer todo esto lo sabes.
—Quería hacerlo —devolvió.
Sabía que era inútil discutir con ella, pero algo sobre esto no estaba muy bien conmigo. ¿Ella estaba aquí cuidando de Jazzy y frecuentándome porque se sentía mal por nosotros? No éramos un caso de jodida caridad para que sienta lástima.
Aparentando sentir mi estado de ánimo, Taylor mojó su dedo índice en el glaseado de un pastelito y lo llevó a mi boca, sus ojos brillando con desafío. Alcancé y sujeté su muñeca, mis ojos se encerraron en los de ella mientras arremolinaba mi lengua suavemente a través de la almohadilla de su dedo. Taylor dejó salir un gemido profundo. Jazzy soltó una risita con nuestro espectáculo, recordándonos el hecho de que teníamos una audiencia.
Aclaré mi garganta, tratando de recuperar algo de compostura y detener el palpitante dolor abajo en mis bolas.
—¿Quieres mostrarle a Taylor cómo abrir el agua de la tina mientras limpio la cocina?— Jazzy se paró de un salto y con una mano sujetando su andadera, agarró la mano de Taylor con la otra.
—Ven, Tay. Te mostraré donde guardo las burbujas. — Observándolas juntas me pregunté si Jazzy necesitaba un modelo a seguir femenino más estable en su vida. El pensamiento era aleccionador.
Limpié la cocina con el sonido de placenteras carcajadas femeninas y salpicaduras de agua viniendo del pasillo. Una vez que terminé, me asomé en el baño, encontrando a mi hermana cubierta de burbujas, jugando con sus juguetes de bañera y Taylor arrodillada sobre el lado de la tina, contoneando ese pequeño trasero hacia mí. Me tomé un momento para inspeccionar su bien formado culo, la forma que sus jeans abrazaban sus curvas y la manera que su camisa se había subido, exponiendo la curva de su espalda baja.
Era tan sexy y ella ni siquiera lo sabía.
Y ver su lado maternal con Jazzy—demonios, eso sólo desencadenó todas las clases de macho alfa en mí. La deseaba.
Me atraparon mirando y Taylor se enderezó, jalando su camisa abajo para cubrir la piel desnuda de su espalda.
—Tay, puedes bañarte y usar mis burbujas cuando termine, si quieres —dijo Jazzy. Los ojos de Taylor se ampliaron, el rubor subiendo en sus mejillas. Le dio a la pequeña niña una sonrisa temblorosa.
—Oh, no gracias, amor. Estoy bien así.
—Termina. Es la hora de dormir —gruñí. Se giraron con la brusquedad de mi voz y los ojos de Taylor se detuvieron en los míos.
—Ven, vamos a enjuagarte —instruyó, su voz tan temblorosa como la mía. Taylor metió a Jazzy en la cama y me encontró en la sala de estar.
Sin decir una palabra o un momento de duda, Taylor cruzó la habitación y subió a mi regazo. Ahuequé su culo, jalándola más cerca, y la besé. Sus suaves, dulces besos estaban jugando con mi cabeza. Esto ya no se sentía como si sólo estuviéramos haciendo el tonto. Se sentía como algo más. Mucho más.
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