
O2
Me sentía con la vida resulta, es decir, lo tenía todo.
Tenía mucho dinero en el banco, no tenía que trabajar con la presión de pagar una deuda, de tener una enfermedad o de morir por fetiches raros. Un perfecto novio hermoso que amaba con el alma y era tan malditamente caliente que no podía creerlo. Tenía mi departamento, desayunos lindos, cama caliente y mi corazón latiendo rápido y feliz.
Con las inmensas ganas de seguir despertando cada día con Jungkook entre mis brazos.
Amaba tener olores ricos en casa, amaba tener ropa de Jungkook revuelta con la mía, amaba tener fotos de nosotros en las repisas junto al conejo de felpa que mamá me dio, amaba tener muebles nuevos que habíamos escogido ambos, ver otro par de zapatos en la entrada y otra chaqueta colgada en el perchero. Amaba tener pantuflas a los pies de la cama y un cepillo de dientes azúl junto al mío de color rojo en el baño.
Amaba tener a Jungkook conmigo, aquí, entre mis brazos, respirando en mi pecho y sonriendo con labios cerrados, con sus ojos brillosos, mirándome mientras yo miraba el televisor.
─ ¿Te han dicho antes que eres muy guapo? ─ Dijo él de repente, sus dedos traviesos fueron a parar sobre la orilla de mi pantalón de mezclilla.
Dejé de mirar la tele para mirarlo a él, tenía ojos traviesos y una sonrisa descarada.
─ ¿Qué tramas?
Jungkook se encogió de hombros y sonrió, relamió sus labios y luego se escabulló rápidamente por las cobijas, posicionándose entre mis piernas, colocando sus manos en cada una de mis ellas.
─ Estuve pensando...
Sus dedos largos y pálidos se movieron hasta ma bragueta de mi pantalón, tomó el cierre entre sus dedos y comenzó a bajarla lentamente.
─ en que tengo antojo de algo...
Cuando estuvo por fin abajo y sus ojos dejaron de mirar sus manos para parpadear lentamente y mirarme a mi, luciendo tan sexy como solo él sabía hacerlo.
─ ¿De qué? ─ Tuve que preguntar.
Él quería que preguntara, lo veía en su mirada, lo conocía tan malditamente bien.
─ De ti.
Entonces bajó mi pantalón y calzoncillo lo suficiente, liberando mi pene y con sus labios durazno rozó la punta, haciéndome suspirar.
Mi vida a cambiado mucho últimamente, demasiado.
En estos meses dio un giro sorprendente, ¿quién diría que todo sería gracias a un tipo encapuchado y con cubrebocas que era tan virgen como el aceite en mi cocina y ahora estaba haciéndome una deliciosa felación?, es decir, nadie lo hubiera imaginado.
Mi vida era rutinaria, no había emoción más la que veía en la televisión y Dios, me perdía tanto de la vida. Tenía una rutina y un montón de sexo, pero debo confesar algo.
El sexo no es nada.
Las relaciones son mucho mejor cuando lo haces con alguien del que sientes algo grande.
Todo es mejor cuando lo haces con amor.
Y todo es mejor cuando es Jungkook.
Había dejado atrás a despertarme temprano cada mañana, hacer mi rutina de limpieza y desayuno, salir para irme a encerrar en una habitación de luces neón y telas color vino; donde los sonidos eran gemidos, el rechinido de colchones y las almas vaciarse en colapsos que les hacían rodar los ojos.
La mayoría el mismo tiempo, diariamente, varias veces al día, toda una semana, todas las semanas, cada mes, cada año. Hasta que llegó Jeon Jungkook.
Y todo cambió de ahí.
Me enamoré.
Me enamoré de verdad.
Es mejor enamorarse cuando eres más consciente de la vida, porque así puedes hacer algo por ello y lo disfrutas más.
Yo lo disfruto.
Como justo ahora.
Mi erección era oprimida por esa bonita boca, su cabeza subía y bajaba, succionaba y apretaba, entre lengua y paladar, raspando débilmente con los dientes, jugando con mis testículos, lamiendo desde la base hasta la punta, estimulando la glande y jugando entre la ranura. Y luego ya estaba descargando mi orgasmo en su boca.
─ Lo siento, bebé. ─ Dije rápidamente, preocupandome por la necesidad que seguro estaba contra su estómago.
Jungkook liberó mi polla con el "pop" que le gustaba hacer, líquido anacarado escurriendo por su labio cuando levantó la cabeza, su lengua traviesa deshaciéndose de él y entrando de nuevo a esa prisión afrodisíaca.
─ No tienes porque, mi amor. Me he corrido cuando tú lo hiciste.
[...]
Algo gracioso o curioso tal vez, es que cuando son días libres, Jungkook se despierta temprano, pero cuando no lo son y él debe ir a trabajar, se vuelve lo más perezoso posible.
No sé como es que iba a trabajar cuando no estaba conmigo.
Abrí lentamente mis ojos al escuchar la canción que había puesto de alarma en mi móvil, una melodía silenciosa de piano que me hacía despertar tranquilamente y no alteraba a Jungkook. La última vez que puse algo de Linkin Park el había despertado de un saltó y había caído de culo al suelo.
No quiero dañar su culo de nuevo. No así.
Esta canción me despertaba a mi, pero no a él. Por lo que mi tarea era despertarlo, prepararle el desayuno, bañarnos juntos y acompañarlo a su trabajo para que llegara a tiempo y no se distrajera en el camino con alguna cosa innecesaria para casa. La última vez que lo dejé solo, había traído una jaula a casa y ni siquiera teníamos pájaros.
Estiré mi brazo hacía donde había dejado mi celular, apagué la alarma y me concentré en despertarme bien, salir de mi ensoñación y mirada borrosa para apreciar a la bella criatura que estaba entre mis brazos, recargándose en mi pecho y mi hombro.
Piel pálida en una mano demasiado linda, que estaba sobre mi pecho y se estiraba para abrazarme, cubierta por una manga de azúl pastel, de una pijama suave y delgada, holgada, que me permitía ver poco más abajo de sus clavículas y esa mancha morada que adoraba marcar una y otra vez.
Su bello rostro, sus oscuras y largas pestañas, provocandome ganas de pasar mía dedos por ellas por hacerlo ver tan hermoso y delicado, por hacer un delineado natural en su mirada, en la mirada que puede ser dulce, tierna o infernalmente caliente como jodidamente enojada; su nariz, una nariz que podría lucir extraña, pero era malditamente linda y adorable, pero a veces lo hacía lucir de rostro afilado, maduro; esas mejillas medio llenitas, como un conejo con comida adentro y un leve sonrojo por que así era su rostro, con todos claros y rosados, bronceados y cafeces, tan lindo; y esos labios, esos malditos labios que eran una cárcel, color durazno, a veces demasiado rojos, un labio más grueso y uno más delgado, cargados de la fuerza para delinear palabras llenas de amor o muy mordaces.
Y que decir de su cuerpo.
Santa mierda.
Jeon Jungkook es el dueño y señor mi cordura o mi locura.
Llevé mi mano a acariciar su espalda y mis labios a besar su frente, pequeños y delicados besos en su frente, "tronados" como a él le gustan.
─ Bebé Gukie, despierta. Anda, pequeño, se te hará tarde para el trabajo.
Jungkook se removió, abrazandome más y subiendo su pierna sobre mi, murmurando palabras intendibles.
─ Cinco minutos más, amor. ─ Murmuró.
Como sabía que era habitual, me levanté de la cama después de besar su frente, caminé al baño y durante el transcurso encendí la laptop y reproduje la lista de música en spotify con el título "There for you" que habíamos creado Jungkook y yo.
Me planté frente al excusado, me bajé la pijama junto con el calzoncillo y oriné, jugando con mi boca, haciendo "pop" con los labios por cada mosaico de la pared que alcanzaba a contar mientras hacía pipí. Después de ello, abrí el grifo de la bañera y tanteé el agua para que saliera lo suficientemente caliente, como a Jungkook le gustaba.
─ ¡Jungkook, levantate! ─ Grité estando en cuclillas frente a la tina, mirando como se llenaba. ─ ¡Tu baño se está preparando, bebé!
─ ¡Cinco minutos más!
Sonreí pensando en lo perezoso que era mi novio, cerré la llave cuando estuvo a la mitad y me levanté para caminar en dirección a la cocina.
Al abrir el refrigerador, me di cuenta de lo mal que estaba alimentándome, habían tantos colores en mi refirgerador; frutas, verduras, latas, carnes, incluso habían huevos, no más sopas instantáneas o comida china. Dios.
Saqué fruta y la pique en cuadritos, mientras dos pechugas empanizadas se freían en el sartén.
─ ¡Kookie! ─ Grité otra vez.
─ ¡Ya estoy en el baño!
Acomodé la fruta y las pechugas en los platos extendidos de lunares que Jungkook me había hecho comprar cuando fuimos al centro porque "los desechables acumulan basura y matan animales". Tan lindo.
Me dirigí al mueble junto a la pared de ventanas, saqué la mochila de Jungkook y comencé a preparar con lo que debía llevar en su clase.
─ Amor, ¿te toca la carpeta azúl o la roja?
─ ¡La roja!
Tomé la carpeta roja y la metí en el bolso, junté los exámenes ya calificados y los metí en una bolsa para que no se desordenaran y ensuciaran, al final metí su lapicera con marcadores, plumas y sellos.
Caminé a la habitación y mientras tendía la cama, Jungkook salía con una toalla alrededor de su cintura y tarareando "we dont tall anymore" que estaba en spotify.
─ Ey, que precioso. ─ Solté acomodando los cojines.
Jungkook sonrió y tomó un pantalón negro, una camiseta blanca y una chaqueta formal, salió del armario y paró sus labios en una trompita en busca de un beso mío, el cual le di sin más.
─ ¿Me pasas mis botas? ─ Solicitó mientras se sentaba sobre la cama después de deslizar sus boxers.
─ ¿Las negras o las café?
─ ¿Combinaría con el azúl marino de la chaqueta?
─ Entonces las camel.
Jungkook terminó de arreglarse mientras yo me cambiaba la pijama por algo más decente, un suéter negro y un pantalón negro con unas bocas del mismo color.
─ ¿Vas a representar el velorio de mis alumnos? ─ Preguntó Jungkook con burla mientras nos sentábamos a desayunar. Tomó una fruta con el tenedor y achicó sus ojos en un gesto tierno.
─ Ja-Ja, que gracioso. Aunque sí vi muchos "reprobado" muy grandes en rojo.
─ Van mal, no sé que les pasa últimamente. No contaré este examen, pero me sorprende que hayan reprobado.
Conversamos durante un rato mientras acabábamos nuestro desayuno y nos dábamos pequeños besitos y luego, ya estábamos saliendo de casa, tomados de la mano y yo cargando su mochila, me agradaba que fuera de estas que solo tenían una correa e iban a un lado.
─ Si consigo que me asciendan, tendremos que comprar un auto, bebé. La universidad queda cerca para que caminemos, pero me transferirán a otra y caminar hasta allá no es muy apetecible para mi.
─ No entiendo como puedes ser tan perezoso.
─ No entiendo como puedes caminar tanto.
─ Tengo buena condición y pagar taxis no es bueno para nuestra economía.
─ Tacaño.
Me reí nuevamente y levanté la mirada a los árboles que decoraban el camino, habían hojas en el suelo y bajo nuestros pies, el muro de la universidad comenzó en la siguiente calle que cruzamos y nuestra conversación fue entorno a lo que haremos en la semana, principalmente lo que teníamos que hacer el día de hoy en cuanto a nuestros planes futuros.
Un beso en esos labios de melocotón para despedirle, una caricia en su rostro y esas palabras que nos comenzamos a decir como parte de nuestra rutina y fuerza.
─ Te amo, eres el amor de mi vida y puedes lograr lo que te propongas. ─ Dijimos al unísono.
Una sonrisa de conejo, pasarle su mochila al hombro y un beso de esquimal.
─ Hoy no podré venir por ti cuando termine tu turno, tengo que ir con Minjun a escoger los centros de mesa para su boda. ─ Suspiré.
─ Te espera un largo día.
Reímos sabiendo lo bipolar que era Minjun y volvimos a besarnos lentamente.
─ No te preocupes, te esperaré en casa. ─ Guiñó un ojo y me robó un beso más para luego girarse y comenzar a caminar a dentro de la universidad, girando cada tres minutos para ver si seguía ahí.
Cosa que me confesó tenía que hacer.
"Tengo miedo de que sea mi imaginación y no sigas de pie entre los muros de ladrillo con los árboles arriba de ti y esa sonrisa que me vuelve loco. Solo es demasiado increíble el que estemos juntos."
Lo es, Jungkook. Nadie va a separarnos.
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