27
La venganza es dulce y completamente satisfactoria.
Había arrastrado a Minjun fuera de su cama demasiado temprado, justo cuando fui a dejar a Jungkook a la universidad, me fui corriendo a la casa de Minjun y la arrastre fuera para venir conmigo en busca de la sortija de compromiso correcta para el amor de mi vida. Tal y como ella me había arrastrado durante tanto tiempo y tantos días sin desayunar para los preparativos de su boda.
Llevábamos en total tres horas caminando de joyería en joyería en el centro de Busan porque sencillamente no encontraba el anillo perfecto para decorar el dedo de mi novio y que claramente anuncie que es mío.
Estaba comenzando a rendirme y como yo no soy tan malo como la señorita con tacones de punte detrás de mi, mejor caminamos hasta un restaurante para desayunar. Minjun se quejaba de lo adoloridos que estaban sus pies mientras yo pensaba en como debía ser el anillo de mi novio.
─Mis pies me están matando, Jimin.
─Yo no te dije "anda, ve y mete tus delicados pies en unas maquinas estereotipadas que te dañan la columna justo cuando vamos a ir por la sortija de mi novio".
─No pensé que tardarías tanto en escoger un puto anillo.
─Oye, más respeto, es el anillo de compromiso. Y me estoy tardando porque ninguno llega a la altura de mi bebé.
─Ash. Pensé que comprarías el primero que vieras, tú no eres tan quisquilloso para elegir.
─Estamos hablando de Jungkook.
─¿Entonces?, ninguno te gusta y los has visto todos minuciosamente.
─Hoy debo llevarmelo, sé que lo encontraré y cuando lo haga, parecerá como que brilla y cantan los ángeles. Incluso quiero grabarlo.
─Estás loco.
No sé si Lisa o Minjun experimentaron la emoción que yo estaba experimentando, esas ansias en la boca del estomago por encontrar algo perfecto para una ocasión perfecta en donde mi alma era consumada por su otra mitad en un amor eterno que crecía cada vez más con el pasar del tiempo.
Estaba en la última joyería y por eso estaba casi comiendome las uñas, había estado esperando tanto por comprar la sortija, debía estar aquí. Tomando mi barbilla comencé a mirar los modelos mientras el señor de la tienda los sacaba pacientemente para mostrarmelos, al final, creo que lo cansé, porque fue directo.
─Creo que debe ser muy importante tu pareja como para que tardes tanto.
─No tiene idea de lo maravilloso que es él.
─¿Tan mal te tiene?
─Quiero pasar el resto de mi vida a su lado, morir con él y volver a nacer para amarlo otra vez. Tiene mi corazón, cuerpo y alma en sus manos.
El señor con una sonrisa tierna asintió, murmuró un "ya sé lo que es para ti" y moviéndose a al cabina que mostraba la joyería a quien pasaba por la banqueta, volvió con una caja aterciopelada y la abrió ante mis ojos.
─Perfecto.
Llegué a casa, súper emocionado.
Jungkook aún no llegaba de la universidad, por lo que tomé frituras, mantas y la laptop, subí con pasos letárgicos por las escaleras ya que el ascensor estaba descompuesto. Al llegar a la azotea, que tenía varias plantas y bonitos espacios, caminé hasta una especie de casita sin paredes y solo con techo más plantas decorando por ahí. Preparé las mantas, acomodé las frituras y la laptop, puse música y esperé, con la vista en el horizonte y una que otra vez en la cajita de terciopelo.
Mi celular vibró unos minutos después y sonreí al escuchar Bloom de Troye Sivan como mi tono de llamada. Llevé el teléfono a mi oreja y suspiré.
─ Jung-kookie~ ─canté.
─ ¿Dónde estás? ─preguntó rápidamente.
─ Sí, estoy bien, mi amor. ¿Cómo te fue? ─un quejido de Jungkook fue audible ─. En la azotea, ven.
Colgué y miré nuevamente la cajita de terciopelo. Pronto, Jungkook entró por la puerta por la que había entrado yo, sonrió y caminó hasta mí, se dejó caer entre mis piernas y recostó su espalda en mi pecho.
─ Hola, precioso. ─ Murmuré en su oreja mientras lo abrazaba más a mí.
─ Hola, galán. ¿Qué haces aquí?
─ No sé, pensaba pasar tiempo aquí con la luz de mis ojos. ─restregué mi mejilla con él y suspiré enamorado.
─ Así que el domador es un monstruo cariñoso. ─soltó Jungkook, haciéndome reír.
─ Extiende tus manos. ─dije. Jungkook levantó sus manos abiertas.
Saqué la cajita de mi chaqueta, la puse entre sus manos y frente a sus ojos, sentí cómo su respiración se cortaba. Abrí la caja y un hermoso anillo de oro con decoraciones en oro blanco, brillando y haciendo lucir las flores enredadas, dentro de él había la frase "Yo soy tan de ti, tú eres tan de mí." grabada como una promesa. Lo saqué de la caja y lo adentré lentamente a su dedo.
Sentí los espasmos por el llanto.
─¿Estás llorando?
─¿Qué significa ésto? ─ se giró, grandes lágrimas bajando por sus bellos orbes castaños.
Tomé su rostro y besé sus ojos, junté mis cejas con confusión y miré el anillo.
─Te pedí que te casaras conmigo muchas veces. Para mí sea como sea que estés, donde estés, cuando sea, eres y serás el hombre perfecto para mi. Mi alma gemela. Tú me dijiste que sí.
─Creí que era broma.
─¿No querías casarte conmigo?
─¡¿Es broma?! ─me besó repetidas veces, lágrimas bajando y una sonrisa subiendo─. Claro que sí.
─Pues está hecho. Ahora, deja de llorar, bonito prometido.
─Es imposible, hermoso prometido.
[...]
─
Ah..., Jimin ─enterró sus uñas en la tela a la vez que jalaba.
─ No puedo hacerlo, Jin ─ murmuré jadeante, el espacio era mínimo.
─ Solo mételo, Park ─ordenó.
─ No puedo, es difícil para mí ─ confesé, mis ojos llenos de desesperación.
─ Mételo, ahora, ah...
─ Jin, no estás ayudando ─señalé.
─ ¡Mételo!
─ ¡No puedo!, ¡puede llegar Jungkook!
─ Joder, que marica mandilón ─me soltó, apartándose con las cejas juntas ─ Marica.
─ No me ofende ─suspiré ─. ¿Y ahora qué hacemos?, me siento mal estando en esta situación.
─Si metieras tu culo, te quedaría el traje. ─regañó el castaño.
─¡No puedo meter el culo!
─¿Cómo mierda se encogió tanto el traje? ─preguntó mirándome de arriba abajo, junté mis cejas al sentirme mirado de más y posé mis manos frente a mi intimidad ocultada por el bóxer ─ Soy hetero, pendejo.
─Aun así. ─exclamé.
─¿Encogiste el traje o engordaste?
Me giré rápidamente ofendido por tal acusación, además de que estaba atentando contra mi imagen y eso no podía permitírselo.
─No engordé ─dije, mirándole con reproche─. Eso es imposible.
Jin rió audiblemente, su risa tan delicada como cuando limpias un vidrio, me hizo sentirme más ofendido por estarse burlando de mí en mi presencia.
No podía ser que hubiera engordado, no había comido tanto últimamente. Bueno, desde que Jungkook comenzó a cocinar... y es fanático de probar recetas...
No podía ser.
─ Sí, lo lavé. Lo ensucié y sólo lo metí a la lavadora.
─ ¿Y de qué lo ensuciaste?
La clara imagen del semen apareció en mi cabeza, Jungkook y yo jugando a ser grandes magnates para un vídeo de Jikook porn, donde él era heterosexual pero increíblemente sumiso ante mí. Tan jodidamente caliente. Verlo en traje me hacía perder los estribos.
─ No jodas, Jimin ─ahogó un quejido a la vez que tomaba su sien.
Yo sonreí ladino sacándome el pantalón del traje con mucha dificultad, recibiendo risas de Jin y luego su ayuda; se había atorado en mis muslos. Cuando lo sacamos agradecí para buscar la ropa que tenía puesta, hasta que la puerta se abrió y una Minjun enojada con su hija en brazos me miró. Jin se hizo hacía atrás señalándome rápidamente. Y yo era el marica.
─ ¡¿Qué mierda haces que no estás vestido aún?!
─ Encogió el traje. ─me acusó Jin y yo lo fulminé con la mirada.
─ ¡¿Cómo?! ¡¿No me dijiste que ya te lo habías probado?!
Me encogí de hombros mientras me adentraba en el pantalón negro que traía puesto antes de intentar subirme el pantalón por mis fuertes y grandes muslos, para después no subir ni un poco en los glúteos.
─ ¡Park Jimin, es tarde!
─ Lo sé, por eso Jin irá a buscarme otro traje en lo que yo intento arreglar mi cabello o algo. ─me coloqué la chaqueta de cuero negro sobre mi playera gris y caminé al espejo en la habitación en la que estaba.
─ ¿Yo qué?
─ ¡¿Me estás jodiendo?!
─ ¡Minjun, me pones nervioso! ─ grité.
─ ¡Yo estoy nerviosa! ─ gritó Minjun, haciendo reír a su hija de tres años.
─¡Dejen de ponerme nervioso! ─atacó Jin.
─ ¿Por qué están nerviosos? ─escuchamos y todos giramos a ver en dirección a la puerta.
Mi hermoso castaño estaba asomando su rostro mientras se adentraba poco a poco, me levanté rápidamente y caminé hasta él para tenerlo entre mis brazos, él sonrió y se dejó hacer. Lo apresé entre mi pecho y brazos para besar sus labios.
─ No pasa nada ─dije, sabiendo que si decía la verdad explotaría en nervios, como todos los ya presentes aquí─. Es sólo la emoción.
─ Yo también estoy emocionado y nervioso ─dijo Jungkook abrazándome con más fuerza y posicionando su cabeza en mi hombro.
Miré a Jin y le señalé la puerta para que corriera, él me miró fulminante y levantó un dedo mientras en sus labios gesticulaba "me debes una", rodé los ojos y asentí.
─ Bueno, yo tengo que ir por algo rápido y volver. Adiós, chicos. ─salió por la puerta mientras Jungkook se separaba de mí y me observaba.
─ ¿Por qué aún no estás vestido?
─ Adiós ─dijo Minjun. Dejándome solo.
Cobarde.
Noté cómo Jungkook ya estaba dentro del clásico pero único traje negro, el cual relucía un estampado tipo enredadera de rosas pero manteniendo su color, reluciendo por la luz. Usaba un moño negro y una camisa blanca, incluso se había atrevido a poner delineador en sus ojos y bálsamo rosado sobre sus labios, haciéndolos lucir más apetitosos. Me acerqué lentamente y probé sus labios con lentitud.
Fresa.
─ Qué guapo te ves ─susurré en su oreja.
Deslicé mis dedos de su cuello a su cabello y lo peiné hacía atrás, lo tenía lacio y varios cabellos del flequillo cubrían de vez en cuando sus ojos. Lucía jodidamente sexy.
─ Sí, tú también. Pero te verías más guapo dentro de tu traje, ¿por qué no te lo pones?
Se separó de mí y caminó hasta donde estaba el traje, antes de que lo tomara lo tomé yo y lo puse sobre el sillón, justo arriba de donde estaba el saco y mi moño negro.
─ ¿Qué sucede? ─me miró con un brillo raro en sus ojos.
Al instante supe lo que se había venido a su mente, negando rápidamente llegué hasta él y besé repetidas veces su rostro, llegué a sus labios y los besé con lentitud, quitando el bálsamo sabor fresa con mi lengua. Él gimió en mis labios y se separó sabiendo que si seguíamos así, terminaríamos liados sobre el sofá.
─ No creas que me arrepiento, ¿no quieres casarte con alguien que viste mezclilla y cuero? ─sonreí tomando sus caderas y el soltó una risa nasal.
─ Qué gracioso ─dijo él ─. ¿Qué pasa con tu traje?
Suspiré.
Miré la habitación.
Escuché su pie golpeando el suelo.
─ El traje se encogió.
─ ¿Qué? ─preguntó, sin poder creerlo.
─ No lo llevé a la tintorería, lo lavé en la lavadora de casa y se encogió.
─ Me dijiste que ya te lo habías probado.
A mi cabeza regresaron las imágenes donde Jungkook me preguntaba si me había probado el traje, para mi mala suerte, en todas esas veces o tenía mi polla dentro de él o estaba a punto de introducirla. Era demasiado difícil admitir que no, cuando sabía que él me apartaría y me lo haría poner.
Tenía una enorme erección.
No podía probarme el traje así.
─ Sí, bueno...
─ ¿Y ahora qué? ¿te piensas casar así como estás vestido? ─ Me regañó, cruzó sus brazos, haciendo notar la musculatura en la que había trabajado.
─ Te vas tan caliente enojado ─intenté acercarme, se alejó rápido.
─ ¡Ahora no, Park Jimin!
─ Agh... ─pasé mi mano por mi rostro y tomé mis caderas mientras le miraba juntas sus cejas. ─ Jin ya fue por otro.
─ ¿Y crees que llegue a tiempo? ─ahora parecía asustado en vez de enojado.
Bipolaridad.
Minjun contagiando.
─ Sí, mi amor. Ahora, sal a saludar a los invitados mientras yo arreglo mi cabello y eso. Además, es de mala suerte que los novios se vean antes de la boda. ─a pesar de mis palabras, me acerqué con seguridad y tomé sus caderas con posesión. Besé su mandíbula y luego picoteé sus labios, Jungkook formó un puchero y volví a picar. Una sonrisa nació en él.
─ Bien, voy a ver si mis hermanas ya llegaron. ─pero deslizó sus brazos al rededor de mi cuello ─ Quiero conocer al prometido de Yeri y al novio de Yuna.
─ Ve ─ palmeé su trasero.
─ Voy ─no se movió ni un centímetro.
─ ¿Por qué no vas? ─ pregunté sonriendo, toqueteando a mi novio con gusto.
─ Tal vez quiero otro beso ─juntó sus labios en un puchero y los elevó un poco, haciéndome sonreír más y achicando mis ojos en finas líneas. ─ Ay, tan lindo ─tomó mi mejilla y la pellizcó como si fuera una abuelita. Rodé los ojos y me acerqué a él, tomando sus labios presos de los míos.
Un beso lento, casto, con la necesidad de extraer su esencia en cada roce, con la textura y sensación grabándose en mi mente, como si fuera nuestro primer beso, porque grababa esta sensación familiar e irreconocible a la vez. Cada beso con él era diferente, exquisito, mágico.
Sentí las cosquillas burbujeando en mi pecho y estómago, revoloteando como miles de luciérnagas dentro de mi, como el pelaje suave de un conejo deslizándose bajo mi piel, como un calor creciendo en mi pecho y expandiéndose, como si de pronto tuviera más energía.
Era jodido como me llenaba de vida.
Se separó de mí con una sonrisa y salió de la habitación señalándome con su dedo, advirtiéndome en arreglarme bien y a tiempo.
Suspiré y respiré, aire entrando con demasiada facilidad en mis pulmones. Miré por la ventana de la habitación y sonreí al notar que pronto el sol se ocultaría. Caminé hasta la silla donde estaban las cosas que se supone Jin usaría en mí, pero dado que no está, las tendría que usar yo. Me senté en la silla, mirándome al espejo y pensé en cómo había llegado a esto.
Cómo estaba justo ahora a punto de casarme con el hombre más hermoso del universo, con este hombre que tenía el completo control sobre mí y que hacía revolotear mi corazón tan inmensamente.
Recordé aquel día en donde respiraba con tranquilidad y sin pensamientos importantes más que tomar otro cliente y dar mi cuota de ese día para largarme a casa y dormir hasta el próximo día. Recordé cómo me planté frente a la fila de los que esperaban por mí y cómo me sorprendí al ver al muchacho de cubre bocas, diferente a todos.
¿Quién diría que ese virgen misterioso sería mi alma gemela y el amor de mi vida?
Con quien me iba a casar.
Entonces, nuevamente, como si tuviera años viviendo, recordé cuando le propuse matrimonio. Y aunque no fue de la forma más romántica derramadora de arcoiris, con corazones por todos lados y cupidos volando por ahí, no la cambiaría por nada.
En serio.
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