
24
Pudimos llegar a tropezones a la puerta de nuestra casa, entrando con dificultad y botando las llaves por algún lado del pasillo, cerrando con mi pie y tropezando cerca de la sala de estar. Podríamos follar en la sala, en el suelo, sobre la alfombra, arriba de la barra de la cocina, pero no. Aunque cada una de ellas sonaba tentadora, yo no iba a follarlo, tenía mucho tiempo sin tocar su piel, yo iba a hacerle el amor.
La primera vez que escuché eso viniendo de él fue el día que lo conocí y ahí no lo amaba, donde cada parte de mi ser no vivía amándolo y siendo parte de él, donde aún no era importante para mí, donde aún no lo necesitaba para poder tener una razón para vivir y subsistir. Cuando yo era mediocre, un peón, alguien vacío y sin propósitos, alguien dentro de un limbo, de un abismo sin sentido, caminando en mi propia mierda.
Donde pensaba que hacer el amor no era algo que haría nunca, donde pensaba que hacer el amor era lento y examinando todo. Donde me tomé el tiempo de recorrer su cuerpo.
Pero, al día de hoy, sé que lo amo con cada bombeo de mi corazón, con cada respirar, en cada parpadeo, en cada pensamiento.
Lo deposité en la cama, con brusquedad y tomé su ropa para sacarla de su cuerpo con lentitud, dando besos, pasando mi lengua por su sedosa piel, succionando para dejar mis marcas ya borradas de su carne. Lo desnude con letargia, alejando lo que pudiera cubrir su hermosa anatomía de mi hambrienta boca y mis lujuriosos ojos, de mis manos traviesas que acariciaban su cuerpo y lo volvía loco, lo hacía mío y despertaba sus sensaciones, no su pene, aquel ya apuntaba al techo mientras babeaba liquido anacarado.
Lo escuchaba hablar en su susurros apenas entendibles que para cualquiera no serían entendidos, pero siendo mío y conociendolo hasta el último rincón, los entendía, como un nuevo idioma en el que había pasado años estudiando. En el que podía decifrar que necesitaba, que imploraba, que tenía la urgencia de que lo amara con mi pene dentro de él, que me escurriera dentro de su ser para sentirnos juntos por fin, para ser uno después de tanto tiempo sin conectarnos.
Él pedía que lo desarmara y volviera a armar con mis manos, que lo esculpiera a mi antojo, que lo manejara como yo quisiera, que me apiadata de su alma y tomara rapidez de una vez por todas.
Pero yo no quería que fuera rápido, llegar con solo meter y sacar, sin sentirlo extasiado, sin durar. No quería que terminara pronto. Lo quería volver a explorar.
Este cuerpo que ya había recorrido pero que de alguna manera era nuevo, ya no se sentía igual.
Mi novio había ido bajando de peso durante un tiempo y durante su proceso con el psicologo, habíamos estado yendo al gimnasio, lo ha estado trabajando y ha tenido buenos resultados. Lo tenía más definido a la ultima vez que lo recorrí, con un bronceado perceptible a la luz de la lampara de noche en mi buro.
Su cuerpo se conformaba por una musculatura y definicióm suficiente para ser atractivo a su edad, sin parece enclenque, sin parecer grotesco, pura obra del ejercicio y proteína, sin asteroides, siendo lo suficientemente grande para verse intimidante y como un hombre, lo suficientemente pequeño para ser sumiso ante mí y caber en mis brazos. Sus gordos muslos, sus caderas más delineadas que las de una mujer promedio, su culo abultado y listo para ser azotado por mis manos, su bello rostro de muñeca que a veces se volvía duro y varonil, sus hermosos labios rojisos por las mordidas que no aguntaba evitar por las ganas que tenía de ser consumido por mi.
Era, en cada parte, una gloriosa representación, de lo que debería ser la cadena perpetua por amar la belleza de la existencia. Como si algún ser poderoso dueño de todo hubiera deseado crear a la más bella de las criaturas, dandole vida a el afrodisiaco más codiciado por la locura, con la fortuna de que nadie lo había probado y esta llama se había mantenido viva e intacta hasta que mis manos avivaron su fulgor.
Me dejé ir por la escultura que era su cuerpo de belleza de Dios en el olimpo, de pecado lujurioso, de belleza consumida y destrozada en jadeos y llantoa susurrados por ser liberado. Resvalé las prendas de tela de mi cuerpo, restregando mi piel con la suya, apoderandome de esa sensación gustosa en donde por fin podía sentir su piel caliente en contacto con la mía, donde podía probar sus labips y beber de ellos la satisfacción de cumplir con sus deseos, de hacer realidad la necesidad carnal que habíamos estado encerrando, por la que nos habíamos estado torturando y no era por el mero hecho de coger, era por la necesidad de amarlo como sabía amarlo. Haciendolo mío hasta el punto donde sus ojos rodaban en sus cuencas y gritaba mi nombre por haber tocado su punto dulce.
Mis manos tomaron sus caderas, dejando una bajo su espalda y ayudandolo a acomodarse en medio de la cama mientras yo me abría paso entre sus piernas, acosté su cabeza sobre las almohadas y lami las gotas de sudor que eran como agua bendita saliendo de su piel. Me adentré en su interior con lentitud, lo suficiente para que su cuerpo se acostumbrara al tamaño de mi polla, para que su cuerpo recordara lo que era estar unido a mi, para que supiera que seguía perteneciendome. Y entonces, cuando sus caderas se moviedon para autoempalarse, me recoste sobre él, tomando sus labios y comenzando a mover mis caderas para entrar y salir de él en un movimiento ritmico con velocidad acelerada, lo debido para que pudiera besar sus voluminosos carnosos sin escurrir saliva y aunque lo había hecho así, los había dejado libres para llenar de mis marcas personales en su cuello.
Tomé la corta cabecera de la cama, que era más como una repisa y me afirmé de ella junto con sus caderas, el colchon se movía contra la misma y este chocaba contra la pared en donde el rostro de Jungkook pintado con mis manos se miraba hermoso. Podría decirse que aunque era el mismo, no se comparaba con el rostro real de Jungkook, aquel que se movía para deformarse en un rostro que se comparara con el placer que estaba sintiendo; a veces apretaba los dientes cerrando los ojos, hablaba bajito o gemía con ganas.
Su cabello se pegaba a su frente, el sudor brillaba por la luz irradiada de la lampara de noche, su hermosura siendo cada vez más descomunal.
Me estaba quedando sin aire por los movimientos que hacia, pero no terminaría, no cuando había encontrado su punto dulce, sus dedos habían viajado a mis gluteos y sus uñas se enterraban ahí, pero luego pasaron a mi espalda, cuando me dejé caer para besarlo mientras el delicioso y controlador climax nos absorbia la energía.
Sus brazos me rodeaban y al no salir aún de au interior, podía sentir como sus paredes palpitaban sobre mi eje. Dejó de temblar y el liquido blanquecino de salie contra nuestros estomagos, nuestroa labioa tronaron en besos cansados llenos de amor.
─Te extrañe tanto ─dijo él entre los besos, sus ojitos abriendose ─. Mucho, demasiado. Extrañaba estar así.
─Yo sé, amor. Yo también, pero ya todo está bien. Estamos bien.
─Estoy tan cansado, mañana tengo que dar clases y organizar los examenes. Más el tuyo, Jiminssi.
Salí de su interior, escuchando su quejido por ello, sintiendo la palma de su mano contra mi gluteo. Tomé un toalla del baño y me dirigí hasta la razón de ser de mi vida, comencé a limpiarlo.
─Debe ser fácil, porque me amas ─respondí.
─Y porque te amo será muy dificil, ya que sé que sabrás más que mis alumnos. Podrás pasar cualquier examen, por eso has estado estudiando tanto.
La toalla ocupó lugar en alguna parte del suelo, mi cuerpo se deslizó a la cama y Jungkook se movió instantaneamemte a mi. Se sentía tan bien. Tenerlo cerca, con este calor, después de estar tanto tiempo sin amarlo y sentirlo de esta manera.
─He estado estudiando tanto porque necesitamos esos papeles. ¿Minho ha te aviso si nuestro historial está limpio?
─Sí, lo está. Nos aseguro que podremos mudarnos y adoptar sin problema.
─Eso es genial. Ya quiero comenzar a construir la casa en California.
─A pasos de bebé, amor. Primero tenemos que hacer muchas cosas antes.
─Sí.
Me moví entre sus piernas otra vez, haciendo lugar en su cuerpo desnudo para que mi pene rosara con su culo.
─Como hacerte mío una vez más antes de ver American horror story.
─Exaaacto. ¿Toca coven?
[...]
Estaba sentado frente a la mesa, la laptop frente a mí y una de las clases de Jungkook en ella, comía uno de sus deliciosos postres que había preparado mientras leía atentamente lo que debía entender y estudiar para el examen que Jungkook me haría.
Escuché llaves entrar en la cerradura, la puerta abrirse y luego cerrarse, despegué la vista de la pantalla para levantarla en dirección a la puerta; Jungkook estaba parado junto al mueble del pasillo con nuestro correo entre sus manos, los miraba atentamente con las cejas juntas, pasando para atrás el que ya había leído. Dejó los sobres y sus llaves en el mueble del pasillo, se sacó su saco y lo dejó colgado en el perchero, sacó sus zapatos y los botó. Levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos.
Una sonrisa nació en sus labios y sus cejas se separaron, supe que había sido un día cansado cuando ladeó su cabeza y mostró un puchero.
─ Hola, gigoló. ─ Soltó mientras venía caminando hasta a mí.
─ Hola, virgen. ─ Saludé con una sonrisa mientras hacía mi silla para atrás.
Jungkook me observó y levantó su ceja mientras cruzaba sus brazos, me dio una mirada como regaño por estar semi desnudo, solo con los calcetines y boxers. Sonreí sacando una risa nasal, tomé su brazo y la jalé hasta que estuvo sentado a horcadas sobre mí. Posó sus brazos alrededor de mi cuello y lo acerqué lo más posible para olfatear su delicioso perfume, cuando fue así, su cuerpo se relajó considerablemente sobre mí.
─ ¿Estudiando? ─ Preguntó separándose lo suficiente para vernos el rostro. Asentí. ─ ¿Y si te hago el examen justo ahora?
─ ¿Por qué tanta crueldad? ─ Dije rápidamente, mis dedos masajeaban su cintura. ─ Yo no hice nada hoy. No he estudiado lo suficiente.
Una sonrisa bien conocida para mí se expandió en su rostro, sus manos pasearon de mi cuello hasta mi pecho, masajeando mis músculos mientras miraba sus manos.
─ No sé. ─ Murmuró con voz ronca de repente. ─ Yo pensaba que como buen maestro, puedo ayudarte con lo que se te dificulta. ─ Sus ojos subieron nuevamente a un encuentro con los míos. Ahora oscuros, llenos de lujuria, deseo, promesa y diversión. ─ ¿Quiere que lo ayude, Park?
Solté un gimoteo cuando asentí y el meneó sus caderas sobre mi polla, bajó de mi regazo y se hizo espacio entre mis piernas, se sentó sobre las suyas y posó sus manos sobre mis muslos. Me miró desde abajo, sus pestañas revoloteando dulcemente.
Sus manos subieron por mis muslos, tomó mi boxer y lo bajó para liberar mi polla, la tomó entre sus manos y comenzó a jugar con ella a la vez que daba exhalaciones cerca. Estaba despertándolo y cuando comenzó a restregar su mejilla con mi polla mientras chupaba uno de mis testículos, yo ya estaba enterrando las uñas en la madera de la mesa.
"Pop". ─ Te haré preguntas. ─ Lamió desde la base hasta la punta, me hizo jadear. ─ Si respondes mal pararé, ¿ok?
Asentí rápidamente y volvió a pasar su lengua desde la base hasta la punta con ritmo lento. Mi polla ya estaba dura cuando se acomodó mejor y me hizo mirarle.
─ ¿Qué fue primero?, ¿huevo o gallina? ─ Exhalé como queja y el rió, dio una larga lamida a mi pene. ─ Ya, ya, lo siento.
─ Huevo. ─ Contesté aun así. Sus ojos brillaron.
─ Definición de literatura. ─ Dijo, arrastró su lengua nuevamente por toda mi polla, comenzó hacerlo mientras yo enterraba mis uñas más a fondo, jadeando por lo bien que se sentía.
─ Proviene del término latino litterae, que hace referencia a la acumulación de saberes para escribir y leer de modo correcto. ─ Respondí, ganando que atrapara y chupara la punta de mi pene.
La puta madre.
Comenzó hacerme preguntas referentes a las materias que había estado estudiando, torturándome con la lentitud de su lengua y succión. Cuando trataba de mover mis caderas, él hacía fuerza, cuando quería ritmo rápido, él iba más lento, cuando me tardaba, él hacía sus movimientos cada vez más lentos y despegaba poco a poco su boca hasta que terminaba por contestar bien.
Yo necesitaba rapidez, acabar, llenar su boca, pero él solo estaba torturándome y a sí mismo, pues una evidente erección ya podía verse bajo sus pantalones de mezclilla.
─ No puedo más. ─ Dije roncamente y lo hice dejar de chupar mi polla.
Él gimió en desacuerdo cuando detuve su juego, lo levanté del suelo sin dejarlo decir nada más y logré que rodeara mi cintura con sus piernas. Caminé hasta la habitación y lo tiré en la cama, comencé a desvestirlo rápidamente, rasgando sus prendas en el proceso.
─ Joder, me comprarás otra camisa de éstas, era mi favorita.─ Se quejó, sonreí y cuando estuvo completamente desnudo me abrí paso entre sus piernas.
Gloria.
Junté nuestros labios con brusquedad, tomando su boca mientras tomaba mi polla y me deslizaba dentro de él, sabiendo que no necesitaba preparación porque era reciente que hiciéramos el amor. Me hundí con lentitud bebiendo sus gemidos y sintiendo sus uñas enterrarse en mis espalda.
Una vez a dentro, no me detuve, no fui lento, fui rápido, muy rápido.
Ataqué su punto dulce mientras devoraba sus labios, cada vez siendo más difícil el degustar sus carnosos debido al movimiento errático de mis caderas chocando con él, de mi polla entrando en su ano, de mi tomándolo a él y reclamándolo como mío una vez más.
Porque era mío.
Claro que era mío.
Cada rincón de Jeon Jungkook es de mi propiedad.
Y de pronto sentí una gran necesidad de hacerlo saber al mundo. Porque ya era mío; en mente, cuerpo y alma. Aun así, quería hacérselo saber al todos, quien sea que le mirase. Cualquiera tenía que saber que Jeon Jungkook es de Park Jimin y Park Jimin de Jeon Jungkook.
Entonces, mientras atacaba su punto dulce con rapidez y profundidad, tomé sus manos y entrelace nuestros dedos mientras las subía sobre su cabeza. Sus ojos entrecerrados por demasiado placer, sus piernas abrazando mi cintura para sentirme más, mis labios picando, los suyos llamándome.
Permití que estas sensaciones se apoderaran de mi cuerpo, de mi mente, que el placer me ahogara y su perfume me llenara.
─ Cásate conmigo. ─ Gemí, dando en su punto dulce una vez más. ─ Cásate conmigo.
─ Ujum... ¡ah!, sí. ─ Gimoteó.
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