Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cuatro.

Había algo que no todos esperaban, y era que el Señor y la Señora Sumpter me defendieran cada vez que podían aunque de lo que me acusaban tenía que ver con su hija.

Yo me preguntaba seguido: ¿Qué era lo que pasaba por sus mentes? ¿Era un alivio por el tener a su hija de vuelta que en realidad no les importaba el culpable? ¿Era cierto agradecimiento hacia mí?

Mis padres solo me hablaban para decirme lo molesto que era correr de casa a más de un periodista por día. Mamá se la pasaba quejándose de lo peligroso que se había vuelto el pueblo y que ninguna mujer podría estar segura ahí, mientras que papá parecía ajeno al problema y solo le daba la razón.

No los veía mucho en el día, sus trabajos nos lo impedía y de todas maneras estaba acostumbrado a estar sin ellos. Pero concluí que, si yo fuese mujer, probablemente se negarían a dejarme por mi propia cuenta como lo hacían.

Mientras los días pasaban, todo se hacía más pesado. Las acusaciones públicas hacia mí y el evidente rechazo por las personas del pueblo con las cuales tenía que convivir, eran tan brutales que hasta podía sentir como nadie se quería acercar a mí en un diámetro de diez metros. Huían, como si fuese un enfermo y ofendían, como si yo fuese el monstruo.

No me sentía realmente mal por eso. La soledad era mi amiga y la verdad es que no había mucha diferencia. Yo me enfocaba más en saber cómo estaba Emma; bien podría visitarla en el hospital pero mantenerme lejos de ella ante los ojos de los demás parecía ser lo más cuerdo.

Algunas semanas después, Emma regresó a casa. Recuerdo como intenté arreglar un poco mi desordenado cabello que tanto odiaba mi madre, e incluso arranqué una rosa blanca del jardín de mamá. Emma y yo le habíamos ayudado a plantarlas hace años, cuando éramos pequeños, y bien sabía que a ella le gustaban demasiado.

Con mi mejor camisa y un poco de loción, fui a tocar la puerta de los Sumpter. Su madre me abrió, pero con cierta duda, me dejó esperando hasta que su esposo llegó y con una sonrisa me dejó entrar. Me guiaron hasta la habitación de la chica con una triste plática sobre lo que había sido de mí ante todo esto, yo respondía un tanto cohibido pero a pesar de eso no dejaban de preguntar. Recordaba poco como era esa casa por dentro, pero las fotografías y pinturas me hicieron regresar años atrás.

Ellos me dijeron que se había recuperado, pero que aún había algo peor que las marcas físicas que pudieron haber quedado. Creí que mi agonía terminaría cuando viera que Emma Sumpter estaba bien, porque para ese entonces yo no entendía del todo la gravedad del asunto.

Su habitación se veía diferente a como yo la presenciaba desde mi ventana. Estaba completamente oscura por lo cual la Señora Sumpter encendió la luz, pero el cambio repentino de iluminación no me molestó en lo absoluto. Ni siquiera a la chica que estaba dentro.

La pelirroja veía su reflejo en el enorme espejo de su tocador; no nos notaba, no parpadeaba y apenas podía ver que su pecho se movía a causa de su respiración.

Fue cuando en verdad comprendí lo que significaba perder a alguien; y esto era peor que la muerte, porque fue perder a alguien que aún estaba ahí.

—Emma—le llamaron, pero ella no se inmutó. Solo se quedó ahí, con la mirada fija en el espejo, tan perdida como presente. Ladeó un poco su cabeza aun mirando su reflejo: las marcas de sus golpes eran mínimas pero por alguna razón se veía menos viva y más débil que cuando la encontré—. Emma—intentó de nuevo su madre con un tono de súplica, entrando a la habitación para que ella pudiese notar la presencia.

Dio un largo suspiro, cerró sus ojos y volteó hacia nosotros. Era como una desconocida, o peor aún y por la expresión de su rostro, nosotros le éramos desconocidos a ella.

El dolor que transmitían sus ojos celestes era algo que nunca había visto antes, era la imagen de algo horrible, algo que nadie debería vivir. Todos sabíamos que a Emma le quitaron algo de su vida de la forma más vil que existe y verla en esos momentos te erizaba la piel, porque con tan solo ver sus ojos podías escuchar los desgarradores gritos que querían salir de su boca.

Emma frunció el ceño cuando sus ojos se toparon conmigo, estudiándome de arriba abajo. Su expresión cambió a una de sorpresa.

—¿Charlie? —su temblorosa voz se quebró, su rostro se llenó de horror y su respiración comenzó a hacerse pesada.

El señor Sumpter me estrujó el brazo obligándome a salir de ahí mientras que su esposa se encerró con ella intentando calmarla. Él estaba molesto, me hizo sentar en el sofá y acto seguido, aun escuchando los gritos que ella soltaba, comenzó a hacer llamadas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro