
Capítulo 5: Deseos.
-¿A dónde vamos? - preguntaba la menor mientras caminaba con los ojos vendados, sintiendo las hojas de los árboles cayendo sobre su cabeza y el viento golpeando su rostro cubierto. Momo no había dicho mucho, solo le advertía cuando había alguna roca en el camino o para sostenerla para que no se tropezara. -¿Ya estamos cerca? -preguntó a Momo nuevamente, pero la mayor no respondió. -Es que me duelen los pies.
Sintió a Momo reír a su lado y eso la hizo bufar con enfado. -Ya estamos por llegar, Dubu, no seas impaciente.
Siguieron caminando por un tiempo más, hasta que Momo se detuvo abruptamente y ella se chocó con su espalda.
-Oye.
-Lo siento. -la ayudó tomando su mano para que caminara por el mismo lugar que el suyo. Momo le quitó la venda, haciendo que sus ojos parpadearan adaptándose a la luz. Cuando sus ojos lograron enfocar en donde estaban, un chillido de emoción salió de sus labios mientras corría en dirección al pequeño arroyo de agua cristalina, siendo seguida con pasos tranquilos por Momo. La japonesa la miraba tontamente. Dahyun se había arrodillado, tocando con sus manos el agua que salpicaba levemente debido a que esta caía de una hermosa cascada iluminada por los rayos del sol.
Se sentía en un sueño. Estar junto a la chica que ama en una cita junto a la cascada de agua, con una manta de cuadros blanco y rosa tendida en el suelo, adornada con adorables flores y comidas deliciosas, teniendo una vista agradable. Estaba feliz, Momo la hacía muy feliz.
Se volteó para mirar a la chica, encontrándose con sus hermosos ojos miel, observándola con una sonrisa amplia. Al parecer, el sentimiento era mutuo.
-Dahyunie, ¿nos sentamos? -señaló con su cabeza la manta. La menor asintió. Dio una rápida mirada a su alrededor, y se sentó frente a la japonesa. Momo rebuscó algo en su bolso hasta que al parecer encontró lo que buscaba, y le regaló una tímida mirada. Momo aclaró su garganta, para luego soltar un suspiro mientras extendía hacia ella una pequeña cajita de terciopelo blanco en sus manos. Dahyun soltó un chiquillo emocionado.
-¿Esto es para mi? -Momo asintió con timidez.
La coreana no perdió tiempo y abrió la caja con la misma emoción.
Sus ojos brillaron al ver lo que había dentro. Sacó con cuidado dos hermosos collares de oro puro con sus iniciales y pequeñas piedras preciosas incrustadas en ellas. Eran... -Son preciosos, Momoring. Tú... -un nudo se formó en su garganta. Las lágrimas de emoción se acumularon en sus ojos. -Te amo, Hirai Momo. Este es el regalo más bello que me han dado en toda mi vida -confesó con honestidad sin borrar su sonrisa. Momo sintió sus mejillas arder y suspiró, observando con adoración a la chica frente a ella.
-Kim Dahyun, me harías la persona más feliz de este mundo si me permitieras ser tu novia. Por eso, Dahyunie -tomó un gran respiro, para luego suspirar-, mi hermosa chica de ojos chocolate, ¿me darías el honor de ser tu novia?
Dahyun se queda mirando fijamente a su mayor, con una sonrisa tímida que ilumina su rostro. Sus ojos brillan con emoción mientras toma las manos de Momo con suavidad.
-Eres una persona muy especial para mí, y me has hecho sentir tantas cosas buenas desde que te conozco. No podría imaginar a nadie más a mi lado que a ti. Sería una tonta si digo que no -Dahyun soltó una risa y Momo también lo hizo-. ¡Sí, y mil veces sí!
Momo le sonrió con emoción para luego tomar las manos de Dahyun con delicadeza, dejando un tierno beso en ellas. Suspiró, mirando sus ojos brillantes con amor. Le pidió con timidez las cadenas que le había dado y la menor se las entrego con mucho cuidado.
-Ven aquí, cielo.
Dahyun se acercó a ella y Momo le hizo una seña para que se diera vuelta, y Dahyun lo hizo quedando de rodillas mirando al frente. Con cuidado Momo alejó su cabello castaño a un lado, dejando expuesto su cuello. Tomando la cadena con la inicial 'M' en ella, se la colocó al rededor de su cuello, dejando un pequeño beso en su hombro descubierto haciendo suspirar a la menor.
Momo hizo lo mismo. Se dio media vuelta y Dahyun le colocó el collar con su inicial, lo acarició con la yema de sus dedos soltando un largo suspiro, para luego abrocharlo.
-Listo -pronunció mientras se alejaba un poco de ella para volver a sentarse.
Momo se volteó a verla. Sus ojos brillaban como si millones de estrellas habitaran en ellos, transmitiendo tranquilidad a todo su ser. -Ahora con esto -dijo mientras agarraba el collar que colgaba en su cuello. Dahyun hizo lo mismo con el suyo con una sonrisa-, siempre me tendrás a tu lado. Pase lo que pase estaré a tu lado, Dahyun.
-Momo...- susurró, sintiendo cómo la mirada de Momo se posaba sobre ella.
Momo la miró con ternura, sus ojos brillando con amor.
-Te amo, Dahyunie. -dijo, con voz suave y dulce.
Dahyun sonrió, su corazón latiendo con fuerza.
-Yo también te amo, Momo. -respondió, sintiendo que su felicidad crecía con cada palabra y gesto que compartían aquella hermosa tarde de verano.
Para Momo, Dahyun se había vuelto su lugar seguro.
Y para Dahyun, Momo lo había sido desde el primer momento en que se conocieron.
La tarde se extendía sobre Seúl, tiñendo el cielo de tonos rosados y naranjas. Momo y Dahyun estaban sentadas con los pies metidos en el pequeño río, disfrutando de la vista mientras compartían un helado.
Momo, con una sonrisa traviesa, le dio un pequeño golpe a Dahyun en el brazo.
-Dahyunie, ¿estás lista para tu regalo? -preguntó, con un tono juguetón.
Dahyun, con una sonrisa en su rostro, asintió a su pregunta. -Claro que sí. ¿Ya puedo verlo? -y Momo negó, sin poder evitar una sonrisa al escucharla quejarse.
Devolvió su vista al cielo, mordiendo su labio inferior al notar que faltaba poco para que anochezca. Relamó mis labios, y la miró. Los últimos rayos de luz solar que quedan iluminan su rostro como un ángel. Su rostro se encontraba mirando hacia arriba y sus ojos permanecían cerrados, la comisura de sus labios estaba elevada, formando una media sonrisa que la hizo suspirar bobamente.
A veces sentía que Dahyun no era de este mundo. Que Dios había enviado a uno de sus más bellos y perfectos ángeles a cuidar de la Tierra para que pobres mortales como yo, lográramos tener el milagro de amar y sentirnos amados. Dahyun era uno de esos ángeles que la vida cruzó en mi camino para que me iluminara con su mágico resplandor. Me sentía a salvo cuando la tenía a mi lado. Algo que nunca me había pasado con nadie, hasta que la conocí a ella.
-¿Por qué me miras así? -cuestionó sin abrir sus ojos. Momo frunció el ceño inclinando su cabeza, sin dejar de mirarla. Dahyun soltó una carcajada.
-¿Qué pasa por la cabecita tuya, eh? -se burló, recibiendo un sonrojo como respuesta.
Momo se acercó a ella, apoyando su barbilla en el hombro de Dahyun.
-No puedo creer que seas mi novia.
La menor rodó los ojos, una traicionera sonrisa creciendo en sus labios. -Pues deberías de empezar a creerlo, mi amor. Porque nunca dejaré de serlo.
Momo, con las mejillas aún más sonrojadas, bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas.
No pudo evitar sentir una calidez invadir su pecho al oír lo último. Dahyun planeaba estar junto a ella por mucho, mucho tiempo -o eso le dio a entender-, y no podía creer que esas simples palabras habían alboroteado todo en su interior. Su corazón latía emocionado en su pecho. Ella se sentía feliz.
-¿Realmente crees que nosotras dos -murmuró, sintiendo como los nervios se apoderaban de ella.- duremos muchos años?
Dahyun la miró con una mezcla de confusión y diversión, como si Momo acabara de decir algo completamente absurdo.
-Claro que lo creo -se rió-. ¿Tú no?
Momo asintió rápidamente. -Claro que también lo creo, Dubu. Solo decía.
-Bueno, pero no pienses esas cosas, ¿si? Nuestra historia de amor recién comienza, cielo. Ahora solo concéntrate en el presente. Habrá tiempo luego para pensar en el futuro.
Y Momo simplemente asintió, estando de acuerdo.
No podía imaginarse un mundo sin la mujer que ama.
-¿Entonces ahora si podre tener mi regalo? -preguntó por enésima vez Dahyun mientras caminaban por el lado contrario de donde habían venido. Momo la condujo hasta una zona sin tantos árboles y con flores de distintos tipos en el lugar, dieron unos pocos pasos más para que logrará divisar una hermosa cabaña de tamaño mediano, perfecto para dos personas.
Dahyun se volteó a verla con sorpresa. Momo movió unas llaves que tenía en su mano, indicándole con la mirada que la siguiera. -¿Alquilaste este lugar para nosotras? Momo, este lugar es precioso. Me encanta.
-A mi me encanta que te guste, bebé. Quería que sea una experiencia buena para ambas, en especial para tí -confesó. Dahyun soltó un suspiro cuando Momo terminó de abrir la puerta, haciendo un espacio para que ella entrará-. Bienvenida a nuestro hogar por los siguientes tres días, cielo.
Dahyun abrió la puerta de la cabaña y se quedó boquiabierta. La luz de la luna se colaba por las ventanas, iluminando un espacio acogedor y cálido. Momo encendió la luz para una mejor apreciación al lugar. La madera de pino pulida brillaba con un tono dorado, y la chimenea, adornada con un ramo de flores silvestres, le daba un aire de confort y calidez.
-¡Momo! ¡Es increíble! -exclamó Dahyun, dando un pequeño salto de emoción. -No podía imaginar que fuera tan bonita por dentro.
Momo sonrió, satisfecha con la reacción de su chica.
-¿Te gusta? - preguntó, con una pizca de orgullo en la voz mientras se acercaba a ella y la abrazaba por la cintura, descansando su barbilla en su hombro. - La encontré por casualidad mientras buscaba un lugar tranquilo para pasar estos días.
Dahyun asintió con entusiasmo, recorriendo la cabaña con la mirada. Había un sofá de cuero marrón junto a la chimenea, una mesa de madera maciza con sillas de mimbre y una cocina pequeña pero completa. En una esquina, un estante lleno de libros que le produjo mayor emoción.
-Es perfecta -dijo Dahyun, suspirando con satisfacción para luego voltearse y rodear con sus brazos el cuello de Momo. -Gracias por todo lo que estas haciendo por mí, siento que no lo merezco...
-Cariño -dijo en un tono de advertencia, pero sin perder la calidez en su mirada. -Ya hablamos sobre eso. Te amo, y haría hasta lo imposible porque seas feliz.
La menor asintió despacio, sin mostrarse del todo convencida. Momo soltó una pequeña risita, acercándose a su rostro para besar sus labios con lentitud. Disfrutando del delicioso sabor a chocolate que había quedado en ellos. Luego de unos minutos se alejaron con la respiración acelerada. Sus pupilas se habían dilatado un poco al recordar todo lo que tenía planeado para esa noche, y Dahyun no se quedaba atrás. En su mirada se notaba lo ansiosa que estaba.
Momo dejó un sonoro beso en sus labios antes de alejarse para buscar la bolsa que tanta curiosidad le había generado a su novia. La japonesa desapareció en una habitación que supuso era el dormitorio, cuando la vio salir de ahí con la bolsa en mano. Se acercó a ella mordiendo sus labios rojos.
-Unnie... ¿Qué es esto? -Dahyun susurró, sus ojos fijos en la bolsa que Momo sostenía.
-Antes de que veas lo que tengo para ti, quiero que cierres los ojos. Confía en mí, mi amor. ¿Está bien?
Dahyun asintió sin entender muy bien a que se refería. Pero terminó por entenderlo al abrir la bolsa que la llevaba intrigando desde que la vio hace un par de días en casa.
-¿Y bien? -su pregunta salio con duda. Dahyun mordió sus labios con fuerza, sintiendo como una corriente eléctrica recorría todo su cuerpo hasta llegar a su intimidad.
-¿En serio? ¿Vas a cumplir... todos mis deseos? ¡Incluso los más... -susurrando- los más atrevidos?
La japonesa asintió con firmeza. -No te miento, Dahyun. Cumpliré cada uno de tus deseos, los más dulces y los más oscuros. Cada historia que escribes se volverá realidad, eso te lo aseguro.
Momo la atrapó en un beso que olía a vainilla y a deseo, un beso que la envolvía como una cálida manta de seda. Sus lenguas se encontraron en un combate salvaje, una danza de fuego que las dejó sin aliento. Y la delicadeza se esfumó. Solo quedaban sus cuerpos, sus jadeos y el calor que se propagaba entre ellas como un incendio.
El aire se espesó, cargado de deseo. La piel de Dahyun se erizó al sentir la mirada de Momo recorriéndola, como una caricia ardiente que la incendiaba desde adentro. Sus miradas se encontraron, y un rayo de deseo las atravesó, dejando un rastro de fuego en su interior. El volcán de deseo rugía dentro de ellas. Un solo toque, y todo se desataría.
La noche se extendía ante ellas como una promesa de placer sin fin, una noche que no olvidarían en mucho tiempo.
La actualización llegó más rápido de lo que pensaba (y estoy segura que ustedes también se sorprendieron), pero bueno.
No se preocupen que en el siguiente capítulo ya tendrán sus detalles... y muchos de ellos.
¡Nos estamos leyendo! Cuídense. <3
Atte: Yame.
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