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❝Hyung, ¿qué están haciendo?❞.
Jisung era un pequeño y tímido niño que no conocía nada más aparte de el calor de su hogar. El nunca salía, no iba al colegio, por ende no iba tampoco a fiestas y su compañía era el hijo de su linda nana, el cual solía traer cuando no tenía con quien dejarlo.
Era un adorable niño unos dos años mayor que el, era más pálido que el y con unos hermosos ojitos castaños que había cautivado al niñito de mejillas redondas.
Los dos jóvenes eran muy cercanos cuando eran pequeños, siempre jugaban en el gran jardín de la casa del menor, se reían y disfrutaban plácidamente de la compañía del otro.
Jisung había empezado a desarrollar un sentimiento extraño, que solo aparecía cuando veía a su amigo, su corazón latía con fuerza cada que lo veía y cuando no, lo sentía pesado, cada que el pálido le abrazaba o le llamaba por su apodo sentía un millón de mariposas revolotear en su barriguita, haciéndole sonrojar.
Un día, el castañito se había caído, tendría unos seis añitos y su amigo ocho, él había empezado a llorar por el dolor que le causaba el raspón en su rodilla y le aterraba ver cómo pequeñas gotitas de sangre corrían por su piel canela hasta deslizarse al suelo.
Su pelinegro amigo, se había acercado y le había limpiado las lágrimas con su manita, acariciando su mejilla mientras le decía que no llorase.
Viendo que su adorable amiguito no paraba de llorar y sientiendose culpable tomó el mojado rostro del niño entre sus manos y le dio un pequeño e inocente besito, justo como haría su madre con el para que no llorara.
El beso fue dulce y tierno haciendo que el llanto de Jisung se disipase, con el su dolor, siendo intercambiado por una sensación inconmensurable de emoción y felicidad.
Pero luego de ese día, su amigo, solo dejó de ir y ya. Jamás supo el porqué y su nana jamás le dio la razón.
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Han estaba exhausto, su madre le había inscrito a unas clases online y su profesor era sumamente estricto y molesto, no paraba de enviar tareas y trabajos, que le hacían desvelarse todo el tiempo.
Pero qué podía hacer, era todo un hombre de diecisiete y debía asumir sus trabajos sí quería conseguir aunque sea un título.
Toda su vida la había pasado vigilado, no conocía nada del mundo exterior, todo estaba rotundamente prohibido, navegar en internet para otra cosa aparte de para hacer sus tareas, salir de su casa y todo estaba monitoreado, incluso sus clases, sus padres solo permitían que su profesor le enseñara lo que consideraban necesario e indispensable.
Pero el castañito se sentía sumamente solo, quería alguien con quien hablar, alguien con quien contar, quería poder tener a alguien que le pudiese decir que había más allá de aquellas barreras que le habían impuesto sus padres. Estaba esperando algún tipo de salvador.
Siempre pensaba en su lindo Hyung de aspecto felino más la tristeza le inundaba, le había abandonado.
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— Momo — llamó el chico de mejillas redondas mientras bajaba las escaleras descalzo.
Una vez llegó al último escalón volvió a llamar a esa adorable señora que siempre le había cuidado, hasta que vio una figura masculina parada en la sala de su hogar y retrocedió, pero al hacer aquello sintió como algo se incrustaba en su pie, creando un dolor punzante y molesto.
— ¡Santísima, mi pie! — chilló con fuerza el niño levantando su pie y agarrándolo con ambas manos empezando a saltar sobre el otro.
La persona parada en la sala de volteo rápidamente topándose con Jisung que solo portaba una sudadera grande de color blanco y un pequeño short de pijama.
Una vez dejó de saltar en un pie y miró a la persona frente a él, la sangre se subió a sus mejillas y su dolor fue lo de menos.
— ¿Minho hyung? — llamó el castañito ladeando la cabeza y avergonzado, incapaz de creer que aquella persona era el dulce niño que algunas vez jugó con él.
— ¿Jisung? — soltó el pálido con tono burlón.
El chico sintió que la cara se le caería de la vergüenza, pero fue mayor la intriga del por qué su mayor se encontraba en su casa después de tantos años.
— Hyung, ¿qué hace aquí? — cuestionó tratando de sonar desinteresado, tomando su pie de manera de poner ver su planta. Se había clavado una chincheta, ¿de dónde rayos había salido esa chincheta?.
— ¿No soy bienvenido acaso? — cuestiono enarcando una ceja, viendo cómo el chiquillo tomaba la cabeza del chinche y lo sacaba de golpe.
Ouch.
— No, no es eso — dijo entre quejidos, soltando su pie, mientras dejaba la chincheta sobre alguna mesa — Solo que han pasado aproximadamente ¿once? años desde que nos vimos la última vez.
— Vamos, Jisung, quise ver a mi dongsaeng favorito — dijo con sorna.
Han sintió la cara caliente y su estómago revolverse.
— Venga, Jisung, vine a acompañar a mi madre, no quería quedarme hoy en casa — dijo riendo.
— Oh, ya veo, ¿quieres algo de tomar? — cuestionó con cierta desilusión en su dulce voz.
— Sí, gracias, Hannie — su corazón retumbó y volteó en dirección a la cocina, ignorando el hecho de que dejaba manchas de sangre mientras caminaba.
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Como habían llegado a aquella situación, ¿por qué Minho estaba acostado en su habitación?, y ¿por qué estaba abrazando su almohada?.
El pobre tenía que hacer su tarea de trigonometría pero su Hyung, durmiendo y babeando su almohada le distraía.
Avergonzado salió corriendo -cojeando- de la habitación y cerró la puerta del cuarto, se deslizó por esta mientras tapaba su rojiza cara con sus rechonchitas manos.
— ¿Qué voy a hacer? — chilló bajito — ¿Qué se supone que es este sentimiento que tengo?, ¿Por qué me siento de esta forma, aun después de once años?, alguien ilumíneme, necesito ayuda divina — luego de patalear un rato apoyado contra su puerta, escuchó el particular estruendo de un vaso caer contra el suelo y asustado entró con rapidez a su habitación.
— Hyung, ¿est- — y ahí estaba el con los ojos abiertos lo más que se le permitía, mientras miraba su laptop la cual había empezado a botar humo y a oscurecerse la pantalla.
— Mierda — soltó el pálido volteando a ver a su menor — Jisung, yo, aah, lo siento, fue sin querer, lo lamento — balbuceo sin realmente saber que decir, se sentía nuevamente mal y culpable.
— ¿Cómo haré mi tarea ahora? — su vista de había empezado a nublar y sintió un nudo en su garganta.
Sus padres le había prometido dejarle salir si lograba pasar todas sus tareas y evaluaciones con la máxima nota, el no era ingenuo sabía que no era cierto, pero valía la pena intentar.
— Hannie, lo siento, no llores ¿sí? — el pálido nervioso mordió uno de sus dedos pensando en que hacer y vio su mochila negra tirada en el suelo.
— Jisungie, te prestaré mi laptop, así que no llores más, ¿sí, Bonito? — preguntó acercándose a él y limpiando las lágrimas que habían empezado a deslizarse por sus rechonchitas mejillitas.
El llanto de Han paro de manera abrupta y el sonrojo no se hizo de esperar «Me dijo bonito» pensó con ilusión y levantó la mirada para verle.
— Gracias, Hyung — dijo levantando el rostro y sorbiendo su nariz.
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El castañito había abierto la laptop de su Hyung mientras esté iba a botar los restos de vidrio del vaso roto.
La pantalla de dispositivo se ilumino y cargo, al parecer ya estaba abierta en el navegador, pero grande fue su sorpresa cuando la pagina terminó de cargar.
Porn Hub. Decía en blanco sobre el fondo negro y a cada lado rollos de papel píxeleados se movían.
Bajo esto vio miniaturas de gente desnuda besándose y realizando una actividad que el particularmente no conocía.
La puerta de su habitación se abrió pero no podía despegar la vista de una de las miniaturas, donde habían dos hombres desnudos con unas mascaras que se abrazaban, uno de ellos de espaldas al otro.
Algo dentro del castañito vibró, sintió un extraño hormigueo en su vientre y un poco más abajo. Puso ambos brazos en medio de sus piernas y las cerró, sintiendo un poco de alivio ante aquella presión.
Jisung empuñó sus ojos y entonces sintió un presencia a sus espaldas, la cual le ocasionó un escalofrío que recorrió toda su columna.
— ¿Qué estás viendo, Hannie? — cuestionó la voz de su mejor amigo de la infancia a sus espaldas.
— No sé — dijo bajito sintió los pasos acercándose — Hyung, ¿qué es eso que están haciendo? — preguntó trastabillando.
— ¿No sabes cómo se llama lo que hacen? — preguntó respirando en la nuca del niñito, deleitándose con el rico aroma a jabón y shampoo.
— No.
— Están teniendo sexo — dijo lamiendo el lóbulo del menor haciéndole retemblar ante la particular y placentera sensación de la caliente lengua sobre su piel.
Inconcientemente las caderas del castaño se empezaron a mover contra sus brazos creando una exquisita fricción que aliviaba con ligereza el pequeño dolor que había empezado a experimentar allí abajo.
— ¿Sabes?, el sexo se siente bien — dijo mientras empezaba a dejar castos y húmedos besos por el cuello de su contrario.
— ¿En serio? — interrogó empuñando sus ojitos con fuerza por los besos.
— Sí, y se siente mejor que tocarte tú solo — respondió llevando sus manos a los brazos de Jisung, haciéndolo quitarlos de en medio de sus piernas.
— Aah — gimió exaltado al sentir las frías manos de su Hyung en su ingle sobre la delgada tela de su short.
El pálido había empezado a frotar el joven y semierecto miembro del adolescente mientras sonreía con lujuria.
Desde que lo había visto con aquella vestimenta había querido enterrarse en el culo del adorable castañito y vaya que no desaprovecharía esta magnífica oportunidad que se le estaba presentado.
Lee volteó la silla del niño viéndole con las mejillas sonrosadas y una expresión de necesidad que le hizo sentir un tirón en la cabeza de su polla.
Tomando ambos brazos del menor lo hizo levántese de la silla con brusquedad y lo dirigió a una pared estampándolo contra esta.
Minho lo abrazó por la cintura y metió su pierna entre los muslos del chico empezando a frotar su eminente erección y haciéndo lo mismo con la suya en la pierna de castaño.
Metió su mano en medio de ambos cuerpos y desabrochó su pantalón y bajo el short del contrario oyendo el ruido sordo de este al caer al suelo.
Tomó la joven erección de Han y la suya juntándolas con una mano, Jisung sintió la calidez del pene de su mayor contra el suyo las venas resaltantes del miembro contrario y la humedad le hicieron retemblar extasiado.
— ¿Quieres que hagamos lo mismo que los tipos que estabas viendo? — preguntó con voz ronca empezando a masturbar ambos miembros.
Jisung había empezado a gemir gustoso, disfrutando de la satisfactoria sensación que le daba la mano del pálido moviéndose de arriba a abajo con rapidez y presionando con cierta fuerza, ocasionando que se humedeciera, haciendo los movimientos más placenteros.
— S-sí — dijo entre gemidos y jadeos anhelando más de aquel grato sentimiento de éxtasis y excitación que no había experimentado antes.
El pálido satisfecho con la respuesta dirigió sus labios a los contrarios y le besó con fiereza, cosa que Jisung se le complicó gracias a que era su primer beso, Minho al darse cuenta cómo buen Hyung, se decidió en ayudarle.
— Abre la boca y saca la lengua — ordenó y el menor sumiso ante su amado hyung abrió la boca y el pálido junto sus lenguas, las cuales empezaron a acariciarse y frotarse entre sí, con sus labios apenas rozándose.
Han sintió una tensión en su vientre, como si algo quisiese salir.
— Hyung — llamó en medio del beso — Hyung, siento algo extraño — dijo mientras un hilo de saliva se escurría por su quijada.
— ¿El qué? — dijo aumentando la rapidez con la que masturbaba sus miembros, escuchando al menor soltar un exquisito gemido gutural seguido de su nombre, que le hizo morder su labio con fuerza.
— Hyung, deténgase, me voy a orinar, ¡MINHO! — chillo sintiendo a su mayor frotar la cabeza de su pene aumentando sus ganas de "orinar".
El pálido sonrió altanero y no detuvo sus movimientos.
— No te vas a orinar, Hannie, te vas a correr, solo déjate llevar — sus delgados labios fueron a parar al cuello del contrario empezando a dejar pequeñas mariquitas rojas, los cuales se irían al día siguiente, no quería ningún problema otra vez.
El nudo en el vientre de Jisung se intensificó y haciéndole caso a su Hyung se dejo llevar, corriéndose en la mano de su mayor.
Jisung perdió la fuerza en sus piernas y de no ser por Minho, hubiese caído lastimando sus rodillas.
El mayor levantó su mano y Jisung vio como este la admiraba la cual permanecía manchada con su semilla.
— En la primera eyaculación, el semen es más espeso porqué lleva mucho tiempo almacenado en los testículos — dijo acercando su mano a su boca, probando los fluidos de su menor — Es tan espeso que hasta es difícil de que baje por mi garganta — susurro mientras saboreaba la esencia amarga del menor en su paladar.
El castañito se sintió desfallecer soltando y gemidito agudo ante la acción del mayor, pero los brazos de su Hyung sosteniéndolo le llevaron hasta el pequeño sillón que había en su cuarto y lo hizo ponerse de espaldas a él, frente al espaldar del sillón, arrodillado.
Podía sentir la caliente polla del azabache acariciando una de sus nalgas; húmeda y palpitante, esperando poder adentrarse en la calidez y estreches virginal de él.
— No sabes lo ansioso que estoy por metertela — susurró en el oído del menor para luego lamer y succionar este, haciéndole temblar.
Aún con la mano llena de semen decidió aprovecharlo usándolo como lubricante y se dirigió a su entrada presionando aún sin adentrarse masajeando el esfínter haciendo temblar a el menor, metió un dedo lentamente sintiendo a Jisung tensarse ante la intromisión, los anillos anales se ajustaron a su dedo y despacio, no queriendo hacer sentir mal o incomodo a Jisung, movió su dedo con cuidado, haciendo pequeños movimientos circulares y frotando el interior, oyéndole gemir fervidamente al contrario, quien apretaba con sus rechonchas manitas el espaldar del sillón de cuero.
Un dedo más se coló en el interior de Han y ahogo un chillido en su garganta, ardía como el puto infierno, tanto que las lágrimas se escurrían por sus mejillas, pero el quería llegar hasta el final y descubrir aquel grato sentimiento el cual le había comentado Minho que se experimentaba al realizar tal primitiva y placentera acción.
Minho metió sus dedos más profundo agregando así uno más, movió las yemas de sus dedos lentamente hacia arriba y sintió un pequeño bulto y sonriendo burlón presionó ejerciendo cierta fuerza.
La mente del menor se quedó en blanco, nunca antes había experimentado tal sensación, su voz salía aguda y entrecortada, aún tratando de contenerla le era sencillamente imposible, su mayor seguía golpeando aquel punto con sus dedos, su abdomen se sentía tenso y la sensación de querer correrse era monumental, y como si un millón de fuegos artificiales apunto de explotar de tratara, no aguanto más y de corrió nuevamente, esta vez manchando el espaldar del sillón café, resaltando.
— Tal vez sea el momento — susurro el azabache sacando sus dedos del interior del menor, oyéndole gemir ante su accionar.
La punta de su eminente erección se froto contra la entrada húmeda de los fluidos del menor y se deslizó con lentitud al interior de la cavidad.
Los anillos apretaron con fuerza el pene del mayor, quien no pudo evitar soltar un ronco gemido ante la calidez y estrechez del contrario.
Una vez la extensión del miembro del pálido se adentro, permaneció unos segundo estático sintiendo los pequeños y constantes espasmos del cuerpo del chiquillo.
— Jisungie, mueve tus caderas — ordenó el mayor con voz ronca.
— ¿Cómo debería hacerlo? — cuestionó trastabillando el menor, de sentía apretado y ligeramente doloroso, pero algo lograba sentirse bien en todo aquello.
— Mueve tus caderas de manera circular, como lo sientas más placentero y lo disfrutes más — pronuncio apretando la estrecha cintura del menor, probablemente dejando sus dedos marcando en aquella nívea y suave piel.
El menor empezó a moverse de manera sutil y lenta, intentado lograr intensificar aquella exquisita presión que sentía, el miembro de su mayor abarcaba tanto que sentía que presionaba todo.
Minho acompañó los movimientos del castaño empezando a embestirle de manera rápida.
En una de las estocadas brindadas por el mayor, logro encontrar nuevamente su próstata, haciendo que el menor soltara un chillido agudo, las embestidas se concentraron es ese lugar, haciendo ver estrellaras al menor.
Los sonidos obscenos inundaban la habitación de Han, los chasquidos, gemidos y jadeos resonando, con el azabache toqueteando el menudo cuerpo del chico, pellizcando sus pezones y brindando una que otra nalgada a aquel hermoso y grande culo que portaba el menor.
¿Cómo no hizo eso antes con el menor?, más específicamente apenas lo conoció.
Oh, claro, el tenía 8 y Jisung 6.
Los dos cuerpos se fundieron el uno en el otro, con sus pieles bañadas en una fina capa de sudor y sus propios fluidos, mientras gemían ante el indiscutible placer, no podía ser más satisfactorio aquello.
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Luego de haber tenido sexo, ambos jóvenes habían caído rendidos en la cama del castañito, mientras miraban el techo abrazados, con el menor escuchando los tranquilos latidos del corazón ajeno, con la cabeza rescostada sobre su pecho, decidió decir algo después de mucho.
— Hyung, ¿le gustaría imitar más videos de PornHub conmigo?.
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