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02

—¿Qué? —dijo abriendo los ojos más de lo normal.

¿No era Seojun? Entonces...

—Asi es, cariño. Ya me comenzaba a hartar eso de fingir ser el maldito nerd, estar rodeado de personas todo el tiempo, esos malditos niños idiotas. —sonrió sin gracia —Pero bueno, dicen que todo sacrificio, trae recompensa —Taehyung miraba inexpresivo a él chico frente a el. Observando bien a ese tipo, no tenía pinta de adolescente.

—C-cuantos... ¿Q-qué edad tienes? —susurró.

Jungkook sonrió —Muchos más de los que crees, eso te lo aseguro; bonito.

Mierda.

Nunca le había visto el rostro, pues siempre llevaba cubrebocas, ¡Todo el maldito tiempo!, ¿Ahora qué haría?, ¿Y su madre, su hermana? ¿¡Y Jimin!?.

—Seojun...

—Jungkook, niño. Soy Jungkook.

—J-jungkook, bueno n-no se que hacemos aquí, p-pero te agradecería si me regresas a S-seúl, porque estoy seguro que aquí, no es. —tartamudeo nervioso.

Jungkook soltó una carcajada, lo que Taehyung solo le vió sin entender su comportamiento.

—T-tu bromita ya no me gusta.

—¿Y tú crees que yo te regresaré?, pasé años detrás de ti, ¿Y para solo verte?, no, definitivamente que no.

—¡¿Estas loco?! -gritó tratando de soltarse. —¡Ayuda! —volvió a gritar mucho más fuerte. —¡Ayuda!.

—Ah, bueno —dijo aburrido; rodando los ojos —Sabes que, no, ya no te necesito despierto. —golpeó al peligris dejándolo inconsciente, de nuevo.

2:00 a.m marcaba el reloj de Jungkook; quien seguía conduciendo, no faltaba mucho para llegar a su destino.

Jungkook escucho unos jadeos, volteó a ver dónde tenía a Taehyung.
Si, era este, se removía en su lugar con los ojos cerrados, aparentemente dormido.
No le dió importancia y siguió conduciendo.

Segundos después, Taehyung soltó un gritó, que por la cinta en su boca se escuchó más gemido o algo así, se despertó de repente.

«Ah, maldita pesadilla.»

—Buenos días, bella durmiente —le vió por el retrovisor. El pecho de Taehyung subía y bajaba con velocidad, su mirada era inexpresiva y algo ida. —No te preocupas, bonito, ya casi llegamos.

Seguía atado, y el maldito ese le había vuelto a poner la cinta. Ahora no sabía a quien odiar más, sí a su maestro de leyes o a ese tal Jungkook.

Minutos después llegaron a dicho lugar. Una casa enorme, se miraba abandonada y vieja, que estaba en medio del bosque, se veía aterradora.

—¿Te asusta? —Taehyung asintió —Lastima, porque te tendrás que ir acostumbrado.

Se sacó del automóvil, prácticamente le llevaba arrastrando, y aún no lo había desatado.

Abrió la puerta vieja de madera, el lugar estaba limpio, y organizando, no con cosas modernas, al contrario, muebles viejos pero en buen estado y no eran feos.

Jungkook sentó a Taehyung en un sofá.

—Has estado tranquilo, algo que no me esperaba, pero tampoco me sorprende —dijo dando la vuelta caminando hacia la cocina. —No has llorado, no has tenido miedo —sonrió —Me gusta.

Taehyung cerró sus ojos, y de la nada fue agarrado y cargado hacia quien sabe dónde. Tratando de gritar, pero ésto siendo impedido por la cinta que aún seguía cubriendo su boca.

—Espero te guste mucho más esto —le susurró al oído mientras lo sentaba en el suelo, soltó sus manos, y ambas tenían la cuerda marcada, Jungkook sostenía con fuerza a él peligris. Habían unas cadenas colgando de la pared. Cuatro cadenas con esposas.

Esposó sus manos y pies en estas de éstas —Tienes sed, ¿Cierto? —Taehyung asintió efusivo.

Jungkook sonrió, salió de la habitación, minutos después regresó con un vaso de agua, la verdad a Taehyung no le inspiraba confianza, pero al diablo eso, tenía mucha sed.

Jungkook quitó la cinta adhesiva de su boca sin cuidado alguna, sacándole un chillido al peligris.

—M-mierda —masculló.

Jungkook empino el baso en la boca de Taehyung dándole acceso al agua dentro de él.

Antes de poder decir o hacer algo, Jungkook se acercó a su oído.

—Prepárate para lo que te espera. Dulces sueños...

Sin poder responder quedó inconsciente, por tercera vez en el día.


Taehyung despertó poco a poco, su cuerpo dolía mucho, en especial su espalda, estaba colgado; ya que las cadenas que le sujetaban las manos provenían del techo, las de los pies, de la pared detrás de él.

Sus pies pegaban apenas las puntas de sus dedos.

Su estómago ardía del hambre, sentía que su cabeza se iba a reventar mientras su cuerpo temblaba. Parecía que a ese tal Jungkook le importa poco si tenía hambre o no.

Quería gritar, pero su garganta ardía, tenía frío.

Pero, ¿Por qué frío?.

Mierda.

—¡Ahhhhh! —gritó al ver que no tenía nada puesto. Ni siquiera su ropa interior.

—Veo que ya despertaste, que bueno —llegó Jungkook.

Ahora, le dolía peor la garganta —M-mi ropa... ¿D-donde está? —masculló.

—Ah, eso; pues estaba sucia y te la quité, pero así estás más bonito. —le sonrió.

«Idiota, como te odio.»

—I-imbécil...

—Sabes, mejor le doy la comida al perro antes de dártela a tí. —dijo para después dar la vuelta e irse.

—¡Oye!, n-no me dejaras otra vez aquí, ¡Jungkook! ¡N-no me dejes aquí! —muy tarde, Jungkook ya había salido. —¡J-jungkook!.

Taehyung quedó gritando, estaba en una habitación, no sabía en cuál de todas; porque esa casa tenía más de cinco habitaciones. La suya no tenía cama, ni clóset, nada, olo las cadenas de las cuales colgaba. No tenía ventanas, la habitación era grande, y en el techo había un bombillo, que su luz era de color amarillo.

De nuevo temblaba, tenía hambre, tenía miedo y mucha sed. Jungkook ni un vaso de agua le había ofrecido. Solo cuando recién llegaron, que al fin no sabía que era pero igual se lo trago, y resultó ser droga para dormirlo.

Tenía miedo que ese hombre le hiciera algo. Era jóven y virgen. No quería morir aún. No aún.

Al principio se mostró neutral, tranquilo, pero si que está muerto de miedo.

No sabía si era de día o de noche. No tenía ni su reloj ni su celular. Ese maldito hombre loco.

—Tal vez ese loco se arrepienta y me deje ir —trató de animarse.

Aunque era en vano.
No lo dejaría ir.

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