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05

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— ¡Buen día! ¿Dormiste bien? —Sonrió al verme ingresar a la cocina —He preparado el desayuno, siéntate.

—Yo...No tengo hambre hoy, Haneul —Abrí el refrigerador y de ahí saque una lata fría de cerveza.

—Yoongi ¿Estás bien?

—Mejor que nunca —Sonreí hasta mostrar mis encías y abrí la lata para dar un largo trago.

—¡Me alegro! Así que si te ayudo la sesión con el psicólogo —Me abrazo fuertemente haciendo que me sorprendiera y levanto la cabeza, observándome— ¿Volverás a llamar para otra cita?

—Creo que esa fue suficiente, me siento mucho mejor —Correspondí a su abrazo temiendo ir pronto pudiese desvanecerse.

Después de aquello en completa soledad tome de mi cerveza mientras veía la televisión en un canal completamente extraño. Pero lo importante era distraerme.

Hasta que mi celular vibro a causa de una llamada

¡Yoongi! Por fin contestas.

—Perdóname, Jin. Estuve bastante ocupado estos días.

Está bien, lo comprendo. Quería invitarte a la casa nuevamente.

No le digas a Hyung que yo te dije —Gritó alguien en el fondo de la línea.

Si bueno, parece que Jungkook quiere volver a verte, después de ese día en el cine no deja de insistir en que te llame ¿Por qué no te fas una vuelta por aquí?

¡Te dije que no le dijeras! Se escuchó nuevamente el grito.

Reí al imaginar a Jin burlándose en la cara de Jungkook-Bien, estaré por allá en un rato-dije sin pensarlo más-¿Puedo llevar a alguien conmigo?

—¡Claro! Entre más, mejor. Nos vemos aquí —Finalizó la llamada.

Hice un vago esfuerzo por levantarme del sofá y dirigirme a la cocina. Hasta llegar a la señora ardilla con sus cachetes llenas de comida.

—Haneul, hoy quedé con ese amigo del que te conté e iras conmigo, no vamos en unas horas.

—¡¿Mmhhh?! —Hizo un extraño sonido sin poder hablar por estar comiendo.

—Tú dijiste que querías ser amiga de Jungkook, el chico simpático. Solo lo hago realidad-me encogí de hombros.

Una vez que terminó de comer, habló —Supongo que está bien, tienes suerte de que solo trabaje tres días.

[...]

—¡Yoongi, que gusto volver a verte!—Cuando abrieron la puerta fui recibido por un cálido abrazo por parte de los hermanos.

—¡Hyung! Debería ver los nuevos juegos que he conseguido.

—Jungkook ¿Puedes dejar de pensar en juegos un instante? Yoongi viene a relajarse hoy —Reto a su hermano.

—Ya lo veo ¿Y quién es la chica, Hyung? —Preguntó al ver escondida detrás de mí a la castaña.

—¡¿Tu novia?! —Exclamo sorprendido Jin.

—No, ella es Lee Haneul, una amiga que viene de visita a Daegu —Corregí a ambos.

—Mucho gusto Haneul—Saludo cordialmente con un apretón de manos —Yo soy Kim Seokjin y él es mi hermano menor, Jungkook

—Mucho gusto —Agrego Jungkook alegre.

Después de presentarse correctamente todos nos dirigimos a la sala de juegos.

—Joder, había olvidado lo malditamente rico que eres —Agregue al volver a ver el interior de su casa, que era mucho más grande que la mía.

—Familia —Declaro Jin con una sonrisa.

La sala de juegos estaba constituida de un grande espacio, donde las paredes eran adornadas con piedras y el techo de pequeños y hermosos candelabros. En ella había objetos como una gran pantalla plasma en la pared y cientos de juegos adornando el estante. Así como trofeos lujosos y una mesa de juego póker hexagonal que se notaba bastante lujosa.

—Mira Yoongi ¡Tienen mesa de billar en su casa! —Expuso emocionaba la chica.

—Y si lo volteas —Agrego Seokjin moviendo algunos artefactos de la mesa y logrando voltearla —Se convierte en una mesa de Hockey.

—¡Maravilloso!—Exclamo fascinada.

—Hyung, juguemos algo —Manifestó Jungkook al colocar un juego al azar en la consola y dándome así un control.

—¡Niño! Te dije que...

—Está bien, Seokjin. Extraño divertirme con Jungkook.

—Si tú lo dices, entonces me parece bien. Yo jugaré con Haneul al billar.

—Kim te advierto lo buena que soy en esto, no creo que logres ganarme— Sacó el palo de billar y lo colocó sobre la mesa —Aun así ¿Te arriesgas?

Había olvidado lo competitiva que era ella, no dejaba de retarme en diversas cosas tiempo antes de que se fuera.

—Señorita, te informo que he jugado como mínimo mil veces en esta mesa a lo largo de mi vida y en casi todas ellas he triunfado. Si alguien va perder aquí, serás tú —También tomó el palo de billar en una dirección y golpeó la bola.

También recordé el mal perdedor que era Seokjin. Nunca se iba hasta ganar algo y eso lo hacía el doble de competitivo que Haneul.

Una guerra entre bestias.

—Pues que gané el mejor.

[...]

—¡Casi ganaba! Debimos quedarnos más tiempo —Agitaba mi brazo frustrada porque el encuentro con Seokjin termino en empate y era hora de irnos.

—Son las diez de la noche, estoy cansado.

Me abrazo por detrás reposando su barbilla en mi hombro—¿Podemos volver otro día?

Me extrañaba que últimamente se estuviera volviendo más cariñosa de lo debido. Pero de cualquier forma, no me molestaba en lo absoluto.

—Lo haremos, lo prometo —Levanté mi meñique confirmando aquel promesa.

Caminamos un par de calles más como pingüinos pues Haneul no tenía intención de abandonar el abrazo aun cuando cruzamos la puerta.

—Listo, suelta —Quite sus brazos de mi cintura y por fin me libere dejando caer todo mi peso en una silla.

—Gruñón —Me enseño la lengua como niña pequeña—¿Quieres café? Haré un poco.

—Espresso intenso, por favor.

—Uh, señor elegancia —Agregó agua a la cafetera con la capsula de espresso intenso y esperó hasta que el café se dep9sitara en la taza. Así lo mismo con el suyo.

Los dos bebimos nuestro café en silencio, una que otra vez nos mirábamos mutuamente sin decir nada y sonriendo como dos idiotas.

—Puedo sonar bastante cursi, pero extrañaba noches como estas. En Seúl es bastante ruidoso y casi nunca tenía tiempo para mí junto a una taza de café.

—¿Cuánto te quedarás por acá?—Pregunté sin querer saber la respuesta, pero era mejor enterarme que lamentarme.

—Es un tiempo indefinido, tengo dinero suficiente para permanecer un tiempo aquí pero sabes, no me trae buenos recuerdos.

Sabía por qué lo decía. Durante nuestra adolescencia vivimos situaciones nada agradables durante la escuela. Constantes abusos que marcaron con miedo a Haneul hasta para quedarse encerrada para no ver a ninguno de sus agresores y por eso cuando llegó el momento oportuno, tuvo que mudarse con su padre a la ciudad.

—Lo entiendo, tampoco es un buen lugar para mí.

—¿Hablaste con tu padre?

—No lo he hecho durante años Haneul, ni lo haré. La última vez que lo vi fue saliendo de la oficina y nada más, me dijo que por fin había aprendido a decidir con inteligencia mis decisiones dejando mi podrido sueño de música.

—¿Y tú madre?

—Está con él, seguro que piensa lo mismo. Si ahora mismo me ven, se burlaran de lo débil que soy.

Suspiró y pensó por un instante lo que diría. Observado sus manos.

—No te había dicho esto pero, desde hace mucho tiempo estaba pensando que...—Aclaro su garganta con nerviosismo—Que tal vez, podrías venirte conmigo a Seúl.

—Haneul, no puedo. No quiero ser una carga. De todos modos ¿Cómo conseguiré trabajo allá de algo que no me gusta?

—No tienes por qué trabajar en algo que no quieras. Había pensado que podrías retomar tu sueño allá, ¡ese lugar está lleno de oportunidades, sé que te agradara, yo...!

—Déjame pensarlo ¿Sí?

—Está bien, pero por favor considéralo bien.

Subimos los escalones hacia nuestras habitaciones pero sentía la verdadera necesidad de quedarme con ella más tiempo. Mientras pudiese.

El rechinar de mis zapatos al voltearme le hizo mirarme con asombro del porqué le abracé repentinamente.

No sabía la causa o motivo por el cual mi pecho estaba atrapado en una sensación de mariposas, como si mi corazón pudiera salir y hacer maniobras de alta dificultad. Me sentía como un niño.

—¿Yoongi, qué pasa? —Escuché lo confundida que estaba.

—Yo solo...Quiero dormir contigo—Tomé de su mano y con dificultad por mi pánico, entrelace nuestras manos.

Sonrió con ternura al verme en ese estado hasta que sus ojos se convirtieron en dos finas líneas y las mejillas se coloreaban de un carmín suave.

—Vamos—Dejo que entrara a la habitación y rápidamente pude ver como el cuarto de invitados se había convertido en la firme imagen de su personalidad. Había pocas cosas pero llenaban de color la simpleza de la habitación.

Iré a cambiarme al baño-Miro mis ropas confundida—¿Tu dormirás así?

Me lancé a la cama acurrucándome entre las cobijas como respuesta a su pregunta.

Rio suavemente—Esta bien, ahora vuelvo.

Desapareció de la habitación dejando que me inundara en el fuerte olor a vainilla de la habitación, otra prueba más de que este cuarto era como estar con ella. Y en el calor de las cobijas en mi piel, me quedé profundamente dormido.

[...]

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